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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA "FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL" Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      La sostenida actividad desarrollada, en conexión con el proyecto Description, editing and analysis ofthe Pan-hispanic Romancero (DEAPHR), acerca del Ro­mancero durante los años 1977-1988, tanto en la exploración de la tradición oral como en la edición y análisis de textos de procedencia oral, oculta una nueva crisis en las bases institucio­nales en que esa actividad se apoyaba, de la que es preciso dar cuenta, ya que acabó por afectar a los propios archivos romancísticos existentes en la que fue casa de Ramón Menéndez Pidal:

    "En la etapa siguiente del «Seminario Menéndez Pidal», ya como «Instituto Universitario» —escribí yo en 1989, haciendo historia265— se rompe, en cierto modo, el equilibrio con­seguido en los años 70. Por una parte, la ayuda extra-mural fluye ininterrumpidamente, de tal modo que el proyecto de investigación al que el Instituto Universitario dedica mayor aten­ción, el DEAPHR, consigue, en los años 1978-1988, una financiación exterior (a la Univer­sidad Complutense y a la University of California, San Diego, que en él cooperan) superior al millón de dólares (632.427 dólares del «National Endowment for the Humanities» y 401.325 dólares de otras instituciones públicas y privadas, españolas, americanas, portugue­sas, argentinas y canadienses). En cambio, la estructura del Instituto Universitario se resien­te, como consecuencia de la disminución progresiva de las partidas incluidas en el presu­puesto de la Universidad Complutense de Madrid destinadas al mantenimiento del centro (cuatro millones de pesetas en 1983, 1.800.000 pesetas en 1984 y, a partir de 1985, tan solo un millón o poco más de pesetas) y de la pérdida de su personal investigador propio, debido a la aplicación de la L[ey de] R[eforma] Universitaria]" (p. 16).

      La disminución de los recursos económicos que venía proporcionando la Universidad Complutense de Madrid no constituyó un grave problema para el mantenimiento de las activi­dades, dada la ayuda del NEH. Más grave fue la amenaza representada por la necesidad de tra­bajar en una multiplicidad de sub-proyectos en que el DEAPHR había degenerado ante la pre­sión de los diversos organismos que apoyaban la realización de particulares objetivos dentro del mismo. Consciente de que "no es posible seguir avanzando en todos los frentes al tiempo y no concluir nada", intenté en el curso 1984-1985 "establecer prioridades", "programar las activida­des en el tiempo" y "repartir responsabilidades" entre los 17 miembros asalariados del equipo266, haciendo que todos fueran "colaboradores en la actividad de planificar los trabajos pendientes" y no meros realizadores de tareas asignadas por mí en consonancia con los cinco becarios del grupo "nuclear". Desde California, me dirigí a todos, reconociendo la situación crítica en que el Centro se hallaba:

    "Os escribo para organizar una nueva etapa del S[eminario] M[enéndez] P[idal]. Como habréis podido «sentir», el SMP está en crisis. Y no es la crisis habitual, la de siem­pre, sino una crisis que pudiera llevar al SMP a la tumba. No sabemos cómo hacer frente a la creciente presión administrativa y a las obligaciones de producir una serie de «objetos» intelec­tuales dentro de unos plazos. El problema ha nacido del obligado crecimiento del «centro» y de la presión ejercida por el N[ational] E[ndowment for the] H[umanities] para que aumentemos nuestros recursos buscando dinero por otras partes... La doble presión, la española y la ameri­cana, nos ha llevado a intentar hacer en cada hora múltiples cosas... y no damos abasto",

y, para hacer frente al problema, traté, por medio de aquel escrito, de establecer un programa preciso de actividades, responsabilidades individuales o de grupo y unos plazos para el cumpli­miento de cada objetivo, haciendo consciente a cada persona o grupo de su parte en el plan.

      A esta crisis debida al "crecimiento" excesivo de las actividades programadas se sumaría pron­to la suscitada por la reforma universitaria arriba mencionada: la desaparición del personal "pro­pio" del "Seminario Menéndez Pidal" al tener que integrarse sus tres colaboradores-becarios per­manentes en la estructura departamental de la Universidad Complutense (1986)267.
 
     La "decadencia" del "Seminario Menéndez Pidal" como un organismo de investigación efec­tivo, junto con mi progresiva pérdida de contacto, en la University of California, San Diego, con el "Center for Iberian and Latin American Studies" (cuya dirección había abandonado en 1981), me animaron a volver a dar prioridad en mis planes personales de investigación y do­cencia de postgrado a un campo de interés, la Historiografía medieval en España y Portugal, que me había visto forzado a dejar de cultivar ante la demanda de atención preferente hacia el Romancero que desde 1978 me había impuesto el desarrollo del proyecto del "National Endowment for the Humanities" en la forma "reducida" que esta agencia del Gobierno de Estados Unidos había accedido a subvencionar268. Mi reincorporación, en Enero de 1982, a la do­cencia en la Universidad española, como Catedrático de Filología Española en la Universidad Autónoma de Madrid, me llevó a crear un pequeño grupo investigador interesado en esa área y a reanudar las investigaciones relativas a ella269. Este nuevo foco de mi actividad docente-investigadora vino a contribuir, junto a la dispersión profesional de los colaboradores del DEAPHR, a poner fin a la primera etapa en el funcionamiento del "Instituto Universitario Seminario Me­néndez Pidal".

      Otro factor en la evolución de las actividades de investigación surgidas alrededor de los ar­chivos romancísticos aún tuvo mayor peso que los que acabo de citar. En 1982 parecía inevitable que la que había sido casa y lugar de trabajo de Ramón Menéndez Pidal (y también del "Se­minario" que llevaba su nombre) cayera víctima del "desarrollismo" urbano270, cuyos efectos en el entorno del antiguo "olivar" del municipio de Chamartín ya percibía el periodista del "In­ternational Herald Tribune" que en 1974 se asombró de la vida tan particular que halló en aque­lla histórica casa271. Para que esa casa sobreviviera y no se levantara en su lugar una urbanización de lujo más272, fue preciso que Jimena Menéndez Pidal recurriera a la mediación de Federico Mayor Zaragoza y que éste negociara con la "Fundación Ramón Areces" la adquisición por esa fundación del solar y la subsiguiente habilitación del inmueble de la antigua "Cuesta del Zarzal 23" (ahora calle de Menéndez Pidal 5) como un Centro destinado a "asegurar la continuidad de las investigaciones filológicas e históricas del eminente sabio Don Ramón Menéndez Pidal, así como para conservar su recuerdo en la casa que fue su vivienda y lugar de trabajo"273. En apo­yo de aquella negociación, Rafael Lapesa escribió a Ramón Areces, el 30 de Junio de 1983 una carta que creo de interés reproducir íntegramente, pese a su extensión, ya que en ella sumó desde una posición de observador privilegiada, lo que aquel Centro podía significar, a la larga, para la cultura nacional:

    "Muy distinguido señor mío:
    Ha llegado a mi noticia que esa Fundación está considerando hacerse cargo de la casa que fue de don Ramón Menéndez Pidal, en Chamartín, para establecer en ella un centro de es­tudio e investigación. Muy grande ha sido mi alegría al saberlo, pues veo la posibilidad de que la biblioteca y materiales que mi maestro reunió durante su larga y ejemplar vida se aprovechen de manera eficaz, no sólo complementando y ampliando su obra, sino prestan­do un servicio inigualable a las letras españolas. Por eso me permito dirigirme a V. a título de viejo discípulo de don Ramón, no sólo en sus clases y en el Centro de Estudios Históri­cos, sino también en la casa de Chamartín, donde trabajé algunos años de mi juventud; a tí­tulo asimismo de sucesor suyo en la dirección de la Cátedra-Seminario "Menéndez Pidal" (lo fui hasta después de jubilarme), instituida en la Universidad Complutense; y finalmente como albacea de don Ramón y miembro de la comisión nombrada por él para cuidar de su biblioteca.
    La "Biblioteca Menéndez Pidal" es de gran valor como instrumento de trabajo: no abun­da en libros antiguos ni en rarezas de bibliófilo, pero es insustituible para el investigador por­que sus fondos contienen casi toda la producción científica europea y norteamericana del si­glo XIX y primer cuarto del XX en los campos de la filología románica e hispánica, de la poesía tradicional y de la historiografía medieval española. En este sentido aventaja mucho a la Biblioteca Nacional de Madrid y a las de la Real Academia Española, la Universidad Com­plutense y las del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Cuenta, para sostenerse, con un tercio de los derechos de autor de don Ramón, conforme a una cláusula de su testa­mento. Esta asignación ha permitido catalogar buena parte de sus existencias y acumular más de tres millones de pesetas, que podrían destinarse a terminar la catalogación y poner al día las revistas.
    En la casa de Chamartín se encuentra además el archivo científico de Menéndez Pidal, que contiene en primer lugar una fabulosa colección de romances recogidos no sólo de ma­nuscritos y de libros y pliegos sueltos impresos de los siglos XV al XX, sino de la tradición oral de toda la Península, de la España insular, de la tradición sefardí y de la hispanoame­ricana: son millares y millares de versiones, muchas de ellas con la música correspondien­te. La Cátedra-Seminario «Menéndez Pidal» lleva publicados veinticinco volúmenes de tex­tos y de estudios relacionados con este asombroso caudal, que puede suministrar materia para cuarenta o cincuenta más. Aparte de esto hay en el archivo textos publicables de cró­nicas medievales inéditas; originales, igualmente inéditos, de don Ramón, pertenecientes a una Historia de la epopeya española y a otra, no acabada, de nuestra lengua; y ficheros nu­tridísimos para los capítulos de ésta que no llegó a redactar y para una proyectada Sintaxis histórica.
    Existe un organismo consagrado a la elaboración, publicación y estudio de esta inmensa herencia. Lo he mencionado ya: lo creó en 1954 el Ministerio de Educación Nacional, que lo adscribió a la Universidad hoy Complutense con el título de «Seminario Menéndez Pidal»; después pasó a ser «Cátedra-Seminario» y por último «Instituto Universitario». El propósito que inspiró el decreto fundacional fue asegurar la publicación de los materiales reunidos por el maestro, cuya edad —85 años— no permitía esperar que él mismo pudiera darlos a la im­prenta; y asegurar también la continuidad de su magisterio sobre la juventud investigadora. Aunque las subvenciones estatales fueron siempre escasas, con interrupciones y con graves cortapisas administrativas para su empleo, la labor de este organismo ha dado como fruto, amén de los veinticinco volúmenes dedicados al Romancero, seis de crónicas medievales, tres de Trabajos sobre el dominio lingüístico leonés, dos de una Crestomatía del español medieval, etc., etc. Las actividades del Instituto incluyen cursos para la formación de jóvenes investigadores españoles y extranjeros, nuevas recolecciones de romances en zonas poco exploradas, congre­sos internacionales, etc., etc. Alma de todo ello ha sido y es su eficaz y entusiasta Director ac­tual, Prof. Dr. Diego Catalán Menéndez-Pidal, Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y vinculado también a la Universidad de California; la cooperación de ésta ha sido y sigue siendo muy importante.
    Perdón por tan larga misiva. Me ha movido a escribirla el testamento de mi maestro, que en una de sus disposiciones recomienda a sus hijos «que para mayor utilidad de dicha Bi-blioteca procuren organizar a base de ella un centro de trabajo, abierto a un público más o menos restringido.
    Gracias por su atención. Le saluda atentamente
    Rafael Lapesa
    Catedrático Jubilado de la Universidad] Complutense.
    Académico de la Española".

      Concluidas las negociaciones entre las partes interesadas y acordados los términos del traspa­so de la propiedad de la que fue casa de Ramón Menéndez Pidal, la prensa del 13 de Mayo de 1984 (diario "El País"274) dio por extenso la noticia, bajo el titular "La Fundación Areces con­serva la casa de Menéndez Pidal como centro de investigación" y con la siguiente cabecera:

    "La Fundación Ramón Areces formalizó el pasado miércoles la compra por 55 millones de pesetas, de la finca y la casa en que vivió Ramón Menéndez Pidal, en el olivar de Chamartín, en Madrid, para alojar a la fundación que lleva el nombre del ilustre filólogo, literato e his­toriador. El objetivo de esta operación es que se conserve la casa como centro de investigación para la consulta de la biblioteca allí existente, compuesta por unos 20.000 volúmenes, y de los archivos dejados por Menéndez Pidal, cuyo estudio ha permitido la publicación de más de una treintena de obras en los últimos 15 años".

      De conformidad con lo dicho en esta noticia de prensa, en meses anteriores y con el fin de facilitar ese proceso, había sido creada (8 de Noviembre de 1983) la "Fundación Ramón Me­néndez Pidal"275, que quedó como propietaria de la que fue biblioteca de Ramón Menéndez Pi­dal, y, seguidamente, la "Fundación Ramón Areces", en su condición de nueva propietaria del solar, subscribió con esa naciente fundación un acuerdo (9 de Mayo de 1984) por el cual le con­cedió, "a título de gracia", "la ocupación y uso del inmueble de su propiedad sito en la calle de Menéndez Pidal, número cinco de esta Capital (...) para el desarrollo de sus actividades"276.

      Una vez concluidas por la "Fundación Areces" las obras de restauración necesarias, el 11 de Noviembre de 1985, un solemne acto hizo pública la inauguración de la nueva serie de la Fun­dación Ramón Menéndez Pidal. La prensa recogió, en muy variados reportajes, ese acto, así como los objetivos que perseguían la Fundación Ramón Areces, la Fundación Ramón Menén­dez Pidal y Jimena Menéndez Pidal con la restauración y acondicionamiento de aquella casa277, que ahora se destinaba a

    "el desarrollo de los estudios históricos y filológicos y de la investigación humanística, en rela­ción con las ciencias sociales, según el magisterio y el espíritu de Ramón Menéndez Pidal, con­tribuyendo a la formación de especialistas y colaborando con institutos de investigación de Es­paña y el extranjero, en particular con el Instituto Interfacultativo Seminario Menéndez Pidal278".

      El acto fue presidido por la Reina Sofía, acompañada del Ministro de Cultura, Javier Solana, del Ex-Ministro de Educación Federico Mayor Zaragoza, del Director de la Real Academia Española, Pedro Laín Entralgo, y de otras autoridades y personalidades que fueron recibidos por Jimena Me­néndez Pidal, Ramón Areces y Rafael Lapesa. Don Rafael, en su condición de Presidente de la Fun­dación cuya sede se inauguraba, saludó a la reina explicándole el interés de aquella efeméride:

     "En esta ocasión, Señora, habéis querido honrar con vuestra gentil presencia la morada en que vivió y trabajó durante medio siglo una de las máximas figuras que ha tenido España en el cultivo de las ciencias humanas. Don Ramón Menéndez Pidal buscó en esta casa, apartada entonces del bullicio ciudadano, un ambiente donde la vida familiar y el estudio se asociaran indisolublemente. Rodeada de un sencillo jardín donde los olivos de la paz tienen a su lado las jaras y romeros de la flora serrana, esta casa fue vivienda, biblioteca y —como habéis oído a Jimena—, taller familiar (...). Toda la casa conserva la presencia espiritual de aquel claro va­rón que fundó la escuela filológica española y la puso al nivel de la mejor europea; que des­cubrió a España la tradición épica, hasta entonces borrosa o ignorada, alentadora de las gran­des realizaciones históricas hispanas que con su interpretación del pasado español nos llevó a meditar lo que en éste hay de excelente y lo que es preciso repudiar. Pero en esta casa no ha­bitan sólo los recuerdos: en ella se mueve la actividad interna y fructífera de un experimenta­do grupo de investigadores que continúan las tareas emprendidas por el maestro (...). A pe­sar de todo, la continuidad de las tareas y el mantenimiento de la casa misma han corrido grave peligro. A fin de evitarlo, se constituyó en noviembre de 1983 la «Fundación Ramón Menéndez Pidal», que inmediatamente se puso en tratos con la «Fundación Ramón Areces»; y ésta, tras adquirir la propiedad de la finca, concedió a título de gracia su ocupación y uso a la «Fundación Menéndez Pidal» para «asegurar —según reza el convenio— la continuidad de las investigaciones filológicas e históricas del eminente sabio», «así como para conservar su recuerdo en la casa que fue su vivienda y lugar de trabajo» (...)".

      Varios de los reporteros que reseñaron el acto se interesaron, en especial, por los archivos romancísticos. M. J. Hernando, en "Época" (25-XI-1985), llegó a titular su crónica "La Reina inauguró la sede de la Fundación «Menéndez Pidal». CASA PARA ROMANCES DE SIEMPRE" y en ella comentó, en prosa un tanto deslabazada:

    "El lunes 11 de noviembre, la Reina ha inaugurado en esa casa del Olivar de Chamartín —«las cuarenta fanegas»— la sede de la Fundación. Jimena, la hija de don Ramón y de doña María Goyri, 85 años de (...) agilidad, ha mostrado a doña Sofía cómo este domicilio fami­liar (...) se ha convertido en un activo centro de investigación (...): «Trabaja mucha gente aquí. Y era lo que mi padre quería (...), no quería que se quedase como un museo (...). Siempre me decía que no seas tú la, guardadora de un muerto recordando el romance de «una dama que a su amado (...) muerto (...) le peina, le lava como si estuviera vivo (...)». Más de cuarenta in­vestigadores buceando por toda España en busca de nuevos romances (...) constituyen un nú­cleo de trabajo vivo (...). Este equipo ha cogido el mundo cibernético y ha encontrado en los  ordenadores una ayuda impensable en los tiempos de don Ramón (...). El Seminario Me­néndez Pidal (...) lleva ya publicados 59 volúmenes y ha reunido un archivo sonoro del romancero con unas diez mil versiones recogidas de la tradición oral en el curso de 14 encues­tas de campo"279.

      La perspectiva de que el "Archivo Menéndez Pidal" y la "Biblioteca Menéndez Pidal" pudie­ran seguir constituyendo una base de apoyo conjunta para trabajos de investigación, me llevó en­tonces a optar por mantener en depósito en ese nuevo centro los materiales de trabajo que me había encomendado testamentariamente Ramón Menéndez Pidal y, junto a ellos, los por mí reu­nidos. Por otra parte, la permanencia de Jimena Menéndez Pidal de por vida en esa casa (con­cedida por la "Fundación Ramón Areces" al adquirir el solar), así como los propios fines de la "Fundación Ramón Menéndez Pidal" recogidos en sus estatutos (reformados el 2 de Agosto de 1984) garantizaron en los años 1985 a 1990 la accesibilidad de los fondos archivístico-bibliotecarios concentrados en Menéndez Pidal 5 a los investigadores conexionados con el "Instituto Universitario Seminario Menéndez Pidal". No obstante, durante bastantes años (1985-1994) la "Fundación Ramón Menéndez Pidal" y la "Fundación Ramón Areces" consideraron las activida­des del "Seminario" relativas al Romancero pan-hispánico labor ajena por completo a sus planes conjuntos de promocionar la memoria y la obra inédita de Ramón Menéndez Pidal280.

      La confluencia de todos los condicionantes que he venido detallando, junto con razones de índole personal, determinaron que, al concluir la extensión para 1986-1988 del grant del "Na­tional Endowment for the Humanities", me decidiera a dar por acabado el proyecto "Descrip-tion, editing and analysis of the Pan-hispanic Romancero" y a no solicitar nuevas ayudas, y a que, poco después (verano de 1988), pusiera definitivamente fin a mi práctica docente en la University of California, San Diego, cerrando así la posibilidad de continuar la "conexión ame­ricana" del "Seminario Menéndez Pidal" y, con ella, los proyectos que me habían ocupado la mayor parte del tiempo disponible para la investigación en el transcurso de la última década. Consideré por entonces intelectualmente sano iniciar una nueva etapa, no sólo en mis investi­gaciones personales, sino también del "Instituto Universitario" que dirigía.

     Con el propósito de dar cuenta de lo realizado durante esa larga etapa que ahora se cerraba (1971-1988), cuyas más extendidas realizaciones se desarrollaron en la etapa presidida por el  proyecto DEAPHR (1978-1988), los miembros permanentes del equipo investigador de este proyecto (Catalán, Cid, Mariscal, Petersen, Salazar y Valenciano), antes de dispersarnos, elabo­ramos una "memoria", que, además de ser remitida al NEH, presentamos ante el "Tercer Colo­quio Internacional sobre el Romancero y formas poéticas tradicionales", convocado por "El Co­legio de México" y celebrado (16-18 de Diciembre de 1982) en la Universidad Autónoma de Madrid con la colaboración del "Seminario Menéndez Pidal", coloquio que vino a constituir el broche de cierre de este prolongado esfuerzo por organizar el campo de estudios del Romance­ro. La "memoria" vio la luz en forma impresa, primero en versión española (en el año 1989) y tiempo después en versión inglesa (en el año 1994), bajo el título "Diez años de estudios sobre el Romancero. El proyecto Description, editing and analysis ofthe Pan-hispanic Romancero (DE­APHR)"282 / "Ten years’ research into the Romancero (1978-1988). Project «Description, edi­ting and analysis ofthe Pan-hispanic Romancero» (DEAPHR)"282.

      Los "Cambios en la situación del campo de investigación propiciados por el proyecto DE­APHR" que en esa "memoria" se señalaron, constituyen, una vez enunciados de la forma más somera posible, un buen resumen de los logros de más amplio carácter que creímos haber ob­tenido mediante aquellos años de investigación colectiva:

    "Creación de un centro de trabajo especializado sobre el romancero pan-hispánico con centro en la antigua casa de Ramón Menéndez Pidal (...).
    Preparación científica de varias generaciones de nuevos especialistas en el estudio del ro­mancero oral pan-hispánico (...).
    Construcción de una amplia red internacional de corresponsales que se facilitan materia­les inéditos para el estudio de la tradición baladística pan-hispánica.
    Revitalización del campo de estudios constituido por el romancero, que de ser terreno res­tringido de unos pocos investigadores, ha pasado a tener un amplio desarrollo dentro de las Humanidades (...)283.
    Ampliación del corpus de romances tradicionales procedentes de la tradición oral pan-his­pánica hasta alcanzar cifras imprevisibles hace una década, ya que los textos reunidos (...) se cuentan por millares"284.

      Además, como un resultado lateral del DEAPHR, consideramos relevante el renacimiento de los estudios sobre la balada vasca y la recogida, acudiendo a la tradición oral285, de decenas de tex­tos de esa rama tan olvidada de la balada europea.

      Creo preciso, sin embargo, completar esta visión, un tanto apologética, de lo conseguido entre los años de 1971 y 1988, llamando la atención acerca de algunos aspectos negativos de las investigaciones realizadas en ese periodo, aspectos negativos de que, como director de aquellos proyectos, me creo responsable. En gran parte, todos ellos son debidos a haber cedido ideológicamente ante presiones externas, que deformaron los objetivos científicos iniciales, con el obje­to de lograr obtener los fondos requeridos para las investigaciones deseadas.

      La principal concesión a la política de los financiadores de la investigación humanística con­sistió en concebir la "descripción y análisis" del género Romancero tradicional de conformidad con unos supuestos intereses del "mercado intelectual" que exigirían la elaboración de "instru­mentos de trabajo" informativos e informatizados, cuando los posibles "usuarios" de esos "ins­trumentos" no podíamos, en verdad, ser otros que los especialistas en los reducidos campos del Romancero, de la Balada occidental y pocos más. De resultas, en vez de dedicar tiempo y dine­ro a la publicación del conjunto del "Romancero tradicional pan-hispánico" y, paralelamente, al análisis de su particular Poética, nos vimos abocados a trabajar en un "Catálogo general del ro­mancero Pan-hispánico" en que uno y otro propósito únicamente podían cumplirse a medias. Sólo incidentalmente, con ocasión de algunos congresos, ciclos de conferencias y compilaciones de trabajos debidos a circunstancias particulares, elaboraríamos, por entonces, exposiciones de interés científico sobre aspectos varios del Romancero como poesía con valor literario286 com­plementarias de lo expuesto en el volumen introductorio del Catálogo (dedicado conjuntamen­te a la teoría en que se sustentan las descripciones y a la presentación de la obra)287.

      Por otra parte, aunque el proyecto, en conjunto, propugnase una visión pan-hispánica del Romancero, la edición de textos se sometió, por razones económicas, a las directrices de una po­lítica "cultural" que ha venido a degradar, hasta extremos imprevisibles a comienzos del siglo XX y en el s. XIX, el concepto de cultura, como consecuencia del abandono, por parte del Estado, de ese "bien público" nacional, en manos de intereses localistas de "campanario"288. El "Romancero tradicional de las lenguas hispánicas" quedó aparcado en su volumen XII289 y, en su defecto, se fueron publicando diversos "Romanceros regionales" o aun "provinciales", haciendo caso omiso de la inexistencia de razones científicas para propugnar la existencia de sub-tradiciones romancísticas basadas en esas artificiosas unidades administrativas. Si bien para el espe­cialista esa arbitraria repartición de los textos no impide la consideración conjunta de todos ellos, la distorsión científica que esas divisiones entrañan contribuye a confundir al público lec­tor no especializado, imponiéndole una concepción anticientífica del campo literario constitui­do por el Romancero, al fomentar la errónea idea de que la literatura "tradicional" de los pue­blos es, ante todo, representativa de las "raíces" culturales específicas de cada comunidad, ignorando que la "cultura" es, mayoritariamente, herencia sin fronteras nacionales (ni, claro está, nacionalistas o regionalistas) en la que cada pueblo o "nación" sólo añade "matices" propios.

      A la distorsión de la imagen del género ha contribuido también la insuficiente clarificación del concepto de "versión" que los especialistas hemos proyectado al común de los colectores y usuarios de la documentación reunida mediante encuestas. La conveniencia, en el proceso de re­colección de materiales, de grabar y guardar toda información, por incompleta e indirecta que sea, relativa a los romances cantados o recitados en una determinada comarca o un determina­do lugar, no debe hacer pensar que cualquier «informante» es un trasmisor de tradición, ni que cualquier «documento» es representativo de una "versión" o particular realización de un ro­mance. La publicación indiscriminada de "documentos" que sólo son memorizaciones incom­pletas o deficientes de los textos tradicionales y no un testimonio fiel de una particular "versión" de un poema romancístico ha sido un gran daño, infligido por los filólogos, antropólogos y folkloristas colectores y editores de romances, a la imagen del saber comunitario tal como lo conservan los verdaderos transmisores del Romancero oral. En una publicación reciente acerca del arte poética del romancero oral he llamado ya la atención respecto a este "pecado original" en las investigaciones de campo:

    "La tradición filológica ha impuesto a los romanceristas «de campo» el criterio (sin duda acertado desde su especial punto de vista) de que todo fragmento, toda información es im­portante. Pero este criterio ha contribuido a que en las encuestas se intente extraer migajas de información textual a sujetos «informantes» que no son y nunca han sido (incluso a ojos de ellos mismos) portadores ni transmisores del acervo romancístico de la comunidad; y, lo que es peor, ha inducido a los editores de corpora tradicionales a incluir en sus publicaciones esos fragmentos como «reliquias» de tradición, falseando gravísimamente la realidad del proceso de transmisión de los romances, al mismo tiempo que la imagen de lo que es y no es una ma­nifestación oral de un poema. A nadie en una comunidad que no sepa un romance «comple­to» se le ocurrirá cantarlo, ni en público ni en privado, salvo presionado en una situación de encuesta por «investigadores» foráneos"290.

      Insistiendo en esta cuestión: creo que, frecuentemente, se ha caído en el error de no distin­guir bien entre dos etapas de la investigación, la de reunir los datos y la de exponer los hechos que esos datos permiten descubrir291.

      A pesar de que en 1986-1988 se intentó rematar el proyecto "Description, editing and analysis of the Pan-hispanic Romancero" completando la mayor parte de los "productos" de la investiga­ción ofrecidos, no todos los que fueron descritos en la "memoria" final llegaron a ser entonces pu­blicados, ni, tan siquiera, definitivamente cerrados para entregarlos a los impresores. De ahí que, en años posteriores, el disuelto equipo investigador y el "Instituto Universitario Seminario Menéndez Pidal" siguieran considerando su conclusión como objetivos que era preciso cumplir.

      De esas obras pendientes, algunas fueron viendo sucesivamente la luz en los primeros años 90: Así ocurrió con las "Tradiciones orales leonesas"292, que, subdivididas en dos volúmenes dedicados al Romancero (Romancero general de León, I y II. Antología 1899-1989), y en otros dos referentes a los cuentos293, salieron en 1991 como publicación conjunta de la Diputación Provincial de León y del Seminario Menéndez Pidal de la Universidad Complutense de Madrid, después de un largo periodo de hibernación en una imprenta madrileña en pleito con la Universidad (Hispagraphis), cuya incompetente participación se nos había impuesto por el Servicio de Publicaciones universi­tario; y asimismo con la "Tradición romancística castellana"294, cuyo volumen dedicado al Ro­mancero general de Segovia. Antología 1880-1992 (preparado por Raquel Calvo, con la supervisión de Diego Catalán), fue publicado en 1994 por la Diputación Provincial de Segovia y el Seminario Menéndez Pidal de la Universidad Complutense de Madrid. También ese fue el caso de los dos vo­lúmenes con las ponencias del "Tercer coloquio Internacional sobre el Romancero" que salieron en 1994, bajo el título De Balada y Lírica, I y II295, publicadas conjuntamente por la Fundación Ramón Menéndez Pidal y la Universidad Complutense de Madrid, después de haber estado años "en rehenes" en la misma imprenta que las "Tradiciones orales leonesas".

      Otras obras citadas en el resumen final de los diez años de investigación tuvieron que ser re­planteadas por causa de circunstancias diversas, aunque en 1988 se había creído que se hallaban a punto para una inmediata publicación296. Un caso especial lo constituyen las obras del pro­yecto DEAPHR que tenían como proyecto paralelo anejo la redacción de tesis doctorales por los investigadores españoles del equipo. Aunque su publicación en forma impresa se postergara, hicieron posible la redacción de obras científicas de indudable valor consultables por los espe­cialistas, como fueron las tesis de J. A. Cid, "El Romancero tradicional en Asturias. Su recolec­ción en los siglos XIX y XX" (con "Edición integral de los textos [de] 1849-1910"), en tres volúmenes, leída en 1991, y de A. Valenciano, "Los romances tradicionales de Galicia. Catálogo ejemplificado de sus temas", leída en 1994, obras que últimamente han venido a ser reelaboradas para dar lugar a libros impresos, según más adelante veremos.

      Durante estos años finales de la década de los 80, el "Archivo Sonoro del Romancero" reci­bió aportaciones externas que lo mantuvieron abierto: el contribuyente más asiduo en el envío de cintas grabadas (con sus transcripciones) fue José Manuel Pedrosa. A la treintena de cintas grabadas entre 1988 y 1989 en Cantabria, León, Palencia, Zamora, Salamanca, Cáceres y Ba­dajoz, añadió en 1990 otras nuevamente impresionadas en Cantabria, Burgos, Zamora, Sala­manca, Cáceres y Badajoz. En 1989 también José Manuel Fraile remitió al "Archivo" algunas cintas con grabaciones.

      Entre los textos no procedentes de grabaciones incorporados directamente al "Archivo" escri­to, destaca un importantísimo agregado a los fondos gallegos: la copia de la documentación pro­cedente de la colección Saíd Armesto obtenida de la Fundación Barrié de la Maza.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

265  En la publicación Romancero e Historiografía. Dos campos de la Literatura cultivados por el Semina­rio Menéndez Pidal, publicado conjuntamente por la "Fundación Ramón Areces" y la "Fundación Ramón Menéndez Pidal", Madrid, 1989.

266  Beatriz Mariscal, Suzanne Petersen, J. Antonio Cid, Flor Salazar, Ana Valenciano, Paloma Montero, Carmen Alvarado, Concepción Enríquez de Sala­manca, Raquel Calvo, Maite Manzaneta, Débora Catalán, Pilar Moreno, Juan Bautista Crespo, Maria­no de la Campa, Regino García Badell, José Manuel Fraile, José Luis Forneiro.

267 El 23 de Octubre de 1986 los tres colaborado­res becarios del "Seminario Menéndez Pidal" pasaron a ser profesores interinos del Departamento de Lin­güística Románica. Después se fueron distribuyendo por los Departamentos de Literatura (J. Antonio Cid), Lengua española (Flor Salazar) y Literatura Hispanoamericana (Ana Valenciano), donde les fue­ron encomendadas funciones docentes.

268 Ya que, como arriba dije (n. 104) los jueces del proyecto relativo a las "estructuras abiertas" me obli­garon en su día a renunciar en él al estudio del "Mo­delo B: Crónicas medievales".

269  Cfr. Romancero e Historiografía medieval. Dos campos de estudio cultivados por el Seminario Menén­dez Pidal’(1989), pp. 101-108.

270 El 27-VII-82 Gonzalo Menéndez Pidal (repre­sentado por un "Procurador de los Tribunales") inter­puso una "Demanda de conciliación" con Jimena Menéndez Pidal para forzar el cese del proindiviso de la "casa-jardín y terrenos anejos a ella sita en la calle Cuesta del Zarzal n° 5 (hoy calle Menéndez Pidal) de Madrid"; y el 8 de Octubre Jimena Menéndez Pidal, apremiada por el juzgado, tuvo que aceptar que la di­visión material sugerida en el testamento paterno no era factible. Desde tiempo atrás, Jimena Menéndez Pidal venía intentando buscar soluciones que permitieran el mantenimiento físico de la casa-centro de trabajo. A este respecto es ilustrativa la carta escrita a París a Diego Hidalgo, "President of FPJDA", el 25-VII-1978: "Mi padre dejó, al morir, su casa de Cha­martín en un pro indiviso a mi hermano Gonzalo y a mí. Por otra parte dispuso sobre su Biblioteca: que no salga de España; que no se divida, enajene ni ceda, en tanto sirva de instrumento de trabajo a alguno de sus herederos; que se procure organizar, a base de ella, un centro de trabajo abierto a un público más o menos restringido; y que en caso de que sus herederos no tengan interés en conservar la Biblioteca, que la tota­lidad de los libros pasen a ser propiedad del Semina­rio Menéndez Pidal, o de la Academia Española./ Durante estos años he mantenido, a mi costa, en uso la Biblioteca, y la porción de la casa que me fue adjudicada ha venido, en buena parte, dedicándose a lugar de trabajo del Seminario Menéndez Pidal. / Súbita­mente mi hermano decidió abandonar la sección de la casa que a su vez le había sido adjudicada, para trasla­darse a un piso que había adquirido. Ahora (...) me coloca en la posición de tener que acceder a la venta de la finca y casa de Chamartín. / Mi aspiración, por el deseo de cumplir con el propósito de mi padre, ha­bía siempre sido garantizar la sobrevivencia del edifi­cio con su contorno "verde" y lograr la institucionalización de la Biblioteca (sin por ello perjudicar los intereses de la familia). / La coyuntura no es hoy, sin embargo, muy favorable para lograr que el Estado, animado por nuestro propósito de cederle la Bibliote­ca, invierta la cantidad necesaria de dinero en la creación de esa institución, con base en la casa que ocupa en su mayor parte esa Biblioteca abierta al público de los estudiosos. / Dadas estas circunstancias, antes de aceptar lo que considero injusto, creo deber mío acu­dir a todos los medios que se me sugieran (...)".

271 Véase atrás, § 4.

272  Como las que por esas fechas se construyeron en torno a ella.

273  Según se expondría en el "Convenio" de 9 de Mayo de 1984 de que a continuación daré noticia.

274  La noticia, desarrollada en dos columnas, lleva la firma de Pedro Montoliú.

275  Cuya carta fundacional subscribieron Jimena Menéndez-Pidal Goyri, Gonzalo Menéndez-Pidal Goyri, Rafael Lapesa Melgar, Antonio Lago Carballo, Diego Catalán Menéndez-Pidal, Joaquín Pérez Villanueva, Alvaro Galmés de Fuentes y José Antonio Muñoz Rojas. El 19-II-1985 la Fundación fue apro­bada e inscrita como "Fundación Docente Privada de Promoción" por el Ministro de Educación y Ciencia.

276 Por una de las cláusulas del Convenio se estable­ció un "Consejo Mixto de Patronos, integrado por tres representantes de la Fundación Ramón Areces y dos de la Fundación Ramón Menéndez Pidal", con el fin de "velar expresamente por el desarrollo de la actividad in­vestigadora y para la conservación y acrecentamiento tanto de la biblioteca como del fondo documental, de­bidamente ordenado y clasificado, los cuales se man­tendrán en la finca de la calle de Menéndez Pidal".

277 "ABC", 10-XI-1985, p. 46 y ll-XI-1985, "Re­portaje gráfico", p. 11; 12-XI-1985, pp. 15 y 43, "ac­tualidad gráfica", p. 8; "El País", 12-XI-1985, p. 35; "Ya", 12-XI-1985, p. 21; 13-XI-1985, p. 60; 23-XI-1985, p. 28; "El Alcázar", 12-XI-1985; "Cambio 16", 12-XI-1985. El "ABC" del día 12 proclamó como "La figura del día" a Ramón Areces, "todo un ejemplo de mecenazgo cultural por parte de uno de nuestros principales hombres de empresa" (p. 19).

278 "Ya", 12-XI-1985, pág. 21, glosando el Artículo 6°, sobre los fines de la Fundación Ramón Menéndez Pidal, contenidos en los estatutos (reformados el 2-VIII-1984).

279 Otros reporteros, más sobriamente, comentaron también: "Junto a ella [se refiere a la Biblioteca], el ar­chivo guarda una extraordinaria colección de roman­ces, en versiones manuscritas o impresas, de los siglos XV a XVII y otras recogidas directamente de la reci­tación y canto tradicionales en los siglos XIX y XX en todo el mundo hispánico (...). Desde su creación, el Seminario lleva publicados cincuenta y nueve volúme­nes y ha reunido un «Archivo Sonoro del Romancero» con alrededor de diez mil versiones recogidas de la tra­dición oral en diferentes encuestas de campo" (S. C., en "ABC", 10-XI-85, p. 46); "Aprovechando la biblio­teca cedida a la Fundación por la familia y su riquísi­mo archivo científico, el Seminario Menéndez Pidal, dependiente de la Universidad Complutense, ha preparado y lleva publicando desde 1957 el Romancero Tradicional de las Lenguas Hispánicas (español, portu­gués, catalán, sefardí), del que han aparecido hasta aho­ra catorce volúmenes, más diez dedicados al Roman­cero canario y al sefardí, así como ocho referentes a la poesía de tradición oral (...). En la Biblioteca de la Fundación se guarda una fabulosa colección de ro­mances (...)" (Ana Gavín, "El Alcázar", 12-XI-1985).

280 El campo del Romancero quedó excluido inclu­so en la "Ayuda puntual" trienal de la Fundación Ra­món Areces a las investigaciones de los "Laboratorios Humanísticos Menéndez Pidal" que el 12 de Junio de 1991 firmó conmigo, como Director de esas investigaciones, J. M. de Mingo, en nombre de la Fun­dación Ramón Areces. Véase adelante, § 12.

281  En Romancero e Historiografía medieval. Dos campos de la Literatura cultivados en el Seminario Me­néndez Pidal, Madrid: Fundación Ramón Areces y Fundación Ramón Menéndez Pidal, 1989, pp. 19-86.

282 En De Balada y Lírica. Tercer Coloquio Interna­cional sobre el Romancero, Madrid: Fundación Ra­món Menéndez Pidal y Universidad Complutense de Madrid, 1994, vol. I, pp. 23-75.

283  En este capítulo de la revitalización del campo de estudios hay que recordar las nueve tesis doctora­les (de colaboradores externos al Seminario Menén­dez Pidal) relacionadas con el Romancero que dirigí o co-dirigí en los años 1976-1987: Suzanne Petersen (1976), en la University of Wisconsin; Joanne B. Purcell (1976), en la University of California, Los Angeles; Teresa Meléndez (1977), Beatriz Mariscal (1978), Teresa Catarella (1979), Madeline Sutherland (1983), Sandra Robertson (1984), en la Univer­sity of California, San Diego; Pere Ferré (1987), en la Universidade Nova de Lisboa; Francisco Mendoza (1987), en la Universidad Complutense de Madrid.

284  Romancero e historiografía medieval (1989), pp. 85-86.

285  Romancero e historiografía medieval (1989), pp. 78-81.

286 Por mi parte: "El análisis semiótico de estructu­ras abiertas: El modelo Romancero", "Los modos de producción y «reproducción» del texto literario y la noción de apertura", "Descripción de modelos trans-lingüísticos dinámicos (a propósito del Catálogo Ge­neral del Romancero Pan-hispánico)", "El proceso de transmisión oral y el estudio de modelos literarios abiertos", "El romancero medieval", "La conflictiva descodificación de las fábulas romancísticas", "El ro­mancero espiritual en la tradición oral", publicados, respectivamente, en 1979, 1979, 1981, 1982-83, 1983, 1986 y 1987, que hoy pueden leerse reunidos en Arte poética el romancero oral. Parte 1ª: Los textos abiertos de creación colectiva, Madrid: Siglo XXI y Fundación Ramón Menéndez Pidal, 1997, caps. V a XI (pp. 143-290); y "Hallazgo de una poesía margi­nada: El tema del corazón de Durandarte", "Perma­nencia de motivos y significados: Muerte del prínci­pe don Juan"; "El mito se hace Historia", "Poética de una poesía colectiva", ciclo de conferencias concebi­do inicialmente (1981) para los "Cursos Universitarios" de la Fundación Juan March, y ahora publica­do en Arte poética del romancero oral. Parte 2ª: Me­moria, invención, artificio, Madrid, 1998 (por los mismos editores que la Parte 1ª).

287  El conservadurismo de los evaluadores de pro­yectos del NEH nos obligó a eliminar en el nuestro la parte más creativa, centrada en los análisis litera­rios, tanto en el estudio de los textos como en el de la utilización de ordenadores electrónicos como auxi­liares en el campo de las Humanidades, en favor de las actividades de descripción, catalogación y edición, de carácter más manido.

288  La habitual falta en los Estados post-modernos de una política de Estado en el ámbito de la Cultura —confundida, por lo general, en esta segunda mitad de siglo, con la Propaganda o Publicidad— ha hecho posible que los recursos económicos destinados al fo­mento de las investigaciones no tecnológicas se hayan destinado regional o aun comarcalmente a la promo­ción de obras de escasa relevancia no ya desde una perspectiva internacional sino meramente supra-local.

289  La muerte ocultada. Ed. B. Mariscal, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1984-85.

290 Arte poética del romancero oral. Parte 1ª (1997), p. XXV.

291 No sólo no deben considerarse versiones varias las distintas emisiones del texto memorizado por una misma persona, sino las de varios conocedores de un único texto tradicional comunitario.

292 "Compiladas por D. Catalán, J. A. Cid, B. Ma­riscal, S. Petersen, F. Salazar y A. Valenciano y por J. Camarena" de cuya edición me encargué personal­mente. Véase atrás n. 263.

293  Cuentos tradicionales de León. Recogidos y edita­dos por J. Camarena, I y II, Madrid: Seminario Me­néndez Pidal y Diputación Provincial de León, 1991.

294  "Coleccionada por M. Goyri y R. Menéndez Pidal (AMP); D. Catalán, J. A. Cid, B. Mariscal, S. Petersen, F. Salazar y A. Valenciano (ASOR)".

295  Edición a cargo de D. Catalán, J. A. Cid, B. Mariscal, F. Salazar y A. Valenciano

296  De una parte, la relocación en la Universidad Complutense de los antiguos becarios del "Seminario Menéndez Pidal" (Cid, Salazar y Valenciano) supuso que dieran prioridad a otras actividades universitarias, dando lugar al abandono por parte de J. A. Cid de su Bibliografía descriptiva del romancero gallego. De Galicia propia y de la "Galicia exterior" (= BIBGAL) (anuncia­da como "en prensa" en 1989) y a la postergación de las ediciones del Catálogo-antología del Romancero de Gali­cia (fotocompuesto en 1989), del Romancero asturiano, volúmenes II y III (anunciado como "en prensa en 1989) y de los vols. I y II del índice general ejemplifica­do del romancero (fotocompuestos en 1989), obras, las tres últimas, conexionadas con las tesis doctorales en preparación de A. Valenciano, J. A. Cid y F. Salazar, respectivamente. Por otro lado, el fin del apoyo del NEH desconectó a los miembros americanos y europeos re­dactores del CGRy, en consecuencia, no se prosiguió el trabajo de preparación de los dos volúmenes siguientes (que se hallaban en primera redacción el año 1989).

LÁMINAS

En torno a 1984-1985, el Seminario Menéndez Pidal necesitó de una reforma en sus objetivos para superar los síntomas de adocenamiento que empezaban a hacerse patentes. La renombrada caricaturista Cruz Montero Garrido comentó alegóricamente aquel "fin de etapa".
Alegoría 1a: "Triunfo de la Historiografía":

Alegoría 2ª: "Motín de Romancilache" (Diego Sañudo transmite a la Corona las protestas y reivindicacio­nes de las huestes románceriles amotinadas):



En 1983, la antigua casa de R. Menéndez Pidal iba a ser derribada al verse forzada Jimena Menéndez Pidal, por acción judicial, a aceptar el cese del proindiviso dispuesto testamentariamente por su padre. La Fundación Ramón Areces acudió a tiempo para evitar la desaparición de la histórica casa.

En Enero de 1985, el despacho que fue de María Goyri seguía albergando el romancero en los mismos ca­jones (metálicos y de madera) en que en 1939 viajó a Ginebra con el Tesoro artístico nacional. (Foto Santia­go Gutiérrez del Arroyo, Enero 1985).

Adquirida en 1984 la que fue casa de Menéndez Pidal por la "Fundación Ramón Areces" fue encomendada su custodia a la "Fundación Ramón Menéndez Pidal" para que fuera un centro de investigación humanística.
Obras de restauración en la anti­gua casa de la Cuesta del Zarzal, 23 realizadas por la Fundación Ramón Areces en 1985 (foto Santiago Gutié­rrez del Arroyo).


El Romancero fue re­alojado en un nuevo espacio.

"En la casa de Chamartín se encuentra, además, el ar­chivo científico de Menéndez Pidal, que contiene, en pri­mer lugar, una fabulosa colec­ción de romances recogidos no sólo de manuscritos y de libros y pliegos sueltos impresos en los siglos XV al XX, sino de la tradición oral de toda la Pe­nínsula, de la España insular, de la tradición sefardí y de la hispanoamericana: son milla­res y millares de versiones, muchas de ellas con la música correspondiente" (carta-infor­me de Rafael Lapesa a Ra­món Areces).
La reina doña Sofía inauguró en la antigua casa de Ramón Menéndez Pidal un "Centro de Es­tudios Históricos Menéndez Pidal", donde Diego Catalán dejó en depósito el "Archivo del Ro­mancero ".
El 11-XI-
1985 la reina doña Sofía inauguró el Cen­tro, regentado por la Funda­ción Ramón Menéndez Pidal, y descubrió la placa conme­morativa.

Jimena Menéndez Pidal, Ramón Areces y Federico Mayor Zaragoza, creadores del "Centro de Estudios His­tóricos Menéndez Pidal", saludando a la reina a la en­trada del Centro.

La inauguración en la prensa:

Anuncio en el "ABC" el Domingo 10-XI-1985.

         

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