7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES
6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES. I. ALFONSO X HISTORIADOR.
El proyecto alfonsí de escribir una «Estoria de las Espannas general», concebido con anterioridad al de la «General e grand estoria», tiene muchos rasgos comunes con el de esta obra magna. También respecto a España aspira Alfonso a abarcar todo el pasado hasta sus días:
«Ca esta nuestra Estoria de las Espannas General la leuamos Nos de todos los reyes dellas et de todos los sus fechos que acaescieron en el tiempo passado, et de todos los que acaescen en el tiempo present en que agora somos»68
y también se propone absorber en su narración de una forma exhaustiva los relatos varios que las fuentes hitoriográficas le proporcionaban sobre la historia peninsular:
«E por end, Nos don Alfonsso... mandamos ayuntar quantos libros pudimos auer de istorias en que alguna cosa contassen de los fechos d’Espanna,... et compusiemos este libro de todos los fechos que fallar se pudieron della desdel tiempo de Noe fasta este nuestro».69
Si nos dejamos llevar de una primera impresión, la idea de componer una Estoria de las Espannas General nos parece de mucho menor atrevimiento que la ambiciosa empresa de «contar la estoria toda... e non dexar della ninguna cosa» desde la Creación hasta el presente. Sin embargo, en cuanto a diseño, la «historia general» de España representa una mayor novedad que la «historia general» universal. Hoy estamos tan acostumbrados al modelo historiográfico de las historias nacionales, que no solemos parar mientes acerca de las bases teóricas o prespuestos en que esas historias se apoyan, ni creemos preciso justificar la aparición de su modelo en la historia de la historiografía.
Cuando, unos 25 años antes, el padre de Alfonso X, el rey Fernando, encarga al arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada una «historia de España» que tratase «de antiquitatibus Hispaniae et de iis etiam quae ab antiquis vel modernis temporibus acciderunt» y «a quibus gentibus calamitatis Hispania sit perpessa, et Hispanorum Regum origo»,70 el arzobispo no se apartó en lo esencial del modelo de la «Historia Gothorum» ideado, para la Hispania de Sisebuto y Suíntila (a comienzos del s. VII), por el obispo de Hispalis, Isidorus.
La revolución historiográfica protagonizada por San Isidoro había consistido en haber despojado a la historia universal (a la cual dedica su Chronica maiora) de las provincianas conclusiones con que los historiadores del Occidente romano-gótico intentaban continuar la historia cristianizada del orbe, y haber puesto en pie, a su lado, «la primera historia nacional de un pueblo de la Edad Media».71 Pero para Isidoro, aunque hispano-romano de origen, la historia de la «nación» se identificaba con la de la etnia creadora del «regno», la «Gothorum gens ac patria», y, por tanto, su historia «nacional» arranca con la fabulosa prehistoria heroica del pueblo godo (identificado con los descendientes del bíblico Magog y con los escitas y los getas) y sigue, paso a paso, el deambular de esa nación desde los extremos orientales del Imperio a través de Roma y las Galias hasta que «post multiplices in orbe victorias» arrebata a los romanos la más hermosa de las provincias que hay entre Occidente y las Indias, España, tierra de promisión donde al presente «la gloriosa fecundidad de la nación goda se recrea y florece abundantemente». Su modelo hitoriográfico poco tiene en común con el de las historias nacionales de la Europa moderna, pues no hace sino adaptar a un nuevo pueblo elegido, la «Gothorum florentissima gens», el modelo bíblico de la historia del pueblo de Israel.72
Aunque la curiosidad de San Fernando por «las antigüedades de España» y por las gentes «que corrieran et quebrantaran e estragaran a España»73 obliga al arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada a rebasar en sus pesquisas el marco definido por la Historia Gothorum isidoriana, su concepción de la historia patria no rompe con el esquema tradicional de la «Historia Gothica»: En su De rebus Hispaniae se conforma con prologar la historia de los godos con una introducción relativa a los primeros moradores de Hispania, basada en las consideraciones etimologistas de San Isidoro sobre éste y otros topónimos, y con redactar, a modo de apéndice, historias de los opresores de España: una Historia Romanorum, una Ostrogothorum Historia, una Hunnorum, Vandalorum, Suevorum, Alanorum et Silinguorum Historia y una Historia Arabum.74
Alfonso X, aunque utiliza al arzobispo toledano como fuente principal de su Estoria de España, rechaza decididamente el modelo de la «Historia Gothica» y, por primera vez en la historiografía cristiana, fundamenta la segregación de una historia nacional de la historia del orbe en la identidad transhistórica de una morada vital llamada España. A diferencia de don Rodrigo, Alfonso considera el señorío de los romanos y de los árabes (junto a los anteriores de los griegos, los «almujuces» y los africanos) como parte integrante de su historia «general» de España, pues dentro del marco geográfico peninsular ningún sujeto de hechos históricos debe ser, en principio, discriminado:
«Ca esta nuestra Estoria de las Espannas General la leuamos Nos de todos los reyes dellas et de todos los sus fechos... tan bien de moros como de cristianos, et aun de judios si y acaesciesse en que»75
Para hallar un precedente a este modelo alfonsí es preciso salirse de la historiografía cristiana y acudir a la Córdoba omeya, donde Aḥmad ibn Muḥammad al-Rāzī, cuatro siglos y medio antes que Alfonso, había escrito una «Historia de los reyes de España» (Ajbār Mulūk al-Andalus) en que, a diferencia de Isidoro, no busca los antecedentes del presente hispano fuera del marco geográfico de la Península: su historia no se inicia en Oriente con los omeyas de Damasco o con la expansión islámica, sino describiendo la geografía (física, humana y económica) de al-Andalus y dando cuenta de sus primeros pobladores y del dominio sucesivo que en ella tuvieron griegos, cartagineses, romanos y godos, hasta la llegada de los musulmanes en tiempos de Vitiza y Rodrigo. Sin duda, el historiador de la «España» de ’Abd al-Rahmān III al-Nasir tenía bien claro que la autonomía y grandeza del Califato de Occidente sólo era posible (tras el fin de las guerras étnicas, de las rebeliones muladíes y del desafío autonomista de las comarcas periféricas de al-Andalus) a base de la convivencia y cooperación de todas las «gentes» que se sentían identificadas con ese solar hispánico.76
Por su parte, Alfonso, cuando organiza su Estoria de España tomando como base un escenario permanente donde actúan (conviviendo o en lucha) pueblos diversos, es bien consciente de que el «ser y existir» de un grupo humano, cohesionado por una herencia cultural común y no por una ipseidad genética, depende de la conciencia social y genealógica que venga a tener respecto a sí mismo, conciencia que puede crearse y modificarse mediante la acción de la palabra y la escritura.
Al defender la autonomía y unidad del suelo hispano como razón de ser de una historia particular y común de todos los «españoles», Alfonso prima, sobre otros principios de afinidad, la «naturaleza» de los hombres (el ser «naturales» de un territorio) y añade así un nuevo elemento de presión aglutinante a favor de la restauración de una monarquía hispana unitaria, mucho más eficaz que el viejo mito de la continuidad de la línea de los godos en los reyes de Asturias, León y Castilla.77
Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolución. (1990)
NOTAS
68 Estoria de España (PCG, p. 653a45-b3).
69 Estoria de España (PCG, p. 4a21, a26-28, a44-46).
70 Según explica en el Prólogo. Véase Roderici Ximenii de Rada Opera Praecipua Complectens, en PP. Toletanorum quotquot extant Opera, III, Madrid: Ibarra, 1793, p. 3.
71 Según la evaluación de R. Menéndez Pidal, «San Isidoro, lazo de unión entre la cultura antigua y la moderna», en La Nación de Buenos Aires, 15-XII-1963, 4ª Sección. Véase también su prólogo («Universalismo y nacionalismo. Romanos y germanos») al vol. Ill de la Historia de España por él dirigida, Madrid: Espasa Calpe, 1940, pp. XXIII-XXIV.
72 Véanse las pp. 18-20 de Catalán, «España en su historiografía: De objeto a sujeto de la Historia», en R Menéndez Pidal, Los españoles en la historia, Madrid: Espasa Calpe, 1982, pp. 9-67.
73 Cito aquí a don Rodrigo a través de la versión castellana de su obra contenida en el Toledano romanzado (ms. H).
74 Pueden consultarse en la ed. cit. en la n. 70 o en su reimpresión fotográfica moderna (a menor tamaño), en la colección «Textos Medievales», 22, Zaragoza 1985. A este grupo de obras se incorpora, en la tradición manuscrita de la Opera historica latina de don Rodrigo, una Chronica omnium Pontificum et Imperatorum Romanorum, que es una adaptación, hecha en España, del cronicón de Gilbertus (concluido entre 1220 y 1227) [Véase adelante, cap. III, 3].
75 Estoria de España (PCG, p. 653a45-48, a50-52).
76 Véase Crónica del Moro Rasis. Versión del Ajbār mulūk al-Andalus de Aḥmad ibn Muḥammad ibn Mūsà al-Rāzī, 889-995; romanzada para el rey don Dionís de Portugal hacia 1300 por Mahomad, alarife, y Gil Pérez, clérigo de don Perianes Porçel, ed. D. Catalán y M. S. de Andrés, et al. «Fuentes Cronísticas de la Historia de España», III, Madrid: SMP y Gredos, 1974, pp. XXIX-XXXII, y D. Catalán, «España en su hitoriogr.», pp. 20-34.
77 D. Catalán, «España en su historiogr.», pp. 34-37.
CAPÍTULOS ANTERIORES: LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:
PRESENTACIÓN
* 1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»
I. ALFONSO X HISTORIADOR
* 2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM
* 3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS
* 4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS
* 5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA
* 6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA
La Garduña Ilustrada
Imagen: Fragmento de folio miniado del Beato de San Millán de la Cogolla (finales del siglo X). Biblioteca del monasterio del Escorial.
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