19.- 13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO
13. ACTUALIZACIONES DE LA ESTRUCTURA HISTÓRICA DEL ROMANCE NOTICIERO. II PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN.
a negativa a incorporar al texto del poema los sucesos posteriores a aquel otoño de 1497 no fue, sin embargo, general. La tradición ofrece hoy varias tentativas de actualizar el texto, realizadas, sin duda, en momentos varios entre 1498 y 1501. Esas actualizaciones hechas en el primitivo romance «noticiero», no sólo difieren en fecha, sino también en intencionalidad, según vamos a ver.
En lugar de la deseada prole, ha tenido un aborto; en vez de la apetecida descendencia, nos ha ofrecido una informe masa de carne digna de lástima199
escribe el 5 de enero de 1498 Anglería en otra de sus cartas 200. Y esta frustración de la esperanza suscitada por el embarazo de la princesa se incorpora al romance en un área compacta, que abarca los tipos «Castellano-Leonés» y «Picos de Europa», expresada mediante una variante en que se entremezclan datos antihistóricos (nacimiento mediante cesárea y muerte de la madre):
Luego le abrieron el vientre y de sus entrañas sacan
un niño como una rosa, parece un rollo de plata201,
con datos históricos (la muerte del niño):
Los tres fueron a gozar a la celestial morada202.
El «rollo de plata» que substituye a la «informe masa de carne» de Anglería es, sin duda, un embellecimiento poético; pero la descripción del humanista, con su sorprendente naturalismo, creo que está también lejos de ser objetiva y que sólo se explica como reflejo del interés de la corte española en cerrar el paso a cualquier consideración de que el hijo postumo del heredero de España hubiera «nacido». De haber vivido un tiempo legal suficiente, el niño (al parecer, niña), podría haber substituido a su padre como punto de referencia para establecer quién era el más propincuo pariente con derecho a la herencia, de modo que la princesa, su madre, podía constituir una línea sucesoria con no menos títulos que la de la tía paterna primogénita203 (al menos, en el reino de Castilla 204). No era esa la solución sucesoria que los Reyes Católicos estaban dispuestos a propiciar. Rápidamente, antes de hacer saber la noticia del aborto al abuelo y al tío materno del infante frustrado (al Rey de Romanos Maximiliano y al archiduque Felipe), declararon herederos a los Reyes de Portugal, como comunica seguidamente Pietro Martire al Arzobispo de Braga:
Por tanto, al faltar la deseada prole por parte del Príncipe, son llamados a esta ingente mole de tantos reinos sus futuros posesores —si Dios no dispone de otra cosa— tu Rey Manuel y su esposa Isabel. Por medio de mensajeros se les ha avisado que vengan a tomar posesión de la primogenitura. Ojalá entren con buena y feliz estrella...205.
La celeridad y el secreto no impidieron que el archiduque Felipe intentara alzarse con la sucesión206 (quizá con la colaboración del embajador alemán en España, Lupián, y de la propia hermana de don Felipe, la princesa viuda207).
Por otra parte, la llegada de esta noticia a la corte alemana supuso, de inmediato, un cambio en las relaciones entre los Reyes de España y la casa de Austria 208, un cambio que afectó, entre otras cosas 209, a la suerte de la princesa, pues los Reyes Católicos, sospechosos de que Maximiliano se inclinaría, tarde o temprano, a seguir la política de amistad con Francia que su hijo el archiduque preconizaba210, obstaculizaron cuanto pudieron los planes del Rey de Romanos de tener a su lado y en su poder a su hija Margarita 211, la cual no logró salir de la tutela de sus antiguos suegros hasta dos anos después de su aborto. Sólo el 20 de diciembre de 1499 cruzaría la frontera por Hernani, después de que se le hiciera en Granada solemne entrega de «sus joyas de oro e plata, perlas y piedras y otras cosas de azienda» de su cámara el 29 de setiembre de ese año212, de acuerdo con los justos deseos de don Juan expresados en el romance en las versiones de los tipos mayoritarios del Norte de España:
— De las joyas que le di, padre, no le quitéis nada213.
La extraordinaria dilación en la partida de la princesa se debió al deseo de los Reyes Católicos de que el nuevo matrimonio que se negociara a madama Margarita no fuera en perjuicio de los intereses españoles214, y, por otra parte, a las indecisiones políticas de Maximiliano, impotente, tras la disolución en la práctica de la Santa Liga, de frenar los planes italianos de los reyes franceses Carlos VII y Luis XII y deseoso de presionar lo más posible a los Reyes Católicos en el tema sucesorio215. Durante esos dos años, los planes secretos de dar un nuevo marido a la princesa Margarita tienen pendientes a las cancillerías, mientras los Reyes Católicos se esfuerzan por ganar tiempo. Entre tanto, la Princesa de España va acumulando razones para odiar a sus suegros y cuando, finalmente, logre escapar de su tutela y abandone España casi fugitiva, será una pieza fundamental en la creación de una política de la Casa de Austria claramente hostil a los Reyes de España216.
En las versiones de tipo «Montaña astur-leonesa»217 hallamos una recomendación del príncipe don Juan a sus padres que me parece un claro eco de aquella tensa espera, durante los largos meses de negociaciones para el retorno de la princesa a su tierra:
— Si la volvéis a casar, casármela bien casada,
si se quiere ir pa su tierra, enviármela acompañada,
que no digan sus parientes que quedó desamparada218.
Y en dos excelentes versiones, una de Paradaseca (Ourense) y otra portuguesa (sin lugar), el romance se remata con un lamento de la viuda que, a mi juicio, reproduce muy acertadamente los sentimientos de Margarita en vísperas de su diferido viaje:
— ¡ Ay triste de mí, cuitada, que pasé la mar salada
con seiscientos caballeros todos de capa y espada
y ahora la paso sola, triste y desconsolada!219
— ¡Ai triste de mim, ai triste, ai triste de mim, coitada!
Passei a Serra Morena com duzentos de cávalo,
agora, por meus pecados, a passarei so a meu cargo! 220
Gracias a las cartas del embajador de los Reyes Católicos en la corte imperial, Gutierre Gómez de Fuensalida, estamos muy bien informados respecto a las maniobras dilatorias de los Reyes de España221, intuimos la insatisfacción de la princesa222 y comprobamos que, como expresan las versiones romancísticas citadas, el costo que supondría un viaje hasta su tierra con suficientes garantías de seguridad y con el boato debido a la dignidad de tan alta señora no resultaba fácilmente asu-mible en aquella circunstancia histórica por los que más debieran preocuparse de su decoro. El día 15 de agosto de 1498 desde Friburgo, Fuensalida describe a sus reyes la entrevista que ha tenido con Maximiliano y los argumentos que en ella se cruzaron acerca del retorno de la princesa:
Sy vuestra magestad (argumenta el embajador ante el Rey de Romanos) ovyera advertido d’esto al Rey y a la Reyna mis señores, pudyera ser que os escusaran de mucha costa, por que sus Altezas hizieran aparejar su armada en que la señora Prinçesa pudyera venir segura y honrrada; pero sy vuestra magestad d’esto querrá dyferir hasta el março, yo hallaría modo de poderos seruir, y escriuirlo ya al Rey y a la Reyna mis señores, y podría ser que costase a vuestra magestad la mitad menos de lo que le costará enbiando tan repentynamente por la señora Prinçesa. Respondyóme: —No se puede esperar más tienpo, porque yo la quiero dexar donde ha de estar... y basta una carraca que yo enbiaré y quatro naves que el Rey y la Reyna mis hermanos le darán y con esto podrá venir segura 223
y el día 20 de agosto, en una nueva carta, Fuensalida vuelve a contar una conversación similar (¿quizá la misma?) con el Rey de Romanos, en que él repite los argumentos ya señalados y Maximiliano objeta:
—No se puede esperar más, y esto es lo que convyene hacer y la costa no será mucha, que con una carraca que yo enbiaré y con quatro barchas qu’el Rey y la Reyna mis hermanos le darán, basta que venga hasta Genova,
a lo que Fuensalida responde crítico:
Yo le dixe que me parecía que segund los cosarios françeses andavan por aquellas mares, que hera poca armada y tanbyén que no hera honrra de su magestad que vna tal señora viniese con çinco navios, mayormente a desenbarcar en puerto ageno y no suyo
y, seguidamente, el embajador se explaya ante sus reyes en criticar la miserable actitud del emperador electo:
Por estos aparejos que acá hazen para traer a la señora Princesa, y por la compañía que envían para que venga con su Alteza juzgarán Vuestras Altezas quáles son las cosas de acá, y que asy tyenen por mucho enbiar una carraca y tres enbaxadores que enbía, que ninguno d’ellos tyene acá más de dos cavallos, quito el mas viejo que tyene quatro o cinco, como sy enbiasen la flota que Vuestras Altezas enbiaron con la señora Archiduquesa224.
Aunque, como explica Çurita en su Historia del rey don Hernando el Católico (citada en la n. 185), fols. 169d-170a, la propia princesa «daua gran prissa a su partida», ni siquiera la llegada en 1499 de los comisionados especiales del Rey de Romanos y del Archiduque (el Señor de San Pi y el de Vere), fue bastante para que los reyes sus suegros permitieran el viaje, ya que el Rey Católico «procuró que se detuuiesse y sobreseyesse por entonces en su partida»; al fin, ante la decidida actitud de la princesa, «no se pudo embargar su partida y en lo más áspero del inuierno y con el tienpo más frío y de más nieues que nunca se vio, prosiguió su camino y fue entregada a los Embaxadores que tenían poder para lleuarla... Desta ida de la Princesa recibieron el Rey y la Reyna descontentamiento».
Pocos meses después de llegada Margarita a la corte de los archiduques Felipe y Juana (entra en Gante el 5 de marzo de 1500), la solución «portuguesa» a la crisis sucesoria de España, tan grata a los Reyes Católicos, queda finalmente deshecha por los golpes de la Fortuna225: el 24 de agosto de 1498 había muerto, de parto, la Reina de Portugal, y aunque su hijo el príncipe Miguel sobrevivió226, el principito murió antes de cumplir los dos años, el 20 ó 29 de julio de 1500227. Los Reyes Católicos se vieron entonces forzados a reconocer como heredera a la princesa doña Juana, lo cual abría el camino de la corona de Castilla a su marido el archiduque228.
Esta nueva solución de la cuestión sucesoria dejó también su huella en la tradición romancística. En el tipo «Castellano-Leonés», cuando el príncipe pide a sus padres que respeten el derecho de su mujer a las joyas, a las arras, se introduce una curiosa exclusión:
Si no es el anillo de oro que le di de enamorada229,
que Bénichou desacredita considerando el verso como una «inmediata elaboración popular» del verso anterior (el del ruego) 230. Pero el romancero tradicional, que rara vez utiliza metáforas en el plano del «discurso», hace muy frecuente uso de motivos simbólicos, de metáforas en el plano de la intriga, y, en este caso, la exclusión del anillo significa que, una vez rotos los lazos matrimoniales por muerte de don Juan, se deben a su esposa las arras, pero no el derecho de mayorazgo. Si, ajenos a estas posibilidades significativas del lenguaje del romancero, nos resistiéramos a admitir ese valor simbólico, nos sorprendería encontrar en unas cuantas versiones, muy alejadas entre sí, la siguiente aclaración:
No quiero que [ella] lo tenga, ni tampoco que lo traiga,
ése mando que lo den a una de mis hermanas231,
o, aún más claramente:
ése mando que le quiten y le den a doña Juana232
o
...que dejo a mi hermana Juana233,
explicación que evidentemente recuerda la sucesión en el reino de Castilla de la princesa doña Juana, «La Loca», declarada heredera tras la muerte, en julio de 1500, del príncipe don Miguel, y que sólo sería jurada por las Cortes al venir a España en 1502 234.
Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.
199 «Peperit abortiuum pro desiderata sobole Margarita. Pro esurito puerperio, offam nobis praestitit collachri mandam». Aunque el parto de Margarita fuera abortivo, resulta sorprendente que J. San Hermida, «Cien mil esperanças allí se anegaron», en Medioevo y Literatura. Actas del V Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Granada, 27 sept.- 1 oct. 1993, ed. J. Paredes, Granada, 1995, pp. 307-319, considere (p. 316) como «inexactitud histórica» del romance el «que la princesa Margarita dé a luz un hijo postumo del príncipe».
200 Epístola CXCI (192 en la traducción castellana), dirigida al arzobispo de Braga, en Portugal. Sobre su fecha, véase n. 205.
201 Dentro de esta fórmula, abundan las variantes en la comparación del niño: «como un clavel», «como las flores», «como una estrella», «como un lucero», «como el sol» y, en alguna versión se dice, simplemente, «tan hermoso». Hay expresiones más sencillas, como «Sacan de su vientre un niño, parece un rollo de plata» y fórmulas substituías como «Luego sacaron un niño, los rayos del sol embarga».
202 Cito por Castril de Duero (Valladolid). Expresiones similares se dan en muchas de las versiones de tipo «Castellano-Leonés».
203 Confróntese lo dispuesto, algunos años después, en las Cortes de Toro (1505) por iniciativa del rey don Fernando: «Por evitar muchas dubdas que suelen ocurrir cerca de los fijos que mueren rezién nascidos sobre si son naturalmente nascidos o si son abortiuos, ordenamos e mandamos qu’el tal fijo se diga que naturalmente es nascido e que no es abortiuo quando nasció biuo todo e que a lo menos después de nascido biuio veynte e quatro oras naturales e fue bautizado antes que moriese, e si de otra manera nascido, murió dentro de dicho término o no fue bautizado, mandamos qu’el tal fijo sea auido por abortiuo e que no pueda heredar a sus padres ni a sus madres ni a sus ascendientes» (ed. cit. en la n. 182, p. 202). Las «dudas» que esta disposición trataba de evitar son las que, obviamente, se plantearon a la muerte del hijo del príncipe don Juan: de ser considerado «naturalmente nascido» y no «abortivo» la herencia por «representación» podía seguir distintos derroteros, dado que la línea de legitimidad admitía a los ascendientes (como se aclara en las Cortes de Toro): «Los ascendientes legítimos, por su orden e línea derecha, sucedan ex testamento o ab intestato a sus descendientes y les sean legítimos herederos, como lo son los descendientes a ellos, en todos sus bienes, de cualquier calidad que sean, en caso que los descendientes no tengan fijos o descendientes legítimos» (ed. cit., p. 200).
204 Como el feto fue de sexo femenino, según consigna G. Fernández de Oviedo y confirman las cartas recibidas por Maximiliano de su embajador Lupián y de su hija («por las quales le synificauan aver movido la señora prinçesa vna hija», desmintiendo la noticia anterior, llegada desde Milán, de «que la señora Prinçesa avia movido vn hijo»), según se ve en D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 21 y 23, las Cortes del reino de Aragón se habrían resistido a aceptar su línea de herencia.
205 «Reuocantur ergo, deficiente a principe optata prole, ad ingentem hanc tot regnorum molem, futuri possessores (ni Deus aliter statuerit) tuus Em[m]anuel Rex, et eius vxor Helisabetha, primogenituram sumpturi veniant, per cursores monentur. Venturos prope diem existimamus. Adeant fausto, secundoque sidere... oramus finem suae truculentiae fors imponat, sinatque iam tandem Hispana suo progredi ordine sceptra oramus", epístola CXCI. La fecha de "nonis junii" creo es debida a una errata o mala lectura de «iun.» por «ian.» y que la carta fue escrita el 5 de enero de 1498.
206 Enterados los Reyes Católicos, escribieron con gran urgencia a Fuensalida (añadiendo una segunda «çifra» a la que le enviaban, llegadas ambas a manos del embajador el 5 de junio de 1498). Es cierto que Fuensalida les tranquilizó diciendo: «no estén con cuydado de lo que me mandaron escriuir en la vltima çifra que se escribió tocante a auer tomado el Archiduque título de Príncipe, nunca acá tal se pensó, antes en esto ha hablado el Rey de Romanos muy byen, como ya tengo escrito a Vuestras Altezas» (carta desde Rotenburg, 9 de junio de 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 48).
207 Ello explicaría porqué los Reyes Católicos exigieron urgentemente la revocación del embajador Lupián (según consta por la carta de 7 de julio de Fuensalida) y la disculpa dada por Maximiliano: «Respondióme que a él le pesava porque su enbaxador de tal manera se oviese governado, pero que él no podía hazer que aquello no fuese hecho; mas qu’él lo enmendaría con revocar a Lupián». La confianza de Margarita en Lupián se deduce del hecho de que el Rey de Romanos, para más asegurar a los Reyes Católicos vía Fuensalida, «no quiso recebir las escrituras ni las cartas de la señora Prinçesa ni de Lupián, ni las leyó, y díxome: Guardadlas vos, porque no quiero que ninguno de mi cámara ni otra persona las vea» (carta desde Friburg, 7 de julio, 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 50). La identificación de Margarita con la política llevada a cabo por Lupián resulta clara en las palabras de Maximiliano a Fuensalida en 4 de julio de 1498, cuando se resistía a la revocación de Lupián diciendo: «que nunca avia seydo su costunbre deshonrrar sus seruidores y que por la honor de Lupián quería con toda brevedad despachar est’otros enbaxadores y que Lupián se sufriese hasta tanto que est’otros llegasen y avn porque la Princesa no reçibiese desplazer y syntiese soledad de quedar syn persona suya que estuviese con ella» (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 69).
208 Maximiliano se enteró, vía Milán y Francia, del importante suceso mucho antes de que sus consuegros los Reyes de España se lo comunicaran, según aclara la correspondencia del embajador Gutierre Gómez de Fuensalida: «Por los sumarios que de Milán vyenen al Rey de Romanos se supo aquí vna nueva que de Françia fue escrita al Duque, que dezía que la señora Prinçesa vía movido un hijo, y que luego Vuestras Altezas avían declarado por heredera de sus reynos a la señora Reyna de Portugal y al Rey su marido, y que Vuestras Altezas los llamavan Prínçipes d’España y que el Rey de Portugal asy se yntitula. Anme dicho que el Rey sabe la nueva, pero no me ha hablado sobre ello, ni yo no le he hablado en ello, como quiera que toda la Corte lo sabe y certifícanme qu’el Rey lo vido por aquel sumario dicho» (carta del 22 de febrero de 1498, desde Innsbruck, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 21-22). Pero el suceso provocó que Maximiliano, después de que, poco tiempo antes, Fuensalida hubiera escrito en su presencia una larga misiva a los Reyes Católicos que incluía un extenso infraescrito de «su mano propia del Rey de Romanos» (en el macarrónico latín que utilizaba), le llamara de nuevo y «asy como descuydado» se apoderara del original de lo que «el dya pasado» había sido escrito (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 18-19 y 21).
209 La misiva que Maximiliano enviaba a los reyes de España (y que en la nueva entrevista se guardaba: «tomó vna çintilla y ató aquella escritura que yo le dy y metióla en el arca», D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 21), era un plan detallado de acción militar conjunta contra Francia, so pretexto de que Carlos VIII no devolvía Güeldres al archiduque Felipe, a cuyo señorío pertenecía. El plan pretendía detener, con dinero aportado por los «potentados de Italia», la proyectada ocupación francesa del ducado de Milán y del realme de Nápoles, esto es, trataba de dar nueva vida a la Santa Liga. Pero Maximiliano, sospechoso en adelante respecto a la alianza española, vacila en su confianza anterior de poder impedir el dominio francés sobre Italia sobreponiéndose en la próxima dieta a la inclinación de los príncipes alemanes que preferían sacrificar a los italianos en beneficio de un entendimiento con Francia.
210 Que el archiduque Felipe (atento a sus consejeros flamencos) no quería aceptar el liderazgo político de Fernando el Católico y, desviándose de la política seguida por su padre, se inclinaba decididamente a la alianza con Francia, lo confesará en su día el propio Maximiliano a Fuensalida: «Muchas nuevas tenemos y no son buenas, porqu’el Archiduque mi hijo quiere ser françés y estar so las alas del Rey de Françia y en la obidiencia de aquél y no en la mía»; «Ya os he dicho que mi hijo quiere ser françés y estar so la protección del Rey de Francia, y esto han hecho sus consejeros porque yo no pueda aver a mi hijo en mi poder» (carta del 16 de junio de 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 71 y 72).
211 Desde que el cauteloso silencio de Maximiliano se rompe (tras la llegada desde España de cartas directas de su embajador Gaspar de Lupián y de su hija) e, hipócritamente, comenta con el embajador español los acontecimientos, asintiendo a todo lo hecho por sus consuegros (19 de marzo, 1498), Fuensalida intuye que el Rey de Romanos planea una importante jugada diplomática a base de un nuevo casamiento de la princesa: «Senty en aquella habla que el secretario me hizo de parte del Rey, que se piensa dónde podrán colocar a la señora Princesa por aver generación», (carta desde Innsbruck, 23 de marzo, 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 24). Los Reyes Católicos no pueden oponerse a que Margarita case de nuevo: Fuensalida, tras recibir, el 13 de abril, cartas de sus reyes, escritas el 2 y el 4 de febrero desde Medina del Campo, dice diplomáticamente al Rey de Romanos, «que como quiera que se hazía graue a Vuestras Altezas pensar que la señora Prinçesa oviese de casar, pero que, consyderando su hedad, que era razón pensar en casarla» (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 25). No obstante, tratan de posponer lo más posible la entrega de Margarita a su padre, según es bien patente en la Correspondencia de Fuensalida. Ya en esa misma carta de 1° de mayo de 1498, escrita desde Ulma, explica a sus reyes cómo en una plática con el Rey de Romanos aprovechó para argumentarle las ventajas «de hazer lo quel rey y la reyna mis señores dizen y querryan, que por su consolaçión vuestra majestad les dexe la señora Princesa en su poder hasta ser conçertado su casamiento» (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 26); cuando, más tarde, Maximiliano quiere enviar una embajada a España que diligencie la venida de la princesa, la política de Fuensalida consiste en detener lo más que puede todo el proceso; habiendo Maximiliano despachado tres embajadores para ir en busca de la princesa (entre el 23 de abril y el 1° de mayo), ocultándolo a Fuensalida, el embajador se esforzó por embarazar su ida: «Como yo sé que no se haze aparejo de armada y sy es verdad que los enbaxadores [no] partirán hasta que vamos a Frayburg, no do priesa por saber lo que querrá hazer, porque la dylación suya hará al propósyto, que se pasará el verano antes que se vayan los enbaxadores a Vuestras Altezas, pues para el ynvierno buena razón avrá para no navegar y asy se ganará este año» (carta desde Ulma de 14 de mayo de 1498), D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 37). «Yo he tenido todas las formas que he podydo por dilatar su partyda, creyendo que esto cumplía al serviçio de Vuestras Altezas, y esto por dos cosas... y la otra hera para traer la Señora Prinçesa, y parecíame que para entramas a dos hera byen la dilaçión en la partida de los enbaxadores, porque se pasase el verano y se ganase el tiempo del ynvierno que... para navegar no es bueno...» (carta desde Friburgo del 7 de julio de 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 59). En fin, cuando la partida de los embajadores resulta inevitable, aún Fuensalida recurre a nuevas triquiñuelas: «Yo le dixe que me parece que yrían mejor y más seguros, sy Vuestras Altezas estuvieran en Salamanca, yo los encaminara que fueran a desenbarcar en Sevilla (por alongar el camino y ganar más tiempo)... y con estas pláticas y otras yo los he detenido desde el comienço de agosto hasta oy, que son veynte días del dicho mes, y ellos están tan temerosos del tránsyto de la mar por lo que yo les he dicho, que me han dicho que avnqu’el Rey les mande que luego antes de Nabidad tornen y traygan a la Prinçesa, que ellos no lo harán, ni se pondrán en la mar hasta la cuaresma o hasta después de pascua de Resurrecçión» (carta desde Friburgo, 20 de agosto de 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuen-salida, p. 88).
212 El libro inventario se conserva en Simancas.
213 Una mayoría de las versiones de los tipos «Castellano-Leonés», «Picos de Europa» y «Montaña astur-leonesa» y una mitad de las de tipo «Astur-Galaico».
214 En un principio, la amenaza más grave es la de un casamiento con el Rey de Francia que selle una inversión de alianzas. Maximiliano se la deja caer a Fuensalida (aunque siempre presentando la propuesta como indeseable) tan pronto como comenta con él la declaración de herederos a la corona unida española de los reyes de Portugal (el 13 de abril de 1498): «Deziros he lo que he sabido por çierto. El Rey de Francia ha puesto en plática de dar a su muger a Luys Mosior con vna gran suma de pecunias y dalle un mediano estado en que biva y él tenerse a Bretania, porque está dysfíuziado de aver hijos d’ella, y procurar de aver a mi hija para casar con ella. Y esto no lo consentiré por ninguna cosa, ni mi hija lo querrá, porque ella tyene mala opinión de venir a Françia, y asy mismo sé que por parte del Rey de Françia le fue dado con que moviese y avn se hordenava de tosigar al rey mi hermano» (según carta de Fuensalida escrita en Ulma el 1 de mayo de 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 25). Es cierto que el 17 de mayo (antes del cierre de esa carta) ya tenía noticia Maximiliano de que el divorcio de Carlos VIII y Ana de Bretaña (que permitiría al rey francés casarse con Margarita, con la cual ya tiempo atrás estuvo desposado) nunca habría de realizarse, pues había muerto el rey de Francia (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 26-27). No menos peligro veían los Reyes Católicos en que la princesa fuera a convertirse en un peón de las maniobras políticas de su hermano Felipe y los flamencos; a este respecto, Fuensalida trata de obtener seguridades de Maximiliano: «byen creo que no querrá vuestra magestad ponella en poder de los flamencos para que no seays señor d’ella quando quisyéredes» le comenta el embajador el 13 de abril (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 26), a lo cual contestó en su momento Maximiliano tratando de tranquilizar a sus consuegros: «... dize que... sy esto no fuere y determinare de enbiar por su hija, será para traella a Alemania y no para levarla a Flandes, que en ninguna manera la porná en poder de su hermano ni de los de su Consejo» (según se recuerda en carta de 21 de mayo de 1498, D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 46). En esos tiempos, lo más temido, como explica Çurita (fols. 169d y 170a de la obra cit. en la n. 185), es que Margarita pudiera servir para romper la alianza de España con Inglaterra, substituyendo como esposa del Príncipe de Gales a la infanta Catalina, hija de los Reyes Católicos, cuyas capitulaciones matrimoniales se habían firmado el 1 de octubre de 1496, pero que aún no se había casado por poderes; y ese temor seguía aún vigente en 1500, cuando Margarita logra escapar de manos de sus suegros (según se ve por carta de Fuensalida desde Londres de 8 de julio, Correspondencia de Fuensalida, p. 129).
215 Súbitamente, en una larga audiencia, tenida entre el 5 y el 9 de junio de 1498, el Rey de Romanos se presenta ante Fuensalida como rival directo de los nuevos Príncipes de España, diciendo que sus derechos al trono portugués son superiores a los del Rey de Portugal don Manuel, pues vienen por «linea derecha» (si bien de hembra), y que, si tiene por buena la sucesión de don Manuel, es «por servar el amistad y debdo con el Rey y Reyna mis hermanos, pues le tomaron por hijo», pero que era preciso evitar que «por la sucesyón del reyno de Portugal y avn por la suçesión de los reynos de Castilla y Aragón y Seçilia naçiese alguna discordya entre los herederos suyos [se refiere a los Reyes Católicos] y los míos, por do la amistad que entre nosotros está hecha fuese dysuelta entre nuestros hijos». El objetivo es claro: «Lo que yo quiero es que el Rey y la Reyna d’España mis hermanos, pues son padres de todos, hagan una declaraçión entre el Archiduque, mi hijo y suyo, y entre el Rey de Portugal sobre la suçesyón» y los términos de ella precisos: «podría aconteçer que la Reyna de Portugal oviese hijas y no hijos, y podrá ser asymismo que la Reyna de Portugal falleçiese antes que sus padres syn heredar ella»; siendo así, él se postularía como rey con derecho a Portugal (frente a su sobrina nieta) y exige a los Reyes Católicos que declaren «sy será heredera [de sus reinos] su hija la Archiduquesa o su nieta hija de la Prinçesa no aviendo heredado la madre» (siendo varón el nieto, el derecho de representación no lo discute). Fuensalida pide perdón a los reyes por tomarse el «atrevimiento» de advertirles que Maximiliano desconfía «y como él conosca la mala voluntad que los françeses tyenen a Vuestras Magestades, cree que fácilmente los trayría a su amistad para poner a Vuestras Altezas en neçesydad y, segund mi pensamiento, él se arma para que, sy suçediere no respondelle Vuestras Altezas como él quería o que se pone alguna dilaçión a la respuesta y a la obra... No me atrevo a escriuir esto más claro... Vuestras Altezas comprehenderán lo que querría dezir» (extensa carta escrita a lo largo de varios días consecutivos al 9 de junio, completada el 27 y concluida el 7 de julio de 1498 desde la Dieta de Friburgo. En D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 49-70).
216 Acerca del odio de la Princesa Margarita, fomentado por su entorno flamenco, a sus suegros, véase Çurita (obra cit. en la n. 63), fol. 169-l69v. Como enemiga fundamental de la política de los Reyes Católicos la tratará siempre el embajador Fuensalida, cuando madama llega a Flandes y los archiduques negocian el venir a España para ser jurados príncipes herederos: así, a los temores de los Reyes de España de que don Felipe deje a su hermana como «governadora en este estado», el embajador replica (Bruselas, 5 de noviembre de 1500) «estaré en vigilancia para lo entender, y sy lo entendiere, para lo estorvar por los mejores modos que yo podré y sabré», y cuando ese plan parece próximo a realizarse («Madama Margarita es venida aquí a Bruselas, qu’el Prínçipe fue por ella..., dizen que trabaja por quedar en la governaçión deste estado y que le queden en poder sus sobrinos»), insiste (Bruselas, 12 de enero de 1501) «trabajaremos de lo estorvar»; en fin, un par de meses después, convencido de que los príncipes don Felipe y doña Juana «no tyenen más voluntad de yr a España que de yr al ynfierno», se decide a no callar lo que piensa y, tras argumentar que «el Prinçipe querría yr a España, mas no para quedar en ella, syno para ser recibido por Principe y tornarse luego; y creo que sy él supiese que no avía de ser asy, que no le levarían allá syno por fuerça», achaca a madama Margarita la culpa de los malos hábitos de don Felipe: «y no quiero dezir quánto a esto ayuda la buena condiçión de madama Margarita, que sabe byen seguir la condiçión o voluntad y apetytos de su hermano» (Duque de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 162, 170 y 181).
217 Recuérdese que en este tipo de la «Montaña astur-leonesa» no ocurre el pacto, entre el padre y el hijo, de la integración de la nuera en la familia después de quedar viuda.
218 Cito el primer verso según una versión de San Martín de la Tercia (León). Expresiones análogas en otras versiones: «< Si se quiere casar, padre (~ < padre, si se quier casar), > casármela bien casada (~ > usted no le diga nada)», Camplongo a, Rediezmo, La Robla a. En algunas versiones la petición se matiza suponiendo una mayor pasividad de la joven viuda; «si la enviáis pa su tierra...»; «... que la echáis desamparada». De ahí que una versión (La Robla a ) añada; «Porque no diga la gente que en tierra ajena se hallaba». Hay versiones que extienden la libertad de la viuda, completando el derecho a volver entre los suyos con el derecho a casarse de nuevo: «Si se quier casar la niña, usted no le diga nada»; derecho que también puede reconocerse con palabras en que se admite una mayor dependencia de la mujer respecto a sus suegros: «si la volvéis a casar, casármela bien casada». En todas las variantes se da, sin embargo, por supuesto que la suerte de la viuda está en manos de la familia de su marido, a pesar de haber sido mujer con casa propia. Variantes de los otros versos: «< Si se quiere ir (~ si la enviáis - si la echa ~ si alguna vez va) pa (~ a) su tierra, > enviármela (~ mandármela ~ me la echa) acompañada (~ > no la envíen sin compaña ~ > dir, parientes, a llevarla), < porque no digan los suyos (~ < que no diga la su gente ~ < que dirán los de su tierra ~ < que dirán los sus parientes) > que quedó desamparada». Tipo «Montaña astur-leonesa» (mayoría).
219 Paradaseca a (versión descrita en la n. 30).
220 Portuguesa del Norte s. 1 (versión descrita en la n. 32).
221 Véase atrás, n. 211.
222 «De la señora Prinçesa vino vn correo al Rey de Romanos, y he trabajado por saber qué truxo o con qué vino, y no lo he podydo entender, syno qué vyene diziendo mili males, y asymismo vino otro Hulibel, que era maçero de la señora Princesa, y éste en mal dezir no perdona a nadye... y de la venida de aquel correo ha naçido dar más priesa en el despacho de los enbaxadores... para traer a la señora Prinçesa», Carta de Fuensalida a los reyes, 20 de agosto de 1498 (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 87).
223 D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, pp. 84-85.
224 D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 88.
225 Isabel, junto con el rey de Portugal don Manuel, fueron jurados herederos de Castilla el 29 de abril de 1498. Las cortes de Zaragoza se resistieron a aceptarla, siendo mujer, por heredera; pero se pactó el reconocimiento del posible hijo varón nacido de ella (derecho de representación). Cuando el 23 de agosto nació el príncipe Miguel, a costa de la vida de la madre, parecía solucionado el conflicto sucesorio, ya que las cortes del reino aragonés lo juraron como heredero, 22 de setiembre de 1498, el reino castellano lo hizo en enero de 1499 y el 7 de marzo de 1499 el portugués. Pero Fortuna, no atendiendo a las oraciones de Petrus Martyr («... finem suae truculentiae sors imponat, sinatque iam tandem Hispana suo progredi ordine sceptra oramus»), siguió impidiendo al cetro hispano sucederse en su debido orden. Es curioso ver como los panegiristas de los Reyes Católicos, que tanto lugar habían dado a la Providencia divina en el advenimiento de sus soberanos a las coronas de Castilla y Aragón, prefieren ahora hablar de la Fortuna, cuando la Providencia va destruyendo una tras otra las expectativas sucesorias de los católicos Reyes de España.
226 Don Felipe hizo llegar a la corte de Maximiliano la falsa noticia de que el príncipe hijo de los Reyes de Portugal había muerto tres días después que su madre: «toda la Corte del Rey de Romanos estava llena d’esta nueva qu’el señor Archiduque auía escrito a su padre, y no es neçesario dezir sy estauan tristes o alegres, porque Vuestras Altezas lo comprehenderán», escribe Gutierre Gómez de Fuensalida (D. de Alba, Correspondencia de Fuensalida, p. 97). Pero el embajador español mostró al Rey de Romanos una carta de los Reyes Católicos «escrita ocho días después que la Reyna paryó» (en realidad, el 31 de agosto) que mostraba lo falso de la noticia.
227 Çurita (obra cit. en la n. 63, p. 185) señala como fecha de la muerte del príncipe Miguel el 20 de julio de 1500.
228 Aunque los Reyes Católicos presionaron entonces para que doña Juana y don Felipe vinieran a España para ser reconocidos herederos por las Cortes de Castilla y de Aragón, el archiduque dilató el viaje en espera de lograr aclarar el panorama internacional pactando con Francia la boda de su hijo primogénito con la heredera del reino francés y tratando de obtener que los Reyes de España y Francia renunciaran en ellos el reino de Nápoes y le dieran a él su pingüe administración hasta la mayor edad de don Carlos. Doña Juana y don Felipe sólo serían formalmente reconocidos como herederos de Castilla y de Aragón el 22 de mayo (Cortes de Toledo) y el 4 de agosto (Cortes de Zaragoza), respectivamente, del año 1502.
229 O con otras expresiones substitutas: «no siendo», «sólo», «sino que», «menos», «mas que», «excepto». En Uña de Quintana b el verso correspondiente es: «si no son unos guantes de oros que le di de enamorada». En los tipos de «Montaña astur-leonesa» y «Picos de Europa», por incomprensión de la extraña restricción, dan un nuevo sentido al verso reemplazando esas expresiones por «tampoco» (con lo que el verso se convierte en una reafirmación de la esperanza de que la alianza familiar no se rompa).
230 P. Bénichou, Creación poética, p. 101.
231 «No quiero que lo tenga, ni tampoco que lo traiga, / quiero que se lo den a mi hermana», Fasgar (León occ.); «y ése mando que le den a una de mis hermanas», Villaquilambre (León), del tipo «Montaña astur-leonesa»; «Quíteselo, el rey mi padre, para una de mis hermanas», San Pedro de la Viña (Zamora). Similarmente, en una versión de Uña de Quintana (Zamora) se dice: «y si los guantes aquellos se los deis a mi hermana».
232 Soto de Sajambre (León).
233 Palacio de Sil (León).
234 Véase n. 228.
CAPÍTULOS ANTERIORES:
NOTA INTRODUCTORIA
* 1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO
I. HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE
* 2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO
* 3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA
* 4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»
* 5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ
* 6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO
II PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN
* 7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN
* 8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA
* 9.- 3. EL DOCTOR DE LA PARRA DESAHUCIA AL PRÍNCIPE
* 10.- 4. LA PRIMERA SECUENCIA DEL ROMANCE UTILIZADA EN 1613 POR VÉLEZ DE GUEVARA
* 11.- 5. LA ENTREVISTA CON FERNANDO EL CATÓLICO
* 12.- 6. LAS DOS SECUENCIAS DEL ROMANCE ORAL EN UN MANUSCRITO DEL SIGLO DE ORO
* 13.- 7. LA DOLOROSA SOLEDAD DE LOS PADRES
* 14.- 8. LA «EPHEBI FILII SENEX FORTITUDO»
* 15.- 9. LA PASIÓN AMOROSA POR MARGARITA
* 16.- 10. SUBVERSIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LA SEGUNDA SECUENCIA: EL TRIUNFO DEL AMOR EN LA MUERTE
* 17.- 11. LOS DERECHOS DE LA MUJER
* 18.- 12. LA ESPERANZA DE UN HEREDERO PÓSTUMO
Diseño gráfico:
La Garduña Ilustrada
Letras capitulares
Imagen: cuadro de Bernhard Strigel: Retrato del Emperador Maximiliano I
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