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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

99.- 2. DESCRIPCIÓN FONOLÓGICA DEL ESPAÑOL ACTUAL

99.- 2. DESCRIPCIÓN FONOLÓGICA DEL ESPAÑOL ACTUAL

2. DESCRIPCIÓN FONOLÓGICA DEL ESPAÑOL ACTUAL. X. NUEVOS ENFOQUES DE LA FONOLOGÍA ESPAÑOLA.

      En la segunda mitad, donde se aplica la doctrina anteriormente expuesta al caso particular del español, Alarcos ha acometido una profunda reforma de la fonología diacrónica, pero no de la sincrónica, la cual conserva inalte­rada su tradicional estructura. Hay, con todo, importantes adiciones y co­rrecciones, las más de ellas íntimamente relacionadas con las novedades que hemos encontrado en la exposición de la teoría general:

      La descripción del sistema consonantico aparece cuidadosamente depu­rada de su originario «binarismo» 19; se consignan interesantes precisiones sobre las cualidades acústicas de las vocales españolas, aportadas por la in­vestigación instrumental de los sonidos20; aflora aquí y allá una terminología nueva, tanto de carácter fonético como de carácter fonológico21. Pero, sin duda alguna, las más significativas adiciones representan una toma de posi­ción, por parte de Alarcos, respecto a los métodos y las conclusiones del descriptivismo distribucional aplicado al español22.

      Así, al examinar el problema planteado por las «semivocales» fonéticas (§§-100 y 102 s.), Alarcos reconoce la insuficiencia del criterio conmutatorio y de las reglas prácticas de Trubetzkoy, que antes aplicaba, y ensaya un nuevo planteamiento (aunque, finalmente, no crea necesario apartarse de su inicial interpretación fonológica)23. Dentro del capítulo referente a las combinaciones de fonemas, dedica todo un nuevo apartado (§126 bis) a la «Clasificación distribucional de los fonemas consonánticos»24. En la prosodia, considera los esquemas de entonación (si bien rechaza su pertinencia fonológica, §§133 s.).

      Hubiéramos deseado en esta sección una actitud menos conservadora. Alarcos toma como unidad semántica de referencia «la palabra» (137) y, me­diante el procedimiento de la «conmutación», determina los segmentos dife­renciales mínimos capaces de «oponerse» paradigmáticamente25; son enton­ces definidas por Alarcos tales unidades diferenciales en términos de sus constituyentes, por los rasgos pertinentes que las caracterizan (139-173). Sólo después estudia Alarcos el comportamiento de estas unidades en las varias posiciones dentro de la palabra (174-179) y las reglas según las cuales se combinan para formar significantes (180-190), así como la frecuencia de su utilización (191-194). Menor es la atención que le merecen otras característi­cas estructurales tocantes a la organización del «decurso»: los rasgos prosódi­cos (195-199) y la posible función demarcativa de los elementos fónicos (200 ss.). Este método «expansivo», a partir de las unidades que se oponen en el «sistema», responde a la exaltación de lo paradigmático en la fonología saussureana, pero deja excesivamente en la sombra las estructuras fonológicas en que se encuadran tales elementos26. Conviene no olvidar que los dos criterios básicos empleados en la identificación de esas unidades, la conmutación y la distribución complementaria, dan por previamente resuelto el problema de la estructuración de la secuencia hablada en «sílabas fonológicas» (o en términos jerárquicamente superiores), ya que presuponen «posiciones», «clases posicionales de elementos». Sólo dentro de cada clase es donde las varias uni­dades, al ser conmutables (esto es, al ofrecerse a la selección del hablante), pueden considerarse paradigmáticamente opuestas27; y en cuanto al criterio clasificatorio de la «distribución complementaria», sólo resulta aplicable den­tro de estructuras preestablecidas28. Al dejar de lado la estructura permanen­te que moldea los elementos fónicos, la fusión (o confusión) de las unidades pertenecientes estructuralmente a categorías diversas se realiza en general tan sólo a base de la intuición eidética, del conocimiento pre-científico de la len­gua, ignorando el problema que ello pueda implicar29. No obstante, en algu­na ocasión resulta inevitable para Alarcos el acudir a la olvidada clasifica­ción posicional de los elementos dentro de la sílaba: así al tratar de agrupar y repartir los sonidos-tipo [i, , j, y ~ ŷ] y [u, , w, ǥw ~ gw] (144-154, 157 ss.)30 o en el capítulo dedicado a la «Neutralización de oposiciones» (174- 179). Para ser completa y coherente, la descripción estructural de la «segunda articulación» del lenguaje debiera comenzar por las unidades fónicas de or­den superior en que se estructuran los significantes y proceder analíticamente hasta llegar al fonema (y a los rasgos pertinentes); la fonemática se apoyaría así en el estudio previo de las «clases» posicionales varias que el estudio distribucional permite analizar dentro de la unidad inmediatamente superior, la sílaba. Creo que nuestra comprensión de la estructura fonológica del español ganaría sensiblemente con la aplicación de tal método analítico31. Por otro lado, la elección de «la palabra» como marco del estudio fonológico no me parece afortunada: en español la tendencia a la autonomía fonética de esta unidad semántica está poco avanzada, según pone bien de manifiesto el falli­do estudio de las señales demarcativas (200 ss.) y según patentizaría el exa­men de la estructura silábica32. En la práctica, Alarcos se ve obligado a considerar los fonemas encuadrados en unidades semánticas superiores33. La escasa atención prestada a la fonología no fonemática justifica también que la investigación estadística quede limitada a un capítulo (inalterado en esta ed.) relativo a la «frecuencia de los fonemas», en el cual se computan los porcentajes de empleo de cada fonema en un «corpus» considerado como representativo. De muy superior interés sería, para el estudio funcional, apli­car la investigación estadística a las estructuras34; el método comparativo a que recurre B. Sigurd en su brillante ensayo de 1958 sobre las tendencias combinatorias de las consonantes pre- y post-nucleares me parece especial­mente recomendable35.

      Otra cuestión básica sobre la cual conviene que nos detengamos es la referente a la selección del «corpus lingüístico» investigado; Alarcos aclara que estudia «el lenguaje corriente libre de dialectalismos y vulgarismos así como de afectaciones literarias y académicas» y para mayor claridad precisa que «se trata del mismo estilo de español estudiado fonéticamente por Nava­rro Tomás» (137)36. En general, la aplicación de este criterio no acarrea pro­blema alguno, pero Alarcos se muestra indeciso en lo que atañe a las agrupa­ciones no populares de fonemas37. El caso es difícil: la presencia de esas agrupaciones en la lengua española es el resultado del triunfo de la letra sobre el habla, pues sólo se mantienen debido al permanente control que la ortografía ejerce sobre la ortología entre las personas letradas; el vulgo, o las ignora o las soluciona a su manera. Son, en consecuencia, grupos visuales, que el hablante procura traducir en términos articulatorios con un máximo de «corrección». Teniendo en cuenta que la fracción social no dialectal y docta de la comunidad lingüística española es muy poco numerosa y, de otra parte, el carácter esencialmente fonológico de la ortografía del español, cons­tituye un verdadero juego de equilibrio el hablar de una norma articulatoria al margen de la escritura y del vulgarismo38. Un estudio estructural debe tener bien presente la existencia de dos categorías distintas de agrupaciones consonanticas: unas autóctonas, adaptadas a la estructura silábica del espa­ñol; otras letradas, impuestas por el triunfo del carácter visual de la lengua39  sobre el acústico en las minorías doctas.

Diego Catalán. El español. Orígenes de su diversidad (1989)

NOTAS

 

19 Los términos acústicos «densa» : «difusa: «grave» : «aguda» (e incluso «posterior» : «ante­rior») han sido regularmente dejados a un lado y sustituidos por referencias a los cuatro órdenes «labial», «dental», «palatal» o «alveolopalatal» y «velar» (§§ 107-114 y 122); sólo en algún caso se alude a la doctrina desechada (163 s., 171 s.) y en cierta ocasión se ofrece un cuadro de los fonemas españoles «utilizando el método de exposición analítica de Jakobson» (173). Como excepción, el cap. VI, «Frecuencia de los fonemas» (no retocado en esta 3ª ed.), sigue presen­tando, sin duda por descuido de Alarcos, la terminología binarista. La ruptura con el binarismo explica también la adición de todo un conjunto de oposiciones en las pp. 171 s., por no creer ya Alarcos en la proporcionalidad de /p/ : /k/ :: /t/ : /ĉ/.

20 Y se cita a D. N. Cárdenas, «Acoustic Vowel Loops of Two Spanish Idiolects», Phon., 5 (1960), 9-34.

21 Ya señalada arriba, nn. 5-8.

22 Alarcos cita y discute varios trabajos nuevos: C. F. Hockett, A Manual of Phonology, Indiana University, 1955; J. D. Bowen y R. P. Stockwell, «The Phonemic Interpretation of Semivowels in Spanish», Lang., 31 (1955), 236-240; «A Further Note on Spanish Semivowels», Lang., 32 (1956), 290 ss.; R. P. Stockwell, J. D. Bowen e I. Silva-Fuenzalida, «Spanish Juncture and Intonation», Lang., 32 (1956), 641-665 (incluido en Readings in Linguistics, ed. M. Joos, Washington, 1957, 406-418); J. D. Bowen, «Sequence of Vowels in Spanish», BIF, 9 (1956-57), 5-14; S. Saporta, «Frequency of Consonant Clusters», Lang., 31, 25-30; id., «A Note on Spanish Semivowels», Lang., 32 (1956), 287-290; S. Saporta y R. Cohen, «The Distribution and Relative Frequency of Spanish Diphthongs», RPh, 11 (1957-58), 371-377; S. Saporta y D. Olson, «Classification of Intervocalic Clusters», Lang., 34 (1958), 261-266; S. Mariner, «Latencia y neutraliza­ción, conceptos precisables», Arch., 8 (1958), 15-32.

23 Véase adelante, n. 30.

24 El cuadro de la p. 190 no clasifica propiamente fonemas, sino cierta categoría de sonidos-tipo. Así entre los finales (ante consonante, pausa y grupo) se sitúan m y   (con n) y (con ), bajo las designaciones genéricas N y R (pero no forma género con l), aunque luego m y se dicen no ocurrir ante pausa; a su vez , representada por R, figura en los segundos elementos de grupo (pero no ).

25 Alarcos parte de los sonidos-tipo ya inventariados por la fonética de la norma (T. Nava­rro Tomás, Manual de pronunciación española) y procede a agrupar los que considera meras variantes combinatorias de un mismo fonema. Desde un principio considera por separado las vocales fonéticas [= vocoides] y las consonantes fonéticas [= contoides], pues se corresponden con dos clases de fonemas funcionalmente distintas.

26  «The syllable needs to be worked into theory as a primitive term parallel in importance with the phoneme, and with other primitive terms such as the stress group», resume la situación K. L. Pike en la sesión del VIII Congreso Internacional dedicada al análisis lingüístico y sus criterios (Proc, p. 205). Sobre la importancia de la «sílaba fonológica», véase sobre todo E. Fischer- Jørgensen, «On the Definition of Phoneme Categories on a Distributional Basis», AL, 1 (1952), 8-39; E. Haugen, «The Syllable in Linguistic Description», For Roman Jakobson (1956), 212-221. Fonéticamente la frontera silábica no es nítida (sin embargo, su existencia ha sido puesta de manifiesto por B. Malmberg, «The Phonetic Basis for Syllable Division», y «Remarks on a Recent Contribution to the Problem of the Syllable», SL, 9 [1950], 80-87, y 15 [1961], 1-9), como tampoco lo es la del fonema (cfr. Fischer- Jørgensen, «What Can the New Techniques of Acoustic Phonetics Contribute to Linguistics?» y H. M. Truby, «A Note on Visible and Invisible Speech», Proc. Eighth Intern. Congr., pp. 433-478 y 393-400), pues el carácter discreto de las unidades fonológicas queda latente en la secuencia fónica. En verdad, la función distintiva de las estructuras y elementos en que se articulan los significantes sólo es potencial, ya que la lengua acumula muy distintas claves para facilitar el reconocimiento, la evocación del significado (se­gún observan, con razón, H. Mol y E. M. Uhlenbeck, «Hearing and the Concept of the Phon­eme», Lingua, 8 [1959], 161-185).

27  Es obvia la imposibilidad de conmutar la i de raía y la y de ráya, la i de áire y la de tiérra, la l de láta y la de pláta, la s  de ásco y la de sáco, etc.; paradigmáticamente el elemento /θ-/ se opone a todas las consonantes que ocurren en posición inicial, mientras /-θ/ entra sólo en oposición con un número reducido de consonantes, las pocas implosivas que se dan en español. Tienen razón los fonólogos «prosodistas» de la escuela de J. R. Firth en sus protestas contra la escasa atención prestada por el método fonemático a este problema. Alarcos, que tiene bien presente el desarrollo de los estudios fonológicos en direcciones tan distantes de la fonología praguense como el compartamentalismo americano, se desinteresa por completo del método prosódico; cfr. Firth, Papers in Linguistics 1934-51, Oxford, 1957; R. H. Robins, «Aspects of Prosodic Analysis», Proc. Univ. of Durham Philol. Soc, I (1957) y la bibliografía de las obras basadas en similares principios y métodos incluida en la citada miscelánea de Firth.

28  Mediante la distribución pueden establecerse «clases» de elementos con relación a una estructura dada (p. ej., el contraste vocal: consonante dentro del marco silábico; o la «posición» pre- y post-vocálica en relación al núcleo). La «distribución complementaria» se da, pues, entre las «clases» distinguidas (p. ej., las consonantes postvocálicas están, como clase, en distribución complementaria respecto a las consonantes prevocálicas, también como clase; o las consonantes respecto a las vocales). No tiene sentido decir que un elemento está en «distribución complementaria» respecto a otro (p. ej.: s- respecto a -s, j- respecto a - , o y cons, respecto a i voc), o respecto a una «clase» (p. ej.: -s respecto a la totalidad de las consonantes prevocálicas), ya que su distribución es parte de su definición como representante de la «clase». Si se identifican en un fonema /s/ las variantes s- y -s, es porque de antemano se ha definido a s- como ’s en posición prevocálica’ y a -s  como ’s en posición postvocálica’ (no otra cosa significa el «realismo fonéti­co»). Véase: P. Diderichsen, «The Importance of Distribution Versus Other Criteria in Linguistic Analysis» y H. Spang-Hanssen, «Typological and Statistical Aspects of Distribution as a Crite­rion in Linguistic Analysis», Proc. Eighth Intern. Congr., pp. 157-196, esp. 172 s., 187 ss.

29 De la clasificación fonética en sonidos-tipo hereda Alarcos la identificación en una sola unidad de las consonantes posicionalmente diversas que el sentimiento lingüístico de los hablan­tes y la sustancia fónica permiten agrupar (pero no la de [j-~- ]).

30  En 1950 (1ª ed., p. 101) y 1954 (2ª ed., p. 132) Alarcos creía posible demostrar la inde­pendencia de /y/ respecto a /i/ mediante toda una serie de «oposiciones»; en la nueva exposi­ción (anticipada en Arch., 9 [1959], 179-188) reconoce que «vocal y consonante se excluyen totalmente del mismo contexto en el decurso» y por lo tanto «no se oponen paradigmáticamente, sino que contrastan sintagmáticamente» (148), siendo así imposible observar su diferencia «fun­cional» mediante la conmutación. Ello es cierto, pero en tal caso no debe invocarse la Regla III de Trubetzkoy («dos sonidos emparentados articulatoria o acústicamente deben considerarse variantes combinatorias de un solo fonema cuando no aparecen nunca en un mismo contexto»,

146) para demostrar que [, y] son meras variantes de /i/ en posición «asilábica», esto es, «fun­cionando [...] como los fonemas consonantes» (154). En verdad, [i, , j, y] (dejo de lado [ŷ], variante claramente condicionada por el contexto fónico) ocupan siempre posiciones estructu­ralmente diversas; y al ser impermutables, al no ofrecerse a la libre selección del hablante, ni se oponen ni se identifican paradigmáticamente. Tampoco su «definición» coincide, pues cada tér­mino forma parte de una red de oposiciones muy diferente. Si acudimos al criterio semántico de agrupar las variantes que pueden alternar sin que se modifique el significado de un signo lingüís­tico, resulta claro que el campo de dispersión de /i/ comprende todos los términos [i, , j, y ~ ŷ], según Alarcos reconoce. Puesto que tanto [y ~ ŷ] como [j] o [] se hallan determinados por una «posición», todos estos términos estructuralmente diversos se dejan agrupar bajo un «fonema» único /i/, que sería una «semivocal» (cfr. 54), toda vez que funciona alternativamente como núcleo y como margen silábico. La inexistencia de una consonante palatal */y/ explica la difi­cultad que encuentra Alarcos para crear un «orden de las alveolopalatales» (§§ 110-113) con /ĉ/, /s/ y */y/: la oposición /s: *y/ no es proporcional de /f : b :: θ : d :: x :g /, según observa el propio Alarcos (170); en cuanto a /ĉ : *y/, sorprende su escaso parentesco fonético (cfr. Navarro Tomás, Pronunc., §§ 118 ss.). Por otra parte, el carácter «semivocálico» de /i/ podría justificar alguna peculiaridad distribucional de la i frente a las vocales plenas. La serie velar se explica de forma paralela.

31  Sustituyendo el método combinatorio por el analítico (secuencia entre pausas → grupo acentual y «palabra» → sílaba → fonema), quedarían más convenientemente agrupadas toda una serie de cuestiones. Así, una vez aclarada la estructura silábica, podrían estudiarse en un marco adecuado los grupos consonanticos tautosilábicos (151, 182, 187, que convendría separar de los encuentros consonanticos a través de la frontera silábica), las semiconsonantes y semivocales (144-154, 157 ss.) y las consonantes en la distensión silábica (174-179). El número de unidades distintas usadas por el español en cada posición silábica es una característica estructural perfec­tamente clara, que no debe confundirse con la defectividad en el empleo de ciertos encuentros de consonantes a través de la frontera silábica (dentro de la unidad morfo-fonológica que es la palabra), ni tampoco con la dispersión fonética de cada unidad, por asimilación al contorno extrasilábico, tolerada por la «norma» (la posibilidad de que /-n/ se realice como [ɱ, m, ṇ, ņ, n, ŋ] es análoga a la dispersión de /-s/ [ş, s, ʐ, z, ɹ, x]; la ausencia de */-m/ o */-l/, a la de */-f/ o */-c/ o a la de */dl-/ o */ts-/).

32 La palabra no es propiamente en español una estructura fonológica; incluso la articula­ción en sílabas del segmento acentual ignora la frontera morfológica de la palabra. Varios indi­cadores demarcativos de carácter positivo y negativo entre los señalados por Alarcos son en la práctica inexistentes (omítase [ŷ]: ponle yodo, con [y]; [z’w], [ŋ’w]: las huertas, desguazar, ambos con [-z’ ǥw-], están huecos, ungüento, ambos con [-ŋgw-]; [o’ṷ] > [u]: libro usado; /r/: loro, color opaco; [j]: abierto, aquí estoy). La tendencia a crear una unidad fonológica basada en la palabra se manifiesta, sin embargo, en la falta de una alternancia [] ~ [r] en sin risa, las risas, la risa (contra honra, israelita [], caro [r]).

33 Alarcos se ve forzado a distinguir, claro está, entre consonantes iniciales o finales de palabra en contacto con pausa o con otro contorno (155 s., 176), y a ejemplificar con secuencias de sonidos que abarcan más de una palabra (145 s., 148 ss., 152 s., 156, 157 ss.); para el valor fonológico de la pausa, en relación con otras unidades, en la fonología sintagmática, cfr. H. Weinrich, «Phonologie der Sprachpause», Phon., 7 (1961), 4-18.

34 Cfr. W. F. Twaddell en AL, 1 (1939), 189-199; 2 (1940-41), 31-50; D. W. Reed en Word. 5 (1949), 235-247.

35 B. Sigurd, «Tendencies in the Combination of Prevocal and Postvocal Consonants in Swedish Monosyllables», SL, 12 (1958), 27-51. Su gran acierto es prescindir de los porcentajes, por no ser comparables, y confrontar la diferencia numérica entre las posibilidades halladas y las previsibles (calculadas éstas según el método de Twaddell) con la medida estadística usual de la influencia accidental («standard deviation») [véase también su contribución «Phonotactic As­pects of the Linguistic Expression» en Manual of Phonetics, ed B. Malmberg, Amsterdam: North-Holland Publ. Co., 1968, 451-463].

36 El Manual de T. Navarro describe fonéticamente (con finalidad didáctica) «la pronuncia­ción correcta» del español del primer cuarto del s. XX, «recomendada por las personas doctas» (cfr. T. Navarro Tomás, «Concepto de la pronunciación correcta». Hisp., 4 [1921], 155-164).

37 Alarcos tiende a admitir como propias de la lengua española un máximo de agrupaciones cultas; pero rechaza a veces algunas, invocando «la pronunciación corriente», o el escaso número y limitada circulación de las voces en que ocurren, o su exclusiva aparición en la frontera morfemática. Como Alarcos reconoce de pasada: «Es difícil delimitar con exactitud los grupos ver­daderamente españoles, pues la mayoría de los de este tipo aparecen en cultismos, reducidos algunos a círculos restringidos de hablantes» (184, n. 8).

38 Por lo común Alarcos respeta la autoridad ortológica de Navarro, cuyo concepto de «la pronunciación correcta» constituye un personal compromiso entre presupuestos foneticistas y puristas. Sobre la imposibilidad de fijar en las palabras cultas una pronunciación docta basada en una «norma» independiente de la grafía, sirva de ejemplo el caso estudiado por D. L. Bolinger, «Evidence on x» y «The Pronunciation of x and Puristic Anti-Purism», Hisp., 35 (1952), 49-63 y 442 s.

39 Alarcos apunta la alternativa entre un sistema «autóctono» popular y una norma ortográ­fica en una adición relativa al caso particular de b’l (184, n. 8). Sobre la creciente importancia de lo visual a costa de lo auditivo en las lenguas de cultura, cfr. Bolinger, «Visual Morphemes», Lang., 22(1946), 333-340.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD

ADVERTENCIA

1.- EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD

I ORÍGENES DEL PLURALISMO NORMATIVO DEL ESPAÑOL DE HOY

*   2.-1. EL FIN DEL FONEMA /Z/ [DZ - Z] EN ESPAÑOL

*   3.- 2. EL FIN DEL FONEMA /Z/

*   4.- 3. ¿PROCESO FONÉTICO O CAMBIO FONOLÓGICO?

*   5.- 4. ¿PROPAGACIÓN DE UN CAMBIO FONÉTICO O DE UN SISTEMA FONOLÓGICO?

*   6.- 5. LA FALTA DE DISTINCIÓN /Z/ : /Ç/, REGIONALISMO CASTELLANO - VIEJO

*   7.- 6. LA CONFUSIÓN SE CONVIERTE EN NORMA DEL HABLA DE LA CORTE (FINALES DEL SIGLO XVI)

*    8.- 7. LA PÉRDIDA DE LA DISTINCIÓN /Ç/ : /Z/ NORMA GENERAL DEL HABLA (EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XVII)

*   9.- 8. EL CAMBIO EN LA NORMA CORTESANA, VISTO POR LOS GRAMÁTICOS EXTRANJEROS

10.- 9. EL ESPAÑOL ORIENTAL ANTE EL TRIUNFO DE LA NUEVA NORMA DE MADRID

11.- 10. RESISTENCIA DEL ANTIGUO SISTEMA TOLEDANO EN LA ALTA EXTREMADURA

*   12.- 11. LA NUEVA NORMA ANTE EL CECEO ANDALUZ

*   13.- 12. CONCLUSIÓN

 II EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA.

*   14.- 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN

*   15.- 2. CECEOSOS DE LENGUA ESTROPAJOSA

*   16.- 3. CECEOSOS POR HÁBITO LINGÜÍSTICO

17.- 4. COMUNIDADES CECEOSAS A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI. SU LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA Y SOCIAL

18.- 5. EL ÇEZEO SEVILLANO EN TIEMPO DE LOS REYES CATÓLICOS, SEGÚN EL TESTIMONIO DE LAS GRAFÍAS

*    19.- 6. EL ÇEÇEO SEVILLANO, DESCRITO POR NEBRIXA

20.- 7. CARÁCTER FRICATIVO DE LA /Ç/ Y DE LA /Z/ DEL SEVILLANO MEDIEVAL

*    21.- 8. LAS GRAFÍAS Y EL ÇEZEO MEDIEVAL

*   22.- 9. CONCLUSIÓN: EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA

III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA

* 23.- III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA

* 24.- 1. CONSIDERACIONES DIACRÓNICAS ACERCA DE LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL

* 25.- 2. LAS SIBILANTES IMPLOSIVAS EN EL ESPAÑOL DE ESPAÑA: GEOGRAFÍA Y DIACRONÍA

26.- 3. LA EVOLUCIÓN DE -S, -Z COMPARADA CON LA DE -R, -L

*   27.- 4. FONÉTICA Y FONOLOGÍA

* 28.- 5. LOS ALÓFONOS DEL ARCHIFONEMA SIBILANTE EN EL ESPAÑOL Y LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE MAÑANA

IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE

29.- IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE

*    30.- 1. SINGULARIDAD DEL HABLA «CHINATA»

*    31.- 2. PERSONALIDAD LINGÜÍSTICA DE NUESTRO AUTOR

*    32.- 3. TEXTOS

 * 33.- 4. EL SISTEMA FONOLÓGICO «CHINATO» EN LA CONCIENCIA DE NUESTRO AUTOR

*   34.- 5. PROBLEMAS DE FONÉTICA SINTÁCTICA

*   35.- 6. DEBILIDAD DE LA ANALOGÍA MORFOLÓGICA

V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)

*  36.- V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)

*   37.- 1. EL ÇEZEO [ÇEZ̧EO] SEVILLANO Y EL ESPAÑOL DE CANARIAS Y LAS ANTILLAS EN EL PRIMER CUARTO DEL S. XVI

*   38.- 2. EL ESPAÑOL ULTRAMARINO DE LOS PUERTOS Y EL ESPAÑOL MERIDIONAL

VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA

*   39.- VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA

*   40.- 1. EL ESPAÑOL DE LOS PUERTOS DE AMÉRICA

*   41.- 2. EL DATO CANARIO: ESTRATOS VARIOS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO

*   42.- 3. CONSONANTES IMPLOSIVAS

*    43.- 4. EL FONEMA /H/

*   44.- 5. LA -D- (< -T- LATINA)

*   45.- 6. LA OPOSICIÓN [L PALATAL] : [Y] Y EL YEÍSMO

*   46.- 7. LA -CH-

*    47.- 8. LA DIPTONGACIÓN DE LOS HIATOS

*    48.- 9. CONCLUSIÓN

VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS

*    49.- VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS

*    50.- 1. LA DIALECTALIZACIÓN VERTICAL: COEXISTENCIA DE MODALIDADES ARCAIZANTES Y NEOLÓGICAS DE ESPAÑOL ATLÁNTICO

*    51.- 2. EL CONFLICTO ENTRE LA NORMA REGIONAL Y EL ESPAÑOL NORMATIVO

*    52.- 3. DOCUMENTACIÓN (ILUSTRATIVA DE LAS CUESTIONES TRATADAS)

*    53. 4. LA S SONORA

*    54.- 5. EL CECEO: VARIANTES SISEANTES Y CICEANTES

*    55.- 6. LA ASPIRACIÓN

*    56.- 7. YEÍSMO Y CONSERVACIÓN DE LL

*    57.- 8. CONSERVACIÓN Y PÉRDIDA DE -D-

*    58.- 9. VOCALIZACIÓN DE LA D EN EL GRUPO -DR-

*    59.- 10. ASPIRACIÓN Y CONSERVACIÓN DE -S IMPLOSIVA

*    60.- 11. DISTINCIÓN Y NEUTRALIZACIÓN DE -R, -L

*    61.- 12. LOS GRUPOS -RN-, -RL-: CONSERVACIÓN Y ASPIRACIÓN DE LA IMPLOSIVA

*    62.- 13. PÉRDIDA DE LA -R DEL INFINITIVO POR INFLUJO DEL CONTORNO

*    63.- 14. PÉRDIDA DE IMPLOSIVAS

*    64.- 15. RESULTADOS VARIOS DE -NH-, -LH- Y -RH-

*    65.- 16. GRUPOS CULTOS

*    66.- 17. HIATOS, CONVERTIDOS EN DIPTONGOS DECRECIENTES

*    67.- 18. HIATOS, CONVERTIDOS EN DIPTONGOS CRECIENTES

*    68.- 19. [W] > [GW] INICIAL, INTERVOCÁLICO Y TRAS R

*    69.- 20. GENERALIZACIÓN DEL PREFIJO ES-

*   70.- 21. VOCAL ANALÓGICA EN EL PRESENTE DE «HABER»

*    71.- 22. VOCAL ANALÓGICA EN LA PERSONA «NOSOTROS»

*     72.- 23. ACENTUACIÓN ANALÓGICA EN LA PERSONA «NOSOTROS» DEL SUBJUNTIVO

 *    73.- 24. «NOS», MORFEMA DE LA PERSONA «NOSOTROS» EN EL VERBO

*     74.- 25. «LOSOTROS» (’NOSOTROS) Y «LOS» (’NOS’)

*     75.- 26. PÉRDIDA Y CONSERVACIÓN DE LA PERSONA «VOSOTROS»

*     76.- 27. INEXISTENCIA DE LEÍSMO Y LAÍSMO

*     77.- 28. EL POSESIVO DE TERCERA PERSONA

*    78.- 29. PERSISTENCIA DEL VERBO «HABER» (’TENER’)

*    79.- 30. «SER», AUXILIAR DE VERBOS TRANSITIVOS Y REFLEXIVOS. EL IMPERSONAL «HABER»

*    80.- 31. CONSTRUCCIONES ANÓMALAS CON «HABER» Y «SER», POR CRUCE DE FRASES

*    81.- 32. PASADO SIMPLE Y PASADO COMPUESTO

*    82.- 33. POSPOSICIÓN DEL PRONOMBRE ÁTONO

VIII. EL ESPAÑOL EN TENERIFE Y EN LA ROMANIA NOVA

*    83.- VIII. EL ESPAÑOL EN TENERIFE Y EN LA ROMANIA NOVA. PROBLEMAS METODOLÓGICOS

*    84.- 1. FRAGMENTACIÓN GEOGRÁFICA Y ESTRATIFICACIÓN SOCIO-CULTURAL

*     85.- 2. FONÉTICA

*     86.-3. MORFOLOGÍA

*     87.- 4. SINTAXIS

*     88.- 5. LÉXICO

*     89.- 6. CONCLUSIÓN

IX. EL «ALPI» Y LA ESTRUCTURACIÓN DIALECTAL DE LOS DOMINIOS LINGÜÍSTICOS DE LA IBERO-ROMANIA

*    90.- IX. EL «ALPI» Y LA ESTRUCTURACIÓN DIALECTAL DE LOS DOMINIOS LINGÜÍSTICOS DE LA IBERO-ROMANIA

*    91.- 1. LOS MAPAS FONÉTICOS

*    92.- 2. LOS RINCONES DIALECTALES LEONÉS Y ARAGONÉS

*    93.- 3. EL DOMINIO LINGÜÍSTICO CASTELLANO

*    94.- 4. EL DOMINIO LINGÜÍSTICO CATALÁN

*    95.- 5. EL DOMINIO LINGÜÍSTICO GALLEGO-PORTUGUÉS

*    96.- 6. EN SUMA

X . NUEVOS ENFOQUES DE LA FONOLOGÍA ESPAÑOLA

*    97.- X. NUEVOS ENFOQUES DE LA FONOLOGÍA ESPAÑOLA

*    98.- 1. FONOLOGÍA GENERAL

  Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

Imagen: Letra mayúscula U del S/ XII, vía www.fromoldbooks.org

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