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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

 


2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      A comienzos de 1970, durante un breve viaje a Madrid, me entrevisté el 20 de Enero con el Ministro de Educación y Ciencia para tratar de hacer efectivo el proyecto docente e investiga­dor que la creación de la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" en la Universidad de Madrid pa­recía propiciar; además contacté con otros organismos a fin de complementar de formas varias la ayuda presupuestaria prometida por el Ministro 5. Llegado a Estados Unidos y tras conseguir la anuencia de Samuel G. Armistead para que fuera él la persona que inaugurara las enseñanzas de la nueva Cátedra6, "escribí al Ministro precisando las cosas: persona, fechas, sueldo, obliga­ciones", según le explicaría a Rafael Lapesa el 18-III-1970 en larga carta referente a las activida­des y proyectos del "Seminario". Por entonces, en vista de una contestación dilatoria del Minis­tro7 y de la falta de confirmación de que se hubieran concedido las ayudas económicas prometidas8, confesaba, al mismo tiempo, a Lapesa: "Estoy nervioso respecto al «Seminario». Creo que la coyuntura es buena, pese a todo"; pero condicionaba el éxito ("el Seminario podría quedar en pie") a una larga serie de "síes" y, por lo tanto, remataba el pasaje reconociendo: "Pero todo está en el aire". En efecto, pocos días después me llegaba carta de don Rafael (del 22 de Marzo) en que recordaba, con una cierta carga de ironía, mis esfuerzos en el viaje hecho en Ene­ro, reputándolos enteramente vanos:

      "Va a hacer dos meses que estuviste aquí y que te marchaste con impresión de haber acti­vado todo lo referente a la biblioteca de tu abuelo como las relaciones entre el Ministerio y el Seminario Menéndez Pidal. Siento no poderte confirmar esa impresión. Si no te he escrito antes ha sido porque nada nuevo ha habido, ni hay, bajo el sol; pero creo que debo enterarte de los intentos sin resultado".

      Frustrado por el incumplimiento de las promesas recibidas, escribí de nuevo al Ministro el 17 de Abril de 1970, desde el "Institute for Research in the Humanities" de la University of Wisconsin, muy quejoso:

    "Después de mi entrevista con Vd., a mediados de Enero, creí firmemente que la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal podría funcionar con eficacia en los años inmediatos. La subven­ción extraordinaria de 1.500.000 pts., para los 7 volúmenes del Centenario, que Vd. me pro­metió, nos permitiría resarcirnos de las pérdidas de los últimos tiempos (en que no habíamos recibido las habituales consignaciones del Ministerio), y la consignación de 750.000 pts., jun­to con el ’capital’ representado por 16 volúmenes que la Cátedra-Seminario tendría publica­dos para fines de este curso, nos permitiría acelerar el ritmo de nuestras publicaciones. Por otra parte, la posibilidad de sostener unos cursos formativos para investigadores, las becas pa­ralelas de que me habló el Rector, la ayuda técnica de Archivos y Bibliotecas para hacer el Ca­tálogo general del Romancero, e incluso la presencia en el Seminario de algunos becarios del I[nstituto de] C[ultura] Hispánica], prometían ser otros tantos pasos en la constitución de un centro ajustado a las expectativas suscitadas por las disposiciones oficiales acerca de la Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal.
    Ahora me encuentro perplejo. Por mucho entusiasmo que yo quiera poner en la empresa de dirigir la investigación y por mucho que me esfuerce en conservar el nivel científico y téc­nico de las investigaciones, es difícil que un personal especializado, como el que trabaja en la Cátedra-Seminario, quiera comprometerse de modo firme a permanecer en una institución sujeta a crisis de tal magnitud".9

      Mis quejas no eran prematuras, el 20 de Abril de 1970, las noticias que me transmitía Lapesa confirmaban que la "Cátedra-Seminario" prácticamente sólo existía en las Ordenes Ministe­riales, no en la realidad:

    "Después de visitar al Rector y a Álvarez Romero ( [del Instituto] de Cultura Hispánica) y de esperar inútilmente las respuestas de «Gredos» y de Gonzalo [Menéndez Pidal], te escribo para que sepas el estado actual del «Seminario» y del «Archivo-Biblioteca» proyectado.
    Situación económica del «Seminario».
El Ministerio no ha incluido en el presupuesto parti­da alguna para la «Cátedra-Seminario». Peor aún: en el presupuesto de la Universidad se ha­bía incluido una, que ha desaparecido en la poda final. Por lo tanto no podemos esperar con­signación oficial para 1970 por lo menos. Y ya son tres los años que llevamos sin recibir un céntimo: 1968, 1969 y ahora 1970. Como ya te dije, la Facultad ha venido pagando las nó­minas hasta diciembre 1969; pero al llegar la de enero (a primeros de febrero) de 1970, se negó a pagar en vista de la falta de consignación. Conseguí que pagara poniendo como ga­rantía los fondos de publicaciones que el «Seminario» tiene en «Gredos» (...). La Facultad ha pagado sin consignación del Ministerio (...). 1.000.000 pts. (...). En vista de todo ello, creo que la salvación está en que la Facultad o el Rectorado carguen con el hecho consumado del gasto del millón y que «Gredos» se avenga a no cobrarnos a tocateja la Crónica de 1344, el Romancero Tradicional IV y la Encuesta de 1910. De no conseguir ambas cosas, tendríamos que cerrar la tienda (...). Todo lo demás son presuntos parches que no remedian nada. Las be­cas de «Cultura Hispánica» estaban pensadas para hispanoamericanos; pero ¿qué hacemos con un paraguayo o una costarricense que vengan aquí unos meses? (...).
    Siento mucho no poderte dar mejores impresiones. Pero una cosa son las bellas palabras a quien va a marcharse de España días después y otra cosa muy distinta es convertirlas en rea­lidades"10.

      En mi subsiguiente correspondencia dirigida a Madrid —cartas a mi madre— empecé a du­dar, a partir de entonces, que fuera sensato seguir empeñándome en la sobrevivencia de la "Cá­tedra-Seminario"11, del "Archivo-Biblioteca" y de la propia casa que albergaba los medios archivísticos y bibliográficos en que se sustentaba el trabajo investigador de ese moribundo centro de la Universidad de Madrid 12. Pero predominó, finalmente, el afán de luchar hasta el fin, aun­que ello supusiera tener que hacer "maravillas" para afrontar los gastos de viaje y sobrevivencia con nueve bocas a mi cargo13; mi espíritu combativo quizá se alimentara de las experiencias úl­timamente vividas en el campus universitario de Wisconsin durante las huelgas sindicales de los teaching assistants y las manifestaciones antibélicas que habían dado lugar a la intervención ar­mada de la Guardia Nacional14.
      Durante Julio y Agosto de 1970, ido a Madrid, no paré de hacer gestiones, que "se enreda­ban como cerezas". Habiéndolas dado por concluidas, el día 21 de Agosto dejé escrita una car­ta para el Director electo de la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal":

    "Querido don Rafael.
    Le escribo, una vez más, con el pie en el estribo. Mañana, para olvidarme de estos dos me­ses «perros», me subo con los hijos a las cinco lagunas de Credos, y al bajar emprendo desde Ávila el viaje de vuelta (S. Sebastián - Londres - Chicago - Madison). Aún no sé si tengo casa en La Jolla (...)".

      Lapesa, el 26 de Setiembre de 1970, vuelto de su veraneo, me haría ver, también una vez más, que los esfuerzos realizados en aquellos meses "perros", de que le había dado cuenta, para nada habían servido:

     "Querido Diego.
    Al volver a Madrid encontré tu carta, con la puntual noticia de todas tus gestiones. Te mo­viste bien, verdaderamente. Siento no poderte participar novedades de mucho aliento. Fui a ver al Rector para averiguar qué había de las becas de ayuda paralela. No han concedido nin­guna (...). Se recibió carta del Ministro, dirigida a ti (...) y era simple acuse de recibo de la tuya en que habías informado al Ministro «sobre el asunto que te interesa» (lo que equivale a decir que él no comparte tu interés) (...)".

      En fin, incluso el ingreso del tercio de los derechos de autor que Ramón Menéndez Pidal ha­bía destinado testamentariamente al mantenimiento de su Biblioteca y que con ese destino la "Editorial Espasa-Calpe" deseaba ingresar en una cuenta corriente, no podía, según Lapesa, re­alizarse, ya que

    "Dámaso [Alonso] se mostró contrario a que se abra una [cuenta para la Biblioteca] sin anuencia de Gonzalo [Menéndez Pidal], a quien la ha pedido sin tener todavía contestación".

      Cuando, tras atravesar el Continente americano, llegué a La Jolla (California) a una universidad del Pacífico (la University of California, San Diego) cuyo prestigio se basaba en un Instituto de Oceanografía dedicado al estudio de las plataformas continentales, el viejo hispanista retirado de Berkeley, Griswold Morley me escribió asombrado: "¿Qué va a hacer una persona como Diego Ca­talán en La Jolla? ¿Pesca submarina?". Al menos, iba a poder bañarme en el Océano Pacífico.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

5 Becas del "Instituto de Cultura Hispánica" (ofre­cidas por Marañón a través del Rector); catalogación del Romancero por UNIVAC con apoyo de la "Direc­ción General de Archivos, Bibliotecas y Museos" (ofrecida por Sánchez Belda), ofertas de que di noti­cia a Lapesa en carta del 18-III-1970.

6 "Nada más llegar a USA hablé con Armistead por teléfono. Le expuse la posibilidad de dictar un curso en la «Cátedra Menéndez Pidal» (si efectivamente el Ministro da los fondos). Aceptó —después de consultar a [la] U[niversity] of Penn[sylvania]— por el primer semestre de 1970-71, si le daban el sueldo que actualmente tiene (ya que tendría que pedir un «leave» sin sueldo)", carta a Lapesa, 18-111-1970.

7  "Me ha contestado una carta que no sé bien lo que significa: Que le parece bien; que va a hablar con el Director General de Universidades" (18-III-1970).

8 "No sé si han librado las 750.000 y el 1.500.000. Desearía saberlo (...). No es cosa de perder ese dine­ro" (18-III-1970).

9 Adicionalmente, le ponía de manifiesto mi frus­tración particular: "Yo mismo me encuentro tam­bién ante un dilema. En vista de las perspectivas del pasado mes de Enero, creí importante el dedicar los meses de Junio a Agosto a la reestructuración de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, e hice planes para ir a Madrid tan pronto como aquí acabase el semestre de Primavera. La decisión no dejaba de ser grave para mí, pues tengo mujer y 7 hijos y el viaje supondría un tremendo desembolso (sólo los bille­tes valen más de 250.000 pts.), cuando como Di­rector de Investigaciones de la Cátedra-Seminario (nombrado por O. M. de 29-IX-65) no percibo ninguna compensación económica. Ahora pienso que si la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal sólo va a existir en las Órdenes Ministeriales, no debo com­prometer económicamente el futuro de mi familia en vano".

10  Para remachar su aplastante mensaje me infor­maba sobre el "Archivo-Biblioteca Menéndez Pida!" lo siguiente: "Cuatro o cinco veces he preguntado a Gonzalo [Menéndez Pidal] si podía decirme cuál era su parecer y no he conseguido sino respuestas dilato­rias. La última vez fue hace unos días, después de re­cibir yo carta de Mulvihill"; y acerca de futuras posi­bilidades de Cátedras en España en las cuales yo pudiera un día solicitar el reingreso: "Cuando se cree alguna, si llega a hacerse, se presentarán seguramente al concurso [Emilio] Alarcos y [Manuel] Muñoz Cortés" (uno y otro catedráticos más antiguos en el escalafón que yo).

11  "Si el Ministro da el dinero prometido a la «Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal», valdría la pena desembolsar la enorme cantidad que representan los billetes familiares y dedicar los meses de Junio-Agosto a organizar bien ese centro de investigación. Si no lo da, es evidente que la «Cátedra-Seminario» sólo va a existir en el papel (...). Tendríamos que «cerrar» como centro de trabajo y licenciar a los pocos cola­boradores. En tal caso, sería loco ir" (Martes, 21-IV-1970); "En España nada nuevo. El Ministro no me ha contestado y creo ya que no piensa contestarme. Para él es la solución más cómoda. Su cambio de ac­titud para con el «Seminario» supongo que se deberá a presiones de algún «amigo». ¿Crees que se puede in­tentar algo?" (14-V-1970).

12  "Ante el fracaso de la «Biblioteca Menéndez Pidal» —pues no creo que se produzcan novedades es­pectaculares— habrá que buscar soluciones nuevas, al menos para el Archivo. Y también respecto a la casa y biblioteca" (21-IV-1970).

13 "Aunque todos nuestros proyectos se han venido abajo, aún creo (con dudas) que debemos hacer un esfuerzo económico e ir, para intentar salvar lo salva-ble" (14-V-1970); "Hoy he hecho la locura de coger los billetes. Descubrimos un «charter» Chicago-Londres y nos precipitamos a pagar. Ahora el Lunes ten­dré que hacer maravillas para poner el dinero en el banco (...). A ver si el esfuerzo, o el desatino, sirve para levantar el «Seminario» en ruinas! Voy muy des­confiado" (16-V-1970). Como un primer paso, re­dacté a comienzos de Junio una "Memoria bienal de las actividades de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal", en que, tras hacer una detenida exposición de sus logros, daba cuenta de su penuria económica y, en consecuencia, de la imposibilidad de mantener un personal investigador si el Estado no libraba las sub­venciones prometidas.

14 "Nuestro Campus está «abierto». Dimitió el Pre­sidente (tachado de liberal) y subió el Canciller, que es más duro. La semana pasada fue de protesta, más o menos violenta. La faculty  votó el cierre por una se­mana; pero el Canciller ignoró el voto. Llevamos 10 ó 12 días ocupados por la Guardia Nacional. La otra semana yo hice huelga; estábamos bajo constante bombardeo de gases lacrimógenos, de pimienta, etc., etc. Esta nueva semana está oficialmente dedicada a discutir la guerra (...). Los estudiantes tratan de evi­tar las confrontaciones con la policía y con los solda­dos que ocupan todos los rincones del Campus y de State Street (...). La situación interna del Departamento es muy desagradable (...). He decidido salir de esta nueva «Laguna». El año próximo nos vamos a La Jolla. Voy de «Visiting», con posibilidades de quedar­me (...); ¡No aguantaríamos aquí otro curso como este!" (14-V-1970).

Foto de portada: Dámaso Alonso, miembro de la Comisión encargada del Gobierno para la administración de la Biblioteca Menéndez Pidal, con los ilustres doctorandos de 1969 en el Massachusetts Institute of Technology, EE UU. (fila de atrás, empezando por la izquierda) Harry C. Salomón, Archibald MacLeish, Ellsworth "Dutchy" Barnard, Howard W. Johnson, Dámaso Alonso y G. Joseph Tauro. Fila delantera, por la izquierda, Walter Cronkite, Gobernador Francis W. Sargent, Presidente John W. Lederle, Senador Edward M. Kennedy, Lucy Wilson Benson y David Riesman.

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La Garduña Ilustrada

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