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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949.



8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949. VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA.

      En Agosto de 1948, durante una nueva estancia veraniega en Linares (Ribadesella), Ramón Menéndez Pidal nos propuso, a Álvaro Galmés y a mí, un nuevo trabajo "de campo" de carácter lingüístico, pensado, no sólo por entenderlo formativo, sino condicionado por las hazañas locales de un "maqui" sui generis, "el Bernabéu"228:

    "Las excursiones permitidas [comentaba María Goyri229] son sólo de día, a causa de que andan persiguiendo a un forajido: un soldado que agredió a un cabo, que logró fugarse, del que cuentan hazañas más o menos verdaderas, entre otras que una noche ha matado a un G[uardia] C[ivil] que le dio el alto. Lo cierto es que el teniente de la G[uardia] C[ivil] anda vestido de paisano (...). Se ve que no hay seguridad por los caminos (...)"230.

Mi aspiración era hacer otro trabajo de campo al estilo del de 1946 y no me convencían, ni poco ni mucho, los planes que nos trataban de imponer231.

      Tan pronto llegué a Linares, Álvaro Galmés y yo nos pusimos a hacer "calicatas" romancísticas en las aldeas próximas; pero únicamente "como trabajo secundario", en espera del proyecto filológico232. Sin embargo, las semanas transcurrían tediosas sin que el veto al excursionismo pudiera ser levantado233. Cuando yo ya hacía planes para escapar de la forzada inactividad234, el Viernes 13 de Agosto, vi esclarecerse el horizonte: "Parece ser que, al fin, vamos a hacer algo. Vamos a ir a Potes, que reúne todas las condiciones requeridas (...). Pero no iremos hasta des­pués del 15"235. El propio Ramón Menéndez Pidal confirmaba por escrito (en una adición a mi carta) que se había llegado a una fórmula de compromiso:

    "Ya está arreglado el excursionismo erudito de Diego-Álvaro. Guillermo no encuentra peligro ninguno en la provincia de Santander, donde todo parece tranquilo, y ya escribí a José María de Cossío a Tudanca para que oriente excursiones sobre la parte occidental de la Montaña en busca de jacer, jacha y de llombo, llamber, que espero sean divertidas y provechosas, y la visita a la Casona (si está allí Cossío, como supongo) será muy anima­dora".

Pero aunque el panorama casero se despejaba, aún quedaba el tiempo, pues, con sus lluvias, pa­recía cerrar de nuevo las posibilidades de salir236.

       La tan diferida excursión se realizó al fin; pero limitada a una semana, iniciada el 18 de Agosto237.

      Vía La Unquera, llegamos, "en el techo del autobús", a Potes. Una vez alojados, "en una fon­da muy limpia",

    "salimos a dar los primeros pasos. Subimos hacia la parte alta del pueblo. El aspecto es bien distinto del de un lugar asturiano, primero por lo señorial o hidalgo de todos los edificios y además por la gente ya de carácter castellano. Hemos empezado recogiendo romances para trabar conocimiento, tenemos en ello más práctica. Hemos topado con una mujer bastante buena (...). Dice que es de un pueblo de Pisuerga y que allí aprendió los romances, pero es dudoso el que no sean de aquí (,..)238";

    "Ayer recogimos un romance bueno, el de don Golfo («Al conde lo llevan preso»), una versión estupendísima (me dan ganas de copiarla), y además ocho (...)239. Sabe muchos más (...)240. También conocen el toro pintu, a ver si lo recogemos241".

También en Potes, en un molino que se halla junto a una de las hermosas casonas, entrevista­mos a "la molinera, que tantos romances nos dijo"242.

      En los otros lugares de Liébana la recolección fue, también, buena. En Lebeña hasta "una viejuca (no tanto) jorobadina y todo, muy graciosa", hermana de Catalina Bárcena, muy satisfecha de "tener visita", nos dijo romances, aunque siempre temerosa de caer en incorrecciones: "así lo dicen, pero no puede ser así, ¿no?", "¡vaya!, ustedes lo pondrán bien"243.

      Desde Potes fuimos a Quintanilla; luego cruzamos a Puentenansa y a Tudanca; y, al día si­guiente (el 22 de Agosto), después de recoger algún romance, ascendimos valle arriba por la zig­zagueante y pendiente carretera, hasta salvar las obras del embalse y llegar a La Laguna244:

    "Ahora tenemos mucha prisa, porque vamos a recoger romances (...) No preguntaremos en los pueblos que ha estado él [José María de Cossío] (...) por eso vamos a uno de más arriba: U[zna]yo. De Puente Pumar son todos los buenos romances que ha recogido Cossío en San­tander (...)"245.

Y, en efecto, fuimos allá:

    "Ayer, desde La Laguna, fuimos a Uznayo (...) y encontramos la zona mejor de romances de toda España: Así, sin ningún esfuerzo, apuntamos, primero que nada, Montesinos, con su «Mira a Francia, etc.» y todo; lo sabía todo el mundo. Después Gaiferos, estupendo; y «Ya sa­lía el moro Muza ricamente amenazando, / salga uno, salgan dos, salgan tres y salgan cua­tro / y si no basta con eso, salga el mismo rey Fernando»... Después «Tan alta iba la luna como el sol al medio día / cuando el conde don Belarde de la batalla salía...». Luego el Con­de Dirlos y el Conde Niño bueno, de tipo leonés. Además «Jarifa la reina mora» y «A caza iba a caza el infante Juan García», «Yo le diera tres molinos... / el uno molía pan, el otro mo­lía trigo...». No nos dio tiempo de más, porque tuvimos que venir a Lombraña a dormir (...). Hoy volveremos a Uznayo a explotar más a la recitadora. A ver qué nos dice (...). Por aquí no hay ni maquis, ni guardia civil"246.

      Después de admirar el paisaje, la vida comunal del valle, alto y abierto, de Polaciones247 y su riquísimo repertorio romancístico (sin parigual ajuicio nuestro), seguimos nuestro plan de cruzar por Piedrasluengas (sin alcanzar el puerto) a "caer a la parte alta de Liébana". Habiendo he­cho noche en Valdeprado,

    "esta mañana preguntamos a una vieja, ya mal de la cabeza. Debía haber sabido muchísi­mos romances y aún recordaba algo y bueno, que recogimos. No hacía sino decir: «anda, ca­bezona, échalo afuera», cuando no se acordaba de algo. Luego, si trataba de alguna «mala mu­jer», decía: «¡Condená!», y se reía muchísimo".

Por Avellanedo descendimos a Pesaguero, donde comimos, y recogimos los últimos romances antes de bajar en coche de línea a Potes.

      La breve excursión se remató con la ascensión al refugio de Áliva, la subida a Peña Vieja, un cruce frustrado a través de la parte interior de los Picos de Europa hacia Bulnes y una marcha, por el camino del puerto, a Sotres (donde recogimos romances) y Tielve, para bajar a Puente Poncebos (Asturias). Como J. A. Cid ha hecho notar248:

    "En comparación con el repertorio limitado de romances que ofreció entonces el Oriente de Asturias, la encuesta realizada por Catalán y Galmés en el mismo año de 1948 en la zona contigua de Santander (Liébana y Polaciones) se revelaría extraordinariamente productiva en el hallazgo de romances infrecuentes o, incluso, desconocidos hasta el momento".

Por nuestra parte, quedamos satisfechísimos de lo reunido en tan pocos días:

    "Sigo presentando los resultados249: Romances./ La tradición de Polaciones es maravillosa, debe colocársela en el primer puesto de la española. Esto explica el que haya sido esta la re­colección de más categoría que hemos hecho hasta ahora: En 80 versiones recogidas, hay 45 romances distintos. En la Mancha, que recogimos 500 versiones, fueron menos los romances! Y esos 45 distintos (ver en lista en la hoja anterior250) de qué categoría! (...). Casi no recogi­mos ninguno de los corrientes que salían en otras recolecciones (...)".

Y, en vista de la poca estima con que hasta entonces miraban nuestra "moderna" recolección romancística los miembros de las anteriores generaciones, me dediqué en mi carta resumen de los hallazgos a presentarles "desafiadoramente" una selección de los fragmentos:

    "Y ahí va: Gonzalo, ¿No querías un romance fronterizo?:

Ya salía el moro Muza    ricamente amenazando:
— ¡Salga uno, salgan dos,     salgan tres y salgan cuatro,
y si no basta con esto,     salga don Manuel Fernando!
— A todos tiembla la barba,     y todos están callados.
Bien lo oía don Manuel,     que en la cama está echado.
( ...............................      ................................ )
Entró en la caballeriza,     sacó un potro mal domado,
con una mano le ensilla,     con otra frenos le ha echado,
con los dientes de su boca    la cincha le ha ido apretando.
Todas damas y doncellas     salían allí a mirarlo
( ............................      ...................................)
— Toma este paño, Manuel,     don Manuel, toma este paño,
que lo ha encantado una mora    que a mí me había criado:
la mujer que lo lavase     no debía morir de parto,
ni el hombre que le tuviese     debía morir en campo.—
( ............................      ...................................)
— Si quieres gozar tu esposa,     vuélvete y deja el caballo (...).

Abuela!, ¿No pedías un «A tan alta»?

Tan alta iba la luna    como el sol al medio día
(..............................    ...............................)
Vio a su primo Valdovinos     debajo una verde oliva,
con un concho de naranja     curando mortal herida.
( ............................      ...................................)
Las moras, de las ventanas,     estas palabras decían (...).

Y para dar y tomar:

Estaba la condesita    en su palacio real,
con peine de oro en su mano     para su hijo peinar.
— Dios te me criance, hijo,     Dios te me deje criar
y la muerte de tu padre     Dios te la deje vengar.—
(..............................    ...............................)
— ¿Por qué suspiras, Cauceros,     por el vino o por el pan
o suspiras por mujer,     yo te la iré a buscar (...).

Estaba el conde Niño     en su palacio real,
deleitándose en vestir,     deleitándose en calzar,
deleitándose en las armas     con que había de pelear,
cuando le vinieron cartas     que tenía que marchar,
que está rodeado de moros     castillo de Montealbán.
(..............................    ...............................)
— Hemos de salir al campo     por ver quién la ha de llevar (...).

Un día el rey y la reina    juntitos a misa van
y Tomillos iba hablando     lo que no debía hablar,
que la infanta está preñada    de siete meses o más.
(..............................    ...............................)
— Mira a Francia tú, hijo mío,     mira París dónde está
y en los castillos dorados     tus abuelos estarán (...).

Tan alta iba la luna    como el sol al medio día
cuando el conde don Leonardo     salió de su celda un día.
(..............................    ...............................)
— Sal ahora, don Leonardo,     sal ahora, por mi vida,
estoy encerrada en un cuarto,     siete guardias me ponían:
un león y una leona     debajo la cama mía,
hay un pozo muy hondo     que nadie lo pasaría,
unas campanas de torno,     de milagro retiñían (...).

A eso de la media noche     grandes voces iba dando:
— ¡Don Golfo, sobrino mío,     ampárame con tu mano!
—Don Golfo estaba dormido     con doña Sancha a su lado;
Don Golfo que despertó,     a la mujer le ha contado:
— Has de saber, mi mujer,     que yo mal sueño he soñado
que a mi tío don Leonardo     a la horca le han llevado.
(.............................    .................................)
Escaleras de quince pies     de un brinco las ha brincado,
por las calles donde iba    las piedras iban temblando.
(.................................      .................................)
Se iba metiendo por ellos     como segador por prado, i
ba cortando cabezas     como manzanas en árbol (...)".

      La excepcionalidad de algunos de los romances hallados en aquella encuesta me llevaría, al­gún tiempo después, a redactar dos de los trabajos de "espigueo de romances raros"251 incluidos en Por campos del Romancero (1970): "La romera de Santiago y Grifos Lombardo. Valor arque­ológico de la tradición actual"252 y "La Guarda cuidadosa, el Huérfano, Poder del Canto, La fuerza de la sangre"253. Al estudio del primer romance me indujeron la versión de Potes-Villaselán de "Al conde le llevan"254 y la de Valdeprado de "Preso llevan al buen conde"255, que nos re­citaron las dos informantes arriba mencionadas, la "de un pueblo del Pisuerga", cantora de la "estupendísima" versión de Don Golfo, y la vieja de "la cabezona", Plácida, de unos 80 años; al estudio del tema de La guarda cuidadosa me llevó, a su vez, la versión de ese romance ("Tan alta estaba la luna") que, con grandes esfuerzos, logró al fin decir esta misma informante lamentan­do a cada paso estar ya "tocha"256.

      En las Navidades del 48, Galmés y yo sólo contábamos con unos pocos días para llevar a cabo una encuesta romancística. Decidimos hacerla por la sierra de Salamanca257 y escogimos como punto de partida Béjar y Candelario. Béjar, a pesar de su hermosa silueta desde fuera, era un pue­blo modernizado por el negocio de sus tejidos. Candelario258, a pesar de su pequeño tamaño, ha­bía sido en otros tiempos muy famoso por sus embutidos; Goya retrató al choricero real, hijo del pueblo. Pero, cuando nosotros llegábamos a él, su población no vivía de los chorizos, sino de arrendar casas a los veraneantes. No obstante, entonces como aún hoy (en que la fama de sus em­butidos vuelve a ser notable), las casas y las calles guardaban memoria de la exclusiva dedicación del pueblo, antaño, a la matanza: las casas, de extraordinaria esbeltez, tenían cuatro pisos y care­cían de chimeneas; amplios aleros avanzaban desde la techumbre de ellas hacia el centro de la ca­lle; la nieve las coronaba, el cortante aire de la sierra campeaba por los sobrados abiertos y el humo circulaba libremente a través de las casas. El agua de un arroyo serrano cruzaba en torrente por unas tarjeas que compartían con las calzadas ensoladas las empinadas cuestas que forman las ca­lles; allá en la cima de ellas se dibujaba blanquísima la silueta de la Sierra embufandada con nu­bes bajas; en cada portal, al que se accedía por una losa a modo de puente, una batipuerta hacía posible descabellar desde detrás de ella a las reses bravas y el agua del arroyo callejero limpiaba la sangre del suelo sin necesidad de mucho fregoteo. Pero al tiempo en que nosotros llegamos, eran  ya escasas las viejas que remataban su peinado en la cima de la cabeza con el tradicional moño de zapatilla. El Romancero que recogimos no fue tan espectacular como el pueblo. En vista de ello, decidimos cruzar a pie la Sierra de Béjar, ligeramente nevada, para bajar a Garganta de Béjar, en Extremadura, donde fuimos a parar a la casa de unos "recién casados", que aunque ya eran pa­dres de un niño de más de un año, todavía vivían "de los picos de la boda". Convivía con ellos el abuelo. Allí nos enteramos de ancestrales costumbres, que simultaneaban útiles formas de prote­ger comunalmente la creación de nuevos hogares259, con usos más o menos bárbaros celebrativos260. Simultáneamente recogimos romances bastante interesantes. Entre otros, una versión, sin paralelo cercano en la región , del viejo romance juglaresco de Dirlos tradicionalizado:

Hoy se despide el conde Antores,     hoy se despide y se va;
los ojos de la condesa    no cesaban de llorar.
—Siete años, mi condesa,     siete años por allá,
si a los ocho no he venido,     condesa, os podréis casar.
—Ya están los ocho cumplidos    y el conde en frontera está.
—¡Altos, altos, mis caballos,     y altos para caminar,
jornada de siete leguas     n’un hora la tenéis que andar!
— Se ha ido para sus dehesas     donde sus ganaos están,
ha dao voz a los vaqueros,     y respondió el mayoral.
—¿Cúyas son estas vacas     mudadas de hierro y señal.
—Eran del conde Antores,     ¡Dios le quiera perdonar!,
y ahora son de Oliveros,     ¡Dios le haga mucho mal! (...)261.

Por la Vera llegamos a Plasencia, que aún no había sufrido los desmanes de la modernización. Allí, por ser novedad, nuestros "macutos" atrajeron la atención del Obispo, que nos abrió expre­samente la Catedral para mostrárnosla en persona y hasta nos quiso invitar a café, provocando con ello que toda la clerecía placentina se mostrara servidora solícita de nuestras personas, lo cual facilitó nuestro conocimiento del lugar, pero menos el de su romancero262. Como el tren de regreso a Madrid pasaba a horas intempestivas de la madrugada, hubimos de terminar la jornada trasnochando, cuanto nos fue posible, entre los bebedores de una bodega, en que trabamos co­nocimiento con un antiguo ratero de Madrid cuyo lugar de "trabajo" había sido la línea de tran­vías del 45 (entre Cibeles y Cuatro Caminos), hombre satisfecho de su "honra". Como contrastivo fin de excursión, fuimos detenidos en el tren de regreso por un inspector de policía de la RENFE y confinados, al llegar a Madrid, en la "celda de extranjeros" de la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol, en compañía de un conjunto de curiosos personajes263.

      En el verano de 1949, Álvaro Galmés y yo hicimos una última encuesta juntos. En la plani­ficación de ella interfirió, como un nuevo factor, la reciente "importación" de un aparato para grabar sonido en "hilo magnético". El aparato era una avanzadilla de una novedad tecnológica que habría de tener grandes consecuencias en la recolección del Romancero; pero más adelante.

      La posibilidad de que aquella "maravilla"264 de la técnica americana llegara a la España de fi­nes de los años 40 fue debida a la estancia en el Este de los Estados Unidos de Miguel Catalán265 y Jimena Menéndez Pidal266, invitados por diversas instituciones. Habiendo tenido noticia de las nuevas "máquinas de registrar sonido", pensaron en su utilidad para el estudio del romance­ro267. Finalmente268, aunque la "caja musical cubierta de cuero" de "8½ X 10 X 14 pulgadas" y "solamente 23 libras de peso" no era tan ligera de transportar como la casa anunciante sugería269, Miguel Catalán llegó el 4 de Junio de 1949 a Madrid, satisfechísimo270, con un "Harrison-Portable Wire-Recorder Phono-Combination":

    "Pienso que para las excursiones pedestres es algo pesado, y quizás pueda resolverse lle­vándolo en forma de mochila, pues 10 kg. a la espalda no son nada, pero corriendo a tomar un tren llevándolo a mano..."271.

      A su llegada, el "hilo magnetofónico" causó tanta sensación como los cilindros de cera del fo­nógrafo pidalino causaron a comienzos de siglo en el Alcuéscar de García Plata (véase atrás, cap. II, § 6); y la reacción de cuantos se acercaban al magnetófono en el Madrid de 1948 no difirió gran cosa de la que el médico de aquel pueblo extremeño relató en 1904 a María Goyri con oca­sión de la llegada a él de la "máquina cantadora" de cilindros de cera.

      Aquel verano, transportando a cuestas una tienda de campaña ligera, dos morrales con ropa y comida y otro con los diez kilogramos de la maravillosa "caja musical", y en mano nuestras carpetas para la encuesta272, nos dirigimos a Zamora, donde "consiguió Álvaro [Gal-més] (...), tras arduos trabajos, el pase fronterizo de Bili [= William Alonso], que era un indocumentado"273, el cual se había sumado a la excursión. De allí seguimos directamente a Sanabria, a la Puebla, "pueblo (...) precioso, todo de pizarra, con un castillo muy recio", don­de "cenamos en La Pascasia", fonda con verdadera solera, y recorrimos el lugar, batidos por fuertes aires.

    "Tratamos de probar el aparatito" (a las 2 de la noche) y, era tan poca la corriente eléctrica de la red, que los watios del Harrison se la tragaron por entero y no sólo no marcaba el transfor­mador que llevábamos, sino que produjimos un apagón universal en el pueblo. En vista de la experiencia, a la mañana siguiente nos encaminamos al cuartel de la Guardia Civil:

    "Hemos hecho presentación de nuestras personas al cabo y comandante del puesto —es­cribía yo a mi familia—, que nos recibió muy bien. Bajo su custodia hemos dejado el apara­tito y los morrales, mientras preguntamos [romances, naturalmente]274".

      Además de romances, obtuvimos indicaciones preciosas para que el aparato no llegara a ser en la excursión "carga totalmente inútil", como entonces creíamos: La mayor parte de los pue­blos de la comarca que gozaban de luz, naturalmente tenían unas fuentes generadoras de ener­gía eléctrica aún más rudimentarias que La Puebla, cabeza de ella; pero en Ribadelago una em­presa productora de energía eléctrica, "Moncabril", contaba con electricidad generada por un salto de agua: allí podría funcionar "el aparatito".

      Cuando, a la mañana siguiente viajamos hacia el Lago de Sanabria íbamos muy escépticos. Dudábamos incluso de que el tal "lago" tuviera agua, dado que al pasar por Ricobayo, el gran embalse del Esla, habíamos visto cómo la sequía —Madrid estaba con drásticas restricciones eléctricas— lo había dejado casi convertido en un reguero de limo.

      Al dar vista al espléndido lago alpino, nos quedamos asombrados y prendados del paisaje275. Al pueblo de Ribadelago se accedía por un larguísimo pontecillo de madera, que cruzaba los pra­dos encharcados por el río Tera antes de entrar en el lago276, y en el lugar, incluso dejadas apar­te las peculiaridades de su habla (perteneciente al "leonés occidental") que los naturales tendían a ocultar, eran patentes los signos de permanencia de una vida muy tradicional a pesar de la revolución económica que suponían los trabajos generados por las construcciones hidroeléctricas en la cabecera del Tera, en lo alto de la sierra277. Aquella noche acampamos más allá del pueblo; pero a la mañana siguiente se presentó la Guardia Civil y nos prohibió tajantemente seguir ha­ciéndolo. Cuando, una vez idos con los guardias al Cuartelillo insinuamos la posibilidad de de­jar en él, bajo su custodia, el pesado aparato Harrison, la respuesta fue que inmediatamente nos lleváramos aquello del lugar. Ya nos veíamos expulsados del "paraíso", cuando felizmente llegó el ingeniero, que nos invitó a su casa278 y nos convirtió, sin más, en poco menos que autorida­des. Aquel mismo día, nuestro magnetófono fue instalado bajo techo y, con una pareja de guar­dias civiles custodiando la puerta, se inició una verdadera riada de gentes que, no sólo desde Ri­badelago, sino desde los pueblos vecinos, acudían al encuentro de la máquina cantadora, a oírse como si fueran artistas de la radio279. El romancero, de voz siempre discreta, apenas tuvo ocasión de participar en aquel festival de la canción280. Los romances que en Ribadelago y pueblos vecinos recogimos lo fueron mediante procedimientos tradicionales, abordando, carpeta y plu­ma en mano, a los lugareños en su ambiente.

      Entre los romances que así anotamos en Ribadelago no quiero dejar de mencionar una ver­sión que nos dijo una "María" (a quien no nos atrevimos a preguntarle el apellido) de Alabóse el conde Vélez, pues el tema no se había hasta entonces recogido en la tradición oral moderna sal­vo entre los judíos sefardíes de Marruecos. En la versión sanabresa, el campeón defensor de la virtud femenina, que se arriesga a afrontar el gab del presuntuoso don "Félix" ("que no hay dama ni doncella que no rindiese su amore") y que se juega la vida confiado en la virtud de su jo­ven esposa, se hallaba regionalizado, ya que se le identifica como "un chico" de una localidad vecina zamorana:

Salió un chico de Mombuey    con una linda razón:
— Tengo yo una novia en Francia    de quince años,
que más no, que si tú me la robaras,     me sacas el corazón,
y si no me la robaras,     te lo tengo ’e sacar yo.

      En San Martín de Castañeda, pueblo de recuerdos literarios unamunianos281, tuvimos oca­sión de recoger el no menos raro romance de El Enamorado y la Muerte282, surgido de la tradicionalización de dos temas "trovadorescos" del s. XV, ya que combina elementos del "romance" "Yo me estava reposando / durmiendo como solía / recordé, triste, llorando / con gran pena que sentía (...)", de Juan del Encina (con rimas A, b, A, b, C, b, C, b, D, b, D, b, etc.) con otros procedentes de la Pregunta a un ermitaño ("—Dígasme tú, el ermitaño     que hazes la santa vida, / el que por amores muere     si tiene el alma perdida"). Únicamente en Cataluña el romance tra­dicional tiene bastante difusión; en lengua castellana y en la tradición judeo-española sólo era conocido hasta entonces en versiones únicas283. La nueva versión comenzaba con la escena

Esta noche soñé un sueño     muy contrario ai alma mía,
soñé que tenía en mis brazos    la prenda que más quería,
era la Muerte que estaba    haciéndome compañía:
— ¿Qué haces ahí, la Muerte,     a deshora en casa mía?
— Por ti vengo, Enamorado,   que Dios del cielo me ínvia.
— Por Dios te pido, la Muerte,     por Dios y santa María,
que me dejes otra noche,     que me dejes otro día (...),

que algunas versiones de La penitencia del Rey Rodrigo se han apropiado284; pero esta de San Martín incluía la visita a la Enamorada, aprovechando el plazo concedido por la Muerte:

— Ábreme la puerta, blanca,     ábreme la puerta, niña,
que si hoy no me la abres,     ya no la abres en la vida.
— ¡Cómo quieres que te la abra,     si yo abrirla no podía!
(...............................     ................................)
anda, vete a la ventana,     donde planchaba y cosía,
echaréte un [c]ordón285 de oro     para que subas arriba,
donde mi [cjordón no alcance,     mi cabello te echaría.
— Estando en estas razones,     la Muerte que allí volvía (...),

así como el encuentro postrero con el ermitaño del Enamorado conducido por la Muerte. Años después, esta versión me haría escribir un estudio sobre "El Enamorado y la Muerte. De ro­mance trovadoresco a romance tradicional"286.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

228 "El Bernabéu", estando haciendo el servicio mi­litar, devolvió al cabo unas bofetadas o golpes, por lo que fue condenado por un tribunal militar a no sé cuántos años de prisión en un castillo; cuando le con­ducían a él, logró fugarse. Vivió oculto, como sacris­tán, en una parroquia rural; pero un día, decidió ven­garse de uno de los que fueron testigos de cargo en su juicio, y lo mató en la harinera de San Esteban de Leces, al pie de Linares. Habiéndole acorralado la Guar­dia Civil, logró ingeniosamente (no ocultándose, sino caminando tranquilamente carretera alante hacia los guardias que había en ella) que tuvieran que darle el alto al anochecer, acercarse con las manos en alto y disparar sobre ellos; después, consiguió pasar la ría del Sella, cogiendo el tren costero en marcha y ocultán­dose bajo un vagón. Formó una pequeña partida de "maquis"; actuaba, a veces, vestido de monja; acudía a bailes de los pueblos del Oriente de Asturias (al me­nos, así corría su historia entre las gentes), etc.

229  Carta del 7-VIII-1948.

230 "[Diego y Álvaro] quieren excursionear largo, lo que ahora, dada la poca seguridad de los caminos, cree Guillermo [Galmés] que no es prudente. Sin ex­cursiones de trabajo sino de recreo por aquí cerca, podrán hacer algo". Carta de 10-VIII-1948.

231  Antes de dirigirme a Asturias, ya comentaba a mis padres: "No sé lo que haremos Álvaro y yo; me parece que ya no tenemos tiempo y, sin embargo, de­bemos tener tanto como el otro año. Además no se le ocurre nada bueno al abuelo: dice que preparemos un Vocabulario del Bable Occidental; pero eso no me in­teresa nada (...). Que lo hagan otros, para que lo aprovechemos nosotros; pero, al revés, no me gusta" (Miércoles 21) y el 29 insistía en mi desinterés por el tema. Llegado a Asturias, el Lunes 2 de Agosto volví a hablarles del tema: "el abuelo me encargó que traje­ra otro Vocabulario desde Madrid de otro bable para hacer el trabajo ese y no lo traje. Se enfadó", y en esa nueva carta argumenté contra el trabajo propuesto: "Además tiene el inconveniente de que no nos daría tiempo de terminar nada, porque es una labor de años"; en fin, en otra carta del día 5 seguí insistiendo: "es una obra de años, para una tesis, y tenemos que coincidir Álvaro y yo repetidamente (...). Yo quería algo limitado y concreto (incluso geográficamente), que nos sirviese de estudio, más que de otra cosa".

232 "La tarde del primer día hicimos una calicata romancística por aquí, donde habíamos fracasado el año primero, y enseguida encontramos, aquí abajo, en Barredo y San Esteban de Leces. Pensamos reco­ger romances, pero como trabajo secundario, a la vez que hacemos ¿el qué?" (30-VII-1948). "Antes de ayer salimos (...) para la excursión de los Lagos, pero (...) llegamos tarde (...). Entonces decidimos irnos noso­tros dos a comernos la comida por ahí. Fuimos en di­rección a Llanes, llegamos a un pueblo de la Parro­quia de Pría, tras preguntar romances (el consabido Gerineldo) y algo lingüístico, nos encaminamos a la playa (...)" (6-VIII-1948); "Ayer fuimos a Bones a re­coger romances (aquí al lado) por la tarde. Pensába­mos ir a Terenes, donde nos tenían anunciados varios romances mejores, pero a mitad de camino dimos la vuelta porque nos adelantó la que nos hizo la prome­sa diciendo que ese día no estaban los pretendidos re­citadores (...)" (12-VIII-1964). Los resultados de es­tas pequeñas encuestas han sido descritos por J. A. Cid, "El Romancero tradicional en Asturias" (1991), I, pp. 116 y 318: hay textos de Alea, Barredo, San Es­teban de Leces, Bones y Terenes (Ribadesella) y de Ardisana y Garaña (Llanes). Total 13.

233  "Yo tengo ganas de hacer excursiones; pero no encontramos disculpa para hacerlas, de modo que se­guimos parados" (6 de Agosto); "Creo que este año vamos a estar inmovilizados los filólogos. La parte fi­lológica no está nada clara y la excursionística veta­da, con lo que desaparece también la romancística. Ya sabéis que hay gran oposición a las excursiones, estamos sin apoyo ninguno" (8 de Agosto). María Goyri, aunque justificaba mi impaciencia ("Yo com­prendo que se aburra en este ambiente anodino, pues las excursiones permitidas son sólo de un día"), con­sideraba razonable el veto, en vista de lo alegado en texto (7 de Agosto).

234 "Yo estoy deseando que se acabe el verano y em­piece el curso. Por ahora, este encierro de monjes, si no encuentro algo que hacer salvo el ver pasar los días, no me satisface" (30-VII-48); "A mí, en vista del paro forzoso, me gustaría ir a Luanco, porque no hay cosa que más me fastidie que pasar el rato sin hacer nada especial" (8-VIII-48).

235  No obstante, mi pesimismo era grande: "No creo que saquemos nada en limpio. El otro año, por estas fechas ya lo teníamos más que mediado, el tra­bajo. Bueno, pero al menos nos divertiremos".

236 "Se ve que no está de Dios que hagamos excur­sión alguna. Ayer era el día de ir a Llanes a ver el pe­ricote y, con el diluvio, desistimos. Potes me parece que se va a venir abajo, porque pensábamos salir aho­ra, hoy o mañana y a todo lo más pasado. Pero este año el tiempo no nos favorece. Sólo ha habido tres días, desde que yo estoy aquí, en que no haya llovi­do".

237  "Diego y Álvaro, en vista de que no amanecía un día decente, decidieron marcharse ayer a respirar las «auras de la libertad», bien provistos de morrales y los bolsillos. Guillermo les daba como término seis días, ellos decían que una semana, según se les diera la investigación. Cossío les ofrecía acogerles en La Casona, pero a ellos no les hacía gracia, preferían lo desconocido", María Goyri, carta a mis padres, desde Linares, 19-VIII-1948.

238 Carta a mis abuelos. Parte escrita el 18-VIII-48.

239   Gerineldo, Conde Niño, Boda [estorbada o La condesita], "Don Diego, don Jorge y Juana" [Celos y honra], "Apostadas tengo, madre", "Mataste un caba­llero con las armas que traía" [Una fatal ocasión], La Virgen, romera...".

240  "Don Bueso (de 6 sílabas), Narboluca, Melchor y Lorenza, 3 romances que empiezan «En la ciudad de Madrid», y lo que vayan sabiendo".

241 Adición, hecha el 19-VIII-48, a la carta citada. Se trata del romance del Conde Dirlos.

242 Información escrita posteriormente a propósito de la existencia de una fotografía de ese momento de la recolección.

243  En RTLH, VI (1975), frente a la p. 136, se ha­lla una lámina con "Diego Catalán en Lebeña durante la excursión romancística de Agosto de 1948".

244  Según se recoge en la carta relativa a la visita a la Casona y a la biblioteca de José María de Cossío, escrita al día siguiente (22-VIII-48).

245  Carta del 22-VIII-48.

246  Carta del 23-VIII-48.

247  "Este valle es muy abierto, aunque está casi en el alto. Todo son prados. En cambio Tudanca está en­cerrada (...). Esto es mucho más bonito. Todo Polientes (sic), pero sobre todo esta parte de Puentepumar, Uznayo, Lombraña, es castellano por el paisaje (...). Bajamos, antes de salir para aquí [Lombraña] de Uznayo, a ver el baile en la carretera: bailaban al son de una pandereta, alternando lo agarrado con lo suel­to!!" (carta del 23-VIII-48).

248  "El romancero tradicional en Asturias" (1991), I, p. 116.

249  Antes resumía los, mucho menos interesantes, datos "dialectales" reunidos en la excursión.

250 Donde se incluía una lista completa de temas hallados.

251  "Espigueo en los campos del romancero tradi­cional" titulé la presentación del libro, recordando el villancico viejo "Segador, ¡tírate afuera! / ¡deja entrar la espigaderuela!", para comparar mi labor con la an­terior de Ramón Menéndez Pidal.

252 Cap. V de Por campos, pp. 122-166.

253  Cap. VIII de Por campos, pp. 228-269.

254 Puede leerse impresa en la p. 124 de Por campos.

255 La he publicado también en Por campos, p. 123.

256  Puede verse publicada en Por campos, pp. 230-231.

257 El 30 de Diciembre vacilábamos si salir ese día o el siguiente para Salamanca (carta de M. Goyri de esa fecha).

258  Parafraseo mi retórica descripción de entonces. Candelario había sido "descubierto", no como pro­ductor de chorizos, sino como lugar serrano, por re­levantes figuras políticas, incluso extranjeras.

259  En el baile, la novia llevaba sobre la cabeza una manzana en la que los vecinos que a la desposada iban bailando hacían antiguamente una raja con la navaja e insertaban en ella una moneda de oro; modernamen­te, como las monedas en uso tenían escaso valor, el acto de meter en la manzana la moneda iba acompa­ñado de la promesa de donación de bienes "muebles" (principalmente productos de la tierra). La joven pare­ja de la casa en que se nos dio alojamiento, con un niño de dos años, aún vivía de "los picos de la boda".

260  Todos los solteros, mozos y mozas, se confabu­laban para impedir que los desposados pudieran lle­gar a consumar el matrimonio la noche de su boda y era para el novio una deshonra no poder hacerlo. Los recursos para impedirlo y los arbitrios para lograrlo daban lugar a multitud de anécdotas y recuerdos, en que se mezclaban la barbarie y la jocosidad. En Gar­ganta no tenían la costumbre, atribuida a lugares ve­cinos, de uncir a los novios en un yugo y hacerles arar juntos un campo.

261  Las dos versiones de este romance recogidas en Garganta  de  Béjar  pueden  leerse  publicadas   en RTLH, III (1969), pp. 178 y 179.

262  Posteriormente, el obispo, Juan Pedro Zarranz, en contestación al envío de nuestro artículo sobre el límite lingüístico f-/j- en el Oriente astur-leonés con observaciones socio-lingüísticas, nos llegaría a ofrecer (6-III-1949) apoyo "episcopal" a una futura encuesta en su diócesis: "¡Cómo necesitaríamos por estas  tie­rras extremeñas, tan plenas todavía de muchas esen­cias primitivas la amorosa solicitud de un grupo nu­meroso de estudiosos que recorriese, como Vds. uno por uno todos estos bellos rincones, tan desconoci­dos en general, para recoger el tesoro de folklore y del arte popular, antes de que la avalancha vulgar y zafia «de lo fino» haga tabla rasa de «lo antiguo»! ¿No se animarían Vds. un día a recorrer con vocación de pe­regrinos los caminos de las alquerías extremeñas? Por supuesto que podrían contar con todo mi modesto entusiasmo, si en algo pudiera serles de ayuda. En fin, perdonen la efusión, en gracia a la simpatía que el feliz encuentro de hace unas semanas despertó en mí hacia los globe-trotters de la cultura hispánica, vi­sitantes de nuestra catedral".

263 Desde un yerno de un embajador de una Repú­blica hispano-americana, que se hacía servir la comi­da desde el hotel Palace, hasta dos sujetos con delitos de sangre: un sombrío y corpulento ucraniano, acu­sado de asesinato, y un viejo muy parlanchín según el cual su compañero de copas en una taberna se había súbitamente "arrugado" en la silla de enfrente (con una navaja espetada entre dos costillas), sin él saber muy bien cómo pudo ser aquello.

264 Como Miguel Catalán llegó a calificar el Harrison wire-recorder (28-I-1949).

265 Invitado por la American Philosophical Society para trabajar en el National Bureau of Standards, en el MIT y en la Universidad de Princeton.

266  Como parte de un proyecto de establecer vín­culos educativos entre las Universidades y "Colleges" de Nueva Inglaterra y su "Colegio Estudio". En con­ferencias informales en Wheaton, Tuffs, Harvard-Radcliffe, Wellesley, etc., aprovechó para ofrecer a profesores y estudiantes música "en vivo" e imágenes cinematográficas referentes al Romancero.

267  "Estamos informándonos de las máquinas de registrar sonido, para llevar a Diego, para [el] ro­mancero; hay unas de discos de caucho, otra de ca­ble, otra de cinta. Los que las usan no saben decidir­se entre una u otra, porque cada uno sólo conoce la suya" (Jimena Menéndez Pidal, 27-X-1948).

268  Entre los "expertos" consultados antes de deci­dirse por el "hilo magnético" se halló Miss Pope. "Es la que ha publicado el cancionero de Upsala y está es­tudiando el villancico español", aclaraba Jimena Me­néndez Pidal (en carta del 3-XI-1948). En efecto Isa­bel Pope había estudiado el villancico polifónico de los vihuelistas españoles del s. XVI como parte de la edición, preparada por Jesús Bal, del Cancionero de Upsala que en 1944 publicó el "Colegio de México".

269  Según se anunciaba, era "de verdadera portabilidad, verdadera fidelidad y verdadera flexibilidad". Pero cuando Miguel Catalán tuvo que transportarla hasta la estación a mano, confesaría: "Ya salgo de Phila[delphi]a con un Harrison en la mano! Al principio, no me pesaba; pero vaya si pesa. Desde luego son 10 kg. y al cabo de llevarlos en la mano, pues hacen su­dar" (28-I-1949).

270  "Es muy bueno. Hemos hecho toda clase de pruebas (los carretes sirven los del Webster). Hemos inscrito de micrófono y de disco. Se puede oír en el aparato o en un altavoz suplementario (tiene ya hasta el hilo para ello). Tiene pick-up para oír discos sin registrarlos en el alambre. Todo parece marchar a las mil maravillas. (...). De presentación es precioso. En fin, que estoy muy satisfecho" (había ya escrito el 28-I-1949).

271   Había reconocido el 28-I-1949 al relatar la compra y sus sudores para transportarlo a la estación de Philadelphia.

272 Pero "la carpeta de Álvaro (...) pasó a mejor vida en la Estación de Villalba, que se la robaron", privándonos de unos buenos mapas italianos que en ella iban.

273  Carta desde La Puebla, sin fecha. Ya el 26 de Diciembre de 1948, Amado Alonso, que había deci­dido visitar España (por primera vez tras la Guerra Civil) durante los próximos meses de Junio a Se­tiembre, había expresado a mis padres en Boston el deseo de que su hijo William participara en una de nuestras encuestas "por Navarra o donde sea" (Mi­guel Catalán, 27-XII-1948, desde Nueva York).

274  Carta, sin fecha, desde La Puebla de Sanabria.

275  La impresión entonces recibida serviría de estí­mulo, años después, a la campaña de prensa "ecológi­ca" avant la lettre que promovimos con éxito Galmés y yo desde Madrid a fines de 1952 y comienzos de 1953 cuando "Iberduero" intentó subsumir el lago al­pino en un embalse hidroeléctrico. Recientemente, impulsadas por Pedro Vega, la Diputación Provincial de Zamora, el Ayuntamiento de Galende de Sanabria, el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo y la Fundación Rei Alfonso Henriques y la Uni­versidad de Bonn rindieron homenaje a esta campaña organizando unos actos en el Centro de Interpreta­ción del Parque Natural del Lago de Sanabria en San Martín de Castañeda (Galende, Zamora).

276 El pueblo fue parcialmente arrastrado por la ria­da provocada por la ruptura de una de las presas de "Moncabril" en la cabecera de la garganta del Tera, convirtiendo en realidad la vieja leyenda carolingia de Lucerna (transferida del lago de Carucedo al de Sanabria por la tradición oral. Véase mi próximo li­bro La épica medieval española. Nueva documentación y nueva evaluación, cap. II, § y nn. 114-118): "que la citez est toute en abysme coulée / et par desús les murs tote / d’eue rasée"; "campanario sumergido / de Valverde de Lucerna. / (...) / se queja en vano tu bronce / en la noche de San Juan / tus hornos dieron su pan / la Historia se está en su gozne".

277  Que, inicialmente, habían incluso permitido que el pueblo se desembarazara del cacicazgo perpe­tuo del alcalde y prestamista que ya en 1930 había organizado el espectacular recibimiento del rey (Alfonso XIII), suceso del que dio noticia "La Región" de Zamora 1-XI-1930 con estas palabras: "El recibi­miento que este pueblo [=Ribadelago] dispensó a su Rey constituyó la nota emocional del viaje regio: el infatigable Fidel [=«el popularísimo alcalde de Riba­delago, Fidel González, que con tesón insuperable, lucha por la prosperidad de su querida aldea»], desde el día anterior, a toque de Concejo, reunió a los veci­nos para notificarles la grata nueva (...). A las 12’15, S. M., acompañado de su séquito y seguido de un gentío inmenso (...) llegaba al embarcadero que a ori­lla del Lago posee la dueña de éste, doña Victoriana de Villachica, y tomando asiento en la motora hizo rumbo a Ribadelago. La llegada a este pueblo consti­tuyó un momento de inenarrable emoción: el pueblo en masa, de rodillas, aclamaba al Rey magnánimo, al Rey bueno (...)". Pero la subversión del orden tradi­cional duró poco tiempo, ya que las obras de "Mon­cabril" sólo pudieron llevarse a cabo normalmente tras aceptar como capataz de ellas al depuesto alcal­de, que continuaba siendo un poder fáctico local con el que era necesario pactar. Fidel murió con ocasión del rompimiento de la presa, al regresar a última hora a su casa a fin de salvar su caudal.

278  Gabriel Barceló, para quien no éramos unos desconocidos.

279  Entre los cantantes reconocí enseguida la es­pléndida voz del pintor Gallego, que cantó para los discos grabados por el Archivo de la Palabra, y desta­có también la de Fidel, el personaje nombrado en la n. 277.

280 Según Álvaro Galmés recuerda, una mujer vieja que inició un romance y lo interrumpió acompañán­dose de un expresivo ¡coño! se escandalizó al reoírse y comprobar que el aparato no había censurado debi­damente sus palabras.

281  "San Martín de Castañeda, / espejo de soleda­des, / el Lago recoge edades / de antes del hombre, y se queda / soñando en la santa calma / del cielo de las alturas / en que se sume en honduras / de anegarse ¡pobre! el alma".

282  Famoso en medios letrados, desde que R. Menéndez Pidal publicó, en 1928, Flor nueva de roman­ces viejos y "reconstruyó" el romance castellano, con la colaboración de su hija Jimena, "combinando há­bilmente la versión sanabresa recogida en 1910 (...) con la versión catalana divulgada por Milá i Fontanals" (según explico en Por campos del romancero, 1970, pp. 52-54). Su difusión en América dio lugar a la creación en México de un texto que V. T. Men­doza publicó en 1939 como "tradicional" en Tlalnepantla (ibid., pp. 51-52).

283 Otra versión sanabresa, recogida por Tomás Navarro en Galende, 1910 y una versión de Lárissa, recogida en Jerusalén por M. Manrique de Lara, 1911 (de la excepcional cantora Vida de Albalansí, 74 a.).

284  RTLH, I (1957), pp. 64-77. Cfr. también D. Catalán, Por campos (1970), pp. 40-47.

285  "Cordón", en boca de la informante.

286  Publicado como cap. I de Por campos (1970), pp. 13-55. 

LÁMINAS

Diego Catalán recogiendo romances en Potes, junto al molino, donde la molinera "tantos romances nos dijo", Agosto, 1948 (foto Álvaro Galmés).

En otros lugares de Liébana la recolección de romances en Agosto de 1948 fue igualmente buena.
En Lebeña, una viejuca hermana de Catalina Barcena nos dijo varios romances. Diego Catalán junto a la iglesia (foto Álvaro Galmés).

Quintanilla, Agosto de 1948. Álvaro Galmés (en la penumbra) busca informantes en una "casona" (foto Diego Catalán).

Cruzando los Picos de Europa hacia Asturias, Agosto de 1948.
¡Al fin, agua!

En el "III Coloquio Internacional de Estudos Luso-Brasileiros", Lisboa, 1957, presenté una ponencia titulada "A caza de romances raros de la tradición portuguesa" en que, apoyándome en trabajos de campo y de archivo, sa­qué a luz los romances de La guarda cuidadosa, La canción del huérfano y La fuerza de la sangre.

Navidades 1948. Encuesta Catalán-Galmés en la sierra de Béjar y Plasencia.
Llegada a Candelario
(Salamanca). Al fondo, la Sierra (foto Diego Catalán).

 

Cruzando la Sierra hacia Garganta de Béjar (foto Diego Catalán).

Plasencia (foto Diego Catalán).

Ribadelago en 1949 apenas se diferenciaba del que fotografió Krüger en 1922 y del que visitó Al­fonso XIII en 1930. ¡Hasta seguía reinando en él —con su espléndida voz— el mismo cacique: "Fidel"!
Final del viejo puente de acceso a Ribadelago. (Foto Galmés/Catalán).

Interior de Ribadelago. (Foto Galmés/Catalán).

Acampada en las morrenas del lago glaciar. Álvaro Galmés y William Alonso (sentado). La tienda oculta el aparato grabador de hilo magnetofónico que levantó las sospechas de la Guardia Civil y que nos hizo famosos en Sanabria (foto Diego Catalán, 1949).

Diego Catalán camino de Porto (Sanabria). Al pie, el lago. (Foto Álvaro Galmés, 1949).

Álvaro Galmés a orillas del "Mar de Castilla", con ocasión de la campaña que iniciamos en la prensa de Madrid en defensa del Lago de Sanabria (foto Diego Catalán, 1952).

Como consecuencia indirecta de nuestras encuestas romancísticas y dialectológicas en Sanabria, al conocer los planes de convertir el lago en un embalse hidroeléctrico, preparamos desde Madrid una campaña ecológica avant la lettre que prendió en la prensa y en organismos culturales.
"Tenemos un solo lago en España que merezca el nombre de tal... es el de Sanabria o de San Martín de Castañeda... Este lago... está hoy amenazado de destrucción... se pretende solamente producir 45 millones de kilovatios-hora al año; es decir, un 5 por 1000 de la actual producción española... " D.C. en "Arriba" Do­mingo 28-XII-1952.

El Jueves 26 de febrero de 1953, el "ABC" "as­cendió " al Lago de Sana­bria "al primer plano de la actualidad"publicando en primera página (prece­dido de una portada gráfica con el título "El Lago de Sanabria en peligro de desaparecer") un "ameno, sugestivo y erudito artículo" titulado "El mar de Castilla" bajo la doble firma de "Diego Catalán Menéndez-Pidal y Álvaro Galmés de Fuentes" (y no con unas crípticas iniciales como en el de Diciembre), profusión de apellidos que nos costaría ser ingresados, con justicia, en la "Comisaría de papel" (ya que no teníamos caché necesario para que nos metieran en la famosa "cárcel de papel") del semanario hu­morístico "La Codorniz".


La aceptación por "ABC" de la idea de hacer opinar al "público" lector (algo en aquellos tiempos dictato­riales nunca visto) fue aprovechada por un reducido círculo de personas relacionadas con D. Catalán para crear un movimiento de defensa del lago. Fragmentos de dos números del "ABC" del 26-II-1953 (artículo completo en pdf) y del 11-III-1953. La fotografía fue tomada por Álvaro Galmés.


Manifestación (vigilada) para salvar el Lago de Sanabria de los planes desarrollistas hidroeléctricos (1952/53). Foto de "ABC" (tomada por Jaime de Armiñán).

Manifestación contra la industrialización del lago glaciar de Sanabria. En primer término (conversando) Hans Kundert (también colector de romances en Sanabria), Manuel Gutiérrez del Arroyo (Jr.) y Diego Cata­lán. 1953.

Luis Cortés Váz­quez (también colec­tor de romances sanabrenses) arenga a los manifestantes. Luis de Armiñán (reportero especial de "ABC") toma apuntes.

Recuerdo-homenaje, en 1997, a la exitosa campaña de salva­mento del lago.

SUMARIO:

I
PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL

* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

*1. LOS FONDOS DEL S. XIX

* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900

* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO

* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904

* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906

* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906

* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905

* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908

* 9. MENÉNDEZ PIDAL HACE INVENTARIO: LAS PRIMERAS MIL QUINIENTAS VERSIONES DEL ARCHIVO Y LAS CONFERENCIAS EN LA COLUMBIA UNIVERSITY DE NUEVA YORK EN 1909

* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912

* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912

* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913

* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913

* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914

* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914

* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920

* 9. MANRIQUE DE LARA, EL ROMANCERO DE LOS JUDÍOS DE MARRUECOS Y DE LA PENÍNSULA Y LA MÚSICA DE LOS VIHUELISTAS, 1915-1922

* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918

* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920

* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925

* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20

* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921

* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925

* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927

* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928

* 18. MANRIQUE DE LARA NUEVAMENTE EN ORIENTE. EDICIÓN FRUSTRADA DE LAS MÚSICAS DEL ROMANCERO: 1923-1928

* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30

* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE

* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS

* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931

* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933

* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN

* 6. NUEVAS CAMPAÑAS DE RECOLECCIÓN DE MÚSICAS Y TEXTOS POR LA SECCIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRÓ DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, 1930-1936

* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930

* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936

* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL

* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO

* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO

* 3. OCASO DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS. CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LOS PROYECTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE

* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES

* 6. VERANO DE 1937. LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Y LAS CANCILLERÍAS SE PREOCUPAN DE LA SEGURIDAD DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO

* 7. EL ROMANCERO Y LA HISTORIA DE LA LENGUA DE MENÉNDEZ PIDAL VIAJAN COMO PARTE DEL TESORO CULTURAL DE ESPAÑA

* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA

* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941

* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945

* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946

* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950

* 5. LA CARTOGRAFÍA ROMANCÍSTICA Y LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN EN LA SERRANÍA DE CUENCA, EN LAS BALEARES, EN SORIA, EN SEGOVIA, EN ÁVILA, EN LA MESETA MANCHEGA, EN ALISTE Y EN MARRUECOS, 1947-1948

* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA

* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948

* 8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949

* 9. FIN DEL SEMINARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. FINAL DE LAS ENCUESTAS Y PUBLICACIÓN DIFERIDA DE LOS TRABAJOS SOBRE EL ROMANCERO, 1950-1954

* 10. ACTIVIDAD RECOLECTORA EN LA AMÉRICA HISPANA. SU REPERCUSIÓN EN EL "ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL", 1948-1952

* 11. REPERCUSIONES DE LAS PUBLICACIONES SOBRE EL ROMANCERO EN LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN ORAL, 1953-1954

* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI

* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO  RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954

* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959

* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50

* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966

* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

* 10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968

* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL

* 1. NON OMNIS MORIAR, 1969

* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

* 3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975

* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975

* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981

* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984

* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988

* 11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

* 12. LOS ARCHIVOS DEL ROMANCERO NUEVAMENTE EN EL FOCO. LOS LABORATORIOS HUMANÍSTICOS INSTALADOS EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL, 1988-1998

* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98

* EPÍLOGO

* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO

* 2.- EL ARCHIVO DEL ROMANCERO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNDACIÓN MENÉNDEZ PIDAL Y DEL CENTRO SITO EN CHAMARTÍN

* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN

* 4.- DESPEDIDA

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

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