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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

** EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

1. NON OMNIS MORIAR, 1969.

VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

1. NON OMNIS MORIAR, 1969.

      Ramón Menéndez Pidal murió pocos meses antes de que el 13 de Marzo de 1969 llegara a cumplir su 100° aniversario. Los proyectos de ofrecerle en homenaje para esa celebración un conjunto de publicaciones, en que se mezclaban las de su autoría con las surgidas al calor de pro­yectos suyos inacabados, quedaron en deseo incumplido. Pero la efeméride de su Centenario tuvo como resultado positivo y duradero que el "Seminario Menéndez Pidal" de la Universidad Complutense de Madrid pudiera sobrevivirle.
      La prensa del día siguiente recogía, con despliegue gráfico1, la noticia:

    "MADRID: CÁTEDRA «MENÉNDEZ PIDAL»
    Rueda de Prensa ayer con el rector de la Universidad de Madrid, señor Botella Llusiá. Se trataba de anunciar la creación de la cátedra-seminario «Menéndez Pidal» en la Facultad de Filosofía y Letras. Objetivo de la cátedra: la investigación en el terreno filológico e historio-gráfico. No tendrá titular permanente y las lecciones serán desarrolladas por profesores na­cionales y extranjeros. Se espera que la cátedra comience a funcionar a partir del próximo cur­so (Cifra)".

      La Orden Ministerial firmada por el Ministro de Educación José Luis Villar Palasí el 13 de Marzo, por la que promovía el antiguo "Seminario" a la nueva categoría de "Cátedra-Seminario", aparte de sugerir posibilidades nuevas de desarrollo (ya que en tal nombre se reafirmaba la doble misión investigadora y educativa del organismo), parecía significar que la vida del pequeño cen­tro de la Facultad de Filosofía y Letras no se iba a extinguir juntamente con la de su primer Di­rector, a cuya sombra había nacido. De hecho, cuando días antes (el 5-III-1969) se había reuni­do el Patronato de Gobierno del "Seminario", bajo la presidencia del Rector, la situación del centro era bien precaria, ya que en 1968 y 1969 las consignaciones y subvenciones del Ministerio de Educación y Ciencia totalizaban 0,00 pts., por lo que el Patronato acordó, en aquella reu­nión, solicitar "la concesión de una subvención para atender a la labor investigadora del año 1969 y a las obligaciones contraídas el año anterior, en que no se recibió cantidad alguna" y, asimismo,

     "que se pusiera fin a la situación provisional en que se encuentra el «Seminario» en orden a su régimen económico y que, a partir del Presupuesto General del Estado para el ejercicio económico de 1970 y siguientes, se consigne un crédito específico con carácter permanente para que el «Seminario» pueda contar anualmente con la cantidad precisa para atender al cumplimiento de sus fines".

      En sintonía con este proceso de confirmación y cambio de nombre del centro, vio la luz un folleto in memoriam de Ramón Menéndez Pidal, en el cual, tras la reedición de dos "lecciones" o ensayos de Menéndez Pidal, se pasaba revista a la labor reciente del "Seminario". Formando par­te del haber científico reseñado se citaba la publicación de tres nuevos volúmenes relativos al Ro­mancero: Romances de tema odiseico I, Ed. a cargo de D. Catalán, con la colaboración de M. S. de Andrés, E Bustos, M. J. Canellada y J. Caso, "Romancero tradicional de las lenguas hispáni­cas" de R. Menéndez Pidal, vol. III, Madrid, 1969, y La flor de la marañuela. Romancero general de las Islas Canarias I: Romancero de Tenerife y II: Romanceros de La Palma, La Gomera, El Hierro, Gran Canaria, Fuerteventuray Lanzarote, Eds. por D. Catalán, con la colaboración de M. J. Ló­pez de Vergara, M. Morales, M. V. Izquierdo, A. González y A. Valenciano, Madrid, 19692.
      En la Introducción del volumen IIIº del Romancero tradicional, primero de los tres dedicados a los "romances referentes al tema folklórico universal que dio argumento a la Odisea, el de la llegada del esposo, a quien se daba por muerto, a tiempo de impedir la nueva boda de su cón­yuge", se justificó el cambio que con él se inauguraba en la concepción del conjunto de la serie Romancero tradicional de las lenguas hispánicas, diciendo:

    "Publicamos los textos de la colección Goyri-Menéndez Pidal sin acompañamiento de es­tudios. Creemos que, en las circunstancias actuales, se impone el separar, de una parte, la edi­ción de materiales y, de otra, la publicación de estudios basados en ellos. Como principal res­ponsable de la edición del Romancero tradicional, Diego Catalán tiene el propósito de buscar la ayuda y colaboración de otros estudiosos de los romances tradicionales para acelerar la ta­rea de hacer públicos los millares de versiones inéditas atesoradas en el archivo-biblioteca Me­néndez Pidal y, al mismo tiempo, se propone invitar a otros colegas a enriquecer el Romance­ro tradicional con estudios personales de varia orientación" (pp. 6-7).

      Por otra parte, al anticipar, con este volumen y con los cinco que le siguieron3, la publicación de romances de tema folklórico a los de tema histórico nacional, el "Seminario Menéndez Pi­dal" vino a poner en conocimiento de todo lector interesado la evidencia documental de unos  hechos que los más destacados estudiosos contemporáneos del romancero impreso en el s. XVI (Antonio Rodríguez Moñino) y de los romances de pliego de cordel de los siglos XVIII y XIX (Julio Caro Baroja) se negaban a aceptar e incluso a comprender: la importancia de la transmi­sión oral de los romances durante los últimos cinco siglos, con independencia de la difusión es­crita de los textos romancísticos lograda por la imprenta4, y, de resultas, las particulares caracte­rísticas de los textos almacenados en las memorias de múltiples y distantes cantores o recitadores y trasmitidos de boca en oído, de generación en generación, en las diversas comunidades del am­plio mundo hispánico. Ningún corpus más apropiado para estos propósitos que los constituidos por las versiones de los dos romances estudiados en su diversidad por Ramón Menéndez Pidal en 1920 y por Álvaro Galmés y por mí en 1950, La condesita (o La boda estorbada) y Gerineldo, cuya edición estaba preparando el "Seminario Menéndez Pidal" en seguimiento de la del volu­men publicado en 1969 y que irían apareciendo sucesivamente como volúmenes IV a VIII del Romancero tradicional entre 1970 y 1976. Estos volúmenes pusieron en manos del curioso lec­tor más de 600 versiones de La condesita y más de 900 versiones de Gerineldo. Cualquier estu­dioso del Romancero tuvo la posibilidad, a partir de entonces, de examinar con todo detalle lo que ningún trasmisor de esos romances o de otros podía ni saber ni sospechar: en qué consiste la variabilidad textual de un poema de tradición oral ampliamente difundido. Por otra parte, las versiones publicadas de estos romances vinieron a representar una advertencia para la erudición: siendo de dominio público y estando abiertos a consulta los riquísimos fondos inéditos del "Ar­chivo Menéndez Pidal / Goyri del Romancero", un elemental rigor científico hace imprescindi­ble su conocimiento, tanto si se aspira a estar bien informado sobre el conjunto del género, como si se pretende emitir juicios acerca de romances particulares.
      En cuanto a la publicación del Romancero general de las Islas Canarias es preciso reconocer que rompía con un principio siempre defendido por Ramón Menéndez Pidal, el de que el "Romancero pan-hispánico" constituye un corpus baladístico unitario, que no debe considerarse frag­mentariamente, sino en su totalidad. Pero la ruptura no se debió, en modo alguno, a razones de carácter teórico, sino de índole exclusivamente práctica: a la voluntad de salvar del olvido una rama de la tradición pan-hispánica casi enteramente desconocida reuniendo sus textos en el "Ar­chivo Menéndez Pidal / Goyri del Romancero" y dándolos a conocer en forma impresa.
      A ese mismo propósito se debió el que la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal entrara en es­trecha colaboración con dos profesores americanos especializados en otra rama del "Romancero pan-hispánico", la judeo-española o sefardí: Joseph H. Silverman y Samuel G. Armistead, de cu­yas investigaciones he hablado ya circunstancialmente. Enseguida volveremos sobre este tema.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

1 En "Arriba", de donde tomo el texto de "Cifra", esa noticia iba al pie de una fotografía en que el Rec­tor se dirige a los periodistas. Junto a Botella se ha­llan sentados el Subdirector en funciones de Director del "Seminario" (ya "Cátedra-Seminario") y el Direc­tor de Investigaciones, que continuaba en sus funcio­nes (Rafael Lapesa y yo).

2 La intervención en la edición de nuevos colabo­radores, después de que hicieran una primera labor las dos principales colectoras de los romances publi­cados (María Jesús López de Vergara y Mercedes Mo­rales), se explicó así en la Introducción: "Más tarde, por los años de 1963-1965, María Victoria Izquierdo participó en la elaboración de las notas históricas y Araceli González trabajó en la preparación de los tex­tos para la imprenta. Por último, cuando el «Seminario Menéndez Pidal» dio acogida al proyecto, Ana Valenciano contribuyó, en 1967-1969, a la última revisión de los textos, a la preparación de los índices y a la corrección de las pruebas. Como mecanógrafas, trabajaron Hermógenes Alvarado, en La Laguna, y Paloma Montero de Cela, en Madrid".

3 A continuación del RTLH, III (1969), irían sien­do publicados los siguientes volúmenes: R. Menén­dez Pidal, Romances de tema odiseico, II y III. Ed. a cargo de D. Catalán, con la colaboración de M. S. de Andrés, F. Bustos, A. Valenciano y P. Montero, Ma­drid: Seminario Menéndez Pidal, 1970 y 1971-72 (= RTLH, IV y V); Gerineldo. El paje y la infanta, I y II. Ed. a cargo de D. Catalán y J. A. Cid, con la colabo­ración de M. Pazmany y P. Montero, Madrid: Semi­nario Menéndez Pidal, 1975 (= RTLH, VI y VII); Gerineldo. El paje y la infanta, III: ed. D. Catalán, dispuesto para la imprenta por R. Nelson, F. Rome­ro, M. Pazmany, completado y corregido por J. A. Cid y A. Valenciano. Músicas a cargo de A. Carreira, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1976 (= RTLH, VIII).

4 A. Rodríguez Moñino, Construcción crítica y rea­lidad histórica en la poesía española de los siglos XVI y XVII, Madrid: Castalia, 1968, había llegado a sentar como un hecho: "Conoce el pueblo la poesía, desde el siglo XVI a nuestra época, casi con exclusividad a través de los cuadernillos distribuidos sobre el terri­torio peninsular por los vendedores ambulantes, principalmente ciegos (...) La crítica ha desconocido (...) que sin esta permanente difusión sería imposible encontrar apoyo a la transmisión oral (...); sin él [el pliego de cordel vendido por los ciegos] no se puede comprender aquella sino como un milagro. Y los mi­lagros en historia literaria no son firme base de apo­yo en la cual sustentar teorías". Por su parte, J. Caro Baroja, Ensayo sobre literatura de cordel, Madrid: Re­vista de Occidente, 1968, pp. 433-434, había sen­tenciado con idéntica suficiencia: "Hay que distin­guir entre épocas y épocas también, porque aquella facilidad con que en las sociedades antiguas se trans­mitían los romances, de generación en generación, sometiéndolos a unos procesos selectivos de gran va­lor estético ha cesado ya hace mucho (...); habría que precisar en qué relación está ese portentoso proceso de conservación de los romances tradicionales (...) con un orden de hechos que no giran en torno a la transmisión oral, ágrafa, sino alrededor de la trans­misión escrita (...)". ¡Qué fácilmente y con qué auto­ridad pueden, a veces, pontificar los sabios especialis­tas desde la más admirable ignorancia de miles y miles de datos sobre los que de antemano han deci­dido no querer saber nada!

"La flor de la marañuela".pdf Libro de 379 páginas,  digitalizado por la ULPGC.

LÁMINAS

Una audaz iniciativa permitió que el "Seminario Menéndez Pidal" no desapareciera a la muer­te de Ramón Menéndez Pidal: su conversión "en el papel" (pero, al fin y al cabo, oficial) en "Cáte­dra-Seminario" dentro de la Universidad de Madrid con ocasión del Centenario de Menéndez Pi­dal, 13-III-1969.
Rueda de prensa del Rector de la Universidad de Madrid anunciando la Cátedra (Botella Llusiá frente al micrófono; a su derecha Lapesa y Catalán).

Non omnis moriar.

Las primeras publicaciones de tema, romancístico de la "Cátedra-Seminario", aparecidas en 1969, fueron un nuevo vo­lumen del Romancero tradicional de las lenguas hispánicas y un romancero "regio­nal", de una sub-tradición sobre la que se tenían hasta entonces muy escasas noticias, la de las Islas Canarias.

  

 

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968.

10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      Al comenzar el nuevo curso académico 1967-1968, me integré en el "Institute for Research in the Humanities" y en el "Spanish and Portuguese Department" de la University of Wisconsin, Madison. Tan pronto como llegué, se reanudaron las conversaciones acerca de la posible participación de aquella universidad en la organización del "Archivo-Biblioteca Menéndez Pi­dal" como un centro de trabajo abierto a investigadores españoles y extranjeros. En carta del 13 de Setiembre de 1967 escribí al respecto:

    "Según quedé contigo, abuelo, nada más llegar a Madison reanudé el diálogo con la Uni­versidad de Wisconsin acerca del proyecto de creación de un centro de estudios filológicos en Madrid que se apoyase en tu Archivo-biblioteca.
    Tuvimos una reunión, a la que asistieron [E. R.] Mulvihill, [LL.] Kasten y [A.] Sánchez Bar­budo, en que se revisó la situación del proyecto en esta Universidad y se discutieron los pró­ximos pasos que convendría dar.
    Vi, primeramente, el proyecto hecho por Mulvihill después de tu reunión con Sánchez Barbudo en Enero de 1965, que sirvió para presentar el asunto al Presidente, al Canciller y Decanos de esta Universidad, mientras yo estaba en Berkeley. Entonces dieron su aprobación a la idea (a pesar de que no estaba clara la oferta ni la petición). Cuando en el Departamen­to quisieron volver a tratar contigo respecto al proyecto, te encontrabas en la clínica. Acudie­ron a Lapesa; pero él, como es lógico, nada podía decir ni hacer.
    La reunión que hemos tenido fue, a mi parecer, muy útil, pues quedaron perfiladas las ideas (,..)212".

     Tras larga espera de noticias, el 5-6 de Noviembre de 1967 escribí a Ramón y Jimena Me­néndez Pidal comentando:

    "La llegada de una carta autógrafa del abuelo me causó gran satisfacción y más aún al leer su contenido (...). Poco después llegó carta de madre, rompiendo un largo silencio epistolar (...)",

y, en mi respuesta a esas cartas, incluí un recordatorio del tema del Archivo-biblioteca:

    "A ver qué hacéis con el plan sobre el Archivo-biblioteca. Mientras no tenga una respues­ta referente al esbozo que os envié, aquí no pueden dar otro paso (...). Sería muy convenien­te el que aquí llegasen a redactar un primer proyecto consultando a la administración. Ello no compromete a nada"213;

y hacia finales del mes214 insistí de nuevo

    "Lo que no quisiera es que el proyecto del Archivo-biblioteca Menéndez Pidal se hundie­se antes de intentar echarlo a la mar.
    Yo creí que ibais a contestarme rápidamente. Aquí había quedado en reunirme con Kasten para perfilar la propuesta, pero al no contestar vosotros, el proyecto se ha quedado en nada (...). Si creéis que vale la pena hacerlo, hay que seguir adelante sin parones de meses".

      Al fin llegaron los "comentarios acerca del proyectado Archivo-biblioteca Menéndez Pidal", y Lloyd Kasten

    "quedó (11-XII-1967) en redactar el proyecto de una forma «oficial», tal como se elevaría a la consideración de las autoridades de esta Universidad [de Wisconsin]".

Para el 23 de Enero de 1968, Kasten ya había acabado el escrito y lo había remitido a Mul­vihill215. Estudiado ese borrador por los administradores de la University of Wisconsin, el 31 de Mayo el Dean of the Gradúate School Robert M. Bock remitió a Ramón Menéndez Pidal una "Preliminary proposal", plenamente desarrollada, acerca de la creación en Madrid (España) de un "Center of Philological Studies", filial del "Seminary of Medieval Studies" de la University of Wisconsin, dedicado al estudio de las lenguas y literaturas hispánicas y de la historia medieval de España y abierto a estudiantes graduados, post-graduados y profesores interesados por esas materias. En dicho Centro depositaría Ramón Menéndez Pidal, bajo ciertas condiciones (que se detallaban en la propuesta), su archivo y su biblioteca, y la Universidad de Wisconsin se responsabilizaría del mantenimiento y actualización, con nuevas adquisiciones de libros, de la biblioteca, así como del mantenimiento del edificio y del personal necesario para el funciona­miento tanto de los archivos como de la biblioteca. La propiedad del "Archivo" y la de la "Bi­blioteca" serían las dispuestas por Ramón Menéndez Pidal en su testamento. A través de una se­rie de cláusulas, se precisaban adicionalmente en la propuesta los detalles concernientes a gastos, al uso de los fondos, a la colaboración con el "Seminario Menéndez Pidal" y con los herederos de Ramón Menéndez Pidal y también los pasos pertinentes para cancelar el acuerdo por volun­tad de cualquiera de las partes contratantes.
      La respuesta de Ramón Menéndez Pidal se difirió, en vista de la inminencia de un viaje mío a Madrid por un par de semanas en el mes de Junio, durante el cual me di cuenta de que el pro­yecto no era visto con buenos ojos por Gonzalo Menéndez Pidal. Al regresar a Madison, infor­mé a Mulvihill de que, por el momento, respecto a la colaboración propuesta sólo era posible dar los pasos preliminares216. Por fin, el 29 de Julio de 1968 Ramón Menéndez Pidal contestó al Dean Bock, expresando su deseo de ver realizado el proyecto, pero pidiendo un plazo adicional para estudiar la propuesta; entre tanto afirmaba:

    "La fase inicial de microfilmar el Romancero y las portadas de los libros de mi biblioteca cuenta con mi entera aprobación. Sería de desear que pudiese realizarse en breve".

      Rafael Lapesa, con quien no pude hablar en Madrid durante mi estancia en Junio, pues el primero de ese mes había volado en dirección a Méjico, empalmó el cursillo que desarrolló en Méjico con el Congreso de Academias en Quito y el de Hispanistas en Nimega, así es que sólo en Setiembre se reintegró a España. Desde El Escorial, escribió paralelamente a Mulvihill y a mí el día 14 de ese mes acerca de "la proyectada creación del Centro de Estudios Históricos en Chamartín":

    "(...) me parece un acierto por parte de la Universidad de Wisconsin [comentaba a Mul­vihill]: será un complemento magnífico para su «Seminary of Medieval Spanish Studies», con una mina de materiales riquísimos que explotar (...). Por lo que al «Seminario Menéndez Pi­dal» se refiere, yo no veo inconveniente alguno, aunque lamento que no sea una entidad es­pañola la usufructuaria de tan precioso legado";

pero a uno y a otro de sus corresponsales en Madison (Wisconsin) nos advertía de que eran Jimena y Gonzalo Menéndez Pidal

    "quienes deben dar su parecer. La instalación del Centro allí [en la casa de la Cuesta del Zarzal] puede acarrearles servidumbres diversas —por de pronto, de entrada y salida— que ellos han de considerar"217.

      Mulvihill informó sobre todos estos detalles al Decano de la Escuela Graduada y Bock res­pondió amablemente a Menéndez Pidal el 21 de Octubre de 1968 aceptando la responsabilidad de proporcionar los fondos para el "paso preliminar del acuerdo" (la microfilmación del Ro­mancero y de las portadas de los libros). Su carta concluía con votos por que el proyectado Cen­tro de Estudios Filológicos pudiera llegar a ser realidad:

    "(...) hemos empezado a hacer los arreglos preliminares con el Profesor Diego Catalán. Confiamos que esta fase preliminar del proyecto pueda ser completada durante su estancia en Madrid para realizar investigaciones en la Primavera de 1969.
    Confío en que esta fase preliminar del proyecto conduzca a una negociación fructífera re­lativa a nuestra propuesta más amplia"218.

      Entre tanto, el "Seminario Menéndez Pidal", pese al reconocimiento oficial de su Reglamen­to, al nombramiento de un Subdirector y de un Director de Investigaciones y a las "Ayudas a la Investigación" recibidas del Ministerio de Educación, no conseguía, durante aquel año de 1968, tener un funcionamiento regular.
      El 30 de Enero de 1968 Rafael Lapesa contemplaba con tanta desilusión el panorama de la Universidad española, que hubiera optado por la jubilación a los 60 años de edad, si la ley que la permitía no hubiera sido por entonces modificada219:

    "Nuestra universidad está cada día más desagradable. La protesta de los chicos ha desem­bocado en una situación de violencia insostenible a la que las autoridades responden con pa­los de ciego y vergajazos. Resultado: desde ayer tenemos fuerza pública dentro de los edificios universitarios (...). La política seguida hasta ahora (...) ha servido para eliminar toda protesta constructiva en el ambiente estudiantil (...); la dirección ha pasado a grupos (... [e]) indivi­duos de proceder nada claro, con alguno de los cuales la policía ha tenido hasta ahora nota­ble tolerancia. El panorama no es atractivo".

Pero, en medio de esa sombría pintura tenía que reconocer que, al acabarse el año 1967, el "Se­minario Menéndez Pidal" gozaba de una sana situación económica, hasta hacía poco inimagi­nable:

    "Podremos hacer frente a la impresión de todo lo que está en marcha" (30-I-1968).

En efecto, el saldo de las subvenciones estatales y de lo que la "Editorial Gredos", distribuidora de los libros del "Seminario", adeudaba sumaba:

    "540.574 [pesetas con] 85[céntimos] para los gastos de este año [de 1968] hasta que en octubre llegue la próxima subvención de otro medio milloncejo" (19-II-1968),

según me comentaba en sendas cartas dirigidas a Madison (Wisconsin) tras recibir de la Facul­tad de Filosofía y Letras relación detallada de las subvenciones y los gastos220 y de la Editorial distribuidora de las publicaciones las últimas liquidaciones221. Las citadas cartas iban acompa­ñadas de la documentación económica recibida, con el fin de que yo me encargara de redactar la preceptiva "Memoria bienal de las actividades del Seminario Menéndez Pidal de la Universi­dad de Madrid" correspondiente a 1966 y 1967.
      De las diez obras que, según en esa "Memoria bienal" hice constar, tenía por entonces en pro­ceso de publicación o elaboración el "Seminario"222, cinco de ellas se hallaban "en prensa". Las dos referentes al Romancero, que se describían diciendo "Romances de tema odiseico. Ed. por D. Catalán con la colaboración de F. de Bustos en Romancero Tradicional, III (Impresor: S. Aguirre. En pruebas los primeros pliegos)" y "’Flores de la Marañuela. Romancero General Canario, I. Ed. por D. Catalán con la colaboración de M. J. López de Vergara, M. Morales, A. Antón, M. V. Izquierdo y A. Valenciano (Impresor: Castalia. Entregado el original)", estaban siendo publi­cadas, según se hacía constar en esa "Memoria bienal", una por intermedio de la "Editorial Gredos", la otra "en colaboración con el Aula de Cultura de Tenerife".
      A pesar de la multiplicidad de obras "en marcha" de que la "Memoria" de 1966 y 1967 daba cuenta, mi evaluación en la Primavera de 1968 de lo que como "Director de Investigaciones del Seminario Menéndez Pidal" había conseguido realizar no me permitía sentirme satisfecho. Así se lo manifesté al "Subdirector" el 13 de Abril, cuando Rafael Lapesa se disponía a alejarse de España, en busca de otros ambientes que creía más gratos que el de Madrid, volando hacia Mé­xico (y, posiblemente, volviendo una vez más a Harvard223):

    "Estoy muy descorazonado ante la crisis de las publicaciones que dejé «casi a punto» antes de salir [de Madrid para Madison, Wisconsin]. Es dificilísimo entenderse por carta. Sólo lo que Mari Sol [de Andrés] gobierna sigue el ritmo deseado".

      La "crisis" afectaba especialmente a las obras relacionadas con el Romancero. Sabiendo que Francisco Bustos parecía inclinado a reintegrarse al "Seminario Menéndez Pidal", consideré con­veniente escribirle224, a través de Rafael Lapesa, abordando con toda franqueza la cuestión de nuestros respectivos resentimientos (21 de Marzo de 1968), y exponiéndole como hecho in­controvertible que:

    "Para que el Romancero tradicional, III, vea pronto la luz es imprescindible que alguien ahí [esto es, en España] tome con interés el problema de la corrección de pruebas y que intente­mos superar las condiciones adversas".

Convencido de que mi sinceridad iba a remover los obstáculos que se interponían en el proce­so de publicación del Romancero Tradicional, III, le explicaba seguidamente al pormenor la si­tuación del volumen:

   "1. Entregué a AGUIRRE el original mecanografiado de 3 carpetas: Navegante, Dirlos, Antores.
   
2.  Según lo acordado, Aguirre me envía a mí un juego de pruebas, y otro acompañado del original mecanografiado a Mari Sol [de Andrés].
     3. Tenemos ya pruebas de a) Navegante (3as) y b) Dirlos (las).
    4.  Los restantes originales a máquina y los verdaderos originales (versiones manuscritas, ediciones de donde se sacan otras versiones, pliegos sueltos, etc.) están en Chamartín. Los verdaderos originales deben de estar siempre allí, los originales a máquina deben ir pasando a la imprenta, conforme los vaya pidiendo.
    5. Ojo. Yo tengo los originales manuscritos de Conde Sol [procedentes de] Cataluña. Hay que incorporarlos (...).
    Tal como están las cosas, yo he podido corregir las versiones tradicionales catalanas, parte de las portuguesas y nada más. Es imprescindible que hagáis ahí la corrección del romance de Dirlos y sus variantes (aquí no tengo ni el P[liego] S[uelto] de Londres ni el de las tapas de los mss. árabes) y de las versiones inéditas gallegas, sefardíes, etc. Tampoco tengo los viejos romancerillos portugueses (sólo el grande de Leite)."

Al mismo tiempo, a Rafael Lapesa le expuse en esta forma la situación:

     "Estoy muy preocupado con la impresión del Romancero Tradicional, III. Los originales que­daron allí; por tanto yo aquí sólo puedo usar mi cabeza, mis recuerdos y los textos publicados que están en esta Biblioteca. Necesito a alguien responsable en quien apoyarme ahí. Mari Sol [de Andrés] goza de mi completa confianza, aunque no conoce la obra en cuestión. Bustos, na­turalmente, está mejor situado para resolver los problemas. Pero la corrección no progresaría si el responsable en Madrid no lo toma con interés y si no está interesado en hacer funcionar la difícil empresa de llevar el trabajo al  alimón conmigo (a base de cartas frecuentes y puntuales).
    Si Aguirre ve que nosotros no respondemos, arrinconará la obra. Sería lástima que todo el esfuerzo del año pasado no diera fruto, ahora que está ya todo a punto".

Pero mi carta a Francisco Bustos no llegaría a serle entregada por Lapesa225, por lo cual el 13 de Abril elegí como nuevo intermediario a su hermano Eugenio, catedrático en Barcelona.
      Al faltar un encargado de la obra que residiera en Madrid , traté en esta última fecha de pla­near con la imprenta una nueva fórmula de corrección de pruebas que me permitiera asumir di­rectamente toda la responsabilidad226. Pero todavía el 27 de Abril la obra seguía estando total­mente paralizada, en el mismo estado que se la había descrito en Marzo a Francisco Bustos.
      En cuanto a la Flor de la Marañuela las cosas no iban mejor:

    "Por Soledad [Ortega] me entero de la caída de Lora; eso supone, supongo, que Antonio González cese de Rector lagunero (...). Me temo que la prometida subvención al Romancero canario se vaya al garete. Ya se lo había advertido yo a «Castalia»" (27-VI-1968).

      Ante el fracaso de cuanto había planificado para ese año académico como "Director de In­vestigaciones del Seminario Menéndez Pidal", aproveché el interludio entre los cursos wisconsinianos de Primavera y de Verano para ir, según arriba he referido, durante unos quince días a Madrid en el mes de Junio:

    "Pretendo solucionar en esas dos semanas todos los problemas relacionados con los libros que están en impresión o que van a entrar en ella! El R[omancer]o Tradicional], III, el R[omancer]o Canario, [la] Crón[ica de] 1344 y mi nuevo libro sobre Romances raros. Me voy a poner al habla con las imprentas para conseguirlo",

había explicado a Ramón y Jimena Menéndez Pidal el Lunes [20 ó 27] de Mayo de 1968 antes de hacer el viaje.
      En cuanto a La flor de la. marañuela, pude, en efecto, dar el último impulso a su impresión y reactivar la ayuda económica para ella del "Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife" a través del nuevo rector de la Universidad de La Laguna227. El libro "sobre Romances raros" es el que ve­nía preparando desde meses atrás para la "Colección Filológica" de la "Editorial Gredos". Es­tando en Madison había recibido para él nuevos textos sefardíes de Samuel G. Armistead (re­mitidos desde Purdue University, 9-IV-1968) poco antes de enviar en ese mes a la Editorial una mitad de la obra228.
      Otra tarea que se sumaría a las proyectadas para Junio fue la de preparar el "Apéndice" que había de constituir la Parte III de la nueva edición de La leyenda de los Infantes de Salas de Ra­món Menéndez Pidal, que la "Editorial Espasa Calpe" me reclamó el 28 de Mayo con urgen­cia229, así como la colección de los artículos de Ramón Menéndez Pidal más importantes desde un punto de vista teórico sobre el Romancero que, para ofrecerle en su próximo centesimo ani­versario, iba a publicar la misma editorial.
      Durante aquella mi breve estancia en Madrid, comprobé que la vida de Ramón Menéndez Pidal había entrado en declive manifiesto, sin esperanza de que en un futuro pudiera volver a ser más activa y menos dura de soportar230.
      Después de que mi estancia en Madrid llegara a su fin, las diversas obras pendientes aún se­guían "coleando" cuando se echó encima el rigor del verano español. Aunque el 22 de Julio es­cribía a Chamartín desde Wisconsin:

    "Me han llegado unas pruebas del Romancero Tradicional’ vía Mari Sol [de Andrés] y otras directamente de Aguirre. Intentaré despacharlas rápido. Espero nuevas de Ana [Valenciano] sobre [las "flores" de romances de] Gomera y Hierro";

en el siguiente mes reinaba en España la habitual inactividad veraniega:

    "MADRE. Contéstame en el estado en que se halla el R[omancero] canario. Con la forzada ausencia de Ana [Valenciano] todo ha quedado en el aire. Yo le devolví las pruebas (vistas por ella y por mí) de todo el Ier tomo (Introducción + Romancero de Tenerife: Flores I, II, III y IV). Faltaba sólo ver ciertos detalles en los originales.
    También le devolví las 2 flores de La Palma con problemas (pues yo aquí no tenía los originales). Son parte del 2° tomo. Últimamente envié a Mari Sol [de Andrés] 2 flores más (Go­mera y Hierro). Ahora me escribe —antes de recibirlas— que se va del 8 al 25 de agosto. Es decir, mañana.
    ¿Entregó Ana a Castalia el Ier tomo? Si lo hizo estamos salvados hasta fines de agosto. Si no lo hizo, te pido que intentes recobrarlo y mires tú misma las pocas cosas que faltaban y lo en­tregues a Castalia, Zurbano 39 (Teléfono 257 77 62)". (7-VIII-1968)231.

Sólo las obras de Ramón Menéndez Pidal que imprimía "Espasa Calpe", entre ellas la 3a edición con adiciones de la Leyenda de los Infantes de Lara y los Estudios sobre el Romancero, progresaban debidamente232.
      Llegado el Otoño, la vida de Ramón Menéndez Pidal se fue haciendo más y más precaria y el 14 de Noviembre de 1968 se produjo su muerte. Sus obras inconclusas le sobrevivían, sin que los centros de investigación que planeó para que aprovecharan el trabajo y materiales acumula­dos en su larga vida quedaran firmemente establecidos y fueran eficazmente operativos.
      Una vez muerto y enterrado Ramón Menéndez Pidal, por más que sus albaceas testamenta­rios (Rafael Lapesa, Luis Menéndez Pidal, Rafael Masaveu, Juan López Suárez) y los miembros de la "Comisión encargada del Gobierno y administración de la Biblioteca Menéndez Pidal (Ra­fael Lapesa, Dámaso Alonso, Luis Felipe Lindley Cintra, Consuelo Gutiérrez del Arroyo) fue­ran personas especialmente interesadas en el legado cultural de Ramón Menéndez Pidal, nunca llegarían a remontar las dificultades que se les presentaron al intentar resolver el futuro de la Bi­blioteca Menéndez Pidal233, debido a su deseo de inhibirse respecto al conflictivo pro-indiviso en que quedó la casa (y solar) del olivar de Chamartín234. Las propuestas de la University of Wisconsin (reiteradamente presentadas en 1969, 1970 y 1971) quedaron, finalmente, sin respues­ta. En consecuencia, el proyecto de un Centro de Estudios Filológicos con base en el Archivo-Biblioteca Menéndez Pidal murió lentamente235, e incluso la antigua casa de Ramón Menéndez Pidal parecía condenada a su destrucción.
      En cuanto al "Seminario Menéndez Pidal", una vez desaparecida la figura ("nacional" e "in­ternacional") del "Néstor de los filólogos", el centro creado en 1954 en la Universidad de Ma­drid quedaba sujeto a los avatares de la política universitaria en un período especialmente tur­bulento.
      La falta de un destino seguro para los fondos archivísticos y biblioteca Menéndez Pidal236 y la precaria situación, en cuanto centro de investigaciones, en que quedaba el "Seminario" que llevaba su nombre no podían hacer olvidar, sin embargo, una realidad apremiante: la existencia en las imprentas de un conjunto de obras en publicación que no podían detenerse237. Entre ellas, varias referentes al Romancero.

    "Dile a Ana [Valenciano], madre [escribiría por entonces (22-XI-1968) a Jimena Menén­dez Pidal, desde Verona, Wisconsin], que me envíe las pruebas de Aguirre con el romance de Dirlos, el texto y las variantes. Ha llegado un microfilm con el Pliego Suelto de Londres y quie­ro comprobar las lecturas de [H.] Thomas. Las pruebas se hallan en la 2a carpeta del R[omancer]o Tradicional] que está imprimiendo Aguirre (o las tiene Mari Sol [de Andrés], quizá)".

      El 30 de Enero de 1969 salí (con mi familia) para Madrid, vía Londres, para pasar un se­mestre dedicado a la investigación en España, conforme a lo que había proyectado antes de que la enfermedad de Ramón Menéndez Pidal se agravase.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

212 E incluía para su estudio una lista con esas ide­as entonces perfiladas, así como unas "Posibles cláu­sulas del depósito".

213  Sugería que el proyecto se lo leyera Luis Me­néndez Pidal a Gonzalo Menéndez Pidal antes de que interviniera Antonio Sánchez Barbudo, quien había llegado a Madrid y llevaba la representación de la University of Wisconsin para tratar del tema.

214  Domingo [26] de Noviembre de 1967.

215 Según informé a Ramón Menéndez Pidal.

216 Consistentes en la microfilmación del "Archivo del Romancero" y de las portadas de los libros de la "Biblioteca", a fin de ir elaborando un índice-inventario.

217 Si bien admitía que "en el futuro se podrán separar las viviendas y el archivo-biblioteca"; pero, mientras estuviera Ramón Menéndez Pidal "enfermo en el mismo piso donde están los libros", la presencia de becarios e investigadores le parecía, desde luego, "perturbadora".

218 Traduzco del inglés. El trabajo de microfilma­ción, aunque fue iniciado (por Santiago Gutiérrez del Arroyo) quedó inconcluso; y no, ciertamente, por desinterés de la University of Wisconsin.

219  Según explicaba en la carta que a continuación cito.

220 Que antes del 1-I-68 le proporcionó "Isabel, la que lleva la contabilidad del Seminario en la Facul­tad".

221 Acompañadas de una carta del 9-II-1968.

222 Tres de ellas por editores independientes ("Es­pasa Calpe" y el C.S.I.C.).

223  "El viaje a Méjico se acerca. Tal vez se prolon­gue con un cuatrimestre en Harvard", me había es­crito Lapesa el 15-II-1968.

224 "Me escribe Mari Sol [de Andrés] que has deci­dido reincorporarte al «Seminario» y que te ha tras­pasado las pruebas del Romancero. También me anunciaba una carta tuya que no ha llegado".

225 "Entregaron a Bustos las pruebas hace meses, y por Almería andan. Escribí a Bustos vía Lapesa (...) pero a Lapesa no le pareció oportuno transmitirle la carta".

226 Según le comuniqué a Lapesa en carta del 13-IV-1968.

227  Hernández Perera me escribió el 20-VII-1968: "Muchas gracias por tu cariñosa carta del 5 julio, por tu felicitación y buenos augurios por mi rectorado y sobre todo por la buena nueva de La flor de la marañuela. Romancero General de las Islas Canarias, que creía más atrasada de edición. El «Aula de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife» tenía previstas para el presupuesto de sus ediciones de 1966 unas 150.000 pts., que naturalmente no obran ya en el presupuesto actual. Creo que ello no impedirá seguir contando con esta cantidad (...). Cuando la imprenta haya re­mitido la factura, espero esté tomado el acuerdo (...)".

228  En carta a mi madre del 22-IV-98 le informé: "Envié a «Gredos» la mitad del libro sobre romances raros. Me dicen que, si entrego el resto antes del ve­rano, el libro saldría de aquí a un año. Es mi contribución al centenario de Menéndez Pidal".

229  Ya que, según en ella me hacía saber Mariano Gilaberte, "estamos llevando todos los trabajos con gran celeridad, pues ya le dije en mi anterior carta que queremos que todas ellas salgan dentro del año actual" (se refería al conjunto de Obras de Ramón Menéndez Pidal que iban a presentarle con ocasión de su Centenario).

230   El 22-XI-1968, al tener noticia de su muerte, comenté a mi madre: "Después de haberle visto en los momentos malos pasados, mientras estuve ahí, no me atrevía a desearle muchos días de vida, a menos que hubiese vuelto a una situación relativamente pla­centera (...). Mi viaje (...) no fue, sin embargo, algo perdido. Tuve la satisfacción de aquella pregunta o petición: «cuéntame de Wisconsin»".

231  El día 5 del mismo mes había ya comentado en otra carta: "Nada sé del estado de las pruebas del Ro­mancero canario después de la partida de Ana [Valen­ciano]. ¿Entregó a «Castalia» las del primer volumen? He escrito a Mari Sol [de Andrés] echándole ese peso encima también a ella. Las cosas no van como uno quiere...".

232 "Me acusaron en «Calpe» recibo de las Adiciones a los Infantes. Veo que están los artículos sobre Ro­mancero que agrupé allá. Me consultaron con motivo de la repetición (palabra por palabra) del relato de la «lavandera del Duero» en dos de los artículos que se publican en el tomo. Creo que hay que dejarlos como son y todo lo más poner una nota a pie de página ha­ciéndose cargo de la repetición" (30-IX-1968).

233 El 14 de Enero de 1970 el Dean Robert M. Bock escribió a Rafael Lapesa aceptando en principio (salvo una enmienda) la propuesta de creación de un "Center of Philological Studies" basado en el "Archive-Library" de Menéndez Pidal y subvencionando durante un quinquenio el funcionamiento del Archivo-biblioteca con $ 7,500 por año. En la carta se hacía saber que se habían dado poderes a E. R. Mulvihill para fir­mar el acuerdo. La propuesta no tuvo respuesta. El 4 de Marzo de un año más tarde, 1971, Mulvihill me escribiría a la University óf California, San Diego: "No he recibido ni una palabra de Lapesa últimamente. ¿Hay algún tipo de actividad en ese frente?".

234 El 8-IV-1971 escribí dolido a Rafael Lapesa: "La­mento que la posición tomada por la Comisión en­cargada del gobierno y administración de la Bibliote­ca Menéndez Pidal acerca del problema básico de sus atribuciones no vaya a facilitar la institucionalización de la Biblioteca, antes al contarlo haga más difícil que se llegue algún día a realizar (...). Parece ser, que una vez alejado yo de la University of Wisconsin, la pro­puesta de la misma empieza a verse con mejores ojos en Madrid (...). Según ya le decía en mis cartas ante­riores, mi salida de la University of Wisconsin (basada en las razones que expongo en mi carta de dimisión dirigida al Dept. de español —de que le adjunto co­pia— no tiene por qué afectar a los planes de institucionalización de la Biblioteca (...). Si la University of Wisconsin se desinteresara ahora por el proyecto, se­gún Vd. está convencido y supone que yo también, me parecería el colmo que se me acuse a mí de la no realización del proyecto, después de haber gastado, año tras año, mis vacaciones, el dinero de mis hijos y un sin fin de energías en descornarme en Madrid por sacar adelante la «Biblioteca Menéndez Pidal»".

235 Véanse, al respecto, las pp. 59 a 63 de D. Cata­lán, "Las obras futuras de Menéndez Pidal" en el nú­mero "Homenaje a Ramón Menéndez Pidal" de La Torre. Revista general de la Universidad de Puerto Rico, años XVIII y XIX, nos 70 y 71 (Oct.-Dic 1970 y En.-Mar. 1971), 51-73.

236  Como hice público en mi contribución a La Torre (1970-71)  citada en la nota anterior,  "En cuanto al Archivo filológico de Menéndez Pidal, esto es, los materiales que me han sido encomendados para continuar la publicación de las obras y do­cumentos cuya edición me parezca deseable, mi política ha sido el intentar asociarlo a la «Biblioteca Menéndez Pidal» (siempre que se ha discutido se­riamente la institucionalización de la misma), faci­litar su consulta (cuando tenía garantías de seriedad en su utilización) y buscar la colaboración profesio­nal de las personas que me parecen más capacitadas para transformar esos materiales en obras imprimi­bles" (pp. 62-63).

237 Seis volúmenes de "Obras Completas" de Ra­món Menéndez Pidal en la "Editorial Espasa Calpe", cinco volúmenes preparados en el "Seminario Menéndez Pidal" y dos para la "Editorial Gredos".

LÁMINAS

Desde el "Institute for Research in the Humanities" de la Universidad de Wisconsin, Diego Cata­lán intentó que se creara en Chamartín un "Center of Philological Studies" filial del "Seminary of Medieval Studies" wisconsiniano que permitiera mantener vivo y operativo el "Archivo-Biblioteca Menéndez Pidal".
En el "Institute for Research in the Humanities" hablando con Germaine Bree (la Directora), en 1967/68.

 

Ll. Kasten, como Director del "Seminary of Medieval Spanish Studies" de la Universidad de Wisconsin (que en tiempos anteriores habían dirigido A. G. Solalinde y A. Castro), redactó una "Preliminary Proposal", en que se concretaba el funcionamiento de ese "Center of Philological Studies" en la casa de Ramón Menéndez Pidal. La propuesta fue aprobada por las autoridades académicas de la "University ofWisconsin".


Carta del "Dean" de la "Gradúate School" de la "University of Wisconsin" acusando recibo de la respuesta de R. Menéndez Pidal a la "Preliminary Proposal". En ella expresa su confianza en que mi próxima estancia en Madrid sirviera para poner en marcha la fase preliminar del proyecto.

Carta de Mariano Gilaberte (25-IV-1968) relativa a las obras proyectadas para presentar a R. Menéndez Pidal en su 100° aniversario.

La sombría pintura que de la Universidad española trazaba a comienzos de 1968 Rafael Lapesa terminó por dar lugar a un cambio de Ministro de Educación. Tras la caída de Lora, fue nombrado José Luis Villar Palasí. La vida de Menéndez Pidal se aproximaba a su fin. El "Seminario" que lle­vaba su nombre parecía destinado a extinguirse con él.
Villar Palasí, como nuevo Ministro de Educación, visitó a Menéndez Pidal; pero dejó reducidas a 0,00 las consignaciones destinadas en 1968 al "Seminario Menéndez Pidal", a pesar de las diez obras (cinco de ellas "en prensa") que tenía en marcha el Seminario al finalizar el año anterior.





Madrid, foto de autor desconocido.


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La Garduña Ilustrada

9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      Cuando, tras haber renunciado a mi posición de Profesor en la University of California, Berkeley, llegué nuevamente a España en Junio de 1966 con la obligación de realizar el trabajo de investigación para el cual había recibido la beca Guggenheim198, aparte de procurar complacer a Ramón Menéndez Pidal en su aspiración de reactivar la preparación de sus estudios sobre épi­ca española199, volví a querer hacer compatibles esas "obligaciones" de diversa índole con la de aprovechar la relativa bonanza económica del "Seminario Menéndez Pidal" para que las obras que en él se hallaban en marcha llegaran a salir publicadas. Después de transcurrido casi un año de trabajo, el 24 de Abril de 1967, remití a Rafael Lapesa un informe acerca de la "situación" de las diferentes obras en curso del "Seminario". En ese informe, con referencia al Romancero Tra­dicional, le hacía saber cómo el volumen en proceso de edición se había enriquecido y se iba a enriquecer a última hora con nuevos textos sefardíes y catalanes y, a la vez, le manifestaba que, para la terminación del original representaba un grave problema el no poder contar con la co­laboración regular de Francisco Bustos200:

    "Aguirre hizo ya unas páginas de modelo y quedó decidida la forma de impresión en todos sus detalles. Espero pruebas de una primera entrega de original. A última hora nos han llega­do las versiones que remiten Armistead y Silverman; las está copiando la mecanógrafa. Ac­tualmente me dispongo a hacer un viaje a Barcelona, por cuenta del Seminario, para sacar de la institución Patxot-Rabell lo que pueda. Gracias a Aramón he conseguido una autorización especialísima y me dejan ir a consultarla personalmente. Por desgracia, los fondos llevados a Ginebra (los textos inéditos "en limpio" del Cançoner) no dejan verlos; así que tendré que bu­cear entre los originales, que no están ordenados por materias.
    Paco Bustos desapareció definitivamente. Desde que se fue en las vacaciones de Navidad, apenas ha aparecido por aquí. Desde las de Pascua sólo un par de veces".

      Los textos enviados "a última hora" por S. G. Armistead y J. H. Silverman no serían los últi­mos procedentes de la tradición judeo-española posterior a la Segunda Guerra Mundial que tuve oportunidad de incorporar al volumen, aunque sí los de mayor importancia201; en carta del 15 de Mayo de 1967, Isaac J. Lévy, desde la University of South Carolina, recordaría a Ramón Menéndez Pidal que, atendiendo a sus deseos, le había remitido un par de textos de su colección:

    "El pasado ocho de marzo tuve el gusto de escribirle y de enviarle las dos versiones de la canción interesada por Vd. [el romance de La partida del esposo y la vuelta del hijo maldecido]. Así mismo, en correo aparte, le remití una cinta (magnética) grabada con la referida canción. No habiendo tenido noticias suyas, tengo el temor de que tanto la carta como la cinta se ha­yan extraviado por un error en la dirección"

Como el 3 de Junio le explicaría yo a Lévy, sus "interesantes aportaciones" textuales se hallaban ya, para entonces, incorporadas al original que se había entregado a la imprenta202.
      El éxito parcial de las gestiones realizadas, con la ayuda de Ramón Aramón i Serra, para que Núria Carreras-Patxot (entonces Nuria Delétra, por su matrimonio) autorizara la consulta de los originales de versiones catalanas coleccionadas en el s. XIX por Marià Aguiló que se halla­ban en Barcelona en dependencias de la Institució Patxot-Rabell203, hizo posible que disfrutara de un par de días de apresurado trabajo entre esos preciosos fondos. En mi solicitud de consul­ta había aspirado a tener acceso al conjunto de los materiales de la "Obra del Cançoner"; pero no todos los fondos se hallaban en Barcelona204. En cuanto a los temas, hice de antemano una detallada explicación de lo entonces necesitado:

    "El interés que tengo es doble. Por una parte, estoy preparando un volumen de «materia­les» del Romancero en que pretendo ofrecer a los estudiosos de la poesía popular todos los tex­tos asequibles acerca del tema de la boda estorbada por el regreso del cónyuge que creía desapa­recido, en las cuatro lenguas hispánicas: portugués, castellano, catalán y judeo-español. Dispongo en la actualidad de unas 650 versiones y aún espero incorporar 20 versiones más de los sefardíes residentes en los Estados Unidos (que me han ofrecido recientemente los pro­fesores Armistead y Silverman). De Cataluña poseo varias versiones, claro está, pero me sa­tisfaría grandemente poder completar el panorama con otros textos catalanes de estos ro­mances, a fin de que las comarcas de habla catalana no parezcan más pobres en variantes que las regiones de habla castellana.
    Al mismo tiempo, estoy haciendo un estudio del tema de El Enamorado y la Muerte. Ade­más de los textos trovadorescos conexionados con el romance moderno, manejo versiones de los judíos sefardíes de Oriente y del N.O. de España; también conozco varias versiones cata­lanas, pero me consta que, entre los materiales del Cançoner, se hallaban otras versiones iné­ditas que me interesaría mucho poder estudiar"205.

Gracias a la inestimable cooperación de Joan Soler i Riber, administrador de la "Institució" en Barcelona, pude traerme, para su incorporación al "Archivo del Romancero", reproducciones fo­tográficas, no sólo de los textos que habrían de publicarse en los próximos volúmenes del Ro­mancero tradicional, y del tema de El Enamorado y la Muerte, sino de otros romances en que por entonces estaba yo especialmente interesado. En total: de La vuelta del navegante, La Condesita, Gerineldo, El moro que reta a Valencia, El Enamorado y la Muerte, La enamorada de un muerto, La canción del huérfano, Hero y Leandro, Rosaflorida, Prisión del rey de Francia.
      El intento de ofrecer a la erudición la colección documental más completa posible del tema romancístico objeto de los nuevos volúmenes del Romancero tradicional también dio lugar, du­rante los meses de mi estancia en Madrid, a que recabara versiones de otras áreas de la tradición más accesibles. Así, respecto a Andalucía, escribí a Manuel Alvar:

    "Amigo Alvar.
   En tu artículo «El Romance de Gerineldo entre los sefarditas marroquíes», Bol[etín de la] Universidad] de Gr[anada], 91, nota 16, adviertes que posees versiones del romance Gerinel­do + Conde Sol, de VERA, PADUL, CÚLLAR BAZA, PINOS PUENTE, HUÉSCAR, GRANADA, MOJÁCAR, LOS GALLARDOS, LA RODA Y MORICHENO. ¿Las has publicado? / Estamos terminan­do para la imprenta un volumen de textos que comprende los romances del ciclo de la boda estorbada. Está casi acabado. Como se trata de un volumen «documental», en que se ofrecen los textos para uso de quien los quiera estudiar, nos gustaría, si es posible, recoger toda la do­cumentación disponible. Si guardas inéditas esas versiones ¿tendrías inconveniente en remitirnos una copia para su inclusión en el volumen en cuestión? Naturalmente cada versión lle­va en cabeza las precisiones siguientes: lugar de recolección; sujeto cantor (con su edad apro­ximada), si consta; colector y fecha de recolección. Editamos la melodía, cuando el colector la transcribió. Si las hubieses publicado o estuviesen en vías de publicación, incluiríamos la re­ferencia a la edición" (13 de Noviembre de 1966)206

      Aunque en el arriba citado informe dirigido a Rafael Lapesa no se hace mención del Roman­cero general canario, durante mi estancia en Madrid tuve ocasión de darle nuevo impulso207 con la colaboración de Ana Valenciano López de Andújar, como correctora de textos, y de Paloma Montero, como mecanógrafa, ambas recientemente incorporadas al "Seminario Menéndez Pi­dal"208. Pero, antes de intentar concluir la obra, fue preciso esperar a obtener los originales de las versiones de Mercedes Morales, ya que esta antigua colectora y colaboradora en la prepara­ción del Romancero General Canario había emigrado a Venezuela a una apartada localidad, don­de sus iniciales planes de seguir elaborando su proyectada tesis doctoral sobre la tradición romancística canaria quedaron en abandono209. Yo había perdido traza de ella. Pero, a través de su familia, logré localizarla210. En Abril de 1966 tuve, al fin, noticias de ella y de su colección:

    "Siento de veras [me escribió desde Caracas] que sus deseos de comunicar conmigo hayan fracasado hasta ahora (...). Tengo que confesarle que sentí cierta decepción al creer que nues­tro interés, cariño y esfuerzo puestos en el Romancero no iban a obtener su recompensa (...).
    Mis romances están en casa de mis padres en la Cruz Santa [Tenerife] . Tuve intención de tra­erlos conmigo el año pasado [con ocasión de un viaje de visita a su tierra natal], pero algo in­tuitivo me hizo desistir (...). Escribiré hoy a mi hermana para que los envíe ahí. Su carta tie­ne fecha Febrero 6. La recibí antes de ayer y estamos a 12 de Abril. Lamentaría muchísimo que no llegaran a tiempo para la impresión (...)".

Afortunadamente, los originales de la colección de Mercedes Morales "llegaron a tiempo" y pu­dieron ser utilizados en el vol. I de la Flor de la marañuela.
      Otra actividad editorial que en este año de estancia en Madrid llegué a poner en marcha fue un proyecto con "Espasa Calpe" de un conjunto de obras de Ramón Menéndez Pidal destina­das a aparecer en su "Centenario"211. De entre esas obras, la 3ª edición de La leyenda de los In­fantes de Lara tenía especial interés para el Romancero, ya que se decidió incluir en ella una "Ter­cera Parte" con "Adiciones" a los distintos capítulos, y el cap. III de la obra primitiva estaba dedicado a los romances del ciclo. Aproveché mi residencia en Chamartín junto a Ramón Me­néndez Pidal para, en sus horas de mayor actividad intelectual dentro del día, entretenerle con la lectura de las adiciones que iba redactando y sometiendo a su crítica. Otro de los volúmenes proyectados fue el de Estudios sobre el Romancero, con lo más granado de los artículos de Ramón Menéndez Pidal relativos al tema.
      Durante aquel año académico 1966-1967, pasado íntegramente en España gracias al apoyo de la John Simón Guggenheim Foundation y de la Graduate School de la University of Wisconsin, pude, asimismo, dar forma a dos libros misceláneos de estudios romancísticos, que al tiempo de su publicación en la "Biblioteca Románica" de la Editorial Gredos, recibieron los tí­tulos Siete siglos de Romancero (1969) y Por campos del Romancero (1970). Aunque esos dos vo­lúmenes recogían temas tratados previamente por mí en publicaciones anteriores, los diversos capítulos en que se articularon contienen mucha nueva información, entre ella la recogida du­rante mi viaje a Barcelona en la Institució Patxot y en el Archivo de la Corona de Aragón. Tam­bién fue en ellos nueva la redacción de los estudios.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

198  La edición crítica de la Gran Crónica de Al­fonso XI, por mí descubierta.

199  Sobre los intentos de Menéndez Pidal de con­tribuir, después de padecer la trombosis, a la edición actualizada de La leyenda de los Infantes de Lara que venía preparando y a la corrección del original de su Historia de la épica, véase mi introducción a R. Me­néndez Pidal, La épica medieval española, I, Madrid: Espasa Calpe, 1992, pp. 37-38.

200  La temporal "huida" del "Seminario" de Fran­cisco Bustos tuvo como explicación el disgusto que le causó la votación de unas oposiciones en que su her­mano Eugenio salió como Catedrático de Barcelona y no de Madrid. La fórmula en que en las votaciones se expresó mi disentimiento respecto a la decisión mayoritaria de los otros cuatro jueces, que fueron quienes distribuyeron las cátedras disponibles, fue, en un principio, malentendida por Francisco Bustos, el cual decidió no colaborar conmigo y, finalmente, incluso cesar voluntariamente como becario en el "Seminario" en Mayo de 1967.

201 En el Romancero tradicional III (1969) se publi­caron de la colección Armistead-Silverman-Katz 26 versiones: III.28 y III.29, III.36 y III.37, III.44 a III.55, III.58, III.66 y III.67, III.70 a III.75, III.78.

202  En mi carta justificaba el que fuera yo quien le respondía, en lugar de Ramón Menéndez Pidal: "La lenta recuperación que había experimentado después de la trombosis padecida hace dos años, y que le per­mitía participar indirectamente en la publicación del volumen III del Romancero Tradicional, se ha visto (...) interrumpida, al menos temporalmente". Las versio­nes remitidas por Lévy son las III.56 y III.57 del Ro­mancero tradicional, 7/7(1969).

203  En carta del 31-I-1967, dirigida al administra­dor de la Institució, J. Soler, antes de poder acceder a los fondos, aludo a cómo conseguí el acceso: "Duran­te mi última estancia en Barcelona, mi buen amigo R. Aramón i Serra me hizo saber que había tratado con Vds. acerca del deseo que yo había manifestado de utilizar ciertas versiones inéditas de romances catala­nes reunidas para el Cançoner, y me dio cuenta de la amable acogida que Vds. habían dispensado a su pe­tición".

204 En carta a J. Soler, desde Genève, 27-II-1967, Nuria Carreras-Patxot dictaminó entonces: "Cançoner: a) el que no està en Barcelona és inconsultable. (Més tard hi haurà probablement una possibilitat, pero no en està actualment); b) el que hi ha à Bar­celona es consultable per el Senyor del qual ens par­la (fem comfiança a les informacions que Vtè ens dona), a una condició: que en el seu treball no el mencioni en les seves referències altrement que com «source privée» (no sé l’expressió adecuada catalana), sense cap altre explicació". Soler me transmitió el contenido de esta carta el 13-III-1967, ofreciéndose a recibirme cuando volviera por Barcelona. Cumplí las instrucciones en el RTLH, vol. III, donde en la n. 1 de la p. 9 sólo hice constar: "A la colección de Menéndez Pidal hemos podido sumar, a última hora, algunas versiones inéditas: S. G. Armistead y S. [sic] Silverman nos remitieron las versiones judeo-españolas de su espléndida colección, y los señores Aramón i Serra y Soler facilitaron a D. Catalán la con­sulta de las versiones catalanas de la colección de M. Aguiló. A unos y otros damos aquí especiales gra­cias". En publicaciones posteriores sería más explíci­to respecto a la locación de los materiales de M. Aguiló.

205 Carta a J. Soler, 31-I-1967. Seguidamente decía en ella: "Le adjunto unas listas con las versiones cata­lanas que conozco y con las versiones de cuya exis­tencia tengo noticia, pero que no he conseguido ver".

206 Después de mucho tiempo, el 23-VIII-1969, Al­var, desde Málaga, aludía aún al envío de sus roman­ces: "Ayer me dio Quilis tu carta. No la he contesta­do inmediatamente porque ya ves el retraso con que me llegó (...). Regresaré a Madrid a mitad de setiem­bre. Buscaré los romances que te interesan y, si los en­cuentro, te los mandaré". Las versiones que, final­mente, me remitió Manuel Alvar fueron publicadas en el vol. V del Romancero tradicional, nos VII. 62, 63, 64, 69, 70, 79, 80, 83, 85. En mi carta a Alvar no qui­se ocultarle que iba a expresar abiertamente mi disen­timiento crítico en relación con un libro suyo: "Va a salir un largo artículo-reseña mío de tu [El español ha­blado en] Tenerife en la ZfrPh. Me pidió Baldinger que lo hiciera, cuando estaba en Alemania; primero pensé que era tontería el aceptar, pues te iba a parecer mal; luego cambié de opinión, al saber que te habían sen­tado mal mis notas al artículo que hice para el con­greso aquel del español futuro: Como no quiero que parezca que «te muerdo los zancajos», concebí la rese­ña en forma de ataque frontal al método. Pensé que debía expresar claramente mi disentimiento".

207 Ya desde Berkeley me había preocupado de re­sucitar el proyecto procurando noticias de la becaria desaparecida. El 16-I-1966, gracias a A. Cioranescu, me enteré de sus señas: "La Sra. Araceli González de Yarza (acabo de enterarme de que se ha casado en Madrid, a fines de diciembre) vive en Avenida de San Luis 5, Madrid 16"; y el 6-III-1966 me informé, a través de Jimena Menéndez Pidal: "Madre! ¿dejó la chica canaria en un cajón los originales y copias a máquina del Romancero canario? No he logrado saber de ese trabajo. Mira a ver si lo encuentras. Quieren publicarlo".

208  Inicialmente habían realizado esas tareas en el campo de la historiografía, ayudándome a preparar el original de la edición de las crónicas de Alfonso XI (proyecto por el cual había recibido la beca Guggenheim). Se incorporaron al "Seminario", respectiva­mente, en Noviembre y en Diciembre de 1966.

209 Años atrás, el 30-I-56, me había expuesto, des­de Táriba, San Cristóbal, en Los Andes, sus dificul­tades para entrar en relación con Olivares Figueroa y conocer de cerca las actividades que se realizaban en Caracas en torno al romancero.

210  El contacto con Mercedes Morales se obtuvo a través de una hermana y de un hermano de ella, a quienes se escribió desde el "Seminario": "Muy en breve comenzará la impresión del Romancero General Canario preparado por D. Catalán. Se incluyen en él todas las colecciones hasta ahora reunidas, tanto an­tiguas (...), como modernas (...). Sería lamentable que la importante colección de su hermana Merce­des, después de haber sido reseñada en el Romancerillo Canario, quedara excluida del Romancero General Canario (...)".

211 El 4-II-1967 ya Mariano Gilaberte, subdirector de Espasa Calpe, me escribía sobre las diversas obras pro­yectadas.

LÁMINAS

Tranvía por la Glorieta Marqués de Vadillo, Madrid, año 1966. Foto de autor desconocido.


Original de una versi
ón del romance de La condesita recogida por Marià Aguiló en Sant Geni d’Horta (Barcelona), obtenida para el Archivo en 1967.

Fragmento del borrador de la versión elaborada por M. Águila, combinando varias orales e incrementando el texto con adiciones y correcciones de corte romántico, que publicó en su Romancer popular de la Terra Ca­talana. Cançons feudals cavalleresques (1893).

Mercedes Morales, emigrada a Vene­zuela, me hizo llegar los originales de versiones por ella recogidas en Tenerife para su inclusión en la Flor de la Marañuela.
Versión de
Grifos Lombardo recogida en La Cruz Santa en el curso académico 1952-53.

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966.

8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966.  VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      Durante el año académico 1962-63, el nuevo Ministro de Educación, Manuel Lora Tamayo, había emprendido un plan de reformas universitarias cuyo desarrollo parecía abrir posibilidades nuevas que podrían, quizá, beneficiar indirectamente el desarrollo del "Seminario Menéndez Pi­dal"167; por otra parte, había dado muestras de estar dispuesto a conceder algún tipo de ayuda a Ramón Menéndez Pidal que le permitiera llevar a término sus obras mayores aún pendientes de conclusión168. No obstante, al comenzar el curso 1963-1964, la situación económico-admi­nistrativa del "Seminario Menéndez Pidal" continuaba siendo muy penosa, según se deduce de un informe elaborado antes de que el Romancero tradicional II viera la luz:

      "El Seminario está dotado por el Ministerio con una consignación de 150.000 pesetas anuales que no todos los años ha sido librada. No hubo libramiento en los años 1956, 1958 ni 1962; el de 1963 está pendiente de que el Ministerio lo conceda de los fondos de la Caja";

y las gestiones realizadas para percibir esta consignación de 1963 dieron resultados negativos:

    "Según tus indicaciones [notificaba el Decano de la Facultad de Filosofía y Letras José Ca­món Aznar a Rafael Lapesa] escribí al Director General de Universidades [=Torcuato Fernández Miranda], pero en estos momentos no dispone de dinero y volveremos a la carga a co­mienzos del año próximo" (11-XII-1963).

      La falta de apoyo estatal español a los proyectos de Menéndez Pidal (y del "Seminario" en­cargado de desarrollar las obras que él personalmente no podía aspirar a concluir), planteó la ne­cesidad de buscar otras vías de financiación de las investigaciones y publicaciones: Menéndez Pi­dal, utilizando como intermediario a Julián Marías, sondeó la posible ayuda de instituciones norteamericanas promotoras de labor científica, mediante un plan de obras titulado "Seminario Menéndez Pidal. Proyecto de trabajos realizables en diez años", elaborado al comenzar el curso académico 1963-1964169; pero la deseada ayuda no llegó a materializarse.

      Entre tanto, Menéndez Pidal había intentado conseguir de Lora Tamayo un mínimo de per­sonal adscrito al Seminario que ayudara a continuar las obras pendientes:

    "Yo le pedí dos auxiliares fijos para el Seminario y para mí. A ver si atiende la petición, por­que así tendríamos personal permanente",

me comentó, con ciertas esperanzas de ser atendido en su petición, en carta dirigida a Bonn el 5-XII-1963, aunque la información que recibía por entonces de Rafael Lapesa le obligaba a ser bastante escéptico:

    "Pero el descuido burocrático es invencible. Hace un año que se daba como fija en Presu­puestos la asignación del Seminario, y Lapesa me dice que no hay tal cosa y que se deben dos anualidades (...)".

La gestión directa de Menéndez Pidal con el Ministro dio sus frutos. El 4 de Febrero de 1964, en carta a don Ramón, Lora Tamayo le anunciaba, satisfecho, que había sido enviada al Minis­terio de Hacienda una orden por la que se concedía al "Seminario Menéndez Pidal" una "Ayu­da de Investigación" que montaba a 500.000 pesetas.

      Aquel mismo mes, el día 24, Rafael Lapesa, en carta dirigida a Bonn, cuando Ramón Me­néndez Pidal preparaba ya nuestro viaje a Israel ("La noticia del proyectado viaje a Israel nos ha llenado de asombro. Don Ramón no quiere ser menos que Pablo VI. ¡Magnífico! ¿Cuándo pien­sas venir? No dejes de llamarme, para que hablemos"), me hacía, sin embargo, partícipe de su extrema desconfianza respecto a los "proyectos ministeriales" relativos a la Universidad y, particularmente, en relación con el decaído "Seminario":

    "(...) Y nada te digo del «Seminario Menéndez Pidal», porque la irregularidad de sus con­signaciones es tal que no permite asegurar nada. Llevamos tres años sin ver un céntimo; ahora le dice el ministro a don Ramón que va a dar 500 mil este año (con lo que el ministerio se embolsa 100 mil, pues la consignación prometida era de 150.000 anuales) (...)."

      A pesar de lo justificadas que eran las observaciones de Rafael Lapesa acerca del medio mi­llón de pesetas prometidas por el entonces Ministro de Educación Nacional Manuel Lora Tamayo, la concesión tenía gran importancia tras los varios años de absoluta "sequía" presupues­taria. No sólo eran bienvenidos los fondos prometidos (que aún tardarían algunos meses en estar disponibles170), sino asimismo el cambio de actitud oficial hacia el centro que la concesión de esa "Ayuda" representaba.

      Por esos años, Ramón Menéndez Pidal trataba de que, ante las reformas en la Universidad que el Ministro anunciaba, me ilusionara y que proyectara mi inmediato futuro negociando una venida a la Universidad de Madrid. Pero, a aquellas alturas de mi vida, yo era muy escéptico acerca del futuro del país y, como muchos otros españoles a quienes se les ofreció la oportuni­dad, había decidido tomar el camino de la emigración171.

      La decisión de aceptar una posición permanente en un buen departamento de estudios his­pánicos de una Universidad americana no suponía, sin embargo, que me desentendiera del fu­turo de la obra inédita y de los materiales de Ramón Menéndez Pidal, ni tampoco del "Semi­nario Menéndez Pidal". Respecto al "Seminario", aproveché mi situación de excedente (después de renunciar a mi cátedra en La Laguna y en espera del permiso de inmigración a Estados Uni­dos) y "las nuevas perspectivas económicas" que abría la "Ayuda a la Investigación" últimamen­te concedida, para aceptar temporalmente (del 1 de Setiembre de 1964 al 31 de Enero de 1965) la posición de "Profesor jefe de grupo" en ese centro de investigación de la Universidad de Ma­drid. Mi propósito era "proyectar una profunda reorganización del Seminario, que debe co­menzar por la aprobación del Reglamento y por el nombramiento oficial del Subdirector del Se­minario y del Director de Investigaciones"172 (según se propuso entonces a las autoridades ministeriales en una "Memoria de la actividad realizada", rematada con una "Propuesta de Reglamento del Seminario Menéndez Pidal"173) y dirigir en él un pequeño equipo de trabajo "en­cargado a) De la edición crítica de la Crónica General de 1344, b) Del volumen III de versiones del Romancero Tradicional, c) Del Romancero General Canario’’, con la "misión" (según le expliqué, en carta del 26 de Enero de 1965, a Arturo Torres-Rioseco, el nuevo chairman del Depar­tamento de Español y Portugués de Berkeley) de "dejar encarrilado de tal forma el trabajo, que los Colaboradores pudiesen seguir adelante con la edición de las tres obras después de mi parti­da y publicar los tres volúmenes durante este año [el de 1965]".

      El volumen IIIº del Romancero tradicional, de cuya planificación ya hemos tratado (véase atrás, § 2), pudo quedar claramente definido antes de que yo me ausentara de España. Según la "Memoria de la actividad realizada por el «Seminario Menéndez Pidal»" presentada a las auto­ridades ministeriales a principio de año, se trataba del Romancero de la vuelta del primer esposo y en ella ya se anunciaba como "de próxima impresión". La esperanza de verlo pronto impreso de­pendía de la reciente incorporación al "Seminario" (el 1° de Noviembre de 1964), como beca­rio, de Francisco de Bustos Tovar, en cuyas manos iba a quedar el tomo cuando yo partiera para California. En mis primeros días en Berkeley traté de seguir de cerca la marcha del trabajo:

    "Que me escriba Bustos con lo que haya de Romancero" (Domingo, 7-III-1965).

      La inclusión en los planes editoriales del "Seminario Menéndez Pidal" del Romancero Gene­ral Canario, cuya publicación había intentado realizar anteriormente en vano en la Universidad de La Laguna (véase atrás, § 4), permitió reanudar, asimismo, durante mi temporal estancia en Madrid, el trabajo de compilación y edición de ese gran corpus regional. Gracias al apoyo del nuevo Rector de la Universidad de La Laguna, Antonio González, el Cabildo Insular de Tene­rife se interesó en la prosecución de la obra, dotando una beca para que un becario me ayudara en la preparación del original174. Cuando me ausenté de Madrid, pude dejar el trabajo de la be-caria en marcha175.

      Aunque Menéndez Pidal nunca se desinteresara respecto a la posible consolidación institu­cional del "Seminario Menéndez Pidal", teniendo, como ya tenía, más de noventa y cinco años de edad y habiendo vivido casi treinta de esfuerzos infructuosos por conseguir que los materia­les (incluido el "Archivo del Romancero") y obras inéditas inconclusas, que había reunido o cre­ado en el curso de una laboriosa y prolongada actividad investigadora, quedaran vinculados a un centro de investigación vivo con perspectivas de futuro, había perdido la fe en el Estado es­pañol (y sus instituciones) como garante de la conservación y efectiva utilización de esos fon­dos. Los vaivenes políticos de aquella España del tardofranquismo tampoco permitían recurrir a organismos laicos españoles con garantías de continuidad y que pudieran considerarse inde­pendientes del poder político. Menéndez Pidal creía que sólo en países anglo-sajones existía la  tradición de unas instituciones culturales con autonomía suficiente para salvaguardar un legado cultural, como el que él había creado, de las arbitrariedades de los políticos de turno o de indi­viduos acaparadores del trabajo ajeno. De ahí que meditara recurrir al apoyo de instituciones fo­ráneas, aunque considerara siempre fundamental que su Archivo-biblioteca permaneciera en Es­paña. Durante el verano y otoño de 1964 y el primer mes de 1965, que pasé en la Península, en el curso de los paseos vespertinos que casi diariamente dábamos Ramón Menéndez Pidal y yo por los pinares de San Rafael (Segovia) o por los desmontes de Chamartín y Hortaleza (Madrid), ponderamos juntamente las posibilidades de buscarle un futuro al Archivo-Biblioteca en con­sonancia con las aspiraciones y temores señalados. Como consecuencia de aquella preocupación compartida se conserva un documento, escrito a máquina, con correcciones (que destaco entre < >) de puño y letra (y trazo firme) de Ramón Menéndez Pidal:

     "A) Creación por R[amón] M[énendez] P[idal] de un ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PlDAL al cual dona los libros de su biblioteca y los materiales de trabajo acumulados (Ro­mancero, Crónicas, Documentos lingüísticos, Ficheros , etc., etc.)
    1.  Gobernado y administrado por un Patronato constituido por
     a)  un representante del SEMINARIO MENÉNDEZ PlDAL DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID.
     b)  Un representante de la ACADEMIA.
     c)  Un representante de la UNIVERSITY OF WlSCONSlN?
    d)  GONZALO Menéndez-Pidal o (heredero) <tachado y substituido por descendiente> Li­cenciado en Filosofía y Letras.
    e) JlMENA MENÉNDEZ-PlDAL o (heredero) <tachado y substituido por descendiente Licen­ciado en Filosofía y Letras.
    2.  El Archivo-Biblioteca Menéndez Pidal tendrá por objeto promover y facilitar la investi­gación filológica en los varios campos cultivados a lo largo de su vida por R[amón] M[enén-dez] P[idal].
     3. El Archivo-Biblioteca M [enéndez] P[idal] se gobernará de acuerdo con las cláusulas fun­dacionales siguientes..." [no figuran las cláusulas].

Pero sobre esa misma copia se halla escrito (de mi letra): "Rechazado".

       No obstante, el proyecto de institucionalización del "Archivo-Biblioteca Menéndez Pidal" vino a ser nuevamente objeto de atención en las semanas previas a mi partida para California con ocasión de la llegada a Madrid de Antonio Sánchez Barbudo, "Vilas Professor" de la University of Wisconsin, quien, en el curso de una visita que realizó a Ramón Menéndez Pidal en su casa, recibió el siguiente mensaje, no sólo oral sino escrito176:

    "R. Menéndez Pidal ha pensado en la posibilidad de «institucionalizar» su archivo-biblioteca, recabando el auxilio de alguna entidad cultural que pudiera interesarse en ello. Desde luego, desea la permanencia en España de los materiales y aspira a hallar la fórmula que no prive a aquellos de sus herederos que trabajan en los mismos campos de investigación de los beneficios que supone el disponer de sus papeles y libros. Pero preferiría substraer el archivo-biblioteca al control del Estado español.
    Considera no sólo aceptable, sino muy conveniente, la participación en el proyecto de una entidad cultural extranjera (inglesa, americana) que garantizase la autonomía del archivo-biblioteca, al mismo tiempo que su continuidad y futuro desarrollo".

      Juntamente con esta nota, Ramón Menéndez Pidal entregó a Sánchez Barbudo una descrip­ción del "Seminario Menéndez Pidal" y sus publicaciones, en la cual se hablaba asimismo del futuro:

    "El Seminario aspira a desarrollarse como Centro especializado de investigaciones histórico-filológicas hispánicas en que colaboren profesores y estudiantes graduados tanto españoles como extranjeros.
    En su reglamento está prevista la posibilidad de recibir ayuda económica pública o priva­da, nacional o extranjera".

      En Febrero de 1965 me establecí en Berkeley (California) y comencé allí mi vida académica. Ramón Menéndez Pidal, dispuesto a poner todos los medios a su alcance para que no me des­vinculara de la Universidad española y continuara participando activamente en los proyectos del "Seminario Menéndez Pidal"177, pensó que, aprovechando la fundación del "Archivo-biblioteca Menéndez Pidal", podía forzar la creación de una "Cátedra" adscrita al "Seminario Menéndez Pidal" "sin consignación presupuestaria", la cual tuviera una doble función: a) de investigación y edición de obras, y b) de formación de investigadores graduados españoles e hispanistas ex­tranjeros178. Por mi parte, al margen de tales planes, que juzgaba, cuando menos, prematuros, apremiaba a mis familiares en Madrid para que no descuidaran el proceso de consolidación ins­titucional del "Seminario Menéndez Pidal":

    "Si el Rector ya firmó, el Abuelo [= Ramón Menéndez Pidal] debe recuperar la instancia (vía Lapesa, que es quien firma). No dejéis pasar el tiempo, pues un día u otro las cosas llevarán a la caída de Lora. Por la prensa de acá sabemos algo de las manifestaciones universitarias";

al mismo tiempo les informaba de que la conversación y notas que en Febrero de 1965 trans­mitió Antonio Sánchez Barbudo a las autoridades administrativas de la University of Wisconsin habían sido acogidas muy positivamente por el Chairman del Spanish and Portuguese De­partment de aquella universidad, Edwin R. Mulvihill, quien se había apresurado a establecer comunicación conmigo:

     "Abuelo, me telefoneó Mulvihill interesándose por las ideas de que le hicimos llegar noti­cia. Que me escribirá con propuestas, cuando pueda".

Pero cuando yo escribía esta carta, el Domingo 7 de Marzo de 1965, estaba en proceso un des­graciado suceso que vendría a modificar profundamente la situación que yo había dejado antes  de partir para California: el 4 de Marzo Ramón Menéndez Pidal había tenido los primeros sín­tomas de una trombosis, que el 10 de Marzo le llevaría a ser ingresado en un hospital. Aunque pudo recuperarse parcialmente de los efectos y conservó la memoria y la capacidad de escribir sin ver, las secuelas de la hemiplejía resultante le impidieron en adelante leer y, claro está, man­tener una actividad investigadora como la que hasta entonces había llevado179.

      La hospitalización de Ramón Menéndez Pidal, a causa de la hemorragia cerebral sufrida, no impidió que la University of Wisconsin continuara estudiando la propuesta relativa al "Archivo-biblioteca Menéndez Pidal" transmitida por Antonio Sánchez Barbudo. Edwin R. Mulvihill, siendo conocedor de la situación en que se hallaba Menéndez Pidal180, se dirigió el 2 de Abril a Rafael Lapesa como corresponsal alternativo para tratar de llegar prontamente a un acuerdo firme:

    "Me interesó extraordinariamente la noticia transmitida por Antonio [Sánchez Barbudo] de que hay la posibilidad de llegar a un acuerdo de colaboración de una Universidad ameri­cana con el «Seminario Menéndez Pidal» y especialmente el hecho de que Wisconsin pueda ser esa Universidad. El asunto ha sido ya estudiado por el Executive Commitee del Departa­mento, donde la idea recibió un apoyo unánime y entusiasta. Seguidamente, hemos tratado el tema con un grupo de altos administrativos de la Universidad, incluidos el Presidente, el Vice-Presidente, el Decano de la Escuela Graduada de la Facultad de Letras y Ciencias, que han expresado un gran interés en desarrollar ese proyecto de colaboración y me han encarga­do de presentar algunas cuestiones esenciales sobre las que precisarían clarificación para po­der seguir adelante con el proyecto".181

Al ser yo consultado, asimismo, por Mulvihill182, traté de responder detenidamente a las pre­guntas relativas al "Seminario Menéndez Pidal" y al "Archivo-biblioteca de Menéndez Pidal" que necesitaban esclarecimiento. Sobre el Archivo-biblioteca le expuse cuanto habíamos habla­do Ramón Menéndez Pidal y yo durante el semestre pasado respecto a las pros y los contras de una institucionalización. Pero, acerca de los "Trámites de la negociación", creí preciso anotar:

    "La negociación con el «Seminario» puede hacerse a través de su Subdirector en funciones, Lapesa, teniendo presente el gran margen de maniobra que permite su Reglamento en vías de aprobación.
    La negociación respecto a la posible «Institucionalización» del «Archivo-biblioteca Menéndez Pidal» ha de hacerse directamente con Menéndez Pidal pues sólo él puede y debe de­cidir sobre el destino que quiere dar a sus papeles de trabajo y a sus libros. Decisión que to­mará, según creo, después de sopesar las posibilidades varias, en unión de sus familiares más directamente interesados: mi tío, mi madre y yo. Por el momento, Menéndez Pidal no está en condiciones de meditar sobre la cuestión, pero confío en que cuando Vds. lleguen a pro- poner una o varias fórmulas ya él esté recuperado (va mejorando mucho) y podrá conside­rarlas y sopesarlas" (25 de Abril de 1965).

Pero al explicar (aquel mismo 25 de Abril) a mi madre —Jimena Menéndez Pidal— a qué se re­fería Rafael Lapesa cuando en conversaciones con ella le había aludido a noticias recibidas des­de Wisconsin y al remitirle yo entonces copia de la respuesta que había dado a las preguntas formuladas por Mulvihill, sugería que no inquietara a su padre hablándole de la cuestión mien­tras no hubiera propuestas en firme de la Universidad de Wisconsin183.

      La enfermedad de Ramón Menéndez Pidal trajo, por otra parte, una súbita interrupción de los trabajos de edición del Romancero tradicional, ya que la labor se venía realizando "al pie" del "Archivo", en la casa de Chamartín de don Ramón, donde estaban los materiales inéditos y la bibliografía complementaria y donde Francisco Bustos hasta entonces había podido recurrir di­rectamente a Menéndez Pidal cuando se hacía precisa su intervención:

    "Aguirre dio hace tiempo presupuesto para el tercer tomo del Romancero —me escribió el 28 de Setiembre de 1965 Rafael Lapesa a California explicándome la situación—. Pero el tra­bajo está interrumpido. Paco Bustos se encontró con que, al no poder trabajar bajo la direc­ción de don Ramón —cuando estaba en el sanatorio— su presencia en Chamartín resultaba perturbadora e inútil, pues no podía disponer de originales para organizar los textos. Si ha de continuar —mejor dicho— reanudar esa tarea, será necesario que tú des instrucciones para que alguien en Chamartín le entregue los originales, para que trabaje fuera, en la Facultad, a no ser que ya pueda volver a Chamartín mismo. Yo no sé si en las circunstancias actuales ha dejado de ser estorbosa o no la presencia de no íntimos"184.

      Aquellas Navidades escribí a Ramón Menéndez Pidal tratando de animarle, con la llegada de un nuevo año y recurriendo al Romancero:

    "Querido abuelo. Hace unos días, llegó carta de Lapesa, muy cariñosa hablándome de la última entrevista contigo y de los trabajos del «Seminario» (...). Lapesa me hablaba del tomo del Romancero, que dejé ahí encarrilado en manos de Bustos. Necesitaría confrontar toda una serie de textos con los originales. Preguntaba si sería mejor que lo hiciese en Chamartín o sa­cando los originales. Le contesté que consultase con madre [= Jimena Menéndez Pidal] por teléfono; pero que siempre me parecía un tanto peligroso el sacar originales... Creo que, si tra­baja un poco en el volumen, podría dejarlo listo para sacarlo cuando yo llegase ahí y le diese una última revisión (...).
    Por fin se acaba este año fatídico 1965. Confío en que el 1966 nos traerá a todos más ale­grías. Durante él nos veremos otra vez reunidos y estoy seguro que discutiremos, bajo los oli­vos de Chamartín, sobre los detalles del tomo III del Romancero. Hay que hacer varias ver­siones facticias del Conde Sol, tarea siempre agradable".

Pero, en vista de las circunstancias, Bustos no se reincorporaría como becario al "Seminario" has­ta Febrero de 1966185.
      También perdí, por entonces, toda traza del Romancero general canario en preparación. En carta a Jimena Menéndez Pidal del 22 de Octubre de 1965 le decía:

    "Puesto que te pregunto de trabajos de ahí, ¿sabes, madre, si el Romancero canario —los materiales— están en casa [en la Cuesta del Zarzal] ? ¿o en [la imprenta de] Aguirre? He per­dido contacto con la chica que trabajaba en ello. Sé que estuvo en Aguirre para pedir presu­puesto. Después no sé más. Sería un dolor si se perdieran".

      Hallándome en California, sin tener aún una clara noción de los límites de la actividad inte­lectual diaria que Ramón Menéndez Pidal podía soportar cuando se reintegró desde el Sanato­rio a su hogar una vez pasada la primer convalecencia de la trombosis, me empeñé en sugerir a su hija Jimena —mi madre— que intentara darle ánimos envolviéndole —como había hecho en 1927 durante la convalescencia de la operación de retina186— en la elaboración de versiones literarias "facticias" de romances, a base de combinar motivos y versos de diferentes versiones tradicionales modernas existentes en su "Archivo". La idea, repetidamente formulada en mis car­tas187, llegó un momento en que pudo ponerse en práctica188, y hoy se conserva un cuaderno con las versiones elaboradas en comandita por Ramón y Jimena Menéndez Pidal en sesiones di­versas de lectura realizadas en el curso de los largos meses de abstinencia de trabajo investigador a que Ramón Menéndez Pidal hubo de resignarse en los últimos años de su vida189.

      Llegó el verano del curso académico 1964-1965 sin que, en otro orden de cosas, hubiera no­ticias positivas referentes a las disposiciones oficiales que veníamos considerando necesarias para poder creer que el "Seminario Menéndez Pida!", como un centro de investigaciones, fuera a te­ner más largas posibilidades de vida que las de la persona cuyo nombre llevaba190. Aunque la or­den de aprobación de su Reglamento fue finalmente firmada por el Ministro el 6 de Julio, sólo después que el 2 de Agosto se publicase en el Boletín Oficial del Estado llegó a ser comunicada a Rafael Lapesa191, y éste nada supo hasta Setiembre.

      Entre tanto, la situación de la Universidad española, de una forma paralela a lo que estaba ocurriendo en las universidades de otros países del "Mundo Occidental"192, iba haciéndose más y más crítica. El Sábado 18 de Setiembre de 1965 escribía a mi familia en Madrid:

    "El abuelo [= Ramón Menéndez Pidal] comenta sobre sucesos de actualidad exteriores; ma­dre [= Jimena Menéndez Pidal] alude a los de la universidad española, como si estuviéramos muy al tanto. Es poco lo que la lectura de la prensa nos ha hecho saber sobre las nuevas depu­raciones [de catedráticos] y las dimisiones en solidaridad con los expulsados. No creo que se asusten, si el movimiento no es masivo: oyendo este invierno pasado a Antonio [González, co­laborador íntimo del Ministro Lora Tamayo], ya vi que estaban dispuestos a que emigrasen to­dos los profesores «inútiles»: ¡que se vayan, si no les gusta! (...). Por aquí también se oscurece el horizonte. La economía necesita aumento de gastos de guerra (...). En el frente interno pro­ceden a la movilización ideológica, y a la coerción, respecto a los disidentes. Como ahí".

      En vista de estos acontecimientos, al tener noticia de la aprobación del Reglamento, me apre­suré a aconsejar (23-IX-1965):

    "Creo que no debéis en estos días hablar a Lapesa de escribir a Lora! Es demasiado gordo lo de las expulsiones para tratar con el ministerio como si nada".

      Pero este consejo llegó tarde. El 18 de Setiembre Ramón Menéndez Pidal había elevado al Ministro Lora Tamayo la propuesta de los dos nombramientos, de Subdirector (Rafael Lapesa) y de Director de Investigaciones (Diego Catalán). En la carta que acompañaba a la propuesta le informaba, además, de que estaban en curso conversaciones "con algunas autoridades acadé­micas norteamericanas" para obtener ayuda económica para el "Seminario"193.
 
     Rafael Lapesa me comentó al respecto, días después (28-IX-1965):

    "Hace tiempo que quería escribirte, sobre todo al no venir tú este verano y acercarse el nue­vo curso ya inminente (en todo su sentido etimológico). El Reglamento del «Seminario» se aprobó el 6 de julio, cosa que se nos comunicó en agosto. Sé que don Ramón ha pedido que se nos nombre respectivamente, a ti Director de Investigaciones, y a mí Subdirector del «Se­minario», haciendo constar que veníamos desempeñando esos cargos (...). Ahora está ya más consciente del momento en que vive (...). No han dado al «Seminario» la consignación co­rrespondiente a 1965. Trataré de conseguirla, o al menos, que no se escape la de 1966. Aho­ra tenemos dinero para pagar a «Gredos» la impresión del II tomo del Romancero y el I de la Crestomatía y aún sobrarán algunas pesetas. No he de ocultarte que se me hace cuesta arriba las gestiones con Decano e aínda mais, dada la actual situación de nuestra Facultad. Pero habrá que intentarlo (...). Dios sabe lo que será de nosotros y de la Universidad en cuanto em­piece el curso. Con la ausencia de los expedientados y la de [Antonio] Tovar, que ha pedido la excedencia voluntaria, la minoría disidente ha quedado más destacada y más tentadora para el aplastamiento".

      Las circunstancias me hicieron volver a entrar en contacto con Rafael Lapesa después de me­ses de incomunicación:

    "Hace muchos meses [le escribí el 5 de Octubre de 1965 desde la University of California, Berkeley] tuve escrita una carta para Vd., con ocasión de la que le escribió Mulvihill acerca del «Seminario» y de los planes de mi abuelo [= Ramón Menéndez Pidal] respecto a su archivo-biblioteca. Las noticias de Madrid paralizaron su salida.

    Ahora me llega su cariñosa carta, cuando de nuevo me proponía escribirle. Lo cierto es que con el súbito derrumbamiento de la antes prodigiosa vitalidad de mi abuelo (a que tan acos­tumbrados estábamos que no acierto a imaginarme otra situación), con la imposibilidad de salir de aquí durante los meses pasados (pues carecía de pasaporte), con el nacimiento de Déborah [mi sexto hijo], con las depuraciones políticas de la Universidad española, todos mis  proyectos han quedado destruidos de raíz, hasta tal punto que no sé qué escribirle.

    Yo aquí vivo al día, ahogado momentáneamente por trabajos de tipo muy distinto, que no me dejan hora libre para pensar. No estoy contento. Pero ¿? (...).

    Me alegro de que el Reglamento del Seminario llegara a aprobarse. Siento, en cambio, que la preocupación familiar por dejar afirmada la estructura del Seminario haya venido a crear­le a Vd. problemas en unos momentos en que el equipo ministerial se ha lanzado a la brutal represión de toda voz liberal e independiente. En mi última carta a Chamartín les pedía que suspendiesen por ahora toda acción que supusiese tratos con el ministerio. Veo que no llegué a tiempo.

    Por aquí —universidades de los USA— cambiamos ideas respecto a cuáles pasos, de los pocos que cabe dar, pueden ser más útiles en relación con los catedráticos perseguidos (...).

    Yo hago planes y trato de buscar soluciones «americanas» (en vista de cómo está la situa­ción universitaria española) para poder ir a Madrid durante una temporada larga y echar una mano en la reorganización de la vida de mi abuelo en estos tiempos difíciles. La súbita crisis, apenas salido yo de España, me ha colocado en una situación muy difícil. Recién llegado aquí me resulta casi imposible el plantear, con probabilidades de ser comprendido y atendido, mi deseo de volver ahora a España a pasar una temporada. Pero, aunque nuestros lazos familia­res sean incomprensibles en el ambiente americano, estoy tratando de hallar una solución".

      Simultáneamente (29-IX-1965), el Ministro de Educación Nacional LoraTamayo, comuni­có personalmente a Ramón Menéndez Pidal que había atendido a las propuestas formuladas194, y el 21 de Noviembre, Lapesa me hizo saber:

    "Otra vez te escribo con retraso (...). Supongo tendrás ya ahí el nombramiento de Direc­tor de Investigaciones del Seminario, fechado el 15 de octubre (...). Camón pidió al Ministe­rio la consignación olvidada —la de 1965— y ya está concedida. Tenemos, pues, dinero para salir adelante con los trabajos (...). Tu abuelo [= Ramón Menéndez Pidal] ha mejorado con­siderablemente en estos meses últimos. Se le ve con mayor lucidez y ha empezado a andar un poco (...). Claro está que por ahora no puede pensarse en que trabaje, ni siquiera los tres cuar­tos de hora diarios que constituyen ahora la meta de sus deseos. Pero se interesa mucho en las lecturas y tiene mucha más conciencia de la realidad circundante. La Universidad sigue mal (...). La tensión entre estudiantes y autoridades universitarias está dando lugar a incidentes enojosos que pueden llegar a ser muy graves. En cuanto a los catedráticos sancionados, nada práctico se ha hecho a su favor. Les denegaron el recurso de reposición en el Consejo de Mi­nistros y ahora presentarán nuevo recurso ante el Tribunal Supremo (...)".

      La relativa mejoría experimentada por Ramón Menéndez Pidal durante estos meses de convalescencia le habían provocado una cierta ansiedad por resolver sus asuntos testamentarios con objeto de facilitar las futuras relaciones entre sus hijos y dejar encarrilado, entre otros proble­mas, el que representaban su archivo-biblioteca y sus obras inéditas. De ese nuevo "problema" me hice eco en carta del 22 de Octubre de 1965:

    "En vuestras últimas cartas insistís en el problema del testamento. Si falta la armonía para acordar comunalmente una solución que presentar al abuelo y que le libere de esa preocupa­ción, creo que se le debe ahorrar el tener que pensar sobre un futuro poco ajustado a sus deseos. Me parece inmoral el discutir sobre una partición de Chamartín como si se tratara de un solar parcelable: no creo que haya que hacerle pasar el trago de planear la destrucción de lo que él construyó con trabajo y amor (...). En cambio, el disponer de su propiedad «espiri­tual» en una forma clara y precisa puede representar una preocupación placentera, y, al mis­mo tiempo, puede ser un acto trascendental para que esa propiedad «espiritual» no se pierda, disperse o inutilice. En consecuencia, creo que es importante separar ese legado (Romancero, obras empezadas, ficheros, etc.; Biblioteca; Obras publicadas) de la propiedad «material»".

      Mi asociación oficial al "Seminario Menéndez Pida!" de la Universidad Complutense de Ma­drid mediante el nombramiento de Director de Investigaciones del organismo, como parte de un proceso de reafirmación institucional de ese centro de investigación, se producía, según re­sulta claro de todo lo anteriormente expuesto, en circunstancias exteriores y personales que eran, cuando menos, difíciles para ejercer el cargo con efectividad. Así hube de exponerlo el 21 de Enero de 1966 al propio Ministro de Educación nacional español que había firmado el nombramiento:

    "Le escribo desde esta lejana California para agradecerle la aprobación del Reglamento del «Seminario Menéndez Pidal», así como mi nombramiento como Director de Investigaciones del mismo.
 
   La institucionalización de la estructura (hasta aquí provisional) del «Seminario» puede ser un gran aliciente para Menéndez Pidal ahora que su salud ha sufrido un duro golpe dejando muy recortadas sus posibilidades de trabajo y, al mismo tiempo, será una garantía de que sus obras inconclusas y los materiales por él acumulados reciban, un día, forma publicable.
 
   En relación con mi nombramiento para la dirección de las publicaciones del «Seminario» tengo la satisfacción de poderle comunicar que acabo de aceptar un puesto de Profesor en el «Institute for Research in the Humanities», de Wisconsin, que, por su naturaleza, me permi­tirá dedicar la mayor parte de mi tiempo a la investigación. Además, reconociendo que las fuentes y materiales básicos de mi investigación se hallan radicados en España, el Decano de Letras y Ciencias y el Decano de la Escuela Graduada de aquella Universidad me han pro­metido un máximo de facilidades en relación con mis deseos de hacer frecuentes y, en oca­siones, prolongados viajes a España, y me han manifestado que no ven inconveniente en mi simultánea asociación a la Universidad de Madrid a través del «Seminario».

    En vista de todo ello, el próximo Junio saldré, con Alicia [= mi mujer] y los chicos (aho­ra 6), para España, a pasar medio o, quizá, todo el curso 66-67. De esta forma, tendré oca­sión de seguir de cerca los últimos pasos de las obras del «Seminario» que ahora están en pu­blicación y asentar las bases de otras nuevas, al mismo tiempo que trabajo en las bibliotecas españolas.

    El viaje me permitirá, por otra parte, apreciar de modo personal los rumbos culturales de España y la evolución de la Universidad desde mi última conversación con Vd., hace ahora un año.

    Creo un deber no ocultarle que la expulsión de ciertos Catedráticos de ideas liberales y la suspensión de otros me ha causado gran consternación y ha destruido mis esperanzas de que en la España de mañana haya un lugar para todos los españoles de buena voluntad. Si las de­puraciones a raíz de la guerra civil (de las cuales mi propio padre y mi mismo abuelo fueron víctimas) constituyeron un torpe acto de intransigencia intelectual, ¿qué justificación pueden tener estas nuevas depuraciones después de casi 30 años de congelación política? En fin, quie­ro transmitirle mis más sentidos votos por que se llegue pronto a la revisión de tan duras san­ciones contra unos compañeros que quizá disientan en ciertos aspectos, intelectuales, sociales o políticos, respecto a las directrices del gobierno, pero cuyo interés por la «cosa pública» de nuestro país es absolutamente sincera y, sin duda, merecedora de respeto".

      En esta carta se alude a mi decisión de renunciar a la cátedra de Berkeley a fin de poder tras­ladarme por un año a Madrid, con una beca Guggenheim, desde un nuevo puesto de trabajo americano195 El hecho de que mi nueva cátedra estuviera en la University of Wisconsin vino a contribuir, sin duda, al relanzamiento del proyecto que, en el año anterior, Ramón Menéndez Pidal había esbozado a Sánchez Barbudo196.

      A principios de 1966, Ramón Menéndez Pidal me instó directamente a opinar sobre sus pro­yectos testamentarios, por lo que intenté examinar la cuestión conociendo la opinión, no sólo de mi madre, Jimena Menéndez Pidal, sino de mi tío, Gonzalo Menéndez Pidal, a quien escri­bí por lo largo desde Berkeley, el 17 de Febrero, encabezando así mi carta:

    "Hace unos días me puso el abuelo [= Ramón Menéndez Pidal] unas letras preguntándo­me lo que yo pensaba acerca de sus proyectos de testamento en relación con Chamartín. Como parece que quiere librarse de esa preocupación cuanto antes, he aceptado (no sin ven­cer la natural resistencia a intervenir en materia tan delicada y, en estas circunstancias, tan de­sagradable) el dar mi opinión desde aquí, cosa nada fácil".

Respecto a la "Biblioteca" creía saber con exactitud cuáles eran las "ideas" que tenía Ramón Me­néndez Pidal al respecto197 y sólo veía problemático su mantenimiento a largo plazo:

    "Como el sostenimiento de una biblioteca familiar pro-indiviso no puede concebirse como eternizable, hay que dejar alguna puerta abierta, tanto a la colaboración en su sostenimiento, como a la posible entrega de ella, en el futuro, a una entidad".

      Esta carta mía no obtuvo respuesta y otros intentos de tratar el tema de forma conjunta por los diversos miembros de la familia desembocaron en el fracaso. Como consecuencia de ello, Ra­món Menéndez Pidal escribió de su mano un testamento, en el cual se incluían las siguientes disposiciones acerca del archivo y de la biblioteca:

    "Dono a mi nieto Diego la totalidad de mis trabajos en preparación y estudio, para que pon­ga todo su interés y voluntad en continuarlos y completarlos para que puedan ser publicados. La Biblioteca se la dejo a mis dos hijos pro indiviso y no debe alterarse su unidad segre­gando libros de ella. Y no se debe enagenar ni ceder mientras sirva de instrumento de traba­jo a algunos de ellos o de sus herederos (...).
    16 mayo 1966
    [firmado:] R. Menéndez Pidal".

      Cuando este testamento ológrafo del 16 de Mayo del 66, escrito en líneas tortuosas por la pe­nosa situación de la vista de Ramón Menéndez Pidal, recibió una redacción ante notario (4-II-1967), la cláusula relativa a los trabajos quedó modificada en la siguiente forma:

    "(...) encomienda a su hijo Gonzalo Menéndez Pidal-Goyri los trabajos del testador de Historia Moderna Española, incluidos los Reyes Católicos, y también la continuidad de la Historia de España que publica la Editorial Espasa Calpe, y encomienda a su nieto Diego Ca­talán Menéndez Pidal la totalidad de los restantes trabajos en preparación y estudio, sobre los que viene trabajando en el Seminario Menéndez Pidal, con la recomendación de que pongan todo su interés y voluntad en continuarlos, para que puedan ser publicados".

      La manda que en este testamento abierto se me hacía me exigía, pues, en cuanto al Roman­cero, encargarme de cumplir la trabajosa y larga tarea de velar por la integridad del "Archivo" y de divulgar en forma impresa, convenientemente elaborados, sus materiales, para lo cual conta­ba con la colaboración del "Seminario Menéndez Pidal". Más que heredarme en unos "bienes", su donación constituía desde su perspectiva una trasmisión de unos fondos, que tanto él como yo considerábamos de interés nacional e internacional y no "mercantilizables", a persona fiable de que cumpliría con la misión encomendada.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

167 El 8 de Abril de 1963 lo reconocía ya yo desde La Laguna, en carta dirigida a Antonio Sánchez Bar­budo a Madison (Wisconsin): "En el plan de refor­mas que ha emprendido este ministerio caben posi­bilidades hasta hace poco insospechadas".

168 El 5 de Diciembre de 1963 Ramón Menéndez Pidal me escribía a Bonn: "El Ministro ha hecho saber a María Luisa [Vázquez de Parga] que tendrá tres horas diarias de trabajo extraordinario para que me ayude" (como auxiliar mecanógrafa). Por otra parte, Antonio González, a quien Manuel Lora ha­ría por entonces Rector de la Universidad de La La­guna, cuando viajaba a Madrid   (donde, por amis­tad conmigo, solía alojarse en casa de mis suegros), servía de informante oficioso, a causa de su intimi­dad con Lora, sobre los buenos propósitos del Mi­nistro.

169 Con la subvención solicitada, de 10.000 $, se pretendía llegar a la publicación de la Crónica General de España de 1344 (textos españoles), la Cró­nica General Manuelina, la Crónica de Castilla y la Crónica de Veinte Reyes (como parte del proyecto I: "Publicación de Crónicas Nacionales de la Edad Media"), de 3 volúmenes con la Historia de la epo­peya española de Ramón Menéndez Pidal, otros de edición de textos épicos y "por lo menos diez otros volúmenes" (aparte del I, ya publicado, y el II, en prensa) del Romancero tradicional de las lenguas hispánicas (español, portugués, catalán, sefardí) (como parte del proyecto II: "Publicación y estudio de la Epopeya y Romancero Hispánicos"), y de la Cres­tomatía del español medieval y del Glosario del espa­ñol primitivo y la Historia de la lengua española de Ramón Menéndez Pidal, además de la prosecución de los Trabajos sobre el dominio románico leonés (como parte del proyecto III: "Estudios lingüísti­cos"). ¡Un conjunto de obras en progreso cuya pu­blicación 35 años más tarde aún no ha podido ser completada!

170 Sólo el 9-IV-1964 el Decano comunicaría a Ra­fael Lapesa la concesión de la "Ayuda a la Investiga­ción" y el 13 de ese mes se pudo cobrar la primera mitad de ella.

171  Aunque, durante el quinto año de estancia en Tenerife (noveno como catedrático de la Universidad de La Laguna) se me había desarrollado el imperioso deseo de escapar de las consecuencias del insularismo mental que la isla propiciaba, no consideraba acepta­ble entrar en la Universidad de Madrid por "méritos" ajenos (heredados y no propios), así es que me había formado el propósito de abandonar asimismo, por largo tiempo, la España cerrada y sin horizontes en que me había tocado crecer. El "nacionalismo", in­cluso el cultural, me parecía intelectualmente cas­trante y moralmente inaceptable en el mundo de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial (Todo ello, según dejan ver mis discusiones por correo con los miembros de mi familia, que me presionaban con toda clase de argumentos contra mis planes de emi­grar).

172 Aunque en la Orden Fundacional del "Semina­rio Menéndez Pidal" de 1954 se preveía como paso inmediato la aprobación de un Reglamento, el nom­bramiento de un Subdirector y la creación de una estructura profesoral, todo ello había sido imposible durante el decenio transcurrido. Tanto Lapesa como yo veníamos realizando sin nombramiento oficial las labores propias de los dos cargos ahora propuestos.

173 Cito este documento por un borrador sin fecha, pero cuya redacción puede colocarse a primeros de Febrero, antes de mi partida para California.

174 Desde Madrid, sin fecha, escribí al Rector de La Laguna: "Querido Antonio: Te escribo en relación con la publicación del Romancero General de Canarias. Tengo un candidato, mejor candidata, a la beca de que hablamos: ARACELI GONZÁLEZ (la hija de don Emilio, el de la Biblioteca), con quien ya he tenido una entre­vista. Fue una alumna aventajada, según creo. Está aquí. Para que la publicación quede encarrilada antes de mi partida es urgente que comience a trabajar la próxima semana. Te ruego, pues, que me telegrafíes si, desde el punto de vista económico, no hay inconve­niente para ello. Después me puedes puntualizar por carta la cuantía de la beca y demás precisiones".

175 El 27-VII-1965, S. G. Armistead me escribió desde Los Angeles a Orinda (California) sobre este proyecto: "Lo del Romancero general canario en pre­paración me llena de entusiasmo. Será de mucha uti­lidad. Hay que estar sobre esa becaria canaria para que ultime aquello", y se interesaba por el descubri­miento de los originales de Agustín Espinosa que yo había logrado obtener para corregir las muy enmen­dadas versiones que en su día publicó este erudito: "Lástima que Espinosa, como tantos otros, retocara sus textos. Es un hallazgo lo de los MSS. originales".

176 Según hace ver una carta posterior mía, escrita desde Berkeley el Lunes [25]-IV-1965 a Jimena Me­néndez Pidal en Madrid, las copias que aquí tengo ocasión de citar fueron guardadas, a raíz de la entre­vista con Antonio Sánchez Barbudo, por el propio Ramón Menéndez Pidal entre los documentos relativos al "Seminario": "La carta a que aludía Lapesa (...) es resultado del sondeo hecho vía Sánchez Barbudo, a quien el abuelo dio en Chamartín unas hojas (de que guarda copia en el cajoncito dedicado al Semi­nario en su despacho)."

177 Donde yo había cesado el 31 de Enero de 1965.

178 Se conserva un texto mecanográfico, con correc­ciones de mano de Ramón Menéndez Pidal, posterior a mi transitoria pertenencia al "Seminario Menéndez Pidal", en que, tras describir mi labor de colaboración desde tiempos antiguos hasta finales de 1964 y argumentar: "Con el fin de que Diego Catalán, en la ac­tualidad Profesor (numerario) de la Universidad de California (Berkeley) continúe su labor en el Seminario Menéndez Pidal sería muy deseable que se integra­se oficialmente a la organización del Seminario’, se hace la referida propuesta.

179  La "recuperación" notada en los días y semanas posteriores mantuvo la esperanza familiar de que las se­cuelas de la trombosis no fueran permanentes. Ante mi imposibilidad de viajar fuera de Estados Unidos (por te­ner retenido aún mi pasaporte por las autoridades ame­ricanas de inmigración para procesar mi "residencia"), dependí de esas impresiones durante largo tiempo.

180 En la carta que cito a continuación, Mulvihill explicaba a Lapesa que, si bien "este no es un momento oportuno para plantearle al propio Menéndez Pidal tales cuestiones", me remitía a mí una copia de ella para que el trato iniciado no se interrumpiera.

181 Traduzco del inglés.

182 Con ocasión del envío de copia de la carta a La­pesa. Mulvihill, antes de recibir respuesta de Lapesa y mía, me aseguraba nuevamente el 27 de Abril: "Tan pronto como oiga de ti y de Lapesa, puedes estar se­guro de que tiraré para alante" (traduzco del inglés).

183  "No es ocasión de complicarle la vida al abuelo, aludiendo a ello. Si respiran nuevamente, ya habrá oca­sión de ello. Pero para que no patines con Lapesa...".

184 Al responderle yo, el 3-X-1965, poco podía de­cir sobre la cuestión: "La crisis del tercer tomo del Romancero, aunque sea triste, es comprensible. ¿Por qué no me escribe Bustos sobre la situación del tra­bajo y sus problemas? Quizá podría seguir adelante. Yo creí que los criterios estaban señalados y que él po­día continuar. El problema de su instalación en Chamartín podría consultarse con mi madre; sólo ella verá si actualmente resultaría aún estorbosa su pre­sencia". Francisco Bustos hizo el informe solicitado ("Sé también [me escribió el 21-XI-1965 nuevamen­te Lapesa] que Bustos te escribió sobre el Romancero III; en vista de que yo me retrasaba en hacerlo, le aconsejé emplear la vía directa. De todos modos ahí te mando la nota suya sobre lo que está hecho y por hacer"); pero, por el momento, interrumpió su tra­bajo como becario.

185 Sólo el 1-II-1966 Francisco Bustos se reincorpo­ró al "Seminario", según me informó Rafael Lapesa (5-II-1966) y notificó simultáneamente al Decanato: "A partir del 1 del actual D. Francisco de Bustos Tovar ha reanudado sus trabajos en la preparación del Romance­ro Hispánico (...), Madrid, 3 de febrero de 1966".

186 Véase atrás, cap. III, § 17.

187 Ya el Jueves, 25 de Marzo de 1965, ante las pri­meras noticias sobre su recuperación, sugerí: "Lo más estimulante son las noticias sobre su claridad de ca­beza (...). Madre, cuando empiece a sentirse menos débil, podrías intentarle un trabajo (como en aquella ocasión la Flor Nueva) que le llenase y le impidiese pensar en los pendientes que no puede reanudar (...). Puedes sugerirle (...) iniciar otra segunda Flor Nueva de romances no heroicos. Siempre le ha gustado eso de seleccionar estéticamente variantes para componer textos facticios". Meses más tarde insistí sobre el tema: "No veo claro por qué lo del Romancero no cuaja. Si insistieses un poco, yo creo que picaría. Es tarea fácilmente realizable en ratos sueltos, sin conti­nuidad" (Martes 31-VIII-1965); "¡Qué alegría ver le­tra del abuelo comentando las últimas noticias! (...). En cuanto a lo de las lecturas, yo creo, madre, que, si intentaseis otra Flor Nueva con romances fuera de los ciclos épicos, le gustaría. Hay muchos buenos ade­más de los de Flor Nueva. A él siempre le ha atraído hacer versiones facticias a base de las tradicionales..." (Viernes 20-VIII-1965).

188 "(Creo que la 2a Flor Nueva no debe ser con ro­mances viejos (en general ya muy publicados), sino con los de la recolección moderna. Y, por tanto, so­bre temas novelescos, no histórico-épicos. Es donde cabe hacer versiones facticias depurando y seleccio­nando (como El enamorado y la muerte)" (6-III-1966). "Es una gran cosa que pueda ya salir al jardín (...). También me alegro de que vaya cuajando lo de la nueva Flor de Romances’ (Jueves, 17-III-1966); "Me alegro de que el abuelo haya encontrado interés en el jardín y huerta de romances (¿por qué el doble nombre?)... La idea de repartirlos por áreas me pare­ce buena. Claro que el área castellana habrá que di­vidirla en regiones varias. Creo que sería interesante el repetir en ocasiones un mismo romance en regio­nes varias, cuando las versiones difieran bastante. En cuanto a la selección, creo que lo mejor es ir cogien­do carpetas y exprimiéndolas. Puesto que sólo va a comprender romances recogidos modernamente, yo ensayaría otro título" (3-IV-1966).

189 Cuando, algunos años después, Samuel G. Armistead pasó múltiples jornadas en el "Archivo" es­tudiando los materiales sefardíes contenidos en sus cajones y carpetas y "halló" este cuaderno, se entu­siasmó con el hallazgo y me instó repetidas veces a que publicara los textos facticios de aquella iniciada Huerta de romances, pero no llegué a hacerlo.

190 El Jueves [12] de Agosto de 1965 Jimena Me­néndez Pidal aún se lamentaba: "Del asunto del Se­minario siempre que viene Antonio [González, Rec­tor de la Universidad de La Laguna] a Madrid le damos una batida y él dice, cuando se va, que lo deja enfocado, pero no se ve que dé un paso. Ahora en Agosto es tiempo muerto; en Setiembre haremos cuanto se nos ocurra. El Ministro lo ha pedido, pero no sabemos dónde se atasca, ni cómo buscar para averiguarlo si no es a través de Antonio". Y el 20 de ese mes yo respondía: "Sobre los famosos estatutos del Seminario voy a escribir al Ministro directamen­te, interesándome por ello. El que eso se apruebe es un paso imprescindible para que yo figure oficial­mente en el Seminario! Los pasos previstos eran: a) Aprobación ministerial de los Estatutos, o como se llamen; b) Nombramiento oficial de Lapesa y mío para los cargos indicados: Subdirector del Seminario y Director de Investigaciones, respectivamente". El día 31 de Agosto aún insistía: "Veo que te han pare­cido mal mis comentarios a la ley universitaria (...). Pero, como te decía, la ley en sí no me brinda buenas oportunidades; habrá que esperar a la práctica de su aplicación (...). Lo que ahora puede hacerse es lo del Reglamento del Seminario, para que, una vez apro­bado, pueda proponer el abuelo mi nombramiento en el Seminario, a fin de tener un pie en la Universi­dad de Madrid (...). Ahora en Setiembre voy a escri­bir a Lora sobre lo del Seminario, pues veo que des­de ahí no hay modo de que se haga andar". No sabíamos que, para entonces, ya estaba aprobado el Reglamento.

191  El Rector informó de la aprobación al Decano el 29-VII-1965, pero únicamente el 3-VIII-1965 el Jefe de la Secretaría de la Facultad de Filosofía y Le­tras comunicó a Rafael Lapesa la aprobación salida el día antes en el B.O.E.

192 Tanto en América como en Europa se producían confrontaciones de carácter violento entre las autori­dades universitarias y el alumnado, apoyado por una parte del profesorado, por lo que para el conjunto de la sociedad vino a convertirse súbitamente en "noticia" la profunda crisis de la Universidad tradicional (tal como había existido en el s. XIX y primera mitad del s. XX). Desde Berkeley, el 26-III-1965, yo comentaba sobre los sucesos locales: "Por la Universidad soplan malos vientos. Ahora los Regentes se han subido a la parra y están dispuestos a pelear con el profesorado, a quien consideran subversivo en cierto modo. Son nombrados por el Gobernador para representar al Es­tado de California y, claro, son representantes de las «fuerzas vivas» conservadoras y anti-intelectuales de la región. Tienen poderes absolutos sobre la Universi­dad. El desafío que han lanzado hoy al profesorado y alumnos favorecerá a las organizaciones radicales de estudiantes que estaban perdiendo ímpetu". Los vien­tos que soplaban en Madrid no eran mejores, ya que, ante las manifestaciones masivas estudiantiles, consi­deradas no menos "subversivas", y la solidaridad de ciertos profesores con los estudiantes golpeados por la policía en el campus universitario, el Ministerio no du­daría en sancionar a los catedráticos que más se habían destacado como disidentes, echándolos de sus cáte­dras.

193 "Diego [Catalán] pensaba entrevistarse con al­gunas autoridades académicas norteamericanas para interesarlas por la labor del «Seminario» por ver si concedían alguna eventual ayuda económica para ciertos trabajos que en él se hicieran de común inte­rés".

194 El mismo día 29-IX-1965 el Director General de Enseñanza Universitaria puso en conocimiento de Rafael Lapesa los nombramientos ordenados por el Ministro. Menéndez Pidal, en carta del 6-X-1965, contestó a Lora Tamayo agradeciéndole la rapidez en la tramitación de los nombramientos.

195  La University of California no aceptó que, ha­biéndome incorporado a ella tan recientemente, pu­diera desplazarme por un semestre a España con una "Fellowship" de la John Simón Guggenheim Memo­rial Foundation, que entonces se me concedió; en la oferta de la University of Wisconsin que acepté se incluía el que la universidad me complementaba la beca semestral Guggenheim con otro semestre adi­cional, permitiéndome investigar todo un año en España antes de incorporarme al campus de Madison.

196 Al remitir a Wisconsin (8-I-1966) mi carta de aceptación del nombramiento en el Departamento de Español y en el Instituto de Investigación en Humanidades, escribí a E. R. Mulvihill una larga carta describiéndole mis planes para el año que iba a resi­dir en Madrid y le comentaba: "Varios de estos pla­nes se relacionan, más o menos directamente, con los proyectos de que más de una vez hemos hablado. Pero, sin tomar el pulso de la realidad en Madrid, es difícil concretar nada".

197 "Entiendo por tal los libros. Creo que el abuelo tiene aquí ideas propias bastante firmes. Por las con­versaciones que tuvo conmigo el otro año deduzco que tiene gran interés a) en que no se divida o enaje­ne, b) que perdure sin que vaya a parar al Estado, c) que no salga de España, d) que sirva de instrumento de trabajo para nosotros".

 LÁMINAS

En 1964-65 Menéndez Pidal hacía planes para que el "Archivo-biblioteca Menéndez Pidal"pu­diera sobrevivirle con objeto de "promover y facilitar la investigación filológica" en España.
Proyecto (ponderado y finalmente rechazado) perteneciente a aquellos años, en que se plantea la posible par­ticipación de la University of Wisconsin en el eventual Patronato del Archivo-biblioteca.

Edwin R. Mulvihill, chairman del Departamento de español y portugués de la Universidad de Wisconsin, trató de salvar el futuro de la Biblioteca y Archivo de Menéndez Pidal negociando el apo­yo de su universidad a un proyectado centro de estudios superiores basado en ese Archivo-Biblioteca.
Mulvihill con Catalán en Madrid, por los días en que Fraga abría la mano censora y se representaba un Moliere con pantomimas alusivas al presente español. (Mayo de 1963).

Testamento ológrafo de Ramón Menéndez Pidal (16 de Mayo de 1966) disponiendo de sus mate­riales de trabajo y biblioteca, cuando el estado de su vista le obligaba a escribir a tientas.
16-Mayo 66 Ológrafo

  


SUMARIO:

I
PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL

* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

*1. LOS FONDOS DEL S. XIX

* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900

* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO

* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904

* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906

* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906

* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905

* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908

* 9. MENÉNDEZ PIDAL HACE INVENTARIO: LAS PRIMERAS MIL QUINIENTAS VERSIONES DEL ARCHIVO Y LAS CONFERENCIAS EN LA COLUMBIA UNIVERSITY DE NUEVA YORK EN 1909

* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912

* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912

* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913

* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913

* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914

* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914

* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920

* 9. MANRIQUE DE LARA, EL ROMANCERO DE LOS JUDÍOS DE MARRUECOS Y DE LA PENÍNSULA Y LA MÚSICA DE LOS VIHUELISTAS, 1915-1922

* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918

* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920

* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925

* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20

* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921

* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925

* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927

* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928

* 18. MANRIQUE DE LARA NUEVAMENTE EN ORIENTE. EDICIÓN FRUSTRADA DE LAS MÚSICAS DEL ROMANCERO: 1923-1928

* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30

* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE

* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS

* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931

* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933

* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN

* 6. NUEVAS CAMPAÑAS DE RECOLECCIÓN DE MÚSICAS Y TEXTOS POR LA SECCIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRÓ DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, 1930-1936

* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930

* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936

* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL

* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO

* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO

* 3. OCASO DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS. CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LOS PROYECTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE

* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES

* 6. VERANO DE 1937. LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Y LAS CANCILLERÍAS SE PREOCUPAN DE LA SEGURIDAD DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO

* 7. EL ROMANCERO Y LA HISTORIA DE LA LENGUA DE MENÉNDEZ PIDAL VIAJAN COMO PARTE DEL TESORO CULTURAL DE ESPAÑA

* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA

* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941

* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945

* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946

* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950

* 5. LA CARTOGRAFÍA ROMANCÍSTICA Y LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN EN LA SERRANÍA DE CUENCA, EN LAS BALEARES, EN SORIA, EN SEGOVIA, EN ÁVILA, EN LA MESETA MANCHEGA, EN ALISTE Y EN MARRUECOS, 1947-1948

* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA

* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948

* 8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949

* 9. FIN DEL SEMINARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. FINAL DE LAS ENCUESTAS Y PUBLICACIÓN DIFERIDA DE LOS TRABAJOS SOBRE EL ROMANCERO, 1950-1954

* 10. ACTIVIDAD RECOLECTORA EN LA AMÉRICA HISPANA. SU REPERCUSIÓN EN EL "ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL", 1948-1952

* 11. REPERCUSIONES DE LAS PUBLICACIONES SOBRE EL ROMANCERO EN LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN ORAL, 1953-1954

* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI

* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO  RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954

* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959

* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50

* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966

* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

* 10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968

* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL

* 1. NON OMNIS MORIAR, 1969

* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

* 3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975

* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975

* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981

* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984

* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988

* 11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

* 12. LOS ARCHIVOS DEL ROMANCERO NUEVAMENTE EN EL FOCO. LOS LABORATORIOS HUMANÍSTICOS INSTALADOS EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL, 1988-1998

* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98

* EPÍLOGO

* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO

* 2.- EL ARCHIVO DEL ROMANCERO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNDACIÓN MENÉNDEZ PIDAL Y DEL CENTRO SITO EN CHAMARTÍN

* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN

* 4.- DESPEDIDA

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      En Marzo de 1964, acompañé a Ramón Menéndez Pidal, en un viaje a Israel.
      Durante los años 50, cuando los judíos huidos de Europa vagaban por América o comenza­ban a hallar nueva patria en la Tierra Prometida, Ramón Menéndez Pidal se interesó vivamen­te por la forma de integrarse los inmigrantes sefardíes en el nuevo estado de Israel y por la po­sible continuidad de la tradición hispánica entre ellos. El profesor Stern, que había conmovido a hispanistas y romanistas con la publicación de las muwaššahas hebraicas con jardyas en lengua romance de al-Andalus, le puso en relación con un sefardí ilustrado de Israel, Moshé Attias, a quien el 24 de Junio de 1953 Menéndez Pidal escribió en estos términos:

    "De mi más consideración:
    Tengo de Vd. la publicación de romances que ha hecho en Studies and Reports, I, de la Hebrew University de Jerusalem y me interesa mucho.
    Próximo a publicar el Romancero hispánico (hispano-portugués, americano y sefardí) y fal­tándome datos precisos sobre lo sefardí moderno, tan atrayente para mí, me atrevo a solicitar información de Vd. aprovechando la dirección que amablemente me proporcionó el profesor S. M. Stern. De la tradición sefardí a comienzos de este siglo XX tengo miles de versiones, pero posteriores a la última guerra mundial no tengo apenas nada.
    Desearía saber si en Israel se conservan actualmente colonias sefardíes compactas, como ta­les colonias, esto es si se conservan unidas manteniendo su lengua y costumbres. También de­seo saber si hay algún periódico o revista donde se den noticias de las colonias sefardíes de la Europa Oriental desaparecidas o mermadas con la segunda guerra mundial (...)".

y Athias le envió el 31 de Julio un sustancioso informe de 6 páginas.

      También por los años 50 se carteó Menéndez Pidal con eruditos sefardíes emigrados a la América hispana (José M. Estrugo, en Cuba; Michael Molho, en Buenos Aires) acerca de la po­sibilidad de crear, vinculada a la Academia Española, una suerte de Academia interesada en el cultivo del judeo-español.

      Desde Jerusalén, Attias, aparte de remitirle su Romancero sefardí (Jerusalén, 1956), le prome­tió, en 30 de Enero de 1956, enviarle algunas versiones de romances para que Menéndez Pidal las publicara en España:

    "Con placer le vo embiar a Ud. por [= para] ser publicadas, otras versiones de las roman­zas inceradas en el R[omancero] S[efardí] ó romanzas desconocidas. Le rogo avisarme, si está también interesado en versiones que se topan en manuscritos en Ladino? Visto que tengo idea de acompañar este material con una chica introducción, en qué lingua escribirla? Puedo es­cribir en hebreo? y Ud. va cuidar que se haga una traducción castellana?, porque pensó que el lictor en España no está acostumbrado a meldar Judeo-español",

y, en efecto, con ese destino le remitió doce versiones:

    "Hace unos meses envié a su señoría 12 romances en ladino, prometiéndome su señoría publicarlos. Pudo realizarse?" (6-XII-1956).

Se trataba de una colección de textos procedentes de un manuscrito del s. XVIII de Sarajevo es­crito por David Behar Moshé ha-Cohen, que Attias copió parcialmente para Menéndez Pidal el 23 de Abril de 1956.

      También recibió Menéndez Pidal una colección de romances saloniquíes, remitida desde Buenos Aires el 15 de Julio de 1957 por Molho, quien los había recogido a principios de siglo.

      Ni una ni otra aportación150 representaban, por lo tanto, muestras del estado presente de la tradición romancística sobre el cual tanto se interesaba Menéndez Pidal en su inicial carta a Moshé Attias. Sólo el abogado Baruch Uziel le envió, no sabemos en qué momento, una colec­ción de textos tradicionales (constituida por 14 romances y 7 canciones)151 recogidos en 1946, de una sola recitadora saloniquí, Flor Tevet (de 60 años), entrevistada en Tel-Aviv, Israel.

      El interés de Menéndez Pidal por el estado de la tradición judeo-española tras la última diáspora provocada por la Segunda Guerra Mundial le llevó también a cultivar su relación con los dos investigadores americanos más seriamente dedicados al estudio del Romancero sefardí y a la labor de su salvamento, J. H. Silverman y S. G. Armistead152. Cuando en 1961 le visitaron en Chamartín, poseían ya 600 versiones en cintas magnetofónicas y manuscritos inéditos, recogi­das entre personas oriundas de varios lugares de Grecia y sus islas, de varios puntos de Turquía, de Yugoslavia, de Bulgaria, de Rumania, de Israel y de Marruecos153. El 15 de Diciembre de aquel año, Menéndez Pidal, a través de una carta-prólogo a un "librito" de ambos investigado­res, aparecido en 1962, al comentar "el último romance de la colección", el de Celinos, basado en la chanson de geste Beuve de Hantone, les invitaba a utilizar sus fondos inéditos:

    "Bien hacen en proponerse ampliar este estudio, para lo cual les ofrezco, con el mayor gus­to e interés, el poder consultar las versiones peninsulares y sefardíes que guarda nuestra co­lección madrileña"154.

    Ahora, en este su viaje de 1964, Menéndez Pidal acudía a Israel, claro está, interesado en eva­luar directamente el grado de sobrevivencia de la lengua y de la tradición romancística sefardíes en el estado neo-hebraico. Cuando, a comienzos del año, me escribió a Remagen (Alemania), donde aquel curso yo residía mientras enseñaba en el "Romanisches Seminar" de la Universidad de Bonn, invitándome a que le acompañara en el viaje, mi reacción fue concebirlo también como una ocasión para acometer la publicación del romancero judeo-español en su conjunto:

    "Contesto a lo esencial [le escribí a mi madre el 20-I-1964]: El viaje del abuelo a Israel a fines de Marzo cae en buena fecha (vacaciones: Marzo-Abril). Me hace mucha ilusión el ir. Sería una buena oportunidad de amarrar un proyecto de un gran romancero sefardí (con la colaboración de Silverman y Armistead en los USA, y de Israel)".

      Este especial atractivo del viaje no escapaba a la percepción de las autoridades israelíes inte­resadas en promoverlo:

    "Cuando el recepcionista del hotel estaba rellenando la ficha del viajero que se hallaba ante el mostrador arqueó las cejas al leer en el pasaporte la fecha de nacimiento del nuevo huésped: 1869. Era, ciertamente, un hombre viejo, pero su vivacidad y su vigor hacían increíble que tu­viera 95 años. / Cinco días antes de volar hacia Israel, Ramón Menéndez Pidal celebró su cum­pleaños en Madrid soplando las 95 velas de la correspondiente tarta: un buen ejercicio para los pulmones, según comentaría (...). Le había invitado a visitar Israel el «Instituto Central de Re­laciones Culturales Israel-Iberoamérica, España y Portugal» y había aceptado porque deseaba ver «este país nuevo que con sus realizaciones se ha convertido en un modelo de inspiración para todos los pueblos del mundo». Pero concurría una atracción adicional: Hace muchos años, Me­néndez Pidal había publicado un estudio sobre los romances sefardíes. A excepción de con al­gún que otro visitante viajero, nunca había tenido la oportunidad de encontrarse con sefardíes".

Así narraba (en inglés) en la prensa israelí Benno Weiser, Director del Instituto Central, el Miér­coles 25 de Marzo de 1964 la visita a Israel de "Un patriarca con más libros en su crédito que años"155. Nuestra llegada se había producido el 18 de Marzo156 y nuestra estancia se prolonga­ría hasta el 27. El viaje había sido laboriosamente preparado desde España por Max Mazin, quien, a falta de relaciones oficiales entre las dos naciones, hacía entonces, discreta y eficaz­mente, las veces de un embajador. El "Programa de la visita de don Ramón Menéndez Pidal y el prof. Diego Catalán Menéndez Pidal", que se nos entregó al llegar al aeropuerto de Lydda, detallaba todos los viajes, visitas a lugares y encuentros con personajes. Aunque abarcaba cinco páginas mecanografiadas, don Ramón lo calificó en sus notas muy positivamente como "pro­grama esmerado y prudente". Según impresiones de Benno Weiser, que nos acompañó en bue­na parte de esas actividades,

    "Menéndez Pidal se mostró profundamente emocionado por su encuentro con la comuni­dad sefardí de Israel y con la lengua ladina aún viva en ella. «¡Considere —comentaría vivamente— que conserva cuatro consonantes que nosotros hemos perdido en nuestro idioma! ¡Qué fidelidad a un pasado que no siempre fue dichoso! Es cierto que la expulsión de los judí­os de España fue en aquellos tiempos inevitable. No fuimos los primeros en expulsarlos. Ocu­rrió mucho tiempo antes de un Juan XXIII. Pero en España prevalece un sentimiento de cul­pabilidad hacia los judíos, que explica, de una parte, la ausencia actual de anti-semitismo en ella y, además, la existencia de una genuina simpatía hacia Israel (...). Hay 300.000 personas en este país que hablan judeo-español ¡Qué crimen es olvidarse de ellos! ¡300.000 potenciales Em­bajadores de España, cuyos nietos pueden llegar a olvidar la lengua, simplemente por que Es­paña no considere hoy necesario enviar tan solo un Embajador para que se preocupe de ellos!»".

      Ciertamente, conforme revelan los apuntes que Menéndez Pidal iba tomando en el curso de su visita y que reunió al volver a España, le sorprendió llegar a un "Estado plurilingüe, [con] in­migrantes de multitud [de] países"; "periódicos [en] hebreo, árabe, persa, alemán, francés, in­glés, polaco, húngaro, rumano, búlgaro y en dos dialectos especiales idish, ladino"; "todo el mundo tiene una segunda lengua"; "en el mar de colectividades sobresalen dos continentes de primitiva formación, dos ramas del pueblo judío que creen remontar a dos nombres bíblicos, que los judíos medievales identificaban con Alemania Ashkenaz157 y con España Sepharad158", y quedó placenteramente sorprendido por la presencia, en todas partes, de la lengua española, sea en boca de los sefardíes llegados del Oriente próximo o de Marruecos, sea de ashkenazim re­gresados de su emigración en Hispano-américa, según se ve en los apuntes que entonces hizo acerca de sus encuentros casuales con hispano-hablantes (apuntes que completo sintácticamen­te para su mejor comprensión):

    "Claro que [el] Director [de] Relaciones] Culturales me relaciona con gente de habla es­pañola. Pero lo improvisado: al llegar a Jerusalén, un Oficial de Policía con quien tuvimos que hablar, [el] gerente [del] Hotel, [que es] de Argentina, la telefonista del Hotel [en] que estoy, el camarero con el que 1° tratamos, que era de Tánger, [también lo eran]. Parecía que no ha­bíamos salido de España. [En el] viaje [por] Hoteles grandes de Haifa o Tel Aviv llenos de via­jeros, no [fue] raro que casualmente [viniéramos a hablar] con un Administrador de Hotel ve­nido de Sud América, [o con] una camarera que dice ser de Málaga (probablemente Melilla)".

Benno Weiser, haciéndose eco de estas impresiones, que debió de transmitirle de palabra Me­néndez Pidal, comentaba en su reportaje del 25 de Marzo (que traduzco del inglés):

    "Como si se tratara de una conspiración, todo el mundo con que Don Ramón se encon­traba en Israel hablaba español o ladino: el oficial de policía en Lydda; el manager del hotel, que había vivido en Argentina; la telefonista, que era estudiante de español; la camarera, ve­nida de Tánger; etc., etc. Podía creer que no había salido de su país".

Ya en Jerusalén, Menéndez Pidal tuvo, por otra parte, el placer de conocer a algunos de sus úl­timos corresponsales sobre el Romancero. Como relató el periódico sefardí "El Tiempo" (24-III-1964):

    "Después de la brillante recepción en su honor en la residencia del Vice-Presidente del Ins­tituto de Relaciones Culturales y la Seniora S. B. Yechahia [el señor S. B. Yeshahia era, además, Gobernador de Jerusalén], Don R[amón] M[enéndez] Pidal tuvo la oportunidad de en­contrarse con los séniores Moisés Attias, autor del Romancero Sefaradí (Premio Ben-Zvi), Isa­ac Levy de «Kol Israel» (’La voz de Israel’), autor de Cantos Sefardíes, Don Isaac Molho, co­rresponsal de la Academia de Bellas Letras de Barcelona, Director de la revista "Tesoros de los Judíos Sefardíes", y nuestro jefe de Redacción, Don Isaac Ben-Rubi, autor de novelas, dramas y poemas".

El 23 de Marzo Ramón Menéndez Pidal envió una tarjeta postal a su hija Jimena y a mi mujer Alicia Gutiérrez del Arroyo, reunidas en Remagen (Alemania), comentando:

    "Queridas Jimena y Alicia: [...] Hemos acabado con Jerusalén viendo lo mucho que tra­bajan estos israelíes en lo moderno y en lo antiguo. Mi novedad más chocante es que Nazaret y Belén son pueblos cavernícolas. No hay, pues, portal de Belén, sino caverna de Belén. Ayer oímos sesión de canto sefardí, que es cante hondo muy «garganteado», como dicen los mozos de Salamanca".

Días después, en Tel-Aviv recibió la visita del abogado Baruch Uziel, sobre cuya tarjeta recordó: "me mandó romances".

      Pero, según confesaría a Claudio Sánchez Albornoz en carta del 8 de Junio159, "los romances sefardíes cedieron el puesto a los recuerdos históricos"160, y, según mi memoria, más aún a las impresiones de la inmediata y novísima realidad histórica que representaba el Estado judío de Israel en su exigua franja fértil mediterránea y en su prolongación por el Desierto del Neguev entonces en proceso de colonización; volvería admirado de aquel "pueblo tradicionalista por ex­celencia y a la vez progresista avanzado"161.

      Regresado a España, tras una breve parada en Atenas, Ramón Menéndez Pidal no tuvo in­conveniente en transmitir en una "conferencia de prensa" sus impresiones sobre la visita hecha a Israel, "el pueblo más antiguo de la Historia, que conserva sus anales desde la época de Abraham y, al mismo tiempo, el más joven, ya que existe como nación territorial sólo desde 1948"162. En ella recogió, con verdadero entusiasmo, la información que Benno Weiser creía conveniente que el Presidente de la Real Academia Española airease, en medios españoles163, en aquellos momentos en que el Gobierno español tenía como política la de no reconocimiento del Estado de Isra­el, política que Menéndez Pidal juzgaba "estúpida"164. Su "conferencia de Prensa" tuvo gran eco periodístico en España165, e incluso trascendió a México y La Argentina166. Menéndez Pidal se proponía, entonces, promover toda una serie de acciones para que el componente hispano-haBlante de la población de Israel pudiera sentirse parte de la comunidad de pueblos hispanófonos; pero su extraordinaria salud se quebró súbitamente, dejando inconclusas esas acciones.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

150  El contenido de ambos envíos se halla descrito en S. G. Armistead, El Romancero judeo-español en el Archivo Menéndez Pidal (1978), III, pp. 152 y 78 (a partir de las cuales pueden hallarse en el Catálogo las descripciones de las diferentes versiones).

151  Cuya descripción puede también verse en S. G. Armistead, El Romancero judeo-español (1978), recu­rriendo a las referencias citadas en el vol. III, p. 150.

152 Iniciada en 1957. Véase atrás, § 3.

153  Según el propio Ramón Menéndez Pidal co­menta en la carta-prólogo citada en la nota siguiente.

154 La carta-prólogo fue publicada en S. G. Armiste­ad y J. H. Silverman, Diez romances hispánicos en un manuscrito sefardí de la isla de Rodas, Pisa: Universitá, 1962. De allí pasó a prologar nuevamente el libro mis­celáneo de ambos autores Tres calas en el romancero se­fardí (Rodas, Jerusalén, Estados Unidos), Madrid: Cas­talia, 1979. Tomo la cita de la p. 8 de esta reedición.

155  "Visitor’s Gallery: Ramón Menéndez Pidal. A Patriarch with More Books To His Credit trian Years". Traduzco el inglés del reportaje.

156  El semanario político y literario ladino "El Tiempo", publicado en Tel Aviv, nos saludó con una columna en su primera página el "24 Marz 1964 -11 Nisan 5724": "El Miércoles 19 de Marzo, llegó a Israel el ilustrísimo Profesor Ramón Menéndez Pi­dal Presidente de la Academia Real de la Lengua española y una figura literaria (...). Filósofo, historia­dor, gran escritor y lengüista, nuestro muy ilustre huésped visitará Israel durante una semana. Él vino con su nieto el Profesor Don Diego Catalán, tam­bién una alta personalidad literaria en España. Am­bos fueron los huéspedes del Instituto Central de Relaciones Culturales Israel América Latina, España y Portugal (...). Brujim Habaim! (sean Bienveni­dos!)".

157 "Ashkenazim. De Ashkenaz pueblo de Jafet, Gé­nesisX.3, que en la Edad Media los judíos lo identi­ficaban con Germania".

158 "Sefardita. Del Sefarad bíblico [Sephar], que la tradición judaica identifica con España".

159  Dato tomado de J. Pérez Villanueva, Ramón Menéndez Pidal (1991), p. 493

160 Tanto bíblicos, como de tiempos de la domina­ción romana, como de Constantino y Santa Elena, como de los cruzados, vistos a través de las huellas ar­queológicas y arquitectónicas que fuimos visitando y de los paisajes y entornos naturales tan variados.

161  Ya desde antes de la muerte de su mujer, tanto Ramón como María eran apasionados lectores de las informaciones llegadas desde el nuevo estado de Isra­el y admiraban sus logros. Una de las novedades que suscitó más la curiosidad de Menéndez Pidal fue, sin duda (según comprueban sus abundantes notas), la de las colonias comunitarias, según el modelo kibutz y según el modelo moshav, cuyas diferencias recoge detalladamente en sus notas. No menos impresión le causó la modernización de la agricultura y de la producción industrial llevadas hasta el Desierto del Ne­guev y el Mar Muerto.

162  Según palabras citadas por uno de los reporte­ros asistentes.

163  Se conservan (en papel del "Instituto Central") las   "indicaciones  de  Benno  Weiser  Director  del Instituto] Central" (según, sobre la información a máquina, anotó Menéndez Pidal), y también las no­tas que don Ramón fue tomando durante su viaje y las que organizó después para sus exposiciones públi­cas. En el curso de su labor de cicerone propagandis­ta, Weiser había establecido una cordial relación con el visitante: "A la admiración que le tenía por sus lo­gros intelectuales, se añade la que despertó usted en el transcurso de su estadía entre nosotros, por su eter­na juventud y su sentido del humor" (6-V-1964).

164 "Preguntado si una afirmación hecha en el cur­so de una interviú que le hicieron en un aeropuerto en que calificó de «estúpido» el no reconocimiento de Israel podría causarle en su país complicaciones, se encogió de hombros. Obviamente, es en tal grado una figura nacional que no tiene por qué temer a na­die. Después de varios días de estancia en Israel, esti­mó que estaba suficientemente informado como para desarrollar aquella respuesta instintiva" (en el repor­taje de B. Weiser, 25-III-1964).

165 B. Weiser le informó, satisfecho, del éxito obte­nido con aquella "conferencia de Prensa": "He recibi­do del amigo Mazin más de 100 recortes de la pren­sa española relacionados con su viaje. Espero que también las charlas que usted planea dar encuentren su debido reflejo en la prensa" (6-V-1964).

166  Donde se publicaron reportajes y entrevistas centradas sobre su viaje en "Todo" (20-VIII-1964) y "La Nación".

LÁMINAS

El 31-VII-1953 Moshé Attias envió desde "Jerusaleme" un largo informe a Ramón Menéndez Pidal "concernando la situación actúala de las comonitás sefardíes en Israel y en el sercano oriente que Vd. busca información".

El 30 de Enero de 1956, Attias envió a Menéndez Pidal copia de unos textos manuscritos judeo-españoles del s. XVIII rogándole los pu­blicara en España. Procedían de un Livro de cantigas, cantes y loo­res para salmear el nombre del Dio escrito por el rabino David Behar Mošen  ha-Cohen (1794).

Original del ms. Behar Mošen ha-Cohen (1794) en caracteres raši.

En 1964 Ramón Menéndez Pidal, re­cién cumplidos sus 95 años, viajó al nuevo Estado de Israel, cuya existencia el Gobier­no español no reconocía. "En España pre­valece un sentimiento de culpabilidad ha­cia los judíos, que explica, de una parte, la ausencia de anti-semitismo en ella y, ade­más, la existencia de una genuina simpatía hacia Israel". "ABC", Jueves 19-III-1964.

Ramón Menéndez Pidal y Diego Catalán, en territorio jordano, con Jerusalén al fondo. Marzo, 1964.

 

Entrevista con intelectuales sefardíes. En la foto rodean a Menéndez Pidal Moshé (Moisés) Attias y Jitzhak (Isaac) Levy.

Una de las numerosas noticias apareci­das en "ABC" relativas al viaje (del 21-III-1964).

 

Noticia gráfica de "Semana", 31-III-1964, y suelto de "ABC", 29-III-1964, acerca del regreso de Menéndez Pidal de Israel.

 

Vuelto a España desde Israel, Menéndez Pidal dio una conferencia de prensa sobre sus impresio­nes y esbozó diversos planes de cooperación con el objetivo de promover la consideración del judeo-español como una de las variedades "oficiales" de la lengua española y de no dejar que el uso del espa­ñol por buena parte de la población del nuevo Estado fuera sólo una situación pasajera. El súbito deterioro de su salud frustró su empresa.
"Ya", 1-IV-1964.

 

El viaje y conferencia de prensa de Menéndez Pidal, Presidente de la Academia Española, fue "noticia", no sólo en Israel y en España (en 40 pe­riódicos; sólo en "ABC" aparecieron 15 referencias), sino en Hispanoamé­rica: en "La República"y en "El Universal" de Caracas; en "El Comercio" de Quito; en el "Ideal" de Bogotá...
Suelto publicado en varios periódicos de Hispanoamérica.

El viajero y el viaje vistos desde Israel ("Jerusalem Post", 25-III-1964).

SUMARIO:

I
PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL

* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

*1. LOS FONDOS DEL S. XIX

* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900

* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO

* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904

* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906

* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906

* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905

* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908

* 9. MENÉNDEZ PIDAL HACE INVENTARIO: LAS PRIMERAS MIL QUINIENTAS VERSIONES DEL ARCHIVO Y LAS CONFERENCIAS EN LA COLUMBIA UNIVERSITY DE NUEVA YORK EN 1909

* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912

* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912

* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913

* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913

* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914

* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914

* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920

* 9. MANRIQUE DE LARA, EL ROMANCERO DE LOS JUDÍOS DE MARRUECOS Y DE LA PENÍNSULA Y LA MÚSICA DE LOS VIHUELISTAS, 1915-1922

* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918

* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920

* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925

* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20

* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921

* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925

* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927

* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928

* 18. MANRIQUE DE LARA NUEVAMENTE EN ORIENTE. EDICIÓN FRUSTRADA DE LAS MÚSICAS DEL ROMANCERO: 1923-1928

* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30

* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE

* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS

* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931

* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933

* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN

* 6. NUEVAS CAMPAÑAS DE RECOLECCIÓN DE MÚSICAS Y TEXTOS POR LA SECCIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRÓ DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, 1930-1936

* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930

* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936

* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL

* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO

* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO

* 3. OCASO DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS. CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LOS PROYECTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE

* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES

* 6. VERANO DE 1937. LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Y LAS CANCILLERÍAS SE PREOCUPAN DE LA SEGURIDAD DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO

* 7. EL ROMANCERO Y LA HISTORIA DE LA LENGUA DE MENÉNDEZ PIDAL VIAJAN COMO PARTE DEL TESORO CULTURAL DE ESPAÑA

* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA

* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941

* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945

* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946

* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950

* 5. LA CARTOGRAFÍA ROMANCÍSTICA Y LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN EN LA SERRANÍA DE CUENCA, EN LAS BALEARES, EN SORIA, EN SEGOVIA, EN ÁVILA, EN LA MESETA MANCHEGA, EN ALISTE Y EN MARRUECOS, 1947-1948

* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA

* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948

* 8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949

* 9. FIN DEL SEMINARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. FINAL DE LAS ENCUESTAS Y PUBLICACIÓN DIFERIDA DE LOS TRABAJOS SOBRE EL ROMANCERO, 1950-1954

* 10. ACTIVIDAD RECOLECTORA EN LA AMÉRICA HISPANA. SU REPERCUSIÓN EN EL "ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL", 1948-1952

* 11. REPERCUSIONES DE LAS PUBLICACIONES SOBRE EL ROMANCERO EN LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN ORAL, 1953-1954

* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI

* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO  RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954

* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959

* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50

* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966

* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

* 10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968

* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL

* 1. NON OMNIS MORIAR, 1969

* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

* 3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975

* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975

* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981

* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984

* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988

* 11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

* 12. LOS ARCHIVOS DEL ROMANCERO NUEVAMENTE EN EL FOCO. LOS LABORATORIOS HUMANÍSTICOS INSTALADOS EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL, 1988-1998

* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98

* EPÍLOGO

* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO

* 2.- EL ARCHIVO DEL ROMANCERO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNDACIÓN MENÉNDEZ PIDAL Y DEL CENTRO SITO EN CHAMARTÍN

* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN

* 4.- DESPEDIDA

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      Entre los últimos artículos de Ramón Menéndez Pidal dedicados al Romancero, merecen espe­cial atención dos de carácter teórico: "Le romancero et l’état latent de la poesie épique" (1959)144 es un intento de defender ante un público erudito francés un principio repetidamente enunciado por Menéndez Pidal: la necesidad de admitir largos silencios documentales en la ininterrumpida transmisión oral de temas poéticos tanto por el romancero como por la épica. La redacción del ar­tículo vino forzada por René Louis, encargado de la preparación de un volumen especial de La Table Ronde sobre el tema "L’epopée vivante" que iba a publicarse en Diciembre de 1958. Louis in­vitó a colaborar en él a Ramón Menéndez Pidal el 28 de Julio de aquel año145. Ante el silencio de Menéndez Pidal, recurrió a mí el 28 de Agosto, pidiéndome que le instara a escribirlo146, pero su­giriendo una alternativa: "en el caso de que Menéndez Pidal no pudiera tener tiempo de redactar el artículo sobre la vida de los romances, ¿querría Vd. tener la gentileza de escribirme este artículo para la revista francesa y de enviármelo en las fechas indicadas?". Conocida esta propuesta, Ramón Menéndez Pidal pensó que podía zafarse personalmente del apremio147; pero, finalmente, ante mi resistencia, acabó por asumir el compromiso148.

      Mayor novedad encierra otro artículo de carácter teórico, el titulado "Los cantores épicos yu­goslavos y los occidentales. El Mio Cid y dos refundidores primitivos" (1965-66)149, ya que, en su primera parte, Menéndez Pidal llama la atención acerca de las diferencias que separan la con­cepción que de la tradicionalidad de los textos poéticos orales tienen los críticos "oralistas" (cuya base de observación venía siendo la poesía juglaresca profesional de los cantores serbo-croatas) y la suya propia (asentada en el conocimiento de la reelaboración oral que de los textos recibi­dos por tradición realizan los múltiples y no profesionalizados trasmisores del romancero pan-hispánico), diferencias que tienen una trascendencia mucho mayor que la notada por muchos de los especialistas en poesía "oral".

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

144  La Table Ronde, núm. 133 (Enero de 1959), 136-143.

145  Según R. Louis me explicaba en la carta que cito a continuación: "Este artículo, de una quincena de páginas, debería serme remitido el 1° de noviem­bre, si estaba directamente escrito en francés, pero el 1° de octubre, si estaba escrito en español, pues haría falta algún tiempo para traducirlo al francés" (tra­duzco del francés).

146 "Podría tratar a la vez de los Cantares de gesta y los romances. Pero si quiere, podría tratar solamente de los romances, dejando a Martín de Riquer la ta­rea de tratar de la epopeya medieval hispánica" (tra­duzco del francés).

147  "Diego, en tu última carta me pareció ver (no sé si el deseo me engaña) que no juzgabas imposible el hacer algo para la Table Ronde sobre los Romances como épica viviente. Por si tienes tiempo y te animas, te mando la invitación. El romance noticiero desde la edad media hasta hoy en España y América, el ro­mance heroico, Cid y Roldan cantados aún en la periferia del mundo cultural hispano (sefardíes de Oriente y de Marruecos)..., el tema es abundante, su­perabundante. La dificultad está en la falta de tiem­po" (19-X-1958).

148 "Gran desilusión para el Abuelo que esperaba la contestación de Diego (...). Ayer había querido poner un telegrama para preguntarle si había empezado a ha­cer algo del Romancero para los de la Tabla Redonda, que le escribieron apremiándole, pero al fin decidió ponérselo a hacer él sin más averiguaciones" (carta de Jimena Menéndez Pidal a mi mujer, Alicia Gutiérrez del Arroyo, 4-XI-1958). "Nada me has dicho de lo de la Table Ronde, supongo que no habrás hecho nada. Hace cuatro días me apremiaron diciéndome que me esperan unos días aunque estoy fuera de plazo. Yo creí estar a salvo, pero me veo obligado a mandarles 4 ó 5 cuartillas, fijándome sólo en el estado latente del romancero en Castilla y América y en los dos casos, el de Floresvento y el del caballo de Fernán González, para quitar al lector el miedo al vértigo ante cinco o siete si­glos de latencia. No sé lo que podré hacer" (Ramón Menéndez Pidal en nota adjunta a la carta citada). El 13-XI-1958 comentaba: "Yo trabajo cuanto puedo y por ahora no siento cansancio (...). Envié 8 cuartillas para la Table Ronde que al fin, por telégrafo, me dije­ron que llegaba a tiempo (...)".

149 BRABuenas Letras, XXXI (1965-1966), 195-214.

 

LÁMINAS

Menéndez Pidal entre los romeros y jaras del olivar de Chamartín (al fondo, el "paisaje" urbano comienza a evolucionar).

Ramón Menéndez Pidal con María Josefa Canellada

 

Rafael Lapesa con su mujer y principal colaboradora,  Pilar Lago

 

SUMARIO:

I
PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL

* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

*1. LOS FONDOS DEL S. XIX

* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900

* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO

* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904

* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906

* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906

* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905

* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908

* 9. MENÉNDEZ PIDAL HACE INVENTARIO: LAS PRIMERAS MIL QUINIENTAS VERSIONES DEL ARCHIVO Y LAS CONFERENCIAS EN LA COLUMBIA UNIVERSITY DE NUEVA YORK EN 1909

* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912

* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912

* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913

* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913

* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914

* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914

* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920

* 9. MANRIQUE DE LARA, EL ROMANCERO DE LOS JUDÍOS DE MARRUECOS Y DE LA PENÍNSULA Y LA MÚSICA DE LOS VIHUELISTAS, 1915-1922

* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918

* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920

* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925

* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20

* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921

* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925

* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927

* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928

* 18. MANRIQUE DE LARA NUEVAMENTE EN ORIENTE. EDICIÓN FRUSTRADA DE LAS MÚSICAS DEL ROMANCERO: 1923-1928

* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30

* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE

* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS

* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931

* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933

* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN

* 6. NUEVAS CAMPAÑAS DE RECOLECCIÓN DE MÚSICAS Y TEXTOS POR LA SECCIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRÓ DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, 1930-1936

* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930

* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936

* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL

* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO

* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO

* 3. OCASO DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS. CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LOS PROYECTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE

* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES

* 6. VERANO DE 1937. LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Y LAS CANCILLERÍAS SE PREOCUPAN DE LA SEGURIDAD DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO

* 7. EL ROMANCERO Y LA HISTORIA DE LA LENGUA DE MENÉNDEZ PIDAL VIAJAN COMO PARTE DEL TESORO CULTURAL DE ESPAÑA

* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA

* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941

* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945

* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946

* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950

* 5. LA CARTOGRAFÍA ROMANCÍSTICA Y LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN EN LA SERRANÍA DE CUENCA, EN LAS BALEARES, EN SORIA, EN SEGOVIA, EN ÁVILA, EN LA MESETA MANCHEGA, EN ALISTE Y EN MARRUECOS, 1947-1948

* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA

* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948

* 8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949

* 9. FIN DEL SEMINARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. FINAL DE LAS ENCUESTAS Y PUBLICACIÓN DIFERIDA DE LOS TRABAJOS SOBRE EL ROMANCERO, 1950-1954

* 10. ACTIVIDAD RECOLECTORA EN LA AMÉRICA HISPANA. SU REPERCUSIÓN EN EL "ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL", 1948-1952

* 11. REPERCUSIONES DE LAS PUBLICACIONES SOBRE EL ROMANCERO EN LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN ORAL, 1953-1954

* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI

* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO  RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954

* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959

* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50

* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966

* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

* 10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968

* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL

* 1. NON OMNIS MORIAR, 1969

* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

* 3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975

* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975

* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981

* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984

* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988

* 11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

* 12. LOS ARCHIVOS DEL ROMANCERO NUEVAMENTE EN EL FOCO. LOS LABORATORIOS HUMANÍSTICOS INSTALADOS EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL, 1988-1998

* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98

* EPÍLOGO

* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO

* 2.- EL ARCHIVO DEL ROMANCERO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNDACIÓN MENÉNDEZ PIDAL Y DEL CENTRO SITO EN CHAMARTÍN

* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN

* 4.- DESPEDIDA

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      El interés de Menéndez Pidal por el Romancero no se canalizó en los años 1954-1959 úni­camente a través del "Seminario Menéndez Pidal": en la Real Academia Española apoyó la edición facsimilar de Las flores de romances, por medio de las cuales se difundió a finales del s. XVI impreso el "Romancero nuevo", antes de que fuera compilado en el Romancero general de 1600. Ya hemos visto que, en 1952, María Goyri había proporcionado a Antonio Rodríguez Moñino el ejemplar fotografiado de la Flor de enamorados existente en el "Archivo del Romancero" para la reedición de ese cancionero, y que don Antonio le había expresado su propósito de reimpri­mir todos los cancionerillos y romanceros del siglo XVI anteriores al Romancero general; ahora, ese proyecto, iniciado privadamente en la "Editorial Castalia" de Valencia, vino a ser asumido por la Academia. Sólo gracias a la intervención personal de don Ramón en Julio de 1955 pu­dieron ser obtenidas de Archer M. Huntington las fotografías de las ediciones, atesoradas en la Hispanic Society, que habían de servir de base para buena parte de los textos cuya edición fac­similar iba a estar al cuidado de Antonio Rodríguez Moñino. En efecto, el 12 de Julio de 1955, Agustín G. de Amezúa hacía saber por carta a Menéndez Pidal:

    "Para que podamos obtener los fotograbados de Las flores de romances con destino a nuestros facsímiles, es necesario que Vd. escriba a Mr. Huntington pidiéndoselos personalmente y como un favor especial. Yo lo hice con fecha 15 de febrero de 1955, pero me contestaron negativa­mente. Únicamente con la intervención personal suya es como podremos obtenerlos".96

      En 1959, Menéndez Pidal manifestó a Rodríguez Moñino la conveniencia de ampliar la ree­dición de fuentes antiguas del Romancero a otras series de romancerillos de bolsillo del siglo XVI y, eventualmente, a los pliegos sueltos. El 5 de Junio don Antonio escribió a don Ramón precisando lo que podría ser aquel nuevo proyecto:

    "He estado pensando, después de nuestra conversación de ayer, sobre el proyecto de edi­ción. Creo preferible que, si la Academia se decide, se reimpriman las fuentes del romancero en un solo volumen y en tipografía moderna, precedidas de un estudio bibliográfico mío y de los detallados índices necesarios. En principio irían:
Cancionero de romances.
Anvers, s. a.
Primera Silva. Zaragoza, 1550.
Segunda Silva. Zaragoza, 1550.
Tercera Silva. Zaragoza, 1551.
Silva de romances.
Barcelona, 1561,
y como complemento cuanto no recogido haya en las ediciones del Cancionero, la Silva, etc. posteriores, hasta aproximadamente 1600. También podría añadirse un apéndice de textos del Cancionero general (1511-1573) y de pliegos sueltos góticos. / Tengo la duda de si incluir o no las Rosas de Tirnoneda (...).
    Si persiste Vd. en el proyecto de la edición, convendría que yo lo supiese cuanto antes para dedicar íntegramente a esta tarea los meses de junio a octubre y poder tener el libro en la ca­lle a fines de año.
    Sabe cuanto le quiere, respeta y admira su discípulo y amigo invariable".

      Pero este proyecto se vería afectado, poco tiempo después, por los avatares de la candidatura de Antonio Rodríguez Moñino a un sillón de la Academia Española y también lo sería, indi­rectamente, la publicación del Romancero tradicional II, volumen que, según arriba vimos (§ 2), parecía estar a punto de "tirarse" en Agosto de 1959.

      El 18 de Marzo de 1960, conocedor de que Rodríguez Moñino preparaba para la Academia Española la edición de la Tercera parte de la Silva, cuyo único ejemplar completo había reapare­cido en la Hispanic Society de Nueva York, recurrí a él, desde la Universidad de La Laguna, para conseguir una lectura de primera mano de uno de los romances de esa publicación que necesi­taba para uno de mis trabajos romancísticos97; y don Antonio no tardó en contestarme. El día 25 de Marzo me escribió a Canarias en estos términos:

    "Mi querido amigo: Con mucho gusto contesto a su carta del 18. Ahí van las pruebas. He corregido todo, para que Vd. luego acepte lo que crea oportuno, en presencia de la Tercera parte de la Silva (Zaragoza, 1551). No sé cuándo publicaré este tomito porque yo querría dar todas las Silvas en un par de volúmenes y no creo que haya editor para ellas. Pensé, en un principio, que lo hiciera la Academia Española (como lo hizo con el Cancionero general) pero... estoy muy escarmentado con la experiencia del Cancionero y la de los doce tomos de Las fuentes del Romancero general. Non bis in idem..".

Aparte de devolverme las pruebas de imprenta, que yo le había remitido, con el texto de la Ter­cera parte de la Silva convenientemente corregido, don Antonio me ofrecía muy generosamen­te en aquella carta contribuir a la excelencia del Romancero tradicional:

    "Yo tengo en casa la inmensa mayoría de los Romanceros publicados hasta 1688, unos en ejemplar, otros en fotografía. Están a su completa disposición para todo lo que precise y no vacile en mandarme romances para revisar las lecciones antiguas, sobre todo las que vayan a salir en el tomo II del Romancero. He manejado muchísimo el tomo I, con admirables estu­dios literarios; lástima grande que la parte bibliográfica no esté al mismo nivel! (...)".

De paso, me comunicaba sus planes de salida de España para ir a enseñar en la University of Ca­lifornia:

    "Efectivamente —si me dejan— iré a ver a nuestros amigos de Berkeley y a pasar con ellos el curso 1960-1961. Mucho celebraría que coincidiésemos por allá"

      En aquel próximo curso 1960-1961, a que don Antonio aludía, yo me trasladé a Madison (Wisconsin) donde había sido invitado a enseñar en la Universidad. A mediados de Noviembre aún esperaba que la imprenta de Silverio Aguirre emprendiera de una vez la composición de las secciones finales del Romancero tradicional II de que nunca nos había dado pruebas (los roman­ceros de «Los Infantes de Salas» y de «La Condesa traidora»). Al pasar revista, para Ramón Menéndez Pidal, a la situación de los diversos trabajos que se venían realizando en el "Seminario", le decía entonces:

    "ROMANCERO. El tomo 2° del Romancero está ahora pendiente, no de correcciones, sino de que Aguirre se decida a componer la parte final («Infantes de Salas»). Que me envíe las pruebas cuando lo componga. ¡Hay que meterle prisa, pues si no lo dejará de un año para otro!".

      A comienzos de 1961 (el 23 de Enero), Rafael Lapesa me escribió muy satisfecho sobre la im­presión del volumen segundo del Romancero:

    "Supongo habrás recibido 44 galeradas de la imprenta de Aguirre, correspondientes al principio del Romancero de los Infantes de Salas. Están muy bien, tanto el prólogo como las notas. ¿Quién los hizo? Sólo echo de menos que en las galeradas 4-6 no se habla para nada de Ruy Velázquez (quiero decir, de la posible relación del personaje de la leyenda con los Ruy Velázquez históricos); y que en las págs. 22 y sigts. no se da ninguna explicación del traslado del ámbito de los hechos hasta Calatrava la Vieja, a orillas del Guadiana; espero que María Josefa Canellada esté aquí dentro de un mes y se haga cargo del Romancero".

Aquella Primavera llegaron por fin a mis manos las anunciadas pruebas, y creí poder resolver rá­pidamente los detalles que exigían retoques98:
    Sin embargo, en el curso de la corrección, tomé la decisión de aprovechar la antigua oferta de Rodríguez Moñino y le escribí a California, según informé a Ramón Menéndez Pidal el Vier­nes [28] de Abril de 1961:

    "ROMANCERO. Hace un año Moñino se me ofreció a colaborar en el perfeccionamiento bi­bliográfico del vol. II del Romancero, pues criticaba ciertas deficiencias del Iº. En vista de ello, acudo a él para lo de la 2a Silva (los textos se tomaban de la Primavera! [de Wolf]) / Remití  el prólogo [a Madrid], que no necesita consultas, hace días./ En los Romanceros "primitivo", "viejo" y "cronístico" hice algunas correcciones, que quiero poner a máquina, para mayor fa­cilidad";

y pocos días después, le expliqué, en carta sin fecha de primeros de Mayo":

    "Abuelo, corregí las pruebas del Romancero bastante (ya que contaba con el original) y se las remití a Moñino (a Berkeley), pues me ofreció revisarlas bibliográficamente. Cuando me las devuelva, las remitiré. Las 2as pruebas pueden corregirlas ya ahí. No me dices si aceptaste las adiciones hechas a la Introducción".

      En efecto, en aquellos días (el 1° de Mayo) había yo escrito a Antonio Rodríguez Moñino lo siguiente100:

    "Basándome en su amable ofrecimiento de hace un año (25 Marzo 1960), me atrevo a molestarle enviándole las pruebas de una parte del «Romancero de los Infantes de Salas». Fue preparado por mí, siguiendo instrucciones de Menéndez Pidal, allá por el año 1949-1950, cuando aún era estudiante en Madrid. En la actualidad estoy físicamente alejado de los ma­teriales en que se basa y espiritualmente muy desconectado del tema; pero guardo honda­mente enraizado el amor familiar por la empresa y quisiera que el esfuerzo «secular» de mi abuela y abuelo viese la luz en la forma más digna y útil posible. Por ello me atrevo a pedirle su colaboración.

    Me decía Vd. en la carta arriba citada que el tomo I estaba bibliográficamente flojo; ¿po­dría Vd. ayudarnos a que no se produzcan fallos similares en el IIo? Naturalmente su aporta­ción a esta obra «tradicional» sería debidamente reconocida en los principios del volumen.
 
   En cuanto a los defectos notados en el Io, aunque ya irremediables, me gustaría subsanar­los en este IIo incluyendo como corrigenda cuantas observaciones al Io interese hacer. Si Vd. me enviase sus correcciones y adiciones las incluiríamos con mucho gusto; quizá incorpora­das a la propia colección resulten más útiles que publicadas en otro lugar. Como es lógico se consignaría la procedencia".

      Desgraciadamente, los vientos soplaban en otra dirección. Yo ignoraba que don Antonio es­taba por entonces muy resentido con Ramón Menéndez Pidal a causa de sucesos relacionados con su candidatura a la Academia Española101. En aquella ocasión, la respuesta que el 9 de Mayo de 1961 me envió desde la University of California en Berkeley fue bien desalentadora:

    "Días pasados recibí su carta y poco después me llegaron las galeradas del Romancero His­pánico. He querido echar un vistazo a las pruebas antes de responderle y por ello he retrasa­do algo la contestación.

    Efectivamente, como dice Vd., le ofrecí el año pasado la poca ayuda que pudiera prestarle facilitando antiguas ediciones de romances que no hubiesen sido utilizadas en la preparación del texto, de igual modo que en ocasiones anteriores presté a su abuelo la Tercera parte de la Silva, las de Mendaño, etc., para que fueran aprovechadas por sus discípulos o colaboradores.

    Hace un año estaba yo muy metido en cuestión romanceril. Don Ramón, terminados de editar el Cancionero general y Las fuentes del Romancero de 1600, me pidió que hiciese lo mis­mo con las Silvas para la Academia Española. Inmediatamente puse manos a la obra, pero so­brevinieron en junio de 1960 las conocidas —y previsibles— consecuencias de la «fernandezramirada» y no volví a poner los pies en aquella casa, alzando mano de la tarea y dedicando mis actividades a otros menesteres. Ahora, en este país, estoy alejado de mis libros, notas y pa­peles.

    Le agradezco su ofrecimiento para colaborar en el tomo II y siguientes del Romancero con aportaciones bibliográficas, pero no lo creo posible, aunque mucho me honraría. Ya dije a Vd. que esa parte estaba «floja» y ahora, examinadas las pruebas que me envía, he de añadir que no se trata de corregir algunos errores (nadie está libre de ellos) sino de algo radical de con­cepto y método.

    Entiendo que la tarea primera que hay que llevar a cabo, antes de preparar la edición de cada ciclo de romances, es cimentar unas sólidas bases bibliográficas, buscar todos los textos antiguos y proceder a una escrupulosa organización cronológica de ellos. Lo ya impreso está patentizando que no se ha hecho así. Encargarme ahora de restablecer totalmente un roman­cero que se ha transcrito de segunda mano en su mayoría en vez de tomarlo directamente de las fuentes originales es tarea que sobrepasa mis deseos en este momento (...). No, no se trata ahora de restablecer el texto de media docena de romances copiados por Wolf o de relevar otra media docena de descuidos de un editor del siglo XIX. Si fuera eso, yo lo haría con gus­to por dárselo a Vd. Es que creo que semejante tarea es inútil y lo que procedería es rehacer absolutamente todas las versiones cotejándolas con sus originales primitivos impresos y exa­minando todas las ediciones en las fuentes. En una obra de la importancia y trascendencia del Romancero hispánico o se presentan los datos de manera que no pueda dudarse de que se ha hecho el máximo esfuerzo humano para alcanzar la exactitud, o se nos viene abajo la con­fianza en la labor realizada (...).

     Me hará Vd. la justicia de creer que las indicaciones mías no rozan ni de lejos al profun­dísimo respeto que siento por nuestro común maestro, respeto del cual he dado pruebas, en ocasión no lejana, llevándolo hasta el máximum de los límites tolerables. Es posible que no vea Vd. la cosa del mismo modo que yo y es posible también que, en mi modo de ver, la ra­zón no esté de mi parte. Caso de ser así, disculpe mis claridades".

      Ante esta radical descalificación del Romancero tradicional por Rodríguez Moñino, aparte de comunicar escuetamente a Madrid la noticia102, reaccioné en dos direcciones. En primer lugar, respondí a don Antonio, tratando de reenfocar el tema103:

    "Recibo, y le agradezco, su larga carta del pasado día 9. Creo necesario separar en mi res­puesta dos temas que en ella se complementan pero que, desde mi punto de vista, no están relacionados; y, como prefiero agarrar el toro por los cuernos, paso a tratar ante todo del me­nos erudito.

    Me extraña su resentimiento respecto a mi abuelo ("... respeto del cual he dado pruebas, en ocasión no lejana, llevándolo hasta el máximum de los límites tolerables") en relación con la frustrada elección académica (leí en Ibérica que Menéndez Pidal votó contra el veto guberna­tivo, ¿no es cierto?). Realmente no estoy en condiciones de emitir juicio sobre lo que Vd. lla­ma la "fernandezramirada"; desde 1954 vivo en el exilio, lejos del obispero peninsular, en Ca­narias (satélite flotante en el espacio intersideral), Berkeley y Madison, y la lejanía ha venido a reforzar mi falta de curiosidad por la sociedad intelectual española...; en consecuencia, mi única fuente de información sobre el tema deriva de Ibérica y publicaciones análogas. Lo que, desde mi aislamiento, no comprendo, desde luego, es que Vd. se interese por pertenecer a esa obsoleta tertulia, carente de todo sentido y finalidad en estos tiempos. Pero, en fin, si su gus­to era ése, uno sinceramente mi protesta personal a la de cuantos hasta aquí lo han hecho res­pecto a los susomentados sucesos.

    Otro tema es el Romancero tradicional. Lamento que una minusvaloración inicial de la obra le retraiga de ayudarme en la tarea, para mí imposible, de perfeccionarlo bibliográficamente. Creo que ha comprendido mal el carácter de la obra. Los dos tomos referentes a los roman­ces de ciclos "épicos" que están saliendo desde 1955 (el tomo II está en la imprenta desde en­tonces) responden en su organización a un tipo de estudio muy del gusto de Menéndez Pidal desde su primer libro de 1896, dedicado a estudiar el desarrollo secular en la literatura espa­ñola de un tema de la épica nacional. Pero no dan una idea clara de lo que el Romancero tra­dicional ha de ser en su día —si algún día se publica—. Su estructura excepcional oculta el carácter del conjunto de la obra. Durante toda una vida el matrimonio Menéndez Pidal fue acumulando —en períodos de actividad muy desigual— textos y notas sobre el romancero. Como consecuencia de ello, existe en la actualidad una colección riquísima —sobre todo en versiones de la tradición moderna— orientada, desde luego, en una dirección específica (es­tudio de la «tradicionalidad») y, sin duda alguna, ni perfecta bibliográficamente, ni sistemá­ticamente rematada. Esta colección es lástima que siga estando inédita, inasequible a cuantos trabajan o piensen trabajar en el Romancero (...). El Romancero tradicional aspira a poner al alcance del público esos materiales atesorados en Chamartín por el matrimonio Menéndez Pi­dal, la «colección de textos y notas de María Goyri y Ramón Menéndez Pidal», como en el título general de la obra se anuncia (...). Detener la publicación de la colección hasta perfec­cionarla bibliográficamente, como Vd. exige, sería enterrarla para siempre, con cuanto en ella hay de nuevo e inasequible para la erudición ¿Quién iba a realizar esa obra? ¿Cree Vd. que la obligación de mi abuelo, a los 90 y tantos años, es realizar «el máximo esfuerzo humano para alcanzar la exactitud» antes de poner en manos de todos su colección romancística? Con to­das sus omisiones, con sus «transcripciones de textos de segunda mano», el Romancero tradi­cional creo que debe ser publicado cuanto antes. Por desgracia, no veo fácil que la imprenta divulgue la colección Menéndez Pidal. Los dos primeros volúmenes están saliendo desde 1955; fueron redactados, siendo yo estudiante, allá por los años 1948-1950. Y actualmente nadie hay en Madrid que se encargue de su puesta en marcha".

      Por otra parte, consideré preciso tratar de subsanar los defectos que en su extensa crítica Ro­dríguez Moñino enumeraba en forma de alusiones y sin proporcionar las claves necesarias para su remedio104; por lo que, en carta del 28 de Junio de 1961 dirigida a Madrid a mi madre, co­menté ofendido y con indignación la despectiva y sutil respuesta recibida:

    "Al abuelo, que en cuanto pueda, le enviaré las pruebas del Romancero con correcciones. El problema son los defectos apuntados, pero no solucionados, por Moñino en su insultante car­ta romancística".

Al devolver a mi abuelo las pruebas vistas por mí, le adjunté la carta de Rodríguez Moñino y le insté a que tratara en Madrid de resolver los problemas bibliográficos que allí desde Wisconsin me resultaban irresolubles. Ramón Menéndez Pidal consideró toda la cuestión con mucha ma­yor tranquilidad que yo. El 17 de Julio de 1961 me respondía:

    "Diego, han llegado las pruebas del Romancero en un estado lamentable, el sobre todo des­trozado y en correos le pusieron una abrazadera de cordel para que no se desparramasen las hojas. La carta última de Moñino es dura, pero no inamistosa: quiere ayudar algo, pero ale­ga que no tiene bastantes elementos a mano. Según Clavería, le dolió mucho la elección de Fernández Ramírez y ésta es su única llaga. Él no ve que la gramática interesa más apre­miantemente a la Academia que la bibliografía. Exageras tú al suponer «furia anti-pidalina». Ya he llamado a María Josefa [Canellada], que ahora está de vacaciones. Ya trabajaré con ella a ver cómo ponemos en pie este tomo, teniendo presente tu carta y la de Moñino ya muy aprovechada por ti. Él naturalmente quiere sentar que la bibliografía es muy importante, y claro que lo es, pero es algo seco y de caracteres ásperos: ejemplo Foulché-Delbosc. Yo me ale­graría mucho que Moñino quisiera colaborar y no creo que se olvide de que por su candida­tura para la Academia pasé yo uno de los grandes disgustos de la vida oficial".

      Convencido de que su particular lectura de la carta (basada en una falsa apreciación de cómo recordaría Rodríguez Moñino los sucesos que frustraron su aspiración a ser elegido académico de número en 1960) era la acertada, Menéndez Pidal llegó a escribir el 11 de Octubre de 1961 a Rodríguez Moñino en los siguientes términos105:

    "Yo no intervenía más que indirectamente en este tomo del Romancero; pero ahora carga sobre mí. Diego [Catalán] enfrascado en sus Crónicas allá en América, y Álvaro [Galmés] en Munich. Ahora necesitamos mucho su ayuda. ¿Quiere Vd. que le ponga en comunicación con María Josefa Canellada para las muchas dudas que ocurren en la corrección de pruebas?".

      La reacción de don Antonio a esta propuesta fue breve y seca106, remitiendo (mediante el en­vío de copias) a su correspondencia anterior conmigo107. Por entonces las publicaciones de Ro­dríguez Moñino abundaban en críticas de detalle a afirmaciones de Menéndez Pidal relativas al Romancero108. Pero Menéndez Pidal no consideró lógico que cuestiones personales pudieran in­terferir en el desarrollo de una tarea investigadora que requería el trabajo aunado de ambos, ya que, según su ideología, las "cosas" debían tener siempre primacía sobre las "personas"109:

    "Escribí a Ud. mi carta del día 11 porque referencias del Sr. López de Toro me decían que estaba Ud. muy en buena disposición respecto de mí y de mis trabajos (...). Si me engañé, lo sentiría mucho. La carta de Ud. a Diego que me incluye también la veo de difícil interpreta­ción. Diego, que me la había comunicado, la juzgaba negativa absoluta de colaborar en el ro­mancero. A mí me parece que ésta ha sido una interpretación demasiado pesimista. No qui­siera ser tampoco pesimista ahora, porque no desearía desviar este asunto a resentimientos personales sino mirar sólo a la objetividad de las cosas" (21-VIII-1961).

      La carta sólo sirvió para aumentar la irritación de Rodríguez Moñino, quien escribió a con­tinuación a Menéndez Pidal con despectiva dureza:

    "Vamos a ver si pongo un poquito de luz sobre lo que a Vd. le parece «de difícil interpre­tación». En la carta a Diego le decía con claridad meridiana que con mucho gusto interven­dría en el Romancero si se tratase sólo de restaurar algunas lecciones erradas, pero (...) señalé, en el tomo aparecido y en las galeradas que me enviaba, diez fallos bibliográficos que estimé de gravedad suficiente como para restar confianza en lo que pudiese haber en el conjunto de la obra (...). Ahora (...) me confirmo en que es inexcusable reemprender la labor de revisión total (...). Creo que esto está claro y que va expresado con la máxima objetividad reclamada por usted. No es justo buscar en mi actitud o en mi carta lo que yo no he puesto ni pensado siquiera" (24-VIII-1961).

Ramón Menéndez Pidal hubo de resignarse y reconocer tardíamente, tanto para sí mismo como en respuesta directa a Antonio Rodríguez Moñino, "que el sentido de la carta de Ud. a Diego sea el pesimista que yo no quería ver en ella" (28-VIII-1961). Por mi parte, considerando que las obsequiosas respuestas de Menéndez Pidal, lejos de contribuir a mejorar las relaciones entre ambos, venían a echar leña al fuego, reaccioné indignado, pensando que el paso en falso dado por Menéndez Pidal constituía una innecesaria humillación110.

      Mi interpretación de que la crítica de Rodríguez Moñino al Romancero era no más que el re­sultado directo de su resentimiento en relación con la actitud pidalina en las sucesivas votacio­nes de la Academia me fue reargüida epistolarmente aquel Otoño por José F. Montesinos, des­de Berkeley, meses después de que don Antonio terminara allá el curso académico y regresara en Agosto de 1961 a Madrid:

    "Diego, por los clavos de Cristo, no sea caviloso ni absurdo (...). ¿Tengo yo tan poco fun­damento que puedo dejar caer un afecto antiguo y bien enraizado por una ventolera de otro amigo? El cual amigo apenas si sé si lo es, pues no me ha escrito una línea desde que lo des­pedí en agosto (...). Yo he lamentado íntimamente el «timing» de las censuras de Moñino, pero no estoy muy de acuerdo con su interpretación de ellas. Leí la carta que le dirigió, por­que me la dio a leer. Los tiros van menos contra el Abuelo [= Ramón Menéndez Pidal] que contra Lapesa, Salvador [Fernández Ramírez]..., quizá usted mismo, pero menos porque no es académico. De lo que Moñino se quejaba, y tiene razón, es de que habiéndose hecho muy bien toda la labor auxiliar puramente filológica, la bibliográfica no estaba a la misma altura. Note usted, si gusta, que este hombre, desde que tiene bigotes, ha sido mirado por encima del hombro porque se obstina en no ser sino un bibliógrafo; que, por lo tanto, en cuanto pue­de tomar una revancha se refocila, no sólo porque ello le dé una ocasión de vengarse, sino por la que le da de justificarse, y de decir «¿Veis?. Demostrar que de este romancerillo hay una edición de tal año equivale a cambiar la fechación de dos centenares de romances. Y ello no se puede hacer de otro modo». Si viviéramos en un país civilizado, todas las empresas de Mo­ñino resultarían prehistóricas, pues casi todos esos problemas están resueltos: en tierra de gar­banzos no lo están"111.

      Si bien todo lo comentado por Montesinos respondía a la verdad, no era menos cierta la "fu­ria anti-pidalina" latente que yo detecté desde un principio y que vendría a estallar abiertamen­te en Mayo de 1962112.

      Pero, por más que en aquel Otoño de 1961 me quejara yo de las razones subjetivas subya­centes en la negativa de Rodríguez Moñino a aportar sus conocimientos bibliográficos al Ro­mancero, los elementos objetivos de la crítica de don Antonio debían ser tenidos en cuenta; de ahí que me propusiera solucionar a mi aire las cuestiones bibliográficas del Romancero tradicio­nal II sin detener el proceso de publicación:

    "Lo malo es que Aguirre [el impresor de la obra] se me queja de que le tengo secuestradas las pruebas del Romancero hace no sé cuánto y que le perjudica... Poneros al habla con él sobre ello.
    Para salir del paso, lo que hay que hacer es subsanar y mejorar lo que esté al alcance de nuestros conocimientos bibliográficos, paliar afirmaciones sobre «primeras» y «segundas» edi­ciones (que no estamos seguros lo sean)... y explicar en el prólogo el alcance y génesis de la obra.
    Acude a Lapesa" (6-XI-1961).

      A finales de año (24-XII-1961), Ramón Menéndez Pidal , intentando sacar adelante el mal­hadado volumen, me preguntaba a Wisconsin:

    "Dime algo de lo que pueda hacer en el 2° tomo del Romancero

y durante los primeros meses de 1962 gestionó el acopio de los materiales que debían consul­tarse, según se ve en carta del 23 de Marzo, en la cual me anunciaba satisfecho:

    "Querido Diego, tenemos ya films y fotos Magallón de la Tercera Silva, Cancionero 1580, etc.",

requiriéndome que me encargara de pagarlos puntualmente a la Hispanic Society113. Para en­tonces, creía haber resuelto, en lo posible, los problemas suscitados por la crítica de Rodríguez Moñino:

    "María Josefa [Canellada], ayudada por mí, corrigió las pruebas del 2° tomo del Romance­ro y añadimos dos correcciones tomadas de la carta de Moñino, poniéndoles entre paréntesis «nota de A. Rodríguez Moñino». Hoy las llevó María Josefa a la imprenta, abundantemente corregidas. Asusta verlas ¡Pobre imprenta!".

      Pero aquel primer esfuerzo por cerrar la obra en impresión no era, a mi juicio, suficiente. Si bien la animosidad de Rodríguez Moñino hacia Menéndez Pidal cedería en el Otoño de 1962114, sólo andados los años, don Antonio, ya académico de número en la Academia Espa­ñola115, pondría en mis manos sendos ejemplares de los dos volúmenes publicados en 1957 y 1963 del Romancero tradicional con anotaciones marginales personales de tipo bibliográfico para una eventual reedición corregida de la obra; en aquellos nuevos tiempos, Rodríguez Moñino me daría muestra, repetidamente, de un especial aprecio y me hizo recipiendario de su "señorial" forma de entender la amistad entre "eruditos"116. Pero en 1962-63, al regresar yo desde la University of Wisconsin a Madrid durante el verano, y seguidamente a mi cátedra de la Universi­dad de La Laguna, hube de continuar enmendando en el "Romancero de los Infantes de Salas" cuanto alcancé a enmendar sin contar con el apoyo de especialistas en la bibliografía del ro­mancero impreso en el s. XVI.

      El proceso de corrección fue largo. Las enmiendas y adiciones en lo que quedaba por tirar del volumen hubieron de hacerse correo va correo viene entre Canarias y Madrid, participando en el proceso Ramón Menéndez Pidal, desinteresado en aquellos tiempos por el Romancero en ge­neral y por el Romancero tradicional de las lenguas hispánicas en particular, Jimena Menéndez Pi­dal, como paciente intermediaria, y yo, encerrado de nuevo en la isla atlántica, desvinculado del "Seminario" madrileño y enfrascado en el estudio de la historiografía cronística.

      Algunas de las adiciones bibliográficas pudieron hacerse, pese a todo, con relativa sencillez so­bre las pruebas del "Romancero de los Infantes de Salas". Gracias a la intervención de Pere Bohi­gas se incorporaron, por ejemplo, sin demasiadas complicaciones, los textos conservados en un manuscrito de la Biblioteca Universitaria de Barcelona117. Aun así, la corrección hecha en colaboración por personas residentes en Canarias y en Madrid trajo sus problemas "logísticos":

    "Del Romancero: me enviáis las copias de Bohigas cuando dejé ahí las pruebas preparadas para simplemente incorporar los 2 textos... Creo que ahora lo mejor será el que me remitáis todo aquí. Si ha de salir el vol. II del Romancero tuyo, abuelo [escribía yo desde La Laguna a Ramón Menéndez Pidal el 24 de Noviembre de 1962] que me lleguen por correo las prue­bas. Están en casa [= Cuesta del Zarzal 23, Chamartín] y las dejé recomendadas a madre [= Jimena Menéndez Pidal]. Será bueno el que me enviéis al tiempo las capillas de lo ya tirado. A ver si queda pronto todo listo".

      Este deseo de completar "pronto" un libro que estaba ya impreso a medias no era, en otros casos, fácil de cumplir, pues algunas de las deficiencias de información denunciadas por Rodrí­guez Moñino requerían investigación especial, como ocurría con los romances atribuidos por Martín Nucio a cierto "caballero cesáreo" en su edición del Romancero de Lorenzo de Sepúlveda. Por ello, apenas reinstalado en La Laguna, apremié a Ramón Menéndez Pidal, en carta del 30 de Setiembre, para que consultara cuanto antes posible la fuente de información que podía esclarecer el problema creado por la existencia de dos ediciones simultáneas del año 1551 en dos "oficinas" impresoras rivales de Amberes, una de las ediciones sin y otra con los romances del "caballero cesáreo":

    "Para el Romancero es imprescindible ver el libro J. F. PEETERS FONTAINAS, L ’officine espagnole de Martin Nucio à Anvers, Societé des Bibliophiles Anversois, Anvers, 1956, 106 pp., en él discute el problema de las ediciones de Sepúlveda. Intenta verlo en Madrid y a la vez ad­quirirlo. Es urgentísimo".

Aunque Ramón Menéndez Pidal intentó hacer la consulta en Madrid y se preocupó de adqui­rir el libro fuera de España118, la cuestión de los romances del "caballero cesáreo" no resultó es­clarecida del todo119 y la correspondencia cruzada entre nosotros no permitió, de entrada, resolver completamente los problemas de autoría de determinados romances120. Por otra parte, la situación del Romancero en la imprenta complicaba los intentos de corrección:

    "¿Están ya impresos los romances de Sepúlveda entre las capillas que tengo [guardadas en Chamartín]? ¿está aún en pruebas? Habría que añadir la aclaración en las correcciones fina­les!121 Como no seguís las instrucciones y no me enviáis los materiales122, no sé hacer nada con la nota del abuelo [= Ramón Menéndez Pidal]. Sería bueno que me remitieseis el folleto de Fontainas, las capillas y las pruebas!123 Nunca terminaremos..." (carta del 10 de Noviem­bre de 1962, desde La Laguna).

    "Puesto que todo lo anterior está ya tirado, creo que lo de SEPÚLVEDA-CESÁREO habrá que recogerlo en el Apéndice (...). Me dieron capillas y las guardé en un sobre ahí... Para hacer la ADICIÓN con lo de Sepúlveda, necesitaría tener un punto de referencia" (carta del 22 de No­viembre de 1962).

      La impresión del texto del Romancero, II, realizada poco a poco por Silverio Aguirre permi­tió, en compensación, hacer alguna curiosa adición de última hora:

    "En cambio, es aún tiempo, según creo, de incorporar 3 versiones tradicionales más judeo-españolas, de Rodas, que me envía Armistead . Las tengo aquí para incorporarlas a las prue­bas cuando vengan. También están en mi poder las pruebas 30-60 del final" (22-XI-1962).

Los textos rodeslíes, a que en esta carta aludo, eran del romance sobre el Convite de las cabezas (incipit antiguo: "Convidárame a comer").

      Así llegamos al comienzo de un nuevo año, en el que el impresor entregó, al fin124, nuevas pruebas a Ramón Menéndez Pidal y éste me las reenvió a Canarias125; por su parte, Silverio Aguirre respondió a mis peticiones haciendo en Febrero nuevos envíos126. Pero sólo me fue po­sible prestarles atención después de mediado el mes de Marzo127 y aún creí preciso introducir en esas nuevas pruebas los resultados de nuevos "descubrimientos"128, según justifiqué a Ramón Menéndez Pidal:

    "Terminados los compromisos de la malkielida129, me puse al romancero. Hoy devuelvo las pruebas a Aguirre. ABUELO: Me parece que En un monte junto a Burgos (publicado en la Silva de Mendaño, 1588, y en otros romanceros posteriores) se basa en la Comedia de los Fa­mosos hechos (1583), lo mismo que Sentados a un axedrez (el otro romance de los Infantes in­cluido en la Silva de Mendaño) y que Después que G[onçalo] B[ustos] dexó el Cordovés palacio; la Comedia pudo basarse sólo en A cazar [va don Rodrigo]" (Jueves, 29 de Marzo de 1963).

      Al recibo de estas explicaciones, Ramón Menéndez Pidal me respondió inclinándose a acep­tar mi nuevo punto de vista (8 de Abril de 1963):

    "Ayer pasé por alto la primera pregunta de tu carta y como no quiero caer en la no respuesta que censuro, te escribo inmediatamente para decir que me hace mucha fuerza el esta­blecer igualdad de fuente de En un monte junto a Burgos y de los otros dos romances Senta­dos a un ajedrez  y  Después que Gonzalo Gustios inspirados en Los famosos hechos, y el estar los tres publicados en la Silva de Mendaño de 1588. Leí muy deprisa el romance En un monte y sólo me choca que en los Famosos hechos el apóstrofe oh sobrinos, mis sobrinos, los siete infan­tes de Lara!  disuena mucho del tono pesado de las cuartetas, y va al fin de una cuarteta, como todos los versos glosados. Repito que es impresionante la igualdad de fuente que tú propo­nes. Yo, sin duda, no establecí esa igualdad porque el apóstrofe sobrinos... me pareció de esti­lo popular - tradicional - oral ajeno a la versificación de los Famosos hechos. Resuelve tú como mejor te parezca".

      Por otra parte me pareció imprescindible para la estructura del tomo redactar una breve in­troducción explicativa de la leyenda de la "Condesa traidora" similar a la que llevaban los ro­mances de otros ciclos130. El problema en este último caso era que mis ideas acerca de la le­yenda diferían ya por entonces de las que había venido exponiendo Menéndez Pidal en sus publicaciones más recientes acerca de ella, según le expuse por lo largo en aquella ocasión131. Ramón Menéndez Pidal, "absorbido por cómo hincar el diente al Compromiso de Caspe" (se­gún me informaba mi madre) era entonces sordo a otras preocupaciones; no obstante, perge­ñó una respuesta a mi petición:

    "Diego, te mando la copia original de la Condesa traidora; estaba sin corregir y así te la mando; tiene erratas que son fáciles de salvar según veo al corregir con lápiz una lectura su­perficial. Si tienes objeciones, dímelas para considerarlas. Admito influjo de un refundidor que conociese a Justino, acogiendo ideas individualistas, que cada vez me parecen más aven­turadas ¿efecto de mi vejez?. Tú, supongo serás menos tradicionalista. Verás un artículo que mando a la Revista de Occidente sobre el estado latente. Vacilo mucho en varios tiempos, como bien notas, porque las crónicas se prestan a dudosas interpretaciones. Tu examen de las Cró­nicas Generales, que puede ser muy guiador, necesitaba yo que de palabra me lo aclarases. Ha­blas de invenciones monásticas; sí, las hay y recuerdo muchas. Pero el monje cronista no inventa relatos en general: inventa acoplamiento de fuentes y breves rasgos. El cronista en lengua vulgar tampoco inventa relatos. El monje novelista inventa vidas de santos o historia monástica. Aun los rasgos fugaces como la etimología de Oña son dudosos: como la etimo­logía de Aljubarrota, pueden proceder de un poema. En fin, no tardaréis en venir y hablare­mos" (3-III-1963).

Tuve, pues, que dejar entreabierta la puerta de lo hipotético en relación al origen de ese tema li­terario y a su desarrollo con anterioridad al romancero132.

      La trabajosa impresión por etapas del volumen II del Romancero tradicional continuó aquel verano, estando yo en la Península133 y únicamente cuando me había alejado nuevamente de Es­paña, esta vez a Alemania, durante el curso 1963-1964 para enseñar en el "Romansiches Semi­nar der Universität Bonn", recibí noticia de que, por fin, en Diciembre de ese año de 1963, el volumen segundo del Romancero tradicional había, visto la luz134, desprovisto, claro está, de la deseable y deseada colaboración de Rodríguez Moñino135: R. Menéndez Pidal, Romanceros de los Condes de Castilla y de los Infantes de Lara. Ed. D. Catalán, con la colaboración de A. Galmés, J. Caso y M. J. Canellada, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1963136. Aunque, vistos a retrotiempo, los defectos señalados por Antonio Rodríguez Moñino en su carta del 9 de Mayo de 1961 no fueran tan graves como para desmantelar la construcción del Romancero tradicional ni para tornarlo ya obsoleto en el momento de su nacimiento, según él apasionadamente juzgaba, su dura crítica vino a dejar una huella importante (y creo que positiva) en este volumen del Ro­mancero tradicional. Más aún la dejaría en futuras publicaciones a mi cargo de textos del Ro­mancero. Pero el decenio transcurrido para sacar a luz los dos primeros volúmenes de la colec­ción de romances reunida en el "Archivo Menéndez Pidal/Goyri del Romancero" no constituía un buen augurio. Uno de sus iniciales formadores, María Goyri, no había siquiera llegado a ver, a la hora de su muerte (12 de Noviembre de 1954), el primer volumen impreso de su colección de romances.

      Por los años de 1958-1965, además de cuidar de las publicaciones romancísticas del "Semi­nario", de tratar de ampliar fuera de España el interés por el Romancero y de reunir el ro­mancero de Canarias, también me preocupé de actualizar el "Archivo del Romancero", incor­porando a él colecciones inéditas, que se habían guardado en bloque, y notas bibliográficas procedentes de publicaciones recientes137, y de abrir o redefinir varias entradas temáticas ("car­petas"), algunas en función de las investigaciones de Menéndez Pidal reflejadas en su Roman­cero hispánico (1953)138, otras debidas a mis propios estudios que habían dado lugar a publi­caciones sueltas de los años 1952 a 1959 (después reunidas en los volúmenes Siete siglos de romancero, 1969139 y Por campos del romancero, 1970140). Fue entonces cuando se creó en el "Archivo" una subsección aparte ("cajón") con los romances de tradicionalización tardía, tanto de tema profano, como de tema religioso, procedentes de pliegos de cordel o "de ciego", al que denominaría "Romancero vulgar"141; anteriormente, Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, o bien habían acogido estos romances entre los tradicionales viejos clasificándolos según su tema o argumento cuando se hallaban notablemente "tradicionalizados", o bien los habían ex­cluido del corpus142. Esta novedad, que no quedó explicada mediante la elaboración de un nuevo inventario de temas, confundiría a S. G. Armistead cuando trabajó en el "Archivo" en los años 1970-1973143.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

96 Las ediciones que Menéndez Pidal solicitó de Huntington el 22 de Julio de 1955 fueron las si­guientes: "Flores de varios romances (...) recopilados por (...) Pedro Moncayo, Huesca 1589"; "los folios 61, 62 y 124 (...) del libro Flor de varios romances nueuos del Bachiller Pedro de Moncayo. Barcelona, 1591"; "Flor de varios romances... 1-3 pte. Alcalá 1595; Flor de varios romances (...) 6 pte. Zaragoza 1596; Segura, Oncena parte. Cuenca, Salvador Viader, 1616". Los dos primeros en "fotografías muy claras, para poder obtener facsímiles tipográficos"; los res­tantes en "microfilm en negativo (o positivo, si no hu­biese más remedio)". Acerca del primero se advertía: "hay folios muy pasados de tinta que harán preciso es­pecial esmero". En la carta petitoria de 22 de Julio de 1955 a Huntington, Ramón Menéndez Pidal dejaba en claro que "Los gastos que ocasionen estas fotografías son naturalmente de cuenta del peticionario".

97 "Le escribo a Vd. desde este satélite made in Spain sobre varios asuntos de índole muy diversa (...). La tercera petición me interesa personalmente. Creo que posee Vd. fotocopia de la Tercera Parte de la Silva de Zaragoza (que piensa publicar en breve). En un ar­tículo que tengo en 2as pruebas, sobre ciertos roman­ces raros, cito, a través de Antología IX, p. 240, el ro­mance Quando vos nacistes, hijo (f. 18v); me gustaría poder sustituir la ortografía pelayana por la original. ¿Tendría Vd. inconveniente en corregir el texto del romance sobre las pruebas que le adjunto? Siento im­portunarle con tantos asuntos; el a-islamiento hace más imprescindible recurrir a los amigos". El artículo aludido es "A caza de romances raros en la tradición portuguesa", Actas do III Coloquio Internacional de Estudos Luso-Brasileiros (Lisboa, 1957)-, I (Lisboa, 1959), pp. 445-477; aunque la publicación lleva una fecha anterior a la de la consulta, sin duda salió de las pren­sas el año siguiente al indicado. Al reproducir en las pp. 465-466 de ese trabajo la versión de La canción del huérfano publicada en la Tercera parte de la Silva de Zaragoza, advierto: "Cito gracias a la amabilidad de A. Rodríguez Moñino, por la edición de 1551, inaccesible durante algunos decenios a la erudición".

98 El 6-III-1961 Ramón Menéndez Pidal me anun­ció: "Están corrigiendo el 2° tomo del Romancero, Infantes de Lara, pero no encontramos el original y sin él no se pueden resolver las citas a otras páginas del texto y muchas otras dudas. Agustín, el regente de [Silverio] Aguirre dice que te mandó hace bastan­te tiempo las pruebas y el original. Devuélvemelo cuanto antes, pues María Josefa [Canellada] no pue­de trabajar sin el original. Si tú quieres ver algo del prólogo quédate con las pruebas; si no, devuélvenos todo. / Acabo de hablar yo con el regente y veo que hace poco, cosa de un mes, te envió dos paquetes con casi todo el original compuesto ya. (...). A ver si pue­des leer pronto el Prólogo. María Josefa me trajo otro juego de pruebas con algunas observaciones de Lape­sa, de las que te comunico sólo dos (...)". Pero, según escribí en carta del Lunes [13] de Marzo (echada el 19): "Las pruebas de Infantes llegaron con sumo re­traso (por correo ordinario); las terminaré de corregir en el viaje [esto es, entre el 14 y el 17 de Marzo de 1961 en que fui a Urbana (Illinois), a dar una confe­rencia. Ya añadí los retoques que sugería Lapesa. Me alegro de que camine (¡Por fin!, ya que está redacta­do en 1949 ó 1950). Abuelo, echa una ojeada a la redacción para ver lo que te parece... y mira si lo de Ruy Velázquez está al día con tus ideas. No sé por qué optamos entonces por omitir toda referencia a los Ruy Velázquez históricos. Lo de Calatrava creo que no necesita más aclaración (se remite a p. 30), pero añado una frase". Y en otra carta del 6-IV-1961 prometí entonces: "Pronto devolveré las pruebas del Romancero".

99 Puesto que se trata del siguiente fin de semana al nacimiento de mi hija Elena.

100Según la copia que el propio don Antonio remi­tió a Ramón Menéndez Pidal.

101 Según puede verse en la correspondencia cruza­da entre Antonio Rodríguez Moñino y Ramón Me­néndez Pidal, al producirse la vacante de Foxá (muer­to el 30-VI-1959), la candidatura de Rodríguez Moñino fue patrocinada por C. J. Cela, J. M. de Cossío y D. Alonso. Menéndez Pidal apoyó entonces públicamente (1 de Octubre) la candidatura de "un gramático" (Salvador Fernández Ramírez o Samuel Gili Gaya) y Rodríguez Moñino (tras protestar amar­gamente el 6 de Octubre a Menéndez Pidal) retiró a última hora la suya. Seguidamente fue elegido Fernández Ramírez (10-11 de Octubre). El 27 de Mar­zo de 1960 murió Marañón y Menéndez Pidal apre­mió a Rodríguez Moñino para que presentara su can­didatura (20 y 28 de Abril); tenía como rival a Halcón (patrocinado por Luca de Tena). El tema se entenebreció por presiones políticas: el gobierno vetó la candidatura de Rodríguez Moñino y, mediante una visita del Director General de Bibliotecas, Gar­cía Noblejas, a Menéndez Pidal (en Mayo), se hicie­ron entonces graves acusaciones contra don Antonio respecto a las monedas de oro del Museo Arqueoló­gico que fueron requisadas durante la Guerra Civil con ocasión de la recuperación del Patrimonio Artís­tico y se llegó al extremo de que el Ministro anunciase a Cela que, de producirse la elección de Rodríguez Moñino, pondría el asunto en manos de la po­licía. El 1° de Junio de 1960 se retiró la candidatura de Rodríguez Moñino; Halcón fue derrotado. Anun­ciada segunda vez la vacante de Marañón, sólo se pre­sentó Gili Gaya, que fue elegido (19-I-1961). Aun­que Menéndez Pidal explicaría, tiempo después, a Cela: "Se queja Vd. de que en los desagradables su­cesos la Academia no respaldó a su individuo corres­pondiente. Yo por mi parte digo que sostuve largos altercados con los que le cerraban el paso y defendí tanto el prestigio de Rodríguez Moñino como el de la Academia, que deseaba admitirle en el número de sus miembros, no por ningún compadrazgo de amis­tad sino por considerarle un colaborador eficiente. Si fracasé en mi defensa, esto no fue culpa mía y a pe­sar del fracaso merecía algún reconocimiento" (Agos­to de 1962), Rodríguez Moñino le acusaría de cono­cer el veto, a través de Julio Casares, desde la elección de Fernández Ramírez, cosa que Menéndez Pidal ne­gó una y otra vez.

102 "Lunes 5 [de Junio de 1961] (...). Abuelo, es­cribiré sobre el Romancero enseguida. Recibí una carta desagradable de Moñino. Lo malo es que plan­tea sus problemas".

103 Transcribo de diversos borradores, intentando aproximarme al texto definitivo de la carta enviada. No garantizo el orden de algunos párrafos.

104 Por ejemplo, Rodríguez Moñino, en su carta censora, sentenciaba: "Cuestiones bibliográficas muy delicadas están resueltas en el Romancero de un plu­mazo. En estas mismas galeradas que me envía Vd. leo la atribución al «Caballero Cesáreo» de los ro­mances Cansado[s] de pelear y Quién es aquel caballero sin dar la mínima prueba, así como la afirmación de que la edición de 1566 de Sepúlveda es la segunda, cuando, por lo menos, es la séptima, error que lleva de la mano a fechar en 1566 la aparición de textos que circulaban impresos más de quince años antes. Claro está que tampoco es la primera la edición de 1551 como se afirma en la galerada 97". El Roman­cero tradicional no hacía sino heredar de La leyenda de los Infantes de Lara (1896) el conocimiento de las edi­ciones del Romancero de Sepúlveda impresas en Am-beres, por Juan Steelsio, 1551, y por Philippo Nucio, 1566, y sobre la autoría del caballero anónimo se atenía a la observación del título de la obra en esta nueva edición, en que se declaraba: "(...) van añadi­dos muchos [romances] nunca vistos, compuestos por un cavallero Cesario, cuyo nombre se guarda para mayores cosas", así como a la indicación: "van señalados en la tabla con esta señal *". Don Antonio basaba su críti­ca en el conocimiento de una edición anterior del Ro­mancero salida en los talleres de los Nucio, publicada sin año, pero impresa, sin duda, en 1551, compitiendo con la que Steelsio preparaba aunque sin co­nocer el contenido de ésta. Esa edición, debida al pa­dre de Philippo, Martín Nucio, presentaba ya todas las características de la de 1566. Conservada en ejem­plar único, en manos de A. M. Huntington, Rodrí­guez Moñino había tenido la oportunidad de mane­jarla gracias a los proyectos de edición sobre fuentes del s. XVI del Romancero de que hemos hablado, acerca de los cuales tan interesado estaba Ramón Me­néndez Pidal. Si bien en estas observaciones críticas a los romances de los Infantes de Salas don Antonio te­nía plenamente razón, al dejar en la carta sin revelar las fuentes de su superior información me obligaba a que indagara por mi cuenta el origen de sus conoci­mientos si quería evitar inducir a los lectores del Ro­mancero tradicional II a. error en los detalles señalados (cfr. adelante, n. 119). Tampoco era nada explícito en esta otra crítica: "En lo relativo a pliegos sueltos ocu­rre igual. Yo tengo ya curiosidad por conocer ese es­tudio bibliográfico que se promete en el prólogo [se refiere al de Rafael Lapesa, antes de la Guerra civil, véase atrás, cap. IV, § 2]. Aquí, por ejemplo, en la galerada 36 ha debido al menos citarse para Yo me esta­ba en Barbadillo el pliego suelto con glosa de Luis de Peralta, anterior evidentemente a 1540...". No pudiendo conocer el folleto (Doscientos pliegos poéticos desconocidos anteriores a 1540) al cual remitía don Antonio como aún inédito (que "en estos días he te­nido que redactar"), no pude entonces saber que la alusión se refería a una glosa publicada en un pliego perdido del que sólo tenemos noticia bibliográfica a través de Fernando Colón (muerto el 12 de Julio de 1539) en su Abecedarium,

105  Según unos apuntes, de mano ajena a la suya. La fecha la tomo de una carta posterior en que se alu­de a ella.

106 La carta se iniciaba reticentemente así: "Ayer re­cibí su carta del 11, no he de ocultar que con cierta extrañeza, ya que no tenía noticias directas de Vd. desde el 19 de mayo de 1960 (...)".

107 Las copias eran de las cartas fechadas el 1 y el 9 de Mayo respectivamente.

108 Véase, por ejemplo, la justificación que da para publicar sus Doscientos pliegos poéticos desconocidos, anteriores a 1540. Noticias bibliográficas, México: Impr. Nuevo Mundo, 1961.

109 "Las cosas antes que las personas’’. "Anteponer la consideración de las cosas, y atender a las personas sólo en cuanto sirvan para llevar adelante las cosas. Y esto, empezando por uno mismo". "Esto trae grandes disgustos personales y por eso nadie sigue ese criterio en España". "Las personas son la realidad del hoy in­mediato, las cosas son el mañana lejano, gobernaránlo otras personas que no conocemos" (Notas varias autógrafas).

110 El 6 de Noviembre de 1961 escribí a "Chamartín" arrebatadamente: "La historia de Moñino me in­digna ¿Qué necesidad tenías, abuelo, de rebajarte ante semejante tipo, escribiéndole y rogándole? Después de su carta a mí —en que trataba de destruir, con 4 fe­chas, todo tu Romancero, acusándote de no haber he­cho otra cosa que recopiar a Wolf y a Duran— ¿para qué acudir a él? Ya soltará sus datitos en alguna recensión fatua y agresiva, y podremos tenerlos en cuenta".

111 Y continúa comentando: "Quien se ha debati­do con esa monstruosidad que es la bibliografía de Simón Díaz sabe a qué atenerse (Ahora, Moñino no ha recibido sino bufidos, patadas y cárceles, y para Si­món Díaz la ancha y triste Opusaña está abierta de par en par, lo que no deja de contribuir a las amar­guras del amigo)".

112 Fue el 22 de Mayo de 1962 cuando Rodríguez Moñino envió a la Academia su renuncia como Aca­démico Correspondiente por Extremadura. Menén­dez Pidal difirió darle respuesta hasta el 3 de Julio y trató de "convencerle de lo injustificado de su actitud" y de que retirase su dimisión. Esa respuesta enfureció a don Antonio, quien envió el 20 de Julio una larga carta a Menéndez Pidal en que le responsabilizaba no sólo de obstaculizar su entrada en la Academia, sino de haberle expuesto a graves contratiempos "dejándo­me en la ignorancia de ese veto, imposibilitándome, por tanto, para luchar contra él", refiriéndose al veto del Gobierno, del que he hablado en la n. 100. Tanto el encabezamiento de la carta, "Muy distinguido e ilustre Sr.", retirándole de entrada la amistad, como el párrafo inicial, "He dejado pasar quince días porque me ha hecho falta considerar todo el respeto que su avanzada edad y su extensa labor merecen para no res­ponder de cascabel gordo...", como la sentencia final, "El tiempo nos juzgará a unos y otros", pueden dar idea de su acritud.

113 "Los debo a la Hispanic Society a la que escribí que tú pagarías los 42 dólares y pico (...). Si puedes pagarlo de mis dólares, bien; si no sabes dónde los tengo, págalos de los tuyos y dime para resarcirte aquí en pesetas. Págalo cuanto antes (...)".

114 El 26 de Octubre de 1962 escribió de nuevo a "Mi respetado y querido don Ramón" en los términos siguientes: "Camilo José Cela me dice que ano­che habló con Vd. y los términos de la conversación. Le ruego que dé por no recibida mi carta última. La soledad dolorida, quizá no haya sido la necesaria bue­na consejera. Es obvio repetir la vieja admiración y respeto que le profesa". Menéndez Pidal le respondió en términos afectuosos el siguiente día 30.

115 El 14-I-1967 Rodríguez Moñino aún tuvo oca­sión de escribir al ya gravemente enfermo Menéndez Pidal en estos términos: "Mi querido don Ramón. Dos líneas para agradecerle su voto en mi reciente elección académica, de la cual no he sabido hasta ayer los detalles. Celebraré mucho que su próximo, total restablecimiento, le permita reincorporarse pronto a sus tareas habituales".

116 Ya en 1968 Moñino me había dado clara mues­tra de su aprecio al telefonearme pidiéndome que examinara el manuscrito de la Crónica de Rasis que poseía y al darme, a continuación, libertad para uti­lizarlo como quisiera, y el 5 de Marzo de 1969, en una entrevista concedida al diario "Pueblo" ("Rodríguez Moñino «Príncipe de bibliófilos»", por M. Fernández-Braso), don Antonio me había regalado los oídos, afirmando: "Los hispanistas extranjeros nos es­tán enseñando cómo hay que editar a los grandes clá­sicos (...). En nuestro país hay poquísimos capaces de competir con los citados (...). Señalemos como fuera de serie, excepcionales, el Buscón de Lázaro Carreter; el nuevo «Quevedo» de Blecua; la Eufrosina, de Eu­genio Asensio; los textos medievales de Diego Cata­lán, y... muy poquito más".

117 En carta del 30 de Setiembre de 1962 pregun­taba a mi madre y abuelo desde La Laguna "¿Llegó lo de Bohigas?"; y el 14 de Octubre Ramón Menéndez Pidal me anunciaba: "Te mando la copia que hizo Bohigas de los dos romances de Infantes de Lara. Son muy exactas, pero mejor sería el microfilm de todo, que no acaba de llegar. En fin, la copia de Bohigas es muy bastante". Pero en otra carta mía, echada el 10-XI-1962, aludía a algunos problemas de lectura rela­cionados con lo enviado (una vez conseguido el mi­crofilm): "Devuelvo los romances de los infantes que requerían la incorporación de los textos de Barcelo­na. La versión que doy se ajusta a las reglas de lectura seguidas en los restantes; es, pues, la única conse­cuente con el resto del volumen aunque infiel en la transcripción (y:i, u:v, separación de pronombres, etc.). Madre, dudo en eso de que siete: lectura Bohigas, quesicte: lectura tuya. Se trata de una incom­prensión del texto por parte del copista (el original diría *quesiste, desde luego), creo que debe tener ra­zón Bohigas, Otra cosa ¿dice quede o puede en el v. 24?" Más tarde, el 22, corregía mi opinión: "Roman­cero: Madre, me parecen bien las lecturas quesicte, quede; en Sacóme [de la prisión], v. 4 octosíli[abo]; ¿es fiszo o fisso? Creo que Llorando siete cabezas puede quedar en prosa; aunque no hay "versión tipo", se asemeja bastante a las otras y su ortografía es tan di­sonante ...". La versión lleva en el RTLH, II, el n° 7c (pp. 228-229).

118 El 14-X-1962 me escribió a Canarias: "El libro de Fontainas sobre Martin Nutius lo tengo pedido a Canito con urgencia, pero no sé lo que tardará. Lo he buscado en la Academia de la Historia y no lo tienen, ni en la Nacional. Esperemos de Bélgica si no está agotado. Rita Lejeune me pide ahora la ayuda a ob­tener fotos de Santiago, de Valencia y de Madrid, de modo que me ayudará en lo de Martin Nutius si hay alguna dificultad".

119 Hoy las cosas están bien claras, gracias a la dis­ponibilidad de ediciones antiguas que anteriormen­te no eran conocidas o accesibles: Antes de 1550 se publicó en Sevilla un libro cuyo título podemos re­construir así: *Romances nuevamente sacados de his­torias antiguas de la Corónica de España, de diversos acontecimientos, conforme a la verdadera recopilación que mandó hazer el Sereníssimo Rey don Alfonso el sa­bio, hasta aora nunca vistos. Compuestos por Lorenzo de Sepúlveda, vezino de Sevilla. Esta edición no se conoce, pero de ella derivan directamente tres, la de Anvers: Juan Steelsio, 1551 (ejemplares en diversas bibliotecas, entre ellas la Nacional de Madrid: R-13447), con unas adiciones finales, la de Medina del Campo: Francisco del Canto, 1576 (ejemplar único en Ulm: Stadtbibliothek), que sin duda reproduce otra de 1562 del mismo impresor perdida y que añade otros romances por el fin, y, previa reorgani­zación de los textos, la de Anvers: Martín Nucio, sin año [1551] (ejemplar único en The Hispanic Society de Nueva York). En esta edición, que desconoce las adiciones finales de la de Steelsio, se anuncian ya como añadidos los romances del "cavallero Cesario". Los romances marcados con asterisco en la edi­ción sin año de Martín Nucio (salvo uno en que la presencia del asterisco ha de considerarse una erra­ta) no se incluyen en las de Juan Steelsio y de Fran­cisco del Canto, lo cual viene a confirmarnos que no procedían de la edición original sevillana y que, efectivamente, no eran debidos a la pluma de Lo­renzo de Sepúlveda. Pero, al reeditar Philippo Nucio en 1566 el Romancero de Sepúlveda, reproduciendo sin novedades la edición sin año hecha anterior­mente por su padre, se produjeron dos graves series de errores en la Tabla: se colocaron indebidamente asteriscos en los romances que, por encabezar una letra nueva del alfabeto, iban sangrados, y se omi­tieron todos los asteriscos de la página A 5 recto, col. b (aunque se mantuvieron los espacios). Esta erró­nea distribución de los asteriscos desorientó a Me­néndez Pidal (y a críticos anteriores) en las atribu­ciones de los romances. Rodríguez Moñino pudo percatarse de ella al poder confrontar esta edición con la anterior en poder de A. M. Huntington. Aunque la correcta identificación de los romances del caballero anónimo que actualmente podemos hacer deba tanto a las precisiones de Rodríguez Moñino, he de observar que, en la lista de "veintiuna piezas añadidas" por Martín Nucio que don Antonio publica en la introducción de su reedición del Cancionero de Romances de Sevilla, 1584 (falsamen­te atribuido a Lorenzo de Sepúlveda), pp. 27-28, omitió un romance de Fernán González "En prisión estaba el conde", que no consta en las ediciones de Steelsio, 1551, y Canto, 1576, y lleva en la sin año de Nucio asterisco, reemplazándolo en esa su lista erróneamente por "Orán que era rey de Hebrón", romance que figura en todas las ediciones y carece en la sin año de asterisco. Este descuido le hizo caer en el falso paso de reírse, en este caso injustificada­mente, de la afirmación de Menéndez Pidal hecha en sus "Notas para el romancero de Fernán Gonzá­lez" (publicadas en 1899 en el Homenaje a Menén­dez y Pelayo I) cuando encuentra "más inspiración y más vuelo", "más soltura" en los romances del "ca­ballero cesáreo" que en los de Sepúlveda.

120  El 10 de Noviembre de 1962 comentaba: "No entiendo bien del todo lo de Sepúlveda. Lo que en­tiendo es esto:
1. *ed. Sevilla [1550 ó 1551] perdida —citada por prólogo de Martin Nucio, ed. Anvers [1551]—
          
—↓                                         
2a Anvers 1551                  Anvers [1551]
Steelsio                            Martín Nucio
sin cab[aller]o Cesáreo?       con cabfallero] Cesáreo
                                       ejemplar en la Hisp[anic]
                                       Soc[iety] y ed[ición] facsímil

Pero creo que algunos de los del Cesáreo ([marcados en el índice con *] están en la ed[ición] sin Cesáreo. / Como no tengo las capillas ni las pruebas de vol. II del Romancero no recuerdo cómo corregí yo la cosa. Usé un ejemplar de la Biblioteca] Nacional y no sé de cuál de las ediciones! Seguramente hay que en­mendar la cosa". El 29 de Noviembre insistía sobre el tema: "Llegó el Leonés [materiales] y la bibliografía] sobre ediciones de Nutius. Sin las capillas —que dejé en casa [= Cuesta del Zarzal 23]— no puedo redac­tar la adición".

121 Jimena Menéndez Pidal anotó a lápiz: "las man­dé a Aguirre diciendo te enviaran pruebas nuevas".

122  "¿Cuáles?" anotó, a continuación de "materia­les", Jimena Menéndez Pidal.

123 Jimena Menéndez Pidal anotó al pie: "¿dónde están?".

124 Todavía el 10-XII-1962 escribí directamente a Silverio Aguirre: "Romancero. Espero las nuevas prue­bas de la sección que les entregó mi madre. Se las de­volveré acompañadas del final del tomo".

125  En carta del 5-1-1963 Ramón Menéndez Pidal me escribía a Canarias: "Al cerrar esta carta, llegan las pruebas de Aguirre, que remito ahí para que Diego las revise y ponga los folios, y me diga si yo aquí ten­go que hacer algo".

126  "Le remito capillas de Romancero de la página 161 a 192 y pruebas listas para tirar de la página 193 a 198".

127 El 11-III-1963 yo me disculpaba en carta a Sil­verio Aguirre: "Romancero. Debido al agobio de tra­bajo en que me hallo estos días, aún necesito alguno para completar la corrección. En cuanto tenga listas las pruebas, se las remitiré"; y sólo el 19-III-1963 podría asegurar a Ramón Menéndez Pidal: "Ahora que acabé estas cosas, despacharé las pruebas del Ro­mancero!".

128  Por ello tuve que escribir a Silverio Aguirre en los siguientes términos (22-III-1963): "Le envío par­te de las pruebas del Romancero. Pronto irá el resto".

129 Había estado elaborando un trabajo para remi­tírselo a Yakov Malkiel con destino al número espe­cial de Romance Philology dedicado a la memoria de su mujer María Rosa Lida recientemente fallecida. La denominación abreviada que para ella empleo se basa en un juego de palabras ("malquerida": "malkielida") muy difundido entre los hispanistas coetáneos y que, en modo alguno, tenía en esta ocasión el menor aso­mo de malicia, según bastan para mostrarlo las cartas anteriormente cruzadas con Ramón Menéndez Pidal sobre el tema: "Según os telegrafié, murió M[arí]a Rosa Lida (...). La carta de despedida al abuelo [con la que Y. Malkiel encabezaría luego el homenaje: RPh, XVII (1963-64), 5-8], fue, pues, de sus últimos días! Lo hemos sentido de veras" (carta echada el 10-X-1962); "Personalmente, era muy agradable y hu­mana (agraciada inclusive). Su dureza crítica (mayor en sus últimos tiempos) solía nacer de indignación contra lo ligero" (13-III-1963).

130  "Otra cuestión: Detrás del «Romancero de los Infantes» se incluye en este tomo el de «La Condesa Traidora» (4 cronísticos, 1 artificioso, varias versiones de un romance tradicional cuyo original, artificioso, no conocemos). Todos los ciclos publicados van pre­cedidos de una introducción en que se estudia: a) La historia y el drama épico, b) Refundiciones épicas, c) La epopeya y la historiografía, d) el Romancero. Más o menos. Debería hacerse aquí también, aunque muy en breve" (Jueves, 29-III-1963).

131  "¿Podrías resumir de tu [Historia de la] Épica inédita tu actual posición y enviármela? Desde luego es un poema dudoso. Tu mismo has dudado, antes de Historia y Epopeya, 1934. En las Crónicas Generales lo interpolado a la traducción del Toledano se introduce de forma extraña: Falta todo en [la Crónica de] XX R[eyes], en [el manuscrito] E2 [mano] c los tres reto­ques son adición del corrector; [los manuscritos]  T, G, Z, [Crónica] Manuelina, 3a Crón[ica] [= Versión vulgata de la Crónica General] sólo añaden el 1° [de los episodios] ([el manuscrito] Y añade el 1° y el 2°, m[uer]te [de] G[arc]í F[ernán]d[e]z; pero evidente­mente aprovecha una 2a f[uen]te en ese caso, pues repite la frase contigua). Lo interpolado comprende va­rios elementos que tú no asocias a la «gesta»: Bondad de G[arc]í F[ernán]d[e]z, conquista de S[an] Esteban: monasterio con 8 monjes arlantinos - Cascajares: mi­lagro; manos blancas: Argentina - Rocamador - San­cha - contará su malquerencia. Deja [Castilla a] jue­ces: Gil P[ére]z Barb[ad]illo y F[erna]n P[ére]z; entran moros - matanza Cárdena - mártires, milagros; caballeros hidalgos - paz [con] León // 2°: caballo [ali­mentado con] salvado: [el conde cae] preso // 3°: Monteros [de] Espinosa. En las Crónicas latinas: To­ledano, Najérense hay de grave p[ar]a [que pertenezca a la] épica: fundación Oña ([y su] etimología) y el he­cho de que el relato legendario de la m[uer]te del Conde se feche en la Najer[ense] el día de Navidad (H[istori]ay Epop[eya], p.12) según hacen ya los Ana­les Compostelanos y el Cronicón Burgense (25 [de] Diciembre]!) (contra [los Anales] Complutenses]’y el Toled[ano]) que le sirven de f[uen]te en los elementos históricos que preceden. Todo apunta hacia invencio­nes monásticas, incluso el resumen de las Crón[icas] G[ene]rales tan poco desarrollado. Esa era tu opinión en el Discurso de la Acad[emia]!"(Jueves 29-III-1963).

132 Véanse las dudas expresadas en las pp. 260-261 y 263-265 de RTLH, II (1963).

133  El 23-VIII-63, desde Moaña (Pontevedra), in­formaba a Ramón Menéndez Pidal: "También he vis­to las últimas [pruebas] del Romancero, falta sólo el índice —que no puedo hacer desde aquí (a ver si lo hacen ellos)".

134  El 21-XII-1963 Ramón Menéndez Pidal me hacía saber: "Me acaban de traer ejemplares del Ro­mancero Hispánico [sic, por  Tradicional] II"; y me preguntaba: "¿Cuántos quieres ahí? ¿A quién quieres que se mande desde aquí?". A pesar de que me halla­ba en Bonn (Alemania), también llegó a mis manos enseguida la esperada obra: "Llegó ejemplar del Ro­mancero //¿Qué te pareció, abuelo?" (preguntaría en carta sin fecha, al parecer del 23-XII-1963).

135 En las palabras "Al lector" que encabezan la edi­ción hice constar: "Debemos lamentar que la posibili­dad de haber mejorado sensiblemente las bases biblio­gráficas de este Romancero Tradicional con la preciosa colaboración de Antonio Rodríguez Moñino no haya llegado a ser una realidad. A raíz de una generosa ofer­ta de ayuda de tan erudito bibliófilo (en marzo de 1960), pareció posible obtener su regular concurso; más tarde (en mayo de 1961) Rodríguez Moñino con­sideró imposible cooperar en esta obra" (p. Vil, n. 1).

136 En el volumen impreso se explica así su génesis: "Las «Notas para el Romancero de Fernán González» de R. Menéndez Pidal (junio 1898), publicadas en el Homenaje a Menéndez y Pelayo, 1899 (...) constituyen el punto de partida de nuestro Romancero de Fernán González. En los años 1949-1950 Diego Catalán y Alvaro Galmés incorporaron a esas «Notas» las nue­vas versiones y apuntaciones varias reunidas por la fa­milia Menéndez Pidal durante el medio siglo trans­currido; y Diego Catalán, utilizando las ideas contenidas en la inédita historia de la épica española que desde tiempo atrás venía preparando Menéndez Pidal, dio forma final a la Introducción y a los estu­dios renovados que acompañan a los principales ro­mances. En 1957 José Caso, en el Seminario Menéndez Pidal de la Universidad de Madrid, cuidó los últimos pasos de este Romancero hacia la imprenta (...). Al Romancero de los Infantes de Lara dedicó Menéndez Pidal un capítulo de su primer libro La le­yenda de los Infantes de Lara (...), 189[6] (...). A par­tir de estas páginas y de otras muchas de ese trabajo (...), Diego Catalán y Alvaro Galmés prepararon en 1949-1950 el nuevo Romancero de los Infantes de Salas, dando en él cabida a las múltiples versiones y anotaciones acumuladas con los años. Desde (...) el siglo pasado las ideas de Menéndez Pidal (...) han su­frido cambios (...); tanto la Introducción como los es­tudios dedicados a los romances (...) en su redacción de 1950, por mano de Diego Catalán, representan la opinión actual (...). Posteriormente en 1957 y 1961- 1962 José Caso, María Josefa Canellada de Zamora-Vicente y Diego Catalán arreglaron algunos detalles (...). El breve Romancero de la Condesa Traidora fue preparado en 1950 por Diego Catalán. La Introduc­ción se apoya en el estudio de Menéndez Pidal «Rea­lismo de la epopeya española. La leyenda de la Con­desa traidora» (...), 1930 (...); Diego Catalán se encargó en 1963 de actualizar ese estudio (...)".

137  Como, por ejemplo, ésta enviada desde Berkeley (California) en carta del 21 de Junio de 1956 di­rigida a Ramón Menéndez Pidal: "Hace tiempo leí en el Bol[etín de la Biblioteca] M[enénde]z Pelayo un artículo interesante sobre el romance de la Muerte del Maestre. Tomaré nota, pero, por si acaso, mete tú una en la carpeta: se trata de una explicación inesperada del aparente absurdo «Yo me estando allá en Coimbra». Resulta que es histórico, porque Coimbra no es Coimbra, sino una Coimbra = Jumilla. Está bien probado por un erudito local".

138 Por ejemplo: A las armas, mariscote, Floresvento, Celinas, La Escriveta, El juicio de Paris.

139  Tal es el caso del romance de El prior de San Juan y Alfonso XI (1328), del romance de Los jabone­ros derrotan a don Juan de la Cerda (1357) y del ro­mance de la Merienda del moro Zaide.

140 Romances de El idólatra de María, La fuerza de la sangre, La canción del huérfano, Bodas de sangre y El bonetero de la trapería.

141 Sobre el "Romancero vulgar" véase ahora el cap. XIII de mi reciente libro Arte poética del Romancero oral, I: Los textos abiertos de creación colectiva, Ma­drid: Siglo XXI, 1997. Por fin se ha publicado (véa­se: Epílogo, p. 522) la obra Romancero vulgar y nue­vo, 2 vols., preparada por E Salazar y D. Catalán, anunciada ya como "en prensa" en 1989.

142  Algunos se incluyen entre los títulos citados más atrás en el cap. III, § 15. Otros, que sólo ocasio­nalmente (en general por envío de corresponsales) se almacenaron, carecieron de "carpeta" hasta fecha mo­derna.

143 Armistead, al tratar de compaginar su personal organización de los fondos sefardíes del Archivo con los "cajones" en él hallados, no se percataría de la existencia de este criterio clasificatorio de carácter no temático.

LÁMINAS

Ramón Menéndez Pidal consiguió, en 1955, que Archer M. Huntington proporcionara a la Aca­demia Española fotograbados de las Flores de romances que se hallaban en su colección bibliográfi­ca para que Antonio Rodríguez Moñino los editara. Tras la publicación de las Flores que dieron lu­gar al Romancero general de 1600, en 1959, Rodríguez Moñino planeó con Menéndez Pidal la reimpresión de los romancerillos de mediados del s. XVI.
Carta de A. Rodríguez Moñino a R. Menéndez Pidal (5-VI-1959) sobre el proyecto académico de editar los primeros romancerillos del s. XVI.

Final de una carta de A. Rodríguez Moñino a D. Catalán (25-III-1960) ofreciendo ayudar bibliográficamente a la perfección del Roman­cero tradicional, vol. II.

La publicación por Antonio Rodríguez Moñino de estudios bibliográficos y reediciones de la ma­yor parte del caudal impreso del Romancero "viejo"y "nuevo" de los siglos XVI y XVIIy sus críticas a los conocimientos bibliográficos de Menéndez Pidal y de Lapesa sobre ediciones perdidas o raras de aquellos siglos transformaron los planes de edición del Romancero tradicional.

   



Menéndez Pidal no concibió su Romancero tradicional de las lenguas hispánicas sino como "Material recogido sin dedicación plena, incitando a los demás... Material estudiado sólo en un or­den de problemas...para derrocar la teoría... de la canción popular como desecho de la culta o como producto de un solo artista de inferior categoría... "
Apuntes de R. Menéndez Pidal en una de sus típicas "papeletas".

Ante las críticas bibliográficas de Moñino, "secuestré" las pruebas del Romancero de los Infantes de Salas y las devolví a Chamartín desde Wisconsin con advertencias para que se intentara "subsanar y mejorar lo que esté al alcance de nuestros conocimientos bibliográficos".
Ejemplo de las pruebas devueltas por mí desde Wisconsin (6-XI-1961).

El 23 de Marzo de 1962 Ramón Menéndez Pidal escribió a Diego Catalán (entonces en Wisconsin) "Tenemos ya films y fotos Magallón de la Tercera Silva, Cancionero 1580, etc." (cuya lle­gada era precisa para poder corregir el volumen II del Romancero tradicional) requiriéndole que pagara en su nombre "42 dólares y pico" a la Hispanic Society "cuanto antes".
Portada de la, por muchos años extraviada, en poder de H. Huntington,
Tercera par­te de la Silva de romances, Zaragoza, 1551.

Algunos años después el "Príncipe de los bibliófilos" me daría (privada y públicamente) muestra de su amistad y alto aprecio y hasta me haría llegar sus volúmenes personales del Romancero tradi­cional I y II con anotaciones bibliográficas (con vistas a una 2a edición de la obra).
Madrid, 27-VII-1966. Theodore S. Beardsley Jr., Rafael Lapesa, Ramón Bela, Diego Catalán y Antonio Rodríguez Moñino compartiendo "asiento redondo"para homenajear a James H. Herriott.

En los años 1961-1962 Menéndez Pidal, enfrascado en la revisión de sus ideas acerca del poema de Mio Cid y en combatir la "Leyenda negra" cuestionando el testimonio de Las Casas, no prestaba, sino muy a regañadientes, atención a los avatares del Romancero tradicional, II.
Ramón Menéndez Pidal transportando "el pirulí" en que escribía al aire libre en Las Fuentecillas (San Ra­fael,
Segovia) Agosto de 1962.

El libro de J. E Peeters Fontainas, L’officine espagnole de Martin Nucio a Anvers (1956), había esclarecido la guerra editorial entre impresores de libros españoles en Amberes, cuna de los romanceros de faltriquera. En 1962 apremié a Ramón Menéndez Pidalpara que lo adquirie­ra antes de concluir la impresión del volumen II del Ro­mancero tradicional.

      

Índices de dos ediciones del Romancero de Lorenzo de Sepúlveda con los asteriscos que destacan los romances debidos al "Caballero Cesáreo" (en un caso, bien colocados, y, en otro, erróneamente colocados).
Página
A-4 en la edición de Marín Nucio, Amberes, sin año [1551] de los Romances nuevamente saca­dos de historias antiguas de la Crónica de España... por Lorenzo de Sepúlveda. Con los asteriscos correctamente puestos.

La misma página A-4 en la nueva edición de Philippo Nucio, Amberes, 1566. Con los asteriscos erróneos.

 

SUMARIO:

I
PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL

* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

*1. LOS FONDOS DEL S. XIX

* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900

* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO

* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904

* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906

* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906

* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905

* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908

* 9. MENÉNDEZ PIDAL HACE INVENTARIO: LAS PRIMERAS MIL QUINIENTAS VERSIONES DEL ARCHIVO Y LAS CONFERENCIAS EN LA COLUMBIA UNIVERSITY DE NUEVA YORK EN 1909

* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912

* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912

* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913

* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913

* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914

* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914

* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920

* 9. MANRIQUE DE LARA, EL ROMANCERO DE LOS JUDÍOS DE MARRUECOS Y DE LA PENÍNSULA Y LA MÚSICA DE LOS VIHUELISTAS, 1915-1922

* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918

* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920

* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925

* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20

* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921

* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925

* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927

* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928

* 18. MANRIQUE DE LARA NUEVAMENTE EN ORIENTE. EDICIÓN FRUSTRADA DE LAS MÚSICAS DEL ROMANCERO: 1923-1928

* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30

* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE

* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS

* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931

* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933

* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN

* 6. NUEVAS CAMPAÑAS DE RECOLECCIÓN DE MÚSICAS Y TEXTOS POR LA SECCIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRÓ DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, 1930-1936

* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930

* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936

* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL

* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO

* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO

* 3. OCASO DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS. CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LOS PROYECTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE

* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES

* 6. VERANO DE 1937. LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Y LAS CANCILLERÍAS SE PREOCUPAN DE LA SEGURIDAD DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO

* 7. EL ROMANCERO Y LA HISTORIA DE LA LENGUA DE MENÉNDEZ PIDAL VIAJAN COMO PARTE DEL TESORO CULTURAL DE ESPAÑA

* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA

* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941

* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945

* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946

* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950

* 5. LA CARTOGRAFÍA ROMANCÍSTICA Y LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN EN LA SERRANÍA DE CUENCA, EN LAS BALEARES, EN SORIA, EN SEGOVIA, EN ÁVILA, EN LA MESETA MANCHEGA, EN ALISTE Y EN MARRUECOS, 1947-1948

* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA

* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948

* 8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949

* 9. FIN DEL SEMINARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. FINAL DE LAS ENCUESTAS Y PUBLICACIÓN DIFERIDA DE LOS TRABAJOS SOBRE EL ROMANCERO, 1950-1954

* 10. ACTIVIDAD RECOLECTORA EN LA AMÉRICA HISPANA. SU REPERCUSIÓN EN EL "ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL", 1948-1952

* 11. REPERCUSIONES DE LAS PUBLICACIONES SOBRE EL ROMANCERO EN LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN ORAL, 1953-1954

* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI

* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO  RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954

* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959

* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50

* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966

* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

* 10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968

* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL

* 1. NON OMNIS MORIAR, 1969

* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

* 3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975

* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975

* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981

* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984

* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988

* 11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

* 12. LOS ARCHIVOS DEL ROMANCERO NUEVAMENTE EN EL FOCO. LOS LABORATORIOS HUMANÍSTICOS INSTALADOS EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL, 1988-1998

* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98

* EPÍLOGO

* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO

* 2.- EL ARCHIVO DEL ROMANCERO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNDACIÓN MENÉNDEZ PIDAL Y DEL CENTRO SITO EN CHAMARTÍN

* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN

* 4.- DESPEDIDA

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

 

 

4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      Durante los primeros años de existencia del "Seminario Menéndez Pidal", el más importan­te enriquecimiento de los fondos del "Archivo del Romancero" consistió en la incorporación de un conjunto de colecciones canarias. A propósito de la riqueza y singularidad de esta rama de la tradición, Samuel G. Armistead comentaría años después70:

    "La historia de la recolección romancística en Canarias es, entre otras cosas, interesante por lo típico de sus etapas iniciales, pues en ellas se repite, en fecha más tardía, lo experimentado en Castilla en el siglo XIX. Hasta muy entrado el siglo XX, el romancero tradicional conti­nuó viviendo en Canarias en estado latente (...). En 1909 el Archivo Menéndez Pidal sólo contaba con cinco textos romancísticos canarios (...). En los años subsiguientes [a la publica­ción en 1927 de un folleto de Agustín Espinosa] fue desarrollándose con gran lentitud la ex­ploración del Romancero, hasta que por los años cincuenta se llevó a cabo una recolección masiva desde la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna. La publicación del Romancerillo canario. Catálogo y manual de recolección (La Laguna, 1955), por M. Mora­les y M. J. López de Vergara71, reveló, por primera vez, la riqueza del Romancero insular, pre­vista por Menéndez Pidal. Hoy Canarias cuenta, finalmente, con una de las colecciones más nutridas y mejor editadas de las que existen para cualquier rama de Romancero".

Armistead hace aquí referencia a La flor de la marañuela. Romancero general de las Islas Canarias (1969)72, cuyos planes de publicación concediendo autonomía a las diversas colecciones acogi­das en ella hizo posible que los originales fueran cedidos por los colectores al "Archivo del Ro­mancero"73.

      Nada más incorporarme a mi cátedra lagunera, en Octubre de 1954, tuve noticia de la labor de recolección que venían realizando, con el apoyo del Cabildo de Tenerife, dos licenciadas tinerfeñas, María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales, y traté de que profundizaran en el estudio del Romancero isleño, no sólo ampliando su colección, sino apreciando los textos reu­nidos confrontándolos con los procedentes de otras regiones74. La tradición oral canaria ya des­cubierta me parecía buena:

    "Ayer me reuní con 2 chicas que vienen recogiendo romances a cuenta del Cabildo insu­lar. Van a seguir ahora bajo mi dirección. Tienen algún romance bueno: El conde ajusticiado y el sobrino [= Grifos Lombardo], un fragmento raro para mí desconocido [- El idólatra de Ma­ría], Gaiferos, y otros interesantes: Conde Montalbán [= Conde Claros en hábito de fraile], Se­rrana de la Vera, Infantina + Caballero burlado + Bueso [= Hermana Cautiva], Conde Niño de tipo meridional, etc., y una colección bastante grande de los más corrientes. Una de las chi­cas está dispuesta a trabajar una tesis sobre «Caracterización del romancero canario», recogiendo más y comparando lo recogido con la tradición peninsular. Ya pediré ayuda" 75

Llegado el nuevo año, se les retiró el apoyo económico que venían recibiendo76; a pesar de ello, proyecté, con su colaboración, la publicación de un "Catálogo-manual de recolección del Ro­mancero canario" en la "Biblioteca Filológica" universitaria que estaba organizando77, y conti­nuaron la labor de encuesta, en la cual se produjeron hallazgos de nuevos temas de excepcional interés:

    "Abuelo, tenernos novedades románcísticas. La principal: una versión de «Tres hijuelos ha­bía el rey», con la cierva, etc. [= Lanzarote y el ciervo del pie blanco]. Creo que hasta ahora sólo teníamos una de Málaga!!" (20-I-1955).

    "Ha aparecido otro romance raro (por ahora es un fragmento largo). Parece un Conde Niño + Arnaldos (?), con largo «poder del canto» y sin transformaciones" (29-I-1955)".

A finales de Marzo estaba concluida la compilación del Romancerillo canario. Catálogo-Manual de recolección78. Pero antes de darlo a la imprenta hube de preparar mi estudio introductorio re­lativo a los romances más interesantes de la tradición canaria79. El 25 de Octubre de 1955 Ma­ría Jesús López de Vergara, en carta a Berkeley me comunicaba los detalles del envío de ejem­plares del Romancerillo, según yo había dejado dispuesto.

      La publicación del Romancerillo se concibió desde un principio como un paso hacia la ela­boración de un Romancero general de Canarias en que se publicaran todas las versiones que cu­piera reunir y recoger80. A finales de Abril, Mercedes Morales fue por un mes a trabajar al "Ar­chivo del Romancero" de Chamartín con el fin de elaborar su tesis doctoral sobre el Romancero isleño81 e ir preparando la publicación integral de la tradición canaria. En esa gran obra, junto a los textos previamente existentes en el "Archivo Menéndez Pidal / Goyri"82 y los publicados entre 1948 y 1952 por José Pérez Vidal, procedentes de la isla de La Palma83, se darían a cono­cer las dos espléndidas colecciones tinerfeñas de los años 50 reunidas por las autoras del Ro­mancerillo: una, geográficamente concentrada, pues el centenar de versiones de que acabaría por constar fue fruto de las encuestas realizadas por Mercedes Morales entre 1952 y 1955 en La Cruz Santa (Los Realejos o sus alrededores) e Icod el Alto84; otra, que cubre diversas comarcas de la isla y muy especialmente el entonces apartado Sur, fue reunida por María Jesús López de Vergara, quien prolongaría su actividad encuestadora desde 1952 a 195785. Diversas contribu­ciones menores procedentes de épocas distintas86 y de la tradición de diferentes islas del Archipiélago87 se irían integrando en el "Romancero general canario" lo cual contribuyó a su interés.

      La preparación de este "Romancero general canario" se inició en 1955-195788, año este últi­mo en que establecí contacto con los Cabildos insulares para su publicación89. El 6 y el 17 de Noviembre de 1959 propuse al Director del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de La Laguna su inclusión en la "Biblioteca Filológica" que yo dirigía, especificando que podría en­trar en prensa en Marzo-Abril de 1960, pero no obtuve respuesta; al constatar que mis planes de continuidad de la colección filológica eran rechazados mediante la alegación de restricciones pre­supuestarias, solicité del Secretariado, Decanato y Rectorado que apoyaran, al menos, las publi­caciones proyectadas de especial interés isleño, mediante la recomendación de ellas al Cabildo In­sular de Tenerife, e hice ante este organismo gestiones directas para poder sacar a luz el Romancero general canario90. Hubieron de pasar, sin embargo, varios años antes de que las autoridades isle­ñas se interesaran mínimamente en la obra.

      Durante los años 1954-1960, de que vengo tratando, las aportaciones al "Archivo del Roman­cero" de corresponsales espontáneos continuaron llegando, pero de forma esporádica y estas co­laboraciones a distancia no tuvieron la importancia que en otras épocas.
 
     Desde principios de Junio de 1955 Menéndez Pidal (cuando menos) mantenía correspon­dencia con la "Jacob Michael Collection of Jewish Music" de New York, la cual había mostra­do interés por conocer la colección musical de Manuel Manrique de Lara existente en el "Ar­chivo del Romancero"; por su parte, Joseph Levisohn, desde esa "Collection" le remitió copia fotostática de algunas canciones y una "lista de los Romances ladino[s] de Idelsohn" (en carta el 17-VIII-1955, perdida, y, de nuevo, en otra carta de 29-XI-1955). Al parecer, Ramón Menén­dez Pidal se ofreció a hacerles copiar las músicas manriqueñas de su colección, al tiempo que les solicitaba el envío de uno de los romances de la lista recibida (26-XII-1955), ya que el 30 de Enero de 1956, Joseph Levisohn, desde la "Jacob Michael Collection" le anunció:

    "Con la presente le adjuntamos copia fotostática del romance «En la ciudad de Marsilia» [=Villancico glosado de La dama y el pastor] que usted menciona en su carta"91.

      El 8 de Agosto de 1955, desde Caracas, el profesor Benigno Oliveros escribió a Menéndez Pidal una carta adjuntándole una muestra de los romances de la colección que había venido reuniendo:

    "Insigne Maestro (...). El objeto de la presente es el de hacerle llegar unos romances y can­tas populares de Los Andes venezolanos (...). Allí se conservan aún tanto en las costumbres como en el lenguaje formas arcaicas, reminiscencias coloniales (...). Igualmente posee un acervo folklórico muy rico. Este hecho me indujo desde el año de 1945 a recoger romances, corridos, décimas, cantas, oraciones y cuentos populares (...). Mis fuentes directas de infor­mación han sido casi siempre viejos de extracción rural y por sobre los 60 años de edad. / Ahora tengo copilados y ordenados con sus respectivos comentarios 15 romances, 450 cantas y unos cuantos corridos, décimas, oraciones y cuentos, listos para entrar en la imprenta a fi­nes del presente mes. / Ud. es el maestro Hispanoamericano del romance y valoro cuánto apreciará los que le lleguen de América, por tal circunstancia le envío unos, como también al­gunas cantas".

La muestra enviada incluía dos interesantes versiones de ¿Cómo no cantáis, la bella? (é.a), otra de Las señas del marido (é) y otra de Albaniña (ó) encabezada con versos de Bernal Francés (í).

    Otras importantes noticias acerca del Romancero en América le transmitió desde Uruguay Lauro Ayesterán. En carta de 16 de Diciembre de 1957 le anunciaba:

    "Próximo ya a publicarse el Cancionero folklórico del Uruguay, que obra como segundo tomo de La música en el Uruguay cuyo primer volumen tuve el honor de enviarle hace un tiempo, quiero adelantar a Vd. el estado en que se encuentran los estudios sobre el Roman­cero Hispánico en el país (...). En la recolección del Cancionero infantil del Uruguay me han aparecido unas 80 variantes de unos 20 antiguos romances hispánicos que se conservan in­tactos en boca de los niños uruguayos./ Desde hace 15 años vengo recogiendo sistemática­mente el folklore musical de mi país mediante giras periódicas por todo el interior de la na­ción (...). En estos momentos tengo ya pautado y estudiado un 80% de la recolección y enteramente terminado el Cancionero infantil que abarca unas 300 grabaciones (...). El ro­mance no sólo vive en la memoria de las personas ancianas, sino que funciona todavía en el repertorio infantil. Mis cantores de romances tienen edades que oscilan entre los 4 y los 97 años (...)".

Y, al par que le informaba sobre sus hallazgos92, le ofrecía muy generosamente:

    "Y ahora viene el motivo especial de esta carta: ¿le interesaría poseer una selección de vie­jos romances hispánicos en el Uruguay. En caso afirmativo, sería para mí un placer —y un honor— hacer llegar a Vd., ya sea en disco o en cinta magnetofónica a través de la Embaja­da de España en el Uruguay (...), una selección de aquellos acompañada de las papeletas téc­nicas correspondientes".

      La oferta vino a hacerse efectiva pocos meses después. El 15 de Mayo de 1958, Ayestarán anunció a Menéndez Pidal:

    "En el curso del presente mes recibirá Vd. una cinta magnetofónica, acompañada de las plantillas correspondientes, con una selección de once romances hispánicos que viven en ple­na lozanía dentro del Uruguay (...). Trátase de once romances cantados, de los ochenta y tan­tos que circulan en mi país. He escogido las versiones más completas desde el punto de vista literario y las más afinadas y socializadas desde el punto de vista musical (...)",

pero, pese a haber hecho el envío "por valija diplomática"93, el 8 de Noviembre de 1958, Ayestarán se extrañaba de que Menéndez Pidal nada comentara respecto al envío de la cinta:

    "Como la grabación magnética no es —digamos— ecuménica, me ha asaltado la duda de que quizás no haya podido escucharla".

Sólo el 6 de Abril de 1959 Ramón Menéndez Pidal se disculpó de su silencio:

    "Su cinta magnetofónica estaba en casa de mi hijo Gonzalo. Ya la he recobrado (...). Mu­cho tiene que agradecer a V. el Romancero Hispánico su recolección (... etc., etc.)".

En su carta de Noviembre, Ayestarán daba noticia, no sólo del hallazgo de "variantes de Delgadina y Blanca Flor y Filomena realmente exquisitas", sino del encuentro con una sub-tradición romancística muy particular:

    "En estos últimos meses, además, he recogido en el norte del Uruguay, limítrofe con el Bra­sil, curiosos romances recientes y locales, en lengua portuguesa. Trátase de una frontera seca, donde la interacción uruguayo-brasileña es notable".

Todavía el 20 de Abril de 1960 Lauro Ayestarán comunicó a Menéndez Pidal una solitaria, pero curiosa, versión uruguaya, recogida el 21 de Marzo de 1960. Se trata de un Gerineldo + La condesita de indudable ascendencia asturiana.

      También de España hay que destacar la llegada al "Archivo Menéndez Pidal" desde la Dipu­tación Provincial de Asturias94 de las primeras grabaciones en cinta magnética de romances tra­dicionales peninsulares95:

    "Mi querido don Ramón:
    Recibirá por correo una cajita en la que van dos rollos de cintas magnetofónicas que con­tienen los romances de Somiedo (...). También recibirá Vd. un oficio de la Excma. Diputa­ción comunicándole el envío de estos romances" (carta del 12 de Junio de 1959).

No sabemos con qué propósito ni con qué criterios, alguien hizo un recuento general de tex­tos en el "Archivo del Romancero" el 21 de Noviembre de 1958, contabilizando 15.307.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

 

NOTAS

70 "La exploración del romancero. Coloquio", en El romancero en la tradición oral moderna (1973), pp. 127-150: pp. 144-145

71  En la "Biblioteca Filológica" que inicié al llegar como Catedrático a la Universidad de La Laguna. En un prólogo a este Romancerillo canario comenté los temas romancísticos más curiosos de la tradición ca­naria; posteriormente, amplié ese comentario en los caps. III, IV, V, VI y IX de Por campos del romancero.

72  La flor de la marañuela. Romancero general de las Islas Cananas, 2 vols., ed. D. Catalán con la co­laboración de M. J. López de Vergara, M. Morales, A. González, M. V. Izquierdo y A. Valenciano, Ma­drid: Seminario Menéndez Pidal y Cabildo Insular de Tenerife, 1969.

73 La mayoría de los originales de las 644 versiones de 132 temas tradicionales distintos, (sin incluir en el cómputo 38 versiones de 23 romances de pliego de cordel) que en 1969 se publicarían en los dos volúmenes de La flor de la marañuela se hallan hoy inte­grados en las carpetas del "Archivo".

74 Ya el Sábado 16 de Octubre informaba a Chamartín sobre el hecho: "2 chicas, a quien paga el Ca­bildo, vienen recogiendo romances y tienen ya una coleccioncita", y en mi carta pedía: "Otro encargo: que me copie Carmen Ugena las versiones que contenga la carpeta de Gaiferos para poder ilustrar a las recolectoras de romances de aquí". En otra carta del fin de mes dirigida a Chamartín, aclaraba: "Las chi­cas de los romances aún no se han «entrevistado» en serio conmigo. No sé si se animarán. Con lo de Gai­feros intentaba ponerles cebo, porque lo han recogido aquí. Abuela [explicaba a María Goyri], me basta co­pia de las versiones y mi cuadro".

75  Carta del 11 de Noviembre de 1954. El día 19, informaba de nuevo a mi familia de Chamartín: "He empezado a trabajar con las chicas romancísticas; pero aquí, sin bibliografía, ¿qué cabe hacer? Mejor dicho, la bibliografía es lo de menos, ante lo inédito de casa [= Archivo del Romancero]. A ver si me en­viáis copia de lo de Gaiferos y de las versiones del Conde preso o ajusticiado que no son del tipo ese de «Bernardo». Lo recogido es: Muerte del Príncipe don Juan, El Conde ajusticiado y el sobrino [= Grifos Lom­bardo], Gaiferos, [Conde] Claros en hábito de fraile, Alarcos, eso raro de «Saninés» [= El idólatra de Ma­ría], [La] Serrana [de la] Vera, [La] Infantina, [El] ca­ballero burlado + D. Bueso [= La hermana cautiva], C[onde] Niño, [La] cristiana [= hermana] cautiva; Sildana, [Las] señas [del] esposo [= marido], [La] mala hierba, Adúltera en ó [= Albaniña], Blancaflor y Filo [mena], La rueda de la Fortuna, Santa Elena, Rap­tor [pordiosero], En el camino del cielo (cosa no reli­giosa que no conozco), etc. Adjunto va lo de «Sani­nés», a ver si lo reconocéis".

76 "A las de los romances el Cabildo les ha negado este año la pequeña pensión de que disfrutaban" (13-I-1955), sospecho que por carambola de mis vanos intentos en la Universidad de que Mercedes Morales colaborara con retribución en el «Seminario de prác­ticas» de mi cátedra". Para entonces yo ya era un ca­tedrático cuya permanencia en La Laguna resultaba molesta para las autoridades universitarias de que de­pendía (Decano, Rector), pese a ser el único de los 4 catedráticos existentes en la Facultad de Filosofía y Letras que rechazaba regentar cargo alguno.

77 Aunque mi propósito era incluir el Catálogo-Ma­nual en la "Biblioteca Filológica", que se me había autorizado a crear en la Universidad, a comienzos de 1955 tenía ciertas reservas acerca de si acometer o no la empresa: "Otra cuestión es la «Biblioteca Filológi­ca». No quiero empezar contando sólo con la palabra rectoral, porque hoy se desdice de lo que dijo ayer en cualquier asunto. Parece que sí, pero (...) hay que an­dar con pies de plomo" (carta a mi familia del 20-I-1955).

78 En carta sin fecha próxima a la Pascua [sin duda del 30-III-1955] comunicaba a Ramón Menéndez Pidal: "Las dos romancistas de aquí han terminado ya el Romancerillo canario. Catálogo-Manual de reco­lección. Aparecerá con un prólogo mío en «Bibl[iote-ca] Filológica]» y así podremos utilizarlo en los pró­ximos  años  repartiéndolo profusamente entre los estudiantes, los maestros, etc. de todas las islas. Espe­ro, de esa forma, reunir material en abundancia".

79  Según se ve por carta del 11 de Mayo, en que pido datos para uno de los temas tratados: "Pregun­tadle a M[ercedes] Morales dónde tiene el cuadro mío sobre las versiones del  Conde Preso [= Grifos Lombardo]. Lo necesito con mucha urgencia". Los breves estudios realizados en el Prólogo acerca de los romances de Lanzarote y el ciervo del pie blanco, París y Elena, La romera de Santiago y Grifos Lombardo, El conde don Pero Vélez y El idólatra de María constitu­yeron la primera versión de los que luego incorpora­ría, reelaborados, a mi libro Por campos del romance­ro (1970), caps. III, IV, V, VI y IX.

80 Ya el 20 de Enero comentaba que las licenciadas dedicadas al Romancero "Están haciendo un Catálo­go-Manual de Recolección para que sirva de base a la gran recogida", y el 29, concretaba: "Estamos hacien­do, como punto de partida para la próxima recolec­ción, un Catálogo-Manual de Recolección del Roman­cero canario, en que figurarán todos los romances hasta ahora descubiertos (manejamos lo poco publi­cado y varias colecciones inéditas más o menos gran­des). Queríamos, para poder citarlas, una lista de las versiones canarias que hay ahí en la Colección [del «Archivo del Romancero»]. Por ahora, sólo una lista de romances y versiones con la indicación de la locali­dad en que fueron recogidos y el nombre del colector (y la fecha de recolección); ¿podríais hacérmela pronto? Basta con repasar rápidamente las carpetas, pues en­seguida identificaréis la letra de máquina de las que envió [Manuel] G[arcí]a Blanco, etc.". Esa lista aún no la había conseguido el 30 de Marzo: "No hicisteis lo que os pedí de sacar una lista de versiones de ro­mances que figuran en la colección. Va a enviarse el Catálogo a la imprenta y queríamos que abarcara la lista de lo que ahí tenemos".

81  El 26 la recomendé a Ramón y a Jimena Menén­dez Pidal diciendo: "Madre! Atiende todo lo que pue­das a Mercedes Morales en su trabajo romancístico. A ver si aprovecha de firme el mes que va a estar ahí. El Abuelo decía que debía ir a Madrid para poder enca­rrilar su tesis, ¡ya está ahí, a ver qué saca de ello!".

82  En la "Primera flor" del Romancero de Tenerife, que constituye el volumen I de La flor de la marañuela (1969), pp. 49-112, pueden verse impresas las "Versiones coleccionadas por R. Menéndez Pidal con la colaboración de M. García Blanco y M. R. Alon­so"; fueron "Recogidas por J. Bethencourt, A. Espi­nosa, L. de la Rosa, R. de la Rosa, E García Fajardo, J. Peraza de Ayala y otros". A ellas hay que sumar en el vol. II de La flor de la marañuela las versiones 492, 494, 496, 497, 499, 502, 504, 506, 507, 508, 510, 511 (de La Gomera) y 517, 520, 524 (de El Hierro).

83 La mayoría habían aparecido paulatinamente en la RDyTP, IV (1948), 518-569 y 197-241; V (1949), 435-470; VI (1950), 554-575; VII (1951), 266-291 y 424-445; otros en Revista de Historia, XC-XCI (1950) y DL, IX (1952).

84  Pueden verse impresas en la "Tercera flor" del Romancero de Tenerife, pp. 230-322, que está exclusi­vamente formada por las versiones coleccionadas por Mercedes Morales.

85  Pueden consultarse en la "Segunda flor" del Ro­mancero de Tenerife, pp. 113-229, la cual está consti­tuida por las versiones coleccionadas por María Jesús López de Vergara. María Jesús continuó la tarea recolectora durante mi estancia en Berkeley, California, en los cursos 1955-56 y 1956-57. Cuando G. Bronzini envió su reseña, publicada en Lares, del Romancerillo y M. J. López de Vergara la remitió a Chamartín, Ra­món Menéndez Pidal me la reexpidió a Berkeley con una nota en el dorso en que  me informaba: "Viene con carta de M[arí]a Jesús R. de Guevara (sic) (...) que encontró un filón de Romances en la zona norte y que se desplazará para recogerlos (...)".

86  En la "Cuarta flor" del Romancero de Tenerife, pp. 323-366, van agrupadas las "Versiones coleccio­nadas por L. Diego Cuscoy, L. González de Ossuna, S. Sosa, L. Pérez y M. V. Izquierdo".

87  Recogidas por Juan Régulo Pérez en Garafía y Mazo, La Palma; Isabel Ascanio en Agulo, La Gome­ra; Francisco Tarajano en Agüimes, Gran Canaria, y Sebastián Sosa en Agaete y La Lechuguilla, Gran Ca­naria.

88  La edición "fue proyectada en 1955 por la «Bi­blioteca Filológica» de la Universidad de La Laguna. Durante los años 1955-1957 colaboraron activamen­te en el proyecto María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales; a ellas no sólo se deben las dos co­lecciones de romances más ricas incluidas en esta Flor de la Marañuela, sino también la primera organiza­ción de los varios materiales", según se explica en el prólogo de la obra.

89  El 6-VII-1957 Ramón Menéndez Pidal me es­cribió, comentando sin duda noticias que yo le había transmitido: "Que los cabildos te ayuden al Roman­cero, gran empresa!".

90 Según carta del 30-IV-1960 a Juan Ravina, Pre­sidente del Excmo. Cabildo Insular [de Tenerife]: "En el pasado mes de Enero, como director de la «Bi­blioteca Filológica» de la Universidad de La Laguna, presenté al Secretariado de Publicaciones de la Universidad un proyecto de ediciones para 1960 en que se incluían dos obras de interés no sólo general sino también local:  1. Romancero General Canario (...). Ante las escasas disponibilidades actuales de la Uni­versidad para la edición de obras científicas (...), con­sultado el Rector, consideró pertinente que me diri­giese en forma personal a Vd. (...)".

91  La versión enviada es la III.35 del RTLH, X (1977-1978), pp. 166-167.

92 Los romances infantiles pertenecen al reperto­rio más común de las ciudades de España y América: "8 + 8 sílabas: «En Galicia hay una niña», Andelito de oro, Mambrú, La monjita, «Estaba el señor don Gato», «¿Dónde vas, Alfonso XII?», Delgadina, La morenita (Don Bueso), La muerte de Elena y «Es­tando Catalinita»; (...) 6 + 7 sílabas: «Me casó mi madre» (...)".

93 Por intermedio del Agregado Cultural de la Em­bajada Española en Montevideo Rafael Ferrer Sagreras.

94 El firmante de la carta es José Fernández Buelta.

95  Los romances habían sido recogidos por José Manuel Feito, capellán en el Colegio de los Cabos en Pravia, y en forma impresa enviados anteriormente a Ramón Menéndez Pidal, quien escribió directamen­te al capellán dándole algunos consejos. Feito se ha­bía apresurado a agradecer esa deferencia y a explicar que el "retocado" de algunos versos, contra el que don Ramón le había predicado, no había consistido en "rellenar lagunas", sino en substituir "alguna pala­bra por otra (...) cuando el recitador se mostraba in­seguro". Menéndez Pidal le animó después a conti­nuar sus pesquisas: "A ver si encuentra V. la recitadora o, mejor, el recitador que sepa muchos ro­mances, pues ese suele saber los raros y más precio­sos. Los recitadores que saben sólo cuatro o cinco, suelen saber sólo los más corrientes."

LÁMINAS

    El Romancerillo canario (1955) tuvo el triple objetivo de animar la labor colectora de romances en las Islas Canarias aireando la labor de unas jóvenes licenciadas, de organizar los materiales exis­tentes y de mostrar la importancia de una sub-tradición del Romancero pan-hispánico olvidada.
    Portada del Romancerillo, seguida de las solapas y de dos páginas de la Introducción y del Manual de Reco­lección.

   

    Canta de Uruguay  y trascripción musical de Lauro Ayestarán.

Más información:

   espectador.com: Archivo de Lauro Ayestarán: un patrimonio en peligro

SUMARIO:

I
PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL

* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

*1. LOS FONDOS DEL S. XIX

* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900

* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO

* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904

* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906

* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906

* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905

* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908

* 9. MENÉNDEZ PIDAL HACE INVENTARIO: LAS PRIMERAS MIL QUINIENTAS VERSIONES DEL ARCHIVO Y LAS CONFERENCIAS EN LA COLUMBIA UNIVERSITY DE NUEVA YORK EN 1909

* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912

* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912

* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913

* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913

* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914

* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914

* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920

* 9. MANRIQUE DE LARA, EL ROMANCERO DE LOS JUDÍOS DE MARRUECOS Y DE LA PENÍNSULA Y LA MÚSICA DE LOS VIHUELISTAS, 1915-1922

* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918

* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920

* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925

* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20

* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921

* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925

* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927

* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928

* 18. MANRIQUE DE LARA NUEVAMENTE EN ORIENTE. EDICIÓN FRUSTRADA DE LAS MÚSICAS DEL ROMANCERO: 1923-1928

* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30

* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE

* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS

* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931

* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933

* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN

* 6. NUEVAS CAMPAÑAS DE RECOLECCIÓN DE MÚSICAS Y TEXTOS POR LA SECCIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRÓ DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, 1930-1936

* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930

* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936

* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL

* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO

* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO

* 3. OCASO DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS. CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LOS PROYECTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE

* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES

* 6. VERANO DE 1937. LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Y LAS CANCILLERÍAS SE PREOCUPAN DE LA SEGURIDAD DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO

* 7. EL ROMANCERO Y LA HISTORIA DE LA LENGUA DE MENÉNDEZ PIDAL VIAJAN COMO PARTE DEL TESORO CULTURAL DE ESPAÑA

* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA

* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941

* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945

* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946

* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950

* 5. LA CARTOGRAFÍA ROMANCÍSTICA Y LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN EN LA SERRANÍA DE CUENCA, EN LAS BALEARES, EN SORIA, EN SEGOVIA, EN ÁVILA, EN LA MESETA MANCHEGA, EN ALISTE Y EN MARRUECOS, 1947-1948

* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA

* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948

* 8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949

* 9. FIN DEL SEMINARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. FINAL DE LAS ENCUESTAS Y PUBLICACIÓN DIFERIDA DE LOS TRABAJOS SOBRE EL ROMANCERO, 1950-1954

* 10. ACTIVIDAD RECOLECTORA EN LA AMÉRICA HISPANA. SU REPERCUSIÓN EN EL "ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL", 1948-1952

* 11. REPERCUSIONES DE LAS PUBLICACIONES SOBRE EL ROMANCERO EN LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN ORAL, 1953-1954

* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI

* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO  RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954

* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959

* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50

* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966

* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

* 10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968

* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL

* 1. NON OMNIS MORIAR, 1969

* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

* 3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975

* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975

* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981

* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984

* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988

* 11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

* 12. LOS ARCHIVOS DEL ROMANCERO NUEVAMENTE EN EL FOCO. LOS LABORATORIOS HUMANÍSTICOS INSTALADOS EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL, 1988-1998

* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98

* EPÍLOGO

* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO

* 2.- EL ARCHIVO DEL ROMANCERO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNDACIÓN MENÉNDEZ PIDAL Y DEL CENTRO SITO EN CHAMARTÍN

* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN

* 4.- DESPEDIDA

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