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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS. I. ALFONSO X HISTORIADOR.

Aunque la razón, según había definido Alfonso en el Setenario,26

    «alunbra todas las cosas que sson oscuras de entender e de ssaber en todos los tienpos que los omnes han, tan bien en lo pasado, commo en lo de luego, commo en lo otro que ha de venir»,

el conocimiento de los «fechos», de los acaeceres, se ofrece al hombre con una esencial limitación:

    «Natural cosa es de cobdiciar los omnes saber los fechos que acahescen en todos los tiempos, tan bien el tiempo que es passado, como en aquel en que estan, como en el otro que ha de uenir —se nos dice al comienzo de la General estoria—. Pero destos tres tiempos non puede omne seer cierto fueras daquel que es passado. Ca si es del tiempo que ha de uenir, non pueden los omnes saber el comienço nin la fin de las cosas que y auernan, e por ende non lo saben çierta mientre; et si es del tiempo en que estan, maguer saben los comienços de los fechos que en el se fazen, por que non pueden saber la fin qual sera, tenemos que non lo saben complida mientre; mas del tiempo passado, por que saben los comienços e los acabamientos de los fechos que y se fizieron, dezimos que alcançan los omnes por este tiempo cierte mientre el saber de las cosas que fueron».27

    De esta forma, la esencial unidad del ayer, hoy y mañana en el plan divino queda rota en la historia, en tanto escritura del hombre:

    «Onde, porque el saber del tiempo que fue es cierto e non de los otros dos tiempos, assi como dixiemos, trabaiaron se los sabios omnes de meter en escripto los fechos que son passados pora auer remembrança dellos como si estonçes fuessen, e quelo sopiessen los que auien de uenir assi como ellos. Et fizieron desto muchos libros, que son llamados estorias e gestas... E dixeron la uerdat en todas las cosas e non quisieron nada encobrir» 28

      Este extenso razonamiento destinado a definir y delimitar el objeto de la historia (con que Alfonso abre la General e gran estoria) parece en su inicio intersado en echar a un lado posibles tentaciones «merlinianas», pero acaba por revelarse como un sutil procedimiento de dotar a la reconstrucción histórica de certidumbre total. Alfonso, sin la menor vacilación, proclama que la historia puede recrear los sucesos del pasado como si estuvieran ocurriendo en el ahora del historiador («como si estonçes fuessen») y, de esta forma, dar a conocer en el presente (y en el futuro, para siempre) la verdad.

      Garantizada la veracidad y exactitud de la historia por la bondad de los «omnes sabios» que en el pasado pusieron los hechos por escrito, el proble­ma fundamental del historiador «moderno» que quiere alcanzar conocimien­to cierto de lo que fue es ampliar al máximo las fronteras del saber. La historia «general» ha de aspirar a ser lo más exhaustiva posible:

    «et a Nos, que queremos contar la estoria toda como contescio e non dexar della ninguna cosa de lo que dezir fuesse... conuienenos a dezir...»29

      También, debe ser «ecuménica», en su visión sin fronteras de la Humani­dad, por lo que hay que reunir cuantas fuentes puedan hallarse:

    «Yo don Alfonsso... fiz ende fazer este libro, e mande y poner todos los fechos sennalados, tan bien de las estorias de la Biblia como de las otras grandes cosas que acahesçieron por el mundo, desde que fue començado fastal nuestro tiempo»,30

antes de jerarquizarlas según su mayor o menor autoridad:

    «Onde por todas estas cosas, yo don Alfonsso... despues que oue fecho ayuntar muchos escriptos e muchas estorias de los fechos antiguos, escogi dellos los mas uerdaderos e los meiores que y so­pe" 31

      La combinación de estas dos aspiraciones y la interpretación euhemerista de la mitología (que reducía el panteón a una lista de ilustres benefactores de la humanidad perfectamente aceptable para los apologistas judíos y cris­tianos), obligó a Alfonso en la General e gran estoria  a dedicar «a los amores de los dioses y los hombres según Ovidio, tanto esfuerzo declarador como a Moisés, y más esmero descriptivo que a los relatos del Génesis» (según observó Ramón Menéndez Pidal),32 y, en general, a conceder a «las otras grandes cosas que acahesçieron por el mundo» antes de la venida de Cristo, tanto o más espacio que a la hebraica veritas.

 Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

NOTAS

26  Setenario, p. 46

27  General estoria. Prólogo (Ed. Solalinde, I, p. 3a7-27).

28  General estoria. Prólogo (I, p. 3a28-b12).

29  General estoria, 2ª Parte, Lib. de los Juyzes, c. 2 (Ed. Solalinde et al., II. 1, p. 130b34-39).

30  General estoria. Prólogo (I, p. 3b20-21 b30-35).

31  General estoria. Prólogo (I, p. 3b20-21  b26-30).

32  R. Menéndez Pidal, «De Alfonso a los dos Juanes. Auge y culminación del didactismo (1252-1370))», Studia Hispanica in honorem  R. Lapesa, I, Madrid: Seminario Menéndez Pidal y Gredos, 1972, pp. 63-83 (esp. p. 68). La presencia de muchos de los episodios de las Metamorfosis y de las cartas de las mujeres infelices de las Heroidas en las obras historiográficas alfonsíes puede hoy estudiarse con facilidad en B. Brancaforte, Las «Metamorfosis»y /as « Heroidas » de Ovidio en la «General estoria» de Alf/onso el Sabio. Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1990.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

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