50.- 1. LA DIALECTALIZACIÓN VERTICAL: COEXISTENCIA DE MODALIDADES ARCAIZANTES Y NEOLÓGICAS DE ESPAÑOL ATLÁNTICO

1. LA DIALECTALIZACIÓN VERTICAL: COEXISTENCIA DE MODALIDADES ARCAIZANTES Y NEOLÓGICAS DE ESPAÑOL ATLÁNTICO. VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS
La dialectología de las lenguas románicas, nacida para estudiar las venerables reliquias atesoradas por el habla de comunidades rurales depositarias de una larga tradición lingüística autóctona amenazada de extinción, no ha acertado a desarrollar una metodología apropiada a la Romania Nova (a las tierras de lengua románica en que nunca se habló latín). Con servil dependencia respecto a los viejos modelos, los estudios dialectológicos relativos a las hablas neo-románicas conceden atención exclusiva a la diferenciación espacial, dejando en olvido la muy importante estratificación de la sociedad en niveles lingüísticos varios, y consideran como depositarios del habla regional merecedora de estudio a los sujetos rústicos de las más viejas generaciones, como si se tratase de antiguos dialectos en desintegración cuyas peculiaridades lingüísticas hubiese que reconstruir a través de las ruinas subsistentes del viejo edificio; en cambio, rara vez se interesan por el desarrollo y expansión del dialectalismo neológico, surgido generalmente en medios ciudadanos, y cuya complicada vida constituye un importante capítulo de la historia social de las comunidades modernas.
En Canarias (al igual que en América), sin atender al papel lingüístico de los centros urbanos que dirigen el desarrollo material y cultural de la comunidad, toda explicación de la situación de la lengua, incluso en medios campesinos, resulta imposible. Cualquier sociedad rural, por apartada que se halle, tiene hoy (y ha venido teniendo en los últimos siglos) un claro conocimiento de las formas de vida y de los hábitos lingüísticos que prevalecen en las ciudades y villas más importantes del archipiélago; y, por regla general, tiende a valorar aquella modalidad ciudadana de lengua como signo de una superior civilización. Así, tan pronto como en una localidad o en una comarca apunta una incipiente estratificación social, se produce automáticamente una estratificación lingüística más o menos paralela: frente al habla más «basta» y arcaizante, surge un habla más «fina», más atenta a las modalidades neológicas de la ciudad. Por otro lado, dentro de los centros urbanos, la sociedad se articula en grupos varios, vital y culturalmente diferenciados, que se gobiernan por ideales lingüísticos divergentes (aunque entre los varios estratos sociales nunca lleguen a establecerse «fronteras lingüísticas» precisas, comparables a las que en un dialecto viejo pueden dividir espacialmente el habla de dos comunidades contiguas).
Como consecuencia de estos hechos apuntados, las distintas variedades de español existentes en Canarias no pueden explicarse como fruto de un diverso desarrollo de la lengua en las varias islas (o en diferentes comarcas dentro de cada isla); son, simplemente, resultado de la superposición de estratos varios, representativos de modalidades más antiguas o más nuevas de español atlántico. La dialectalización horizontal, espacial, es de secundaria importancia respecto a la dialectalización vertical dependiente de los diversos niveles socio-culturales.
Los más antiguos estratos de español canario afloran únicamente en comunidades rurales muy apartadas, por lo general situadas en las islas menores. Así, por ejemplo, sólo en retirados pagos de La Gomera (cf. 2.2) y de La Palma (y quizá también de Gran Canaria [2.1]) se conserva hasta hoy en día, junto a una [şj sorda (kaƀesa, prosión ’porción’, abrigási, se amása, etc.), una [z̧] sonora: quézu, rázo, cáza, cazási ’casarse’, pezétas, Hozé, Teréza, Ruzéndu, áy Hizús, quehazér, dízi, razímu, dóz u tréh, luz ótrus, bámuz a béri («ciceada» por algunos como una [đ]: cada ’casa’, beintitréd añuz, etcétera [2.3]). Falta determinar hasta qué punto esta [z̧] es una reliquia del viejo sistema con sibilantes sonoras aún vigente a mediados del siglo XVI, pues abundan, al parecer, los casos antietimológicos ezu dependi, se amaza (junto a se amasa), quizialeraz, parezi que zon, se zaca, etc. (a no ser que se deban a defectuosa recolección [2.4]).
También constituye una pronunciación muy arcaizante la conservación de la -s implosiva, en vez de la aspiración propia de las modalidades de español canario más prestigiadas; ocurre en algunas hablas muy conservadoras de las islas menores occidentales. En El Hierro es aún muy general, según parece [8.31], y en La Gomera todavía perdura en algunas aldeas apartadas de la montaña [8.32]. Juzgando sólo por los datos gomeros, la pronunciación sibilante se mantiene con regularidad si la /-s/ resulta explosiva por fonética sintáctica: éz arrendáu, loz áy de..., poz a él, ántiz éramuz..., séiz óraz, y también en final absoluta: se lez echa rámas, séiz mézis, bárru masapés; mientras vacila ante consonante, sobre todo en interior de palabra: se ráhpa con un rahpaór, y ihpués guizálu, háta que ehté bien conduzíu, ehcálzus, tóduh loh días, yo fí doh vez, tiénih cochínuz, lah voltié, va treh díah..., háta que estéi guisau, hágu tiéstus, loz áy de tósca.
Otros rasgos lingüísticos, aunque propios también de un español canario muy arcaizante, gozan todavía de prestigio entre grandes sectores rurales de las islas más conservadoras. Así, por ejemplo, frente a la norma regional canaria, que ha generalizado el pronombre «ustedes» y las formas verbales de la persona «ellos», en sustitución de «vosotros» y sus correspondientes desinencias, las hablas rurales de La Gomera, de El Hierro y de campos de La Palma conservan el pronombre vosotros, vos «os», así como las formas verbales propias de esta persona [24.2]: bosótruh boh báih, ¿onde báih?, bosótroh queréih reírbuh de mí, no rempuhéih, bosótroh biníhtih, bosótroh boh reíih, huíh, etc. En el imperativo: andái, cantái, queréi, teméi, veníi, salíi, huí; o con pronombre enclítico: largáibuh, calláibuh, sentáibuh en las síllah, ruíbuh (de «roerse», en sentido figurado), ríibuh, béibuh (de «irse»), cantáile, haséili, deháimi, miráime. Las terminaciones -ái, éi, -íí remontan sin duda a las desinencias -áde, -éde, -íde con pérdida (normal en el área) de la -d- intervocálica y cerrazón (también normal) de la -e final (cfr. puéi ’puede’, quéi ’quede’, Merséis ’Mercedes’; así como léi ’lee’, imperativo singular [24.21]); pero existen también las variantes amáide, contáidi, amañáidi el pehcáu ’arreglad el pescado’, coméidi, teméide, salíide ~ salídi, beníide, etc., que parecen un cruce de -áde X -ái, -éde X -éi, íde X -íí.
Dejando a un lado estos arcaísmos notables, interesa destacar la existencia en el habla rural canaria de varios niveles distintos de español extendidos ampliamente por las varias islas. El más antiguo (dada su distribución geográfica y social) se caracteriza, en algunos casos, por una fonética más evolucionada. Sin duda, en las regiones isleñas de mayor riqueza agrícola y de contacto más activo con el exterior, vino a producirse, en tiempos relativamente recientes, una reacción frente a la modalidad de español colonial hasta entonces imperante en el archipiélago. Sólo con este supuesto se explica el que ciertos rasgos lingüísticos de carácter aparentemente innovador afloren aquí y allá, tanto en las islas orientales como en las occidentales, en comunidades que sólo se relacionan entre sí por su común aislamiento respecto a los centros de superior actividad y cultura.
Un caso típico es el tratamiento de la [đ] intervocálica. Mientras en Gran Canaria [6.2] y el norte de Tenerife [6.1] los hablantes campesinos coinciden con los ciudadanos en conservarla siempre (incluso en la terminación -ádo), en Lanzarote [6.6], al oriente, en La Gomera [6.3], al occidente, en el sur de Tenerife [6.11], e incluso en los aislados caseríos de la Punta de Anaga (pertenecientes a Santa Cruz) [6.12] se pierde en toda posición: embaifáo, raháa, pintá, manía ’manida’, picaéro, lambiúra, núo, ruéo, beréo, engóo, adré, ehpiír, peáso’e tela, árco’e la biéha (con una excepción común a las varias zonas: la de la [đ] apoyada en una precedente, surgida por dislocación acentual: ráidu, ehbáidu, cáidah [6.7]).
Más en retirada se encuentra la vocalización de la d seguida de r, muy común en el campo de La Gomera: páire, mairína, piéira ~ piéra, cuairíl, puirío «podrido», lairón [7.1]; pero como testigo de una antigua mayor extensión del fenómeno tenemos unos aislados páire, máire, recogidos en la propia Gran Canaria [7.2].
Difusión análoga a la de la pérdida de la -d- intervocálica tienen hoy en día los diptongos decrecientes formados a partir de hiatos: ráih ~ réih, réiseh, tráiba ’traía’, ehbáidu, cáidah, rúido ’roído’ [15.1], que debieron ser antaño más usuales, según muestran algunos ejemplos sueltos recogidos incluso en el norte de Tenerife (róir, Elóisa, Rafáela, paráiso) y la forma enquistada malpéih, de mayor empleo en el habla común que el culto malpaíh [15.21].
También es un ruralismo decadente la pronunciación «ciceante» del fonema /s/. En algunas comunidades apartadas de Tenerife (cuando menos), junto a la [ş] «ese dental» común, se oye con relativa frecuencia una variante [θ] «ce postdental» coθída, camíθa de caña, θarθíllo, de por θi, loθ animáleh [3.2-3.23]. Naturalmente, una y otra variante son alófonos de un mismo y solo fonema continuador de las sibilantes dorso-dentales /ç/ sorda y /z/ sonora y de las sibilantes ápico-alveolares /ss/ sorda y /s/ sonora; nadie distingue de acuerdo con la etimología (esto es, a la castellana) [3.1-3.11].
Otros rasgos, aunque pertenecen a un nivel lingüístico rural hoy fuertemente erosionado, permanecen todavía cubriendo la mayor parte del campo canario. El más representativo es, sin duda, la aspiración de la /h/ [4.2-4.27]: hasér, hígo, hámbre, hího, humiár, háta ’hasta’, hóhnu ’horno’, haríhah, ahogár, báho, mohósu, dehésa, etc. En las islas menores y en las comunidades de vida puramente campesina de las islas centrales la aspiración es muy regular; en cambio, no sólo las ciudades, sino también los valles de Gran Canaria y el norte de Tenerife con población semiurbana sólo la mantienen en alguna que otra voz íntimamente ligada a la vida del campo (harnéro, háse ’haz’, hóse ’hoz’, halár, sahorí, retahíla).
En estas comarcas de vida semiurbana también tienden a decaer las pronunciaciones típicas rurales de los grupos formados por [-n, -l, -r] implosivas seguidas de aspiración [h]. Las islas menores (La Gomera [13.1], La Palma [13.2], Lanzarote [13.3]) y algunas zonas más conservadoras de Tenerife [13.4] ofrecen resultados vacilantes, debidos a la íntima fusión de la aspiración con las consonantes precedentes. Junto a formas como naráha, ehúto, áhe ’ángel’, sáha, Sahuán, Dohosé, elahíbe, ehudío, bíhen ’virgen’, latahéa ’la atarjea’, sahénto, con pérdida de la implosiva, ocurren también las metátesis naráhne ’naranja’, lóhna, ehnúto, sárhna ’zanja’, elahlíbe, bíhne, sobre todo en enlace sintáctico o en voces con prefijo ũhnárro, uhnóyo, Ohnosé ’don José’, ehnormár, ehnilláo, ehnechisár ’enhechizar’, ehlabón ’el jabón’, ehlího ’el hijo’, pudiéndose llegar a la asimilación de la aspirada a la consonante: unárro, ennabonár, unal-líbe, el-lárro o a la formación de una resonancia prosódica: ennúnta ’enjuta’, el-lahlíbe, elhal-líbe. En cambio, la pronunciación más fina, que tiende a imponerse en los valles del norte de Tenerife [13.4], mantiene la implosiva y la aspirada en su orden normal (aunque reduciendo la [-ŋ] por lo común a una mera nasalización de la vocal); la aspiración puede entonces sonorizarse (lõnɦa, berẽnɦela), y llegar a confundirse con una [g] (narãnga, berẽnguena).
En la morfología del verbo y del pronombre son característicos de todo el campo canario fenómenos como: la pérdida de la -r en los infinitivos con pronombre enclítico (cómęlo, vęla, rompése, sacäte, lárgäme) [11.1-11.3] o seguidos de artículo (asę la cáma, sembrä la semillah) [11.4], frente a pronunciaciones más cultas, con geminación (atahál-lo, cambiál-lo) o aspiración (ataháhlo); la acentuación analógica de la persona nosotros del presente de subjuntivo (cómpremoh ’compremos’, téngamoh, quiéramoh, buélbamoh) [21]; la modificación analógica de la vocal radical en las personas yo y nosotros del presente de «haber» (yó sí á ido, ámoh) [19]; la extensión a la persona nosotros de la vocal de la persona yo en el perfecto (terminémoh ’terminamos’) [20]; la desinencia -nos, por -mos (estábanoh ’estábamos’, báyanoh ’vayamos’) [22]; la forma los por nos en el pronombre personal (bámoloh ’vamonos’, loh calentábamoh ’nos calentábamos’) [23], etc.
En la sintaxis, viven en el habla rural arcaizantes construcciones con pronombres átonos pospuestos (estábamonos o estábamos helándonos) [32], con el verbo «ser» como auxiliar de verbos intransitivos (Soy nacida en Pedro Alvarez y bautizada aquí) y reflexivos (Soy cristianada en Santo Domingo) [28], con «haber» en su valor preclásico de ’tener’ (¡Que hayan suerte!) [27]; junto a vulgarismos como aquí habemoh (’estamos’) muchoh locoh, habremoh (’estaremos’, ’seremos’) sinco chicah [30].
Pero varias de estas construcciones penetran también en el habla ciudadana de los niveles más populares, juntamente con ciertos vulgarismos fonéticos, como, por ejemplo: la reducción de hiatos a diptongos crecientes en los verbos en -ear (cacariár, pasiár, meniándo) o en otras voces (riál, biáta) [16.1-16-2]; el desarrollo de un elemento consonantico en la [w-], no sólo inicial (güebo, güele-golér, güeno), sino aun interior de palabra (sirgüela, birgüela) [17]; la sistemática generalización de es- por des- (ehcolgar, ehplumar) [18]; la reducción de los grupos cultos (consesión, oserbar, ohesión, esato, prático, atual~ autal, efeto, repunante, indino, intante) [14], etc.
Al mismo tiempo que las modalidades arcaizantes o rurales de español canario van perdiendo terreno ante un tipo de habla isleña de caracteres dialectales menos pronunciados, desde las ciudades presiona un nuevo español atlántico fonéticamente nada conservador. A la cabeza de ese movimiento de innovación lingüística marcha la ciudad más populosa y de mayor movimiento marítimo: Las Palmas de Gran Canaria (con su Puerto de la Luz); va seguida de la otra capital y puerto, Santa Cruz de Tenerife; últimamente, participan también en la ola neológica las pequeñas ciudades marítimas de las islas menores: Santa Cruz de La Palma; San Sebastián y Playa Santiago, en La Gomera; Arrecife, en Lanzarote.
Quizá el neologismo más típico sea el yeísmo que caracteriza a los hablantes ciudadanos de todos los niveles sociales. La distinción [ḷ: y] ocupa aún la mayor parte del archipiélago; no sólo se mantiene perfectamente en las islas menores [5.2-5.4], sino también en Tenerife, incluso en la rica y populosa franja norte (con la Orotava como centro) [5.5]. Sólo en Gran Canaria el prestigio de Las Palmas ha logrado establecer el yeísmo en el campo [5.6]. En Tenerife, Santa Cruz [5.53] ni siquiera ha conseguido imponer su yeísmo a La Laguna, donde la sustitución de la [ḷ] por la [y] sólo empieza a hacer progresos entre los jóvenes [5.52]; en cambio, el yeísmo se ha extendido ya a algunas pequeñas localidades con puerto de pesca [5.51]. En Lanzarote, en La Gomera, en La Palma, sólo las ciudades costeras han aceptado la nueva pronunciación [5.21-5.41].
También es característica ciudadana la indistinción entre [-r] y [-l] post-vocálicas, aunque el fenómeno tenga mucho mayor arraigo que el yeísmo. Las islas menores son aún claramente distinguidoras, lo mismo Lanzarote [9.5] que La Gomera [9.3] o La Palma [9.4]; sólo en los casos de concurrencia de líquidas se producen disimilaciones (arbañil, cormillo, delantar, etc.), como en la generalidad de las hablas hispánicas, y también es común la asimilación [-ls- > -rs-] (durse, sarsa, ar sine). La neutralización está, sin embargo, invadiendo ya el habla de las ciudades costeras: ha arraigado en Arrecife (Lanzarote) y parece apuntar en San Sebastián de La Gomera y en Santa Cruz de La Palma [9.3-9.5]. En las islas centrales, las dos capitales, Las Palmas en Gran Canaria [9.2] y Santa Cruz en Tenerife [9.11], constituyen el centro de la pronunciación neológica: argodón, cárdo ’caldo’, ar/Icansía, mír pesétah, cór, er súl, Habiél, asál ’asar’, túner/l (con predominio de -l fin de palabra en Tenerife y de -r en Gran Canaria). Indudablemente, sólo en el habla popular se llega a la total indistinción que ejemplifican los casos citados (y en algún caso a la vocalización: aiguíto ’algo+-ito’, Cáimen [9.6], o a la pérdida total en posición final: muhé [12.2]). En los hablantes más cultos, el conocimiento de la diferencia gráfica suele impedir las pronunciaciones claramente «erróneas», excepto en momentos de máximo abandono y familiaridad; pero las [-r, -l] postvocálicas de la burguesía ciudadana son siempre muy relajadas, nunca plenas, muy próximas de la [-r /-l] indistinta. La pronunciación confundidora, triunfante en las dos capitales y puertos comerciales del archipiélago, tiende en una y otra isla a propagarse entre los hablantes del interior: Las Palmas ha conseguido modelar el habla de todo el norte de Gran Canaria [9.2]; en Tenerife, en cambio, la conservadora región norteña (con centro en la Orotava) aún se muestra bastante apegada a la distinción, pero la pronunciación indistinta propia de Santa Cruz se ha extendido bastante entre las clases más populares [9.17]; la región rural del Sur y también la de Anaga confunden decididamente [9.14-9.16].
Otro fenómeno muy extendido en las capitales (en Las Palmas [10.1], sobre todo, y también en Santa Cruz [10.21]) es la tendencia a aspirar la [-n] y [-r] seguidas de [l-]: tiérno > tiénno > tiéhno, chéhne, behnegál; burla > búlla > búhla, mihlo, Cáhloh. El habla ciudadana y portuaria contrasta así en Tenerife con la del norte de la isla, que mantiene con más frecuencia las realizaciones plenas de las implosivas [-r, -n] (si bien el habla popular conoce allí también la tendencia a la aspiración) [10.24]. Pero, evidentemente, los resultados aspirados (cuéhno, hahnéro, sahnícaro ~ sahnícal, búhla, Cáhloh) pertenecían al español canario más antiguo, pues ocurren con gran regularidad en las hablas rurales de las islas menores (Lanzarote [10.4], La Gomera [10.3]).
Sin duda alguna, la nueva modalidad de español canario, que desde las ciudades y puertos tiende hoy a invadir el interior de las islas, debe su impulso inicial a Las Palmas, cuyo desarrollo como gran conglomerado urbano antecede al de Santa Cruz de Tenerife. La posición rectora de Las Palmas en el lenguaje (pese a la fuerte rivalidad intrainsular, que tanto entorpece en general el desarrollo del archipiélago) queda bien manifiesta en el arraigo mayor que en Gran Canaria tienen todos los fenómenos neológicos (tanto fonéticos como léxicos); también lo muestra claramente la situación más avanzada, allí imperante, en el gran proceso de reducción y debilitación de las consonantes postvocálicas, que se está cumpliendo ante nuestros ojos en una enorme área fonéticamente innovadora del mundo de habla española. Mientras en Santa Cruz permanecen aún firmes las realizaciones [-h, -l ~r, -ŋ] de los tres archifonemas /-S, -L, -N/ posibles en la distensión silábica [12.11, 12.2, 12.3], Las Palmas pierde ya, en posición final de palabra, la aspiración (la báca, frente a lah ƀácah; la dó, frente a lah đ óh; déde áse tré día, frente a déhđe ase tréh đía [12.12] y tiende también a debilitar la líquida y la nasal [12.2, 12.3], aproximándose así un paso más al objetivo final de completar la generalización de la estructura silábica abierta, a costa de los casos minoritarios en que el español común presenta sílabas trabadas.
En suma, el estudio dialectal del español en Canarias no puede reducirse al examen de las peculiaridades idiomáticas de la más vieja generación de hablantes rurales («magos»); el español canario no es un viejo dialecto románico en vías de extinción cuya primitiva estructura lingüística haya que reconstruir mediante los informes de algunos testigos excepcionales, sino una modalidad regional de una lengua bien conocida, el español, modalidad que continúa viviendo y rehaciéndose en boca de toda la población del archipiélago. La dinámica coexistencia, dentro de la reducida área insular, de tipos varios de español dialectal socialmente adscritos a estratos diversos de la comunidad canaria, que aquí hemos venido estudiando, exige, además, que no consideremos al factor espacial como el principal determinante de la variación lingüística, según pretende hacer la dialectología heredera de unos métodos de investigación apropiados a las viejas hablas dialectales de la Romania primitiva.
A lo largo de la anterior exposición, cualquier conocedor del panorama lingüístico hispanoamericano podrá haber ido observando cómo los tipos varios de español que coexisten superpuestos dentro de los ámbitos reducidos del archipiélago canario se corresponden muy exactamente con las diversas modalidades de español que, al otro lado del Atlántico, se reparten grandes áreas de la inmensidad del continente americano. Un mejor conocimiento de la dialectología canaria podrá, según creo, contribuir de forma bien notable a la valoración de los estratos varios de español colonial más o menos difundidos por las Indias occidentales.
Diego Catalán. El español. Orígenes de su diversidad (1989)
NOTAS
a [Véase otra interpretación, que creo preferible, en el cap. 8 de este libro. «El español de Tenerife», n. 135].
CAPÍTULOS ANTERIORES: EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD
ADVERTENCIA
* 1.- EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD
I ORÍGENES DEL PLURALISMO NORMATIVO DEL ESPAÑOL DE HOY
* 2.-1. EL FIN DEL FONEMA /Z/ [DZ - Z] EN ESPAÑOL
* 3.- 2. EL FIN DEL FONEMA /Z/
* 4.- 3. ¿PROCESO FONÉTICO O CAMBIO FONOLÓGICO?
* 5.- 4. ¿PROPAGACIÓN DE UN CAMBIO FONÉTICO O DE UN SISTEMA FONOLÓGICO?
* 6.- 5. LA FALTA DE DISTINCIÓN /Z/ : /Ç/, REGIONALISMO CASTELLANO - VIEJO
* 7.- 6. LA CONFUSIÓN SE CONVIERTE EN NORMA DEL HABLA DE LA CORTE (FINALES DEL SIGLO XVI)
* 9.- 8. EL CAMBIO EN LA NORMA CORTESANA, VISTO POR LOS GRAMÁTICOS EXTRANJEROS
* 10.- 9. EL ESPAÑOL ORIENTAL ANTE EL TRIUNFO DE LA NUEVA NORMA DE MADRID
* 11.- 10. RESISTENCIA DEL ANTIGUO SISTEMA TOLEDANO EN LA ALTA EXTREMADURA
* 12.- 11. LA NUEVA NORMA ANTE EL CECEO ANDALUZ
II EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA.
* 14.- 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN
* 15.- 2. CECEOSOS DE LENGUA ESTROPAJOSA
* 16.- 3. CECEOSOS POR HÁBITO LINGÜÍSTICO
* 17.- 4. COMUNIDADES CECEOSAS A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI. SU LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA Y SOCIAL
* 18.- 5. EL ÇEZEO SEVILLANO EN TIEMPO DE LOS REYES CATÓLICOS, SEGÚN EL TESTIMONIO DE LAS GRAFÍAS
* 19.- 6. EL ÇEÇEO SEVILLANO, DESCRITO POR NEBRIXA
* 20.- 7. CARÁCTER FRICATIVO DE LA /Ç/ Y DE LA /Z/ DEL SEVILLANO MEDIEVAL
* 21.- 8. LAS GRAFÍAS Y EL ÇEZEO MEDIEVAL
* 22.- 9. CONCLUSIÓN: EL ÇEÇEO-ZEZEO AL COMENZAR LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA DE CASTILLA
III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA
* 23.- III EN TORNO A LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL DE AYER Y DEL ESPAÑOL DE MAÑANA
* 24.- 1. CONSIDERACIONES DIACRÓNICAS ACERCA DE LA ESTRUCTURA SILÁBICA DEL ESPAÑOL
* 25.- 2. LAS SIBILANTES IMPLOSIVAS EN EL ESPAÑOL DE ESPAÑA: GEOGRAFÍA Y DIACRONÍA
* 26.- 3. LA EVOLUCIÓN DE -S, -Z COMPARADA CON LA DE -R, -L
* 27.- 4. FONÉTICA Y FONOLOGÍA
IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE
* 29.- IV CONCEPTO LINGÜÍSTICO DEL DIALECTO «CHINATO» EN UNA CHINATO-HABLANTE
* 30.- 1. SINGULARIDAD DEL HABLA «CHINATA»
* 31.- 2. PERSONALIDAD LINGÜÍSTICA DE NUESTRO AUTOR
* 33.- 4. EL SISTEMA FONOLÓGICO «CHINATO» EN LA CONCIENCIA DE NUESTRO AUTOR
* 34.- 5. PROBLEMAS DE FONÉTICA SINTÁCTICA
* 35.- 6. DEBILIDAD DE LA ANALOGÍA MORFOLÓGICA
V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)
* 36.- V GÉNESIS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO (ONDAS VARIAS A TRAVÉS DEL OCÉANO)
* 38.- 2. EL ESPAÑOL ULTRAMARINO DE LOS PUERTOS Y EL ESPAÑOL MERIDIONAL
VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA
* 39.- VI. EL ESPAÑOL CANARIO. ENTRE EUROPA Y AMÉRICA
* 40.- 1. EL ESPAÑOL DE LOS PUERTOS DE AMÉRICA
* 41.- 2. EL DATO CANARIO: ESTRATOS VARIOS DEL ESPAÑOL ATLÁNTICO
* 42.- 3. CONSONANTES IMPLOSIVAS
* 44.- 5. LA -D- (< -T- LATINA)
* 45.- 6. LA OPOSICIÓN [L PALATAL] : [Y] Y EL YEÍSMO
* 47.- 8. LA DIPTONGACIÓN DE LOS HIATOS
VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS
* 49.- VII. EL ESPAÑOL EN CANARIAS
Diseño gráfico:
La Garduña Ilustrada
Imagen: Letra minúscula q de Durero
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