103.- 2. LA LINGÜÍSTICA ÍBERO-ROMÁNICA ANTE LA CRISIS DE LA ROMANÍSTICA
2. LA LINGÜÍSTICA ÍBERO-ROMÁNICA ANTE LA CRISIS DE LA ROMANÍSTICA. XI CONFLICTO DE SISTEMAS EN EL MARCO DE UNA LENGUA NATURAL. UN PROBLEMA CENTRAL PARA LA ÍBERO-ROMANÍSTICA.
La voluntad de renovación y la apertura ideológica no deben hacer olvidar a la lingüística íbero-románica las peculiaridades del objeto de su investigación: las lenguas romances nacidas en la Península Ibérica. Ni tampoco que el estado de nuestros conocimientos acerca de las lenguas hispánicas (en su estado presente y en sus manifestaciones pasadas) no es equiparable al referente a otras grandes lenguas históricas; de donde se deriva que las prioridades en la investigación no puedan ser las mismas.
Como suele ocurrir en las culturas periféricas, la crisis por que atraviesa la Romanística ha sorprendido a los estudios íbero-románicos antes de que en ellos se completara la recolección de la cosecha producida por los métodos anteriores. Debemos, por tanto, desear que la renovación de la lingüística hispánica no conlleve la desaparición de las actividades, aún muy necesarias, relacionadas con los intereses dominantes en la Romanística durante la primera mitad del siglo o incluso antes. Por lo pronto, «the philological and dialectological sifting of a never-ending flow of data must continue unabated, regardless of flights of imagination and the lure of terminological orgies» (como Y. Malkiel ha destacado hablando de la lingüística genética en general)4, pues en el campo íbero-románico toda investigación tropieza aún con la existencia de numerosas tierras incógnitas. Y esa labor de exploración debe, además, coronarse con equilibradas síntesis, que remedien la falta de otras anteriores. Esperemos que estas obras, largo tiempo deseadas, lleguen a tener, como otros «frutos tardíos» de la cultura española madurados fuera de tiempo, calidades excepcionales que nos compensen de su tardía sazón.
Por otra parte, si la lingüística íbero-románica aspira a dejar oír su voz, conviene que no desaproveche, alocadamente, la rica herencia metodológica y teórica del romanismo en general y de los estudios hispánicos en particular, sino que la vivifique, contrastándola y combinándola con otras tradiciones.
Circunstancias muy varias (existencia de un subconjunto de lenguas unidas entre sí por series de homologías, conocimiento independiente de la lengua madre de todas ellas, documentación milenaria, larga tradición literaria, profundidad en el conocimiento de la matriz histórica en que esas lenguas se han desarrollado, etc.) hacen de la Romania un campo óptimo para el estudio de la continuidad lingüística. No es, pues, de extrañar que los romanistas hayan concedido tradicionalmente un máximo de atención a los problemas básicos que plantea la continuidad y hayan tratado de comprender: a) cómo los hablantes de una lengua dada generan, mediante la adición de nuevas reglas, estados derivados de la lengua (que en teoría pueden ser infinitamente varios) sin que en la transición la lengua pierda nunca su eficiencia, y b) cómo se realiza la transferencia de una forma lingüística o regla de un individuo a otro, de un grupo social a otro o de una comunidad a otra, esto es, de un sistema lingüístico a otro. Ambas cuestiones creo que no han perdido nada de su tradicional importancia, aunque una diferente concepción de la estructura de las lenguas nos obligue a reformularlas de un modo distinto.
El éxito de la lingüística comparativa, al lograr establecer reglas ordenadas de transformación, determinó que, tanto los primeros romanistas, de formación neogramática, como, modernamente, los estructuralistas más ortodoxos, hayan dado primacía a la observación de las relaciones de dependencia entre estados sucesivos, y que hayan considerado poco menos que extra-lingüísticos los problemas de la transmisión horizontal (reduciéndola a las llamadas «contaminaciones» o a los supuestos «factores externos del cambio lingüístico»). Al aceptar como principio metodológico que las relaciones entre la lengua madre y cada uno de los dialectos o subdialectos que de ella descienden pueden concebirse (por simplificación) como unilineales, el comparatismo (antiguo y nuevo) expresa mediante grafos (por mal nombre «árboles genealógicos») la diferenciación lingüística. Esto es, visualiza la diferenciación como una serie de fisiones de la lengua unitaria, o como la sucesiva separación o desgajamiento de una serie de ramas respecto al tronco común. Finalmente, en cada punto de conjunción de dos líneas del diagrama sitúa una *proto-lengua (o lengua antecesora común de las lenguas naturales situadas en los extremos de esas dos líneas).
A esta esquematización, esencial para la reconstrucción comparativa, se opone medio siglo de lingüística románica, dedicada a mostrar que el dinamismo de las lenguas sólo se explica reconociendo que no son organismos autónomos respecto a los hablantes que las usan. La observación in vivo de las lenguas naturales convenció a los romanistas de que la «historia» de una lengua depende de su carácter social. Como reflejo de la compleja estructura de las comunidades reales, las lenguas naturales no son homogéneas y las variables se hallan organizadas en función del espacio y de la estamentalización social. Esta estructura socio-lingüística permite, por una parte, la coexistencia en el tiempo de idiolectos y dialectos múltiples dentro de una misma lengua natural y, por otra, pone en contacto y convivencia, a través de la comunicación entre individuos, a unos idolectos, dialectos y lenguas con otros, facilitando la difusión o transferencia de formas lingüísticas o reglas de unas gramáticas a otras. Desde el ángulo de observación difusionista, la transformación de varios idiolectos (dialectos, lenguas) en una misma dirección, esto es, la adición de una nueva regla en la gramática de varios individuos conviventes se explica por la imitación. En vez de visualizar la diferenciación de las lenguas y dialectos neo-latinos mediante un esquema arborescente (en que sólo constan las dependencias entre estados sucesivos), los difusionistas conciben la formación de áreas (isoglosas) y de dominios lingüísticos —más o menos unitarios— como resultado de la expansión de «ondas lingüísticas» (esquema en que sólo se expresan las relaciones sincrónicas entre idiolectos).
En verdad, no veo qué puede ganarse en condenar cualquiera de estos dos modos de considerar el «cambio» lingüístico. Mientras no se pierda de vista que los diagramas del comportamiento expresan relaciones parciales y que la enumeración de las reglas que «explican» la conversión de un estado de lengua en otro no pretende ser la reconstrucción del proceso histórico, el estudio de la cibernética de los sistemas lingüísticos puede aclarar enormemente nuestros conceptos de la «evolución» de las lenguas. Pero, por otra parte, el pretender —como pretenden muchos defensores de la lingüística inmanente— que la diversidad interna de las lenguas naturales puede ser considerada irrelevante para la lingüística es aceptar como objeto de análisis un modelo de lengua contrario a la realidad. Los lingüistas que hoy se esfuerzan por establecer las bases empíricas de una teoría del cambio lingüístico, examinando la copresencia, en la gramática de los hablantes, de variables sociológicamente marcadas, pueden encontrar interesantes precedentes en los estudios románicos de los últimos cincuenta años y muy en especial en los íbero-románicos5.
La validez, en un plano teórico, de una y otra metodología, no impide que en la discusión de muchas cuestiones concretas se haga un uso abusivo de los esquemas genealógicos. Podemos expresar mediante grafos las relaciones entre unos dialectos neo-latinos y otros; podemos, incluso, determinar (estadísticamente) cuál es el stemma que expresa con más aproximación el conjunto de relaciones observables entre todos los dialectos y lenguas de la Romania; pero no debemos confundir esos diagramas con la historia de la formación de las lenguas romances6 y explicar la «fragmentación» del mundo latino como el resultado de una serie de fisiones o desgajamientos ocurridos efectivamente en la comunidad lingüística latina. El carácter sedentario de los pueblos románicos y la ausencia de una discontinuidad geográfica e histórica entre unas áreas y otras de la Romania (salvo algunas excepciones bien conocidas) torna inaceptable la hipótesis de que las varias lenguas y dialectos romances se hayan formado por gemación. Suponer que todos los individuos de una determinada fracción de una comunidad lingüística (por ejemplo, los latino-hablantes de la Romania Occidental, o los de Hispania) hayan podido sentirse a un mismo tiempo constreñidos a modificar su lengua en un mismo sentido (añadiendo determinada regla a su gramática) es acudir a una explicación misteriosa para dar cuenta de un hecho (la formación de una isoglosa) que se justifica muy sencillamente admitiendo la difusión de los fenómenos lingüísticos.
El estudio de los cambios de estructura, mediante la comparación de estados sucesivos de lengua, ha llevado al descubrimiento de una serie de universales de la evolución lingüística dependientes del carácter estructural de las lenguas. Pero los estructuralistas y los transformacionalistas han caído repetidamente en el error de creer que la problemática del cambio lingüístico se agota con la formulación de tendencias pancrónicas, genéricas y universales, esto es, con el descubrimiento de que los cambios responden a leyes internas, a disposiciones del sistema mismo. Duplicando el modo de pensar de algunos fonetistas del pasado, que creían justificar la ocurrencia de determinado cambio fonético [x] > [y] con sólo observar que era fisiológicamente «natural», algunos lingüistas modernos piensan haber explicado un cambio estructural cualquiera (/X: Y/ > /Y/; /X: Y/ > /X’: Y’/; /X/ > /X: Y/; o /CVC/ > /CV/; etc.) con decir que responde a exigencias del sistema o que consiste en la adición, supresión o reordenación de determinadas «reglas», y que, una vez identificadas las tendencias universales y permanentes que justifican el fenómeno, sería impertinente buscar explicaciones particulares, históricas7. Este principio científico de la superioridad de las explicaciones «generales» se basa en una increíble confusión entre las condiciones que hacen posible el cambio (todo lo más, condiciones «necesarias» para que se produzca; y, a veces, ni eso) y condiciones «suficientes», esto es, condiciones que suponen obligatorio cumplimiento del cambio8. Las condiciones «generales» explican la posibilidad de la innovación y su aceptabilidad, pero nunca el hecho histórico de la adopción de esa novedad (de ahí la imposibilidad de prever futuros cambios). Si reconocemos la inexistencia de causas suficientes (pues, de otro modo, se nos crearía el problema de explicar por qué el cambio no se produce siempre y en todas partes), resulta bien claro que las explicaciones genéricas internas (codificables en una fonética, fonología o gramática universal) no justifican la ocurrencia histórica de un determinado cambio en una determinada comunidad lingüística y en un determinado período de tiempo9. Naturalmente, esta misma crítica es aplicable a las mal llamadas explicaciones «históricas» de tipo general: La existencia de un «substrato», «superstrato» o cualquier otra forma de contacto entre dos lenguas (sea mediante un bilingüismo activo o meramente pasivo) puede llevar a la adopción, por una lengua, de ciertas características estructurales procedentes de otra; no obstante, para explicar el acoplamiento y fijación de esas formas o reglas en la lengua afectada, será preciso aclarar el proceso de integración de esos rasgos alógenos en la estructura lingüística y en la estructura social de la comunidad que la habla.
Otra consecuencia de reducir los estudios diacrónicos a la comparación de estados sucesivos de lengua, arbitrariamente considerados homogéneos y estáticos, es la de describir la sustitución de una estructura por otra como un acto puntual. En realidad, en las lenguas naturales, las dos estructuras — vieja y nueva— conviven durante largo tiempo (muchas veces plurisecular-mente), no sólo en la comunidad lingüística, sino en la gramática de muchos hablantes. Si el cambio se inicia con la aparición de una variable en un determinado subgrupo de una comunidad lingüística (mutación), el proceso sólo termina (selección) cuando desaparece la variación, sea por el olvido de la variante nueva, sea por su elevación a la categoría de constante (en toda la comunidad o en un área dialectal fija). Y este proceso, rico en vicisitudes, es evidentemente de naturaleza socio-lingüística. Aunque el estudio sistemático de los cambios en progreso sólo se ha emprendido recientemente, la geografía lingüística y la paleo-geografía lingüística (tal como han venido siendo practicadas por la escuela española) habían ya proporcionado una idea bastante clara de la íntima vinculación entre los factores lingüísticos y los factores sociales en el desarrollo de los cambios. Si el examen in vivo de los cambios permite realizar observaciones muy precisas acerca de la covariación de elementos lingüísticos y extralingüísticos y la geografía dialectal nos conserva huellas muy claras de las varias etapas de un cambio en progreso (proyectadas sobre el espacio), sólo en los documentos antiguos es posible observar, según notó Menéndez Pidal, el desenvolvimiento total de un cambio más allá del marco sincrónico de las tres generaciones.
Los estudios de los cambios en progreso en una sociedad socio-culturalmente estratificada confirman también otras observaciones de la geografía lingüística y de la paleo-geografía lingüística que la escuela española había comentado con especial detenimiento: la gradual generalización «interna» de un cambio (dentro de una clase o grupo de clases) en la estructura de la lengua; y el encadenamiento (esto es, la no coocurrencia) de las evoluciones de varios elementos covariantes del sistema10. Esta lenta progresión de los cambios en la estructura lingüística, combinada con su no menos lenta difusión en la estructura social de la comunidad, explica que en cualquier estado de una lengua la estructura lingüística no pueda ser considerada ni homogénea ni estática.
En fin, los estudios diacrónicos no deben limitarse a la catalogación de los cambios según una tipología universal de las mutaciones lingüísticas. El proceso de selección, aunque íntimamente conexionado con la historia socio-cultural de la comunidad, es un proceso lingüístico. Las variables socialmente marcadas (por dialectalización estratigráfica o geográfica) constituyen oposiciones funcionales y su co-ocurrencia en la competencia de los hablantes muestra que los cambios en progreso son parte de la gramática de las lenguas.
No es fácil predecir el futuro de la lingüística íbero-románica, ni siquiera a corto plazo. Es, desde luego, posible que, como consecuencia de una rápida desvaloración de los métodos e intereses tradicionales, la lingüística hispánica de los próximos decenios sufra una profunda reorientación; y que, en el curso de ese rejuvenecimiento, incluso se olviden las más valiosas aportaciones de la Romanística a la Ciencia del Lenguaje y, con ellas, la contribución metodológica y teórica de la lingüística íbero-románica de los últimos cincuenta años. Por lo pronto, la «filología» —en el sentido amplio con que esta disciplina se ha concebido siempre en España y Portugal— ha tenido que renunciar a la privilegiada posición que ocupó durante dos o más generaciones, cuando la historia, la historia cultural y los estudios literarios gravitaban en torno a ella. Sin embargo, la tradición de no separar los estudios lingüísticos de las humanidades sigue estando en pie; y pocos lingüistas hispánicos tienen una formación matemática suficiente para aplicar el instrumental de las ciencias formales al análisis y descripción de las relaciones, funciones y estructuras lingüísticas. Es, pues, bastante probable que el «integralismo» de Menéndez Pidal (su negativa a divorciar la lingüística de la historia cultural y del estudio de sus manifestaciones literarias) sobreviva a su magisterio, y que el pecado original, o felix culpa, de la escuela española siga siendo una formación que tiende a borrar los límites entre el estudio de la lengua y el de las sociedades hablantes, entre la consideración sincrónica y la consideración diacrónica de las lenguas y entre los estudios de la comunicación lingüística y los de la literaria.
Hoy son patentes las señales de que la lingüística, a escala mundial, ha entrado en un período de gran efervescencia, y parece lógico esperar que la Romanística, recobrándose de su estupor, aproveche este período de febril renovación para encontrar nuevos caminos. Dentro del limitado ámbito de los estudios hispano-románicos, el peso de una tradición metodológica y las peculiaridades mismas del campo de experimentación (la íbero-romania) parecen pronosticar unas perspectivas brillantes para la socio-lingüística y una originalidad más limitada en la aplicación de las técnicas de análisis formal.
Diego Catalán. El español. Orígenes de su diversidad (1989)
University of Wisconsin, Madison
y Seminario Menéndez Pidal
(Universidad Complutense de Madrid)
NOTAS
4 Malkiel, en «CTL», 3 (The Hague-Paris, 1966), p. 363.
5 U. Weinreich, W. Labov and M. I. Herzog, «Empirical Foundations for a Theory of Language Change», Directions for Historical Linguistics, ed. W. P. Lehmann y Y. Malkiel, (Austin and London, 1968), pp. 95-188; E. Coseriu, Sincronía, diacronía e historia (Montevideo, 1958) [2ª ed., Madrid, 1973].
6 Cfr. E. S. Georges, en RomPh, 21 (1967-68), 372-376.
7 «Los cambios lingüísticos en cuanto hechos particulares no pueden explicarse sólo universal y genéricamente, sino que deben ser explicados en su particularidad. Dar sólo una explicación genérica de un cambio históricamente determinado es como decir que una casa se ha incendiado porque el fuego quema la madera» (E. Coseriu, Sincronía, diacronía e historia, [Montevideo, 1958] pp. 104-105) [2.a ed., Madrid, 1973].
8 Cfr. J. R. Craddock, Latin Legacy versus Substratum Residue, (Berkeley and Los Angeles, 1969) pp. 26-28.
9 Cfr. E. Coseriu, Sincronía, (Montevideo, 1958), pp. 123-125: «Las explicaciones (motivaciones) estructurales son históricas, pero la explicación concreta del cambio no se agota con su motivación; entre el punto de partida (innovación) y el de llegada (mutación) está el cambiar mismo, como ’difusión’, es decir, como adopción interindividual de la innovación, proceso histórico sumamente complejo, de muchas idas y vueltas, en cuyo estudio se ha destacado sobre todo la escuela lingüística española». Prefiero reservar el nombre de mutación para la aparición de una variante estructural en la gramática de un subgrupo de hablantes y no para el «vuelco total de la norma», pues este hecho socio-lingüístico se produce gradualmente (incluso después del «triunfo» de una innovación, el arcaísmo vive durante mucho tiempo marginalizado).
10 W. Labov, The Social Stratification of English in New York City (Washington, D. C, 1966).
CAPÍTULOS ANTERIORES: EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD
ADVERTENCIA
* 1.- EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD
I ORÍGENES DEL PLURALISMO NORMATIVO DEL ESPAÑOL DE HOY
* 2.-1. EL FIN DEL FONEMA /Z/ [DZ - Z] EN ESPAÑOL
* 3.- 2. EL FIN DEL FONEMA /Z/
* 4.- 3. ¿PROCESO FONÉTICO O CAMBIO FONOLÓGICO?
* 5.- 4. ¿PROPAGACIÓN DE UN CAMBIO FONÉTICO O DE UN SISTEMA FONOLÓGICO?
* 6.- 5. LA FALTA DE DISTINCIÓN /Z/ : /Ç/, REGIONALISMO CASTELLANO - VIEJO
* 7.- 6. LA CONFUSIÓN SE CONVIERTE EN NORMA DEL HABLA DE LA CORTE (FINALES DEL SIGLO XVI)
* 9.- 8. EL CAMBIO EN LA NORMA CORTESANA, VISTO POR LOS GRAMÁTICOS EXTRANJEROS
* 10.- 9. EL ESPAÑOL ORIENTAL ANTE EL TRIUNFO DE LA NUEVA NORMA DE MADRID
* 11.- 10. RESISTENCIA DEL ANTIGUO SISTEMA TOLEDANO EN LA ALTA EXTREMADURA
* 12.- 11. LA NUEVA NORMA ANTE EL CECEO ANDALUZ
II EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA.
* 14.- 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN
* 15.- 2. CECEOSOS DE LENGUA ESTROPAJOSA
* 16.- 3. CECEOSOS POR HÁBITO LINGÜÍSTICO
* 17.- 4. COMUNIDADES CECEOSAS A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI. SU LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA Y SOCIAL
* 18.- 5. EL ÇEZEO SEVILLANO EN TIEMPO DE LOS REYES CATÓLICOS, SEGÚN EL TESTIMONIO DE LAS GRAFÍAS
* 19.- 6. EL ÇEÇEO SEVILLANO, DESCRITO POR NEBRIXA
* 20.- 7. CARÁCTER FRICATIVO DE LA /Ç/ Y DE LA /Z/ DEL SEVILLANO MEDIEVAL
* 21.- 8. LAS GRAFÍAS Y EL ÇEZEO MEDIEVAL
* 22.- 9. CONCLUSIÓN: EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA
III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA
* 23.- III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA
* 24.- 1. CONSIDERACIONES DIACRÓNICAS ACERCA DE LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL
* 25.- 2. LAS SIBILANTES IMPLOSIVAS EN EL ESPAÑOL DE ESPAÑA: GEOGRAFÍA Y DIACRONÍA
* 26.- 3. LA EVOLUCIÓN DE -S, -Z COMPARADA CON LA DE -R, -L
* 27.- 4. FONÉTICA Y FONOLOGÍA
IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE
* 29.- IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE
* 30.- 1. SINGULARIDAD DEL HABLA «CHINATA»
* 31.- 2. PERSONALIDAD LINGÜÍSTICA DE NUESTRO AUTOR
* 33.- 4. EL SISTEMA FONOLÓGICO «CHINATO» EN LA CONCIENCIA DE NUESTRO AUTOR
* 34.- 5. PROBLEMAS DE FONÉTICA SINTÁCTICA
* 35.- 6. DEBILIDAD DE LA ANALOGÍA MORFOLÓGICA
V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)
* 36.- V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)
* 38.- 2. EL ESPAÑOL ULTRAMARINO DE LOS PUERTOS Y EL ESPAÑOL MERIDIONAL
VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA
* 39.- VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA
* 40.- 1. EL ESPAÑOL DE LOS PUERTOS DE AMÉRICA
* 41.- 2. EL DATO CANARIO: ESTRATOS VARIOS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO
* 42.- 3. CONSONANTES IMPLOSIVAS
* 44.- 5. LA -D- (< -T- LATINA)
* 45.- 6. LA OPOSICIÓN [L PALATAL] : [Y] Y EL YEÍSMO
* 47.- 8. LA DIPTONGACIÓN DE LOS HIATOS
VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS
* 49.- VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS
* 51.- 2. EL CONFLICTO ENTRE LA NORMA REGIONAL Y EL ESPAÑOL NORMATIVO
* 52.- 3. DOCUMENTACIÓN (ILUSTRATIVA DE LAS CUESTIONES TRATADAS)
* 54.- 5. EL CECEO: VARIANTES SISEANTES Y CICEANTES
* 56.- 7. YEÍSMO Y CONSERVACIÓN DE LL
* 57.- 8. CONSERVACIÓN Y PÉRDIDA DE -D-
* 58.- 9. VOCALIZACIÓN DE LA D EN EL GRUPO -DR-
* 59.- 10. ASPIRACIÓN Y CONSERVACIÓN DE -S IMPLOSIVA
* 60.- 11. DISTINCIÓN Y NEUTRALIZACIÓN DE -R, -L
* 61.- 12. LOS GRUPOS -RN-, -RL-: CONSERVACIÓN Y ASPIRACIÓN DE LA IMPLOSIVA
* 62.- 13. PÉRDIDA DE LA -R DEL INFINITIVO POR INFLUJO DEL CONTORNO
* 63.- 14. PÉRDIDA DE IMPLOSIVAS
* 64.- 15. RESULTADOS VARIOS DE -NH-, -LH- Y -RH-
* 66.- 17. HIATOS, CONVERTIDOS EN DIPTONGOS DECRECIENTES
* 67.- 18. HIATOS, CONVERTIDOS EN DIPTONGOS CRECIENTES
* 68.- 19. [W] > [GW] INICIAL, INTERVOCÁLICO Y TRAS R
* 69.- 20. GENERALIZACIÓN DEL PREFIJO ES-
* 70.- 21. VOCAL ANALÓGICA EN EL PRESENTE DE «HABER»
* 71.- 22. VOCAL ANALÓGICA EN LA PERSONA «NOSOTROS»
* 72.- 23. ACENTUACIÓN ANALÓGICA EN LA PERSONA «NOSOTROS» DEL SUBJUNTIVO
* 73.- 24. «NOS», MORFEMA DE LA PERSONA «NOSOTROS» EN EL VERBO
* 74.- 25. «LOSOTROS» (’NOSOTROS) Y «LOS» (’NOS’)
* 75.- 26. PÉRDIDA Y CONSERVACIÓN DE LA PERSONA «VOSOTROS»
* 76.- 27. INEXISTENCIA DE LEÍSMO Y LAÍSMO
* 77.- 28. EL POSESIVO DE TERCERA PERSONA
* 78.- 29. PERSISTENCIA DEL VERBO «HABER» (’TENER’)
* 79.- 30. «SER», AUXILIAR DE VERBOS TRANSITIVOS Y REFLEXIVOS. EL IMPERSONAL «HABER»
* 80.- 31. CONSTRUCCIONES ANÓMALAS CON «HABER» Y «SER», POR CRUCE DE FRASES
* 81.- 32. PASADO SIMPLE Y PASADO COMPUESTO
* 82.- 33. POSPOSICIÓN DEL PRONOMBRE ÁTONO
VIII. EL ESPAÑOL EN TENERIFE Y EN LA ROMANIA NOVA
* 83.- VIII. EL ESPAÑOL EN TENERIFE Y EN LA ROMANIA NOVA. PROBLEMAS METODOLÓGICOS
* 84.- 1. FRAGMENTACIÓN GEOGRÁFICA Y ESTRATIFICACIÓN SOCIO-CULTURAL
IX. EL «ALPI» Y LA ESTRUCTURACIÓN DIALECTAL DE LOS DOMINIOS LINGÜÍSTICOS DE LA IBERO-ROMANIA
* 90.- IX. EL «ALPI» Y LA ESTRUCTURACIÓN DIALECTAL DE LOS DOMINIOS LINGÜÍSTICOS DE LA IBERO-ROMANIA
* 92.- 2. LOS RINCONES DIALECTALES LEONÉS Y ARAGONÉS
* 93.- 3. EL DOMINIO LINGÜÍSTICO CASTELLANO
* 94.- 4. EL DOMINIO LINGÜÍSTICO CATALÁN
* 95.- 5. EL DOMINIO LINGÜÍSTICO GALLEGO-PORTUGUÉS
X . NUEVOS ENFOQUES DE LA FONOLOGÍA ESPAÑOLA
* 97.- X. NUEVOS ENFOQUES DE LA FONOLOGÍA ESPAÑOLA
* 99.- 2. DESCRIPCIÓN FONOLÓGICA DEL ESPAÑOL ACTUAL
* 100.- 3. FONOLOGÍA DIACRÓNICA DEL ESPAÑOL
* 101.- 4. APRECIACIONES FINALES
XI. CONFLICTO DE SISTEMAS EN EL MARCO DE UNA LENGUA NATURAL. UN PROBLEMA CENTRAL PARA LA ÍBERO-ROMANÍSTICA.
* 102.- 1. NECESIDAD DE LOS ESTUDIOS SOCIOLINGÜÍSTICOS
Diseño gráfico:
La Garduña Ilustrada
Imagen: Letra mayúscula Q del S/ XII, vía www.fromoldbooks.org
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