9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966
9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.
Cuando, tras haber renunciado a mi posición de Profesor en la University of California, Berkeley, llegué nuevamente a España en Junio de 1966 con la obligación de realizar el trabajo de investigación para el cual había recibido la beca Guggenheim198, aparte de procurar complacer a Ramón Menéndez Pidal en su aspiración de reactivar la preparación de sus estudios sobre épica española199, volví a querer hacer compatibles esas "obligaciones" de diversa índole con la de aprovechar la relativa bonanza económica del "Seminario Menéndez Pidal" para que las obras que en él se hallaban en marcha llegaran a salir publicadas. Después de transcurrido casi un año de trabajo, el 24 de Abril de 1967, remití a Rafael Lapesa un informe acerca de la "situación" de las diferentes obras en curso del "Seminario". En ese informe, con referencia al Romancero Tradicional, le hacía saber cómo el volumen en proceso de edición se había enriquecido y se iba a enriquecer a última hora con nuevos textos sefardíes y catalanes y, a la vez, le manifestaba que, para la terminación del original representaba un grave problema el no poder contar con la colaboración regular de Francisco Bustos200:
"Aguirre hizo ya unas páginas de modelo y quedó decidida la forma de impresión en todos sus detalles. Espero pruebas de una primera entrega de original. A última hora nos han llegado las versiones que remiten Armistead y Silverman; las está copiando la mecanógrafa. Actualmente me dispongo a hacer un viaje a Barcelona, por cuenta del Seminario, para sacar de la institución Patxot-Rabell lo que pueda. Gracias a Aramón he conseguido una autorización especialísima y me dejan ir a consultarla personalmente. Por desgracia, los fondos llevados a Ginebra (los textos inéditos "en limpio" del Cançoner) no dejan verlos; así que tendré que bucear entre los originales, que no están ordenados por materias.
Paco Bustos desapareció definitivamente. Desde que se fue en las vacaciones de Navidad, apenas ha aparecido por aquí. Desde las de Pascua sólo un par de veces".
Los textos enviados "a última hora" por S. G. Armistead y J. H. Silverman no serían los últimos procedentes de la tradición judeo-española posterior a la Segunda Guerra Mundial que tuve oportunidad de incorporar al volumen, aunque sí los de mayor importancia201; en carta del 15 de Mayo de 1967, Isaac J. Lévy, desde la University of South Carolina, recordaría a Ramón Menéndez Pidal que, atendiendo a sus deseos, le había remitido un par de textos de su colección:
"El pasado ocho de marzo tuve el gusto de escribirle y de enviarle las dos versiones de la canción interesada por Vd. [el romance de La partida del esposo y la vuelta del hijo maldecido]. Así mismo, en correo aparte, le remití una cinta (magnética) grabada con la referida canción. No habiendo tenido noticias suyas, tengo el temor de que tanto la carta como la cinta se hayan extraviado por un error en la dirección"
Como el 3 de Junio le explicaría yo a Lévy, sus "interesantes aportaciones" textuales se hallaban ya, para entonces, incorporadas al original que se había entregado a la imprenta202.
El éxito parcial de las gestiones realizadas, con la ayuda de Ramón Aramón i Serra, para que Núria Carreras-Patxot (entonces Nuria Delétra, por su matrimonio) autorizara la consulta de los originales de versiones catalanas coleccionadas en el s. XIX por Marià Aguiló que se hallaban en Barcelona en dependencias de la Institució Patxot-Rabell203, hizo posible que disfrutara de un par de días de apresurado trabajo entre esos preciosos fondos. En mi solicitud de consulta había aspirado a tener acceso al conjunto de los materiales de la "Obra del Cançoner"; pero no todos los fondos se hallaban en Barcelona204. En cuanto a los temas, hice de antemano una detallada explicación de lo entonces necesitado:
"El interés que tengo es doble. Por una parte, estoy preparando un volumen de «materiales» del Romancero en que pretendo ofrecer a los estudiosos de la poesía popular todos los textos asequibles acerca del tema de la boda estorbada por el regreso del cónyuge que creía desaparecido, en las cuatro lenguas hispánicas: portugués, castellano, catalán y judeo-español. Dispongo en la actualidad de unas 650 versiones y aún espero incorporar 20 versiones más de los sefardíes residentes en los Estados Unidos (que me han ofrecido recientemente los profesores Armistead y Silverman). De Cataluña poseo varias versiones, claro está, pero me satisfaría grandemente poder completar el panorama con otros textos catalanes de estos romances, a fin de que las comarcas de habla catalana no parezcan más pobres en variantes que las regiones de habla castellana.
Al mismo tiempo, estoy haciendo un estudio del tema de El Enamorado y la Muerte. Además de los textos trovadorescos conexionados con el romance moderno, manejo versiones de los judíos sefardíes de Oriente y del N.O. de España; también conozco varias versiones catalanas, pero me consta que, entre los materiales del Cançoner, se hallaban otras versiones inéditas que me interesaría mucho poder estudiar"205.
Gracias a la inestimable cooperación de Joan Soler i Riber, administrador de la "Institució" en Barcelona, pude traerme, para su incorporación al "Archivo del Romancero", reproducciones fotográficas, no sólo de los textos que habrían de publicarse en los próximos volúmenes del Romancero tradicional, y del tema de El Enamorado y la Muerte, sino de otros romances en que por entonces estaba yo especialmente interesado. En total: de La vuelta del navegante, La Condesita, Gerineldo, El moro que reta a Valencia, El Enamorado y la Muerte, La enamorada de un muerto, La canción del huérfano, Hero y Leandro, Rosaflorida, Prisión del rey de Francia.
El intento de ofrecer a la erudición la colección documental más completa posible del tema romancístico objeto de los nuevos volúmenes del Romancero tradicional también dio lugar, durante los meses de mi estancia en Madrid, a que recabara versiones de otras áreas de la tradición más accesibles. Así, respecto a Andalucía, escribí a Manuel Alvar:
"Amigo Alvar.
En tu artículo «El Romance de Gerineldo entre los sefarditas marroquíes», Bol[etín de la] Universidad] de Gr[anada], 91, nota 16, adviertes que posees versiones del romance Gerineldo + Conde Sol, de VERA, PADUL, CÚLLAR BAZA, PINOS PUENTE, HUÉSCAR, GRANADA, MOJÁCAR, LOS GALLARDOS, LA RODA Y MORICHENO. ¿Las has publicado? / Estamos terminando para la imprenta un volumen de textos que comprende los romances del ciclo de la boda estorbada. Está casi acabado. Como se trata de un volumen «documental», en que se ofrecen los textos para uso de quien los quiera estudiar, nos gustaría, si es posible, recoger toda la documentación disponible. Si guardas inéditas esas versiones ¿tendrías inconveniente en remitirnos una copia para su inclusión en el volumen en cuestión? Naturalmente cada versión lleva en cabeza las precisiones siguientes: lugar de recolección; sujeto cantor (con su edad aproximada), si consta; colector y fecha de recolección. Editamos la melodía, cuando el colector la transcribió. Si las hubieses publicado o estuviesen en vías de publicación, incluiríamos la referencia a la edición" (13 de Noviembre de 1966)206
Aunque en el arriba citado informe dirigido a Rafael Lapesa no se hace mención del Romancero general canario, durante mi estancia en Madrid tuve ocasión de darle nuevo impulso207 con la colaboración de Ana Valenciano López de Andújar, como correctora de textos, y de Paloma Montero, como mecanógrafa, ambas recientemente incorporadas al "Seminario Menéndez Pidal"208. Pero, antes de intentar concluir la obra, fue preciso esperar a obtener los originales de las versiones de Mercedes Morales, ya que esta antigua colectora y colaboradora en la preparación del Romancero General Canario había emigrado a Venezuela a una apartada localidad, donde sus iniciales planes de seguir elaborando su proyectada tesis doctoral sobre la tradición romancística canaria quedaron en abandono209. Yo había perdido traza de ella. Pero, a través de su familia, logré localizarla210. En Abril de 1966 tuve, al fin, noticias de ella y de su colección:
"Siento de veras [me escribió desde Caracas] que sus deseos de comunicar conmigo hayan fracasado hasta ahora (...). Tengo que confesarle que sentí cierta decepción al creer que nuestro interés, cariño y esfuerzo puestos en el Romancero no iban a obtener su recompensa (...).
Mis romances están en casa de mis padres en la Cruz Santa [Tenerife] . Tuve intención de traerlos conmigo el año pasado [con ocasión de un viaje de visita a su tierra natal], pero algo intuitivo me hizo desistir (...). Escribiré hoy a mi hermana para que los envíe ahí. Su carta tiene fecha Febrero 6. La recibí antes de ayer y estamos a 12 de Abril. Lamentaría muchísimo que no llegaran a tiempo para la impresión (...)".
Afortunadamente, los originales de la colección de Mercedes Morales "llegaron a tiempo" y pudieron ser utilizados en el vol. I de la Flor de la marañuela.
Otra actividad editorial que en este año de estancia en Madrid llegué a poner en marcha fue un proyecto con "Espasa Calpe" de un conjunto de obras de Ramón Menéndez Pidal destinadas a aparecer en su "Centenario"211. De entre esas obras, la 3ª edición de La leyenda de los Infantes de Lara tenía especial interés para el Romancero, ya que se decidió incluir en ella una "Tercera Parte" con "Adiciones" a los distintos capítulos, y el cap. III de la obra primitiva estaba dedicado a los romances del ciclo. Aproveché mi residencia en Chamartín junto a Ramón Menéndez Pidal para, en sus horas de mayor actividad intelectual dentro del día, entretenerle con la lectura de las adiciones que iba redactando y sometiendo a su crítica. Otro de los volúmenes proyectados fue el de Estudios sobre el Romancero, con lo más granado de los artículos de Ramón Menéndez Pidal relativos al tema.
Durante aquel año académico 1966-1967, pasado íntegramente en España gracias al apoyo de la John Simón Guggenheim Foundation y de la Graduate School de la University of Wisconsin, pude, asimismo, dar forma a dos libros misceláneos de estudios romancísticos, que al tiempo de su publicación en la "Biblioteca Románica" de la Editorial Gredos, recibieron los títulos Siete siglos de Romancero (1969) y Por campos del Romancero (1970). Aunque esos dos volúmenes recogían temas tratados previamente por mí en publicaciones anteriores, los diversos capítulos en que se articularon contienen mucha nueva información, entre ella la recogida durante mi viaje a Barcelona en la Institució Patxot y en el Archivo de la Corona de Aragón. También fue en ellos nueva la redacción de los estudios.
Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)
NOTAS
198 La edición crítica de la Gran Crónica de Alfonso XI, por mí descubierta.
199 Sobre los intentos de Menéndez Pidal de contribuir, después de padecer la trombosis, a la edición actualizada de La leyenda de los Infantes de Lara que venía preparando y a la corrección del original de su Historia de la épica, véase mi introducción a R. Menéndez Pidal, La épica medieval española, I, Madrid: Espasa Calpe, 1992, pp. 37-38.
200 La temporal "huida" del "Seminario" de Francisco Bustos tuvo como explicación el disgusto que le causó la votación de unas oposiciones en que su hermano Eugenio salió como Catedrático de Barcelona y no de Madrid. La fórmula en que en las votaciones se expresó mi disentimiento respecto a la decisión mayoritaria de los otros cuatro jueces, que fueron quienes distribuyeron las cátedras disponibles, fue, en un principio, malentendida por Francisco Bustos, el cual decidió no colaborar conmigo y, finalmente, incluso cesar voluntariamente como becario en el "Seminario" en Mayo de 1967.
201 En el Romancero tradicional III (1969) se publicaron de la colección Armistead-Silverman-Katz 26 versiones: III.28 y III.29, III.36 y III.37, III.44 a III.55, III.58, III.66 y III.67, III.70 a III.75, III.78.
202 En mi carta justificaba el que fuera yo quien le respondía, en lugar de Ramón Menéndez Pidal: "La lenta recuperación que había experimentado después de la trombosis padecida hace dos años, y que le permitía participar indirectamente en la publicación del volumen III del Romancero Tradicional, se ha visto (...) interrumpida, al menos temporalmente". Las versiones remitidas por Lévy son las III.56 y III.57 del Romancero tradicional, 7/7(1969).
203 En carta del 31-I-1967, dirigida al administrador de la Institució, J. Soler, antes de poder acceder a los fondos, aludo a cómo conseguí el acceso: "Durante mi última estancia en Barcelona, mi buen amigo R. Aramón i Serra me hizo saber que había tratado con Vds. acerca del deseo que yo había manifestado de utilizar ciertas versiones inéditas de romances catalanes reunidas para el Cançoner, y me dio cuenta de la amable acogida que Vds. habían dispensado a su petición".
204 En carta a J. Soler, desde Genève, 27-II-1967, Nuria Carreras-Patxot dictaminó entonces: "Cançoner: a) el que no està en Barcelona és inconsultable. (Més tard hi haurà probablement una possibilitat, pero no en està actualment); b) el que hi ha à Barcelona es consultable per el Senyor del qual ens parla (fem comfiança a les informacions que Vtè ens dona), a una condició: que en el seu treball no el mencioni en les seves referències altrement que com «source privée» (no sé l’expressió adecuada catalana), sense cap altre explicació". Soler me transmitió el contenido de esta carta el 13-III-1967, ofreciéndose a recibirme cuando volviera por Barcelona. Cumplí las instrucciones en el RTLH, vol. III, donde en la n. 1 de la p. 9 sólo hice constar: "A la colección de Menéndez Pidal hemos podido sumar, a última hora, algunas versiones inéditas: S. G. Armistead y S. [sic] Silverman nos remitieron las versiones judeo-españolas de su espléndida colección, y los señores Aramón i Serra y Soler facilitaron a D. Catalán la consulta de las versiones catalanas de la colección de M. Aguiló. A unos y otros damos aquí especiales gracias". En publicaciones posteriores sería más explícito respecto a la locación de los materiales de M. Aguiló.
205 Carta a J. Soler, 31-I-1967. Seguidamente decía en ella: "Le adjunto unas listas con las versiones catalanas que conozco y con las versiones de cuya existencia tengo noticia, pero que no he conseguido ver".
206 Después de mucho tiempo, el 23-VIII-1969, Alvar, desde Málaga, aludía aún al envío de sus romances: "Ayer me dio Quilis tu carta. No la he contestado inmediatamente porque ya ves el retraso con que me llegó (...). Regresaré a Madrid a mitad de setiembre. Buscaré los romances que te interesan y, si los encuentro, te los mandaré". Las versiones que, finalmente, me remitió Manuel Alvar fueron publicadas en el vol. V del Romancero tradicional, nos VII. 62, 63, 64, 69, 70, 79, 80, 83, 85. En mi carta a Alvar no quise ocultarle que iba a expresar abiertamente mi disentimiento crítico en relación con un libro suyo: "Va a salir un largo artículo-reseña mío de tu [El español hablado en] Tenerife en la ZfrPh. Me pidió Baldinger que lo hiciera, cuando estaba en Alemania; primero pensé que era tontería el aceptar, pues te iba a parecer mal; luego cambié de opinión, al saber que te habían sentado mal mis notas al artículo que hice para el congreso aquel del español futuro: Como no quiero que parezca que «te muerdo los zancajos», concebí la reseña en forma de ataque frontal al método. Pensé que debía expresar claramente mi disentimiento".
207 Ya desde Berkeley me había preocupado de resucitar el proyecto procurando noticias de la becaria desaparecida. El 16-I-1966, gracias a A. Cioranescu, me enteré de sus señas: "La Sra. Araceli González de Yarza (acabo de enterarme de que se ha casado en Madrid, a fines de diciembre) vive en Avenida de San Luis 5, Madrid 16"; y el 6-III-1966 me informé, a través de Jimena Menéndez Pidal: "Madre! ¿dejó la chica canaria en un cajón los originales y copias a máquina del Romancero canario? No he logrado saber de ese trabajo. Mira a ver si lo encuentras. Quieren publicarlo".
208 Inicialmente habían realizado esas tareas en el campo de la historiografía, ayudándome a preparar el original de la edición de las crónicas de Alfonso XI (proyecto por el cual había recibido la beca Guggenheim). Se incorporaron al "Seminario", respectivamente, en Noviembre y en Diciembre de 1966.
209 Años atrás, el 30-I-56, me había expuesto, desde Táriba, San Cristóbal, en Los Andes, sus dificultades para entrar en relación con Olivares Figueroa y conocer de cerca las actividades que se realizaban en Caracas en torno al romancero.
210 El contacto con Mercedes Morales se obtuvo a través de una hermana y de un hermano de ella, a quienes se escribió desde el "Seminario": "Muy en breve comenzará la impresión del Romancero General Canario preparado por D. Catalán. Se incluyen en él todas las colecciones hasta ahora reunidas, tanto antiguas (...), como modernas (...). Sería lamentable que la importante colección de su hermana Mercedes, después de haber sido reseñada en el Romancerillo Canario, quedara excluida del Romancero General Canario (...)".
211 El 4-II-1967 ya Mariano Gilaberte, subdirector de Espasa Calpe, me escribía sobre las diversas obras proyectadas.
LÁMINAS
Tranvía por la Glorieta Marqués de Vadillo, Madrid, año 1966. Foto de autor desconocido.
Original de una versión del romance de La condesita recogida por Marià Aguiló en Sant Geni d’Horta (Barcelona), obtenida para el Archivo en 1967.
Fragmento del borrador de la versión elaborada por M. Águila, combinando varias orales e incrementando el texto con adiciones y correcciones de corte romántico, que publicó en su Romancer popular de la Terra Catalana. Cançons feudals cavalleresques (1893).
Mercedes Morales, emigrada a Venezuela, me hizo llegar los originales de versiones por ella recogidas en Tenerife para su inclusión en la Flor de la Marañuela.
Versión de Grifos Lombardo recogida en La Cruz Santa en el curso académico 1952-53.
Diseño gráfico:
La Garduña Ilustrada
0 comentarios