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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

85.- 2. FONÉTICA

85.- 2. FONÉTICA

 2.  FONÉTICA. VIII. EL ESPAÑOL EN TENERIFE Y EN LA ROMANIA NOVA.

      En el curso de los interrogatorios, Alvar transcribió fonéticamente todas las respuestas (según muestra el Vocabulario final)16; posteriormente, a partir de estas transcripciones, dedujo una «Fonética descriptiva» del español de Tenerife (pp. 15-47). Como ilustraciones complementarias recogió cuatro breves «Textos fonéticos» (pp. 102-107) y obtuvo 16 palatogramas (lám. IV-VII)17. La descripción no va acom­pañada de consideraciones históricas; pero a pie de página se insinúa una compara­ción con otros hablares mediante remisiones bibliográficas.

      Sobre las «Vocales» (§ 5-11) Alvar reúne un conjunto de interesantes observaciones 18; solamente echamos de menos un estudio detenido de la nasalización, que es sin duda el rasgo más singular del vocalismo canario 19.

      El capítulo dedicado a las «Consonantes» es más extenso (pp. 22-46): El § 12 se refiere fundamentalmente a la suerte de -d- castellana. Los § 13-16 están dedicados al fonema /h/ y sus varias realizaciones20; pero, incomprensiblemente, incluyen una referencia al «tratamiento de la F- latina» y a la «conservación» de esa F- en algunas voces21 (¡como si en Tenerife se hubiera hablado alguna vez latín!). Los problemas relacionados con las sibilantes reciben demorada atención (§ 17-28). En el § 29 se examina el tratamiento de -l, -r implosivas. En un breve párrafo (§ 30) se destaca el especial carácter de la ch tinerfeña22. La /y/, la // y el yeísmo se estudian con detenimiento (§ 31-32). Al hablar de la /n/ se alude a la nasalización, que «puede ser progresiva y regresiva y afectar tanto a vocales como a consonantes» (§ 33)23. Finalmente (§ 34-35), se anotan varios fenómenos fonéticos de carácter esporádico.

      Un último y brevísimo capítulo (pp. 46-47) reúne observaciones sobre la «Fonéti­ca sintáctica» 24.

      A mi modo de ver, los peligros que entraña el «método» aplicado por Alvar se manifiestan de forma muy patente en el estudio del consonantismo. El caso más llamativo es, sin duda, el del «seseo». Según Alvar: «El descono­cimiento de la dialectología canaria ha hecho generalizar la especie de su seseo. Existe, sin embargo, la θ, aunque su articulación no coincida total­mente con la castellana» (p. 34). «La s tinerfeña es predorsal convexa» (p. 26); en la z «el ápice de la lengua se apoya en la cara interna de los incisivos superiores, sin ocupar una posición tan avanzada como la de nuestra θ. Es, por tanto, una articulación bastante aproximada a alguna de las que se reco­gen en las provincias de Huelva, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Málaga y Almería, y que pudiéramos llamar post-interdental» (p. 34). Consecuentemente, Alvar separa en su estudio la z de la s, y, con base en los materiales reunidos, examina los resultados de las «voces que en su origen tuvieron z» (entiéndase: las voces que en castellano moderno tienen /θ/), contando de un lado los «casos de seseo» y de otro los que «conservan la z»; seguidamente, convierte los datos numéricos en proporciones relativas, e intenta hallar razones que justifiquen las diferencias que observa entre unas localidades y otras: el pre­dominio del «fonema» /θ/ en Esp. y Punta (que se caracterizan por la «aplas­tante superioridad de formas mantenidas»); el equilibrio propio de Puerto y Alcalá, y la mayor «difusión» del seseo en Lag. y Tag. Finalmente, afirma el «carácter urbano del seseo»: «Al parecer, hoy, las dos grandes ciudades del archipiélago (Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria) sesean y son centros de irradiación del proceso» (pp. 35-36); y llega incluso a resu­mir cartográficamente sus conclusiones en un mapa (núm. 3) sobre «Difusión del seseo» (lám. 11). Pero tan completo panorama no responde a la realidad: Pese a las estadísticas de Alvar, en Tenerife no existe un fonema /θ/ distinto del fonema /ş/. Existen, sí —y es mérito de Alvar el haber llamado la aten­ción sobre ello—, las variantes [ş] («ese predorsal») y «ce postdental»; pero una y otra, allí donde aparecen, se intercambian libremente, sin aten­ción a la «etimología» de la sibilante y sin oponerse una a otra con valor significativo. La variante siseosa [ş], que Alvar considera urbana, es la más común, no sólo en Santa Cruz y en la Laguna, sino también en todo el Norte25. La variante ciceosa alterna con la siseosa en boca de ciertos campesinos (posiblemente sólo entre varones)26 de las comarcas apartadas (Tag., El Sur); pero ninguno distingue entre s y z, pues lo mismo «cicean» ínco y poo, que acar y camía27. Interrogados nuevamente los mismos sujetos que Alvar utilizó para rellenar sus Cuestionarios, todos ellos resulta­ron ser tan confundidores como los demás28. Aunque el «ciceo» (la utiliza­ción de la variante , tanto en casos de s etimológica como en casos de z) se percibe inmediatamente en el curso de cualquier conversación, los Cuestiona­rios no informaron a Alvar de su existencia29, permitiéndole, en consecuen­cia, inferir una situación lingüística muy distinta de la real. Por otra parte, interesa notar que, al lado de [ş] y , surge alguna vez la variante [h]30.

      A diferencia de lo que ocurre con las sibilantes, donde la desfonologización es general y muy antigua31, el yeísmo está poco extendido y debe ser muy reciente en Tenerife. Creo que acierta Alvar, cuando afirma que el yeís­mo tiene su centro de irradiación en Santa Cruz, capital y puerto de la isla (§ 32). En cambio, me parece descaminado cuando intenta medir su penetración en el interior computando el número y la proporción de voces con ll  etimoló­gica que en las respuestas de cada localidad conservan la pronunciación late­ral o la cambian en [y]. Tales estadísticas, sobre las cuales se basa el mapa núm. 6 de Alvar, carecen de significación, toda vez que el número de ocu­rrencias de o [y] dependerá del número de voces con ll recogidas de boca de sujetos distinguidores o de boca de sujetos yeístas32. Puesto que la desfonologización, cuando ocurre, afecta a la totalidad de las voces pronunciadas por el hablante yeísta33, lo que interesaría determinar en cada localidad es la proporción de hablantes yeístas que en ella existe y la repartición social de los mismos. Naturalmente, el método empleado por Alvar no permite tales averiguaciones34.

      La dificultad de comprender el panorama dialectal isleño si se pierde de vista la coexistencia de niveles lingüísticos varios me parece claramente ilus­trada por la suerte de la /h/ castellana de los siglos XV-XVI (>Ø, en el español normativo moderno). Al igual que la Andalucía Occidental y que Extremadura, Canarias continuó pronunciando la /h/ cuando, a fines del s. XVI, Madrid y Toledo aceptaron como norma el dialectalismo castellano viejo de perder la aspiración35; y, como esas regiones meridionales, redujo a un solo fonema, realizado [h], la antigua /h/ y las antiguas /š/, /ž/ (> [x] en el español normativo moderno)36. Sin embargo, la regular conservación de la [h] procedente de /h/ sólo se da entre los «magos» de pronunciación más rústica, mientras los campesinos (incluso analfabetos), que habitan en los pueblos, tienden cada vez más a desterrar el uso de la [h], siempre que no corresponda a una j castellana (salvo en un contado número de palabras poco usadas fuera del campo o pertenecientes al habla familiar)37. El «trazar  la historia individual» de cada una de las «voces que han perdido la labioden­tal sorda y la aspirada faríngea», como quiere Alvar (§ 14), nada nos aclara­ría, pues no se trata de un fenómeno léxico, sino de la progresiva generaliza­ción de una «norma» de pronunciación, considerada más fina.

      Lo mismo ocurre con la -d- intervocálica. Alvar nota bien que «es gene­ral su conservación, incluso en la terminación -ado» (§ 12); pero reúne toda una serie de «casos de pérdida» y algunas ultracorrecciones. La aparente con­tradicción se esclarece si tenemos en cuenta la existencia de una vieja moda­lidad de español canario en que la pérdida era regular38 (la -d- sólo se con­servaba tras : cáida, tráido, etc.)39, modalidad arrinconada hoy por otra más fina, que restaura la -d- incluso en la terminación -ado. La nueva pro­nunciación ha logrado imponerse en Tenerife, no sólo en el habla burguesa, sino en la de buena parte de la población campesina (pese al muy general analfabetismo)40. Más arrinconada aún está la vocalización -dr- > [-r]41.

      También constituye una reacción «la repugnancia por la tendencia diptongadora de los hiatos acentuados» (fuera de la terminación -ear > [-ár]), repugnancia que Alvar (§11) considera general en el español de Tenerife41. La antigua tendencia a la diptongación 42 aún se manifiesta entre los hablantes más rústicos (tanto en los casos de diptongos crecientes: riál, biáta, piór, etc., como en los decrecientes: tráir, tráiba; cáido, cáida; róir, rúido; réiseh; paraí­so; Elóisa; Rafáela; atáud ’ataúd’)43 y ha dejado alguna reliquia en el habla de todos los tinerfeños (malpéi(h) «mal país»)44.

      Sin duda ninguna, los problemas más interesantes de la fonética del es­pañol canario se relacionan con la crisis general de las consonantes implosi­vas, característica del neo-español meridional y marítimo45. La organización «tradicional» de la Fonética, a que Alvar se atiene, no le permite considerar hermanadamente los múltiples fenómenos relacionados con esta gran crisis. El mejor estudiado (§ 18-25 y 28) es la aspiración de -s (-z): Ante consonante, la aspirada se tiñe de algunas de las características del entorno fónico46; seguida de b-, d-, g-, tiende a combinarse con la explosiva, pero sin llegar (salvo en -sg-) a la fusión completa, registrada en otras áreas de aspiración47. Final absoluta, la aspirada se mantiene. Las realizaciones sibilantes son extraordinarias48.

      A propósito de -r, -l implosivas, Alvar (§ 29) vuelve a sus cómputos estadísticos (con la secuela del correspondiente mapa, núm. 4), para tratar de precisar la frecuencia relativa de -r por -l, de -l por -r y de -l/r indistinta, comparados entre sí, en cada uno de los puntos de su encuesta. Una vez más, las estadísticas no me parecen bien concebidas: Ante todo habría que deter­minar la difusión y vigencia del fenómeno de la neutralización, distinguiendo entre sujetos que confunden y sujetos que no confunden, pues hay un estrato de tinerfeño conservador (coincidente con el que aflora en las islas menores) que mantiene -r y -l bien diferenciadas49. Después, entre los que neutralizan, habría que examinar la frecuencia de cada uno de los alófonos del archifonema en cada una de las posiciones posibles (final absoluta, interior ante tal o cual consonante), pues su realización está evidentemente condicionada por el entorno fónico50. A la lista de variantes recogidas por Alvar únase 51, registrada igualmente en otros hablares hispánicos.

      Con la relajación de las implosivas es preciso relacionar también la pro­nunciación velar de la -n (§ 331)52.

      La crisis de las consonantes implosivas, combinada con la aspiración y la nasalidad, crean un «estado fluido» en la fonética del español canario, comparable al de otras áreas hispánicas de consonantismo «relajado». Un caso típico de inestabilidad fonética nos lo ofrecen los grupos -nh-, -Ih-, -rh-53, cuyo tratamiento no ha atraído la atención de Alvar54. Junto a las pronunciaciones esperadas55, son también usuales (incluso entre hablantes leídos) las sonorizaciones de -nh- en [ŋɦ] y aún en [ŋg-] (móngah, ánguel, falángue, narángah, berenguéna, lisonguéra), que ocasionalmente pueden desnasalizarse en [-rg-] (sargón ’zanjón’); pero el habla popular tiende a la pérdida de la implosiva, lo mismo en -nh- (ahelíto, berehéna, narahéro, sáha, sahóneh, ihénioh, lóha, ehcohurárlah, faláhe, ehámbre, Sahuán, Dohosé) que en -Ih- (elahíbe ’el aljibe’, ehudío ’el judío’), que en -rh- (víhen, latahéa ’la atarjea’, sahénto), o a la metátesis y fusión de las dos consonantes en una geminada más o menos aspirada, tanto en -nh- (móhna ~ ɦna, lóhna ~ɦna, narãɦna, sáhna ~ sãɦna ~ sárhna, sãɦnõn, ãɦnelíto, falãɦne, lisõɦnéra, ehnilláda, eɦnãlmo ~ eɦnãmbro ’enjalmo’, ehnãmbre, nnabonár, nnnerál ’en general’, ũɦnárro ’un jarro’, uhnóyo ’un hoyo’, ũɦnállo ’un hall(az-g)o’, Dohnosé), como en -Ih- (ahlíbe, elallíbe, unallíbe, ehlabón ~ ellabón ’el jabón’, ellárro, ehlího ’el hijo’), o en -rh- (bíhne ~ hnɦe), y esta geminada puede simplificarse (enabonár, enérto, unárro ’un jarro’; elárro, elúgo) o en­gendrar una resonancia prosódica (enhũto ~ ɦnũnto ~ nnũnta ’enjuto, -a’, nbãnhélio, ũɦnãhel; ellallíbe ~ ellahlíbe ~ elhallíbe, unhallíbe)56. Por otra parte, en los grupos -hn-, -hm-, -hl-, creados por la aspiración de la -s (-z), la aspirada puede sonorizarse en [ɦ] y teñirse de la lateralidad o nasalidad de la consonante siguiente, con tendencia a engendrar una especie de geminada (lɦna, rebũɦno, pɦnégro, tíɦnne; míhmo ~ ɦmmo, la ɦmmóhcah; múhlo ~ hlo ~ llo), o puede hacerse explosiva absorbiendo a la n- o /- siguientes (eɦũncár, junto a eɦnũnca(r) ’desnucar’, lihabõn, junto a sih- ~ dihlabõn ’el eslabón’; etc.)57. Finalmente, los grupos -rn-, -rl-58 oscilan entre pronuncia­ciones con -r ápico-palatal, más o menos asimilada a la consonante siguiente (sernnícalo ~ sennícalo ~ senícalo; mellúsa), y la aspiración de la implosiva (chéhne, cáhne; míhlo, Cáhloh); como en otros casos, la nasalidad de la n-puede combinarse con la aspirada (cuadéɦna) y hasta extenderse a las sílabas anteriores (sanĩhno ’salimos’, varios sujetos)59. La confluencia de todos estos grupos en este haz de realizaciones tan varias explica la fluida conformación de otras voces; por ejemplo; sanguihuéla ~ sanguihéla ~ sanhihuéla ~ sahigüéla ~ saguihuéla ~ sagüiguéla ~ saguigüéla ~ sinhuéla; perehíl ~ pereɦíl ~ pereguíl ~ perhnil; tróha ~ trõnha; múho ~ mũ:ho ~ mũhõ; meɦõn ~ mɦõn; põɦlo ~pólo ’ponlo’; dɦla ~ déhla; thla; sensílla ~ senhílla60.

      Aunque las implosivas no han llegado a debilitarse en Tenerife tanto como en Gran Canaria61, es evidente que ya está iniciada la tendencia a la neutralización, manifestada por las confusiones62 y por la ocasional apari­ción de las realizaciones «casi cero», en que la consonante implosiva sólo denota su presencia a través de las modificaciones que provoca en el entorno fónico63.

      La suerte de las implosivas cuando, por enlace sintáctico, quedan inter­vocálicas merecería un estudio detenido. Sobre el archifonema representante de las líquidas nos faltan datos precisos64. Respecto a -n creo posible afirmar que la norma es aún la pronunicación alveolar explosiva (e-no-tro, co-nél, ú-na-ní-llo, etc.), sin que el alófono velar sirva como marca de «sutura abier­ta»65; pero existe ya la tendencia a conservar la velaridad (según patentizan grafías de iliteratos como «engel» ’en el’, Realejo Bajo)66. En el caso de -s, lo más general es ya la pronunciación aspirada explosiva (a-qué-lé-hó-tro, lo-hói-go, ú-no-hin-di-bí-duoh-, nó-ha-bráh-bíh-to, má-ha-tráh-, lo-har-má-rioh, etc.); la restauración de la sibilante sólo es frecuente en casos de disimi­lación respecto a otra aspirada inmediata (ú-no-só-hoh, pri-mé-ro-sí-hoh, la-síh-lah, má-lo-sá-ñoh, bué-na-sá-guah, nó-sá-breh, lo-sár-bo-leh, lo-sú-ti-leh-de-tra-bá-ho, etc.)67.

      A fin de completar el estudio de las implosivas, es preciso considerar las pronunciaciones populares, semi-cultas y cultas de los grupos de consonantes no tradicionales68. Alvar no se ocupa de estos grupos.

Diego Catalán. El español. Orígenes de su diversidad (1989)

NOTAS

16 Sin embargo, encuentro indicios de que la transcripción «de campo» no era tan detallada como la «de gabinete» (que prevaleció a la hora de imprimir el libro): Cuando un mismo dato se cita varias veces, el detalle de las transcripciones no coincide. Sirva de ejemplo «desnucar»: ehuncar (Tag.) figura con cuatro transcripciones diferentes, en § 54, 121, 252 y 333 (con modifica­ciones varias en la e, la h, la u y la a); ehnunca(r) (Lag.) con dos transcripciones, en § 252 y en 333 y 342; y ehnuncá (Alc.) con tres, en § 332, 562 y en el índice. Otro ejemplo: «mejor», mehón (Alc.) ofrece tres distintas transcripciones, en § 81, 332 y 523. Etc.

17 Por un grave descuido, el sujeto utilizado para los palatogramas fue, según me consta, un colaborador de Alvar, Tenerife [Sebastián Sosa Barroso] natural de Agaete (Gran Canaria), cuya pronunciación, típicamente «canaria», no es representativa del español hablado en Tenerife.

18 Observa el alargamiento de las acentuadas; la cerrazón de o y e seguidas de nasal y finales absolutas; la apertura de e, i, o, u en contacto con [h], o trabadas por [-h~ -s], por [-(r)] o por [-], y la velarización de a en estas mismas condiciones. Finalmente, examina el «encuentro de vocales». Personalmente, he registrado en el habla de algunos pagos de El Sur de Tenerife un grado extremo de cerrazón de -o (La Zarza, un viejo: el múru; un joven: borrállu, bínu, áñu, etc.; en ambos contrastando con -ao<-ado), igual al que se observa en La Gomera. En Tenerife la -o final de las voces esdrújulas es tan relajada que suele ensordecerse (sernícal, rában; en la Gomera llega a perderse: sahnícal, orégan, túban, huércan). A mi parecer, la a «abierta» de Tenerife no es velar, sino palatal (en el caso de [a] lo confirman pronunciaciones como El Bi-~ El Beiladero «El Bailadero», réiseh «raíces», malpéih «mal país»); creo que Alvar se dejó sugestionar aquí por Navarro Tomás (RFH, 1, 1939, 165-167) y sus discípulos (Rodríguez Caste­llano, «Cabra», 398), quienes interpretaron la correspondiente a andaluza como «velar»; pero el carácter «palatal» de la a «abierta» y «larga» del andaluz fue puesto de manifiesto por D. Alon­so, A. Zamora y M. J. Canellada («Vocales and.», 209-230) y ha sido aceptado incluso por G. Salvador «Cúllar-Baza» (172-175) y el propio Alvar (Nuevos atlas, 20, n. 24); la evolución de esta [ä:] > [ę:], en algunos lugares (D. Alonso, And. e), constituye una prueba definitiva de la palatalidad.

19 Según Alvar, Tenerife, reconoce en otro lugar (§ 332): «La nasalidad es un rasgo que afecta intensamente a las hablas de Tenerife y Gran Canaria, por lo menos».

20 Alvar, Tenerife, habla de «fonemas», en plural («el fonema más repetido es h [...]; el menos frecuente es hx»), aunque se trata simplemente de realizaciones fonéticas varias de un único fonema. La más común es la «aspirada laríngea sorda»; la correspondiente «sonora» pare­ce haberla registrado Alvar tan sólo en contacto con consonante sonora, pero me consta su existencia en posición inicial e intervocálica (Catalán «Canarias, § 4.1; cfr. en Alvar, Tenerife, guiérra «hierra» ’esquila’); la «velar» [hx] (recogida por Alvar en 5 voces) más me parece «imita­ción del castellano» (empleado por el encuestador) que «variante momentánea». Sobre la aspira­ción nasal, véase adelante. Las restantes realizaciones no son variantes libres, sino condicionadas por el entorno.

21 Se trata de portuguesismos con f-, cuya importación nada tiene de fenómeno fonético.

22 Mis observaciones (Catalán, «Canario», [§ 7]) coinciden con las de Alvar, Tenerife en todo. Es muy retrasada (medio o postpalatal), ampliamente «mojada» y con predominio de la oclusión sobre la fricación (lo cual no autoriza, claro está, a calificar de «oclusivo» a «su segundo elemen­to»); idéntica, al parecer, a la ch adherente del Caribe (cfr. Navarro Tomás, Puert., 95-98 y palatogramas; Navarro Tomás «Dominic», 425; Canfield, 92 y mapa VIII); en cambio la ch «oclusiva» murciana debe ser distinta (García Cotorruelo, 77-82 y palatogramas). En Tenerife se oyen dos variantes principales, la una más «mojada» y oclusiva que la otra.

23 La nasalización está en general condicionada por la coexistencia de consonantes nasales y aspiradas. Otros casos son más raros: Alvar, Tenerife ha anotado pũlmõŋ, nũnca ’nunca’ fũnsíl, ansīŋ; añádanse los más curiosos: buélmamoh ’volvamos’, tenérna ’tenerla’.

24 Alvar, Tenerife trata sumariamente de la división silábica (§ 37; cfr. adelante, p. 17-18); de la pérdida de la preposición de (§ 38; la cual alterna con el uso de e: p. ej., el sujeto de Alvar en Lag. pronunció en 1960 caña míllo, fahína e míllo, léña e chócho), y del infinitivo con pronom­bre enclítico (§ 39; véase Steffen, «Rec», 83, y las precisiones que doy en Catalán, «Canarias», 11-11.3, sobre la conservación de los arcaísmos [-m-] < -rm-, [-ş-] < -rs-, [-l-]< -rl-, junto a las formas con -r mantenida o asimilada, -rn- > [-nn-~-hn-], -rl- > [-ll- ~ -hl-] y casos especiales como tenérna, con [-rn-]). Sería oportuno tratar aquí del imperativo con pronombre enclítico, comentando las formas: [-mẽŋ~-nmẽŋ~-rme] por «-nme» (démen, cóhamenloh, trahéronmen, mantérmelá), [-sẽŋ ~ nsẽŋ] por «-nse»  (siéntesen, agárresen, compráronsen), [-lẽŋ ~ ɦle ~ ɦle] por «-nle» (délen, dhle ~ déhle), [-lla ~ - ɦla] por «-nla» (mantélla, thla), [~ -  ɦlo ~lo] por «-nlo» (põɦ~ pólo). También interesaría examinar la tendencia a la pérdida de la -r del infinitivo ante la l- del artículo, y de la -s > [-h] en los adjuntos del sustantivo (cfr. nuestra n. 63).

25 De ahí que Steffen, «Rec» afirme: «Tengo que confesar que no he oído nunca θ a no ser en personas ceceosas, para quienes s y z = θ», y que hasta llegue a dudar de la espontaneidad de las abundantes [θ] registradas por Alvar en las varias localidades. En Catalán, «Canarias» § 3. 2-3.23, estudio detenidamente la situación (el ciceo falta incluso en los apartados pagos, pertenenecientes a Santa Cruz, de Chamorga, La Cumbrilla y Las Bodegas, enriscados en la punta de Anaga).

26 En las localidades en que abunda el ciceo, no lo he oído en boca de mujeres.

27 En Tag. un mismo sujeto decía: camísa y camíθa, éθo, resentína; otro: dúrθe, bonánθa, Aθío, rahóθo, inoθidable, etc.; otro: θérco, carniθéra, θe me paθó, aθí, θeñór, camísa, casál, dúrse, beserríto, etc. En Alc. un informante: θúba, rabióθo, más allá, haθío, lináθa, embarcaθión, etc.; otro seθína, θínco, polbaséra, etc.; otro: ponθílla, cabesón, etc. Más datos y preci­siones en Catalán, «Canarias», § 3. 21-3. 22. En Fasnia (junto a un viejo que siseaba siempre: Sársa, Sabína Álta, Sombréra, serbísio, dehtrosaór, trása, nasído, etc.) un hombre maduro ciceaba siempre: La θárθa, peáθo, diθen, pertenéθe, «abía que tumbar úna caθa», «θe an deháo de trabahár en ella», «éθah θón θepratíhtah», «dieθiθéiθ de agohto», trompiéθa, «θi θe dió o nó θe dió», θi, éθe, «buénah bonánθa», bautiθáo, «cataquí como paθó éθto», aθí. En La Zarza, un viejo: «θín venír», guisáo (frente a un joven siseante).

28 En Lag., donde el siseo es general, visité en 1960 (acompañado de tres alumnos isleños y de un aparato de cinta magnetofónica) al sujeto (Emilio Pérez González) interrogado por Alvar, con el fin de hallar una explicación al 22% de z conservada, que Alvar consigna. En una conver­sación, que duró horas, empleó siempre «ese dental», incluso en las palabras que Alvar, Tenerife transcribe con [θ] o signos compuestos de [θ]: sarséro («páharo sarséro, sirban ún poco, nó son páharoh de mérito»), alcansíleh,  só!, mansanéro, sirgüélah, sarsíllo, carsón, gallinása, sénimo, arcansía, asebén, asemíte, sera, ehcálso (y no dehcárθo ~ dehcárso, Alvar, Tenerife, con des-o­culto). En Tag., donde el ciceo abunda, abordé nuevamente, en abril de 1960 (acompañado de un grupo de alumnos), a varios de los sujetos de Alvar y ninguno distinguía a la castellana: Mientras Ambrosio Núñez siseaba con regularidad, Julián Izquierdo González (el «principal colaborador» de Alvar) tendía al ciceo: aθurcár, aθóma, «θé lo cóme el ganádo», θón, loθ animáleh, «de por θi», θurθír, θarθíllo, póθo, coθída, junto a queso, cabésa, pesúño, ehquisiadéra. Doy más detalles en Catalán, «Canarias», [149] y § 3. 2, 3. 21.

29 Alvar, Tenerife declara (§ 274): «El fenómeno inverso, ceceo, es muy escaso. He recogido [θjete] (Punta) y [θó] (Lag.), formas que me hacen pensar en variantes momentáneas y no en tratamiento afincado».

30 Ejemplos: «A cáha María» (Guía de Isora, ¿por cruce entre «a cáh María» y «a cása e María»?), pehéta (alternando con peséta, varios sujetos rurales de Guía de Isora), ahéite (Tejina de Guía, una maga), senhílla (Masca, un mago), nohótroh, heñoríta (Santa Cruz, una niña burguesa), Catalán, «Canarias», § 82.

31 Remonta a los tiempos mismos de la colonización de Tenerife, según señalo en Catalán, «Esp. atl.», [124], basándome en el examen del manuscrito original de las primeras Actas del Cabildo de Tenerife, que ofrecen desde un principio notables cacografías.

32 Recuérdese que Alvar utilizó sujetos varios para completar los Cuestionarios.

33 A menos que trate de disfrazar su pronunciación habitual.

34 En mis estudios he precisado bastante más la difusión geográfica y social del yeísmo en Tenerife: Todas las clases sociales de Santa Cruz son yeístas; en La Laguna sólo mantienen la /l / los sujetos de pronunciación más conservadora. En el interior de la isla parece haber pene­trado el yeísmo en La Punta, pueblo de pescadores y de veraneantes perteneciente a La Laguna. Todo el campo y localidades semi-urbanas del interior conservan la /l/ (Catalán, «Canario», [§ 6] y, sobre todo, Catalán, «Canarias», [150-151] y § 5.5-5.23; puedo ahora confirmar la persistencia de la /l/ en Fasnia, en boca de un hombre maduro: en La Zarza, según las respuestas de un viejo y un joven, y en Vilaflor). Sobre el yeísmo en España y América cfr. ALPI mapas núm. 29, 37, 58; A. Alonso Temas hisp., 196-262; Lapesa Hist. Leng.5, 320-321; Lapesa, «El Andaluz», 178-179; Canfield, 69-70, 85-87 y mapa V.

35 Cfr. Menéndez Pidal, «Sevilla frente a Madrid», 99-104; Lapesa, Hist. Leng.5, 246.

36 Cuervo, «Disq. Ortogr.», 240-255; Menéndez Pidal, «Sevilla frente a Madrid», 137-138; Lapesa. Hist. Leng.5, 247-248; Lapesa, «El Andaluz», 174, 181-182; Catalán, «Canario», [138-139]. En Gran Canaria al menos, la desfonologización de /h/ : /x,j/ es muy temprana, si son seguras las cacografías que cito en Catalán, «Canarias» § 4.12 («gijo» ’hijo’, 1507; «giso» ’hizo’, 1534; «xecho»,1550; «jaga», 1565, «jallo», 1580). Sobre la geografía de [h] < /h/ y /x, j/ cfr. Espinosa y Rodríguez-Castellano, «La aspiración»; Cuervo, «Cast, pop.», 1407-1413; Canfield, 81-82 y mapa III (sin duda, demasiado generalizador); Boyd-Bowman, «Ecuad.», 229 y Boyd-Bowman, Guanaj., § 42 y 45; Navarro Tomás, Puert., 61-67; etc.

37 Como harnéro, háse ’haz’, hóse ’hoz’, sahorí(l), retahíla, hedentína, ahumádo, mohóso, «hálate de ahí», «nó téngo ni una híla», etc. Estudio detenidamente la cuestión en Catalán, «Canario», [138] y Catalán, «Canarias», [149] y § 4.2-4.26. La pérdida de la [h] correspondiente a j es excepcional (Catalán, «Canarias», § 4.11); los tres ejemplos reunidos por Alvar, Tenerife (enérto, -ar y uhtíllo) reflejan el especial tratamiento del grupo -nh- a que luego aludiremos (en el tercer caso: * un uhtíllo). De las dos «aspiraciones no etimológicas» citadas por Alvar, Tenerife (§ 16) médio hermano (Alc.) es rechazable, pues debe ser el plural «medios hermanos», con [h] procedente de -s.

38 Es la situación que prevalece en las islas menores, como Lanzarote y La Gomera (Cata­lán, «Canarias» § 6.3 y 6.6); en Tenerife aún es dominante en los pagos de la Punta de Anaga pertenecientes a Santa Cruz (Catalán, «Canarias», § 6.12) y en el Sur (a los datos aducidos en «Canarias», § 6.11, añádanse: En Fasnia, un viejo: «roío de ratóneh; fuérte animál dehtrosaór, nó déhan ná», panaeríah, tullío, «ehtá engreío», «enhillaíto ehtá», desarrolláo, «la tráho tóa», «¿por qué nó áh venío priméro?», «ehtábamoh echándo ún partió a la baráha», ehtudiáo, «yó sóy criáo aquí» (junto a «yó sóy nasído aquí», «todavía nó» y «me dí úna cáida»); un hombre madu­ro: deháo, peázo, bautizáo, empleáo, abrigáo, desauciáo, «el múndo», ehnilláo, comía ’comi­da’; una mujer: «ehtá metío déntro el mar», láo. En La Zarza, un viejo: «án venío», tó, guisáo, «la púnta el múru»; un joven: resultáo, la comía, variáo, mahurár ’madurar’, «ótra camá» (de hijos), «se á secao tó», La Paré Ochóa, «cásah saltiáh» ’... salteadas’; una mujer: marío). Sobre la extensión de la pérdida de -d- en España y América véase: ALPI, mapas núm. 7, 22, 39, 63, 66; Menéndez Pidal, «Sevilla frente a Madrid», 139-156; Cuervo, «Cast, pop.», 1397-1402; Navarro Tomás, Puert., 59-60; Henríquez Ureña, S. Dom., 145-146; van Wijk, 68-98; Flórez, Bogotá, § 58-58.2; Robe, Pan., § 12.2-12.5; Boyd-Bowman, «Ecuad.», 230-231.

39 En La Gomera: cúida, cáidu, ráidu, -déro, ehbáidu, cantáidi ’cantad’, coméidi. En Lanzarote: cáidoh (frente a caío, recaía, traío, etc). En el Sur de Tenerife: cáida, -as, tráido. Véase Catalán, «Canarias», § 6. 7 (cfr. déudas en ALPI, núm. 67).

40 Catalán, «Canario», [§ 5.1]; Catalán «Canarias», [148] y § 6.1. Al área Norte se une, creo, Vilaflor (a través de la carretera de la cumbre): bóda, «án comprádo», «tódo lo án cam­biádo, entendída», «éh abrigádo» (con -d- relajada). Naturalmente, la antigua pronunicación aún contiende con la nueva en las zonas que han restaurado la -d-; ello explica que incluso en El Norte, donde la población campesina pronuncia con toda naturalidad la -d- (hasta en -ádo), ocurran ultracorrecciones. En América, la -d- se conserva en todas las areas «interiores» (vaci­lando sólo -ádo) y se pierde en las zonas de habla «costeña»; pero, en el área circuncaribe la restauración de la -d-, incluso en -ádo, es normal en el habla culta (Henríquez Ureña, S. Dom., 139; Navarro Tomás, Puert., 59-60; Menéndez Pidal, «Sevilla frente a Madrid», 146-147; tam­bién en Argentina se ha repuesto la -d- de -ádo: Rosenblat, Leng. y cult., 23).

41 Considerada como general por los manuales (García de Diego, 311: poirío, -ir, páire, máire; Zamora Vicente, 277); pero sólo se mantiene con vitalidad en las islas menores (Catalán, «Canario», [§ 5.2]; Catalán, «Canarias», § 7), habiendo dejado alguna reliquia en Gran Canaria y Tenerife (compaire). También está decayendo en España y América. Cfr. Schuchardt, «Cantes», 317; Salvador, «Cúllar-Baza», 220; Krüger, § 425-427; ALPI, mapa 55 (puntos 364 y 367); Cuervo «Cast, pop.», 1388-1389; Flórez, Bogotá, § 62.1-62.2 y 146; Lenz, «Chile», 109-110; Henríquez Ureña, S. Dom., 146, n. 1; Navarro Tomás, Puert., 60-61; etc.

42 La única excepción sería máih (Alc.), que Alvar, Tenerife, explica como «importación reciente» (frente al local míllo). En Catalán, «Canario», [143], afirmé ya, con más exactitud: «Frente a la vieja tendencia diptongadora, se ha impuesto en general por todas las regiones no arcaizantes del archipiélago, igual que en el Caribe, la reposición de los hiatos». Sobre la difu­sión de una y otra tendencia en el mundo hispánico, cfr. A. Alonso, «Problemas», 317-345; sobre la reposición de los hiatos en el área circuncaribe y costas del Pacífico, cfr. Navarro Tomás, Puert., 55-58; Boyd-Bowman, «Ecuad.», 232.

43 A los ejemplos que cito en Catalán, «Canarias», § 15.1-15.22, únanse de Fasnia, un viejo: «anteh: tráiba», tráibamoh, «se trá», (desahúsia), me di úna cáida», pero «¿te caíhte?», tienen que hoír», tráih (con hiato); un hombre maduro: traíamoh, desauciáo, ruír, roéndo.

44 Alvar, Tenerife recoge en el Vocabulario la voz malpéih, pero no la aduce al estudiar los hiatos.

45 Acerca de la extensión geográfica de la debilitación de las implosivas (-s, -z, -r, -I, -n) y sobre resultados análogos a los canarios en otras regiones de habla española, cfr. Catalán, «Ca­nario», [130-138]; Menéndez Pidal, «Sevilla frente a Madrid», 135-156; Lapesa, Hist. Leng.5, 321-324 y Lapesa, «El Andaluz», 179-181; Cuervo, «Cast, pop.», 1.375-1.377, 1388, 1402-14Ö7, 1413-1418; Canfield, 70, 72, 83-85 y mapas IV y VI (este necesita ser enmendado); ALPI, mapas 11, 15, 17, 19-21, 24, 31, 36, 37, 39, 41, 51-54, 61, 65-67, 70, 72, 74; A. Alonso, Temas hisp., 263-331; Alvar, «Hablas merid.»; Vásquez; Matluck, «Fon. fin.»; D. Alonso, «Vocales and.», 225-229; Alther, § 25, 27, 33, 61; Schuchardt, «Cantes»; Wulff, «Un chapitre», 250-255; Rodríguez-Castellano, «Cabra», 408-410, 578-581, 586-592, 595; Salvador «Cúllar-Baza», § 26, 28, 32, 48-54; García Cotorruelo, § 15, 16, 18, 20; Krüger, § 277-288, 376-413; Espinosa Jr., Arc, 157-160; Navarro Tomás, Puert., 71-74, 76-88, 101; van Wijk, 57-63, 84-86, 89-96; Flórez, Bogo­tá, 189-198, 200-208, 216-219, 222-229, 231-232; Robe, «-l y -r Pan.» y Robe, Pan. § 18 2-18.3. 2; 20.1. 4-20.2, 22.1.3-23.0, 26.1.5; Boyd-Bowman, «Ecuad.», 226-228; [Becerra, Cartag. Ind.] etc.

46 En un primer grado de asimilación la [-h] tiende a nasalizarse (ante nasal), dentalizarse (ante dental) y también (aunque Alvar, Tenerife no lo advierte) a labializarse, palatalizarse, velarizarse (según el contorno). De aquí se pasa a la pérdida de la aspirada, que Alvar, Tenerife registra ocasionalmente. Mi impresión es que en tal caso la consonante siguiente suele resultar modificada salvo ante [h-, f-, s-] (Catalán, «Canario», [132-133]).

47 A los casos de [-hg->-h-] citados por Alvar, Tenerife únanse: ráho ’rasgo’, raháda, pahuáte, huhádo, arriehárse (ocasionalmente con sonora: paguáte, múgo). No es cierto que b-, d- tras aspiración permanezcan «sin alterar»: la d en «las dos» es en Tenerife más interdental y rehilante (aspirada) que en «lado»; en «las vacas» los labios se aproximan menos que en «la vaca» (en cambio en Las Palmas la aspirada se reduce a una oclusión glotal y la b- y la d- resultan oclusi­vas, como si fueran precedidas de nasal), Catalán, «Canario», [132-133].

48 Alvar, Tenerife afirma (§ 18) que nunca aparece la -s final absoluta. A mi parecer «la [ṣ] surge, no sólo en el habla cuidada de la oratoria, sino conversacionalmente siempre que se entrecomilla o subraya una palabra» (Catalán, «Canario», [132]). En Tenerife no he hallado restos tan claros de una antigua pronuniciación popular de -s como los que se encuentran en los pagos más aislados de La Gomera y entre los herreños (Catalán, «Canarias», 241 y § 8. 3-8. 32); pero es posible que se hallen: un campesino de Buenavista (entrevistado en Masca) pronunciaba la -s (mientras en Guía de Isora sólo la pronuncia el Secretario del Ayuntamiento!).

49 En medios rurales de las islas menores (al menos en Lanzarote y La Gomera) no se halla difundida la neutralización (existen sólo disimilaciones como arbañíl, arcálde, arquilár, cormíllo, delantár, etc.; igual que en las áreas hispánicas que no neutralizan); la confusión de -r, -l es ciudadana, de los puertos (Arrecife, San Sebastián). En Tenerife (como en Gran Canaria) el fenómeno está mucho más extendido; pero creo que en El Norte y en Tag. contiende con una arraigada tradición distinguidora: Son numerosos los sujetos campesinos (normalmente analfa­betos) que no confunden, o que confunden muy rara vez, pronunciando [-l] y [-r~ ṝ  ] plenas (frente a las realizaciones relajadas de las implosivas finales que acompañan a la tendencia neutralizadora). Las formas con -re (lambére, segáre, calóre, teláre, etc), son, como Alvar, Tene­rife señala, muy características del aislado rincón constituido por Tag. y aldeas vecinas (Taborno, Las Carboneras, etc.); pero no exclusivas de esa punta NE (según cree Alvar, Tenerife, mapa 5), pues he oído un «tiene que faltáre» en Masca, en el extremo NO de la isla (por lo demás, las formas en -re abundan en islas más conservadoras como La Gomera y la Palma). Véase la documentación reunida por mí en Catalán, «Canarias». § 9.1-9.6, y las consideraciones que allí hago en la p. [ 151] y en Catalán, «Canario», [134-135], sobre la difusión geográfica y social de la neutralización (añádase en Fasnia, un viejo: el pinal, frente a bastantes voces con -r final correc­ta y cualquiera; un hombre maduro: «el pinál tiene el ehcobón», frente a varios infinitivos con -r. En La Zarza, un viejo: calól, «cin venír», «el múru»; un joven: mahurár, resultáo). Sería de desear una investigación sistemática.

50 Al clarísimo predominio de -l en posición final absoluta, corresponde una preferencia por -r en interior (ante s-, k-, etc.). Desde luego (contra el criterio de Alvar, Tenerife), en las estadís­ticas comparativas de las varias realizaciones del archifonema, habría que incorporar las pro­nunciaciones en apariencia «correctas» (-r por -r, -l por -l).

51 Pérez Vidal, «Aportación», 89, cita ei marinero, ei cueipo, y comenta «en Canarias parece circunscrito este fenómeno al habla de gente de mar». En Tenerife, tengo noticias de su vigencia entre pescadores de El Puerto y La Punta y ejemplos de un mendigo de Santa Cruz (Cáimen, aigo, -ito), Catalán, «Canarias», § 9. 6. Creo que se llega a esta vocal desde las pronunciaciones con oclusión glotal: pué’ta (Catalán, «Canarias», § 9. 17). Otro alófono del archifonema es [h~cero] (con modificación de la vocal precedente); Pérez Vidal, «Aportación», cita mehoh, dormih; véase nuestra nota 63.

52  Catalán, «Canario», [137-138].

53  Catalán, «Canario», [136-137], y Catalán, «Canarias», 242-243 y § 13-13.5. A los abundan­tes datos allí reunidos, añado ahora: Fasnia, un viejo: «enhillaíto, ehtá», «ehnillaíto, se acohtúmbra máh» (a decir), ehnámbre ~ ehámbre, tarhéa; un hombre maduro: ehnilláo, «eláble blan­co, como la piédra pózma éza», «eláble éce» (mientras que sin artículo decía: «háble blanco»); La Zarza, un joven: narahéra, allíbe o al’íbe; Vilaflor: eláble, «ése ehláble» (un mismo sujeto); La Laguna: eléfe ’el jefe’. Salvo el caso particular de «virgen» (que en and., portorr., dominic, etc. presenta múltiples realizaciones análogas en todo a las canarias; cfr. ALEA mapas 7 y 238; D. Alonso, «Vocales and.», 226 y 229; Navarro Tomás, Puert., mapa 21 y Navarro Tomás, «Domi­nic», 423; Henríquez Ureña, S. Dom., 148; etc.), estos grupos no han sido bien estudiados en otras áreas con [h]. Así y todo, cfr. Lapesa, Hist. Leng.5, 324 (para and. malãhe ~ maláhe «mal ángel»); Alvar, «Hablas mer.», n. 143 (para la pérdida de -n en and. «naranja», «berenjena», «sanguijuela»); ALEA, mapas 178 (punto Ma-202), 245 (punto J-503), 234 y 235 (para enárma «enjalma», tahéa «tarjea», alfáhe ~ alfáĥe ~ alfánhe ~ arfãhe ~ afãɦe ~ afãhe, etc. «alfarje»); Na­varro Tomás, Puert., 102 (para portorr. «ángel», «un juego», «tan joven», «San Juan» con [h+tilde]); Flórez, Bogotá, 84 (para angen, injiertar con h nasalizada, en la costa Colombiana) [Becerra, Cartag. Ind., 144-146 (para naránjɦa ~ naránga; Saŋhuán ~ Sãhuán ~ Sãuán ~ Sauan; biŋheŋ ~ bíh ~ bíhe)].

54 Los ejemplos sueltos que los Cuestionarios le proporcionaban eran demasiado caóticos para comprender el fenómeno: mõnɦa (Tag.), 81 y 332; nhálmo (Ale), Vocab.; enhilár (Alc.), Vocab.; inhúlioh, n. 83 y Vocab.; San ɦuãn ~ San ɦuán ~ Suãn ɦuáŋ, § 57 y Vocab.; eɦnámbre (Lag.), § 336; «esnillada» eɦniyáda (Lag.), § 1335 y Vocab.; berehéna, narahéro (Lag.), § 33.5, los-abahélio (Lag.), Vocab.; enérto, -ár (Lag.), § 154; atahé:a, Vocab.; ɦnɦen, (Lag.), § 298 y 332. Ya Pérez Vidal, «Aportación», 89, había anotado las formas «naraja», «berejena». En 1960, interrogado por mí el sujeto «lagunero» de Alvar, dijo: narahéro, sáha, sahón, ’zanjón’, berehéna, ihénioh, ehámbre, enabonár, unárro ’un jarro’ ahlíbe, ehlabón ’el jabón’, elárro, elúgo ’el jugo’, tahéa.

55 mõnhah ~ mõah, narãnhéro ~ narãhéro, sanhõn; (un) alhíbe ~ (el) arhíbe, el habõn, tarhéa, bírhen ~ bílhen ~ birh, etc.

56 El grado más avanzado de la evolución es, claramente, la pérdida de la implosiva: sólo es frecuente en interior de palabra y en boca de auténticos «magos». La metátesis y la asimilación de la aspirada a la consonante implosiva revelan una mayor conciencia del grupo: ocurren co­munmente en los enlaces sintácticos (incluido el caso límite del prefijo o pseudoprefijo en- + h-) y se extienden al interior de palabra siempre que un hablante rehuye el ser clasificado lingüísti­camente como «mago». Sobre La Gomera, La Palma y Lanzarote, véase Catalán, «Canarias», § 13.1-13.13.

57 A los ejemplos de Alvar, Tenerife (§ 251, 332-3), uno otros de mis materiales.

58 Cfr. A. Alonso, Temas hisp., 316-322; Cuervo, «Cast, pop.», 1417; Rodríguez-Castellano, «Cabra», 587-588 y RFE 24, 1937, 228; D. Alonso, «Vocales and.», 228-229; ALEA, mapas 85, 72; García Cotorruelo, 65-66; Navarro Tomás, Puert., 86-88 y mapas 19 y 20; Robe, Pan., § 18. 2.1., 20.1.6-20.1.7; van Wijk, 95-96; Flórez, Bogotá § 97.1, 97.4, 97.8, 97.9; Wulff, «Un chapitre», 253, 255 [Becerra, Cartag. Ind., c. VII, § 6].

59 Alvar, Tenerife dedica escasa atención a estos grupos. En el § 29 8 afirma que «en posición implosiva, la -r se aspira ante nasal y lateral»; pero sólo cita ɦno (Tag.), cuadéɦna y cahlínga (Puerto), junto al discordante mellúza (Alc.) en que «la asimilación se cumple». Sin embargo, en el Vocabulario figuran en mayoría los casos contrarios a la regla: carlinga (Alc.) ~ carrínga (Punta), carnabál(eh) (Lag., Tag.), cárne(h) (Lag.), cernícaro (Lag.), ser~ cernir (Tag., Lag., Alc.), dornah(ít)o (Alc.), ehcuernáda~ ehcorná (Alc., Lag.), órno (Alc.), etc. He estudiado con detalle la repartición geográfica y social de los varios resultados en Catalán, «Canario», [135-136], y Catalán, «Canarias», [151-152, y §10-10.4: La aspiración (generalizada en las islas menores: La Gomera, Lanzarote) está en Tenerife arraigada en medios rurales aislados y además es propia del habla popular ciudadana de Santa Cruz y La Laguna (como también de Las Palmas); pero suele rechazarse en el habla más «fina» de los burgueses y campesinos de El Norte, que vacilan entre las realizaciones plenas de -r, -l y la asimilación: tierna ~ tiena ~ tiena, sernícalo ~ senícalo ~ senícalo, mílro ~mírlo ~milo~ mi lo (a los datos de El Sur únase ahora en Fasnia, un viejo «tódo’ loh biéhneh»; un joven: el onito; en La Zarza, un joven: inbiérno). También estudio en Catalán, «Canarias», § 11.23 y 11.3 el caso particular de los infinitivos seguidos de pronombres enclíticos con n- o /-.

60 Agrupo algunas formas citadas por Alvar, Tenerife (§ 332.6) con otras de mis materiales. Casos en todo análogos se dan en otras hablas con aspiración: Cfr. Rodríguez-Castellano, «Ca­bra», 407-408; D. Alonso, «Vocales and.», 226, 229; Alvar, «Hablas mer.», n. 143; Navarro To­más, Puert., 102, 103; Robe, Pan., § 7.1.1, 20.1.5.3, 22.1.5.3; [Becerra, Cartag. Ind., c. VI, § 4].

61 Catalán, «Canarias», § 12.12-12.3.

62 Recuérdense los resultados convergentes de -rn-, -sn-, -nh-; -rl-, -sl-, -Ih-; -nh-, -Ih-, -rh-; las formas põɦlo, tɦía, mantella, dɦle ~ déhle, y casos sueltos como: sargón ’zanjón’, sárh­na ’zanja’, «y quedál tár cambiádo», mantérmela ’manténmela’, úntimo ’último’, mɦõŋ) ’mejor’, mũɦõ ’musgo ~ moho’, ehnámbro ’enjalmo’, cáhrro ’cardo’ (Pérez Vidal, «Aportación», 89, ci­taba por su parte: mejóh, dormíh).

63 La pérdida de la [-h < -ş] ocurre con cierta frecuencia en los enlaces sintácticos (Alvar, Tenerife, § 20-25: dó pedásoh, la bótah, la flóreh, buéno díah, dó lásoh, la yéguah, úna gallínah, decansál, lo canabáleh, lo máchoh, etc.); pero mi impresión es que en tal caso la consonante siguiente suele quedar modificada, utilizándose en su explosión un caudal adicional de aire expirado (como en una oclusiva del inglés); sólo ante [h-, f-, ş-] desaparece sin dejar rastro (Catalán, «Canario», , [132-133]. En posición final Alvar, Tenerife registra rara vez la pérdida (oho, almiré, hó, § 18 y 28); parece estar favorecida (Catalán, «Canarias», § 12. 11) por la presencia de una [h-] en la sílaba final (ího, agúha, óha, etc.), por la acentuación aguda ’hoz’, é, lú, felí, Dió, etc.), y por la carencia de función morfológica (huébe, lúne, Cárlo, Ernánde, etc.); la vocal precedente es en estos casos llamativamente abierta. También se da esporádicamen­te la pérdida de -r, -l en ciertos enlaces sintácticos (Alvar, Tenerife § 29: e pesúño; tocá lah c, decí lo...; Catalán, «Canarias», §  11.4: «presentá las armah», «asé la cáma», «recohé lah táchah»; añádase: «erbí la léche», «po la tárde», «sembrá la semillah»); caso aparte es la pérdida de la -r del infinitivo seguida de pronombre enclítico («Canarias», § 11. 1-11. 23); la final átona se ensordece y tiende fácilmente a la pérdida (ãhe ~ ãhe, dáti ~ dáti, tune ~ tune, Catalán, «Canario», [137]; la pérdida de la final en sílaba acentuada se oye ocasionalmente (pelá, cortá, Esp., Alvar, Tenerife, § 29 6; comé, desí, Tejina; molé, Fasnia; mehó, Chío, Catalán, «Canarias», § 9.16 y 9.17) y parece característica de ciertas áreas (en Chamorga: carcañá(r), secá(r), pintá, tocá, enamorá. Catalán, «Canarias», § 9. 14); la vocal precedente es muy abierta. Para el caso particular de -ŋ ante h- , véase atrás; la [-ŋ] en sílaba final átona se reduce a una nasalización de la vocal (hób, esám, bírh,   Cárm, cóh) que puede perderse (bĩnhe, desáme); la vocal seguida de nasal suele cerrarse, o, en el caso de la a, velarizarse.

64  Sería preciso examinar los resultados de -r, -l+vocal-entre los hablantes analfabetos claramente confundidores.

65 Según ocurre en otras hablas hispánicas de consonantismo relajado; cfr. R. L. Hyman, «[ŋ] as an Allophone Denoting Open Juncture in Several Spanish-American Dialects», Hispania 39, (1956) 293-299 y Matluck, «Fon. fin.», 335. [Más datos en Resnick, Phonol. variants]

66  Cfr. con la conservación de la velar en põɦlo, tɦla, dɦle, que citamos en las nn. 24 y 62.

67 Basándome en encuestas referentes al habla de Santa Cruz, La Laguna, El Realejo (y Tías, en Lanzarote), señalé en Catalán, «Canario», [128], que la disimilación se produce cuando la aspirada se halla en la sílaba inmediata (tipo: los-óhoh, buénos-áñoh) o separada por una sílaba átona (tipo: los-árboleh, únos-éroeh), pero no cuando se trata de voces agudas (tipo: máh arróh, váh atráh). Posteriormente, una nueva encuesta en Guía de Isora dio resultados menos claros: por ejemplo, la reposición de la -s no era general en «las islas», y en cambio predomina en «tus herederos», «las arenas», «más atrás» y otros casos, siendo incluso general en «más agua» (frente al predominio de máhágua sobre maságua en Tías). Cfr. con lo observado en algunas regiones andaluzas y extremeñas: Rodríguez-Castellano, «Cabra», 591-592 (en contraste con Salvador, «Cúllar-Baza», § 52); Espinosa, Jr., Arc, § 96.

68 Doy ejemplos en Catalán, «Canarias», § 14-14.21. Las formas «tradicionales», con simpli­ficación de los grupos (prático, atuál~ autál ’actuar’, dotór, réto, elicótero, esáme, esáto, asolúto, Consesióŋ, oserbár, oséquio, ohesióŋ, colúna, colúnia ’calumnia’, inoránte, repunánte, díno, etc.) circulan en el campo y entre las clases populares ciudadanas; pero, a su lado, conviven otras pronunciaciones «semicultas» en que la implosiva se conserva, pero como una «oclusión glotal» inmatizada (esá’to, o’héto, a’solúto, elicó’tero, eucalí’to, Conse’sión, e’séna), que se nasaliza ante consonante nasal (repuŋnánte, colũhna, indíŋno); esta implosiva tiende a desplazarse a la sílaba acentuada (ohé’to, asolú’to, osé’quio). La oclusión glosal aparece frecuentemente, por ultracorreccíón, en voces como se’sión ’sesión’. En los grupos de tres consonantes se halla: ihtan­te~itánte~ ĩhtánte, ihtitúto ~ ititúto ~ ĩhtitúto, ostinádo ’cansado’. Cfr. en Hispanoamérica, Canfield, 95-96; Cuervo, «Disq. ortogr.», 256-290 y Cuervo, «Cast, pop.», 1455-1481; Flórez, Bogotá, § 54.60.1, 76-81, 125, 131; Boyd-Bowman, «Ecuad.», 228, y Boyd-Bowman, Guanaj., § 38-40, 53, 54; Robe, Pan., § 14.1.2, 16.1.3, 25.1.2, 25.1.2., 25.2-25.2.1, 26.1, 26.1.4, 2.1.6; Matluch, «Fon. fin.», 338-339; [Becerra, Cartag. Ind., c. 8]; y en El Sur de España, Rodríguez-Castellano, «Cabra», § 45; etc.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD

ADVERTENCIA

1.- EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD

I ORÍGENES DEL PLURALISMO NORMATIVO DEL ESPAÑOL DE HOY

*   2.-1. EL FIN DEL FONEMA /Z/ [DZ - Z] EN ESPAÑOL

*   3.- 2. EL FIN DEL FONEMA /Z/

*   4.- 3. ¿PROCESO FONÉTICO O CAMBIO FONOLÓGICO?

*   5.- 4. ¿PROPAGACIÓN DE UN CAMBIO FONÉTICO O DE UN SISTEMA FONOLÓGICO?

*   6.- 5. LA FALTA DE DISTINCIÓN /Z/ : /Ç/, REGIONALISMO CASTELLANO - VIEJO

*   7.- 6. LA CONFUSIÓN SE CONVIERTE EN NORMA DEL HABLA DE LA CORTE (FINALES DEL SIGLO XVI)

*    8.- 7. LA PÉRDIDA DE LA DISTINCIÓN /Ç/ : /Z/ NORMA GENERAL DEL HABLA (EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XVII)

*   9.- 8. EL CAMBIO EN LA NORMA CORTESANA, VISTO POR LOS GRAMÁTICOS EXTRANJEROS

10.- 9. EL ESPAÑOL ORIENTAL ANTE EL TRIUNFO DE LA NUEVA NORMA DE MADRID

11.- 10. RESISTENCIA DEL ANTIGUO SISTEMA TOLEDANO EN LA ALTA EXTREMADURA

*   12.- 11. LA NUEVA NORMA ANTE EL CECEO ANDALUZ

*   13.- 12. CONCLUSIÓN

 II EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA.

*   14.- 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN

*   15.- 2. CECEOSOS DE LENGUA ESTROPAJOSA

*   16.- 3. CECEOSOS POR HÁBITO LINGÜÍSTICO

17.- 4. COMUNIDADES CECEOSAS A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI. SU LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA Y SOCIAL

18.- 5. EL ÇEZEO SEVILLANO EN TIEMPO DE LOS REYES CATÓLICOS, SEGÚN EL TESTIMONIO DE LAS GRAFÍAS

*    19.- 6. EL ÇEÇEO SEVILLANO, DESCRITO POR NEBRIXA

20.- 7. CARÁCTER FRICATIVO DE LA /Ç/ Y DE LA /Z/ DEL SEVILLANO MEDIEVAL

*    21.- 8. LAS GRAFÍAS Y EL ÇEZEO MEDIEVAL

*   22.- 9. CONCLUSIÓN: EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA

III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA

* 23.- III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA

* 24.- 1. CONSIDERACIONES DIACRÓNICAS ACERCA DE LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL

* 25.- 2. LAS SIBILANTES IMPLOSIVAS EN EL ESPAÑOL DE ESPAÑA: GEOGRAFÍA Y DIACRONÍA

26.- 3. LA EVOLUCIÓN DE -S, -Z COMPARADA CON LA DE -R, -L

*   27.- 4. FONÉTICA Y FONOLOGÍA

* 28.- 5. LOS ALÓFONOS DEL ARCHIFONEMA SIBILANTE EN EL ESPAÑOL Y LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE MAÑANA

IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE

29.- IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE

*    30.- 1. SINGULARIDAD DEL HABLA «CHINATA»

*    31.- 2. PERSONALIDAD LINGÜÍSTICA DE NUESTRO AUTOR

*    32.- 3. TEXTOS

 * 33.- 4. EL SISTEMA FONOLÓGICO «CHINATO» EN LA CONCIENCIA DE NUESTRO AUTOR

*   34.- 5. PROBLEMAS DE FONÉTICA SINTÁCTICA

*   35.- 6. DEBILIDAD DE LA ANALOGÍA MORFOLÓGICA

V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)

*  36.- V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)

*   37.- 1. EL ÇEZEO [ÇEZ̧EO] SEVILLANO Y EL ESPAÑOL DE CANARIAS Y LAS ANTILLAS EN EL PRIMER CUARTO DEL S. XVI

*   38.- 2. EL ESPAÑOL ULTRAMARINO DE LOS PUERTOS Y EL ESPAÑOL MERIDIONAL

VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA

*   39.- VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA

*   40.- 1. EL ESPAÑOL DE LOS PUERTOS DE AMÉRICA

*   41.- 2. EL DATO CANARIO: ESTRATOS VARIOS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO

*   42.- 3. CONSONANTES IMPLOSIVAS

*    43.- 4. EL FONEMA /H/

*   44.- 5. LA -D- (< -T- LATINA)

*   45.- 6. LA OPOSICIÓN [L PALATAL] : [Y] Y EL YEÍSMO

*   46.- 7. LA -CH-

*    47.- 8. LA DIPTONGACIÓN DE LOS HIATOS

*    48.- 9. CONCLUSIÓN

VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS

*    49.- VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS

*    50.- 1. LA DIALECTALIZACIÓN VERTICAL: COEXISTENCIA DE MODALIDADES ARCAIZANTES Y NEOLÓGICAS DE ESPAÑOL ATLÁNTICO

*    51.- 2. EL CONFLICTO ENTRE LA NORMA REGIONAL Y EL ESPAÑOL NORMATIVO

*    52.- 3. DOCUMENTACIÓN (ILUSTRATIVA DE LAS CUESTIONES TRATADAS)

*    53. 4. LA S SONORA

*    54.- 5. EL CECEO: VARIANTES SISEANTES Y CICEANTES

*    55.- 6. LA ASPIRACIÓN

*    56.- 7. YEÍSMO Y CONSERVACIÓN DE LL

*    57.- 8. CONSERVACIÓN Y PÉRDIDA DE -D-

*    58.- 9. VOCALIZACIÓN DE LA D EN EL GRUPO -DR-

*    59.- 10. ASPIRACIÓN Y CONSERVACIÓN DE -S IMPLOSIVA

*    60.- 11. DISTINCIÓN Y NEUTRALIZACIÓN DE -R, -L

*    61.- 12. LOS GRUPOS -RN-, -RL-: CONSERVACIÓN Y ASPIRACIÓN DE LA IMPLOSIVA

*    62.- 13. PÉRDIDA DE LA -R DEL INFINITIVO POR INFLUJO DEL CONTORNO

*    63.- 14. PÉRDIDA DE IMPLOSIVAS

*    64.- 15. RESULTADOS VARIOS DE -NH-, -LH- Y -RH-

*    65.- 16. GRUPOS CULTOS

*    66.- 17. HIATOS, CONVERTIDOS EN DIPTONGOS DECRECIENTES

*    67.- 18. HIATOS, CONVERTIDOS EN DIPTONGOS CRECIENTES

*    68.- 19. [W] > [GW] INICIAL, INTERVOCÁLICO Y TRAS R

*    69.- 20. GENERALIZACIÓN DEL PREFIJO ES-

*   70.- 21. VOCAL ANALÓGICA EN EL PRESENTE DE «HABER»

*    71.- 22. VOCAL ANALÓGICA EN LA PERSONA «NOSOTROS»

*     72.- 23. ACENTUACIÓN ANALÓGICA EN LA PERSONA «NOSOTROS» DEL SUBJUNTIVO

 *    73.- 24. «NOS», MORFEMA DE LA PERSONA «NOSOTROS» EN EL VERBO

*     74.- 25. «LOSOTROS» (’NOSOTROS’) Y «LOS» (’NOS’)

*     75.- 26. PÉRDIDA Y CONSERVACIÓN DE LA PERSONA «VOSOTROS»

*     76.- 27. INEXISTENCIA DE LEÍSMO Y LAÍSMO

*     77.- 28. EL POSESIVO DE TERCERA PERSONA

*    78.- 29. PERSISTENCIA DEL VERBO «HABER» (’TENER’)

*    79.- 30. «SER», AUXILIAR DE VERBOS TRANSITIVOS Y REFLEXIVOS. EL IMPERSONAL «HABER»

*    80.- 31. CONSTRUCCIONES ANÓMALAS CON «HABER» Y «SER», POR CRUCE DE FRASES

*    81.- 32. PASADO SIMPLE Y PASADO COMPUESTO

*    82.- 33. POSPOSICIÓN DEL PRONOMBRE ÁTONO

VIII. EL ESPAÑOL EN TENERIFE Y EN LA ROMANIA NOVA

*    83.- VIII. EL ESPAÑOL EN TENERIFE Y EN LA ROMANIA NOVA. PROBLEMAS METODOLÓGICOS

*    84.- 1. FRAGMENTACIÓN GEOGRÁFICA Y ESTRATIFICACIÓN SOCIO-CULTURAL

  Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

Imagen: Letra minúscula j a la manera del S/ XII. British Museum

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