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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

* ARTE POÉTICA DEL ROMANCERO ORAL. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

45.- 5. EL PREGÓN Y EL CADALSO

45.- 5. EL PREGÓN Y EL CADALSO

 5. EL PREGÓN Y EL CADALSO. APÉNDICE I

      l romance describe con tres pinceladas cómo el noble duque es conducido al cadalso, fuertemente escoltado y precedido del afrentoso anuncio público de su ajusticiamiento me­diante el sonido de trompetas y añafiles:

Ya le sacan del castillo      entre su caballería,
con trompeta y alafim,      día de postrimería;
le echan en un tablado      y escuro entre sus ojos50.    

      La ejecución pública de un gran señor por sentencia de su rey fue ya en días de don Alvaro (y continuaría siéndolo en los siglos siguientes) caso insólito y motivo de asombro, de tal modo que convirtió a don Alvaro en paradigma de «la variedad e movimientos de la engañosa e incierta Fortuna»51. Gonzalo Chacón recuerda así la escena de la llegada del Condestable al cadalso:

«Estaba en la plaça mayor de Valladolid... fecho un nuevo cadahalso para aquella nueva cosa que jamás en Castilla non fue vista su semejante: que un tan grand señor muriese sentençiado a muerte por el Rey e apregonado por su pregonero... La tronpeta suena en doloroso e triste e desplazible son. El pregonero comiença su mentiroso pregón... Cavalgó, pues, el bueno e bienaventurado Maestre en su mula, con aquel gesto e con aquel senblante e con aquel sosiego que solía cavalgar los pasados tienpos de su leda e risueña fortuna...»52.

y la Crónica de Juan II:

«... cavalgó en una mula, e Diego de Stúñiga e muchos caballeros que le acompañaban, e iban los pregoneros pregonando en altas voces: Esta es la justicia que manda hacer el Rey nuestro se­ñor a este cruel tirano usurpador de la corona real; en pena de sus maldades, mándale degollar por ello. E así lo llevaron por la cal de Francos e por la Costanilla hasta que llegaron a la plaza, donde estaba hecho un cadahalso alto de madera... E como el Maestre fue tendido en el estra­do, luego llegó a él el verdugo e demandóle perdón e diole paz, e pasó el puñal por su garganta e cortóle la cabeza...»53.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

50 Variantes: de su casa; de entre su; con sonajas y tañeres; escuros.

51 Según expresión de Lorenzo Galíndez de Carvajal o de Fernán Pérez de Guzmán en la «exhortación quel escritor de esta Corónica escribe» a modo de epílogo de la Cr. J. II (p. 691a).

52  Cr. Alvaro de Luna, pp. 431-432.

53   Cr. J. II, p. 683a-b.

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

*     38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

*    39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

*    40.- 11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN

APÉNDICES

APÉNDICE I

*    41.- 1. DON ÁLVARO DE LUNA EN EL ROMANCERO

*    42.- 2. EL ROMANCE SEFARDÍ DEL «DUQUE DE BERNAX»

*    43.- 3. EL PAJECICO MORALES Y LA MULA DEL REO

*    44.- 4. EL COMPLEJO DEL ARMIÑO: DON ÁLVARO SE ENTREGA

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Letras capitulares:
Olde English

44.- 4. EL COMPLEJO DEL ARMIÑO: DON ÁLVARO SE ENTREGA

44.- 4. EL COMPLEJO DEL ARMIÑO: DON ÁLVARO SE ENTREGA

4. EL COMPLEJO DEL ARMIÑO: DON ÁLVARO SE ENTREGA.  APÉNDICE I

      l relato romancístico sobre la prisión y ejecución del Duque de Bernax hace especial hin­capié en la resignada actitud del magnate, que no intenta esquivar la muerte a pesar de los consejos de los suyos, quienes sospechan de las intenciones del rey:

Ese duque de Bernax    el rey mandara por él,
el rey mandara por él    con su criado Juan Francés.
Su criado le decía:    — Hijo, no salga este mes;
si de mí oyeras sabencia,    muerte es y no sentencia.
— Dada era la sentencia,    no se puede deshacer41.

      La escena coincide, básicamente, con lo ocurrido en Burgos en las casas de Pedro de Cartagena después que don Álvaro recibe la orden del rey de que se retire de la corte para sus posesiones (Miércoles de Tinieblas, 28 de marzo de 1453) y despeña desde la torre de aquella casa en que se aposenta al Contador Mayor del rey Alonso Pérez de Vivero (Viernes Santo, 30 de marzo). A partir de ese momento, el rey se confirma en sus temores de que, «como el Maestre era executibo e de grand coraçón», «por ventura él faría alguna cosa que fuese sonada en estraños reynos», fundando su miedo en la máxima vulgar «a quien te quiera matar, madruga e mátalo»42. Por su parte, don Álvaro, aunque se siente acorralado, se dejará llevar por lo que su fiel servidor Gonzalo Chacón describe como el complejo del armiño:

«Cuentan algunos e dizen fablando de los armiños, los quales son animales de grand blancura, que los caçadores que los quieren caçar, cuando van a la caça de aquellos, caban la tierra al de­rredor de los lugares donde se albergan e sobre aquella tierra echan agua de manera que se face lodo, e después de aquello así fecho entran los caçadores a la caça e sueltan los canes. Los armi­ños acórrense al fuir, e quando se piensan ir ya en salbo, fallan aquella çerca de lodo que está fecha, e por non ensuçiar su fermosa blancura en el lodo, tórnanse de contino del camino que lleban fuyendo e métense en poder de los caçadores e de los canes, e por esta manera los pren­den e los matan. Tal quiso paresçer el nuestro ynsigne Maestre, que por no yr por lugares que a él paresçieron non honestos segund el alto paresçer suyo, pospuso la vida por el honor. ¡Oh exçelençia de alto coraçón de caballero!»43.

      La preocupación de don Álvaro por no deslustrar, en sus postrimerías, su imagen histó­rica le obliga implacablemente a esperar los acontecimientos y a desechar una y otra vez la fuga como alternativa, mientras aún era posible, y la rebelión abierta, cuando esa posibili­dad se cierra.

      Enterado de la llegada (el lunes después de Pascua) de gentes a caballo, armas y basti­mentos al castillo de Burgos, que se halla en manos de los Stúñiga (o Zúñiga) sus enemigos, piensa escapar a caballo «aquella primera venidera noche» del Martes de las Ochavas de la Pascua de Resurrección (3 de abril), pero no lo hace44; cuando Pedro de Luxán le avisa, desde la cámara del rey, por intermedio de Chacón, «que plegue a Dios que mañana amanescamos con las cabeças» y, nuevamente, opta por ensillar los caballos, renuncia ensegui­da al plan, una y otra vez convencido por Fernando de Ribadeneyra de que huir dañaría su fama45; cuando Diego de Gotor «hallándole cenando, le dixo cómo fuese cierto que por toda la cibdad se decía que otro día miércoles había de ser preso» y le sugiere escaparse con él «a las ancas de su mula, cubierto de una capa, e irse a dormir a su posada que era fuera de la ciudad», el Maestre se detiene a comer unas peras asadas y a tomar una copa de vino y, tras adormecerse un poco, abandona, una vez más, los planes de fuga46. En fin, cuando «en alboreando» del miércoles, llega Álvaro de Cartagena a advertirle que un gran tropel de gente armada acude desde el castillo a atacar su casa y don Álvaro, viéndose cercado, acepta el consejo de Chacón y Sesé de escapar arrebozado por el establo a un corral y, des­de allí, por las tenerías hasta salir al río, se vuelve a mitad de camino, afirmando, para de­sesperación de Chacón, «que más quería morir con sus criados, que salvarse andando por albañares ascendidos e tenebrosos como hombre bellaco e de ninguna condiçión»47.

      Más tarde, cuando el faraute Restre, primero, y el Obispo de Burgos don Alonso de Cartagena y el Mayordomo mayor Ruy Díaz de Mendoza, después, le hacen saber que el rey está dirigiendo el cerco de las casas y que le ordena que se dé a prisión y don Álvaro exige seguridades, «un frayle de la Orden de Santiago, el qual era capellán del mismo Ma­estre» (¿se llamaría Juan Francés?) es enviado por el rey para negociar con el Maestre «que seguro era el que quería»48. Tras varias idas y venidas, don Álvaro obtiene que el rey jure en manos del Obispo de Burgos y firme y selle con su sello secreto, unos seguros tan satis­factorios que suscitan la desconfianza de Chacón (si creemos su relato):

«Todos estos seguros que el señor Rey vos ynbía tan abastantes e como Vuestra Merçed los ha demandado e los quiere, todos son a fin de vos aver en su poder, e por sola esta cabsa non dudo que el prometería montes de oro si le fuesen demandados. Vuestra Señoría conosçe bien la voluntad del Rey e su condiçión, y çerca desto no digo más..., salvo que yo... he visto e sabido en este reyno algunos seguros e firmezas e juramentos quebrantados e no se guardar la fe pro­metida, no digo por quién... Por ende, señor, como se suele dezir: Aquí muera Sansón, e quantos con el son... Dexasdvos, señor, pues, de estos seguros e de cosa de papeles e tornad el fecho a las armas...».

Pero el viejo Maestre cortó el «discreto razonamiento» de su «leal criado» diciendo:

«que nunca Dios quisiese que en cabo de sus días, ca el avía vivido sesenta e çinco años e los quarenta dellos el más famoso e más leal e más honrrado caballero e mayor señor que sin coro­na avía sido en su tiempo en todas las Españas, que él, agora ya estando casi en fin de sus días, dexasse tal nombre e más verdaderamente tal sepultura a sus fijos e a los descendientes suyos, es a saber, moverse a pelear contra la voluntad del Rey su señor e contra los suyos e contra su pendón real; diziendo otrosí: Fagan Dios e el Rey mi señor de mí lo que les pluguiere, ca yo por çierto no faré otra cosa si non ponerme en sus manos; el Rey mi señor me fizo, él me puede desfazer, si quisiere»49.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

41 Variantes: varía ligeramente el nombre del duque, según veremos más adelante; y su madre ~ y su padre; iba diciendo; no vaya; porque es mes que no ha sentencia; está dando la sentencia; revocar.

42  Según opinión de Gonzalo Chacón, Cr. Álvaro de Luna, p. 359.

43   Cr. Álvaro de Luna, pp. 383-384.

44  Cr. Álvaro de Luna, pp. 366-367.

45  Cr. Álvaro de Luna, p. 368

46  Cr. J. II, pp. 680¿-681tí.

47  Cr. Álvaro de Luna, p. 383.

48  Cr. Álvaro de Luna, p. 392.

49 Cr. Álvaro de Luna, pp. 393-395. También se alude a él en la Cr. J. II (p. 68(k): «e un capellán suyo que era frayle de su orden vino al Maestre de parte del Rey e volvió quatro o cinco veces del Ma­estre al Rey y del Rey al Maestre».

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

*     38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

*    39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

*    40.- 11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN

APÉNDICES

APÉNDICE I

*    41.- 1. DON ÁLVARO DE LUNA EN EL ROMANCERO

*    42.- 2. EL ROMANCE SEFARDÍ DEL «DUQUE DE BERNAX»

*    43.- 3. EL PAJECICO MORALES Y LA MULA DEL REO

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Imagen de portada: Juan II de Castilla, Genealogía de los Reyes de España (1463) de Alfonso de Cartagena

43.- 3. EL PAJECICO MORALES Y LA MULA DEL REO

43.- 3. EL PAJECICO MORALES Y LA MULA DEL REO

3. EL PAJECICO MORALES Y LA MULA DEL REO.  APÉNDICE I

      a secuencia 4 del romance comienza con los versos:

Su criado le lloraba,    el cual se llama Moral.
— No me llores tú, Moral,    no te quieras cautivar,
cabálgate en esa jaca,    si te la quisieran dar;
a mi mujer la condesa   mis nuevas le irás a dar.

      La presencia de un paje de don Álvaro, llamado Morales, en el cadalso, como último servidor del Maestre al ir a ser degollado, está ampliamente documentada. También el hecho de que don Álvaro se dirigiera a él momentos antes de que el pregonero Juan González le cortara la cabeza.

      Gonzalo Chacón, en su apasionado relato de la caída de su admirado señor31, no olvida el detalle, al contar «la muerte del mejor caballero que en todas las Españas ovo en su tienpo e mayor señor sin corona, el buen Maestre de Santiago»:

«... Va, pues, en su mula el bienaventurado Maestre, en la manera que ya diximos, acompañado todavía de aquel reverendo religioso, e guíanlo al cadahalso. E desque fue llegado a él, descavalgó de la mula e subió sin enpacho alguno por los escalones del tal cadahalso. E después que fue subido encima e se vido allí adonde el alhonbra estaba tendida, tomó un sonbrero que traía en su cabeça e echólo a uno de aquellos pajes suyos, el que ya diximos que se llamaba Morales; e el mismo bienaventurado maestre se aderesça los pliegues de la ropa que llevaba vestida...»32.

      En la Crónica de Juan II, «censurada» para Carlos V por Lorenzo Galíndez de Carvajal, se recoge también el episodio, con importantes nuevas precisiones33:

«... E allí el Maestre dio a un page suyo llamado Morales, a quien había dado la mula al tiempo que descavalgó, una sortija de sellar que en la mano llevaba e un sombrero, e le dixo: Toma el postrimero don que de mí puedes recebir. El cual lo recibió con muy gran llanto»34.

      La entrega de la mula al paje Morales consta también en la probanza hecha por el Mar­qués de Villena, en los últimos años del siglo XV y primeros del siglo XVI, con ocasión del pleito iniciado por la Duquesa del Infantado doña María de Luna, hija legítima del Condestable, al reclamar al Marqués el condado de Santisteban35. Se alude a ella en la declaración a la pregunta 2636 del testigo núm. 5, quien, estando preso en la cárcel de Valladolid el día de la ejecución de don Álvaro, fue sacado de ella para que sirviera como uno de los prego­neros de la causa de la degollación:

«... E dice que se acuerda que el dicho Condeestable, cuando le llevaban a degollar, llevaba ves­tida una rropa de chamelote azul; e que en el cadahalso, antes que lo degollasen, vio que sacó de el seno una bolsilla y la arrojó a un paxe suio, e dixo: Toma, Morales, esta mula y esta bolsilla, e vete con Dios. E que lo tomó e se fue con ella por la plaça luego que le degollaron»37.

[En fin, la retórica exposición latina de Alonso de Palencia (Década I, cap. VII), aunque transforme el sombrero en manto y la mula en caballo al referir los dones de don Álvaro al paje, tiene el interés de añadir a los otros relatos de la última generosidad del prócer el nombre de pila de Moralicos38:

«Entonces, mirando a su alrededor, no vio a ninguno de sus criados excepto a un paje llamado Fernando de Morales a quien dijo: Tú, muchacho, pues que eres el único entre todos que has permanecido a mi lado, sé mi acompañante hasta el final de este calvario. Dicho esto, ordenó al joven que sollozaba y gemía desconsoladamente: Cállate, fiel muchacho. Don Álvaro, que con­templó levantada el asta... mirando al muchacho que lo había acompañado, le arrojó desde aquel alto lugar el manto sobre los hombros; tras esto se sacó el anillo del dedo diciendo: Reci­be estos mis últimos regalos, fielísimo muchacho, junto con el caballo que monté; ya que carez­co de cualquier otra cosa, te los ofrezco en el momento de mi muerte, pero no dudo que el rey, a cuya magnanimidad suplico, te concederá mayores dádivas».]

      Aunque acompañó a don Álvaro hasta su muerte y el Maestre le hizo recipiendario de su último acto de generosidad, el paje Morales, si creyésemos a Chacón, no habría mereci­do el agradecimiento y la confianza de su amo, sino todo lo contrario. Cuando don Álvaro queda detenido en Burgos en las casas de Pedro de Cartagena en que se aposentaba y el rey acude a comer a ellas sin dignarse verle, Chacón explica:

«... fizóle poner allí grandes guardas, e dio el principal cargo de la guarda suya al Ruy Díaz, el qual, ya antes que el Rey viniese, lo avía fecho desarmar e que se subiesse arriba a su cámara. E de todos sus criados quedaron con él fasta en la noche de aquel día Fernando de Sese, Pero de Zepeda e los dos pajes pequeños que ya escrebimos, de los quales avía nonbre el uno Alfon­so del Adrada e el otro llamaban Morales; e aquestos pajes sienpre continuaron con él fasta que fenesçieron sus días»39.

En los días inmediatos, mientras el rey se preocupa en descubrir y recobrar los «thesoros ayuntados» por don Álvaro,

«El Maestre, dende allí adonde estaba preso o, digamos, detenido, pues por entonce no tenía otras pisiones salbo las guardas que lo guardaban, enbiaba a las vezes uno a las vezes otro de aquellos pajes que con el avían quedado a fablar con Gonçalo Chacón e con el Fernando de Sesé; enviábales esso mesmo algunas cartas escriptas de su mano para que ellos las enbiasen a la condesa su muger e al conde don Juan e a don Pedro de Luna sus fijos... E demás de aquesto... avía pensado de se ir por una ventana de su cámara que salía a la calle; la cual cosa, como no la él pudiese fazer solo, convínole descubrirla a aquellos dos pajes que estaban con él. De los qua­les el uno, como mal criado, aquel que se llamaba Morales, le descubrió a Ruy Díaz, e non sola­mente ge lo descubrió, mas tobo manera con él cómo fiziese prender al otro paje compañero suyo, Alfonso del Adrada, e que lo apartasen de allí e que ende no estoviese en su seruiçio del Maestre. ¡Oh mal criado, mal te faga Dios si quier que tan mal enxenplo das de ti en tu tierna edad! ¡O quién confiase de ti gran confianza desque vernás, si vivieres, a número de más años!»40.

      Pero estuviera o no equivocado don Álvaro al hacerle entrega de su mula, su sombrero y los últimos dineros o joyas en su posesión, el acto del Maestre cumplió en la jornada del 2 de junio de 1453 la misma función que cumple en el romance. Tan singular coincidencia creo que basta, por sí sola, para probar la identidad de los dos sucesos, el histórico y el romancístico.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

31   Crónica de don Álvaro de Luna. La autoría de Gonzalo Chacón es evidente para la segunda parte de la crónica (no para la primera) [según una distinción necesaria puesta de manifiesto tras una decisi­va argumentación por C. Montero Garrido, La Historia, creación literaria. El ejemplo del Cuatrocien­tos, «Fuentes Cronísticas de la Historia de España, IX, Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal y Universidad Autónoma de Madrid, 1994, pp. 79-156]. Cito por la ed. de J. de M. Carriazo en su «Co­lección de Crónicas Españolas» (aunque deja bastante que desear).

32   Cr. Álvaro de Luna, cap. 128, p. 433.

33  La crónica se publicó en Logroño: Arnaldo Guillén de Brocar, 1517. Cito por al ed. de la «Biblioteca de Autores Española», vol. LXVIII. El relato de la crónica fue versificado en el romance «Un miércoles de mañana,    a las nueue oras del dia», incluido en la refundición del romancero de Sepúlveda de 1563. La sección del romance en que aparece «Moralicos» dice así:

... desde allí van a la plaça,    do ay gente que no cabía,
vn cadahalso bien alto    de madera hecho auía.
Apeóse de vna muía    y subióse luego arriba,
vido vn tapete tendido    y vna cruz que estaua encima,
ciertas entorchas de cera,    que junto al tapete ardían;
adoró luego la cruz    y besóla con porfía
y luego empeçó a passearse    a vn cabo y a otro boluía;
tomó vn sombrero y anillo,    que en la mano lo traya,
dióselo a Moralicos,    vn page que le seruía:
— Cata aquí el postrer bien    que yo hazer te podía.—
Recibiólo el pagezico,    con gran llanto que hazía.
La gente que lo miraua   lloraua a gran bozería.
El maestre, muy sereno,    todo esto miraua y vía...

El pajecico Morales fue, más tarde (1601), objeto de especial atención por parte de Gabriel Lobo Lasso de la Vega, en su Manojuelo de romances nuevos, quien le dedicó el romance «Clypsada ya del todo aquella menguante Luna», poniendo en su boca un lamento.

34   Cr. J. II, p. 683b.

35  Las probanzas han sido publicadas parcialmente por L. de Corral, Don Álvaro de Luna según testimonios inéditos de la época (Valladolid: Viuda de Montero, 1915). Según Corral, se conservaban en un voluminoso cuaderno en folio de letra del siglo XVI en el archivo de la Casa de Corral, de Zarauz (entonces Palacio de los Marqueses de Narros), donde las encontró en 1905.

36  Folio 99.

37  Corral, Don Álvaro, pp. 92-93.

38 [Alphonsi Palentini historiographi Gesta Hispaniensia: «Tunc circunspiciens, ubi neminem ex famulis vidit praeter puerum quemdam, cui nomen Fernando de Morales: "Tu —inquit—, puer, qui e multis solus apud me permansisti usque ad finem angustiae huius esto mihi comes"; quibus dictis, puero amare lugenti eiulantique: "Sile —inquit—, fidelissime puer..."; Alvarus erectam prospectavit hastam..., et viso puero, qui comes ei fuerat, ex edito illo loco pallium deiectis in humeros pueri. Anullum queque traxit digito inquiens: "Accipe haec novissima dona, fidelissime puer, et equum quem as­cendi; quae jam inops aliarum rerum tibi offero moriturus, nec dubio quin Rex, prout ego eius celsitudini supplico, maiora tibi praemia concedat» (pp. 50-51, ed. Madrid, 1834). Este dato lo tomo de J. A. Cid, «Don Álvaro de Luna y el águila ballestera. Romancero y poesía estrófica del siglo XV en la tradi­ción oral sefardí», RPb, L (1996-1997), pp. 20-45. Sobre el arte expositivo de Palencia, véase R. B. Tate, «Alfonso de Palencia y los preceptos de la Historiografía», en Nebríja y la introducción del Rena­cimiento en España, ed. V. García de la Concha, Salamanca, 1983, pp. 37-51.]

39  Chacón, Cr. Álvaro de Luna, cap. 123, p. 407.

40  Cr. Álvaro de Luna, cap. 125, pp. 411-412.

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

*     38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

*    39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

*    40.- 11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN

APÉNDICES

APÉNDICE I

*    41.- 1. DON ÁLVARO DE LUNA EN EL ROMANCERO

*    42.- 2. EL ROMANCE SEFARDÍ DEL «DUQUE DE BERNAX»

  Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

Letras capitulares:
Olde English

Imagen de portada: Crónica del Rey don Pedro

42.- 2. EL ROMANCE SEFARDÍ DEL «DUQUE DE BERNAX»

 

2. EL ROMANCE SEFARDÍ DEL «DUQUE DE BERNAX». APÉNDICE I

      onozco sólo cinco versiones del romance sobre el «Duque de Bernax» o «Abernal conde­nado por el rey». Una fue publicada por Larrea Palacín en 195223; las restantes son las des­critas por S. G. Armistead en CSefSGA, H. 2224. Menéndez Pidal había ya catalogado el ro­mance: CSefMP 5325. Ninguno de estos autores reconoce en el romance un tema histórico. Las cinco versiones por mí conocidas proceden de la tradición marroquí: dos fueron dichas por informantes de Tánger26; tres por informantes de Tetuán27.

      Según el resumen (RESU) del CGR, esas cinco versiones desarrollan la siguiente intriga:

1/// Un día, en determinada fecha, el rey manda a buscar al duque de Bernáx por medio de su criado Juan Francés///

2/// El duque, a pesar de que su padre 3 2 / su criado3 > le aconseja que no acuda en esta ocasión pues no va a ser juzgado con justicia, se resigna a su suerte considerando la sen­tencia irrevocable///

3/// Llevan al duque, fuertemente escoltado, |publicando ostentosamente su prendimiento 1 2 >, directamente al cadalso3 4 > <+entre la compasión de los circunstantes que se conduelen de la crueldad con que lo tratan  sus guardianes5 >///

4/// El duque, ante el desconsuelo de su criado Moral, le pide que evite las muestras públicas de pesar para protegerse y para conseguir llevar a sus familiares la noticia de su destino trágico, | y se conduele del dolor de los suyos ante la separación definitiva1 2 >///28 «+Z1 /// Se ejecuta la sentencia de muerte.1 ///>>

(Los números 1/// ///, 2 /// ///, etc., fragmentan la historia de acuerdo con las «secuencias»29 de la fábula presentes en la intriga; <III>> indica que la secuencia es extra-fabulística. Las frases entre son variantes narrativas de las que preceden y las frases entre <+> adiciones minoritarias; el signo | indica la posibilidad de que en alguna versión se produzca la omisión de la información que precede)30.

      En el discurso (DISC) de la entrada 0024 del CGR se consignan las expresiones poéticas utilizadas por las varias versiones para transmitirnos la intriga narrada en el RESU; en el presente trabajo utilizaré ese DISC para realizar la comparación con los relatos históricos y documentos coetáneos.

      La identificación de la prisión y ajusticiamiento del Duque de Bernax con la prisión y ajusticiamiento de don Álvaro de Luna se basa en dos pilares suficientemente sólidos: a) la figura del criado Moral, en la escena del cadalso; b) la actitud del condenado ante la sen­tencia regia y ante la ultrajante conducción al suplicio. En mi confrontación del relato poé­tico con las noticias que tenemos de las postrimerías de don Álvaro procederé, en orden descendente, desde los pormenores más individualizadores a los menos, intentando prime­ro convencer al lector de la identidad de una y otra historia y extendiendo luego la compa­ración a lo menos significativo o menos evidente.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

23  A. de Larrea Palacín, Romances de Tetuán (Madrid: Instituto de Estudios Africanos, 1952), pp. 177-178 (núm. 66).

24  S. G. Armistead, El romancero judeo-español en el Archivo Menéndez Pidal (Catálogo-índice de romances y canciones), I (Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1978).

25  R. Menéndez Pidal, «Catálogo del romancero judío-español», CE, IV (1906), 1045-1077, y V (1907), 161-199.

26 H.22.1: «Ese Duque de Bernax     el rey mandara por él», recogida en 1904-1906 por J. Benoliel, y H.22.2: «El veintiuno de mayo,      año de noventa y tres», Hanna Bennaim (70 a.), recogida por M. Manrique de Lara en 1915.

27 H.22.3: «Año de noventa y cuatro,     año de noventa y tres» (incipit musical), recogida por M. Manrique de Lara en 1915; «Al veintiuno de mayo,      año de noventa y tres» (y no «veinticinco»), Simi Chocron (37 a.), recogida por M. Manrique de Lara en 1915-1916 y «Año de noventa y dos, año de mil y trescientos», la publicada por Larrea.

28  Notas a la Intriga (NOIN): 2/// 1 Marruecos (mayoría); 2 Tánger (1 ver.); 3 Tetuán (1 ver.)///.-3/// 1 Tánger; 2 Tetuán; 3 Tánger; 4 Tetuán; 5 Tetuán///.- 4/// 1 Tánger, Tetuán; 2 Tánger (1 ver.)///.- Z1/// 1 Tetuán (1 ver.)///.

29  Entendida la «secuencia» como «la representación de un suceso que, al cumplirse, modifica sustancialmente la interrelación de las dramatis personae, dando lugar a una situación de relato nueva» (véase D. Catalán et al, Teoría general y metodología del Romancero pan-hispánico. Catálogo-general descriptivo. CGR, l.A, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1984).

30  El signo l ayuda a identificar dónde empieza la variante.

  CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

*     38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

*    39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

*    40.- 11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN

APÉNDICES

APÉNDICE I

*   41.- 1. DON ÁLVARO DE LUNA EN EL ROMANCERO

  Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

Letras capitulares:
Olde English

Imagen: Don Álvaro de Luna,  del retablo de Juan de Segovia y Sancho de Zamora, en la capilla de Santiago,  de la Catedral de Toledo. 

41.- 1. DON ÁLVARO DE LUNA EN EL ROMANCERO

41.- 1. DON ÁLVARO DE LUNA EN EL ROMANCERO

1. DON ÁLVARO DE LUNA EN EL ROMANCERO. APÉNDICE I

Huellas de la Historia: Don Álvaro de Luna y su paje Moralicos (1453) en el romancero sefardí.

       sando como pretexto el quinto centenario de la muerte del Condestable de Castilla don Álvaro de Luna, el erudito bibliófilo Antonio Pérez Gómez publicó en 1953 un Romancero de don Álvaro de Luna en el que trató de reunir todos los romances en torno a «los antece­dentes y peripecias de su tragedia y los episodios de su caída», desde el más antiguo conoci­do (de 1547) hasta los compuestos en 1800 1. En el prólogo destaca que «la desventura de don Álvaro» ocupa «el segundo lugar», después del Cid, «como tema histórico inspirador de la popular musa de nuestra poesía»; pero reconoce que, «como material poético», las composiciones reunidas «no ofrecen ningún interés excepcional, por pertenecer, casi todas ellas, a la clase de romances eruditos, postrera y decadente etapa del género». Según Pérez Gómez, los «romances viejos históricos» acaban con el reinado de don Pedro el Cruel: «Pudiera decirse, en realidad, que en él acaba, en España, la vida patética que agita y pone al desnudo las pasiones fuertes y elementales[...]. A partir de este momento, las peripecias se van descargando de todo carácter de gesta, y entran en el área del cálculo, de la habili­dad, de la maniobra política[...]. Sólo en la frontera con los moros, o en el Nuevo Mundo, la vida, en arriesgado juego, podrá ofrecer aún temas fecundos a la epopeya»2.

      La afirmación de que a partir de Pedro I el romancero viejo histórico sólo encontrará temas dignos de interés en la frontera granadina se basa en la ignorancia o el olvido de toda una rama del romancero, de la que los romances fronterizos son sólo una muestra: el ro­mance noticiero (o noticioso). Sea a través de los pliegos sueltos y cancioneros del siglo XVI, sea gracias a la tradición oral moderna, nos han llegado noticias y textos de romances refe­rentes a muy variados sucesos de la historia de las cuatro coronas que, junto con las de Gra­nada, se reparten en el siglo XV el territorio peninsular: Portugal, Castilla, Navarra y Aragón.

    1371. Juan Lorenzo. El rey de Portugal Fernando I toma por esposa a Leonor Téllez, la mu­jer de Juan Lorenzo de Acuña (CGR 0022). I. ant. (?): Yo me estava en Coimbra ... I. mod.: Yo estando en la mi puerta     con la mi mujer real; Hermosa me era yo, hermosa,      más que rosa en el rosal; Juan Lorencio, Juan Lorencio, ¿quién te hizo tanto mal? (judíos sefardíes del Oriente mediterráneo y de Marruecos).

    1423. Marsella se defiende de los catalanes... La flota de Alfonso V ataca Niza y Marse­lla (CGR 0257). I. mod.: O nobla ciutat de Niça     que mai més tindràs renom (Cataluña fran­cesa)3.

    [1429. Prisión del Arzobispo de Zaragoza. Alfonso V hace prender a su Canciller don Alon­so de Argüello. I. ant.: Dos días de la semana     quand tú quieres cavalgar, con el encabeza­miento: Arcebispe de Çaragoça     cómo te avías exaltado4].

   1429. Prisión del Duque de Arjona. Juan II hace prender a don Fadrique Enríquez, Duque de Arjona (Prim. 70). I. ant.: De vos, el Duque de Arjona,    grandes querellas me dan; En Arjo­na estaua el duque    y el buen rey en Gibraltar.

   1430.  Alburquerque, Alburquerque. Los infantes de Aragón resisten en Alburquerque. I. ant.: Alburquerque, Alburquerque,    bien mereces ser honrado.

    1442. Alfonso V ante Nápoles. Alfonso V pondera el coste de su ambición de ser Rey de Nápoles (CGR 2070) (Prim. 101). I. ant.: [Si s’estava en Canpo Viexo     el rey de Aragón un día5]; Miraua de Campo Viejo     el Rey de Aragón vn día. I. mod.: Miraba de Castroviejo el rey de la Durundía (Cataluña); [Mirant estava, mirando,      lo rei de Nápols un día (Cataluña); Miraba la mar de España     cómo menguaba y crecía (tradición gitana andaluza)6].

     1442. Retraída estaba la reina. Lamentaciones de la reina de Aragón doña María por la ausencia de Alfonso V en Nápoles (Prim. 100). I. ant.: Retrayda estaua la reyna,     la muy casta doña María.

     1476. La batalla de Toro. Derrota de los portugueses en la batalla de Toro. Noticia de que se cantó el romance ante el Rey Católico.

     1481. Vete para judío. Fadrique Enríquez apalea a Ramir Núñez de Guzmán, señor de To­ral, por haberle llamado judío ante el Cardenal Mendoza. I. ant.: Caualleros de Castilla      no me lo tengáis a mal.

     1483. Quejas de la Duquesa de Braganza. La Duquesa de Braganza se queja ante el Rey de Portugal João II de la degollación de su esposo don Fernando (Prim. 108). I. ant.: Quéxome de vos, el rey,      por auer crédito dado.

     1491. Muerte del príncipe de Portugal don Afonso. La Princesa de Portugal doña Isabel re­cibe la noticia de la muerte del príncipe don Alfonso de una caída de caballo (CGR 0069). I. ant.: Ay, ay, ay, que fuertes penas,      ay, ay, ay, que fuerte mal; Hablando estaua la reyna      en cosas bien de notar. I. mod.: Casada de oito días      à janela foi chegar; Casadinha de oito dias sentadinha à janela; Estava em minha janela      casadinha d’oito dias; Ja casada estava eu      bem sete meses havía; Menina que estava à janela     de cabelinho riçado (Portugal).

     1493. Llanto por don Manrique de Lara. Muerte en Barcelona del joven hijo del Duque de Nájera. I. ant.: A veynte y siete de março,     la media noche sería; En Barcelona la grande grandes llantos se hazían.

     1495. Lamento de la Reina de Nápoles. La reina doña Juana de Nápoles se queja de su de­samparo y confía en la llegada de la flota castellana (Prim. 102, 102a, 102¿>). I. ant.: Emperatrizes y reinas quantas en el mundo auía; Emperatrizes y reynas que huys del alegría; La triste reyna de Ñapóles sola va, sin compañia.

     1496.  A las armas, mariscote. Alarma ante el paso de peregrinos franceses a Santiago por Fuenterrabía y San Sebastián (CGR 0060). I. ant.: A las armas moriscote,    si las as en voluntad; A las armas, moriscote,    si n’ellas queréis entrar; A las armas, moriscote,    que bien menester serán. I. mod.: ...Entran por Fuenterrabía,    salen por San Sebastián (Cataluña, Alto Aragón, tradición gitano-andaluza).

     1497.  Muerte del Duque de Gandía. Asesinato en Roma del Duque de Gandía, hijo del Papa Alejandro Borgia (CGR 0058). I. ant.: A veynte y siete de julio    un lunes en fuerte día. I. mod.: Estrellas no hay en los cielos,    el lunar no ha esclarecido; Cuando los ricos mancevos salen a cavallería; Dio del Cielo, Dio del Cielo,    Dio de toda judería; Más arriva, más arriva, en la ciudad de Mesina; Yo estando en la mi pesca,    pescando mi provería; Una vieja de Gra­nada    gran tempestad combatía; etc. (judíos sefardíes del Oriente mediterráneo y de Marrue­cos).

     1497. Muerte del príncipe Don Juan. El príncipe Don Juan se entrevista en Salamanca con su padre el Rey Católico antes de morir (CGR 0006). I. ant.: [«Nueva triste, nueva triste     que sona por toda España»7]. ...siete doctores lo curan      y entre ellos el de la Parra. I. mod.: Muy malo estaba don Juan,     muy malo estaba en la cama; Tando o fillo do rey     muy malito na sua cama; Malato está el hijo del rey,      malato, que non sanava; Malato estaba esse rey,     esse rey de Salamanca; Tristes nuevas, tristes nuevas     que se suenan por España; Tristes novas me vieram     lá do centro da Espanha; Voces corres, voces corren,     voces corren por España; Yo me partie­ra de Burgos,     de Burgos a Salamanca; etc. (judíos sefardíes de Oriente y de Marruecos; Espa­ña; Portugal; Cuba; Santo Domingo).

     1497. Expulsión de los judíos de Portugal. La infanta doña Isabel de Castilla exige la expul­sión de los judíos al convertirse en Reina de Portugal (CGR 0062). I. mod.: Eramos tres hermanitas      hijas del rey Dolorido; Dios del Cielo, Dios del Cielo,     Dios del Cielo estéis conmigo (judíos sefardíes del Oriente mediterráneo y de Marruecos).

    1512. Muerte de la Duquesa de Braganza. El Duque de Braganza mata, por celos a la duque­sa (Prim. 107, 107a). I. ant.: Un lunes a las quatro horas,     ya después de medio día; Lunes se dezía, lunes,     tres horas antes del día.

    1513-14. La pérdida de Navarra o Don Juan de Navarra y la Fortuna. Lamento de Juan d’Albret por la pérdida del reino de Navarra (Prim. 98). I. ant.: Los ayres andan contrarios,      el sol eclipse hazía; Los cielos andan rebueltos,     el sol eclipse hazía.

      Pero la existencia del género noticiero (no sólo sobre la frontera granadina) antes y des­pués de 1453 no invalida el carácter tardío, observado por Pérez Gómez, del romancero de don Álvaro. El tema, según se ve en su colección, sólo empieza a aparecer, tímidamente, en un cancionero manuscrito de 1547: el llamado Cancionero de Pedro del Pozo8. El romance «Por tribunal está el Rei,      las grandes causas oya», sobre la sentencia de muerte, se basa ya en la Crónica de Juan II, donde, al hablar del año 1445, se acusa al Condestable de haber hecho morir envenenadas a las dos reinas hermanas doña María de Castilla y doña Leonor de Portugal, hijas del infante don Fernando9; no hay la menor razón para suponer que «el poeta sabe, porque está lo suficientemente próximo al suceso que quiere cantar, que se sos­pechó a don Álvaro como partícipe en la muerte de las reinas», ni para hablar «del anóni­mo juglar cuyo bello romance nos conservó Pedro del Pozo», como hace Pérez Gómez10; el romancista del siglo XVI (que nada tiene de juglar) aunque no versifique la letra de la Cróni­ca, saca su información exclusivamente de ella. En 1550 la Segunda parte de la Silva publica el primer romance impreso sobre don Álvaro, «El rey se sale a oyr missa a Santa María santa», que sigue puntualmente el relato de la Crónica impresa en 1517, desde el momento en que el rey ordena al Condestable salir de su corte, hasta que come en su casa después de hacerlo prender. En 1551 surge, por obra de un «caballero cesáreo» 11, el más famoso de los romances sobre don Álvaro, «Los que priuáys con (~ seruis a) los reyes      notad bien la hystoria mía», del que conocemos tres versiones con notables variantes (algunas surgidas, posi­blemente, en la transmisión oral). Algunos años después, antes de que empiece a hacer su aparición el Romancero Nuevo, se empieza a desarrollar el ciclo, en la reelaboración del Romancero de Sepúlveda publicada en 1563 12, con romances que siguen apegadamente el relato cronístico 13. A fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII el tema se pone de moda14, hasta irritar a Lope de Vega, quien en La prueba de los amigos (1608) comenta (por boca del gracioso Galindo):

«¿Qué piensan estos poetas, / pues que no ay semana alguna / sin don Álbaro de Luna / y otros quarenta planetas? / Romanzes de tres en tres / a un enfadoso sujeto; / mas, como es Luna, en efeto / sale nueba cada mes»15.

      En fin, el juicio de conjunto de Pérez Gómez16 sobre los romances del ciclo refleja bien el carácter de este romancero:

«Todos sin excepción, desde el publicado en 1566 por Sepúlveda (sic); pertenecen a la clase de romances eruditos. Ningún pormenor histórico es en ellos conservado 17; son puras endechas al Condestable, trenos lamentando su desgracia 18; juegos de palabras en torno a su apellido, y consideraciones morales sobre lo quebradizo de las glorias humanas».

Sólo, pues, en la España de los Felipe la caída del «valido» de Juan II habría vuelto a co­brar interés poético. Tuvo que transcurrir todo un siglo, desde que se apagaron los ecos de las voces contemporáneas, para que el suplicio del «mayor señor sin corona que en todas las Españas ovo» volviera a ser considerado por los poetas como un tema aleccionador o poético.

      Pero el hecho de que en la Monarquía española el tema de don Álvaro resultase más bien incómodo, no supone que la caída del privado haya sido pasada por alto por el noticierismo romancístico contemporáneo. Al estudiar la pervivencia de romances de «con­texto histórico nacional» en la tradición oral moderna, los redactores del Catálogo gene­ral del romancero (CGR)19 hemos señalado la existencia de un romance (el 0024 del CGR) sobre la Prisión de don Álvaro de Luna. Curiosamente, este romance tradicional mira con simpatía evidente al prócer caído, reflejando la reacción admirativa que, pese a todo, en el público asistente a la ejecución suscitó la capacidad del Condestable de mos­trarse digno y señorial hasta el momento en que le seccionaban la cabeza y la colgaban en el garabato. También resulta políticamente sorprendente el hecho de que sean los descendientes de los judíos expulsados de España en 1492 quienes mantienen memoria de ese punto de vista, a pesar de que sus hermanos de raza, los conversos o confesos don Alonso de Cartagena obispo de Burgos20, el Relator Dr. Fernando Díaz de Toledo y el licenciado Alonso Díaz de Montalvo21, tanta parte tuvieron en su muerte, y de que el propio don Álvaro tuviera clara conciencia de haberse atraído la enemistad de «este linaje»22.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

1  A. Pérez Gómez, Romancero de don Álvaro de Luna (1540-1800) (Valencia: «...la fuente que mana y corre...», 1953).

2  En la «introducción bibliográfica» del libro citado en la n. 1.

3  Sobre los hechos históricos a que se refiere este romance de la tradición oral moderna véase el estudio de J. A. Cid, «El romancero como la otra historia. El asalto aragonés a Marsella (1423) en un romance catalán» [en Actes del Col.loqui sobre cançó tradicional. Reus, set. 1990, ed. S. Rebés, Abadía de Montserrat, 1994, pp. 37-86].

4  [E. Marín Padilla, «Arcebispo de Çaragoça». Romance castellano manuscrito del año 1429, Zarago­za: Navarro y Navarro, 1997. Sensacional hallazgo de un romance noticiero copiado, de mano del no­tario García Gavín, en un protocolo el mismo año del suceso narrado, suceso que culminó con la de­saparición del cuerpo del arzobispo aprisionado.]

5   [Tanto el hallazgo de una nueva versión, copiada por el notario Pascual Contín, en un protocolo del año 1448, que se conserva en el Archivo de La Almunia de Doña Godína, Zaragoza, como las ver­siones procedentes de la tradición moderna pueden verse reunidas en E. Marín Padilla y J. M. Pedrosa, «Un texto arcaico recuperado para la historia del romancero: una versión aragonesa manuscrita (1448) de Las quejas de Alfonso V», Revista de Literatura Medieval, Universidad de Alcalá de Henares (en prensa).]

6  [Dadas a conocer por S. Rebés, «Las quejas de Alfonso V el Magnánimo y el romancero tradicional de Tarragona», conferencia leída en la 39th Annual Kentucky Foreign Language Conference, Lexington, University of Kentucky, 1986 (en prensa) y por L. Suárez Ávila, «El romancero de los gitanos bajo andaluces, germen del canto flamenco», en El romancero: tradición y pervivencia a fines del siglo XX, ed. P. M. Piñero et al., Cádiz: Fundación Machado y Universidad de Cádiz, 1989, pp. 563-607. La versión catalana fue publicada por H. Anglès, «Recull e cançons populars de la comarca de Camp», IV Certamen del Centre de Lectura, Reus: Centre de Lectura, 1921 (1926), pp. 267-268.]

7   [Sólo recientemente se ha tenido noticia y publicado una versión de este romance manuscrita de fines del siglo XVI o comienzos del siglo XVII: C. A. Zorita, R. A. DiFranco y J. J. Labrador, eds., Poesías del Maestro León..., Cleveland, 1991, pp. 188-189. Véase, en la presente obra, el cap. II, § 6 de esta Parte segunda.]

8  A. Rodríguez-Moñino, El cancionero manuscrito de Pedro del Pozo (1547) (Madrid, 1950), p. 90 (núm. 10).

9  Biblioteca de Autores Españoles (BAE), LXVIII, p. 625b: «E después que el rey ovo estado algunos días en El Espinar, vínole nueva como la reyna doña Maria su muger, que estaba en Villacastín aldea de Segovia, era fallescida, de que el rey ovo aquel sentimiento que de razón debía. La cual se cree ser muerta de yervas, también como la reyna doña Leonor su hermana, porque no estuvo enferma más de quatro días... e por esto se cree estas dos señoras reynas ser muertas de yervas, como dicho es, e aun se afirma que en el proceso que el rey don Juan mandó hacer contra el Condestable se halló quién dio las yervas a las dichas señores e por cúyo mandado». Claro está que en el famoso proceso nadie  hizo esa acusación de que aquí se habla. S. G. Morley, «Two new historial Romances», RPh, V (1951-1952), 198-202, cree que el romance hace referencia al año 1441 y no a los tiempos del proceso de 1455 «since the two Queens died in 1445», sin comprender que las dos reinas acusan a don Álvaro es­tando muertas, según pone de manifiesto el último verso del romance.

10  A. Pérez Gómez, «Un romance de don Álvaro de Luna», RPh, V (1951-52), 202-205.

11  En la edición de Anvers: Martín Nucio, sin año (1551) del Romancero de Sepúlveda (Romances nuevamente sacados de hystorías antiguas de la crónica de España por Lorenço de Sepúlveda vezino de Seuilla) se añadieron a la primera edición, Sevilla, c. 1550, varios romances «compuestos por vn cauallero Cesario, cuyo nombre se guarda para mayores cosas», que el editor destacó en la Tabla señalán­dolos con un asterisco [*]. [Debe tenerse bien presente que en la edición posterior de Anvers: Philippo Nucio, 1566, se añadieron, por error, asteriscos en la Tabla siempre que en la de la edición sin año iba una línea sangrada por iniciar una letra del alfabeto. Este error desorientó a los críticos. Aunque Rodríguez Moñino llegó a hacer befa de las atribuciones de Menéndez Pidal al Caballero cesáreo, hoy podemos aceptar que los romances añadidos por Martín Nucio en su edición son obra de otro autor y no de Lorenzo de Sepúlveda.] De acuerdo con un extraño criterio (que confunde a los lectores), Ro­dríguez Moñino basó su reedición de la obra de Sepúlveda en una refunción, ajena a la iniciativa de este autor, que incorporaba textos de varia procedencia: Lorenzo de Sepúlveda, Cancionero de roman­ces [Sevilla, 1584] (Madrid: Castalia, 1967), y no en las ediciones de 1551 hechas en Amberes por Juan Steelsio y Martín Nucio,  que reproducen bastante de cerca la obra original de Sepúlveda (o la de Me­dina del Campo: Francisco del Canto, 1576, también basada en la princeps).

12  La refundición del Romancero de Sepúlveda nos es conocida a través de dos ediciones de 1563, una hecha en Alcalá, por Francisco de Cormellas y Pedro de Robles, que lleva el título de Recopilación de romances viejos sacados de las Coránicas Españolas, Romanas y Troyanas, y otra en Granada, con el tí­tulo de Cancionero de Romances sacados de las coránicas antiguas de España. Es esta refundición, que nada debe a Sepúlveda, la elegida por A. Rodríguez Moñino como base de la reedición citada en la n. 11.

13  Los romances «Año de mil y quatrocientos    cinquenta y dos han pasado», «Ya lo sacan de Por­tillo    con muy gran cauallería» y «Un miércoles de mañana    a las nueue oras del día» se basan en la Crónica de Juan II publicada en 1517.

14  De ahí los numerosos pliegos sueltos del siglo XVII que acogen romances sobre don Álvaro de Luna, en contraste con la ausencia del tema en los pliegos viejos.

15  En la escena 6a del acto 2°, Folio 7 del acto 2° del autógrafo de Lope. Véase la ed. facs. publica da en Madrid: Instituto de España, 1963; o, en su defecto, la transcripción de H. Ziomek, en Lope de Vega, La prueba de los amigos (Athens: Univ. of Georgia Press, 1973). La comedia se estrenó en 1608, el 14 de enero, en el Corral de la Pacheca.

16  En RPh, V (1951-1952), 204 (art. cit. en n. 10).

17  Salvo, claro está, los consignados en la fuente cronística.

18  Pero sin cuestionar las razones alegadas en el proceso que remata su «caída».

19  D. Catalán, J. A. Cid, B. Mariscal, F. Salazar, A. Valenciano y S. Robertson, El Romancero pan-hispánico. Catálogo general descriptivo / The Pan-Hispanic Bailad. General descriptive Catalogue. CGR, 2 (Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1982), pp. 265-268.

20  El obispo tomó parte muy activa en la preparación de la prisión y en la ejecución de la misma, en contraste con la fidelidad demostrada al Maestre por su hermano, el procurador de Burgos, Pedro de Cartagena, en cuyas casas se alojaba don Álvaro, y por el hijo de éste, Álvaro, de quienes Gonzalo Chacón comenta «son, por cierto, buena casta de conversos los de aquel linaje» cuando don Álvaro de Cartagena se ofrece a aventuradamente sacar por albañares escondidos al Maestre sitiado y el Maestre desconfía argumentando: «e demás desto, aqueste Álvaro de Cartajena es sobrino del obispo de Bur­gos, el qual sé bien que en este fecho es el mayor contrario que yo tengo» (Crónica de don Álvaro de Luna, ed. J. de M. Carriazo, pp. 381-382).

21  Ambos jurisconsultos fueron parte activa en la preparación de la sentencia de muerte, sin ser oído, de don Álvaro. Sobre el papel jugado por el Relator comenta Chacón en su Crónica (ed. Carriazo, p. 431) y nos informa una Relación anónima de fines del siglo XV del Archivo del Marqués de Villena (publicada por J. Rizzo y Ramírez, Juicio crítico y significación política de D. Álvaro de Luna [Ma­drid: Rivadeneyra, 1865], pp. 415-420): «estando el señor Rey en Fuensalida, año de cinquenta e tres años, envió llamar a los letrados siguientes, de quien su Alteza se confió, conviene a saber: al Doctor Fernando Díaz de Toledo Relator e al Doctor Pedro González de Ávila e al Doctor Gonzalo Ruiz de  Ochoa e al Doctor de Zamora e fiscal al Doctor Pedro Díaz e al Doctor Alonso García de Guadalajara e al Bachiller de Ferrera el Viejo e al Licenciado de Logroño e al Licenciado de Montalvo... E mandó primero al Relator que dijese su parescer. E el dicho Relator preguntó a su Alteza si sabía ser verdad todo lo que su Alteza avía relatado porque no avía de dar cuenta a otro sino a Dios. E el dicho señor Rey respondió que aquella era la verdad e que los dichos letrados fundasen sobre ella. E que el dicho Relator respondió que le parescía según el derecho que era digno de muerte por justicia e de perder los bienes para la cámara e fisco de su Alteza. E desta respuesta plugo mucho al Rey. E desque los otros letrados vieron la voluntad del Rey, siguieron todos el consejo del dicho Relator». Alonso Díaz de Montalvo, en su Glosa a la Ley única, título IV, libro I del Fuero Real, justifica que no había necesi­dad de oír al reo para condenarle y ajusticiarle, inventando el precedente de la historia del Conde de Dacia y argumentando: «maxime quia licet Rex omisisset ordinem judicii in condemnando, hoc fecit cum consilio delibérate Virorum litteratorum sui Consilii et de eorum consilio et informata sui regali conscientia, asserendo firmiter de certa scientia dicti Magistri crimina, cujus simplici verbo creditur in facto proprio propter ejusdem magnam auctoritatem» (aunque luego en la Glosa de Las Siete Partidas, Partida 1a, título 7, ley 1a, cláusula «Como religioso», mantenga que el proceso fue nulo, no sólo por defecto de jurisdicción, sino porque el Maestre «non tum fuit citatus, auditus nec confessus, nec judicialiter convictus»). Cfr. D. Catalán, «El Toledano romanzado y las Estorias del fecho de los godos del siglo XV», Estudios dedicados a], H. Eerriott (Madison: University of Wisconsin, 1966), pp. 9-102: 89-91 y n. 299 [véase ahora D. Catalán, La Estaría de España de Alfonso X. Creación y evolución, Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal y Universidad Autónoma de Madrid, 1992, pp. 263-265 y 283].

22  Recuérdense las razones de don Álvaro cuando desconfía de la oferta del fiel Álvaro de Cartage­na: «... mas ya sabéis cómo este Álvaro de Cartajena es de linaje de conversos e sabéys otrosí quánto mal me quiere este linaje, aunque los he fecho los mayores bienes que en mis días otro hombre les fizo en este reyno» (según testimonio de Chacón, allí presente), Crón, Álvaro de Luna, p. 381.

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

*     38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

*    39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

*    40.- 11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN

APÉNDICES

  Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

Letras capitulares:
Olde English

Imagen: Grial de Rochefoucauld. 

40.- 11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN

40.- 11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN

11. MODALIDADES DE LA NARRACIÓN. IV POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA. 

     a tradición de Bernal Francés peninsular y canaria, aparte de la eficaz ruptura del orden lógico-temporal de los acontecimientos, que venimos comentando, emplea en este romance otro artificio muy grato al romancero: la narración en primera persona. Todas las versiones portuguesas y algunas castellanas ponen el relato en boca de la propia adúltera asesinada:

— Quem bate na minha porta    quem bate, quem esta ahi?
— E dom Bernaldo Francez,    a sua porta mande abrir.
—No descer da minha cama,    me cahiu o meu chapim;
no abrir da minha porta,    apagou-se o meu candil.
Eu levei-lhe pelas mãos,    levei-o no meu jardim,
me puz a lavar a elle    com agua do alecrim... etc.127;

Le he agarrado de la mano   y a la cama le subí,
en una cama de flores    donde el rey puede dormir.
Y a eso de la media noche   no se había vuelto a mí.
…………………………..      .................…………………………  
— Le daré saya de grana   y jugón de encarlatín,
gargantiña colorada   la que a ninguna le di.
— A las últimas palabras    yo, triste, le conocí128.

      Al conceder a la adúltera el privilegio de contar su trágica historia, la tradición consigue envolvernos por completo en el punto de vista de la «víctima» del enga­ño, a quien acompañamos en su trayectoria, compartiendo con ella, en cierto modo, su alegre sorpresa inicial, su temor, su voluptuoso goce al agasajar al aman­te, su desilusión ante la indiferencia que le manifiesta, su sospecha y su terror. No nos puede extrañar que como resultado de esa compasión los cantores portugue­ses y algunos españoles, incuida la hija, Nieves Galindo, de nuestra informante de Villímar (Burgos), que debe de representar la tradición de Burgos (Burgos) ya que la madre no admitía la continuación que seguidamente citamos 129, hayan acudido al romance de la Aparición de la enamorada muerta para concederle a la adúltera un último encuentro con su amante 130. Así, después de que el marido amenaza a la adúltera:

...deixa tu vir a manhan    que eu te dou para vestir
um bom saiote de grana    e gibão de carmezi,
gargantilha de cutello,    pois o quisestes assi131.—

...te haría un vestido de grana   forrado con carmesí
y una gargantilla de oro,    lo que en mujeres no vi.
El vestido será el cuerpo,    forrado con carmesí,
la gargantilla la sangre    que vea correr por ti.—
La hizo hincar de rodillas    y el credo la hizo decir;
al decir «su único Hijo»,    tendida la dejó allí.

se cambia, súbitamente, de escenario y aparece en él Bernal Francés, que vuelve dispuesto a reencontrarse con su amada y se ve sorprendido por el anuncio de la muerte de la bella:

— Deixa-me ir por qui abaixo    co’a minha capa cahida.
vou-me ver a minha amada    si é morta ou é viva.
— Tua amada, meu senhor,    é morta, que eu bem a vi;
os signaes que ella levava    eu t’os digo agora aqui:
Levava saia de grana    e gibão de cramezi,
gargantilha de cutello,    tudo por amor de ti.
O caixão que a levava    era de oiro e marfim;
os frades que acompanhavam    não tinham contó nem fim;
a interrar a levaram    á egreja de San Gil;

Ha cogido un caballo,    ha mandao para Madrid.
En el medio del camino    una estatua ve venir,
como era tan alta y blanca    se le ha apagado el rocil.
— No te asustes, caballero,    de tu esposa Beatriz.
— Si tú mi esposita fueres,    ¿no te abrazaras a mí?
— Ya no tengo aquellos brazos,    que a la tierra se los di.

 

y, sea después que él acuda seguidamente al cementerio, dispuesto a enterrarse en la sepultura de la que fue su amante, o sea allí mismo en el lugar de la aparición, la amada muerta expresa su conformidad con que él viva una nueva vida con tal que mantenga siempre memoria de ella:

— Vive, vive, cavalleiro,    vive tu, que eu já vivi;
braços com que te abraçava   ja não tem vigor em si,
olhos com que te mirava   ja a térra os cubri,
bôca com que te beijava   ja não tem sabor em si.
A mulher com quem casares    chamar-lhe Ana como a mi.

— Caballero, si te casas,    cásate en Valladolid,
que allí hay varias jovencitas    que te convienen a ti;
la primer hija que tengas    la has de poner Beatriz,
para que cuando la llames,    tú te has de acordar de mí.

      En Bernal Francés el hecho de que la protagonista se apodere de la narración incrementa el pathos de la escena y transforma a la culpable en víctima, aunque no lave a la adúltera de su culpa.

      Más frecuentemente, al constituirse un personaje en narrador, objetiva su versión de los hechos y nos obliga a creerle inocente. Es lo que ocurre, por ejemplo, en la Muerte del Maestre de Santiago, cuando el propio maestre, a quien el rey su hermano va a dar muerte, va contando la historia de cómo acude a la entrevista fatal:

      Cartas me van y me vienen    del rey don Pedro mi hermano
2    que me vaya a los torneos    que en Sevilla se han armado,
      que lleve poquita gente    que son los gastos muy largos.
4    Llevé ciento de a mulilla   y otros ciento de a caballo,
      todos vestidos de verde,    sólo uno de encarnado.
6    A la pasada del río    y a la colada del vado,
      cayó mi mulilla en tierra,    quebró mi puñal dorado.
      ..................................     ................................
11   A la entrada de Sevilla,   encontréme con mi hermano...132.

Sólo después del diálogo entre los dos hermanos, en que el rey don Pedro anuncia al maestre que su cabeza ha sido otorgada como «aguinaldo» (a doña María de Padilla), la voz del narrador pasará a una tercera persona para contar la muerte del maestre y la entrega de su cabeza a la amante del rey.

      Como ejemplo final del hábil manejo por parte de la tradición oral de la sintaxis narrativa y de las varias modalidades de narración que le ofrece el lenguaje poé­tico del romancero voy a considerar, con una cierta detención, el romance del ase­sinato del Duque de Gandía, hijo del Papa Borgia Alejandro VI. En su texto «noticiero», incluido en pliegos sueltos del siglo XVI133, comenzaba con el pesar de la corte romana al ver que el duque ha desaparecido:

A veynte y siete de julio,    vn lunes, en fuerte día,
allá en Roma la santa   grande llanto se hazía...,

seguido del pregón de una recompensa:

qualquier que al duque fallare   mil ducados le darían,
de buen oro y de buen peso    luego se los pagarían.

Pero, según el romancista, por más que los españoles lo buscan diligentemente (al parecer, ante la indiferencia de los romanos), no hay noticia del duque, ni como vivo ni como muerto, hasta que

Por ay viniera vn barquero,    que venía ribera arriba,
besó las manos al Papa    e los pies con grande estima.

El Papa inquiere de él noticias, y el barquero declara:

— Yo no traygo nueua cierta,    ni de cierto lo sabía,
mas oy, estando esta noche,    señor, por ganar mi vida,
oy vn gran golpe en el río    que todo el río sumía,
quiçá, por el su pecado,    será el Duque de Gandía.

Una vez que el propio barquero consigue encontrar, en el fondo del río, el cadáver

degollado por la garganta,    que él tal mal no merecía,
vna gran piedra al pescueço    todo el cuerpo le sumía,
vn sayo arcarchofado    que vn cuento e más valía,
vn jubón de çatín negro    que se vistiera aquel día,
vn cinto de cadenas de oro    que tres mil ducados valía,
otros tantos en la bolsa    e dende arriba sería,

y tras el comentario del romancista sobre el significado de estos datos:

Por ende, mirad, señores,    e poneldo en mal estima
que los que al duque mataron    por dineros no lo auían,
auíanlo por el mal logrado    del buen Duque de Gandía,

el romance noticiero no vuelve a preocuparse por el barquero. Lo que le importa es subrayar el extraño modo en que el Papa da por concluida la investigación del crimen. El Santo Padre, en un primer momento, reacciona apasionadamente:

Hincó rodillas en tierra,    a Dios su oración hazía,
llorando de los sus ojos,    de la su boca dezía:
— ¿Quién te me mató, mi hijo,    e matar te me quería?
¡Malditos sean de Dios,    también de Santa María!
Lo que yo maldigo en la tierra,    en el cielo se maldezía;

pero enseguida, cuando un arzobispo, «que de la trayción sabía», le advierte en contra de tal proceder, el Papa

ambas rodillas hincó,    como antes hecho auía:
— ¡Benditos sean de Dios,    también de Santa María!,
los que a mi hijo mataron,    perdonólos, por mi vida.

Y, en consecuencia, se limita a organizar el entierro del duque en Santa María del Populo y a colocar sobre su sepultura «un rétulo» con estas palabras:

Aquí yaze el mal logrado    del buen Duque de Gandía,
del qual Dios aya merced,
perdonando sus pecados
y de todos los culpados.
Amén.

      El romance resulta así una novela policiaca sin un final; salvo por insinuación. La Historia acusa al otro hijo del Papa, su favorito, el cardenal César Borgia 134; pero el romancista español se conforma con hablar de traición y hacer actuar al Santo Padre con excesivo espíritu cristiano.

      La tradición oral moderna se divide, fundamentalmente, en dos ramas. Ambas suprimen este desenlace; pero heredan de él un rasgo esencial: la desconfianza.

      En la intriga de la narración noticiera, tres dramatis personae ocupaban los puestos clave: el muerto, el Papa y el pobre barquero. Pero en la fábula había otro personaje central, el asesino, que en la intriga del romance sólo «actuaba» como parte del relato del barquero. Al no aparecer ni como sujeto ni como objeto de una secuencia, gracias a la omisión de la narración objetivada del crimen y del acto de hacer desaparecer el cadáver arrojándolo al Tíber, ese personaje central carecía de nombre y de rostro.

      Al heredar esta intriga, los transmisores de la fábula, que no tenían ya acceso a una información extra-narrativa como la que tenía el público receptor del romance original, en modo alguno podían resolver el misterio del crimen a partir de las insi­nuaciones del romancista. De ahí que el romance tradicional, surgido del viejo re­lato noticiero, no pudiera descubrir otro protagonista en el relato que el pobre barquero o pescador. Tanto la tradición sefardí de Oriente como la de Marruecos, que son las que conservan el romance, sustituyen la secuencia final

    El Papa renuncia a perseguir a los asesinos de su hijo y lo sepulta solemnemente,

por otra mucho más precisa, aunque funcionalmente equivalente:

     El pobre pescador es condenado y ajusticiado como presunto autor de la muerte del duque.

      La equivalencia de esas dos secuencias estriba en que el romance, tanto en su forma antigua como en su forma moderna, cierra con ellas el sumario del caso.

      Pero la historia del pobre pescador fue entendida de dos formas bien diversas por las dos ramas de la tradición sefardí. En Marruecos, se nos induce a creerle culpable; en Oriente, víctima. Ello depende, simplemente, de que creamos o no su declaración de haber sido testigo de cómo tiraban el cuerpo del duque al río.

      Los sefardíes de Marruecos que reelaboraron el romance, sin duda a causa de prejuicios propios de una burguesía con un poder económico superior al del pue­blo que circunda su ghetto, desconfían del pobre pescador, por el mero hecho de ser pobre. Para hacer explícita esa «lectura» de la fábula era preciso desautorizar la declaración del único «testigo» de la criminal desaparición del cuerpo del duque. Recurrir a la restauración directa de la secuencia en que el asesino arroja el cadáver al río, colocándolo en cabeza del relato, habría significado destruir la estructura artística dada a la fábula; de ahí que en esas versiones se espere al final de la historia para contraponer al testimonio del pescador otro testimonio que pueda conside­rarse indubitable. El «fiscal» aducirá, como prueba de que el testigo miente, el testimonio del propio muerto, quien, según él afirma, le ha hablado en sueños. Aun­que, las palabras de acusación al pescador que ese «fiscal» presenta en la Corte no se substancien en ningún dato objetivo y no valgan más que las del supuesto «testi­go» del crimen, convenciones literarias y creencias atávicas producen en el oyente la convicción de que encierran la verdad:

      Una vieja de Granada    gran tempestad combatía.
2    Lloran condes, lloran duques,    lloraba la frailezía;
      ansí llora el Padre Santo    por el príncipe de Uliva,
4    siete días con sus noches    que el conde no parecía.
      Un pregón pregonó el rey,    un pregón que ansí dezía:
6    «Todo el que al conde hallare   medio reino le daría;
      y al que le hallare muerto,    a oro se le pesaría,
8    y el que le hallare vivo,    las cien doblas le daría».
      Ahí se alhadró un pescador,    que pesca y gana su vida:
10   —Yo estando, mi señor rey,    en la mi pescaduría,
      oyí un combate en el agua    que la mar se estremecía.—
12   Tiran barcas y barquillas    y al buen conde sacarían.
      Ya le traía su tío,    a la iglesia le metía.
14   — ¿Quién te mató, mi sobrino,    que de ti no hubo manzilla?
      Si te mató por dinero,    muchas doblas le daría;
16   si te mató por vestidos,     de gran celo que tenía.
      Si te mató por la esposa    ¿quién por ti la gozaría?—
18   Ya le enterraba su tío;    la noche le ensoñaría:
      — Mucho me llorateis, tío,    responder no vos podía.
20   Me ha matado el pescador    que las señas vos daría.
      Me quitó el jubón de grana,    como lo estrené aquel día;
22   me quitó reloj del seno    y el dinero que tenía;
      me puso pesa al pescuezo,    cien libras y más tenía.—
24   Ya se levanta su tío    y a las cortes se metía.
      Mandan por el pescador   y pronto que le traían.
26  — El que este delito haze    ¿qué castigo merecía?
      «Que le aten pies y manos    y le arrastren por la villa».
28   Los huesos que le quedaron    el pueblo se afumaría135.

      Los sefardíes de Oriente, por el contrario, creen que el único «crimen» del pobre pescador es su ingenuidad, que le ha hecho caer en la trampa tendida por los poderosos que controlan la justicia. Lejos de desconfiar de los pobres, de quien se desconfía aquí es de la sociedad dominante: los marginados no deben colaborar con la estructura oficial que detenta el poder, pues siempre es ajena a ellos y co­rrupta. Para que este mensaje llegue al oyente con claridad fue preciso «restaurar» la secuencia de fábula que la intriga del romance omitía, la del descubrimiento del crimen por el pescador. Para ello se acudió, simplemente, al recurso de narrar en primera persona lo que antes sólo constaba como declaración del «testigo» ante las autoridades; de esa forma tan sencilla el hecho narrado vino a quedar objetivado, y como consecuencia de ello, los receptores del relato no tenemos otro remedio que creer al narrador:

      Dio del cielo, Dio del cielo,    Dio de toda judería,
2    a todos criatex ricos,    y a mi en grande prevería.
      Yo estando un hombre prove,    fue a pexcare en prevería.
4    Vide venir tres a cavallo   haziendo gran polvorina.
      Un bulto llevavan n’el hombro    que de negro parecía.
6    El bulto lo hecho al río,    el río entero estremecía.
      Por mí lo digo, el mesquino,    que entero me estremecía.
8    Ech[é] ganchos y gancheras,    por ver lo que [m]e salía.
      [M]e salió un duque mancevo,    hijo de rey parecía:
10   camisa lleva de holanda,    cabeçón de perla y sirma,
      anillo lleva en su dedo,    cien proves ricos se harían.
12   Acogí la red al barco,    a la mi casa me ía.
      Topé la puerta cerrada,    ventanas que non se abrían,
14   pregoneros pregonando   por aquella toda villa:
      «Al hijo del conde quien vido    dádivas que le daría.
16   Y el quien dé señas de muerto,    en su lugar lo metería;
       quien dava señas de bivo,    medio reinado le daría».
18    Y[o] el prove y el mesquino,    a dezírselo diría.
       — Ábreme, el portalero,    vos diré lo que yo vía.
20    Yo estando un hombre prove,    fue a pexcar mi prevería,
       vide venir tres a cavallo    haziendo gran polvarina.
22    Un bulto llevavan en el hombro,    que de negro parecía.
       El bulto cayó al río,    el río se estremecía.
24   Acogí la red al barco    y a la mi casa me ía.
      Topé ventanas cerradas,    y puertas que no se abrían.
26   Ya lo toma al pobre mezquino,    matar ya lo mataría136.

      En suma, la tradición oral, en el curso de la transmisión de la intriga, ha sabido recurrir, magistralmente, a dos modalidades de narración que llevan anejas la credibilidad: la voz de un muerto en el sueño y el yo narrador. La transferencia de unos informes, que constaban ya en el relato tradicional, a esas voces que no pue­den decir mentira basta para llevar al ánimo de los receptores de la fábula dos so­luciones divergentes para la «novela policiaca» heredada del romance «noticiero» de 1497.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

 OTAS

126  Cito por la hoja volandera Corrido de Dª Elena (de venta por Eduardo Guerrero), remitida en diciembre de 1921 por Pedro Henríquez Ureña a Ramón Menéndez Pidal. Cfr. E. Mejía Sánchez, Romances y corridos nicaragüenses, México: Imprenta Universitaria, 1946 (antes publicado, como artícu­lo, en el Anuario de la Sociedad Folklórica de México, 1945). También introducen en la intriga las se­cuencias elididas por el romance diversas versiones mexicanas, con estructura de corrido, que publican M. Díaz Roig y A. González, Romancero tradicional de México, México: Univ. Autónoma de México, 1986, pp. 65-84, de contenido muy diverso al de la hoja volandera. Sirva ésta de ejemplo: «< Voy a cantar un corrido    > a toditas las honradas:    < no den su brazo a torcer    > cuando se encuentren casadas,    < no les vaya a suceder    > lo que a la pobre de Elena:    < quiso escribir en la­tín    > teniendo su letra buena.    < Su marido le tanteaba    > que Elena era preferida    < y que, cuan­do iba a su viaje, > de un francés era querida.    < Su marido fingió un viaje    > para poderla encon­trar  < en un hecho sospechoso    > y poderla asesinar.    < A las once de la noche    > a su casa se acercó,    < pa que no lo conociera    > toda la voz le fingió:    < —Ábreme la puerta, Elena,    > que todito vengo herido,    < de señas traigo el puñal    > con que maté a tu marido;    < abre tus puer­tas, Elena,    > sin ninguna desconfianza,    < que soy Fernando el francés    > que vengo desde la Francia. —   < Al abrir la media puerta   > se les apagó el candil,.   < se tomaron de las manos    > y se fueron al jardín;    < allá lo vistió de blanco,    > como lo sabía vestir,    < tendió una cama de flores > y se fueron a dormir...», Tixtla (Guerrero).

127  Versión de Rio de Janeiro, publicada por Sylvio Romero, Cantos populares do Brazil, I, Lisboa: Nova Libr. Internacional, 1883, p. 5.

128  Versión de Molinos de Razón (Soria), inf.: Vicenta Molina, 56 a., col. Aurelio Macedonio Espinosa, 1920.

129  La madre de Nieves, Toribia Castrillo protestó respecto a ese final que aceptaba su hija: «esto se lo han arrimao».

130 La «contaminación» fue comentada por S. Petersen en las pp. 173-177 de «Cambios estructurales en el Romancero tradicional», en El romancero en la tradición oral moderna (1972), pp. 167-179.

131 Cito por la versión que Almeida Garrett incluyó en la primera edición de Adozinda (Londres: Boosey and Son, 1828), pp. XXVI-XXXII, uno de los primeros textos del romancero de tradición oral moderna publicados; pero la reproduzco según el manuscrito autógrafo (que se conserva en la Faculdade de Letras de Coimbra, sala Ferreira Lima, n° 14657 del Cancioneiro de Romances, Xacaras, Soláos e outros vestigios / Da antigua poesía nacional / Pela maior parte conservados na tradição oral do povo / E agora primeramente colligidos / Por / J.-B. de Almeida-Garrett. / Começado / 1824, pp. 102-107. La edición publicada en 1828 es, en general, fiel al texto manuscrito; en cambio, la que luego editó en su Romanceiro, II (Lisboa: Imprensa Nacional), 1851, pp. 129-135, está plagada de retoques y adicio­nes. Es esta versión amañada la que se divulgó en colecciones posteriores (y la que aún citó S. Pe­tersen).

132 Versión de Sigueruelo (Segovia), dicha por Gabriela Moreno (64 a.), recogida por mí en agosto de 1947. Ha sido publicada por R. Calvo, Rom. gen. de Segovia (1994), pp. 7-8.

133 Conozco dos pliegos sueltos en que figura el romance: Aquí comiençan quatro maneras de romances el vno de Magdalenica y el otro de Francia partió la niña ... (DicARM, 669. Ejemplar en Madrid: Bibl. Nacional, R-2257); Comiença vn razonamiento por coplas en que se contrahaze la germanía y fieros de los rufianes y las mugeres del partido ... Con otros dos maneras de romance. Y la chinagala. Hechas por Rodrigo de Reynosa (DicARM, 474. Ejemplar en Madrid: Bibl. Nacional, R-9449). El primero lo cita ya don Fernando Colón, Abecedarium núm. 12216. Contienen sendas versiones, emparentadas en­tre sí, pero con notables variantes o correcciones. Juan de Timoneda, en su Rosa gentil (Valencia, 1573), f. 62v, publicó el romance, pero muy arreglado y truncándolo por el fin. Cito indistintamente de uno y otro de los pliegos.

134 Sobre lo que se pensaba del asesinato en el círculo político próximo al Rey Católico no puede ser más explícita la carta de 9 de abril de 1497, dirigida desde Burgos por Pietro Martire d’Anghiera al Conde de Tendilla: «Aquel nuestro Alejandro, escogido para servirnos de puente hacia el cielo, no se preocupa de otra cosa que de hacer de puente para sus hijos —de los que hace ostentación sin el menor rubor—, a fin de que cada día se levanten sobre mayores montones de riquezas. Para crear Cardenal a César, se empeñó en demostrar que había nacido de legítimo matrimonio, porque unos su­puestos testigos, compulsando la fecha de nacimiento, juraron que el marido de su madre se encon­traba en su domicilio cuando se cree que fue engendrado. Y ahora, para hacerle paso desde el carde­nalato hacia los títulos seculares, ahincadamente se obstina y afirma en que es hijo suyo y, por consiguiente, no quiere que se quebrante el estatuto de que ningún hijo espúreo se considere digno de la púrpura. De los tres hijos varones que se jacta tener, el Duque de Gandía, que era el mayor, supon­go que habrás sabido —aunque yo haya tenido buen cuidado en no comunicártelo— que fue ignomi­niosamente asesinado una noche y arrojado en el Tíber. No debes ignorar que luego fue hallado con la ayuda de un marinero que pasaba la noche en aquella parte de la orilla; que ha manchado su honra Alejandro y que no ha tenido medida en sus lágrimas y duelo. Toma cuerpo la opinión de que el autor de tan enorme crimen ha sido su hermano César, el Cardenal, llevado de la envidia, o según otros, de los celos, supuesto que Alejandro tiene intención de que cuando el otro muriera —aunque ha dejado descendencia de su mujer, prima hermana de nuestro Rey— reemplazarlo por César en el título o en otro, semejante al de su hermano...» (sigo la traducción de J. López de Toro, Pedro Mártir de Anglería, Epistolario en «Documentos Inéditos para la Historia de España», IX, Madrid: Góngora, 1953, pp. 329-330). Sobre la opinión respecto a esta hipótesis de los historiadores modernos, véase R. Benmayor, Romances judeo-españoles de Oriente. Nueva recolección, F.E.R.S., V, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1979, pp. 33-36.

135 Versión facticia representativa de la tradición judeo-marroquí.

136 Versión facticia representativa de la tradición judeo-oriental. Comunidades de Rodas, Sarrai (Grecia), Damasco (Siria) y Constantinopla (Turquía), Según práctica común entre cantores judíos, al decir el romance, para evitar que recaiga sobre ellos el maleficio de la suerte corrida por el pescador, cambian las primeras personas en terceras en los vv. 8-9: «echó», «le», y sustituyen el «yo» del v, 18 por «ya».

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

*     38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

*    39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

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La Garduña Ilustrada

Letras capitulares: Napoli

39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

39.- 10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS

10. LA «SINTAXIS» POÉTICA: EL «ORDO ARTIFICIALIS» Y OTROS RECURSOS ARTÍSTICOS.   IV POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA.

      La caracterización del lenguaje poético del romancero no concluye, claro está, con el examen de su «léxico», ya sea el constituido por las unidades disponibles para presentar escénicamente (dramáticamente) la intriga, ya sea el que forman las uni­dades utilizables para presentar artísticamente, mediante una intriga, la fábula. Hay que considerar también, tanto en uno como en otro estrato estructural, las pe­culiaridades de su «sintaxis».

      No voy a intentar aquí ofrecer una ejemplificación detenida de esas peculiari­dades. Me voy a conformar con citar rápidamente algunos romances que ilustran a la perfección cómo el romancero oral usa, con gran maestría, el ordo artificialis, para conseguir un mayor dramatismo en la presentación de una fábula, y asimismo la narración en primera persona con el doble propósito de crear en el oyente com-pasión respecto al personaje que se adueña del papel de relator, y confianza en la sinceridad y verdad de su versión apasionada de los hechos.

      Como ya señalaba Menéndez Pidal en 1943, en el romance de Bernal Francés, que nos conserva la tradición oral castellana y portuguesa, «el interés dramático está graduado con habilidad teatral, para que llegue con sorpresa el desenlace trágico 122». Sírvanos de ejemplo esta versión de Villímar (Burgos)123:

— ¿Quién es ese caballero    que a mi puerta ha dicho: Abrir?
— Un francés soy yo, señora,    que la solía servir,
de noche para la cama    de día para el jardín.
— Levantarse, mis criados,    levantársele a abrir.
— Que se levante mi ama,    que con ella ha de dormir.—
Tira un blinco de la cama    para bajarle a abrir
A la entrada del portal    se le ha apagado el candil.
—  ¡Válgame santa Teresa!,    ¡cielo!, ¿qué será de mí?
quien el candil ha apagado    mejor me matara a mí.
— Calla, calla, Catalina,    no te des a descubrir,
que tres hombres traigo muertos    y otros tres para morir;
tras de mí vié la justicia,    tras de mí vié el alguacil.—
Le ha cogido de la mano,    para allá arriba subir;
le ha sentado en silla de oro    forrada con carmesí,
le ha quitao camisa sucia,    yo de holanda se la di,
l[e] ha lavao todo su cuerpo    con agua de serafín;
acostéle, acostéle,    acostéle hacia onde mí.
A eso de la media noche    el rostro vuelve pa mí:
— Oiga usted, señor francés,    no solía ser así,
que con besitos y abrazos    no me dejaba dormir;
o tienes miedo a los moros    o te han dicho mal de mí,
o tienes otra en la Francia    que la quieras más que a mí.
— Ni tengo miedo a los moros,    ni me han dicho mal de ti,
ni tengo otra en la Francia    que la quiera más que a ti,
sólo tiemblo a tu marido    si viene y nos mata aquí.
— Inviaré carta a mis padres    y a mi hermano don Martín,
inviaré carta a mis padres    que no le dejen venir.
— Si eso hicieres, Catalina,    si eso hicieres para mí,
te haría un vestido de grana   forrado con carmesí
y una gargantilla de oro,    lo que en mujeres no vi.
El vestido será el cuerpo,    forrado con carmesí,
la gargantilla la sangre    que vea correr por ti.—
La hizo hincar de rodillas    y el credo la hizo decir;
al decir «su único hijo»,    tendida la dejó allí.

      La narración comienza con una pregunta: ¿Quién es ese...? prefiguradora de cuál va a ser la causa de toda la tragedia: la dudosa identidad del personaje que ha dicho: «¡Abrid!». Pero los oyentes del romance tendríamos que estar extraordina­riamente alerta para ser capaces de captar este indicio y sospechar que la identifica­ción establecida por la respuesta del que llama a la puerta envuelve una trampa. La técnica dramática de comenzar el relato directamente por la secuencia del «Ar­did», saltándose las primeras secuencias de fábula (la «Partida del Marido», el «Adulterio» y el «Regreso del Marido»), consigue plenamente el propósito de mantenernos engañados, tan engañados como lo está la propia protagonista. En se­guida, los personajes, al dialogar entre sí, nos informan de que el francés y la seño­ra han tenido una relación sexual continuada, relación que, por lo sensual («de no­che para la cama, de día para el jardín»), se nos antoja ilícita; pero seguimos ignorando que la situación es de adulterio. Súbitamente, la escena del recibimiento amoroso se interrumpe con el apagón del candil, una señal premonitoria de muer­te que en modo alguno podemos ignorar y que la protagonista inmediatamente in­terpreta. Estamos alertados por medio de esa señal y preparados para sospechar que la oscuridad tiene sus peligros para la dama. Pero la voluptuosa escena en que ella desnuda y lava al amante nos reasegura. Confiados en que asistimos al gozoso reencuentro de dos enamorados, sólo empezará para nosotros a desvelarse la fábu­la, que el ordo artificialis de la intriga esconde, en el curso del diálogo provocado por la indiferencia sexual que manifiesta el supuesto amante, cuando el caballero alude a la condición de mujer casada de la dama y a la ausencia del marido. Y sólo cuando la esposa infiel se entere de la trampa en que ha caído, al descifrar el simbolismo sangriento del vestido de color y del collar que su falso amante le prome­te, habremos también nosotros llegado a conocer la verdadera identidad del caba­llero que llamó a la puerta124.

      Aunque algunas versiones catalanas anteponen a la secuencia del «Ardid» la de la «Partida del marido»,

Jo me’n vaig cap a la guerra    quaranta horas lluny d’aqui,
si ningu truca a la porta   no lo devalleu a obrir125,

destruyendo para el receptor del mensaje la sorpresa, el conjunto de la tradición romancística de España y Portugal prefiere mantener la construcción dramática que hemos venido comentando, en contraste con el «Corrido de Elena» nacido en México a partir del romance. El corrido, de acuerdo con las normas del nuevo gé­nero, nos cuenta toda la historia de los amores de Fernando el Francés con doña Elena126, desde que don Fernando, «un soldado muy valiente, / que combatió a los chinacos / de México independiente», se estableció en El Bajío «cuando Bazaine salió», y allí se enriqueció, hasta que, habiéndose enamorado de doña Elena duran­te la ausencia del marido de ella motivada por un crimen, consiguió ser, al fin, co­rrespondido:

Noche a noche tenía citas,    donde gozaban su amor,
y entonaba sus canciones    mancillando así su honor, etc.,

Para que nada quede sin explicar, se nos informa también de cómo «los dos hermanos Barrena» avisaron a Benito, el marido ausente, de su deshonra, antes de que éste llame a la puerta y de que doña Elena haga la tradicional pregunta:

— ¿Quién es ese caballero    que mis puertas manda abrir?

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

 OTAS

122  R. Menéndez Pidal, «Poesía trad. en el rom. hisp.-port.» (1943). Puede leerse la reed, incorporada a Estudios sobre el Romancero (1973), pp. 379-401, donde el pasaje citado figura en la p. 387.

123  Dicha por Toribia Castillo el 24 de setiembre de 1904 (en Burgos) a R. Menéndez Pidal.

124  Comenté ya esta artística disposición de la intriga en mi comunicación al «Second International Symposium on trie Hispanic Bailad, University of California-Davis, May 1977». Véanse las pp. 239-243 de «El análisis semiótico de estructuras abiertas: El modelo Romancero» en El Romancero hoy: Poé­tica (1979), 231-249, trabajo reeditado como cap. V del primer volumen de la presente obra. Véanse, ahora, los comentarios de B. do Nascimento, «Bernal Francés no Brasil», Estudios ... dedicados a Mer­cedes Díaz Roig, México: El Colegio de México, 1992, pp. 233-255.

125  Versión de Botarell (Tarragona), inf. Magdalena Ferrer, cois. Higini Anglés y Ventura Gassol.

126  Cito por la hoja volandera Corrido de D" Elena (de venta por Eduardo Guerrero), remitida en diciembre de 1921 por Pedro Henríquez Ureña a Ramón Menéndez Pidal. Cfr. E. Mejía Sánchez, Romances y corridos nicaragüenses, México: Imprenta Universitaria, 1946 (antes publicado, como artícu­lo, en el Anuario de la Sociedad Folklórica de México, 1945). También introducen en la intriga las se­cuencias elididas por el romance diversas versiones mexicanas, con estructura de corrido, que publican M. Díaz Roig y A. González, Romancero tradicional de México, México: Univ. Autónoma de México, 1986, pp. 65-84, de contenido muy diverso al de la hoja volandera. Sirva ésta de ejemplo: «< Voy a cantar un corrido    > a toditas las honradas:    < no den su brazo a torcer    > cuando se encuentren casadas,    < no les vaya a suceder    > lo que a la pobre de Elena:    < quiso escribir en la­tín    > teniendo su letra buena.    < Su marido le tanteaba    > que Elena era preferida    < y que, cuan­do iba a su viaje,    > de un francés era querida.    < Su marido fingió un viaje    > para poderla encon­trar    < en un hecho sospechoso    > y poderla asesinar.    < A las once de la noche    > a su casa se acercó,    < pa que no lo conociera    > toda la voz le fingió:    < —Ábreme la puerta, Elena,    > que todito vengo herido,    < de señas traigo el puñal    > con que maté a tu marido;    < abre tus puer­tas, Elena,    > sin ninguna desconfianza,    < que soy Fernando el francés    > que vengo desde la Francia. —   < Al abrir la media puerta   > se les apagó el candil,.   < se tomaron de las manos    > y se fueron al jardín;    < allá lo vistió de blanco,    > como lo sabía vestir,    < tendió una cama de flores > y se fueron a dormir...», Tixtla (Guerrero).

124  Comenté ya esta artística disposición de la intriga en mi comunicación al «Second International Symposium on trie Hispanic Bailad, University of California-Davis, May 1977». Véanse las pp. 239-243 de «El análisis semiótico de estructuras abiertas: El modelo Romancero» en El Romancero hoy: Poé­tica (1979), 231-249, trabajo reeditado como cap. V del primer volumen de la presente obra. Véanse, ahora, los comentarios de B. do Nascimento, «Bernal Francés no Brasil», Estudios ... dedicados a Mer­cedes Díaz Roig, México: El Colegio de México, 1992, pp. 233-255.

125  Versión de Botarell (Tarragona), inf. Magdalena Ferrer, cois. Higini Anglés y Ventura Gassol.

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

*     38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

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Letras capitulares: Napoli

38.- 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS

 

 9. LOS SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS.  IV POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

      os motivos que hemos comentado («Loor de un personaje», «Maldición de un per­sonaje», «Acusación de comportamiento deshonesto», «Auto-alabanza de un éxito sexual», «Señas de gravidez», «Petición de un mensajero», «Llegada de un mensaje­ro», «Mensajero sobrenatural», «Rápida difusión de una noticia», «Presentimiento», «Sueño présago», «Señal premonitoria», «Desarrollo prodigioso, con ritmo extra-humano, de un niño», «Crianza de un niño noble por un nutritor selvático») son evidentemente eslabones de la cadena secuencial que hacen avanzar la acción en los romances que los utilizan. Lo mismo ocurre con otros tan dispares como «Dis­fraz», «Herido de muerte», «Señal de reconocimiento», «Trofeo de victoria», «Can­ción de efectos maravillosos», «Caza frustrada», «Encuentro con un informante», «Lugar deleitoso», «Combate que se prolonga indeciso», «Testigo indeseado», «Tiempo primaveral», etc. Pero la función narrativa de cualquiera de estos motivos  puede, a veces, ir acompañada de una función indicial, esto es, esos mismos moti­vos pueden establecer, a la vez, una comunicación directa entre el narrador y el oyen­te al margen de los personajes.

      Así, por ejemplo, las «negras señales», aparte de servir como aviso para el personaje en cuyo camino se cruzan (aviso que el personaje puede oír o desoír), suscitan en el oyente unas ciertas expectativas, le permiten imaginar anticipada­mente el curso de los acontecimientos por venir. Lo mismo ocurre con el «Lu­gar deleitoso» (prado verde, fuente, vergel, etc.), donde se espera la consuma­ción de la lucha de amor (aunque, según ocurre en Una fatal ocasión, en El caballero burlado o en La muerte ocultada, esa expectativa se frustre para lograr con ello unos especiales efectos artísticos85). Esta función indicial es, en ciertos casos, dominante; sobre todo en los comienzos de romance, situación privilegia­da para la creación de una atmósfera sintomática que prepare al oyente para re­cibir el relato.

      Creo que, al leer los romances y al describir las propiedades de su lenguaje poé­tico, no se ha destacado la importancia que en el romancero tiene la existencia de motivos con un doble haz de rasgos semánticos: el haz definitorio de su significado literal y el haz definitorio de su significado simbólico.

      Sin embargo, cuando se analiza el significado de romances tan variados en tema como Durandarte envía su corazón a Belerma, El prisionero, Ea bella en misa, La muerte ocultada, Muerte del príncipe don Juan, o El caballero burlado resulta preciso reconocer en ellos, en todos ellos, la presencia de significados simbólicos.

      La manda testamentaria de su corazón que Durandarte hace a su dama, es, sí, una realidad física, que se traduce en que Montesinos se lo saque con una pequeña daga; pero, a la vez, es una entrega simbólica, como recuerda el propio mensaje del moribundo: «que el que muerto te lo envía, vivo no te lo negara» ~ «que quien vivo te lo dio, muerto no te lo negara»86.

      La lóbrega prisión del romance de El prisionero puede ser de cal y canto; pero también es una situación espiritual, y la avecilla que en la primavera le cantaba al albor, un rayo de esperanza capaz de penetrar en las tinieblas de su oscuro deseo o de su depresión87.

      La hermosa que convierte los oficios divinos en una misa de amor puede ser un «motivo» de una historia truncada, como pretenden los comparatistas; pero, ante todo, es la tentación del placer prohibido, que permanece intacta, aunque escondida tras la ritual santidad de los hombres dedicados al amor divino88.

      La caza en que Olalvo, don Bueso o don Pedro adquiere el mal de la muerte supone, sí, una salida a montear del protagonista para satisfacer el antojo de carne que tiene su esposa, próxima a parirle un heredero, pero la construcción simbólica es tan dominante que luego se apodera casi enteramente del discurso al describir el combate que, sobre el prado de rosas, sostiene el cazador con el Huerco o puerco a propósito del paso a través de las aguas del río89.

      El moribundo príncipe don Juan, al excluir el «anillo» de entre las arras o joyas que deben respetarse a su esposa:

— De las joyas que le di,    padre, no le quitéis nada,
si no es el anillo de oro    que le di de enamorada,

pide a su padre algo materialmente realizable, pero cuyo sentido en la fábula sólo alcanzamos reconociendo un valor simbólico a ese anillo90. Con estas palabras el moribundo expresa la voluntad de que a su esposa se le reconozca, después de él muerto, el derecho a disfrutar de los bienes antifernales, y, a la vez manifiesta su aceptación de la norma jurídica que exije que, una vez rota la alianza matrimonial por la muerte, el mayorazgo regrese al tronco. Mensaje que se encargan de aclarar algunas versiones, en que, a continuación, el príncipe precisa:

Ese mando que le quiten    y le den a doña Juana

o en que, incorporando directamente el dato a la exclusión, el moribundo dice:

No siendo un anillo de oro    que dejo a mi hermana Juana91.

A su vez, cuando en algunas otras versiones el padre contesta

— Si tú se lo diste de oro,    yo se lo daré de plata92,

esta respuesta está lejos de ser un «absurdo verso formulario», como alguna vez se ha dicho93, pues mediante esta nueva fórmula el padre se compromete a reconocer la sobrevivencia, después de muerto su hijo, de los vínculos familiares que le ligan a su nuera.

      Finalmente, el simbolismo de las armas añade dimensiones interpretativas nada despreciables al último episodio del romance de El caballero burlado. En la versión del Cancionero de Romances de Amberes, s.a., el caballero, al ser objeto de la burla de la niña,

— Rióme del cavallero    y de su gran covardía:
tener la niña en el campo   y catarle cortesía,

trata de conseguir una nueva ocasión, no mediante una vulgar oferta de dinero (como en las versiones francesas e italianas)94, sino mintiendo inhábilmente:

— Buelta, buelta, mi señora,    que una cosa se me olvida95.

      En la tradición oral moderna este verso reaparece rehecho con extraordinario acierto, al suponer que la «cosa» perdida es la espada, lanza o espuela del caballero, y que el lugar donde la perdió es el locus amoenus, el vergel del bosque donde debiera haber actuado con menos cobarde cortesía:

— Atrás, atrás, mi señora,    que una cosa se me olvida,
que en la fuente onde bebimos    quedóme la espada mía 96;

— Vuelta, vuelta, mi caballo,    vuelta sí, por vida mía,
que se me quedó la espada    al pie de la fuente fría97.

      En los tres primeros casos recordados, (el corazón de Durandarte enviado a su dama; la prisión y el ave de El prisionero; la misa de amor) el simbolismo envuelve la totalidad del romance, confiriéndole una dimensión significativa que no necesita subrayarse.

      En La muerte ocultada la escena inicial de la caza de la muerte no es todo el ro­mance, sino sólo una introducción; pero, aunque en la fábula es un mero episodio, que puede reemplazarse por otro muy equivalente (la guerra), o no tanto (una en­fermedad misteriosa)98, su presencia sirve, adicionalmente, de exordio, preparan­do al oyente a acompañar al protagonista en su destino necesariamente fatal. La «caza fatídica» es un tópico repetido en la intriga de muy varios romances. Su fre­cuente utilización como apertura de narraciones en que el protagonista sucumbe, fracasa o es víctima de un mal suceso, es bien conocida 99. Recuérdense romances viejos como Ruy Velázquez muerto por Mudarrillo («A caza va don Rodrigo») y A caza salió el gran Turco, junto a romances hoy muy difundidos en la tradición oral como La infantina («A cazar va el caballero») o El infante don García («A ca­zar iba, a cazar     el infante don García»).

      Los últimos casos arriba citados, el del anillo y el de las armas perdidas, ofrecen en común el ser motivos simbólicos sueltos, perdidos en la cadena de sucesos de la intriga. Sin embargo, tan pronto como descubrimos el significado oculto tras el símbolo, esos detalles contribuyen poderosamente a la lectura totalizadora de la historia, a una lectura que trasciende los sucesos relatados.

      La importancia de estos motivos simbólicos, como indicios para el oyente de que el relato debe entenderse sin perder aquellos significados latentes a que el sím­bolo apunta, nos obliga a detenernos a examinar con algún detalle otros contextos en que funciona el valor simbólico de las armas.

      El romance de Portocarrero, en sus tres versiones viejas conocidas, conservadas en un cartapacio de 1586 de la Biblioteca Vaticana, en un manuscrito [II-1580, f. 167] del siglo XVI de la Biblioteca Real, Madrid, y en el Libro Romanzero... para passar la siesta... 1589 (comúnmente conocido como Cancionero Classense) 100, con­taba cómo el rey de Granada, estando contemplando en compañía de su alcaide, la escaramuza que se hacía en la Vega, ve sobresalir en ella a un caballero cristiano:

Y vido andar un christiano,      que entre los otros venía,
que en la sangre de los muertos      traya la lanca teñida,
una cruz ante sus pechos       que de fuego parecía
                                          (Cartapacio de 1586).

Entre ellos anda un cristiano    ¡o qué vien que parescía!
con cruz de oro en sus pechos    que espanto a todos ponía,
por donde quiera que pasa    muy grande estrago hazía
                                                     (Ms. siglo XVI).

De un cavallero cristiano    muy valiente a maravilla
                                    (Romanzero
ms. de 1589).

Enterado el rey, por el alcaide, de la identidad de ese caballero, dice:

— Pues yo te mando, mi alcaide,    que le pidas campo un día;

— Por Alá te ruego, alcaide,    que le pidas campo un día;

— Mátamele tú, alcayde,    yo gran señor te haría;

pero el alcaide se niega a cumplir la orden regia, por haber vivido anteriormente con Portocarrero como su cautivo.

      En la tradición moderna la «lanza» de Portocarrero, que aparecía fugazmente en una de las versiones viejas, adquiere un relieve extraordinario:

Entre ellos salió un cristiano    valiente a la maravilla,
lanza de oro en la su mano,    que treinta codos tenía,
no las midió con sus hierros,    que cuarenta y más tenía;
cuando con ella guerrea,    cien mataba y cien hería;
cuando con ella blandea,    la tira de villa en villa101.

      Evidentemente, la descomunal lanza de Portocarrero no es otra cosa que su valentía extraordinaria, que su inconmensurable valor. La admiración por esa «lanza», expresada por el rey, ha dado lugar en algunas versiones marroquíes a una cu­riosa innovación: en vez de pedir a su alcaide que provoque a Portocarrero a un combate y lo saque al campo (según dice aún una de las versiones)102, el rey le rue­ga que lo invite «a almorzar un día» (probablemente por reinterpretación de un hi­potético "«a escaramuzar un día»),

    < Y al alçar de los manteles    > hablalde de parte mía (~ > pedilde esa lança un día),    < dezilde que me la empreste    > para ir de caçería103.

      El romance moderno, al materializar en la deseada adquisición de la lanza sin igual de Portocarrero el deseo del rey de querer poseer el valor del sin par caballe­ro cristiano, consigue grabarnos vivamente su mensaje central: el valor es una vir­tud varonil que no tiene precio ni par.

      Menos obvio, pero no por ello menos efectivo, es el significado simbólico que acompaña a la información, por otra parte necesariamente realista, de la pérdida del puñal o espada por el caballero que trata de forzar a la linda romera de Una fatal ocasión cuando le da alcance «al pie de la fuente fría»:

Dieron vuelta sobre vuelta,    derribarla no podía,
a la postrera que dio   una espada le caía104;

Siete vueltas le dio el majo   y a ninguna le vencía;
al cabo de siete vueltas    el puñal se le caía105;

Pónense a pelear los dos,    cuál debajo, cuál de arriba;
se le cayó un puñal de oro    que el caballero tenía106.

      Y esencial para la historia del Ciego raptor es la admisión de una doble interpretación, realista y eufemística, del bellísimo episodio en que el falso ciego con­vence a la niña de que se oculte bajo su capa para que no la descubran los que, en­viados por su madre, vienen en su búsqueda:

Una vieja muy vieja    tenía [una] niña,
bajo ’e siete llaves    la tié recogida.
Fue a pedir un pobre,    a pedir un día.
— Sacáile del pan,    sacáile del vino
y pa con el pan    sacáile tocino.
— Ni quiero tu pan,    ni quiero tu vino,
que quie’o que me enseñes    pa Roma el camino.—
— Coge rueca al cinto    cargada de lino
y vete a enseñarle    al ciego el camino.—
— Anda, niña, anda,    anda otro poquito,
que soy corto’e vista    y por Dios no lo endilgo.—
Vieron venir gente    de caballería.
— ¡Métete debajo    de la mía guarina!
— De duques y condes   he sido pedida
y ahora de un ciego    me veo vencida.
Yo no he visto ciego    de espada terciada.
— Tampoco yo dama    de cara galana.
— Yo no he visto ciego    de espada ceñida.
— Tampoco yo dama    de cara tan linda.—
A los nueve meses    preñada la niña...107.

      Que los cantores de este romance tienen bien presente el significado simbólico nos lo muestra una versión de Tras-os-Montes108, donde en el tradicional diálogo109

— Valha-me Deus valha    e a Virgem Maria,
eu nunca vi cegó    de tal fantasía!
Valha-me Deus-valha    e a Virgem Sagrada,
eu nunca vi cegó    co’spada dourada!

aparece substituida la espada por un armamento más moderno:

— Valha-me Deus    e a Virgem Maria,
nunca vi peças    d’ artilheria!

      Toda lectura del romancero que ignore las funciones simbólicas de los motivos con que se construye la intriga supone una inaceptable reducción de la complejidad y profundidad significativa de los romances. Basta prestar atención a las va­riantes, que como expresiones sustituías de una secuencia ofrece la propia tradi­ción oral, para comprobar (como en los casos que acabamos de citar) que los transmisores naturales del romancero son bien conscientes de la riqueza significati­va que puede encerrar un motivo.

      Veamos otro caso más notable. El romance de El conde Niño comienza, en la mayor parte de las ramas de la tradición, con la escena

Levantóse el conde Niño   mañanita de San Juan,
a dar agua a sus caballos    a la orilla de la mar;
Mientras los caballos beben,    el conde dice un cantar110.

Ese cantar, como la canción del marinero en las versiones más poéticas del romance de El infante Arnaldos 111, tiene en muchas versiones efectos mágicos:

las aves que iban por aire   las hacía volver atrás;
los peces que iban por agua   los hacía sobreaguar112

o

aves que van por el viento    abajo les haz bajar,
peces que están en el agua   arriba les haz botar113,

e, incluso, puede afectar, no sólo a seres de la naturaleza, sino al hombre en particular (los niños se duermen o despiertan, las preñadas abortan) y a sus posesiones (las naves vuelven atrás)114. Otras veces, al igual que en las formas más arcaicas de El infante Arnaldos115, la tradición prefiere recordar el texto de la canción, tomán­dola evidentemente en préstamo a este romance, pues desea que el caballo se libre de peligros que sólo a una nave pueden importar:

— Bebe, mi caballo, bebe    Dios te me libre del mar,
del oído de la ballena,    del puerto de Gibraltar116;

— Bebe, bebe, el mi caballo,    que Dios te libre de un mal,
de los peligros del mundo,    de las ondas de la mar117.

En una extensa área (que incluye zonas de Asturias, León, Zamora y Salamanca) la canción ha sido sustituida por otra cuyo simbolismo resulta más adecuado al tema:

— Camisa, la mi camisa,    ¡quién te pudiera lavar!
lavaréte y torceréte   y tenderéte en rosal118.

      Sea como quiera, las consecuencias de la canción son siempre las mismas; la reina se admira del canto y llama a su hija para que lo escuche,

La reina le está escuchando    desde su palacio real:
— Mira hija, cómo canta   la serenita en la mar.

Pero, cuando la infanta le confiesa que estaba ya atenta al canto, pues quien lo can­ta lo hace por amor a ella:

— No es la serenita, madre,    no es la serenita tal,
que es el hijo’ conde Lino,    que por mis amores va,

la reina, encolerizada, promete dar muerte al cantor:

— Si por tus amores viene,    yo le mandaré matar,

y sin que le importe que su hija se muestre dispuesta a morir juntamente con él:

— Si al conde matáis, madre,    mandadme a mí degollar,

propicia, implacable, la muerte de los dos jóvenes enamorados.

      Bénichou ha destacado lo «poco satisfactorio» que, desde un punto de vista lógico, es todo este comienzo del romance: «los caballos que el conde hace beber, el canto maravilloso, la confesión tan imprudente de la infanta, la reina que de repen­te empieza una persecución atroz, sin proporción con el crimen ni siquiera cometi­do aún, forman un conjunto bastante arbitrario a la vez que poético»119. Pero esa arbitrariedad, que más de un lector ha debido sentir al igual que Bénichou, es sólo cierta si permanecemos sordos al simbolismo del canto.

      El conde no canta casualmente para matar el tiempo mientras abreva los caba­llos. Su canto es un canto de «llamada», es el canto primaveral del macho que trata de despertar la ansiedad amorosa de una hembra. Nos lo confirma la ocasión en que el conde canta, la mañana del día de San Juan, solsticio de verano, y lo reafirma el que confíe a las ondas del mar su canto; y los caballos mismos, sedientos de agua. Los poderes mágicos del canto, cuando aparecen, no hacen sino reforzar la necesidad de que obtenga respuesta. Es a esa llamada a la que la madre se anticipa a responder. La seducción de esa llamada es tan poderosa para ella como la voz de la sirena del mar. No tiene conciencia de que ha dejado de ser destinataria natural del canto que aún le conmueve, y de que su hija ya no es una niña ante la cual cabe exhibir la belleza del amor sin temor a que pueda reclamar parte en su disfrute. Su sorpresa, al recibir la confidencia, se transforma inmediatamente en despecho, al sentirse irremediablemente desplazada del papel de hembra deseable y deseada. El «crimen» de la hija no puede ser a sus ojos más horrendo.

      El canto-llamada del conde es tan simbólico, que en la tradición oral de Salónica e Istib ha sido reemplazado por el canto primaveral del ruiseñor:

En el vergel de la reina   había crecido un bel rosal;
en la ramica más alta    un rosiñol sentí cantar 120,

sin que la sustitución altere para nada el significado, para la fábula, de esta secuen­cia, o exija cambio alguno en la "sintonización" de la madre con el canto:

La reina estava labrando,    la hija durmiendo está;
— Alevantéx, la mi hija,    de vuestro esfueño folgar,
venid, veréx cómo canta   la serenica de la mar.
— Non es la serena, madre,    sinon el conde Adimar,
chufletico de oro en boca    diziendo un bel cantar,
que con mí quiere reire,    que con mí quere folgar 121.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

 OTAS

85  El crear una expectativa en el lector que luego no se cumple o el subrayar la falta de adecuación entre el escenario y los sucesos que realmente ocurren son procedimientos que la literatura artesanal conoce tan bien como la letrada. En Una fatal ocasión, la mayor parte de las versiones hacen caminar a la doncella por una verde pradería («< Por los campos de Valverde    > camina la blanca niña,    < con los pies siega la yerba,    > con sus calcaños la trilla,    < con los vuelos de su saya   > deja la hierba tendida») donde es sorprendida por el caballero que la deseaba, el cual la alcanza «al pie de una fuen­te fría»; sin embargo, es el varón quien caerá muerto en la lucha. En La muerte ocultada, al llegar el ca­ballero a un «prado de rosas», a quien halla es a la Muerte (=Huerco o puerco) y lucha con ella. En El caballero burlado, llegados en compañía la niña y el caballero al medio del bosque, el varón es incapaz de aprovechar la ocasión y, como luego confiesa, «olvida» su espada (o puñal, o espuela) junto a «la fuente en que almorzamos».

86  Véase atrás, cap. I de esta Parte segunda, pp. 2, 5, 8-9, 15-16, 19, 20-21, 23, 28.

87  Véase atrás, cap. I, pp. 1-34.

88 Véase atrás, cap. III, pp. 113-118.

89  Véase atrás, cap. III, pp. 130-134.

90  Véase atrás, cap. II de esta Parte segunda, pp. 97-98.

91  Versiones de Soto de Sajambre y de Páramo de Sil (León).

92  Según se anota en CGR III (1983), p. 429, «NODI», secuencia 2 ///, n. 164: «Tipo Castellano-leonés (muchas). Tipo Picos de Europa (mayoría). Leo: N.O. (4 ver). Ovi: 50 (4 ver: Corralín, El Bao, Fondodevila). Ovi: centro (1 ver: Casomera a)».

93  P. Bénichou, Creación poética (1968), p. 101.

94  Para una comparación entre las versiones de la tradición franco-italiana y de la tradición hispánica, véase T. Meléndez Hayes, «A study of a ballad. The continuity of El caballero burlado», Ph. D. diss. University of California, San Diego, 1977.

95  Así dice el caballero en la versión del Cancionero de Romances, Anvers, s. a., f. 259v.

96  Páramo (Teverga, Asturias). Informante: Pepe Pascual, 70 a., 1931.

97  Puente Pumar (Polaciones, Cantabria). Publicada por José María de Cossío y Tomás Maza Solano, Romancero pop. de la Montaña (1933-1934), p. 120.

98  La guerra substituye a la caza en la «versión vulgata» hexasílaba del romance (que comienza: «Ya viene don Pedro    de la guerra herido»), extendida por todo el Sur de España (e invasora de la tradición sefardí de Marruecos) y en algunas versiones octosilábicas del Norte de España (Santianes del Agua, Asturias; La Robla, León) y Cataluña (Agramunt-Ripoll, Lleyda); en varias versiones catala­nas el protagonista enferma cuando, dejando a su esposa embarazada, va a emprender un viaje.

99  Véase D. Devoto, «El mal cazador», en Studia ... Dámaso Alonso, 3 vols., Madrid: Gredos, 1960-1963, vol. I, pp. 481-491.

100 Alonço Nabarrette de Pisa, «Libro Romanzero de Canciones Romanzes y algunas nuebas para passar la siesta a los que para dormir tienen gana», «en Madrid, 1589». Ravenna: Bibl. Classense, ms. Mob. 3. 5. I² / 1 (ed. A. Restori, en Rendiconti della Reale Accadmia dei Lincei. Classe de Scienze Morali, Storiche e Filologiche. Serie quinta, 11, 1902, 99-136).

101  Según la tradición sefardí de Tánger (Marruecos). Creo que vía (como escriben los colectores) debe transcribirse «villa» (ya que según las reglas fónicas del dialecto [-ía] es la pronunciación normal de -illa).

102  Versión de Oran (Argel), de la Sra. Sefarti. Recogida y publicada por P. Bénichou en «Romances judeo-españoles de Marruecos», RFH, VI (1944), p. 133 y en Romancero judeo-español de Marrue­cos, Madrid: Castalia, 1968, p. 42.

103  Cito por el aparato crítico del CGR, 3 (1983), p. 333 (núm. 65, IGR 0066, Disc 4///d).

104  Según dice una versión de Cangas de Onís, dicha por Manuela González, 99 a. Col. José Amador de los Ríos, 1860-1866.

105  Según versión de Alcañices (Zamora), recogida por Agustín Blánquez, 1907.

106  Según versión de Figueruela de Arriba (Zamora), recogida por Tomás Navarro Tomás, 1910.

107  La versión citada procede de Sejas (Zamora) y fue recogida por Alvaro Galmés y por mí en ene­ro de 1948. Sigue con el tema de la Casada de lejas tierras.

108  En una versión de Pragança (conc. de Cadaval), recogida en 1893 y publicada en J. Leite de Vasconcelos, Romanceiro Português, ed. L. F. Lindley Cintra, Coimbra: Universidade, 1960, vol. II, p. 101.

109 Una y otra fórmula, con o sin desarrollo paralelístico, son frecuentes en las versiones portuguesas (con las variantes de rigor).

110  La escena se halla en la tradición peninsular, canaria y americana de lengua castellana y en la tradición peninsular, insular y americana de lengua portuguesa. Varía, claro está, la expresión.

111  «< Que la mar fazía en calma,    > los vientos haze amaynar,    < los peces que andan nel hondo > arriba los haze andar,    < las aves que andan bolando    > nel mastel las faz posar». Es éste un moti­vo que sólo aparece en una de las versiones antiguas, la del Cancionero de Romances editado en Amberes por Martín Nucio, y sus descendientes.

112  Cito por una versión de Medellín (Colombia), publicada por Benigno A. Gutiérrez, De todo el maíz, 2a ed., Medellín, 1947, p. 105. Versos análogos en otras versiones sudamericanas. Cfr., por ejem­plo: «< las aves que iban volando    > se paraban a escuchar,    < los pejes salían del fondo    > a las orillas del mar», versión recogida en El Baúl (Cojedes) de boca de Pedro Juan Bravo, viejo natural de Guardatinajas (Guásico, Venezuela), por L. F. Ramón y Rivera, 1959.

113  Versión de Salceda (Polaciones, Cantabria), publicada por J. M. de Cossío y T. Maza Solano, Romancero popular de la Montaña (1933-1934), pp. 75-77. Más próxima en su verbalización a la inclui­da en la versión de El infante Arnaldos publicada en el Cancionero de Romances, sin año, es la fórmula utilizada en una versión de El conde Niño de Herreruela (Palencia), dicha por Encarnación Cene­ra que en setiembre de 1951 recogí en Brañosera: «< las aves que van volando    > las hacía reposar, < los peces que están al hondo    > arriba los hace andar».

114  Es lo que ocurre en la tradición sefardí de Marruecos. En una versión de las Cinco Villas (Zaragoza), dicha por Ramona Villanueva (80 a.), recogida por M. Manrique de Lara en 1918, se halla tam­bién el verso: «< Los que van por los caminos    > volverán pasos atrás»; en otra de Gallegos del Rio (Zamora], recogida por Alvaro Galmés y por mí en enero de 1948: «< un cantar uncantamiento > que la mar hizo temblar: < Doncellas que estáis preñadas    > o parir o reventar» y en otra de El Cebrero (Lugo), de la colección de Alejo Hernández (1924-1925): «< Ya los que estaban durmiendo, > les hiciera despertar,    < y a los que estaban despiertos,    > les hiciera adormentar».

115 La versión atribuida a Juan Rodríguez de Padrón que incluye el Cancionero manuscrito de Londres (London: British Library, ms. Add. 10.431) incluye la canción en la forma «< —Galea, la mi Ga­lea, > Dios te me guarde de male, < de los peligros del mundo, > de las ondas de la mare, < del rregolfo de Leone, > del puerto de Gibraltare, < de tres castillos de moros > que conbaten con la mare»; la del pliego suelto titulado Glosa agora nueuamenie- compuesta a un romance muy antiguo que comiença Quán traydor eres Marquillos con otra glosa (DiccARM 880. Ejemplar en Praga, Universitáts Bibl. n° XXXII) dice igualmente: «< —Galera, la mi galera, > Dios te me guarde de mal, < de los peligros del mundo, > de fortunas de la mar, < de los golfos de León > y estrecho de Gibraltar, < de las fustas de los moros > que andavan a saltear» y la versión completada del Cancionero de Romances, Amberes: Martín Nucio, 1550, la incluye igualmente: «< —Galera, la mí galera, > Dios te me guarde de mal, < de los peligros del mundo > sobre aguas de la mar, < de los llanos de Alme­ría, > del estrecho de Gibraltar < y del golfo de Venecia > y de los bancos de Flandes < y del golfo de León, > donde suelen peligrar». La tradición sefardí de Marruecos continúa recordándola: «< —Galera, la mi galera, > Dios te me guarde de mal, < de los términos del mundo, > y de los vientos del mar, < de la Punta del Carnero, > y estrecho de Gibraltar, < del navio de los tur­cos > que era malo de pasar» (Tánger). No recuerdo que se haya comentado que el romance noticie­ro (Primavera XL) sobre La toma de Galera (1570) por don Juan de Austria, en la guerra de las Alpuja-rras contra los moriscos sublevados, imita claramente a estas versiones arcaicas de El infante Arnaldos: «< Han armado una Galera > que no la hay tal en la mar, < no tiene velas ni remos ... < Marine­ro que la rige > sarracino es natural... < confiado en su Galera > va diciendo este cantar: < Ga­lera, la mi Galera, > Dios te me guarde de mal, < de los peligros del mundo, > y del príncipe don Juan, < y de su gente española > que te viene a conquistar ...».

116  Versión de Calabor (Zamora), dicha por la tía María (50 a.), recogida por Luis Cortés Vázquez, setiembre de 1947.

117  Versión de Campogrande (Zamora), dicha por María Río (17 a.), recogida por Américo Castro, julio de 1912.

118  Cito por una versión de Vega de Aller (Asturias), recogida en 1914 por Valentín Lillo.

119  P. Bénichou, Romancero judeo-español de Marruecos, Madrid: Castalia, 1968, p. 335.

120  Cito por una versión de la colección en caracteres hebraicos del gran rabino Isaac Bohor Amaradjí, Salónica (Grecia), 1860. Transcrita en 1911 por M. Manrique de Lara.

121  Cito por la misma versión de Salónica, 1860.

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*    8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

*    9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE

10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA

*   11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO

*   12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO

*    13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES

*    14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»

*    15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA

*   16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE

*   17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER

*   18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO

*   19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO

*    20.- 14. DE NUEVO EL DOCTOR DE LA PARRA

*    21.- 15. EL ROMANCE, ENTRE LA HISTORIA Y EL REFERENTE EN QUE SE RE-CREA

III  EL MITO SE HACE HISTORIA. EL ROMANCE Y LA HERENCIA BALADÍSTICA

*    22.- 1. ROMANCERO Y BALADA

*    23.- 2. LOS MODELOS NARRATIVOS SE ADAPTAN: HERENCIA Y RECREACIÓN

*   24.- 3. DIFICULTADES DEL COMPARATISMO. UNA «BALADA» CHINA Y UN ROMANCE: LA BELLA EN MISA

*    25.- 4. UNIDAD DE LA TRADICIÓN PAN-ROMÁNICA Y PERSONALIDAD DE SUS SUBTRADICIONES: EL CABALLERO BURLADO

*    26.- 5. VARIEDAD EN LA TRADICIÓN PENINSULAR DE UNA BALADA DEL OCCIDENTE EUROPEO: LA MUERTE OCULTADA

*    27.- 6. SIGNIFICADO LITERAL Y SIGNIFICADOS SIMBÓLICOS: LA CAZA DE LA MUERTE

*   28.- 7. LA TRADICIÓN PENINSULAR Y SUS RELACIONES CON LA TRADICIÓN PAN-EUROPEA

*     29.- 8. LA SOBREVIVENCIA DE LOS MITOS Y SU ADAPTACIÓN A LA HISTORIA

IV   POÉTICA DE UNA POESÍA COLECTIVA

*     30.- 1. LA CREACIÓN COLECTIVA

*     31.- 2. LOS MATERIALES POÉTICOS EMPLEADOS EN LA CREACIÓN

*     32.- 3. EL ARTE DE LA ARTESANÍA LITERARIA

*     33.- 4. EL LENGUAJE POÉTICO DEL ROMANCERO

*     34.- 5. LA «FÓRMULA» COMO TROPO

*     35.- 6. ADECUACIÓN DE LAS FÓRMULAS A CONTEXTOS INSÓLITOS

*     36.- 7. CÓMO SURGEN NUEVAS FÓRMULAS DE DISCURSO

*     37.- 8. LAS UNIDADES DE LA INTRIGA: LOS MOTIVOS

  Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

Letras capitulares: Napoli

Imagen de portada: Manuscrito Beato de Valcavado.