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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

32.- 5. CONCLUSIÓN

32.- 5. CONCLUSIÓN

5. CONCLUSIÓN. IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

      Cuando Alfonso X, con un concepto renovador de la Historia, decidió dar entrada en la historia general de España a un relato pormenorizado de los hechos del último héroe castellano, del hidalgo de Vivar, acudió, ni más ni menos, a los mismos tres relatos básicos que en el s. XX utilizaría un Menéndez Pidal en su reconstrucción de «la España del Cid»: la Historia Roderici, Ibn cAlqama y el Mio Cid en su venerable redacción del s. XII. No fue un oscuro refundidor de la Crónica General del s. XIV quien por primera vez supo apreciar el alto valor histórico de la arcaica gesta, sino el diestro equipo de compiladores alfonsíes, o, quizá, el propio Alfonso.   

      En cuanto a la refundición anovelada del Mio Cid, creo que sólo fue acogida en la historiografía nacional cuando la Estoria de España, falta de toda dirección regia y perdido su rumbo, naufraga en manos de inhábiles cronistas durante los años procelosos de fines del s. XIII y comienzos del s. XIV. Su incorporación se explica en dependencia del éxito obtenido por la Estoria del Cid atribuida a Ibn al-Faraŷ, amañada en el monasterio de Cardeña.129

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

University of Wisconsin**
y Universidad de La Laguna

NOTAS

129 Falta un estudio detenido y libre de prejuicios de la *Estoria del Cid amañada en el monasterio de Cardeña. Tratan de ella: R. Dozy, Recherches sur l’Histoire et la Littérature de l’Espagne pendant le Moyen Age, II, París, 1881, pp. 226-233, y también pp. 33 y 47-54; J. Puyol, «El Cid de Dozy», RHi, XXIII (1910), 431-441; W. J. Entwistle, «La Estoria del Noble Varón el Çid Ruz [léase: Ruy] Díaz el Campeador, Sennor que fue de Valencia», HR, XV (1947), 206-211; R. Menéndez Pidal, Primera crón.2, 1955, pp. CXC-CXCI (opiniones anteriores divergentes se reflejan en «Sobre Aluacaxí», 1904, pp. 403 y 409; y en Crón. General-Discurso, p. 227); P. E. Russell, «San Pedro de Cardeña» (1958), pp. 57-79. A mi parecer, toda la materia épica relacionada con el drama de Corpes presente en la Primera crónica formaba parte de la *Estoria del Cid amañada en Cardeña; el epílogo clerical (la llamada *Leyenda de Cardeña) buscó sustentarse, desde sus orígenes, en la arraigada tradición juglaresca. Por otra parte, el monje que, al servicio de los intereses económicos del monasterio, dio forma literaria a la *Estoria del Cid, trató de dar autenticidad el relato de las fabulosas postrimerías del héroe mezclando en el cuento a los tres personajes moros valencianos que ocuparon los más importantes puestos durante el gobierno de Valencia por el Cid: el alcalde «Alhuacaxí», el alguacil «Abenalfarax» y el almojarife. La familiaridad del monje de Cardeña con el nombre y papel histórico de esos moros es indudablemente debida a la traducción de la historia de Ibn cAlqama realizada por el taller historiográfico de Alfonso X; por tanto, la invención del pseudo Ibn al-Faraŷ autor de la *Estoria del Cid de Cardeña tendrá que ser post-alfonsí (aunque no posterior a los comienzos del s. XIV, dado el testimonio de las Crónicas manuelina y de Castilla).

** Agradezco las ilimitadas facilidades que para la reproducción fotográfica y termofáxica de manuscritos cronísticos me gestionaron en la University of Wisconsin los profesores J. H. Herriott y Ll. A. Kasten; sin la amable intervención de estos colegas no habría podido llevar a término mi trabajo.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

*   27.- INTRODUCCIÓN

*   28.- 1. LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL

29.- 2. EL FIN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA ALFONSÍ Y LA ESTORIA CARADIGNENSE DEL CID

*   30.- 3. EL MIO CID QUE UTILIZÓ ALFONSO X

31.- 4. LA «REFUNDICIÓN DEL MIO CID» Y LA «LEYENDA DE CARDEÑA»

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen: Maestro de Soriguerola: Detalle de la tabla de San Miguel (finales del siglo XIII). Barcelona, Museo Nacional de Arte de Cataluña

31.- 4. LA «REFUNDICIÓN DEL MIO CID» Y LA «LEYENDA DE CARDEÑA»

31.- 4. LA «REFUNDICIÓN DEL MIO CID» Y LA «LEYENDA DE CARDEÑA»

4. LA «REFUNDICIÓN DEL MIO CID» Y LA «LEYENDA DE CARDEÑA». IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

      Sólo a partir de la sublevación de Ibn Ŷaḥḥāf  (Abeniaf) en Valencia es cuando una y otra crónica difieren por completo en cuanto al texto del Mio Cid utilizado. La Primera crónica, que deja de incorporar a Ibn cAlqama la información de las restantes fuentes alfonsíes e incluso abandona la estructu­ra analística, prescinde, claro está, de los datos contenidos en el «Cantar de las Bodas» relativos al cerco de Valencia. La Crónica de veinte reyes, en cambio, que continúa los hábitos compilatorios de la Estoria de España alfonsí, incorpora a la narración de Ibn cAlqama los versos 1092 a 1204 del Mio Cid, al lado de sendos pasajes de la Historia Roderici.124 Después, conquis­tada Valencia y dando fin Ibn cAlqama, vuelve a percibirse en la Primera crónica el hilo narrativo del Mio Cid (primero, aislados en el cap. 920 de PCG, los versos 1209-1210 y 1219-1220;125 luego, a partir del cap. 922, de corrido, desde el verso 1222 en adelante),126 pero en redacción muy anovelada, que luego empalma con la *Leyenda de Cardeña. Dado que esta fantástica biogra­fía cidiana usurpa en la Primera crónica (y en las Crónicas manuelina y de Castilla) el lugar de todas las fuentes habitualmente utilizadas por Alfonso X, creo que esta refundición no formaba originalmente parte del mismo Mio Cid utilizado por los historiadores alfonsíes en los capítulos anteriores al cerco de Valencia (caps. 850-862 de PCG); a comprobárnoslo viene la estruc­tura de la Crónica de veinte reyes, que, una vez concluido Ibn cAlqama, continúa apurando la información de las mismas fuentes utilizadas en la parte anterior por la Estoria de España de Alfonso X: la Historia Roderici, el Cronicón lusitano, los anales relativos al reino de Aragón, Sigebertus Genblacensis, Martinus Oppaviensis (o Polono) y... el Mio Cid de hacia 1140 127 (no la versión anovelada y continuada por la Leyenda de Cardeña presente en la Primera crónica general), y continúa sometiéndolas a una sistemática organi­zación cronológica.128

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

NOTAS

124 Vuelve a aprovechar el v. 1092, incorporándolo a un breve párrafo de la Historia Roderici, § 54, que intercala en medio del relato de Ibn cAlqama; más tarde resume el contenido de los versos 1093-1171 (sólo omite las alusiones a Cebolla y Peña Cadiella, que consideró aquí imperti­nentes), interrumpiendo de nuevo la narración de Ibn cAlqama; poco después, vuelve a comple­mentar el relato árabe con noticias de la Historia Roderici, § 57-58, y del Mio Cid, vv. 1182 y 1187-1204.

125 A mi parecer, los versos del Mío Cid «(1209) Nueue meses complidos, sabet, sobrella iaz; (1210) quando vino el dezeno, ouieron gela a dar» explican el comienzo del cap. 920 [= 921] de PCG, cap. LXXIIII de E2(d) y F: «Cuenta la estoria que nueue meses touo el Cid çercada la noble çibdat de Valencia.... Et vn mes estido en sus pleytesias con los de la çibdat fasta que..., en que se cunplieron los diez meses...» (PCG, p. 591a20-28); diez figura correctamente en el ms. F y en la Crónica de Castilla, sólo E2(d) entiende mal y corrige nueue. A su vez los versos «(1219) Alegre era el Campeador con todos los que ha, (1220) quando su seña cabdal sedie en somo del alcaçar» se reflejan fielmente en lo que sigue: «...et mando poner su senna en la mas alta torre que en el alcaçar auie... et fizieron grandes alegrias el et todos los suyos» (PCG, p. 591a41-47). Sólo se acude a Ibn cAlqama a partir de PCG, p. 591a47 (en que la Crónica de Castilla abre nuevo capítulo).

126  Desde la venida del rey de Sevilla contra Valencia.

127  Con esta mi nueva hipótesis quedan, de paso, conciliadas las dos posiciones contradicto­rias hasta aquí tomadas por la crítica al enjuiciar el problema de las relaciones entre la Primera crónica, la Crónica de veinte reyes y el Mio Cid Con Menéndez Pidal (Poes.Jugl.6, Cantar de M.C.2) y Cintra (Crón.1344) reafirmo la prioridad de la Primera crónica general respecto a la Crónica de veinte reyes en la parte anterior al cap. 896 de PCG; con Babbitt («Once Reyes», pp. 207-208; «Twelfth-Century Epic Forms», pp. 128-136) creo en la gran antigüedad de la compilación conservada en la Crónica de veinte reyes y, por lo tanto, pongo en duda (como innecesaria, aunque no como increíble), la supuesta popularidad del Mio Cid del s. XII en el s. XIV.

128  Véanse atrás pp. 105-107 y notas 70-78.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

*   27.- INTRODUCCIÓN

*   28.- 1. LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL

29.- 2. EL FIN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA ALFONSÍ Y LA ESTORIA CARADIGNENSE DEL CID

*   30.- 3. EL MIO CID QUE UTILIZÓ ALFONSO X

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen: Maestro de Soriguerola: Detalle de la tabla de San Miguel (finales del siglo XIII). Barcelona, Museo Nacional de Arte de Cataluña

30.- 3. EL MIO CID QUE UTILIZÓ ALFONSO X

30.- 3. EL MIO CID QUE UTILIZÓ ALFONSO X

3. EL MIO CID QUE UTILIZÓ ALFONSO X. IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ  

      La historia del Mio Cid como gesta en continuada reelaboración juglaresca desde mediados del s. XII hasta las postrimerías de la Edad Media, fue reconstruida en sus líneas generales por Menéndez Pidal en 1898 («El Poema del Cid y las Crónicas generales de España»), y, con ligeros retoques, fue luego acogida en Cantar de Mio Cid (1908-1911), Poesía juglaresca y juglares (1924), etc.82 Según esa reconstrucción, ya clásica, las Crónicas Generales nos permi­ten asistir, paso a paso, a la sucesiva adaptación de la vieja gesta de c. 1140 83  a los gustos nuevos, triunfantes en la epopeya de los siglos XIII y XIV. En la Primera crónica general, iniciada por Alfonso X hacia 1270, el Mio Cid prosificado es ya una refundición muy alterada del antiguo poema del s. XII;84 la sobria estructura primitiva aparece recargada con incidencias y personajes nuevos,85 al mismo tiempo que el tono mesurado y noble de la vieja gesta se descompone en escenas llenas de desmanes, alborotos, voces y golpes.86 Más tarde, en el s. XIV, sustituyen a esta refundición otras aún más innovado­ras, como la que deja su huella en la Crónica manuelina y en la Crónica de Castilla (a comienzos de ese siglo);87 y la renovación continúa hasta el siglo XV,88 en que la gesta se desintegra en fragmentos romancísticos.89 Pero en el s. XIV la vieja versión del Mio Cid de c. 1140 podía aún competir literariamente con sus más novedosas refundiciones. El autor de la Crónica de veinte reyes ―Crónica algo posterior a la de Castilla―,90 sea porque algunos juglares resucitasen por entonces, a título de novedad, los poemas arcaicos,91 o simplemente a causa de su fino paladar crítico de historiador,92 al tratar de refundir la Primera crónica, prefirió sustituir los novelescos relatos que habían acogido las restantes Crónicas Generales por una fiel prosificación del poema primitivo (el del s. XII).

      Hasta aquí las ideas comúnmente admitidas. Pero en vista de nuestra nueva concepción de las Crónicas, creo que se hacen precisas en ellas impor­tantes modificaciones.

      Ya Menéndez Pidal había observado desde antiguo el contraste en la Primera crónica general entre dos secciones de la prosificación del Mio Cid:

    «la Crónica coincide en todo con el antiguo Cantar hasta el verso 1094 [léase, mejor, 1097],93 salvo muy ligeras variantes; los versos que siguen hasta el 1220 faltan en la Crónica...; en fin, hasta el verso 1251 94 no empieza la divergencia bien perceptible de ambos textos»;

pero creyó explicable esta doble actitud del juglar refundidor por el hecho, bien conocido, de que son las conclusiones de los poemas las que más atraen la imaginación renovadora y no los comienzos.95

      A mi parecer, tan precisa frontera entre la parte inalterada y la parte refundida depende de un cambio en la estructura de la Primera crónica, no de un cambio en la actitud recreadora de un juglar refundidor del poema de Mio Cid

      En la sección de la Primera crónica general anterior a la sublevación de Valencia, cuando aún no se echa de menos la información de ninguna de las fuentes alfonsíes y se mantiene en ella la estructuración analística propia de la Estoria de España, el Mio Cid prosificado (en los capítulos 850-862 de PCG) en nada difiere del conocido.96 La identidad de ambas versiones ―la prosificada y la que conocemos en forma métrica― me parece indisputable: compa­rando verso a verso y línea por línea las dos narraciones, no hallo más divergencias que las surgidas naturalmente al adaptar la exposición poética al estilo narrativo cronístico.

      En un principio, a los 424 primeros versos del Mio Cid, relativos al paso del desterrado por Burgos y Cardeña y a su salida de Castilla, corresponden dos breves capítulos cronísticos (PCG, caps. 851 y 852), en que sólo se aprove­chan los datos «históricos» esenciales; el resumen es demasiado rápido para poder apreciar la identidad o divergencia de los dos textos poéticos.

      La única diferencia noticiable es el reajuste cronológico consistente en hacer que el Cid no duerma en Cardeña y que salga, por tanto, del monasterio trasnochando («desque fue la noche espidiosse... Et andido toda essa noche, et fue otro dia a yantar a Espinaz de Can», PCG, p. 524b11-14); la corrección se explica a mi parecer mejor como simple retoque historiográfico que como innovación juglaresca.97

      Una vez que el Cid abandona Castilla y el poema se dedica a reseñar acciones guerreras, la Crónica prosifica el Mio Cid verso por verso, esforzán­dose en recoger de cada uno de ellos un máximo de información. Esta técnica prosificatoria explica que, para destruir el ritmo y la asonancia poéticas, se tienda con cierta frecuencia a envolver el verso en una frase algo más amplia, adicionada con pequeñas deducciones;98 creo innecesario detenerme a analizar aquí cómo los historiadores alfonsíes adaptaron cada uno de los versos 425-1097 del Mio Cid a una prosa cronística, basta hacer notar que, en general, reprodujeron con una gran fidelidad el texto poético. Este respeto, no ya sólo a los hechos narrados, sino a la propia forma de narrarlos, nos permite asegurar que el Mio Cid de Alfonso X, en su «Cantar del Destierro», era, en la inmensa mayoría de sus versos, idéntico al copiado (en 1307?) por Per Abbat. Sólo ocasionalmente el historiador consideró preciso extender su labor interpretativa de la fuente poética más allá de los discretos límites habituales, entremetiéndose a explicar, glosar o arreglar la información de la gesta; son estas dilataciones y arreglos, que Menéndez Pidal creyó a veces reflejo de innovaciones poéticas introducidas por un juglar refundidor, los que nos interesa examinar con detalle a fin de probar mi anticipada conclu­sión.

      En dos pasajes, la generosidad del héroe con los moros vencidos, según el poema, suscita comentarios aclaratorios por parte del cronista. Así, cuando al abandonar Castejón, el Cid liberta a cien moros y a cien moras (versos 534-535), el historiador razona por su cuenta: «ca paresçrie mal de leuar moros nin moras en nuestro rastro, et non nos conuiene agora, mas andar los mas afforrechos que pudiermos, como omnes que andan en guerras et en lides et an a guarir por sus manos et sus armas» (PCG, pp. 525b48-526a4); y, más tarde, reinterpreta el discurso del Cid sobre cómo tratar a los moros de Alcocer (versos 617-622):99 «Et de como yo cuedo, en este castiello a grand auer, et moros et moras que fincan aun y; et podemoslos uender et matar; mas pero si los mataremos non ganaremos y nada; et tengo que ualdra mas que coiamos aca dentro aquellos que fincaron fuera, et ellos que saben la villa, mostrarnos an buenas posadas et los aueres que yazen ascondidos en las casas, et seruir nos hemos dellos» (PCG, p. 527a7-16).

      El deseo de justificar detenidamente los actos del héroe, en términos de estrategia militar, da lugar a glosas diversas: el Cid vende Alcocer «porque querie salir dalli a yr uuscar mas conseio del que tenien et auie mester auer que diesse a las compannas con que se guisassen» (PCG, p. 530b8-11; fundándo­se en que el Campeador reparte seguidamente el dinero entre sus vasallos, versos 847-850); cuando, cercado en Alcocer por Fáriz y Galve, el Cid razona a su mesnada «que nos queramos yr de noch no nos lo consintran/ grandes son los poderes por con ellos lidiar» (versos 668-669), la Crónica insiste y aclara: «ellos son grandes compannas et grandes los sus poderes, et nos pocos et estamos en su tierra. Et que nos queramos yr de noche a furto, nin lo podremos fazer nin nos lo consintrien ellos, ca nos tienen cercados de todas partes et uer nos yen. Otrossi con ellos non podriemos lidiar, ca son los moros muchos ademas» (PCG, p. 527b30-38), y lo mismo hace con la respuesta de Alvar Hañez («De Castiella la gentil exidos somos aca/ si con moros non lidiaremos no nos daran del pan», versos 672-673): «Sallidos somos de Castie­lla la noble et la loçana et uenidos a este lugar do nos es mester esfuerço. Si con moros non lidiaremos, sabed que los moros non nos querran dar del pan» (PCG, p. 527b40-44). 100 Con voluntad de completar la información en el terreno militar, el historiador, que ha contado siguiendo al poema el acuerdo tomado por el Cid de echar fuera de la villa a los moros encerrados con él en Alcocer, por «que non sopiesse ninguno esta su poridad» (v. 680), se cree obligado incluso a detallar: «por que non sepan nuestra poridat et lo fagan saber a los otros. Et pues que ouieron echados los moros et fecho todo assi como el Cid dixo, cerraron bien las puertas del castiello» (PCG, p. 528a6-10); y, así mismo, cree imprescindible, antes de la lid campal, que el Campeador dé órdenes precisas a los suyos: «El Çid castigolos alli a todos como fiziessen en la fazienda, et acordassen todauia en una et non se esparziessen sin recabdo» (PCG, p. 528a29-32). Ninguna de estas adiciones de la Crónica refleja una refundición juglaresca de los viejos versos del Mio Cid.

      En otros casos, la divergencia entre los relatos prosístico y poético se explica porque el historiador trata de desarrollar narrativamente aconteci­mientos que el Mio Cid, con su técnica pictórico-dramática, sugiere de forma indirecta, mediante una pincelada. Así el poema nos cuenta sólo que Pero Vermúdez pone la seña en lo más alto de Alcocer (versos 611-612), mientras la Crónica explica: «Et desi acogieronse al castiello et entraronle luego que non fallaron y embargo ninguno. Et fue luego Pero Uermudez et puso la senna en el mas alto logar que en el castiello fallo» (PCG, pp. 526b46-527a3); o que, habiendo entrado Pero Vermúdez con la seña en medio de los enemi­gos, «moros le reçiben por la seña ganar,/ dan le grandes colpes, mas nol pueden falssar» (versos 712-713), mientras la Crónica aclara: «Los moros recibieronle, et començaron de ferirle muy de rezio dandol muy grandes colpes pora abaterle si pudiessen et leuar del la senna, mas traye el tan buenas armas que gelas non podien falssar, et demás muy fuerte coraçon, assi que non pudieron guisar con el lo que quisieran» (PCG, p. 528b24-30); o, en fin, que Minaya, sobre un nuevo caballo que le consigue el Cid, «...fuerte mientre lidiando/ a los que alcança valos delibrando» (versos 757-758), mien­tras para los propósitos de la historia parece oportuno hacer constar que los moros van ya de vencida (puesto que Alvar Hañez los sigue en alcance): «...cometieron a los moros muy de rezio. Et por que los moros fincaran mal escarmentados de la otra uez et non se atreuiendo ya a lidiar con los cristia­nos fueronse vençiendo. Et los cristianos yendolos ya leuando...» (PCG, p. 529a43-b1).

      Lo mismo cabe decir de ciertos episodios en que a una breve frase del poema corresponde en la Crónica un trozo narrativo en que se desarrolla la situación en ella compendiada. Así, el grito «Non sea, por caridad» (v. 709), con que el Cid de la gesta trata de impedir que su alférez coloque la seña en medio de los moros, en la prosa histórica se convierte en una acción narrable: «Trauo estonces el Çid con ell que estidiesse quedo et non mouiesse la senna, mas non pudo con el» (PCG, p. 528b18-21); y el gesto «al Çid beso la mano» (v. 692), que basta a los propósitos poéticos para expresar toda una reacción, se aclara en la historia diciendo: «plogo mucho desto a don Pero Uermudez et beso la mano al Çid» (PCG, p. 528a22-28. Donde el Mio Cid presenta dramática­mente la afectuosa despedida de los moros de Alcocer al desterrado: «Moros et moras tomaron le a quexar:/ ¿Vaste, myo Çid; nuestras oraciones uayante delante!/ Nos pagados fincamos, señor, de la tu part» (versos 852-854), la Crónica narra: «los moros que y morauan començaronse a quexar mucho por ello, por quc les fazie el Çid mucho bien et mucha merçed, et rogauan a Dios por el, quel guiasse en su seruicio, et que la su bienandança que siempre fuesse adelante, pues que yrse querie» (PCG, p. 530b19-25). Las pala­bras exultantes del Cid a Alvar Háñez, después de tomar el quinto del botín: «Oyd, Mynaya, sodes myo diestro braço!/ Daquesta riqueza que el Criador nos a dado/ a uuestra guisa prended con uuestra mano» (versos 810-812), se convierten al pasar a la historia en una razonada proposición: «Aluar Hannez, todo algo que uos omne fiziesse merecedes lo uos muy bien a guisa de muy buen cauallero, et quiero que tomedes del mio quinto quanto uos quisieredes» (PCG, p. 530a26). Y el cronista hace lo que puede para interpretar la situación a que aluden los difíciles versos 527-528: («Moros en paz, ca escripta es la carta, buscar nos ye el rey Alfonsso con toda su mesnada»): «Demás el rey don Alffonso a pazes con los moros, et se yo que escriptas son ya de los moros las cartas de lo que nos por aqui començamos a fazer, pora enuiargelas; et el rey don Alffonso nuestro sennor es poderoso et de gran coraçon, et pero que lo auemos con moros, non lo querrá el soffrir, et uenir nos a uuscar» (PCG, 525b33-40); si en este caso su interpretación no es muy correcta, menos lo es cuando de los versos 507-509 («Comidios myo Çid.../ al rey Alfonsso que legarien sus compañas,/ quel buscarie mal con todas sus mesna­das») infiere: «El Çid otrossi quando se uio tan bienandante en su comienço, fue muy alegre et loçano por ello, et atrouosse muy mas por ende en sus fechos; et enuio dezir al rey Alffonso que pues quel assi echaua de tierra, quel farie deseruicio con aquellas compannas que traye» (PCG, p. 525b1-7).101 Por último, la sutil manera con que el rey del poema difiere, para un futuro no lejano, el perdón del Cid, al mismo tiempo que acepta graciosamente el presente que el desterrado le envía («...mucho es mañana,/ omne ayrado, que de señor non ha graçia,/ por acogello a cabo de tres semmanas», versos 881-883), recibe en la Crónica sesudo complemento: «...et esto non pertenesce a rey, ca ningun rey nin sennor non se deue assannar por tan poco sinon sil cumple mucho» (PCG, p. 531a44-47). Me parece evidente que ninguna de estas glosas encubre un contenido poético nuevo.

      Por otra parte, no creo que haya que pensar en una reordenación del relato épico del Mio Cid por un juglar refundidor para explicar que en la Crónica se agrupen en un solo discurso las tres recomendaciones que el Cid de la gesta hace a Minaya al tiempo de enviarlo con embajada para Castilla (versos 813-818, 820-825, 829-831; PCG, p. 530a6-26),102 o que la prosa cronística nos presente en orden inverso la materia de los versos 520 y 521.103 Y, a mi ver, era imprescindible necesidad para la Crónica el reducir a un mero discurso directo la extraña mezcla (usada más de una vez en el poema) de estilo directo e indirecto con que el Cid comenta con su compaña las posibili­dades estratégicas de Castejón (versos 525-529).104

      Fue el historiador, sin duda, y no el supuesto refundidor del Mio Cid,105 quien se preocupó de justificar que el Cid siga pensando cómo hacerse dueño de Alcocer (versos 574-575: «Quando vio myo Çid que Alcocer non se le daua;/ el fizo vn art...» etc.),106 después que Alcocer le está pagando parias (versos 569-570: «el castiello de Alcoçer en paria ua entrando./ Los de Alcoçer a myo Cid yal dan parias de grado»): «El Çid desque uio alli fecha la bastida,107 et fue con su caualleria contra Alcoçer por uer si la podría tomar. Et los de la villa, con miedo que ouieron dell, fablaronle como en razon de pecharle et darle parias, et el que los dexasse ueuir en paz; mas el Çid non lo quiso fazer, et cogiosse a su bastida» (PCG, p. 526a37-44); poco después, el cronista prosifica distraídamente el verso 586 108 («et las parias que de nos a leuadas, dobladas nos las tornara», en boca de los moros de Alcocer), confirmándonos así que en su versión del poema Alcocer había también pagado las parias.109 Otras importantes moralizaciones historiográficas hallamos en la escena de la prisión de Berenguer («el conde don Remond») concebida por el poeta del Mio Cid en tono maliciosamente cómico. El historiador ennoblece sistemáti­camente la actuación del héroe con el conde vencido, al mismo tiempo que dignifica al de Barcelona.110

      Después de considerar una por una todas las divergencias notables111 existentes entre el relato del Mio Cid copiado por Per Abbat y la Crónica alfonsí, me reafirmo en la creencia de que la Estoria de España tuvo aquí como fuente una redacción de la gesta idéntica a la conocida; sólo como excepción hallamos algún que otro caso en que la Crónica nos permite, quizá, restaurar un verso épico sin correspondencia en el manuscrito único del poema;112 pero tales versos pueden muy bien ser primitivos y faltar en la copia de Per Abbat por omisión o descuido113 (en su mayoría fueron incorporados, efectivamente, a la edición crítica del poema por el propio Menéndez Pidal).114

      Esta prosificación del Mio Cid que hemos venido estudiando, con las mismas frases adicionales añadidas por los historiadores alfonsíes para acla­rar el relato poético,115 y, desde luego, con la misma huella de los versos omitidos por Per Abbat, 116 es la que, resumida, 117 figura también en la Crónica de veinte reyes. Alguna rara vez el resumen de Veinte reyes conserva memoria de un verso del Mio Cid cuyo contenido no se refleja en la Primera crónica: «...e honrrado. El Çid quando desperto ouo grand plazer de la vision que viera e acomendose a Dios e rogole que le guiasse bien su fazienda. E otro dia...» (CrXXReyes, f. 115a; cfr. PCG, p. 524b23), prosificación de los versos 410-412; 118 «...que cunpliesse el Çid con ello a sus conpañas en aquello que les ouiese a dar. E dixole assi: Çid, fasta que vos yo non vea en canpo auer grand fazienda con moros e que lidie yo del mi cabo faziendo grand mortandad en los moros e que entendades vos que lo meresco, non vos quiero tomar nada.  El Çid...» (CrXXReyes, f. 115c-d; cfr. PCG, p. 525b1), prosificación de los versos 498-504; 119 «...e lidiando todos de buelta entro el Çid e Aluar Fanez entre los del castillo e mataron alli mas de trezientos moros. El Çid e Aluar Fanez, demientra que la otra caualleria lidiaua con los moros...» (CrXXReyes, f. 116c; cfr. PCG, p. 526b41-43), prosificación del verso 605 (anticipado).120 Pero ello no nos obliga a suponer que manejase una versión distinta del Mio Cid; al igual que la presencia en la Crónica de veinte reyes de un pormenor o un pasaje completo de Ibn cAlqama omitido por la Primera crónica121 no permite pensar que existiesen dos versiones divergentes de la historia árabe.122 Es bien sabido que veinte reyes conserva con cierta frecuencia detalles de las fuentes ―cualesquiera que ellas sean― olvidadas por la Primera crónica. La identidad de las dos prosificaciones del Mio Cid queda asegurada si tenemos en cuenta la identidad en estructura y composición de ambas Crónicas en esta parte.123

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

NOTAS

82  R. Menéndez Pidal, «El PC y las Crón (1898); Cantar de M.C.2, I (Madrid, 1944). En Poes. Jugl.6 (1957) reajusta ya su vieja reconstrucción (sin grandes alteraciones) a las novedades traídas por el estudio de Cintra publicado en 1951 (Crón. 1344).

83  Han impugnado esta fecha hipotética P. E. Russell, en «Some Problems of Diplomatic in the Cantar de Mio Cid and Their Implications», The Modern Language Review, XLVII (1952), 340-349, y A. Ubieto Arteta, «Observaciones al Cantar de Mio Cid», Arbor, XXXVII (1957), 140-170. A este último replicó Menéndez Pidal en 1960: En torno al Poema del Cid, Barcelona-Buenos Aires, 1963, pp. 165-169. El Mio Cid conservado bien pudiera ser medio siglo más tardío de lo supuesto por Menéndez Pidal, pero faltan argumentos probatorios. Para nuestro estudio, no es necesario tomar posición respecto a la hipótesis avanzada por Menéndez Pidal en una última etapa de sus estudios cidianos (Romania, LXXXII, 1961, 145-200) de un Mio Cid de San Esteban de Gormaz, anterior al de Medinaceli. [Véase, sin embargo, ahora D. Catalán, «El Mio Cid. Nueva lectura de su intencionalidad política», en Symbolae Lvdovico Mitxelena Septvagenario Oblatae, ed. L. Mele­na, Vitoria: Universidad, 1985, pp. 807-820, en que argumento a favor de la existencia de un solo autor, natural, eso sí, de San Esteban de Gormaz, vinculado a la familia de Diego Téllez y defensor de los intereses de la nueva casa real navarra de origen bastardo, la del «Restaurador» García Ramírez; o, mejor en «El Mio Cid. Nueva lectura. 2ª ed.»]

84  Esta refundición, «primera» entre las que conocemos, habría sido precedida, piensa Menén­dez Pidal, de otras menos radicales.

85  El refundidor añadió detalles prolijos en las escenas tradicionales y entremezcló con los personajes originarios otros de su libre invención; dedujo del contexto cuantos episodios pedía el deseo de subsanar los descuidos en que había incurrido el poeta del s. XII, y, en fin, buscó novedad introduciendo profundas alteraciones en los más llamativos episodios, como la derrota de Búcar o las cortes de Toledo.

86  Conforme a los gustos de la épica decadente, el refundidor convirtió la escena cumbre de las cortes de Toledo en una tumultuosa asamblea llena de personajes extraños que se intercam­bian amenazas y golpes ante un rey incapaz de hacer sentir el peso de su autoridad. No cabe mayor apartamiento respecto a la sobria y mesurada escena primitiva en que Alfonso jura por San Isidro que todo desacato será castigado, y en que nadie da ocasión a que se cumpla el juramento.

87  Y en la Crónica de 1344, que Menéndez Pidal considera últimamente como derivada y no fuente de la de Castilla, convencido por la argumentación de Cintra (véase Poes.Jugl.6, pp. 299, 304). Para las fechas de estas tres crónicas véase atrás, notas 10 y 34. Según muestra la Crónica de Castilla, la nueva refundición alteraba también la parte primera («Cantar del Destierro») del Mio Cid, hasta entonces inmodificada.

88  Según parecen indicar ciertas variantes de la Crónica general toledana de hacia 1460 (Poes. Jugl.6, pp. 314-315).

89  Como el de la huida de Búcar (Helo, helo por do viene / el moro por la calzada) o el de las cortes de Toledo (Tres cortes armara el rey y Yo me estando en Valencia, / en Valencia la mayor); cfr. Menéndez Pidal, Romancero hispánico, pp. 222-229.

90  Según la nueva cronología, apoyada en los hallazgos de Cintra, que propone Menéndez Pidal en Poes.Jugl.6, p. 300.

91   Así piensa Menéndez Pidal en Poes.Jugl.1, pp. 401-403; y todavía prefiere esta explicación en Poes.Jugl.6, pp. 301-303, aunque destaca la importancia de las observaciones de Cintra que citamos en la nota 92. Esta moda arcaizante entre los juglares del s. XIV explicaría también el que Per Abbat se interesase en 1307 por el viejo poema y que un juglar del mismo siglo, algún tiempo después, adicionase a la copia del Mío Cid el explicit pidiendo a los oyentes vino y prendas en pago de la recitación.

92  Cintra prefiere explicar la utilización del viejo Mio Cid como una muestra más de los notables criterios historiográficos que caracterizan a la Crónica de veinte reyes frente a todas las restantes obras hermanas: su autor es consistentemente hostil a las invenciones de los juglares tardíos (Cintra, Crón.1344, pp. CCXVIII-CCXXVI, CCLXIV-CCLXXIV; en las dos últimas páginas citadas trata de la utilización del Mio Cid del s. XII, en particular).

93  Al final del cap. 862 de PCG (pp. 534b44-535a4), detrás de los versos 1090-1093, se refleja aún el 1097 («Dentro en Valencia non es poco el miedo»); «llegaron las sus nueuas a Valencia, et sono por la villa... et fueron ende espantados e temieronse ende».

94  En el v. 1251 el Cid, según el viejo poema, se aconseja sólo con Minaya, pero la Crónica asocia a esta escena a Pero Vermúdez (ya antes, con ocasión del v. 1244, encuentro en la Crónica una adición semejante); «tres mili e seys çientos» cuenta los suyos el Cid en el alarde del Mio Cid (v. 1265), mientras la Crónica los divide en 1.000 caballeros de linaje, 500 de a caballo y 4.000 peones; en la gesta del s. XII don Jerónimo llega a Valencia después que el Cid ha decidido enviar a Minaya en busca de doña Jimena, el orden en la Crónica es el inverso (y en ella el Cid visita al clérigo en su posada); en el viejo Mio Cid únicamente Minaya se dirige a Cardeña, la Crónica lo hace acompañar de Martín Antolinez para que el burgalés pague debidamente 600 marcos a los judíos engañados con el trato de las arcas; donde hablaba antes el poema de Carrión, como lugar donde los mensajeros encuentran al rey, se nos habla ahora de Palencia en la Crónica, etc. (Cantar de M.C.1 I, p. 127; cfr. PCG, pp. 592b30,  43, 44-46, 593a2-18,  b6-14, 21). Las divergencias van luego en aumento y son notabilísimas a partir del episodio del león.

95  Cantar de M.C.1 I, pp. 126-130; además Cantar de M.C.2, III, p. 1187.

96  El «Cantar del Destierro» es prosificado íntegramente en los caps. 850-861 de PCG; seguida­mente, en el cap. 862 se añaden, a un relato basado en la Historia Roderici, las noticias contenidas en los primeros versos del «Cantar de las Bodas» (en especial, versos 1090, 1092, 1093 y 1097).

97  En el Mio Cid, llegados los 115 caballeros con Martín Antolinez, el Cid, después de yantar, cuando «la noch querie entrar», reparte la soldada y dispone la salida «a la mañana quando los gallos cantaran» (v. 316), después que toque el abad a maitines y les diga la misa de la santa Trinidad. La misa, con la oración de Jimena, es esencial en la despedida familiar concebida por el juglar (versos 325-375) y no podía faltar en una refundición poética. El historiador consideró inútil la escena y la omitió; una vez suprimida, pudo hacer marchar al Cid con el apresuramiento natural del desterrado que ve agotarse el breve plazo que le ha concedido el rey para salir de la tierra.

98  Por ejemplo: v. 580 «Veyen lo los de Alcoçer, Dios, commo se alabauan!», «Los moros de Alcoçer, quando lo uieron, començaronse de alabar que fueran esforçados et que se touieran bien» (PCG, p. 526b9-11); v. 590 «Dizen los de Alcoçer: ya se nos va la ganançia!»; «Los de Alcocer, quando assi le uieron yr apriessa, dixieron: vassenos la ganancia que cuedaramos auer; et andemos mas, en guisa que los alcancemos» (PCG, p. 526b27-31). Sin embargo, lo normal es que la prosa cronística siga más apegadamente la frase del poema. El proceso de adaptación de la sintaxis «suelta», poético-dramática, del Mio Cid a la sintaxis «trabada», raciocinante, de la prosa histórica alfonsí ha sido estudiado con gran detalle (tomando como ejemplo los caps. 858-859 de PCG, versos 871-925 del Mio Cid) por A. Badía Margarit, «Dos tipos de lengua cara a cara», en Studia Philologica. Homenaje... a Dámaso Alonso, I, Madrid, 1960, 115-139. Badía destaca los esfuerzos del historiador para asegurar la ilación en el relato, su preocupación por la subordina­ción, su tendencia al «ensanchamiento de la frase», su afán de precisión, que le lleva a deducir ciertos detalles del contexto, su hostilidad a las construcciones afectivas, que le obliga a reordenar la frase poética conforme a la lógica gramatical, etc.

99 Cfr. en el Mio Cid: «En este castiello grand auer auemos preso, / los moros yazen muertos, de biuos pocos veo. / Los moros e las moras vender non los podremos, / que los descabeçemos nada non ganaremos; / coiamos los de dentro, ca el senorio tenemos, / posaremos en sus casas e dellos nos seruiremos».

100 Menéndez Pidal, Cantar de M.C.1, III, 1051, v. 672, anota: «Bello añadió aquí malamente tres versos, tomados de la Refundición representada por las Crónicas». No creo preciso reconstruir ningún verso para explicar el texto cronístico.

101 A propósito de los versos 507-509, Menéndez Pidal, Cantar de M.C.1 III, 1044, nota: «las Crónicas nos aseguran que la Refundición del Cantar contenía también unos versos semejantes».  

102  La Crónica agrupa todas las recomendaciones a Minaya relacionadas con la embajada; sólo reserva para el momento de la despedida las instrucciones para en caso de que a su vuelta el Cid haya abandonado Alcocer. En este último discurso, el cronista reordena lógicamente los versos del poema.: 835-834-832-833 (no hay por qué pensar que sea «la Refundición» la que «altera el orden de los versos», como hace Menéndez Pidal, Cantar de M.C.1, III, 1057, nota al v. 835).

103  En el Mio Cid: «...e envió a Fita e a Guadalfagara / esta quinta por quanto serie conprada / avn de lo que diessen ouiessen grand ganançia / asmaron los moros III mill marcos de plata». En la Crónica: «et enuio mandado a los moros de Fita et de Guadalfaiara que gelo comprassen. Et ellos uinieron et uieron la prea, et apreciáronla en III mil marcos de plata, et aun los qui la tomassen que leuassen ende grand ganancia» (PCG, p. 525b14-19; mejor el ms. F: «tomasen avrian e.»). No creo que tenga razón Menéndez Pidal al suponer que «la Refundición colocaba malamen­te este verso [el 520] tras 521» (Cantar de M.C.1, III, 1045, nota al v. 520).

104  Menéndez Pidal, Cantar de M.C.1, III, p. 1045, nota al v. 525, comenta: «La Prim.crón.gral, 525b29, empieza aquí el discurso directo... la Crónica representa no nuestro texto, sino la Refundi­ción del mismo». Pero la construcción «Asmo Mio Cid con toda su conpaña / que...», etc. no podía ser conservada por el cronista; creo que la Refundición supuesta no es necesaria.

105  «La Refundición supone que el Cid atacó a Alcocer para conquistarlo, y que los de la villa le ofrecieron parias, con tal que les dejase en paz, mas él no las aceptó», afirma Menéndez Pidal, Cantar de M.C.1, III, p. 1047, nota al v. 569.

106  En la Crónica: «Et desque uio que non podia auer aquel castiello, fizo la maestria que agora diremos» (PCG, p. 526b2-4).

107  La «bastida» de que habla la Crónica son las «posadas» que rodeadas de una «carcaua» fortifica el Cid en un otero a orillas del «Salon» (versos 553-563).

108  «La paria quel a presa tornar nos la ha doblada.»

109 Menéndez Pidal observó ya (Cantar de M.C.1 III, p. 1047, v. 569, nota): «pero el v. 586 nos asegura que las parias fueron efectivamente pagadas, y que la Refundición obró de ligero al suponer la repulsa del Cid, y más conservando, como conserva, ese verso 586». El arreglo, insisto, más parece cronístico.

110 «Mando luego el Çid fazer muy grand cozina et adobar maniares de muchas guisas por fazer plazer al conde don Remond» («a myo Çid don Rodrigo grant cozinal adobauan»); «Conde, comet et beuet, ca esto en que uos sodes por uarones passa, et non uos dexedes morir por ello, ca aun podredes cobrar uuestra fazienda et enderençar esto» («Comed, conde deste pan e beued deste vino»); «Comet uos que sodes omne de buena uentura et lo merescedes, et folgat en paz et en salut» («Comede, don Rodrigo, e penssedes de folgar»); «Et el Çid, quando esto uio, con el grand duelo que ouo dell, dixol» («Dixo myo Çid»); «Conde, bien uos digo uerdad que si non comedes siquier algun poco, que nunqua tornaredes a uuestra tierra; et si comieredes por que podades ueuir...» («Comed, conde, algo, ca si non comedes, non veredes christianos; e si uos comieredes, don yo sea pagado...»); omite la descripción del conde comiendo con mano apresura­da, en compañía de los «creenderos» que le guardaban y bajo la mirada burlona del héroe (PCG, pp. 533b27-29, 38-42, 44-50, 534a4-5,  5-9, 32-33. Mio Cid, versos 1017, 1025, 1028, 1033, 1033-1034, 1058-1059). Th. Montgomery, «The Cid and the Count of Barcelona», HR, XXX (1962), 1-11, ha puesto de relieve ya, aunque por motivos diferentes a los nuestros, el contraste existente entre la humillan­te actitud burlona del Cid poético para con su encumbrado prisionero, y el mesurado y cortés tratamiento que a partir del relato épico inventa el cronista alfonsí.

111   Menéndez Pidal cita la supuesta Refundición a propósito de algunas diferencias mínimas: «La Refundición del Cantar no expresaba el número quinze» («en mano trae desnuda la espada, quinze moros mataua de los que alcançaua», vv. 471-472; «su espada en la mano, matando quantos ante si fallaua», PCG, p. 525a27-28); "La Refundición añade yo» («con Alfonsso myo señor non querria lidiar», v. 538; «ca yo non querria lidiar con el rey don Alffonso mio sennor», PCG, p. 526a8-9); «no se olvide que la Crónica sigue una Refundición del Cantar» («vieron lo las arrobdas de los moros, al almofalla se uan tornar», v. 694; «Las athalayas e guardas de los moros, quando lo uieron, dieron grandes uozes et tornaronse a sus compannas a fazergelo saber», PCG, p. 528a34-37). Cfr. Cantar de M.C.1 III, pp. 1043, 1046 y 1052.

112  «Bien sepades por cierto que tornaremos a Castiella con grand onrra et grand ganancia, si Dios quisiere»; «mas si Dios me diere conseio, yo gelo emendare et gelo pechare todo»; «onde a mester que los cometamos de cabo»; «et de como yo cuedo a yr nos auremos daqui»; rememora­ción ante Alfonso, por parte de Alvar Hañez, de la conquista de Alcocer y del envío de dos reyes moros por el rey de Valencia que cercasen al Cid (quizá cronístico); «et con la merced de Dios nos guisaremos como nos la fagades»; «tomo el Çid de sus compannas dozientos caualleros escollechos a mano, et trasnocho con ellos» (PCG, pp. 523b25-27, 524a8-9, 529a34-35, 530a33-34, 531a14-23, b19-20, 532b17-19.

113  Téngase en cuenta que la copia del Mio Cid conservada es de letra tardía, posiblemente del año 1307, es, por tanto, distinta y posterior a la que manejaron los historiadores alfonsíes en el s. XIII.

114 Versos 14b, 755b, 835b, 875b-e, 896b, 935b-c. Rechazo decididamente 934b, en vista de la lección del ms. F; pongo muy en duda 875b-e (que quizá se explique como rememoración cronística). Menéndez Pidal (Cantar de M.C.1, III, p. 1029, nota al v. 95) sólo considera aparte, como propio de la Refundición, el verso que podríamos reconstruir a base de PCG, p. 524a8-9 (es posible que la frase no sea sino una moralización historiográfica).

115 La Crónica de veinte reyes contiene prácticamente todas las adiciones y enmiendas cronísti­cas que hemos enumerado: «desque fue la noche espidiosse... e andudo toda esa noche»; falta el trecho correspondiente a PCG, p. 525b48-526a4, porque CrXXReyes comienza el capítulo en 526a13 aludiendo sólo de pasada a las razones del abandono de Castejón; «mando escodriñar toda la villa e fallaron y muchos moros e muchas moras que yazian escondidos e mucho oro e mucha plata e otro auer muy grande» (en Alcocer); «auiendo sabor de sallir de alli para yr buscar mejor logar e mayor conssejo» (empeña Alcocer); «e ssi quisiéremos lidiar con los moros ellos son muy grandes poderes e nos pocos, otrossi que nos queramos yr de noche a furto non podremos ca nos tienen cercados de todas partes»; resume la respuesta de Minaya; reduce a una breve frase casi toda la columna a de PCG, p. 528; «...para el castillo e entraronle luego. E Pero Bermudez, que traye la seña del Çid, fuesse luego quanto mas pudo para el castillo e puso la seña en el mas alto logar que y auie»; «los moros çercaron le alli e començaronle a dar grandes golpes en el de las lanças por leuar la seña del, mas commo traye buenas armas non le pudieron enpeecer»; «fueron ferir en los moros. E porque los moros estauan ya mal encarmentados de la otra vegada, non sse atreuieron a lidiar con los christianos nin de los atender en el canpo e avn fueronsse vençiendo. E los Christianos yendo los ya leuando...»; resume el diálogo que precede a las primeras heridas; omite el episodio, al resumir: «començaronse a quexar mucho los moros que y morauan por que les fazia el mucho bien e mucha merçed e rrogauan a Dios que le guiasse e la su bienandança que sienpre fuesse adelante»; «Minaya Aluar Fanez, todo algo que vos omne fiziesse meresçedes lo vos muy bien e quiero que tomedes vos deste mi quinto lo que vos ouieredes menester»; ya hemos dicho que omite todo este comienzo de capítulo al resumir; censura todo el pasaje; «e esto non pertenesçe a rrei, ca ningund señor non sse deue ensañar por tan poco tienpo ssi non ssi vier que le cunple mucho»; idéntica reordenación; «que gelo quisiesen conprar. E ellos vinieron sobre tregua, e quando vieron el auer apreçiaronle en tres mill marcos de plata»; omite, según dijimos; idéntica corrección a propósito de las parias de Alcocer; las mismas «moralizaciones» en la escena de la prisión de Berenguer.

116  «Bien sepades que tornaremos nos a Castilla rricos e honrrados e con grand honrra»; resume, poniendo en boca de Martín Antolinez el plan; «onde ha menester que los cometamos de cabo»; no; idéntica rememoración sobre Alcocer; «e ssi Dios quisiere nos guisaremos por do la ayamos»; «tomo el Çid dozientos caualleros de sus conpañas todos escogidos a mano e trasnocho con ellos».

117  Como es lógico, la tendencia a resumir el relato arrastra consigo la omisión de ciertos detalles poéticos y aun de algún episodio del Mio Cid conservados por la PCG.

118  «Quando desperto el Çid, la cara se santigo; / sinaua la cara, a Dios se acomendo; / mucho era pagado del sueño que (a soñado) [soñó].»

119  «Fata que yo me page sobre mio buen cauallo, / lidiando con moros en el campo, / que enpleye la lança e al espada meta mano, / e por el cobdo ayuso la sangre destelando, / ante Ruy Diaz el lidiador contado, / non prendere de uos quanto uale vn dinero malo, / pues que por mi ganaredes ques quier que sea dalgo.»

120  «En vn ora et vn poco de logar .c.c.c. moros matan.»

121  «Este Alcadir dio Çorita al rrey don Alfonso despues que ffue entrado el rrey de Badajoz en Toledo, por tal que le ayudasse contra sus moros» (CrXXReyes, ms. N, f. 126b-c; entre «...fuesse para Valençia» y «E diz la estoria que las cosas por que este nieto de Alimaymon ouo a salir de Toledo...» Cfr. PCG, p. 547b22-25). Este detalle histórico figura igualmente en el Kitab al-iktifá de Ibn al-Kardabūs, llamando «Çoria» a «Çorita» (corrige bien R. Menéndez Pidal, Hist, y Epop., Madrid, 1934, p. 247 y n. 2; no así E. Levi Provençal, Islam d’Occident, París, 1948, p. 127, n. 23). «Pero con conssejo de los moros poderosos de la cibdad» (CrXXReyes, f. 126c; entre «ouo a fazer esta postura con el rrey don Alfonso» y «que se salliesse de Toledo»; cfr. PCG, p. 547b39-40 variante de F); e, inmediatamente, añade: «e que le diesse Çorita assy commo dixiemos que gela dio» (sigue: «e el rrei don Alfonso que le ayudasse cobrar Valençia...»). Más adelante, la CrXXReyes (f. 129c), añade un largo pasaje sobre cómo los ambiciosos hijos de Abubacar Abneabdalziz dan al rey «muchas millarias de marauedis» pensando cada uno alcanzar el poder, mientras al-Qādir cree posible despojarles así poco a poco del tesoro de la ciudad que sospecha que se halla en sus manos; por ello, retiene a Alvar Fañez. (Entre: «asi commo se perdiera Toledo» y «E quando los alcaydes que tenien los castillos». Cfr. PCG, p. 550a44-45 y b15), e insiste (f. 129d) en que al-Qādir «nin quiso enbiar a Aluar Fanes, ca tenia que ssy lo enbiasse que non duraría el vn dia en el rregno, ca sse temia de los moros e non se aseguraua en ellos» (entre «...mas non le quiso el rrey creer» y «El rey de Valençia mostro este consejo que le daua Aldeça Abenlunpo...» Cfr. PCG, p. 550ò44-46); seguidamente la CrXXReyes (f. 130a-b) cuenta mucho más detalladamente el consejo de los hijos de Abu Bakr contrario a Abenmacor y Aldeça Abenlunpo, la ruptura con el privado y los preparativos para el cerco de Xátiva (cfr. PCG, p. 550b45-551a2); todavía, un poco después (f. 131a), añade la noticia: «e touolos tanto presos fasta que se ouieron a pleytear; e pleyteosse el vno de los fijos de Abubacar por dozientas vezes mill marauedis e todos los dio» (cfr. PCG, p. 551b52), hecho al que se alude en PCG, p. 552a40-41, como sabido.

122  Por absurdo que ello parezca, tal es, sin embargo, la conclusión de Th. Babbitt (CVR Latin Sources, p. 107): «it seems to indicate that the two chronicles are based on two distinct versions of the Arabic original».

123  Véanse detalles en la pág. 104 y las notas 60 y 61.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

*   27.- INTRODUCCIÓN

*   28.- 1. LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL

29.- 2. EL FIN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA ALFONSÍ Y LA ESTORIA CARADIGNENSE DEL CID

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen: Castigos y documentos del Rey Sancho IV, B.N. de Madrid ms. 3995

29.- 2. EL FIN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA ALFONSÍ Y LA ESTORIA CARADIGNENSE DEL CID

29.- 2. EL FIN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA ALFONSÍ Y LA ESTORIA CARADIGNENSE DEL CID

2. EL FIN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA ALFONSÍ Y LA ESTORIA CARADIGNENSE DEL CID. IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

      Según ya hemos apuntado, una de las importantes divisiones que presenta el manuscrito artificioso E2 ocurre inmediatamente antes de la sublevación de Valencia con Ibn Ŷaḥḥāf (Abeniaf). El copista que a fines del s. XIII escribió el lujoso manuscrito iniciado en Ramiro I interrumpió de pronto su trabajo en el capítulo 896 (de PCG), sin concluir ese capítulo,36 cuyo titular anuncia varios sucesos que no llegaron a relatarse,37 y dejó en blanco buena parte del cuaderno que estaba utilizando.38 Cuando a mediados del s. XIV una nueva mano39 trató de completar la historia cidiana allí abandonada, trascribiendo, con factura bastante tosca, un texto de origen independiente (cuya particular numeración de capítulos incluso conservó en su copia),40 prescindió de parte de los sucesos anunciados en el epígrafe, conforme hacía el manuscrito que le servía de base. La misma sutura presentan otros textos: el manuscrito F y la Crónica ocampiana.41 Pero mucho más interesante que esta laguna (ya otras veces examinada),42 como índice de una profunda división en la Prime­ra crónica general, es el radical cambio de estructura que a partir de este punto se produce en ella.

      Antes del capítulo 896, el equipo de técnicos de la escuela alfonsí dedicado a la Estoria de España había elaborado un relato del reinado de Alfonso VI perfectamente concorde con los principios compilatorios que regían la elabo­ración de esa gran empresa historiográfica.43 El espinazo de la narración venía a estar formado, como de ordinario, por una versión de las dos historias generales latinas del reino castellano-leonés, la del Toledano y la del Tudense, minuciosamente entrelazadas en un relato único; pero en este reinado, tan rico en fuentes particulares, a estas dos historias de carácter general se sumaban, como constituyentes esenciales de la narración, tres historias espe-cialiazadas: la historia de la pérdida de Valencia titulada Al-Bayān al-wā i  fī al-mulimm al-fā i de Ibn cAlqama,44 la Historia Roderici y el Mio Cid, referentes todas tres al hidalgo castellano. Toda esta materia se ordenaba, conforme a un muy novedoso esfuezo de precisión cronológica, por años de reinado.45

    «Andados II annos del regnado del rey don Alffonsso, et fue esto en la era de mill et cient II annos, et andaua otrossi estonces ell anno de la Encarnation del Sennor en mill et LXIIII, et el de Henrric empera­dor de Roma en XVI, en este anno...» (PCG, p. 521b21-26); «Del tercero anno del regnado deste rey don Alffonso non fallamos otra cosa de contar que pora aqui pertenesca, sinon que...» (PCG, p. 522a16-17); etc.. «Andados XIII annos del regnado deste rey don Alffonsso, et fue esto en la era de mill et CXIII annos, et andaua otrossi estonces el anno de la Encarnacion del Sennor en mill et LXXV, et el de Henrric emperador de Roma en XXVII, pues que...» (PCG, p. 537a29-34); «Del XIII anno fastal XVII del regnado deste rey don Alffonsso non falla­mos cosa que de contar sea que a la estoria pertenesca, sinon tanto que en el XIIII...» (PCG, p. 538a12-15); etc.

    Como complemento de las grandes fuentes de carácter narrativo, se incor­poraban las breves noticias que sobre sucesos muy particulares proporcio­naban otras fuentes historiográficas de carácter muy vario.

      a)     La Historia Arabum del propio arzobispo toledano don Rodrigo Ximénez de Rada:

    Muerte de Habeth Almutamiz y reinado de Aben Habeth en Sevi­lla y en Córdoba (PCG, c. 858, p. 531b22-29. HArab. XLVIII, 282a, con retoques); sustitución de los nombres de los reyes de Zaragoza dados por la Historia Roderici (PCG, caps. 859, 860, 863, pp. 532a13, 46, b1, 2, 4, 6, 11, 16, 535a5, b8. HArab. XLIX, 282a); Alcadirbille, sobrenombre de Yahya de Toledo (PCG, c. 866, p. 537a36. HArab. XLIX, 282a); retoques en la sucesión de reyes zaragozanos dada por Ibn cAlqama (PCG, c. 877, p. 548b9, 549a28-29. HArab. XLIX, 283a); señorío de Yuçaf Almiramomelin en el Andalucía (PCG, c. 887, p. 558a30-b5. HArab. XLVIII, p. 282a; 46 alteración del nombre del rey de Zaragoza (PCG, c. 890, p. 559b40. HArab. XLIX, 283a).

      b)    Un Liber regum amplificado:47

    Pormenores sobre las mujeres de Alfonso VI (PCG, c. 847, pp. 520b34-35, 521a17 y quizá 521a42-b7 y b11-14. LReg.1, p. 210, LReg.2, p. 484); lides del Cid con Xemen Garcia de Torrellos y con el moro Fariz (PCG, c. 848, p. 522a23-33. LReg.2, p. 493); muerte de Diag Royz hijo del Cid en la lide de Consuegra (PCG, c. 866, p. 538a9-11. LReg.2, p. 494).

      c)    El Cronicón lusitano:

    Conquista de Coria (PCG, c. 866, p. 538a27-29. CrLus., p. 10a); derrota de Sacralias (PCG, c. 887, pp. 557b42-558a30. CrLus., p. 10a).

      d)    Otros anales, sin duda de origen navarro-aragonés:48

    Desbarato en Ayona de Sancho el Mayor (PCG, p. 473a25-32); San­cho el Mayor muere en Asturias traidoramente asesinado por un peón (PCG, p. 481b12-15); el rey García puebla Piédrola y conquista y repuebla Funes (PCG, p. 484fe16.18); el rey García vence y mata a Limaymon en Rencón de Soto y conquista Calahorra (PCG, p. 484b19-21). A esta misma obra analística desconocida, interesada por la historia navarro-aragonesa, habrá que adscribir probablemente, en el reinado de Alfonso VI, la noticia de la muerte del infante don Ramiro y el conde don Gonçalo en la traición de Rueda (PCG, c. 864, p. 536a3-4), y, desde luego, la referencia a la sucesión en el trono aragonés: don Pedro-Alfonso el Batallero (PCG, c. 865, p. 537a13-16); quizá proceda también de esta fuente la muerte del rey don Sancho en Peñalén (PCG, c. 846, p. 520b21-22) 49 e incluso algunos detalles históricos añadidos a la Historia Roderici en los caps. 848 y 862.

      e)    Y unos terceros, posiblemente toledanos:50

    Alfonso VI derrotado en Consuegra por Abenalhage (PCG, c. 866, p. 538a6-9); Abenalhage derrota y malhiere a Alvar Háñez en Almodóvar (PCG, c. 866, p. 538a23-26); derrota de Alvar Háñez y de los hijos de Gómez Díaz (PCG, c. 888, p. 558b45-48); Abenalhage derrota en el *Espartal a los de Extremadura (PCG, c. 888, p. 559a1-2).

      Además, se añadían rápidas referencias a la historia traspirenaica proce­dentes de Sigebertus Gemblacensis:

    Sucesión papal: Alexandre-Aldebrando (Gregorio VII), PCG, 848, p. 522a18-22, según Sigeb. a. 1073.51

      Súbitamente, a partir del capítulo 896, la Primera crónica general (en los tres textos o prototipos que aquí contienen su versión)52 abandona toda precisión cronológica, dejando de consignar el comienzo de nuevos años de reinado;53 con la estructuración en anales desaparecen conjuntamene las referencias a la sucesión de Papas, emperadores y reyes de Francia tomadas de Sigeberto, así como toda noticia de carácter analístico, incluso las del Cronicón lusitano. También se prescinde por completo ―lo cual es bien nota­ble― de la Historia Roderici.54 Consecuentemente, en lo que sigue queda como fuente única la historia valenciana de Ibn cAlqama desnuda de toda adición. Después, se acude, sin conjuntar tampoco su narración con informes de otro origen, a un texto de procedencia épica (cuyo modelo más o menos lejano es el Mio Cid) continuado por la monacal *Leyenda de Cardeña, esto es, se trascribe simplemente una *Estoria del Cid que, según su filiación apócrifa, habría escrito en arábigo Abenalfarax, sobrino de Alhuacaxí y algua­cil del Cid.55

      La misma radical modificación estructural al llegar a este punto se perci­be en otras dos Crónicas, la manuelina y la de Castilla.56 En cambio, la Crónica de veinte reyes continúa con la misma técnica historiográfica antes y después del cerco de Aledo y sublevación de Valencia. En los capítulos anteriores nos ofrece, en redacción generalmente más resumida, un relato paralelo al de las restantes Crónicas Generales, fundado en la misma minuciosa compila­ción de unas mismas fuentes, sometidas a una similar ordenación cronológi­ca. A partir del capítulo correspondiente al 896, en cambio, la Crónica de veinte reyes se separa totalmente de la Primera crónica (y textos relaciona­dos) 57 en cuanto a estructura y fuentes empleadas, ya que nunca abandona la técnica compilatoria característica de la Estona de España alfonsí. Veámos­lo con algún detalle.

      En los primeros tres años del reinado de Alfonso VI, la Crónica de veinte reyes entrelaza, en forma idéntica a la Primera crónica, los relatos del Toleda­no y el Tudense, enriquecidas con idénticos pormenores procedentes del Liber regum amplificado y de una leyenda piadosa;58 a esa narración se suman las mismas tres noticias independientes basadas en unos anales (quizá nava­rro-aragoneses), en Sigeberto y en el Liber regum.59 En los años 4º a 8º del reinado, combina, exactamente como la Primera crónica, los dos relatos del destierro del Cid que le ofrecían la Historia Roderici y el Mio Cid, idéntica­mente retocados en ciertos pormenores onomásticos con De rebus Hispaniae y con la Historia Arabum del Toledano;60 y, en medio de esa narración, interpola la misma noticia de carácter independiente tomada de la Historia Arabum (sucesión de Aben Habet en Sevilla).61 En los años siguientes (Tole­do ―invasión almorávide), aunque la Crónica de veinte reyes disiente de la Primera crónica (y textos emparentados) en la cronología y ordenación de los sucesos, la identidad estructural entre una y otra obra se subraya por el gran número de fuentes utilizadas de una misma forma. Ambas crónicas manejan tres narraciones básicas idénticas: el Toledano y el Tudense entrete­jidos (y retocados en algún pormenor con Ibn cAlqama),62 la Historia Roderici (enmendada en un par de detalles con el Toledano)63 Ibn cAlqama (corregido a su vez en un detalle con la Historia Arabum);64 además, una y otra aprove­chan los mismos datos de tres obras analísticas: el Cronicón lusitano,65 unos anales navarro-aragoneses66 y otros toledanos;67 así como de dos historias breves: el Liber regum y la Historia Arabum.68 Después de la invasión almorá­vide, las Crónicas vuelven a coincidir en todo (incluso en la ordenación cronológica), presentando idéntica mezcla de la Historia Roderici (con la misma omisión de los párrafos que van del § 32 a la primera mitad del § 37) e Ibn cAlqama (con igual enmienda en atención a la Historia Arabum).69

          En la sección posterior al cerco de Aledo y rebelión de Valencia, la Crónica de veinte reyes sigue ella sola organizando metódicamente la narración por años de reinado;70 continúa igualmente incorporando, al fin de cada año, las noticias ultrapirenaicas, basadas en Sigebertus Gemblacensis y en Martinus Oppaviensis (Martín Polono), sobre sucesión de papas, emperadores y reyes de Francia:

    «murio el papa Urban e fue puesto en su logar Pascual el segundo, e fueron con el çiento e ssesenta e quatro apostoligos»,71

    «murio el enperador Enrrique e rregno enpos el su fijo don Enrrique el quinto quinze años. En su tienpo deste enperador sse començo la horden del Tenplo»,72

    «en este sobre dicho año otrossy murio otrossy don Felipe rrey de Francia e rregno en pos el su fijo don Loys el quinto veynte e quatro años»;73

así como nuevos datos de procedencia analística, tomados del Cronicón lusitano:

    «saco este rrey don Alfonso su hueste e fue sobre Santaren que es en Portogal que era de moros e çercola e prisola, e esto fue Sabado dos dias por andar de Abril. Desi fue luego de esa sobre Lixbona e prisola otrossy, e esto fue Jueues tres dias de Mayo. Después desto fue sobre Sintra Sabado seys dias de Mayo. Estos logares que auemos dichos dio el rrey en guarda a su yerno el conde don Remondo, el que fue padre del enperador don Alfonso; e el conde dexo de su mano a don Suero Melendes. E el rrey don Alfonso tornosse estonces para To­ledo»,74

y de los otros anales, los toledanos y los navarro-aragoneses:

    «Garci Ximenez, un rico omne que tenie el castillo [de Alaedo], quando aquello vio, fue en pos ellos e firio en la çaga de los moros, e mato e desbarato muchos» (a. 26o).75

    «En este año otrosy ouo el rrey don Alfonso de Aragon batalla con los almorauides en vn lugar que dizen Contada, e fueron y tres rreyes moros, Auenhuerca e Auetentrimad e Auolfatima, e vençiolos todos, e despues conquirio Daroca (a. 31°)»

    «En este año otrossy mataron los christianos a Almozcaen en Valtierra, e matolo con su mano Lop Garciez de Viluiello e Martin Lopez de Valtierra. Ally fue preso el conde Ladron e el conde don Enrrique padre del rrey don Alfonso de Portogal (a. 31°)»

    «el infante (léase rrey) de Aragon de so vno con el conde don Rodrigo d’Alpechos e el conde don Cuntal e don Gascon gano Tudela que era de moros (a. 33°)»

     «mataron los moros a las potestades en Huesca (a. 38°)»

    «lidio el rrey don Alfonso de Aragon con Benalhange entre Çaragoça e Barçelona en vn lugar que dizen Lubregad, que es entre Tarragona e la dicha Barçelona, e fue vençido Benalhange e alli fue muerto (a. 40°)»

    «en este año sobre dicho priso el rrey don Alfonso de Aragon Çarago­ça, e fizo çinco batallas crueles sobre ella e vençiolas (a. 40°)»

    [«En este año fue este rrey don Alfonso de Aragon con grand hueste sobre Malaga, e duro alla honze meses, e despues, a su tornada, ouo vn muy grand torneo en Murçia. E despues, dende a pocos dias ouo batalla con moros en Daraçuel e vencio los moros e mato y muchos dellos» (a. 43o)]76

y, desde luego, no olvida la importante Historia Roderici,77 ni el viejo Mio Cid,78 que, junto con Ibn cAlqama, siguen siendo las fuentes básicas de la narración relativa al héroe castellano.

      Ante tales obsevaciones, me parece evidente que más acá del capítulo 896 la Primera crónica general (y con ella las Crónicas hermanas manuelina y de Castilla) carece de suficientes merecimientos para ser considerada represen­tativa de la Estoria de España alfonsí. Ya en los capítulos inmediatamente anteriores (relativos a la invasión almorávide) la duplicación de la batalla de Sagrajas, debida a una errónea interpretación de lo que en su origen fue simple yuxtaposición de dos versiones aún no conjuntadas en un relato definitivo, nos pone de manifiesto que la elaboración de la Estoria de España quedó interrumpida en esta parte antes de ser acabada;79 pero en los capítu­los que siguen al 896 la tarea compilatoria estaba aún menos avanzada. Sólo así se explica que el refundidor de 1289, al proponerse amplificar retórica­mente la redacción de la Primera crónica desde Ramiro I, interrumpiese su tarea a mitad de ese capítulo 896; y sólo ello justifica el que en textos posteriores 80 se completase la historia del Cid de una forma tan deficiente como la que hemos descrito. Creo pues indudable que a partir del capítulo 896 la Estoria de España nunca llegó a escribirse; de lo que hubiera sido en caso de haberse realizado el proyecto alfonsí sólo pálida e indirectamente nos lo deja entrever la Crónica de veinte reyes 81 (no las otras Crónicas Genera­les).

      Esta valoración nueva de las Crónicas antes y después de la sublevación de Valencia repercute muy directamente en la historia de la vida tradicional del Mio Cid, durante los siglos XIII y XIV, hasta aquí trazada por la crítica.

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

NOTAS

36  PCG, p. 565a29.

37  «El capitulo de los castiellos que pechauan al Cid et de lo que el enuio dezir al rey de Saragoça et de como cercaron los almorauides el castiello que dizien Alaedo»; pero la narración escrita por E2(c) sólo alcanza a tratar el primero de los tres asuntos enumerados, el de los castillos pecheros, no los otros dos.

38  El último cuaderno de E2(c) está constituido por sólo dos folios, mod. 198 y 199. El copista dejó en blanco 7 líneas de la columna c y toda la columna d en el f. 198; el f. 199 está íntegramente en blanco.

39  La nueva mano, E2(d), inicia en el f. 200 un nuevo cuaderno; concluye su tarea en el f. 256 en que se remata la historia del Cid. Véase n. 24.

40  Sus pequeñas y toscas iniciales en rojo y azul contrastan llamativamente con las de E2(c) y E2(e), de iluminación delicada. Frente a todas las otras secciones del manuscrito E2, la parte escrita por esta mano tardía numera los capítulos; puesto que tal numeración se inicia en el «Capitulo LII» y el primero correspondería al comienzo del reinado de Alfonso VI, creo induda­ble que figuraba ya en el original que utilizó el copista de E2(d) (el ms. F presenta, en toda su extensión, una numeración semejante).

41  E2(d) omitió parte de la narración que aquí figura en otras Crónicas Generales, pero disimuló la laguna aludiendo en un párrafo a los sucesos que anunciaba el titular del capítulo y que no habían sido relatados (PCG, p. 565b1-14); esta laña es un hábil escamoteo de los temas que en realidad anunciaba el titular (el Cid pide al rey de Zaragoza que abandone las bastidas que tiene sobre Valencia; cerco fracasado de Aledo por los almorávides). Idéntica laguna y laña hallamos en el ms. F, y, sin duda, E2(d) encontró ya hecho el arreglo en el original que copiaba; los dos manuscritos marchan en adelante concordes, hermanándose en sus variantes, errores y omisiones (y en la numeración de los capítulos particular para el reinado de Alfonso VI; cfr. n. 40). La Crónica ocampiana sigue fielmente un texto semejante a F, siempre que no completa la narración con pasajes o detalles de la Crónica de Castilla.

42  Las causas de esta laguna característica de la Primera crónica creo que han sido esclare­cidas por Menéndez Pidal en «Tradicionalidad», p. 155; no comparto, sin embargo, la imagen del *borrador alfonsí de la Estoria de España allí presentada (pp. 175-182), por razones que resultan obvias después de leído el trabajo presente.

43  Aunque, según creemos, el trabajo compilatorio se hallaba en ciertas secciones todavía inconcluso al morir Alfonso X y quedar desbaratado su proyecto historial.

44  La obra de Abū cAbd Allāh Muḥammad ibn al-Jalaf ibn cAlqama, repetidamente citada por historiadores musulmanes posteriores, no se conserva. Fuera de su traducción en las Crónicas Generales, sólo conocemos fragmentos y breves pasajes incorporados a una Crónica anónima de los Reyes de Taifas (Muluk at-tawā’if), a las obras de Ibn al-Kardabūs (h. 1190) y de Ibn al-Abbār (antes 1239-hasta 1257), y, sobre todo, a Al-Bayān al-mugrib de Ibn cIdārī (1306); Ibn al-Jaṭīb (h. 1374) no hace sino plagiar a Ibn cIdārī. Véase E. Levi Provencal, «La prise de Valence par le Cid d’apres les sources musulmanes et l’original arabe de la Crónica General de España», en Islam d’Occident, París, 1948, pp. 187-238; R. Menéndez Pidal, Esp. Cid4 pp. 886-904, 975.

45  [Véase ahora el cap. II del presente libro.]

46  En el estudio de las «Fuentes» de Primera crón.2 se atribuye este párrafo, sin razón, a *Ben Alcạma, p. CLXXXII.

47  Sobre el *Liber Regum amplificado utilizado por los historiadores alfonsíes trato en De Alfonso X, pp. 230-241.

48  En la Estoria de España figuran numerosas noticias de carácter analístico relativas a los reinos pirenaicos de Navarra y Aragón cuya fuente nos es desconocida (cfr. Primera crón.2, pp. CLXIV. CLXV, CLXVI V CLXXVIl).

49  Consignada igualmente por los Anales toledanos Ios y por los anales castellanos (*Efemérides de la Rioja) aprovechados en el Chronicon Burgense y en los Annales Compostellani (Esp. Sagr., XXIII, pp. 385, 309 y 320).

50  Según ha notado Menéndez Pidal (Primera crón.2, p. XL) este Cronicón perdido debía ser, como los Anales toledanos IIos, obra de un morisco incapaz de disimular su hostilidad a los cristianos; quizá exista entre ambos alguna relación de dependencia.

51  La Estoria de España complementa en otros casos la información de Sigebertus con la de Martinus Oppaviensis (o Polono).

52  Los mss. E2(d) y F, más la Crónica ocampiana.

53  La Primera crónica ha señalado por última vez la entrada de un nuevo año del reinado de Alfonso VI en el c. 890: «Andados XXV annos... en la era de mill et C et XXV annos, ...ell anno... en mill et LXXX et VII, et el de Henrric emperador de Roma en XXX et IX», ms. E2(c); «en el XXVII años... era MCXXVII...», ms. F. No volveremos a hallar otro comienzo de año de reinado sino después de muerto el Cid y enterrado, c. 963 (realmente, 964) de PCG: «Andados XLII annos... era de mill et CXXVIII annos (sic)... ell anno... en mill et CIIII», ms. E2(e); »...CXXXII años...», ms. F.

54  El c. 894 de PCG se basa en los párrafos 38 y 39 de HRod; el c. 895 utiliza aún, entremezclán­dolos con Ibn cAlqama, los párrafos 40 y 41. En los caps. 896-962 (realmente, 963) de PCG falta toda huella de los párrafos 42-77 de la HRod., que habrían podido proporcionar a la Crónica muy valiosa información.

55  Véase adelante la n. 129.

56  La Crónica manuelina (resumida hacia 1320-1325 por don Juan Manuel en su Crónica abreviada) y la de Castilla (hacia 1300?) marchan a partir de este punto hermanadas, basándose en un texto de la Crónica General a las veces más completo que el de la Primera crónica (tal como nos lo conservan los mss. E2(d) y F y la ocampiana). El prototipo de esas crónicas, por otra parte, innovaba en algunos casos la historia para atender a tradiciones novelescas tardías, despreciadas por (o desconocidas de) la Primera crónica [véase «DJM ante el modelo alfonsí», pp. 41-43, y en el presente libro, c. IX, pp. 219-220]. Pero, salvadas estas diferencias, el prototipo de las Crónicas manuelina y de Castilla era estructuralmente idéntico al de la Primera crónica.

57  Las Crónicas manuelina y de Castilla.

58  Los pormenores sobre las mujeres de Alfonso VI a que aludimos en nuestra nota 47 figuran también en la Crónica de veinte reyes. La leyenda piadosa común a ambas Crónicas es la que figura en PCG, p. 520b36-48; interesa aquí hacer notar que la promesa de la Primera crónica «et desta donna Sancha adelante diremos mas en el su fecho, do sera en su lugar et conuerna» no llega a cumplirse en esta Crónica, pero sí en la de veinte reyes, dentro del reinado de Alfonso VII (cfr. Cintra, Crón. 1344, pp. CCLXXXIX y n. 370, mejor que Babbitt, CVR Latin Sources, p. 122).

59  Muerte en Peñalén del rey don Sancho, sucesión papal (Alexandre-Gregorio VII), lides del Cid (con Xemen García y con Fáriz).

60  «Sanctius, rex aragonensis et pampilonensis» de la HRod. (párrafos 12 y 13) figura en ambas Crónicas como «el rey don Pedro de Aragón», por influjo de De rebus Hisp., p. 142b; y los reyes de Zaragoza «Almuctadir» y «Almuctaman» de la HRod. (párrafos 12-16) aparecen consistente­mente reducidos en una y otra a «Almudaffar» y «Çuleyma», en atención a HArab., p. 282b.

61  Véase atrás la lista de pasajes de la PCG derivados de la HArab.

62  El Tol. (p. 135b) llama a Hjahye «secundus filius Almenon»; pero las Crónicas señalan que era «nieto de Almemon», mejor informadas a través de Ibn cAlqama, que denomina así a al-Qādir muy a menudo (no hay por qué pensar en Ibn al-Jaṭib, como hacen las «Fuentes» de Primera Crón.2 para los caps. 865 y 866 de PCG en la p. CLXX VII).

63  Las Crónicas siguen a la HRod para relatar cómo el Cid guerrea a Aragón y a Morella y finalmente derrota al rey de Aragón en lid campal (párrafos 21-23); pero sustituyen al rey «Sanctius» de la fuente por el «rey don Pedro» y afirman que «fue y preso el rey don Pedro», junto a los varios caballeros nombrados por la HRod, en atención al arzobispo don Rodrigo, De rebus Hisp. (p. 142b). Ambas Crónicas hablan del castillo de «Orçeion u Orzeion» donde la HRod se refiere al «castrum Gormaz» (párr. 25). [La identificación alfonsí es seguramente correcta dada la existencia de un Gornaçe «in alfoç de Amaia» en documentos del s. XI (véase D. Catalán, «El MC. Nueva lectura», 2ª ed., n. 86)].

64  En los nombres de los reyes de Zaragoza, nuevamente.

65  Coria, Sacralias.

66  Rueda, Alfonso el Batallero.

67  Consuegra, Almodóvar, hijos de Gómez Diaz, *Espartal.

68  El hijo del Cid muerto en la de Consuegra, del LReg.2. Señorío de Yuçaf Almiramomelín y retoques en los nombres de reyes apoyándose en HArab.

69  La omisión aquí de estos párrafos de la HRod creo que se explica porque los compiladores alfonsíes pensaban contar el primer cerco de Aledo inmediatamente antes de su conquista por Abenaxa (según sugiere el titular del cap. 896 de PCG y confirma CrXXReyes). Los cambios anteriormente introducidos en la sucesión de los reyes de Zaragoza obligan aquí a hablar de la muerte de Yuçaf y sucesión por su hijo Almoztaen.

70  En la parte correspondiente a la laguna de Primera crónica, la Crónica de veinte reyes consigna el comienzo de los años 26 y 27 del reinado de Alfonso VI (precisión cronológica extraña ya a las Crónicas de Castilla y manuelina); luego, continúa sistemáticamente: «Andados veynte e ocho años del rrey don Alfonso, que fue en la era de mill e çiento e veynte e ocho años, quando andaua el año de la Encarnaçion en mill e nouenta, e el del inperio de don Enrrique en quarenta e dos, el alcayde de Denia...» (cfr. en PCG, p. 507a3); «Andados veynte e nueue años del rregnado del rrey don Alfonso que fue... de Enrrique en quarenta e tres, el Çid yaziendo sobre Valencia, mando labrar...» (cfr. PCG, p. 575b39); «Andados treynta años... de Enrrique en quarenta e quatro, quando Yuçef...»; «Andados treynta e vn año...»; «Del treynta e segundo año del rregnado del rrey don Alfonso non fallamos ninguna cosa que a la estoria de España pertenesca»; «Andados treynta e tres años...»; «Desde el treynta e quarto año fasta el treynta e sesto del rregnado del rrei don Alfonso non fallamos ninguna cosa que de contar ssea que a la estoria de España pertenesca»; etc.

71  Probablemente, Sigeb., p. 368 (a. 1100), pero alterada la numeración de los papas de acuerdo con el cómputo de la Estoria de España (cfr. Mart., p. 435).

72  Mart., pp. 468-469 (a. 1107): «Henricus IV. Henrici filius imperavit annis 15..,. Hoc etiam tempore ordo Templariorum ex militibus congregatus in Iherusalem incepit». Para el ordinal, Sigeb., pp. 371-372.

73  Sigeb., p. 372 (a. 1109).

74  «Era 1131 pridie calendas maii sabbato hora nona rex D. Alphonsus cepit ciuitatem Santarenam anno regni sui vigesimo octavo mense quinto sexto die mensis et in eadem hebdomada pridie nonas maii feria quinta cepit Vlixbonam post tertium autem diem octavo idus maii cepit Sintriam preposuitque eis generum suum comitem Domnum Reymundum maritum filie sue Domne Vracce et sub manu eius Suarium Menendi ipse autem rex reuersus est Toletum». Esta versión del Cronicón lusitano o Chronica Gothorum de mano de A. Brandão presenta varios errores, que P. David (Études historiques, p. 301, n. 1) enmendó con acierto; como Cintra ha hecho ya notar (Crón.1344, p. CCLXXVIII, n. 332) la lección de CrXXReyes, aunque yerra en la traduc­ción de las «nonas», se basa en un texto más correcto, que daba como fecha de la toma de Lisboa «sexto die IIIo nonas maii» (jueves 5 de mayo).

75  No es seguro que este dato analístico(?) se refiera al cerco de Aledo por Yūsuf, pues la Crónica pudo realizar la ligazón entre las varias noticias tocantes al castillo de Aledo por su cuenta y riesgo. Surge esta duda ante la noticia de los Anales toledanos Ios «Fue la batalla de Dalaedon que fizo Garcia Exemenez con los moros Era MCXXIV» (Esp. Sagr., XXIII, 385).

76  Cito en texto por el ms. N. [El ms. J da la lección correcta «el rrey don Alfon de Aragon con el conde don Rrodrigo d’Alpechos...» y la variante «L. Goçales de Villuillo».] Variantes del ms. L de CrXXReyes: «Cotanda», «Amenuerca y Abentrimãd y Avolfatima», «matolo a su mano Lope Sanchez de Valdiello y M.»; «don Cantel»; «a las postades con engaños en H.»; «tomaron dessa vez un lugar que dizen L.»; «çinco batallas y hecharonla sobre ella (sic)». [Las lecturas que proporciona el ms. Ss difieren a veces del texto citado: «el rrey don Alfonso de Aragon de consuno con el conde don Rrodrigo d’Alperchos...», «lidio el rrey don Alfonso de Aragon con Venalhange en Çaragoça e fue vençido Venalhange e mataronlo de esa vez en vn lugar que dizen Lubregat que es entre Tarragona e Barçelona». Ofrece una laguna en los años en que se sitúan la batalla de Cutanda y la sorpresa de Valtierra.] Conviene notar que la anticipación de todas estas noticias referentes al reino aragonés va de acuerdo con la singular cronología establecida desde atrás por la Estoria de España para los reyes de Aragón (cfr. PCG, cap. 865: sucesión Pedro I-Alfonso I el Batallero en 1074, trasladada por CrXXReyes a 1084. Fecha correcta: 1104).

77  En la parte correspondiente a la laguna de PCG, CrXXReyes (frente a las Crónicas de Castilla y manuelina) incorpora los párrafos 32 a 37 (primera mitad), que la Estoria de España había decidido posponer, inmediatamente seguidos por el párrafo 42 (y 43). En la parte posterior a la laguna, continúa aprovechando los párrafos 44-50, 53-54, 56, 57-58, 61, 62.

78  Véase adelante, notas 123 y 126.

79  Véase atrás, notas 31-33.

80  En los dos textos hermanos a que remontan, de un lado, los mss. E2(d) (interpolado en E2) y F, más el que sirvió de fuente a la Crónica ocampiana, y, de otro, las Crónicas manuelina y de Castilla (recuérdese que esta crónica influye a su vez en ciertas secciones de la ocampiana).

81  La Crónica de veinte reyes, aunque combina los materiales reunidos por Alfonso X siguiendo los mismos principios que los historiadores del taller alfonsí, se aparta de la Estoria de España en cuanto al estilo de la redacción, pues a menudo tiende a resumir libremente lo narrado por las fuentes. (En secciones anteriores, en que comparte con la Crónica general vulgata toda una serie de enmiendas al texto de la Estoria de España alfonsí, la abreviación de la frase ocurre ya en una y otra crónica herederas de esa Versión crítica.) [También es diversa, hasta cierto punto, la técnica compilatoria: la Crónica de veinte reyes tiende más bien a yuxtaponer o contraponer los relatos de las varias fuentes, mientras la Estoria de España prefiere realizar una minuciosa mixtura de ellas.]

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

*   27.- INTRODUCCIÓN

*   28.- 1. LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen: muerte de Dido. Castigos y documentos del Rey Sancho IV, B.N. de Madrid ms. 3995

28.- 1. LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL

28.- 1. LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL

1. LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL. IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

      El punto de partida de mi renovación crítica13 ha sido la devaluación de la versión «regia» de la Primera crónica, conservada por los códices escurialenses E1,  de factura alfonsí,14 y E2, posterior al año 1289 (Sancho IV) pero que dice ser continuación de E1. 15 Estos dos volúmenes, pertenecientes a la cámara real castellana, han venido siendo considerados como la versión definitiva, oficial, de la Estoria de España concebida por Alfonso X;16 sobre ellos se basa la edición Menéndez Pidal.17 Pero el segundo volumen regio escurialense resulta ser un códice mixto, formado cuando mediaba el siglo xiv (reinando Alfonso XI) a partir de manuscritos en su origen independien­tes, enlazados y completados por el tardío formador de ese volumen artificio­so. 18 Su parte central está, en efecto, constituida por un lujoso manuscrito de tiempo de Sancho IV (de 1289, o poco posterior), que comenzaba en Ra­miro I y acababa inmediatamente antes del cerco de Aledo y de la subleva­ción de Valencia conta al-Qādir y el Cid;19 y quizá era parte o continuación de este mismo manuscrito la sección del códice escurialense que abarca desde las postrimerías de Alfonso VI hasta comienzos del reinado de San Fernando.20 Pero a este núcleo, E2(orig), se le añadió por el principio un par de cuadernos con la historia de los primeros reyes asturianos. Esos cuader­nos formaban primitivamente parte del volumen regio alfonsí E1, 21 , de donde los arrancó el formador del códice facticio. Además de traspasar esos cuader­nos de un códice a otro, el formador de E2 se encargó de hacer en ambos las necesarias enmiendas y lañas.22 De su mano es también una larga adición de cinco cuadernos destinada a completar la inconclusa historia de Fernando III.23 En fin, también contemporánea de la formación artificiosa del códice E2 es la mano que trascribió en el centro del volumen la historia cidiana desde la sublevación de Valencia en adelante.24

      La artificiosidad del manuscrito E2 no es una mera nota curiosa en la biografía de un códice prestigioso, sino que tiene el interés de iluminarnos la estructura misma de la Primera crónica general, poniendo en duda la representatividad de ciertas secciones de ella como texto definitivo de la Estoria de España alfonsí. En efecto, una vez fragmentado el volumen «regio», cada una de sus partes componentes adquiere especial personalidad, y, salvo el fragmento inicial segregado del viejo códice E1,25 ninguna puede ya aspirar al título de texto «oficial» de la Estoria de España. La representatividad de los varios fragmentos ha de ser juzgada en adelante atendiendo sólo a su propio valor; y ese valor es, a todas luces, muy desigual: por ejemplo, el lujoso manuscrito que empezaba en Ramiro I se caracteriza por su redacción ampulosa, la cual es fruto de una tardía labor de retoque estilístico, realizada en 1289 bajo Sancho IV, a la que son ajenos otros manuscritos que nos conser­van fielmente una redacción primitiva, alfonsí;26 el añadido final hecho al reinado de Fernando III por el formador del volumen facticio se basa en una fuente post-alfonsí, que llega incluso a atribuir a Alfonso X, siendo infante, acciones guerreras de su tío el infante don Alfonso de Molina.27

      Estas y otras observaciones28 nos permiten asegurar, de una parte, que la Primera crónica general es aún más alfonsí en su elaboración que lo supuesto últimamente por Menédez Pidal, pues en 1289, bajo Sancho IV, lo único que se hacía respecto a ella era reescribir, amplificando retóricamente, cierta parte previamente compuesta en días de Alfonso X;29 pero, por otro lado, nos dejan sin una versión «oficial» de la obra alfonsí y llenos de dudas acerca del valor que, más acá de los primeros reyes asturianos,30 puedan tener las diferentes secciones de la Primera crónica general como represen­tantes de la Estoria de España de Alfonso X.

      Llegados a este punto, cobran nuevo interés las observaciones hechas de antiguo por Menéndez Pidal sobre la progresiva decadencia que revela la estructura de la Crónica en la llamada «Cuarta Parte» o historia de los reyes castellanos.31 En efecto, un atento examen de los tres reinados de Fernando I, Sancho II y Alfonso VI, por ejemplo, nos nuestra claramente que la Estoria de España quedó interrumpida cuando esta parte se hallaba aún en telar: al lado de ciertos trechos compilatoriamente bien acabados, otros se hallaban aún a medio elaborar cuando la muerte de Alfonso X desbarató el proyecto, y nadie fue luego capaz de concluirlos inteligentemente.32 Según parece, al subir Sancho IV al trono se interrumpieron los pagos a los colaboradores científicos alfonsíes, disolviéndose los equipos de trabajo. Luego, copistas y eruditos posteriores empalmaron y retocaron como pudieron los inconclusos borradores y divulgaron, dándolos por obra definitiva, los materiales conte­nidos en los cuadernos de trabajo alfonsíes;33 de ahí el tan desigual grado de confianza que a mi parecer merecen las distintas secciones de la Primera crónica.

      Esta devaluación de la Primera crónica general confiere nuevo interés a las otras redacciones de la Crónica, que, a veces, según Menéndez Pidal ya notaba, reflejan el texto de las fuentes con mayor fidelidad que la propia Prímera crónica. Admitida la antigüedad de los prototipos de las Crónicas de veinte reyes, manuelina y de Castilla (según la nueva cronología de Cintra)34 podemos pensar que en ciertas secciones sean incluso más fieles represen­tantes del proyecto alfonsí que la Primera crónica en su parte correspon­diente.

      En las páginas que siguen voy a presentar un caso particular muy ilustrati­vo, tratando de exponer a continuación las repercusiones que el nuevo análisis de esa sección de la Crónica tiene en la historia de la epopeya.35

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

 

NOTAS

13  Véase mi estudio «La versión regia de la Crónica General de España de Alfonso X» en De Alfonso X, pp. 17-93.

14  Primera crón.2, pp. XXV y LVII-LVIII. Cfr. De Alfonso X, pp. 19-24. [Pero téngase en cuenta lo que decimos en el cap. V del presente libro.]

15  Primera crón.2, pp. XXV; LVIII-LIX; XIX, XXI y la. Resumo el estado de la cuestión en De Alfonso X, pp. 19-24.

16  La autoridad de los dos códices escritos para la cámara real castellana llevó, tanto a Menéndez Pidal como a Cintra, al convencimiento de que esta versión «regia» era defintivamente preferible a la versión «vulgar», por más que esta otra redacción, sacada del borrador sin la supervisión regia, fuese histórica y filológicamente más interesante por su mayor fidelidad verbal a las fuentes.

17  Primera crón.1 (1906); la ed. de 1955 (Primera crón.2) es en su texto reproducción fotográfica de la de 1906.

18  Analizo detalladamente la composición facticia del ms. E2 en De Alfonso X, pp. 32-93.

19  Este manuscrito, E2(c), encabezado con una miniatura que representa a Ramiro I, empieza con una inicial miniada en el f. 23 moderno de E2; se destaca por su letra grande y gruesa, escrita en columnas de 40 líneas, con elegantes iniciales en rojo, azul y morado, y por las frecuentes enmiendas y glosas de un corrector. En el cuarto de sus folios (mod. 26v) incluye una digresión fechada bajo Sancho IV en la era 1327 (año (1289). Terminaba incompleto en el f. 199 moderno (dejado en blanco). Hacia mediados del s. XIV (1341-1343) existía aún como manuscrito indepen­diente y fue traducido al gallego-portugués (De Alfonso X, pp. 50-63).

20  E2(e): folios modernos 257-320v. Se asemeja formalmente a E2(c) hasta el punto de poder ser su continuación. Presenta enmiendas y glosas de mano de un corrector análogas a las de E2(c). Sin duda el formador del códice mixto arrancó el último de sus cuadernos para mejor empalmar una prolongación (De Alfonso X, pp. 70-76).

21  Según nos muestra una copia (el ms. C), hacia fines de la primera mitad del s. XIV los dos primeros cuadernos de E2 (fols. 2-17) formaban aún parte material del ms. E1; este códice, que en su forma original llamaremos E1(orig), terminaba con el último folio de un cuaderno, en medio del cap. 616 de PCG y dejando inconclusa una frase («En el diziochauo anno enuio ell emperador Carlos sus cartas»). Cfr. De Alfonso X, pp. 32-49.

22  En el ms. E1 añadió un folio (el 197) y copió en él 34 líneas de una columna (que anteriormente figuraban en el primer folio del primer cuaderno segregado), advirtiendo seguida­mente: «Et de commo regno este rey don Pelayo et los otros reyes que fueron en Leon, en el comienço del libro de la Coronica de Castiella lo fallaredes». En el ms. E2 encabezó los cuadernos segregados con un folio (mod. 1) en que dio título al nuevo volumen (y trazó una tosca miniatura inacabada), borró las correspondientes 34 líneas de la columna a del primer folio (mod. 2) y sobre lo borrado (y en el espacio en blanco de una miniatura nunca realizada) hizo constar que aquel volumen era la continuación de E1 (cuyo contenido y caracteres formales describe), finalmente intercaló, E2(b), un cuaderno de 5 folios (más un talón) entre el segundo de los dos cuadernos segregados de E1(orig) y el manuscrito que empezaba con Ramiro I (fols. modernos 18-22) a fin de completar la historia de Alfonso II (De Alfonso X, pp. 36-37, 77-80, 87).

23  La letra, E2(f), de los folios modernos 321-360 (el último, en blanco) es la misma que la de los folios 18-22, E2(b), y no anterior a los mediados del s. XIV. En ambos trechos falta toda iluminación (la única tinta de color empleada es el rojo) en contraste con las otras secciones del ms. E2. La adición se hizo, sin duda, después de arrancar el último cuaderno del ms. del s. XIII (De Alfonso X, pp. 72, 80-87).

24  E2(d): folios modernos 200-256. Comienza después de una laguna en la historia de la conquista de Valencia (con las palabras: «Et tornosse todo el fecho en mano et en poder del Çid», PCG, p. 565b1). La interpolación de este fragmento se hizo cuando el corrector de E2(c) y E2(e) había ya enmendado estos dos viejos textos; su letra parece de mediados del s. XIV (De Alfonso X, pp. 64-69).

25  Los dos cuadernos segregados de E1, contienen la historia de la monarquía neo-gótica asturiana, desde la elección de Pelayo como rey, hasta el capítulo de la cruz de los ángeles, en Alfonso II (cfr. nota 22). En su estado original, el ms. E1 no hacía división especial alguna entre la «Estoria de los godos» anterior y posterior a la invasión musulmana (de acuerdo con el anuncio que figura al comenzar esa parte de la Estoria de España: «...cuenta de los godos que fueron ende sennores depues aca todauia, cuemo quier que ouieron y los moros yaquanto tiempo algún sennorio», ms. E1, f. 131v). Cfr. De Alfonso X, pp. 48, 89, 153-155 y nn. 42-44.

26  Menéndez Pidal había ya notado que la versión oficial o regia, «principalmente desde el reinado de Ramiro I hasta mediado el de Alfonso VI, se aparta más de sus fuentes en cuanto a la redacción y estilo, buscando una expresión más amplia y más limada» (Primera crón.2, p. XXX; y ya, antes, en Crón General-Discurso, 1916). Esta reelaboración amplificada de la Crónica, propia de E2(c), puede fecharse, según creo, en 1289, pues sólo en ella se interpoló el pasaje famoso alusivo al estado de la reconquista reinando Sancho IV el año de la era de 1327. La familia de manuscritos constituida por T, G, Z contiene también la interpolación porque en este trecho (desde Ramiro I hasta el año primero de Alfonso III) su prototipo utilizó la versión amplificada, característica de E2(c). La versión concisa primitiva, anterior a 1289 y por tanto seguramente alfonsí, se conserva en el ms. Y y, menos fielmente, en la familia B, U, X, V (que acaba con Ordoño II); es la resumida por don Juan Manuel en su Crónica abreviada y la refundida por la fuente común [la Versión critica] de la Crónica general vulgata (hasta Vermudo III) y la Crónica de veinte reyes (desde Fruela II). A partir del año segundo de Alfonso III, la familia T, G, Z sigue también la redacción concisa alfonsí. Por desgracia, a partir de Fernando I nos faltan textos de la redacción concisa: los manuscritos Y, T, G, Z, B, U, X,V  no comprenden esa parte, y el manuscrito F, que comienza ahora, no compensa la ausencia de los manuscritos de la redacción alfonsí; la Crónica general vulgata tampoco continúa. Nos tenemos que conformar con la indirecta informa­ción de la Crónica de veinte reyes y con el resumen de la Crónica abreviada, testimonios insuficien­tes (De Alfonso X, pp. 124-203).

27  El adicionador de E2(f), a mediados del s. XIV, completó la historia de Fernando III recurriendo a una Crónica particular de San Fernando (según nos muestra cierto error en la titulación de los capítulos, surgido claramente en una Crónica de este carácter); el manuscrito viejo E2e sin duda acabaría, como F, traduciendo simplemente el final de De rebus Hispaniae. En la versión completada la historia inconclusa del reinado de Fernando III trazada por Rodrigo de Toledo es enriquecida y continuada con un «Siguimiento de la Estoria de las Coronicas de los fechos de los Reys de Espanna et de las sus vidas». De este Seguimiento del Toledano se tomó ya en la Crónica particular de San Fernando (y demás Crónicas por ella influidas) la cabalgada de Jerez, en que el infante don Alfonso de Molina y don Alvar Pérez de Castro el Castellano vencieron a Abenhut en 1231; pero, anacrónicamente, el continuador identificó al infante don Alfonso con el futuro Alfonso X, prueba evidente de que no escribía en los tiempos de este rey (De Alfonso X, pp. 83-87).

28  En mis dos trabajos «La versión regia de la Crónica General de España de Alfonso X» y «La versión anfonsí de la Estoria de España», incluidos en De Alfonso X, pp. 17-94 y 95-204, he abordado nuevamente el problema de las varias redacciones de la Primera crónica general acudiendo a los manuscritos:  E2(c), C, I, J, B, U, X, V, Y, T, G, Z, F, D, S.

29  Véase nota 26.

30  A partir del fin de E2(a) (en Alfonso II); esto es, de los dos cuadernos segregados de E1(orig).

31  En los capítulos 883-886 se insertan sucesivamente dos relatos de la invasión almorávide, uno con base en el Toledano y el Tudense, otro en las fuentes complementarias (Ibn cAlqama, Cronicón lusitano, Historia Arabum, Anales, más dos breves fragmentos del Toledano ya aprove­chados en el primer relato). Sin duda inicialmente se yuxtapusieron en espera de coordinarlos en un relato único que salvase las contradicciones ofrecidas por las fuentes, pero esa elaboración no llegó a realizarse y, en su lugar, un copista posterior interpretó torcidamente la repetición como dos series de sucesos diferentes. Más adelante, capítulo 896, ocurre la gran laguna a que ya hemos aludido. Con la muerte de Alfonso VI, desde el capítulo 965, desaparece el sistema cronológico típico de la Estoria de España alfonsí, cesando toda referencia a los años de reinado. A partir del capítulo 988, la Crónica es simplemente una traducción del Toledano y en sus últimos capítulos copia de una continuación de esta obra (el Seguimiento del Toledano). Véase Primera crón.2, pp. XXII, XXVIII, XXXIV (que reproducen observaciones hechas ya en Crón. General-Discurso, 1916); cfr. De Alfonso X, pp. 27-29 y 108.

32  De Alfonso X, pp. 89-93.

33  Es seguro que en días de Alfonso X se alcanzó a traducir y actualizar hasta el fin la fuente básica, De rebus Hispaniae del arzobispo Toledano: en el capítulo 997, relativo a Alfonso IX, se incluye una nota actualizadora de carácter personal sugerida con anterioridad a 1274 por el propio Alfonso X (PCG, p. 678a2-3); en el capítulo 1048 hay actualizaciones indudablemente alfonsíes en la narración de sucesos de tiempos de Fernando III (PCG, pp. 735b48-736a10 y 736a21-28). Pero, evidentemente, la Primera crónica está inacabada. Noto ya graves deficiencias en el reinado de Fernando I. En el de Alfonso VI tenemos el caso patente del doble relato de la invasión almorávide, propio de un borrador en el que aún no se habían fundido las dos versiones (luego mal interpretado por arregladores posteriores); y, a partir de la sublevación de Valencia contra al-Qādir, la Crónica es en este reinado muy incompleta. Más adelante, no puede ni tan siquiera hablarse de la Estoria de España, sino de la traducción alfonsí del Toledano, ya que la Primera crónica deja de ser una compilación original (De Alfonso X, pp. 26 y n. 12; 72-73; 83-87; 102-105. Y, mejor, en «El taller alfonsí» (1963) [cap II del presente libro].

34  Véase n. 10. La Crónica de Castilla se nos sitúa ahora muy a comienzos del s. XIV (si no a finales del s. XIII). La manuelina ha de ser bastante anterior a 1320-1325, en que hay que fechar la Crónica abreviada de don Juan Manuel, pues don Juan la resumió entonces pensando que tenía en las manos la obra original de su tío Alfonso X. Ambas se relacionan íntimamente en el trecho que va desde el cerco de Aledo y sublevación de Valencia hasta el entierro del Cid; el prototipo de ambas ha de ser aquí una *proto-Crónica de Castilla del s. XIII más fiel a las fuentes que la conservada. El prototipo de la Crónica de veinte reyes es también del primer tercio del s. XIV, cuando menos.

35  Espero tratar en forma más general de esta cuestión en un próximo trabajo («Borradores alfonsíes y Cantares de Gesta» [nunca lo llegué a completar y publicar]. Por una parte la devaluación de ciertos fragmentos de la Primera crónica hace dudar de la antigüedad de algunos pasajes épicos en ellos contenidos; pero al mismo tiempo la posibilidad de que las otras Crónicas utilicen los propios materiales alfonsíes nos lleva a fechar en pleno s. XIII ciertos relatos épicos hasta ahora considerados de época más tardía. El proceso recreador de la epopeya, asequible a nuestros conocimientos a través de las Crónicas Generales, se ve así encuadrado en márgenes cronológicos mucho más estrechos que lo supuesto de antiguo por Menéndez Pidal.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

*   27.- INTRODUCCIÓN

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen: Castigos y documentos del Rey Sancho IV, B.N. de Madrid ms. 3995

27.- INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN. IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ

      En 1865 Gaston Paris resumía de forma tajante: «L’Espagne n’a pas eu d’épopée. D’habiles critiques ont demontré ce fait et en ont donné les raisons; nous n’avons pas à y revenir ici».1 Y, sin embargo, por entonces se conocían ya los dos únicos poemas que han llegado hasta nosotros más o menos completos en forma métrica, el Mío Cid y el Rodrigo; pero Ferdinand Wolf había visto en ellos sólo un desdichado e imposible esfuerzo por aclimatar en España un género poético que le era totalmente extraño, la epopeya francesa.2 Sólo en 1874 Milà i Fontanals probó que esos dos poemas no eran intento aislado y fallido de adaptación de un género literario traspirenaico, sino simplemente las únicas muestras sobrevivientes de una poesía heróico-popular que durante siglos gozó de éxito en Castilla y cuyos temas histórico-dramáticos podían ser reconstruidos gracias a los resúmenes que de ellos conserva la historiografía medieval.3

      Para descubrir y restaurar el viejo edificio de la épica española, hubo, pues, que desescombrar previamente las venerables ruinas que de ella que­daban en las Crónicas. La empresa no era fácil; la moderna filología, ante la enmarañada selva de manuscritos cronísticos que las bibliotecas públicas y particulares le proporcionaban, tuvo que hacerse la misma contrariada ob­servación que en el s. XVI Gonzalo Fernández de Oviedo: «en todas las que andan por España que General Historia se llaman, no hallo una que conforme con otra».4 No obstante, dentro aún del s. XIX (en publicaciones de 1896-1898)5 el joven Menéndez Pidal acometió, con éxito indudable, la tarea de desembrollar la compleja genealogía de las Crónicas medievales, apartando del hacinamiento en que yacían los tipos más notables que de ellas existieron y explicando sus caracteres y algo de su contenido. Apoyándose en el tronco y ramas de este su árbol genealógico de las Crónicas, Menéndez Pidal desarrolló paralelamente su reconstrucción de la frondosa historia de la poesía épica castellana.6

      Medio siglo después de reconstruido el árbol genealógico de las Crónicas, los conocimientos en este campo de la erudición filológica permanecían estacionarios7 (pese a los interrogantes que había abierto Babbitt en su estudio sobre la Crónica de veinte reyes).8 Y, consecuentemente, estacionaria permanecía también la imagen de la poesía épica entrevista a través de las reliquias conservadas en las Crónicas. De tan desesperanzadora inmovilidad vino a sacar a los estudios cronísticos la obra de Lindley Cintra en 1951.9 Con sus hallazgos, la actividad refundidora que dio lugar a los principales tipos de Crónica General quedó encerrada entre límites temporales mucho más estrechos que los supuestos por Menéndez Pidal, toda vez que las cróni­cas de Castilla y de veinte reyes anteceden, no siguen, a la Crónica de 1344.10

      Siguiendo los pasos de Cintra, y contando con el estudio de las fuentes de la Primera crónica incluido en la edición 1955 de Menéndez Pidal,11 acometí en los años 1958-60 el estudio de la Estoria de España alfonsí volvien­do al punto de partida, los manuscritos, la «selva selvaggia e aspra e forte». Hoy día, a medio camino en mi peregrinar por las trochas recién abiertas, creo ya posible mostrar alguna que otra pista desbrozada conducente hacia nuevos derroteros.12 Y, como es natural, una vez sometida a renovación la historia de la génesis y estructura de las Crónicas Generales, comienzan a decantarse nuevas conclusiones respecto a la epopeya.

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

 

NOTAS

* Comunicación al congreso de la Modern Language Association, Chicago, III., 1961 (leída el 29-XII-61). Convenientemente expandida y adicionada con notas se publicó en la Hispanic Review, XXXI (1963), 195-215 y 291-306 con el título: «Crónicas generales y cantares de gesta. El Mio Cid de Alfonso X y el del Pseudo Ben-Alfaraŷ».

1   G. Paris, Histoire poétique de Charlemagne, I, París, 1865, comienza con esas palabras el capítulo X (p. 203 de la reedición de 1905).

2  F. Wolf, Studien zur Geschichte der spanischen und portugiesischen Nationalliteratur, Berlín, 1859 (en que reúne trabajos anteriores), pp. 304-554 (principalmente, p. 405); F. Wolf y C. Hofmann, Primavera y flor de romances, I, Berlín, 1856, pp. xiii y lxxv.

3  M. Milà y Fontanais, De la poesía heróico-popular castellana, Barcelona, 1874 (reeditado en 1959 por M. de Riquer y J. Molas).

4  Cf. R. Menéndez Pidal, Cantar de M.C.1, I (1908), p. 125.

5  Como consecuencia de su estudio lingüístico del Mio Cid (presentado al concurso abierto en 1892-1893 por la Academia Española; premiado en 1895) y con el fin de preparar su Poema del Cid, nueva edición, Madrid, 1898, R. Menéndez Pidal emprendió el examen de la materia épica cidiana presente en las Crónicas medievales: «El P. C. y las Crón.» (1898), pp. 435-469. Simultánea­mente completaba Ley. Inf. Lara (1896), en que estudia y clasifica unos 60 códices cronísticos, y el catálogo Crón. Generales (1898).

6  Que algún tiempo después divulgaría en sus «Lectures» de 1909 en la Johns Hopkins University, Baltimore, recogidas en el libro L’épopée cast. (1910).

7  En los decenios siguientes la historia restaurada de la epopeya española pudo irse comple­tando con nuevas precisiones, pero Menéndez Pidal no necesitó alterar las líneas esenciales de su reconstrucción de 1896-1898. Representan interesantes eslabones en el desarrollo de su pensamiento sobre las Crónicas y la Epopeya los trabajos: Cantar de M.C. (1908-1911); L’épopée cast. (1910); «El Romanz del i. García» (1911); Poe.M.C. (1913); Crón. General-Discurso (1916); Crón. generales3 (1918); «Sobre la traducción portuguesa de la Crónica General de España de 1344», RFE, VIII (1921), 391-399; «Relatos poét.» (1923), pp. 329-372; Poes. Jugl. (1924); «Ley. Condesa Traidora» (1930), 11-33; Ley. Inf. Lara2 (1934), adiciones; el libro misceláneo Hist. y Epop. (1934); Cantar de M.C.2 (1944-46); Reliquias1 (1951) (obra en que se manifiesta ya la influencia de los estudios de Cintra).

8  Th. Babbitt, CVR Latin Sources (1936); libro precedido por los artículos: «Once Reyes» (1934), y «Twelfth-Century Epic Forms» (1935). Desgraciadamente, Babbitt prescindió en sus estudios comparativos del importante testimonio que aportan la Crónica General que editó Ocampo en el s. XVI y la Crónica de Castilla; y, por otra parte, malgastó su energía en tratar de resolver problemas inexistentes, al dejar de lado en la comparación de la Crónica de veinte reyes con la Primera crónica general los manuscritos de esta última obra, conformándose con la edición Menéndez Pidal del manuscrito «regio» E2 (el cual, en buena parte de su extensión, es una versión retocada y retóricamente amplificada).

9  L. F. Lindley Cintra, Crón.1344 (1951).

10  Cintra determinó claramente la posición que ocupa en la historia de la historiografía peninsular la famosa Crónica de 1344, a que Menéndez Pidal concedió tanto valor por creerla punto de arranque de las grandes refundiciones sufridas por la Estoria de España alfonsí a lo largo de la Edad Media. Lejos de ser la «Segunda crónica general», sabemos hoy (gracias a Cintra) que representa el más distante esfuerzo historial, respecto a la obra de Alfonso X, dentro del género de las Crónicas Generales: obra de un portugués, el famoso conde de Barcelos don Pedro (autor del Livro das Linhagens), tiene como fuente básica una Versión gallego-portuguesa de la Crónica general compuesta de un fragmento de la versión «regia» de la Primera crónica (desde Ramiro I hasta Vermudo III) seguido de la Crónica de Castilla en su integridad; la Crónica de veinte reyes parece hallarse entre las fuentes secundarias utilizadas por don Pedro.

11  R. Menéndez Pidal, Primera crón.1 (1955).

12  D. Catalán, De Alfonso X (1962) y «El taller alfonsí» (1963) [reed. en el cap. II de la presente obra].

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

IV. EL MIO CID DE ALFONSO X Y EL DEL PSEUDO IBN AL-FARAŶ


Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen: Castigos y documentos del Rey Sancho IV, B.N. de Madrid ms. 3995

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

26.- 8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO

8. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO UTILIZÓ EL TOLEDANO ROMANZADO. III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO» 

      Una cuestión que ha dado mucho que hablar es la de las supuestas relaciones entre la Estoria de España y el Toledano romanzado. Según Menén­dez Pidal y Gómez Pérez,104 los redactores de la Crónica regia habrían usado, junto al original latino, un texto «traducido, interpolado y añadido» de las obras del arzobispo don Rodrigo, y esa *Traducción ampliada del Toledano preexistente sería la misma que, más tarde, entraría a formar parte de la Cuarta crónica general o Toledano continuado hasta 1455 105 (esto es, de la que aquí llamo Estoria del fecho de los godos). El antiguo romanzamiento perdido sería precisamente el que en el s. XVII consultó y citó el padre Juan de Pineda  106 llamándolo Suplemento antiguo de pergamino.107

      Estas suposiciones deben desecharse definitivamente.108 Ahora que cono­cemos dos manuscritos completos y libres de interpolaciones del Toledano romanzado que sirvió de base al Toledano continuado (o Estoria del fecho de los godos), podemos afirmar que no hubo tal *Traducción ampliada del Toleda­no. Según ya hemos dicho, el característico Seguimiento del Toledano con que se completa la historia de Fernando III en el Suplemento en pergamino y que fue adicionado a mediados del s. XIV por la «mano 6ª», o E2(f), en el ms. E2 de la Primera crónica  109 no formaba parte del Toledano romanzado (ni, más tarde, del Toledano continuado o Estoria del fecho de los godos) y ninguno de los otros pasajes en que el Suplemento y la Primera crónica coinciden procede del Toledano romanzado. 110 Por otra parte, resulta claro para todo aquel que confronte la Estoria de España con el Toledano romanzado que una y otra obra traducen independientemente el texto latino de las obras del arzobispo. [Por ello, me limitaré aquí a confrontar las respectivas traducciones de un solo pasaje del arzobispo (Rod. Tol., Historia Gothica, Lib. VII, c. 29):111

Estoria de España                                     

Cventa aun ell arçobispo en razon deste    noble don Alffonsso, rey de Castiella, et dize: sossanno el rey don Alffonsso la balsemia de Affrica, esto es los falsos denuestos et escarnios quel dizien los moros; et assannosse la yra de los alaraues. Et regnaua es­tonçes en Affrica Josep Mazemut, et ell llinnage de los almohades la cabesça de la su yent. Et leuantosse esse prinçep con grand muchadumbre, et enlleno las campinnas dell Andaluzia con uozes de muchas guisas: et las yentes eran turcos, alaraues, affricanos et eziopianos de amas las Eziopias, et almohat que es ya otra yent, et de los Montes Claros uinieron en la hueste de aquel Mazemut et ell andaluç de tierra de Guadalqueuir a su mandado ueno alli. Et passo ell el mar Terreno et ell estre­cho de Seuilla. Et a los sus nauios daquel Mazemut llama el arçobispo en el latin trieres; et trieres quiere dezir «nauios que se gouiernan por tres rimos». Et en estos nauios tales passo aquel moro Mazemut et su yent de Affrica por ell estrecho de Seuilla a Espanna.

 

Dize ell arçobispo empos esto: la su yent daquel moro non se podrie con­tar, tanta era la muchadumbre della; assi era como ell arena de la mar la llegança dell a la çipdad de Seuilla et la uenida del a las campinnas de Cordoua. Firmaron la su cara contra Alarcos et la faz de la su sanna contral regno de Toledo. Los llanos de Tolosa despoio de sus pastos, et enssancho el los senderos de los pennedos con hunnas de cauallos, et con la grand muchadumbre seco los ryos.

 

La fama que corrie del uolaua como uuela ell aue, et esparziosse por las tierras et sono por todo logar, et la nueua ligera mouio a ssanna; et en la oyda del menssaie muchos fueron alegres, et otrossi la uenida de los enemigos asanno a muchos. Non sabe omne la carrera del Muy Alto nin saben los fijos de Adam los consseios del. Et desque se ayuntaron amas las huestes, lidiaron, et fue uençuda la hueste de los cristianos.                                                                    

Toledano romanzado

 

Ençendiose la saña de los alaraues e cresçio el sosaño (soscano H) de los de Africa. Hera rrey vno en Africa a quien dezian Abeyuçaf, del linaje de los almohades. E paso la mar con muy grandes conpañas de alaraves, parchos, etiopin, almohades e de los Claros Montes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

E llego a Sevilla con tantas gentes que non semejavan syno las estrellas del çielo e el arena de la mar, e estendiose por la canpiña de Cordova (omiten d. C. H, E). E endereço con­tra Alarcos, e toda su saña hera con­tra el rreyno (rrey H, E) de Toledo. Tantos heran que los llanos (las Na­ves H, E) de Tolosa fincaron secas de la su pasada; paso los montes e vino contra Alarcos e non le cunplian (anplian H, E) las aguas de los rrios, tantos heran.

 


E llegaron las nuevas dellos por toda España, e plogo a muchos de la su venida. Mas non sabe omne la carre­ra del Muy Alto e los hijos de Adan no entienden los consejos del Señor. Salio el rrey don Alonso con todas sus gentes contra ellos, e toparon en vno cerca de Alarcos e endereçaron sus hazes e començaron a lidiar, como Dios tovo por bien fueron ven­cidos los christianos (mss. H y E, fols. 176V-177, mod. 187v-188 y 85-85v, mod. 164-164v, respectivamente, y EfG).]

      En vista de cuanto hasta aquí hemos visto, podemos concluir, sin que haya posibilidad de dudarlo, que Alfonso X no aprovechó la versión castella­na del Toledano romanzado (además del texto latino de don Rodrigo Ximénez de Rada); y, a mi parecer, no hay razón alguna para suponer que los redacto­res de la Estoria de España se valiesen de una traducción ajena a su propia labor historiográfica.112

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

 

University of California, Berkeley
Seminario Menéndez Pidal, Madrid

 

NOTAS 

104  Véase atrás nn. 14 y 16.

105  Menéndez Pidal, Primera crón.2, p. XXXVIII, y Gómez Pérez, «La más ant. trad.», p. 357, utilizan el nombre de Crónica general hasta 1454 o Toledano continuado hasta 1454, por descuido evidente, pues el propio Menéndez Pidal había notado en Crón. generales3, p. 141, que el texto editado de la Cuarta Crónica «llega hasta el fin del reinado de don Juan II y traslación de sus restos en 1455, al año siguiente de su muerte».

106  J. de Pineda, Memorial de la excelente santidad y heroycas virtudes del Señor Rey don Fernando, tercero deste nombre, primero de Castilla i de León, Sevilla, 1627.

107  Sobre los varios nombres con que el padre Pineda cita este manuscrito, véase adelante [cap. XI].

108  Incomprensiblemente, Gómez Pérez, al anunciar el hallazgo del ms. H del Toledano roman­zado, continúa diciendo que su versión es «la mismísima que utilizara abundantemente la Primera crónica general, la que conociera y aprovechara también para su biografía de Fernando III el P. Juan de Pineda y la transcrita por el compilador de la Crónica general de España hasta 1454 en numerosos capítulos». («La más ant. trad.», p. 357.)

109  Según mostré en De Alfonso X, pp. 80-86.

110  Véase más adelante [cap. XI]. Ya en De Alfonso X, pp. 84-86, consideré imposible que el Seguimiento del Toledano formase parte de una *Traducción ampliada del Toledano pre-alfonsí y rechacé la identificación del Suplemento en pergamino con esa *Traducción.

111   [«Subsannavit eum blasphemia Africae et incanduit ira Arabum. Ioseph Mazemutus regnabat in Africa, et genus Almohadum caput gentis. Surrexit Princeps in multitudine magna et variis vocibus replevit campestria: Parthus, Arabs, Afer, Aetiops, Almohat, et de Claris Montibus exercitus eius, et Vandalus Baeticae ad nutum illius: transivit Tyrrhenum in stricto Hispalis, et undas maris calcavit trieribus. Exercitus eius innumerabilis, multitudo illius ut arena maris. Applicatio eius ad Hispalensem metropolim, et processus illius ad campestria Cordubae: firmavit vultum versus Alarcuris, et faciem indignationis ad regnum Toleti: plana Tolosae nudavit pascuis, et scopulorum semitas ampliavit ungulis: transivit montis supercilia, et in multitudine nimia siccavit rivos: fama volatilis perfudit saecula, et celer rumor pulsavit Hispaniam: in audito nuncii laetati sunt multi, et adventus hostium provocavit plurimos: ignorat homo viam Altissimi, et filii Adae consilia Celsi. Cumque congressi fuissent exercitus, succubuit exercitus christianus».]

112 Ya en De Alfonso X, 84, n. 22, consideré improbable la supuesta utilización de una versión romance pre-alfonsí por los compiladores de la Estoria de España.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen:  fragmento de la Anunciación a los pastores. Pintura mural de una bóveda del Panteón Real (primer cuarto del siglo XII). León, colegiata de San Isidoro.

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

25.- 7. ADICIONES DEL TRADUCTOR

7. ADICIONES DEL TRADUCTOR. III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO» 

      Esta fidelidad general al relato de la Historia Gothica no excluye que el traductor se permita en ocasiones notables libertades expositivas.

      Así, por ejemplo, al romancear el pasaje del prólogo en que el arzobispo toledano explicaba los comienzos de la escritura, donde el texto latino decía solamente:

    «...illi qui pro luce sapientiam habuerunt, et eam rebus omnibus praetulerunt, figurales litteras invenere, quas in syllabas congresserunt, ut his compingerent dictiones, quibus ut ex trama et stamine quasi a texentibus oratio texeretur»86

el traductor creyó conveniente ejemplificar detenidamente:

    «...los sabios que ovieron (-an, H) el saber por candela e por luz, la presçiaron e la amaron mas que oro ni piedras preçiosas,87 por amor de dexar las cosas escritas e que non presçiesen por tienpo, fallaron primero las figuras de las letras [asy como paresce por el a. b. c.,] e [destas letras]88 formaron sylabas, asy como diziendo d. e. cada vna por sy, ayuntadas en vno dizien .de., faziendo de dos letras vna sylaba como dicho es, o de tres (t. como, H) d. e. s., dizen des. E destas sylabas fizieron diçiones que llamamos palabras, asy como di es vna sylaba e os es otra sylaba, e ayuntadas estas dos sylabas en vno dizen Dios; o de tres vna sylaba, asy como des es vna sylaba e çen es otra e dio es otra, ayuntadas en vno dizen desçendio. E destas diçiones o palabras ayuntadas en vno fizieron vna rrazon asy commo Dios desçendio. Que bien asy commo los texedores de trama o d’estanbre texen vna tela, asy los sabios fallaron letras e de letras fizieron sylabas e de las sylabas palabras; commo de trama d’estanbre fizie­ron tela de muchas rrazones», E, H.

      Allí donde el arzobispo (Tol. VII 2) acusa a don Pedro de Lara de retirarse de la lid de Cam d’Espina, para acudir a Burgos al lado de la reina, mientras su rival en los favores regios, el conde Gómez, moría en la batalla,89 el traductor comenta maliciosamente:

    «e dexo a don Gomez en el canpo con los enemigos que lo matasen asy como lo mataron, ca amos heran enten[de]dores de la rreyna e dos espadas no caben en vna bayna», H.90

      Junto a casos de libre amplificación como estos citados, se dan también, aunque muy rara vez, verdaderas interpolaciones. Creo que merece este nombre la etimología de Oviedo, añadida al traducir la frase «iste populavit Ovetum et fecit ibi Ecclesiam Cathedralem» (Tol. IV. 6):91

    «poblo a Oviedo e pusol (-le, V) asi (ansi, V) nonbre por rrazon de los dos rrios de que fablamos ençima do cayeron los moros quando lidio con ellos el rrey don Pelayo, al vno dezian Ova e al otro Deva (o. dezian D., V), e de amos los (l. dos, V) rrios por que corren çerca dixol Oviedo. E fizóla (h., H) obispado e yglesia catredal (cathedr., V)», H y V.92

y también la adición referente al brial del rey don Sancho, conservado en Oña:93

    «...e soterraron lo alli mucho honrrada mente. E alli esta oy dia el brial que el rrey don Sancho tenia quando fue herido, paresçe en el la sangre atan fresca como sy no o viese vn año que fue muerto», H.94

      Ninguna de estas adiciones supone, sin embargo, la consulta de otra fuente o el propósito de completar la historia del Toledano con datos toma­dos de otra narración histórica. Por ello resulta más curioso el pasaje:

    «E Ruy Dias mio Çid fue enpos del con el sabor que avia de lo matar, por su señor que lo avia muerto, e ovieralo de alcançar en la entrada de la puerta, sy no por la gran acuçia que ovo Vellido Dolfos de se acoger a la villa de Çamora. E dizen que Roy Dias no llevava espue­las, como que no se catava de tal trayçion, pero que no es de creer que tal ome estudiese a cauallo syn espuelas, mas de verdad las cosas pasan como Dios tiene por bien; y el rrey don Sancho con aquella ferida perdio la vida y los rreynos. E ovo entre los de la villa e los de fuera gran pelea...» H (f. 146, ó 147 de lápiz).95

correspondiente a Tol. VI. 18:

    «Verum Rodericus Didaci Campiator zelo domini intefecti eum pro­sequitur sine mora, et fere in ipsa urbis ianua interfecit, sed velocitatem Bellidii non potuit praevenire. Rex autem Sancius privatus habitis et ambitis, recepto vulnere, vita caruit atque regnis, et in exercitu turbatione non módica excitata, inter obsessos et obsessores conflictus etiam intervenit...»96

      El arzobispo había tomado la noticia del Líber regum, donde tampoco constaba la disculpa de las espuelas:

    «Et quando mato el Rey Don Sancho Bellit Adolfes, corrio tras el Roy Diaz, hata que lo metio por la puerta de la Cibdat de Zamora, et diole una lanzada».97

Parece, pues, que se trata de una adición de origen épico.

      Sin embargo, las Crónicas Generales derivadas de la Estoria de España alfonsí, que combinan en este episodio el relato del Toledano con otro de carácter épico, mencionan la falta de las espuelas como si formase parte también de la fuente «erudita» y no sólo de la juglaresca:

    «Roy Diaz el Çid, quandol uio assi foyr, preguntol por que fuye; et el non le quiso dezir nada. El Çid entendio estonces que nemiga auie fecho o que auie muerto al rey pues assi yua fuyendo, ca era muy su priuado que se nunqua partie dell. Et demando el cauallo a grand priessa; et demientre que gelo dauan, alongosse Vellid Adolffo. Et con la grand quexa que el Çid auie de su sennor, luego que tomo la lança, fue su uia a poder de cauallo, que sol non atendió quel pusiessen las espuelas. Et alcançol entrante de la puerta de la villa et firiol de la lança et metiol por medio de las puertas adentro. Et dizen quel mato y el cauallo, et ouiera y muerto a el si las espuelas troxiera. Pero dize ell arcobispo don, Rodrigo quel non pudo alcançar, por las espuelas que non touo (variantes: le non pusieran; non traya); mas pero quel segudo fasta las puertas de la villa [...]» Primera crónica (mss. E, F) y Crónica ocampiana (O2-ed y mss. emparentados), que aquí sigue a la Primera crónica, apoyadas por la Crónica de veinte reyes.98 

 A su vez, la Crónica de veinte reyes insiste, dando el mayor crédito a la versión del arzobispo:

    «...Esto es lo mas çierto, ca si le el firiera de la lança e le matara el cauallo, asi como es dicho, non le pudiera escapar que non le matara, a commo quier quel ende escapase».

      Teniendo en cuenta que las dos traducciones castellanas (la del Toledano romanzado y la de la Estoria de España) de la Historia Gothica son por completo independientes (cfr. adelante: § 7) y que no conocemos textos latinos de la obra del arzobispo en que figure ya la interpolación, parece claro que la segunda mención de la falta de espuelas es debida a la armonización de las dos versiones, la juglaresca y la erudita, y que la contradicción se centra en si el Cid consiguió o no, finalmente, alcanzar al traidor cuando entraba por la puerta de Zamora.99

      Otro pasaje de abolengo épico claramente interpolado por el traductor del Toledano romanzado es el de la agonía de Fernando I en Cabezón. El arzobispo decía:

    «et cum coepisset post modicum infirman fecit se Legionem abduci» (Tol. VI. 13).

En los mss. H y E se cuenta:

    «e luego a pocos dias començo a enfermar e llevaronlo a Santa Maria de Almaçan, que es vna hermita (er., E) çerca de Palaçuelos e çerca (çir., E) de Cabeçon que puede ser vn migero que puede ser del vno a lo al. E de Cabeçon fizose levar (ll., H) a Leon».

      Este texto presenta una laguna por homoiographon (dos «Cabeçon»). La Estoria del fecho de los godos (que sigue aquí fielmente al Toledano romanza­do) contiene la versión correcta:

    «...e leuaron lo a Santa Maria de Almaçan en rromeria, que es vna hermita çerca el monesterio de Palaçuelos çerca de Cabeçon, e ally tomo nouenas. E de ally llenaron lo a Cabeçon, que puede ser vn migero de lo vno a lo al. E de Cabeçon fizose leuar a Leon». 100

      En este relato se intenta armonizar la versión clerical «erudita» de la muerte de Fernando I en León, con la versión juglaresca del «Cantar del rey Fernando» (perteneciente al Poema de Las particiones de los reinos del rey Fernando), que situaba en Cabezón la lenta agonía del rey. La armonización de las dos versiones preocupó grandemente a los compiladores de las Cróni­cas Generales herederas de la Historia de España alfonsi: Mientras la Primera crónica prescindió casi por completo del relato épico (ni siquiera alude a Cabezón), la Crónica de veinte reyes y la Crónica de Castilla creyeron necesario recoger, en una u otra forma, el famoso relato tradicional. La Crónica de veinte reyes supone que «el rey yazia entonçes doliente en un lugar que dizen Santa Maria del Mançano», que, al saber por revelación de San Isidoro que iba a morir, «mandose levar a Leon» (donde se preparó para la muerte, según cuentan el Toledano y el Tudense) y que «después desto fizose llevar a Castillo de Cabeçon» (donde ocurrieron los sucesos que «algunos dizen en sus cantares» los cuales cuenta el cronista por lo largo, a pesar de abrigar dudas respecto a su veracidad) y allí murió. La Crónica de Castilla refiere, en cambio, que el rey «adolescio del mal que murio, e fizo se leuar a Leon» (donde se preparó para bien morir) y que

    «después mandose leuar a Santa Maria de Almaçan en romería, e estudo alli tres nueue dias rogando a Santa Maria que le houiese merced e que rogase a su fijo bendito por la su anima. E alli fue el muy acuytado de la muerte. E de alli lo leuaron a Cabeçon...»,

donde murió.101 La versión del Toledano romanzado no concuerda en el itinerario, ni con una, ni con otra; pero, con todo, bien podría estar inspirada en la de la Crónica de Castilla, según supusieron Menéndez Pidal y Cintra.102 De ser así, y no un recuerdo independiente del relato épico, la traducción del Toledano romanzado tendría que ser de tiempos post-alfonsíes.103

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

NOTAS 

86  [El ms. Vl y sus parientes no difieren.]

87  En E este párrafo se halla corregido encima, así: «tobiesen aparejo de deprender», «por luz tuvieron a la sabiduria», «a todas las cosas del mundo» (respectivamente, sobre: «o. r. d. a.», «o. e. s. p. c. e. p. l.», «o. n. p. p.»).

88  Los mss. H, E presentan una laguna, que he suplido atendiendo al correspondiente pasaje de la Estoria del fecho de los godos (D-ed, 410-26), el cual reproduce fielmente la versión del Toledano romanzado.

89  «Comes Petrus qui ad Regina connubio anhelabat, in primis ictibus, vexillo proiecto, cessit hostibus sine pugna, et venit Burgis, ubi Regina tune temporibus morabatur. Comes autem Gomitius cum ceteris Castellanis bello institit strenue proeliando; sed praevalente Rege Aragoniae, victus occubuit et occisus» (coinciden los mss. Vl, Il, salvo en detalles ortográficos, fols. 97v y 68, respectivamente).

90  Igual en la Estoria del fecho de los godos; variantes de S y D: omite en el campo, D; para q. l., S, por q. l., D; omiten asy, S, D; e a., S, D; vayna, S, D.

91  Así dicen también los mss. Vl (fol. 51) e Il (fol. 36v).

92  En la Estoria del fecho de los godos figura con las variantes: donde c; al (el, T) v. rrio d. O. (Huba, T); Doua; p. q. corrian sienpre puso le nonbre O.; fizolo, S, T. La misma etimología consigna fray Juan Gil de Zamora en De praeconiis Hispaniae (1278), Tratado 7º.

93  P. E. Russell, «San Pedro de Cardeña», ΜÆν, XXVII (1958), pp. 57-79, aduce esta noticia (n. 16) tomándola de D-ed (uno de los textos de la Estoria del fecho de los godos), como una prueba de que las leyendas monásticas ligadas al culto de ciertas tumbas laicas han podido ser parte en la creación de los poemas épicos españoles. A mi parecer, el brial de Sancho el Fuerte, conocido por el traductor del Toledano, es una reliquia épica inventada por los monjes de Oña en vista de la popularidad del «Cantar de Zamora» (el último del poema de Las particiones de los reinos del rey Fernando). Si el «culto» de Oña fuera responsable de la creación del poema épico, esperaríamos encontrar en el «Cantar de Zamora» alguna alusión al brial atesorado en el monasterio; pero no hay la menor referencia a esa «reliquia».

94  Pasó a la Estoria del fecho de los godos sin modificaciones notables. Variantes de S y D: «tenia vestido q.»; «p. l. s. e. e. t.», S, «p. l. s. t.», D; «fuese».

95  La Estoria del fecho de los godos alteró el pasaje, para incorporar la versión de las Crónicas Generales. Véase adelante [cap. V].

96  [Los mss. latinos Vl, Il, Tl no añaden nada especial.]

97  E. Flórez, Memorias de las Reynas Catholicas3, I, Madrid, 1790, p. 504. Frente a lo que suele creerse (cfr. R. Menéndez Pidal, Esp. Cid5 (1956), pp. 971-972) la genealogía cidiana que figura en la Versión toledana del Liber regum de hacia 1217-1223 se hallaba ya en la primitiva Versión navarra del Liber regum de entorno a 1200. Falta, es cierto, en el ms. villarense (eds. M. Serrano y Sanz en BRAE, VI (1919), 192-220, y L. Cooper, El Liber regum, Zaragoza, 1960); pero creo que, ello se debe al carácter defectuoso del último cuaderno del códice (recuérdese que la genealogía de los reyes de Aragón, que debía alcanzar hasta Pedro II, queda interrumpida al final del f. 34v, en la frase «ssacharon a su ermano don Remiro de la mungia e fizieronlo rey e dierenli muller a la nieta del»). La genealogía cidiana figura ya en el fragmento del Liber regum conservado en los Fueros de Sobrarbe y de Navarra (nótese que los fueros navarro-aragoneses se hallan también en el códice villarense), fragmento que pertenece igualmente a la primitiva redacción de entorno a 1200, según pone de manifiesto su genealogía de los reyes aragoneses: La lista de reyes se detiene en el reinado de Alfonso II (†1196) y acaba con una enumeración de los hijos de este rey, en la cual se nombra «al inffant don Pedro rey d’Aragon» (desde 1196), «al marques de Prouença don Alffonso» (1185-1209), «a don Fferrando abbat de Montearagon» (desde 1205? o ya antes?), «et una fija que casaron en Ungria. D’aqui adelant (en avant sera) lo que Dios quisiere (querra)»; el genealogista desconocía evidentemente que esa hija, doña Costanza, volvería a Aragón tras la muerte del rey Imre o Emerico (†1204 ó 1205) y se casaría con Federico II de Sicilia (1209), el futuro emperador, y que otras hijas más pequeñas, doña Leonor y doña Sancha, contraerían sucesivamente matrimonio con el conde de Tolosa (1203; desposada desde 1200?) y con el hijo de éste (1211), novedades todas estas que fueron incorporadas, en cambio, a la Versión toledana del Liber regum, compuesta entre 1217 y 1223. Además de la antigua edición (Fueros del Reyno de Navarra, desde su creación hasta su feliz unión con el de Castilla..., Pamplona, 1686; reimpresa en Pamplona, 1815), basada en un manuscrito del Archivo de Comptos, conozco indirectamente (a través de apuntes de Menéndez Pidal) el ms. 2-F-4 de la Bibl. de Palacio y directamente el ms. 707, ant. D-56 de la Bibl. Nacional, Madrid (Sobre otros manuscritos antiguos, véase P. Högberg, en RHi, XXXVI (1916), 413-420, donde describe el ms. Sp. de la Kungliga Biblioteket, Stock­holm, de mediados del s. XVI, y reúne interesante bibliografía).

98  Cito la Primera crónica por el texto del ms. E2, pero podado de las amplificaciones verbales introducidas por este manuscrito.

99  Creo que el compilador alfonsi no aduce el testimonio del arzobispo para atribuirle expresamente la noticia de la carencia de espuelas, sino solamente para insistir en que «lo non pudo alcançar», afirmación que desmentía a la versión juglaresca anteriormente citada, según la cual el Cid habría alcanzado con su lanza al fugitivo, matándole el caballo. Cfr. la Crónica de Castilla: «...Pero que dize el arçobispo don Rodrigo que lo non podiera alcançar avn que touiera espuelas, mas fue empos del fasta la villa».

100  Variantes de  D y S: «ll.», S; «rr. et esta Santa Maria de Almaçan e. v. h. que es ç. del», S; omite ç. d. C, D; «p. aver», D; «l. otro», D.

101 La Crónica ocampiana durante todo el reinado de Fernando I reproduce a la Crónica de Castilla. La Crónica de 1344, aunque interpola una parte de la versión de la Crónica de veinte reyes, inicialmente sigue el relato de la Crónica de Castilla (heredado a través de su fuente estructural, la Versión gallego-portuguesa de la Crónica General); en consecuencia, cuenta primero cómo el rey «adolecio e fizo se levar a Leon» y cómo «despues mandose levar a Santa Maria del Mançano en rromeria, e estudo hi tres dies llorando en penitencia e rrogando a Dios e a Santa Maria que le oviese merçed, e que ella rrogase al su bendito fijo por el. E estando hy muy cuitado con el dolor, mandose levar a Cabeçón».

102  Menéndez Pidal, Crón. Generales3, 144; Cintra, Crón. 1344, p. CCCIX. Cintra se plantea el problema de si la fuente fue la propia Crónica de Castilla o la Crónica ocampiana, que sigue aquí a la de Castilla; se inclina en favor de la Crónica de Castilla (Crón. 1344, n. 433) en vista de que la Estoria del fecho de los godos remite a el «libro del Cid Ruy Diaz Campeador» (D-ed, I, 413); pero esta remisión es ajena al Toledano romanzado.

103  La Crónica de Castilla es indudablemente post-alfonsí; aunque remonta posiblemente a los últimos años del s. XIII (De Alfonso X, pp. 323-355).

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

15.- 3. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA. LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «CONTEMPORÁNEA» (ALFONSO VII-AÑO 1243)

16.- 4. LA «QUARTA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LA SECCIÓN DEDICADA A LA HISTORIA «MODERNA» (FERNANDO I-ALFONSO VI)

17.- 5. LA «TERCERA PARTE» DE LA ESTORIA DE ESPAÑA

III. ALFONSO X NO UTILIZÓ EL «TOLEDANO ROMANZADO»

18.- INTRODUCCIÓN

19.- 1. VERSIONES EN ROMANCE DEL TOLEDANO

20.- 2. LOS MANUSCRITOS COMPLETOS DEL TOLEDANO ROMANZADO

* 21.- 3. LA «CHRONICA OMNIUM PONTIFICUM ET IMPERATORUM ROMANORUM» INCORPORADA A LA «OPERA HISTORICA» DE DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA Y AL «TOLEDANO ROMANZADO»

22.- 4. EL PROBLEMA DE LA FECHA Y EL AUTOR DEL ROMANZAMIENTO

23.- 5. LA «HISTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA HISTORIA GOTHICA CONTINUADA

24.- 6. LA « YSTORIA DE LOS GODOS» DEL TOLEDANO ROMANZADO NO ES UNA TRADUCCIÓN AMPLIADA DEL TOLEDANO

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen:  fragmento del Beato de Liébana, s. VIII