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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

8.- 2. EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA

 

2.  EL ROMANCE EN LA TRADICIÓN ANTIGUA Y MODERNA.  II PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

      unque no muy difundido en la tradición oral moderna, el romance de La muerte del príncipe don Juan me es conocido en un número bastante grande de versiones; unas 360 (frente a las 46 que reunió Bénichou13). Pertenecen casi sin excepción a tres grandes áreas geográficas: las comunidades sefardíes de Oriente14, las comuni­dades sefardíes de Marruecos y Argel15 y el Norte y Occidente de la Península Ibérica.

      En este área del N.O. cuyos puntos extremos meridionales son Otero de Herreros en Segovia16 y [Vila Nova de Portimão en el Algarve17], pueden distinguirse siete grupos básicos de versiones, o «tipos»18: el «Cántabro»19, el de «Picos de Europa»20, el «de la «Montaña astur-leonesa»21, el «Castellano-Leonés»22, el de «Alba de Alis­te»23, el «Astur-Galaico»24, y el «Portugués»25. Quedan un tanto al margen de esta distribución algunas versiones que difieren en aspectos más o menos significativos de las de su entorno26 , pero que no llegan a presentar rasgos específicos sobresa­lientes 27 y, sobre todo, cinco versiones muy singulares: Soto de Sajambre (León)28, Páramo de Sil (León)29, Paradaseca a (Ourense)30 y las dos únicas versiones de procedencia desconocida que contiene el corpus, recogidas una en España31 y otra en Portugal32. Aparte de las tres grandes áreas en que el romance se conserva como tema autónomo (la de Oriente, la de Marruecos y la del N.O. peninsular) queda memoria parcial de él en regiones muy varias utilizado para encabezar otros temas del romancero: así lo hallamos [nuevamente en otra versión d]el Algarve en Portugal33 y además en la tradición gitana de Andalucía la Baja, en Canarias y en Cuba y Santo Domingo34.

      La ausencia de impresiones del romance en el Siglo de Oro35 ha hecho a la crítica interesada en la evaluación de las posibilidades rememorativas de la tradición oral recurrir a la comparación directa del romance «moderno», tal cual nos los presenta el corte sincrónico constituido por las versiones recogidas en el siglo XX (o los últimos años del siglo XIX), con la información escrita contemporánea del su­ceso. Sus conclusiones, como hemos dicho, no pueden ser más dispares. Por mi parte, cuando en 1981 hice esa comparación guiado por la lectura del estudio de Bénichou en que sometía a crítica el supuesto romance «noticiero» postulado por la erudición historicista y llegaba a la conclusión de que la memoria colectiva sólo había retenido una «vaga silueta poética dibujada sobre el esqueleto de las reminis­cencias históricas»36, me sorprendió el ir hallando en el romance tradicional mo­derno un sinfín de datos cuya historicidad se comprobaba en la documentación contemporánea del suceso37, eso sí, repartidos entre las varias versiones tradiciona­les coleccionadas. Aunque algunos de esos recuerdos posean un escaso valor indi-vidualizador, otros son muy característicos de las circunstancias de la muerte del príncipe, tal como la vivieron y sintieron los españoles de fines del siglo XV. Lejos de ofrecer una desdibujada silueta del romance «noticiero» perdido, la tradición oral del siglo XX, en su conjunto, asombra por su capacidad de seguir recordando, después de medio millar de años, todas las particularidades del drama de 149738.

      La constatación de que la memoria colectiva había sido capaz de mantener noticia de todas las particularidades que individualizan el hecho histórico cantado no me movió seguidamente a defender que la restauración del romance medieval «no­ticiero» fuera la tarea más interesante propuesta por la documentación reunida, ya que me sentía tan ajeno como Bénichou a la «nostalgia del prototipo», propia de los filólogos comparatistas que aún siguen aferrados a la metodología y propósitos de una diacronía temporalmente invertida, de una «historia» que marcha a contracorriente del devenir histórico. Mi concepción de los estudios de la transmisión li­teraria me llevaban a defender (en consonancia con la «revolución copérnica» de Vinaver39) que lo que procedía no era el tratar de recobrar el texto perdido medie­val del romance, sino intentar poner de manifiesto el proceso histórico, el proceso creador (de acuerdo, en sustancia, con lo defendido en su programático ensayo por Bénichou).

      Pero, para realizar esa tarea, consideré (frente a lo sostenido por Bénichou) que interesaba formarse una clara idea del «esqueleto», o estructura básica, del romance «noticiero», si se quería comprender cómo los trasmisores del romance fueron desarrollando hasta hoy los varios temas que, en potencia, encerraba el proto­tipo medieval del poema.

Diego Catalán. Arte poética del Romancero oral II. Memoria, invención, artificio.

 OTAS

13  P. Bénichou, Creación poética, pp. 96, n. 2; 98, n. 4; 103, n. 12; 106, n. 18; 113, n. 33. En D. Ca­talán, J. A. Cid, F. Salazar, A. Valenciano y S. Robertson, El romancero pan-hispánico. Catálogo Gene­ral Descriptivo (CGR), III, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1983, p. 367, se enumeran ya 265 ver­siones.

14  En el CGR, III, p. 265 se alude a 18 versiones y 2 fragmentos de Oriente: 10 y 1 fragmento de Grecia (procedentes de Salónica, 10, y Lárissa, 1), más 1 y 1 fragmento de Rodas; 1 de Bulgaria (Sofía); 4 y 1 fragmento de Turquía (todas de Esmirna) y 1 versión sin lugar. La más antigua es de Salónica (Grecia), 1860 y la más moderna de Esmirna (Turquía), recogida en Cambridge, Mass. USA, 1980. Sú­mense otras dos versiones de Esmirna.

15  En el CGR, III, p. 265 se alude a 18 versiones y 1 fragmento de Marruecos y Argel: 1 de Tánger, 12 de Tetuán 1 de Oran, 1 sin lugar. La más antigua es de Tánger, 1905-1906, la más moderna de Tetuán, 1962.

16  Desde principios de siglo se conocía una versión incompleta de Otero de Herreros, dicha por Gregoria Prieto, en agosto de 1912 (anotada por María Goyri); en 1982 (el 7 de julio) un equipo encuestador del «Seminario Menéndez Pidal» (constituido por Ana Valenciano, Raquel Calvo, Javier Ormazábal, Dolores Sanz y Blanca Urgell) encontró el romance nuevamente en el mismo lugar, pero más completo, dicho por Frutos de la Calle (77 a.). Ambas versiones han sido publicadas en el Roman­cero general de Segovia. Antología 1880-1992, ed. R. Calvo, con la supervisión de D. Catalán, Segovia: Seminario Menéndez Pidal y Diputación Provincial de Segovia, 1993, pp. 13-14.

17  Hasta fecha reciente, el área portuguesa parecía tener como extremo el Alto Alentejo, siendo la versión más meridional entre las conocidas una de Tolosa recogida por J. Leite de Vasconcelos el 14-IV-1931 y publicada en el Romancero português póstumo del colector, Coimbra, 1958, p. 26 (núm. 15). Pero la aparición en el Museu Nacional de Arqueologia e Etnologia, de Belém, Lisboa, de un «es­pólio literario e etnográfico de Estácio da Veiga» ha puesto en conocimiento de la crítica una versión algarvia completa similar a las del Norte de Portugal, transcrita en un manuscrito de cuatro páginas con el título «Romances que se recitão em Va Na de Portimão». Debo esta noticia y el conocimiento del precioso texto inédito a José Joaquim Días Marques que prepara su tesis doctoral sobre el roman­cero contenido en el citado «espólio».

18  La existencia, en los romances más difundidos, de «tipos» regionales de estructura bastante fija en sus variantes narrativas y expresivas fue ya observada por D. Catalán y A. Galmés, «La vida de un romance en el espacio y el tiempo» (1950), en R. Menéndez Pidal et al., Cómo vive un romance. Dos ensayos sobre tradicionalidad, Madrid: RFE, Anejo LX, 1954, pp. 143-301, esp. 147, 179-194, 208-216, 241-256, 264-267, 272-275. P. Bénichou, al estudiar el romance de La muerte del príncipe don Juan notó la existencia de varios de estos tipos peninsulares denominándolos «grupos»: el «primero» abar­ca conjuntamente a nuestros tipos «Castellano-Leonés» y de «Picos de Europa»; el «segundo» a nues­tro tipo «Cántabro» y el «tercero» al «Portugués». La clasificación que utilizo fue avanzada ya en el «NOIN» y en el «NODI» del análisis del romance realizado en el CGR, III, pp. 367-433. Modifico la denominación de alguno de los tipos después de los últimos hallazgos de versiones tradicionales.

19  11 versiones de Cantabria, en su mayoría publicadas por J. M. de Cossío y T. Maza Solano, Romancero popular de la Montaña, Santander, 1933-1934.

20  45 versiones del Norte de Falencia, N.E. de León, Oriente de Asturias y S.O. de Cantabria.

21  43 versiones de la montaña central leonesa y del centro de Asturias («tipo» desconocido de Bénichou); las leonesas en su mayor parte recogidas por Josefina Sela en los años diez; las asturianas por Jesús Suárez en los años ochenta (finales) y noventa.

22  85 versiones de Burgos, la llanura de Palencia, Valladolid, Segovia, la llanura de León hasta los Montes de León, La Cabrera, y también Sanabria en Zamora; penetra hasta Ourense (versión de Rivadavia). La rama «leonesa» y «zamorana» de este tipo sólo ha quedado bien definida tras las encuestas del «Seminario Menéndez Pidal».

23 13 versiones del Occidente de Zamora y una versión fronteriza portuguesa («tipo» desconocido de Bénichou).

24  62 versiones del Occidente de Asturias, Lugo y el N.O. de León («tipo» desconocido de Bénichou). Las del N.O. de León y de la parroquia de Sisterna denotan la penetración de motivos proce­dentes del tipo «Castellano-Leonés».

25  49 versiones de Trás-os-Montes, Beira Alta, Beira Baixa, Alto Alentejo y Algarve, más 29 versiones españolas de Ourense, de Sanabria y Aliste en Zamora y de La Cabrera Baja en León. Con poste­rioridad a la publicación postuma del Romanceiro português de J. Leite de Vasconcellos por L. F. Lindley Cintra (1958), que Bénichou alcanzó a conocer (1964 y 1968), la recolección de romances tra­dicionales en Trás-os-Montes se reactivó gracias a las encuestas de M. da Costa Fontes com a colaboração de Maria-João Câmara Fontes (Romanceiro da Provincia de Trás-os-Montes: Distrito de Bragança, Coimbra, 1983), a las que siguieron las de P. Ferré y J. J. Dias Marques por todo el Norte de Portugal. Gracias a estas exploraciones modernas, la tradición del Norte de Portugal nos es bien conocida. La presencia en las provincias contiguas de España de formas del romance análogas a las portuguesas ha sido un hecho que sólo ha adquirido importancia como consecuencia de las encuestas realizadas en los años ochenta por los equipos del «Seminario Menéndez Pidal».

26  Algunas versiones de Tierra de Campos y de León se destacan por olvidar la preñez de la esposa y enfatizar (como en el tipo de «Alba de Aliste») el abandono en que van a quedar los hijos del di­funto.

27  En efecto, no desarrollan motivos ajenos a los que se hallan presentes en los tipos que hemos enumerado.

28  Dicha por Segunda Díaz, de 70 años. Recogida por Ramón Menéndez Pidal en setiembre de 1910. Análogo parece un fragmento de Oseja recogido en la misma fecha (que contrasta con otras ver­siones del mismo lugar).

29   Dicha por «La Romancera», una mujer que no quiso decir su nombre. Recogida por Felisa de las Cuevas.

30   Dicha por Camila Núñez Rodríguez, de 68 años. Recogida por Aníbal Otero en diciembre de 1934.

31   La española está escrita por una mano popular (sin sujetarse a la ortografía).

32   La portuguesa fue publicada en J. Leite de Vasconcellos, Romanceiro Portugués, Coimbra, 1958, p. 27 (núm. 16).

33   En el Algarve, 1 versión de Tavira-Fuzeta, publicada por S. Ph. M. Estácio da Veiga, Romanceiro do Algarve, Lisboa: Joaquim Germano de Sousa Neves, 1870) sirve de comienzo a las Quejas de doña Urraca. Acerca de los diferentes grados de manipulación de esta versión por su colector-editor en las varias formas en que nos la dejó transcrita, véase ahora J. J. Dias Marques, «Contribuição para o estudo do Romanceiro do Algarve de Estácio da Veiga à luz de manuscritos inéditos», tesis presentada en la Unidade de Ciências Exactas e Humanas, Universidade do Algarve, 1997.

34  En Sevilla (en 1 versión de la tradición gitana recogida por Manuel Manrique de Lara) encabeza a Entierro y boda contrastados; en Canarias (5 versiones) a La muerte ocultada, y en Santo Domingo y Cuba (4 versiones) a No me entierren en sagrado (o Si se está mi corazón). Las versiones canarias pueden leerse, reunidas, en D. Catalán, La flor de la marañuela, I y II, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1969, I (o en su reed. de 1996), pp. 246-247 y II, pp. 6-7, 48 y 143; las del Caribe, en F. de Nolasco, Poesía folklórica de Santo Domingo, Santiago, Rep. Dominicana, El Diario, 1946, p. 313, en E. Garrido, Versiones dominicanas de romances españoles, Ciudad Trujillo, 1946, pp. 81-82, y en B. Mariscal, Ro­mancero general de Cuba, México: El Colegio de México, 1996, p. 197.

35  Al menos, no figura en ninguno de los «Pliegos sueltos» y cancioneros de romances conocidos en nuestros días.

36 P. Bénichou, Creación poética, pp. 96-97.

37 Según enseguida veremos, para la reconstrucción histórica del apocamiento vital y muerte del Príncipe, aparte de su testamento, contamos con dos relatos contemporáneos de excepción: las cartas de Pietro Martire d’Anghiera y un Tratado del canónigo Alfonso Ortiz.

38 La sobrevivencia en el conjunto de las versiones orales del los siglos XIX y XX de una muy completa información acerca de las circunstancias y consecuencias del suceso de 1497 no exige, según ve­remos, contra lo que pudiera creerse, que el romance «noticiero» primigenio las contuviera todas, pues la memoria de la colectividad respecto al hecho histórico cantado y al mundo en que se inscribía permitiría, durante un tiempo, enriquecer o actualizar el texto sin perder aún noción de su particulari­dad histórica. Por otra parte, no todos los pormenores del romance original han de haber sobrevivido en alguna o algunas de las versiones modernas. El problema es análogo al que plantea la reconstruc­ción de proto-lenguas.

39 Como, en un rasgo de desafiante inmodestia, califica E. Vinaver a su teoría del desarrollo de los géneros narrativos medievales en The Rise of Romance, Oxford, 1971, en relación al comparatismo re­constructor de arquetipos.

CAPÍTULOS ANTERIORES: 

NOTA INTRODUCTORIA

*   1.- NOTA INTRODUCTORIA. MEMORIA, INVENCIÓN, ARTIFICIO

I.    HALLAZGO DE UNA POESÍA MARGINADA: EL TEMA DEL CORAZÓN DE DURANDARTE

*   2.- 1. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA MOMIFICADO

3.- 2. EL CORAZÓN DE DURANDARTE, TEMA AÚN VIVO EN LA MONTAÑA ASTURIANA

4.- 3. LA TRANSMISIÓN ESCRITA DEL TEMA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL ROMANCE TRADICIONAL «CONQUEIRO»

*   5.- 4. LA «CREACIÓN» DEL ROMANCE TRADICIONAL. EL TESTIMONIO GITANO-ANDALUZ

*   6.- 5. TRANSMISIÓN Y RECREACIÓN DE CONTENIDOS SIMBÓLICOS. EL EJEMPLO DE EL PRISIONERO

II    PERMANENCIA DE MOTIVOS Y APERTURA DE SIGNIFICADOS: MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

*   7.- 1. EL ROMANCE DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON JUAN

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