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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

14.- 2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN

2. CÓMO SE ELABORÓ LA ESTORIA DE ESPAÑA EN LAS ESCUELAS ALFONSÍES. ETAPAS VARIAS EN LA COMPILACIÓN. II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSÍ.

      Nunca lamentaremos bastante que Alfonso X no llegase a coronar sus proyectos historiográficos relativos a España; pero existe al menos una razón para congratularnos de ello: el carácter inconcluso de la obra nos hace posible asistir de cerca al proceso compilatorio; gracias al estado vacilante, imperfecto, en que la escuela alfonsí nos dejó la Estoria de España, podemos hoy reconstruir con detalle la técnica de composición empleada por el equi­po de historiadores presidido por Alfonso X e incluso compartir sus proble­mas al tratar de coordinar la información de las varias fuentes que mane­jaba.

      La estructura de la Estoria de España nos es hoy bien conocida gracias al estudio de las «Fuentes» que acompaña a la segunda edición de la Primera crónica de Menéndez Pidal (1955). Como E. Procter ha resumido de forma plástica, aunque un tanto grosera, se trata de una obra de tijeras y de goma de pegar («a work of scissor and paste»)14 [en el sentido de que su propósito fue acoplar en un relato unitario todo lo que las fuentes historiográficas conocidas contaban que había ocurrido en la Península], y no de una cons­trucción original apoyada en una información de primera mano o selectiva­mente deducida de la tradición historiográfica anterior. Su fidelidad a las «autoridades» manejadas justifica que haya sido estudiada principalmente en atención a las fuentes perdidas que aprovecha: los numerosos cantares de gesta, la historia árabe de Ibn cAlqama, anales, etc. Pero la técnica historiográfica compilatoria, la coordinación de los relatos contenidos en todas las fuentes asequibles aprovechados exhaustivamente, merece ser valorada en sí misma y no, anacrónicamente, en contraste con actitudes propias solamen­te de la historiografía moderna.

      Frente a lo que viene suponiéndose, la Estoria de España no fue redactada avanzando progresivamente un capítulo tras otro. La estructuración de un relato fluyente, que conjuntase la rica y dispar información reunida encua­drándola al mismo tiempo en una cronología precisa, exigió la sucesiva intervención de especialistas varios, de acuerdo con los métodos de trabajo en «equipo» característicos de las escuelas alfonsíes.15 Antes de alcanzar el grado último de perfección compilatoria proyectado, cada fragmento pasó por toda una serie de estapas elaborativas.

      Así, en un principio, se tradujo (antes de 1271) la obra reciente del arzobis­po Toledano don Rodrigo Ximénez de Rada, De rebus Hispaniae, que había de servir de fuente básica, de espinazo de la historia, y se le añadieron glosas etimológicas y actualizaciones, bajo la directa supervisión de Alfonso X. Sólo en una segunda etapa se enlazó a ella, como yedra a un tronco, la narración paralela del Tudense, conjuntando minuciosamente ambos relatos.16 Des­pués, se fueron sumando a esa historia mixta de las dos «autoridades» más respetadas toda una serie de narraciones de carácter particular: la historia poética (de origen clerical) del Conde Fernán González, la Historia Roderici, la historia árabe de la destrucción de Valencia por el Cid (de Ibn cAlqama), etc. Tarea más grave fue el incorporar además los jugosos y dramáticos relatos de la poesía épica popular, tan ricos en detalles informativos sobre un pasado que la historiografía en latín sólo dibujaba a grandes trazos, pero tan difíciles de acomodar a la historia «verdadera» trazada por las más veneradas autoridades historiográficas. Con la incorporación de todas estas fuentes, que trataban por lo largo de los hechos de personajes ajenos a la dinastía regia, Alfonso X rompió decididamente los diques que hasta enton­ces contenían los sucesos historiables dentro de un estrecho cauce, fiel a su programa de componer un libro «de todos los fechos que fallar se pudieron» de España17 y no una simple biografía de sus reyes, según el patrón de la historiografía clerical precedente.

      Pero la innovación que exigió mayor esfuerzo18 a los historiadores alfonsíes fue el propósito de encuadrar toda esta narración en un estricto casillero cronológico, repartiendo los sucesos por años de reinado. Esta fragmenta­ción del relato por anales constituía la última etapa elaborativa. A ella quedaba subordinada la utilización de los datos sueltos sacados de viejos anales; y, lo que es más importante, la posibilidad de presentar sincrónica­mente, junto a la historia de la monarquía neo-gótica castellano-leonesa, la de los restantes territorios del solar hispánico (Navarra, Aragón, Portugal y, sobre todo, Al Andalus), según el novedoso proyecto alfonsí de escribir una historia nacional:

    «Ca esta nuestra Estoria de las Espannas general, la leuamos Nos de todos los reyes dellas, et de todos los sus fechos que acaescieron en el tiempo passado et de los que acaescen en el tiempo present en que agora somos, tan bien de moros como de cristianos et aun de judíos si y acaesciesse en que».19

      Igualmente subordinada a la distribución de la narración por años de reinado está otra novedad historiográfica de la Estoria de España: la sistemá­tica confrontación de la historia nacional con la historia universal. Alfonso X, llevado de su espíritu universalizante, se preocupó de sincronizar la historia de España con la de las tres más importantes líneas de príncipes, esto es, los romanos Pontífices, los Emperadores y los reyes de Francia,20 y de señalar el ajuste cronológico entre los años de la Era hispánica con los más interna­cionales de la Encarnación y con los de la Era arábiga.

      Todas estas etapas compilatorias que hemos podido reconstruir no se llevaron a término a lo largo de la Estoria de España de una forma progresiva regular. Creo poder afirmar que los historiadores alfonsíes dejaban para una posterior revisión del texto aquellos pasajes en que la armonización de las fuentes o la construcción de un relato aceptable ofrecía especial dificultad. La elaboración de esos pasajes especialmente difíciles estaría probablemente encomendada a un maestro o técnico de superior categoría, como en la realización de las miniaturas alfonsíes estaba encomendada a un último artista de mayor mérito la pintura de los rostros de los personajes.21 Quizá dependiera de una decisión final del propio Alfonso X.

Diego Catalán. La Estoria de España de Alfonso X. Creación y evolu­ción. (1990)

NOTAS

14  E. S. Procter, Alfonso X of Castile (1961), p. III.

15  G. Menéndez Pidal, «Cómo trabajaron las esc. alf.» (1951), pp. 363-380.

16  Al armonizar los relatos de estas dos fuentes máximamente veneradas se procuró no perder la más mínima información, hasta el punto de incorporar los detalles característicos de una y otra que respondían sólo a diferencias de redacción y estilo de la frase.

17  «E por end Nos don Alfonsso...mandamos ayuntar quantos libros pudimos auer de istorias en que alguna cosa contassen de los fechos d’Espanna... et compusiemos este libro de todos los fechos que fallar se pudieron della», PCG, p. 4a21-28 y a43-46.

18  Por más que desde un punto de vista moderno (y, por tanto, anacrónico) la división cronológica pueda parecemos realizada con cierta despreocupación.

19  Según explica una digresión, debida posiblemente al propio Alfonso X, en PCG, p. 653a45-b3 (termina añadiendo: «et otrossi de los miraglos de nuestro sennor Dios quando y acaescieron et quando acaesçieren en el tiempo que es de uenir»). En cumplimiento de este programa, Alfon­so X se preocupó de reunir toda una serie de fuentes de escaso desarrollo narrativo: Liber regum, otra historia desconocida referente a Aragón, varios anales, algunas leyendas piadosas, etc.; para el envés musulmán de la historia peninsular contó con dos textos de excepcional valor, uno general, la Historia Arabum del arzobispo don Rodrigo, otro particular, la historia de la destruc­ción de Valencia de Ibn cAlqama.

20  Recurriendo a Sigeberto de Gembloux (Sigebertus Gemblacensis, Chronographia) y a Martín Polono (Martinus Oppaviensis, Chronicon Pontificum et Imperatorum).

21   G. Menéndez Pidal, «Los mss. de las Cantigas» (1962), pp. 25-51.

CAPÍTULOS ANTERIORES:  LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN:

PRESENTACIÓN

1.- PRESENTACIÓN. «LA ESTORIA DE ESPAÑA DE ALFONSO X. CREACIÓN Y EVOLUCIÓN»

I. ALFONSO X HISTORIADOR

*  2.- 1. LA FUNCIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIUM

3.- 2. LA HISTORIA COMO CONOCIMIENTO CIERTO Y EXHAUSTIVO DE LOS HECHOS PASADOS

4.- 3. TEXTO Y GLOSA. LA EXPLICACIÓN DE HECHOS Y PALABRAS

5.- 4. LA ESTRUCTURACIÓN CRONOLÓGICA DE UNA HISTORIA ECUMÉNICA

6.- 5. LA ARMONIZACIÓN DE LO NARRADO Y EXPLICADO POR LAS VARIAS FUENTES EN LA GENERAL ESTORIA

7.- 6. LA ESTORIA DE ESPAÑA HISTORIA DEL SOLAR «ESPAÑA» Y DE SUS NATURALES

8.- 7. DOS PRINCIPIOS DE ESTRUCTURACIÓN: LOS SEÑORÍOS Y LA CRONOLOGÍA

9.- 8. LA ARMONIZACIÓN DE LOS RELATOS DE LAS FUENTES EN LA ESTORIA DE ESPAÑA

*   10.- 9. LA EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS

*   11.- 10. EJEMPLARIDAD Y DECORO HISTORIOGRÁFICOS

*   12.- 11. EL ESPEJO DE LA HISTORIA

II. EL TALLER HISTORIOGRÁFICO ALFONSI.

13.- 1. LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL NO ES LA CUMPLIDA REALIZACIÓN DE LA ESTORIA DE ESPAÑA PROYECTADA POR ALFONSO X

Diseño gráfico: 


La Garduña Ilustrada 

Imagen: fragmento de la  Estoria de España

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