1. NON OMNIS MORIAR, 1969.
VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.
1. NON OMNIS MORIAR, 1969.
Ramón Menéndez Pidal murió pocos meses antes de que el 13 de Marzo de 1969 llegara a cumplir su 100° aniversario. Los proyectos de ofrecerle en homenaje para esa celebración un conjunto de publicaciones, en que se mezclaban las de su autoría con las surgidas al calor de proyectos suyos inacabados, quedaron en deseo incumplido. Pero la efeméride de su Centenario tuvo como resultado positivo y duradero que el "Seminario Menéndez Pidal" de la Universidad Complutense de Madrid pudiera sobrevivirle.
La prensa del día siguiente recogía, con despliegue gráfico1, la noticia:
"MADRID: CÁTEDRA «MENÉNDEZ PIDAL»
Rueda de Prensa ayer con el rector de la Universidad de Madrid, señor Botella Llusiá. Se trataba de anunciar la creación de la cátedra-seminario «Menéndez Pidal» en la Facultad de Filosofía y Letras. Objetivo de la cátedra: la investigación en el terreno filológico e historio-gráfico. No tendrá titular permanente y las lecciones serán desarrolladas por profesores nacionales y extranjeros. Se espera que la cátedra comience a funcionar a partir del próximo curso (Cifra)".
La Orden Ministerial firmada por el Ministro de Educación José Luis Villar Palasí el 13 de Marzo, por la que promovía el antiguo "Seminario" a la nueva categoría de "Cátedra-Seminario", aparte de sugerir posibilidades nuevas de desarrollo (ya que en tal nombre se reafirmaba la doble misión investigadora y educativa del organismo), parecía significar que la vida del pequeño centro de la Facultad de Filosofía y Letras no se iba a extinguir juntamente con la de su primer Director, a cuya sombra había nacido. De hecho, cuando días antes (el 5-III-1969) se había reunido el Patronato de Gobierno del "Seminario", bajo la presidencia del Rector, la situación del centro era bien precaria, ya que en 1968 y 1969 las consignaciones y subvenciones del Ministerio de Educación y Ciencia totalizaban 0,00 pts., por lo que el Patronato acordó, en aquella reunión, solicitar "la concesión de una subvención para atender a la labor investigadora del año 1969 y a las obligaciones contraídas el año anterior, en que no se recibió cantidad alguna" y, asimismo,
"que se pusiera fin a la situación provisional en que se encuentra el «Seminario» en orden a su régimen económico y que, a partir del Presupuesto General del Estado para el ejercicio económico de 1970 y siguientes, se consigne un crédito específico con carácter permanente para que el «Seminario» pueda contar anualmente con la cantidad precisa para atender al cumplimiento de sus fines".
En sintonía con este proceso de confirmación y cambio de nombre del centro, vio la luz un folleto in memoriam de Ramón Menéndez Pidal, en el cual, tras la reedición de dos "lecciones" o ensayos de Menéndez Pidal, se pasaba revista a la labor reciente del "Seminario". Formando parte del haber científico reseñado se citaba la publicación de tres nuevos volúmenes relativos al Romancero: Romances de tema odiseico I, Ed. a cargo de D. Catalán, con la colaboración de M. S. de Andrés, E Bustos, M. J. Canellada y J. Caso, "Romancero tradicional de las lenguas hispánicas" de R. Menéndez Pidal, vol. III, Madrid, 1969, y La flor de la marañuela. Romancero general de las Islas Canarias I: Romancero de Tenerife y II: Romanceros de La Palma, La Gomera, El Hierro, Gran Canaria, Fuerteventuray Lanzarote, Eds. por D. Catalán, con la colaboración de M. J. López de Vergara, M. Morales, M. V. Izquierdo, A. González y A. Valenciano, Madrid, 19692.
En la Introducción del volumen IIIº del Romancero tradicional, primero de los tres dedicados a los "romances referentes al tema folklórico universal que dio argumento a la Odisea, el de la llegada del esposo, a quien se daba por muerto, a tiempo de impedir la nueva boda de su cónyuge", se justificó el cambio que con él se inauguraba en la concepción del conjunto de la serie Romancero tradicional de las lenguas hispánicas, diciendo:
"Publicamos los textos de la colección Goyri-Menéndez Pidal sin acompañamiento de estudios. Creemos que, en las circunstancias actuales, se impone el separar, de una parte, la edición de materiales y, de otra, la publicación de estudios basados en ellos. Como principal responsable de la edición del Romancero tradicional, Diego Catalán tiene el propósito de buscar la ayuda y colaboración de otros estudiosos de los romances tradicionales para acelerar la tarea de hacer públicos los millares de versiones inéditas atesoradas en el archivo-biblioteca Menéndez Pidal y, al mismo tiempo, se propone invitar a otros colegas a enriquecer el Romancero tradicional con estudios personales de varia orientación" (pp. 6-7).
Por otra parte, al anticipar, con este volumen y con los cinco que le siguieron3, la publicación de romances de tema folklórico a los de tema histórico nacional, el "Seminario Menéndez Pidal" vino a poner en conocimiento de todo lector interesado la evidencia documental de unos hechos que los más destacados estudiosos contemporáneos del romancero impreso en el s. XVI (Antonio Rodríguez Moñino) y de los romances de pliego de cordel de los siglos XVIII y XIX (Julio Caro Baroja) se negaban a aceptar e incluso a comprender: la importancia de la transmisión oral de los romances durante los últimos cinco siglos, con independencia de la difusión escrita de los textos romancísticos lograda por la imprenta4, y, de resultas, las particulares características de los textos almacenados en las memorias de múltiples y distantes cantores o recitadores y trasmitidos de boca en oído, de generación en generación, en las diversas comunidades del amplio mundo hispánico. Ningún corpus más apropiado para estos propósitos que los constituidos por las versiones de los dos romances estudiados en su diversidad por Ramón Menéndez Pidal en 1920 y por Álvaro Galmés y por mí en 1950, La condesita (o La boda estorbada) y Gerineldo, cuya edición estaba preparando el "Seminario Menéndez Pidal" en seguimiento de la del volumen publicado en 1969 y que irían apareciendo sucesivamente como volúmenes IV a VIII del Romancero tradicional entre 1970 y 1976. Estos volúmenes pusieron en manos del curioso lector más de 600 versiones de La condesita y más de 900 versiones de Gerineldo. Cualquier estudioso del Romancero tuvo la posibilidad, a partir de entonces, de examinar con todo detalle lo que ningún trasmisor de esos romances o de otros podía ni saber ni sospechar: en qué consiste la variabilidad textual de un poema de tradición oral ampliamente difundido. Por otra parte, las versiones publicadas de estos romances vinieron a representar una advertencia para la erudición: siendo de dominio público y estando abiertos a consulta los riquísimos fondos inéditos del "Archivo Menéndez Pidal / Goyri del Romancero", un elemental rigor científico hace imprescindible su conocimiento, tanto si se aspira a estar bien informado sobre el conjunto del género, como si se pretende emitir juicios acerca de romances particulares.
En cuanto a la publicación del Romancero general de las Islas Canarias es preciso reconocer que rompía con un principio siempre defendido por Ramón Menéndez Pidal, el de que el "Romancero pan-hispánico" constituye un corpus baladístico unitario, que no debe considerarse fragmentariamente, sino en su totalidad. Pero la ruptura no se debió, en modo alguno, a razones de carácter teórico, sino de índole exclusivamente práctica: a la voluntad de salvar del olvido una rama de la tradición pan-hispánica casi enteramente desconocida reuniendo sus textos en el "Archivo Menéndez Pidal / Goyri del Romancero" y dándolos a conocer en forma impresa.
A ese mismo propósito se debió el que la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal entrara en estrecha colaboración con dos profesores americanos especializados en otra rama del "Romancero pan-hispánico", la judeo-española o sefardí: Joseph H. Silverman y Samuel G. Armistead, de cuyas investigaciones he hablado ya circunstancialmente. Enseguida volveremos sobre este tema.
Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)
NOTAS
1 En "Arriba", de donde tomo el texto de "Cifra", esa noticia iba al pie de una fotografía en que el Rector se dirige a los periodistas. Junto a Botella se hallan sentados el Subdirector en funciones de Director del "Seminario" (ya "Cátedra-Seminario") y el Director de Investigaciones, que continuaba en sus funciones (Rafael Lapesa y yo).
2 La intervención en la edición de nuevos colaboradores, después de que hicieran una primera labor las dos principales colectoras de los romances publicados (María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales), se explicó así en la Introducción: "Más tarde, por los años de 1963-1965, María Victoria Izquierdo participó en la elaboración de las notas históricas y Araceli González trabajó en la preparación de los textos para la imprenta. Por último, cuando el «Seminario Menéndez Pidal» dio acogida al proyecto, Ana Valenciano contribuyó, en 1967-1969, a la última revisión de los textos, a la preparación de los índices y a la corrección de las pruebas. Como mecanógrafas, trabajaron Hermógenes Alvarado, en La Laguna, y Paloma Montero de Cela, en Madrid".
3 A continuación del RTLH, III (1969), irían siendo publicados los siguientes volúmenes: R. Menéndez Pidal, Romances de tema odiseico, II y III. Ed. a cargo de D. Catalán, con la colaboración de M. S. de Andrés, F. Bustos, A. Valenciano y P. Montero, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1970 y 1971-72 (= RTLH, IV y V); Gerineldo. El paje y la infanta, I y II. Ed. a cargo de D. Catalán y J. A. Cid, con la colaboración de M. Pazmany y P. Montero, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1975 (= RTLH, VI y VII); Gerineldo. El paje y la infanta, III: ed. D. Catalán, dispuesto para la imprenta por R. Nelson, F. Romero, M. Pazmany, completado y corregido por J. A. Cid y A. Valenciano. Músicas a cargo de A. Carreira, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1976 (= RTLH, VIII).
4 A. Rodríguez Moñino, Construcción crítica y realidad histórica en la poesía española de los siglos XVI y XVII, Madrid: Castalia, 1968, había llegado a sentar como un hecho: "Conoce el pueblo la poesía, desde el siglo XVI a nuestra época, casi con exclusividad a través de los cuadernillos distribuidos sobre el territorio peninsular por los vendedores ambulantes, principalmente ciegos (...) La crítica ha desconocido (...) que sin esta permanente difusión sería imposible encontrar apoyo a la transmisión oral (...); sin él [el pliego de cordel vendido por los ciegos] no se puede comprender aquella sino como un milagro. Y los milagros en historia literaria no son firme base de apoyo en la cual sustentar teorías". Por su parte, J. Caro Baroja, Ensayo sobre literatura de cordel, Madrid: Revista de Occidente, 1968, pp. 433-434, había sentenciado con idéntica suficiencia: "Hay que distinguir entre épocas y épocas también, porque aquella facilidad con que en las sociedades antiguas se transmitían los romances, de generación en generación, sometiéndolos a unos procesos selectivos de gran valor estético ha cesado ya hace mucho (...); habría que precisar en qué relación está ese portentoso proceso de conservación de los romances tradicionales (...) con un orden de hechos que no giran en torno a la transmisión oral, ágrafa, sino alrededor de la transmisión escrita (...)". ¡Qué fácilmente y con qué autoridad pueden, a veces, pontificar los sabios especialistas desde la más admirable ignorancia de miles y miles de datos sobre los que de antemano han decidido no querer saber nada!
* "La flor de la marañuela".pdf Libro de 379 páginas, digitalizado por la ULPGC.
LÁMINAS
Una audaz iniciativa permitió que el "Seminario Menéndez Pidal" no desapareciera a la muerte de Ramón Menéndez Pidal: su conversión "en el papel" (pero, al fin y al cabo, oficial) en "Cátedra-Seminario" dentro de la Universidad de Madrid con ocasión del Centenario de Menéndez Pidal, 13-III-1969.
Rueda de prensa del Rector de la Universidad de Madrid anunciando la Cátedra (Botella Llusiá frente al micrófono; a su derecha Lapesa y Catalán).
Las primeras publicaciones de tema, romancístico de la "Cátedra-Seminario", aparecidas en 1969, fueron un nuevo volumen del Romancero tradicional de las lenguas hispánicas y un romancero "regional", de una sub-tradición sobre la que se tenían hasta entonces muy escasas noticias, la de las Islas Canarias.
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