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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

** EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984.

9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984.  VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

        En 1980, 1981 y 1982, el apoyo obtenido en España de los ministerios de Cultura y de Edu­cación y Ciencia191, sumado al del "National Endowment for the Humanities" y complemen­tado por becas adicionales de la Diputación Provincial de Segovia, del "Instituto de Coopera­ción Iberoamericana" y del Eusko Jaurlaritza (el Gobierno vasco), permitió organizar, como una de las actividades del proyecto "Description, Editing and Analysis of the Pan-Hispanic Roman­cero" (DEAPHR), una serie de cursillos de preparación de encuestadores, con base en Segovia. En esos cursillos participaron como enseñantes miembros del "Seminario Menéndez Pidal" y del "Center for Iberian and Latin American Studies", y asistieron como becarios, en calidad de alumnos, Catedráticos y Adjuntos de Instituto (y otros investigadores) procedentes de diversas regiones españolas192, algunos estudiantes universitarios193 y profesores e investigadores de uni­versidades extranjeras a los que se cursó invitación especial194. El propósito era formar futuros colectores del Romancero, que pudieran después realizar su trabajo desde bases geográficas diversas,  dotados de conocimientos teóricos y prácticos acerca del Romancero de tradición oral. Por ello, los cursillos se completaron con encuestas colectivas, dirigidas por "monitores" del grupo internacional docente del cursillo, en el curso de las cuales los "alumnos" podían aprender el "arte" de la recolección, a la vez que contribuir a la recuperación de un género literario en peli­gro de extinción.

      El "Primer Cursillo Intensivo Teórico Práctico sobre la Investigación del Romancero Oral" impartido en 1980 en Segovia (del 23 de Junio al 18 de Julio)195 tuvo sus prácticas en el Oc­cidente de León y de Asturias196. "Desde una base fija de residencia en Villablino (León) los or­ganizadores del cursillo —Diego Catalán, director, J. Antonio Cid, Flor Salazar y Ana Valen­ciano, Beatriz Mariscal y Suzanne Petersen—, apoyados por otros "monitores" (Teresa Catarella, Angeles Gasset, Madeline Sutherland), condujeron (...) equipos [de composición variable cada día de encuesta (formados por un monitor con 4 ó 5 investigadores bisoños)], si­milares a los de 1977 y 1978, que recogieron romances durante ocho días en un amplio territorio de León y Asturias (sólo limitado por la necesidad de repartir racionalmente el tiempo disponible de cada jornada entre el desplazamiento en coche y la actividad de encuesta en los lugares visitados)"197.
 
     El 29 de Junio, primer día de la encuesta, mientras los otros seis coches recorrían pueblos al Sur de la Cordillera Cantábrica en direcciones varias, yo crucé los puertos, a fin de tantear las posibilidades de recogida de romances en la vertiente asturiana. Iba acompañado de un equipo de encuestadores-alumnos muy heterogéneo, compuesto por tres personas que, por razones muy dispares, habían resultado ser especialmente "conflictivas" para el grupo de enseñantes del cur­sillo: Margarita Mizrahi Morton, bellísima sefardí assistant teacher de CILAS, Tomoko Mimura, estudiante japonesa en la UCM, y Jacinto Alguacil, Director del Instituto de Segunda Ense­ñanza de Molina de Aragón (Guadalajara) muy consciente de su cargo.

    "El objetivo de mi jornada era recorrer la pequeña parroquia de los «conqueiros» o los «tixileiros», constituida por cuatro aldeas, Sisterna, El Bao, Tablado y Corralín, repartidas entre dos concejos de la montaña asturiana, el de Ibias y el de Degaña. Los habitantes de esa pa­rroquia deben su nombre a que, en tiempos pasados, se especializaron en la elaboración artesanal de cuencos, «tixelas» y otros utensilios de madera, que los varones salían a vender fuera  de la montaña, dejando en soledad durante largos meses a las mujeres, quienes lo mismo arreglaban los asuntos judiciales, que araban los campos, dimían las castañas o cuidaban los ga­nados sin ayuda de hombres. Los viajantes «conqueiros», como otros artesanos ambulantes, desarrollaron una jerga secreta con que entenderse entre sí cuando, echándose las «calichaldas» (alforjas) al hombro y con su «carrela» (carga que puede transportar una caballería), sa­lían a ganarse sus «vechus, anudas y ousos» (reales, pesetas y duros), «caneando» (vendiendo) por tierras de «panochus, peirones, convises, cazurros y underetrancas» (asturianos, bercianos, gallegos, castellanos y aragoneses), jerga ésta que aún se precian de saber los «canusqueirus» que se dedican al comercio ambulante de tejidos, aunque hoy vayan motorizados en «galápagu» (automóvil). Por otra parte, el aislamiento en que quedaban las mujeres «conqueiras», res­pecto a sus circunvecinos, se manifiesta en la enorme personalidad del dialecto de la parro­quia, en el cual se superponen rasgos fonéticos tan gallegos como la caída de n entre ciertas vocales a un sistema de palatales asturiano-leonés muy singular. Pronunciaciones como «home ya o mudyer» ‘un hombre y una mujer’, «o escudieta tsia de teiti» ‘una escudilla llena de leche’, «o gatía tsueca» ‘una gallina clueca’ resultan tan exóticas a sus vecinos de habla ga­llega del resto del concejo de Ibias como a sus vecinos de habla astur-leonesa de Cangas, Degaña, Laciana y La Fornela.

      Llegados en nuestra expedición a El Bao, subimos hacia el ce­menterio para, desde lo alto, contemplar, al otro lado del profundo valle del río Ibias, el corte hecho en la montaña por los mineros astures o galaicos al servicio de sus amos romanos —«a esos romanos no los alcancé yo (nos explicaría el socarrón tabernero de Sistema), pero a los moros sí, que me quemaron la casa en el ‘36»—; y también para rendir homenaje, aunque fuera a distancia, a una de las cuatro aldeas que tanto habían ocupado mi pasión de dialectólogo en los años 50: Corralín, abandonada recientemente por sus últimos vecinos y hoy cu­bierta ya de malezas, no lejos de la mina"198.

      En aquel último rincón del bable astur-leonés se produjo el más sorprendente hallazgo de la "Encuesta Norte-1980", tan rica en resultados.

    "Fue ese mismo tabernero socarrón de Sisterna, uno de los antiguos vecinos de Corralín, quien nos recomendó entrevistar en El Bao a Domingo García, otro sobreviviente de la aldea muerta, que tenía fama de cantar romances. Desgraciadamente, Domingo estaba ausente, vendiendo género con su camioneta por los pueblos gallegos del Ibias; pero, frente a la puer­ta de la casa, su padre Anselmo, de 93 años, sentado en un poyo, leía, sin gafas, una novela del Oeste. Muy sordo, nada entendía de nuestros propósitos, hasta que su hija, Benigna, se prestó a actuar de intérprete. Acababan de llegar al pueblo desde Oviedo para pasar el verano en la aldea. Anselmo, aunque su sordera y una respiración trabajosa hacían, de entrada, su dicción prácticamente indescifrable para nosotros, resultó ser, gracias a la amorosa colabora­ción de su hija, un informante excepcional. Nada más comenzar la entrevista, nos dijo la pri­mera versión recogida en Asturias de El Cid y el moro que reta a. Valencia:

¡Cómo se pasea el moro,     el moro por la calzada!,
de cara mira a Sevilla,     de cara mira a Granada,
de cara mira a Valencia     que le dice más cercana:
—Oh Valencia, mi Valencia,     oh Valencia valenciana,
que yo mañana a estas horas     te ha de tener yo ganada;
y su hija que tiene     ha de ser mi namorada
y su madre Filumena    nos ha de hacer la cama
y a su padre don Diego     lo he de arrastrar por la barba
... etc.

para, enseguida, al preguntarle por el romance de Belardo y Valdovinos, arrancarse con un re­lato, en versos de indudable abolengo tradicional, enteramente desconocido. Mi nerviosismo era grande, pues, si en audición directa difícilmente captaba algunas palabras del texto musi­tado por Anselmo, ¿cómo íbamos a poder después descifrar la cinta? Recurrimos al expediente de reoírlo allí mismo para que Benigna nos aclarase amablemente lo que su padre iba dicien­do, acto que, una vez avezados a escuchar al viejo en la cinta, resultó ser superfluo, pues hoy podemos entender perfectamente todas sus versiones. El romance desconocido decía así:

Caminaba Montesinos     por una verde montaña,
con el fusilín al hombro     como aquel que va de caza,
y encontrara un hombre muerto     en par de una verde faya.
No conoce el caballero     por mucho que lo repara,
que le conturban la vista    las cintas de la [c]elada.
Le levantó el sombrero     y le descubrió la cara.
—¡Oh mi amigo Montesinos,     mal nos fue en esta batalla,
que mataron a Guarín,     capitán de nuestra escuadra!
Me sacas el corazón    por la más pequeña llaga,
lo llevas al Paraíso,     a donde Guillerma estaba.—199".

      Súbitamente, en la versión del romance de Durandarte envía su corazón a Belerma de Anselmo García, al llegar a este punto, se produce un brusco cambio, no sólo de escenario, sino de pers­pectiva: dejamos de asistir a cómo Montesinos recibe la manda testamentaria de Durandarte, para hallarnos ante Belerma que espera noticias de su amado y ve llegar a Montesinos portador del co­razón de su amado muerto:

Guillerma estaba en Paraíso     de doncellas enrodeada.
—¡Ay triste de mí, cautiva,     ay triste de mí, cautada,
ay triste de mí, aburrida,     algún mal se me acercaba;
ahí viene Montesinos      embozado en una capa!
— Lo primero que pregunta:     —Tu primo ¿cómo quedaba?—
—Mi primo quedaba bueno,     mi primo bueno quedaba,
mi primo quedaba muerto,     en par de una verde faya.
Aquí traigo el corazón,     yo mismo ye le sacara,
y al mismo tiempo te traigo     esta siguiente palabra:
Que el que muerto te lo umbia,     vivo no te lo negara.—
Al oír esta palabra,     Guillerma cae desmayada.
Ni con vino ni con agua     no fueron a recordarla.

      "¿Cabe idear —me preguntaba yo tras el «milagroso» hallazgo 200— un caso más extremo de último eslabón de una cadena de portadores de un acervo tradicional?". Y, sin embargo, pron­to pude comprobar que ni la muerte de Corralín, como poblado, ni la del señor Anselmo, como memoria viva del pasado, iban a significar la del tema caballeresco medieval de Durandarte en­vía su corazón a Belerma, de cuyos ideales obsoletos hacían ya burla en el s. XVII Cervantes y Góngora penetrados de un talante anti-heroico y anti-romántico. No sólo el hijo de Anselmo, Domingo, seguiría siendo cantor del romance 201, sino que otras versiones análogas a la oída aquel 29 de Junio serían, entonces y años después, recogidas en otras aldeas "conqueiras" 202; por otra parte, el mismo romance, aunque con forma muy diversa, resultó ser parte del repertorio antiguo y actual de los gitanos bajo-andaluces. "Hallazgo de una poesía marginada" es como lle­garía a titular, en años inmediatos, el estudio del romance descubierto en 1980 203. En ese estu­dio comprobé algo aún más sorprendente quizá que el hecho de que los cantores expatriados de Corralín, como los judíos salidos de España en 1492, al haber perdido el solar en que nacieron se esforzaran por conservar su identidad como "nación" (como grupo humano distinguible de los demás) aferrándose al recuerdo de su cultura tradicional 204: la mediación en la transmisión del romance tradicional de Oh Belerma, oh Belerma desde el s. XV a la tradición marginal de conqueiros y gitanos de las recreaciones del tema medieval debidas a poetas de tercera línea y a antologistas del romancero de los siglos XVI y XVII205.
      El hallazgo del romance de Montesinos y Belerma no fue un hecho aislado. Como destacó J. Antonio Cid en su estudio de "El romancero tradicional en Asturias" (1991)206,

      "(...) no sólo se documentaron, en versiones rnás completas y superiores, la mayoría de los ternas y romances-tipo más arcaicos o valiosos ya conocidos en el área o en zonas próximas. La encuesta del verano de 1980 proporcionó también los primeros textos de romances hasta entonces desconocidos en Asturias; entre esos hallazgos se cuentan temas de la importancia de El moro que reta a Valencia, Don Manuel de León y el moro Muza, La nodriza del infante, Don Alejo muerto por traición de su dama y, muy especialmente, Durandarte envía su corazón a Belerma (...). Cabe añadir también un texto que, a mi juicio, es la primera versión peninsular tradicional de Abenámar, extrañamente desfigurado, y un posible vestigio de la Pérdida de don Beltrán. Todos estos romances —algunos de ellos en varias versiones— proceden de un solo concejo, el de Ibias, que ya se había explorado en la década de 1920 por Aurelio de Llano, es decir el mismo estudioso que había afirmado en carta a Menéndez Pidal su con­vencimiento de que ya estaba suficientemente explorada «toda la provincia»".

      Si no nos limitamos al área asturiana recorrida, sino al conjunto de los territorios cubiertos, las 104 cintas magnetofónicas grabadas durante los ocho días de encuesta (con más de 3.500 versiones, muchas de ellas con sus melodías) contienen aún una mayor variedad de temas del Romancero, entre los que destacan piezas que pueden calificarse de raras en las colecciones de la tradición oral moderna, y que incluyen muy numerosos romances relativos a personajes his­tóricos o legendarios españoles y a personajes franceses de la corte del emperador Carlos207.

      Al resumir lo conseguido por los equipos encuestadores de 1980, J. Antonio Cid explicó acer­tadamente respecto a la tradición descubierta en aquellas expediciones motorizadas:

    "Se recogieron en gran número versiones excelentes de todos los temas más importantes (por su valor poético, por su arcaísmo o por ofrecer tipos característicos dentro de la tradi­ción hispánica) susceptibles a priori de ser hallados en el área. El evidente descenso de la vi­talidad del Romancero como género colectivo pudo todavía ser compensado por una encuesta «intensiva», y ello hasta el extremo de que los resultados obtenidos podrían producir la im­presión engañosa de que la tradición romancística documentada era en 1980 más rica, den­tro de la zona explorada, que en las primeras décadas de este siglo. Claro está que no es así; simplemente, es más fácil que afloren los estratos del Romancero en estado «latente», incluso agónico, si se extiende la encuesta al mayor número posible de lugares e informantes, y si se pregunta de forma exhaustiva y con un conocimiento previo del género a quienes se revelan como portadores excepcionales de la tradición de la poesía narrativa"208.

      Las encuestas colectivas anejas al "Segundo Cursillo" celebrado en Segovia en el verano de 1981 tuvieron como base en donde pernoctar El Puente de Sanabria (Zamora) y se desarrollaron del 4 al 11 de Julio. El lugar permitía acceder, de una parte, a las comarcas zamoranas del Nor­te y Noroeste de la provincia (Sanabria, Carballeda, Vidriales, Tábara y Aliste) y, de otra, al Sur de León, que, por hallarse muy lejos de Villablino, no había podido ser recorrido por los equi­pos encuestadores en el año anterior (Cabreras Alta y Baja, Valduerna, Jamuz, Valdería y Maragatería); además, la situación fronteriza de El Puente, no lejos de la "raya" lingüística que sepa­ra las comunidades de habla gallega de las que pertenecieron en el pasado al dominio lingüístico astur-leonés, invitaba a prestar especial atención tanto a la franja de "la Galicia exterior" (la constituida por las comarcas de habla gallega en las provincias de León y de Zamora) como a la Galicia del S. E. (El Bollo y La Vega, en el Occidente de Ourense). Todas las áreas recorridas por los equipos de encuestadores resultaron ser conservadoras de una notable tradición roman­cística. Se grabaron 110 cintas magnetofónicas en unos 120 pueblos y aldeas, tras recorrer en conjunto más de 1.500 kms. por carreteras de montaña. Los amplios repertorios conseguidos por los diversos y cambiantes equipos sin duda se explican, en parte, porque en los seis equipos (de cuatro a cinco personas cada uno) hubo este año un mayor número de encuestadores vete­ranos, aparte de los organizadores del cursillo, toda vez que "en 1981 colaboraron en las en­cuestas varios participantes de las de 1977 y 1980 ya adiestrados en el arte de la recolección de campo (Jon Juaristi, Salvador Rebés, Maximiano Trapero, Francisco Mendoza, Paloma Monte­ro, Ana Vian, Ana María Martins, Michelle Débax, Aurelio González), junto a otros nuevos colectores" 209. Pero el factor más importante para el éxito fue, evidentemente, la extraordinaria vi­talidad del Romancero en muchos de los territorios visitados.

     Las comarcas mejor exploradas fueron, lógicamente, las zamoranas, en las cuales se accedió a 72 pueblos y aldeas. Aunque en el pasado Zamora era ya, en cuanto al número y calidad de las versiones recogidas, una provincia bien representada en el "Archivo Menéndez Pidal"210, la nue­va encuesta superó con creces todo el caudal de romances previamente reunido. Baste citar, a modo de ejemplo significativo, que, si en 1910 Tomás Navarro Tomás había logrado obtener una única versión en un pueblo de Aliste del rarísimo romance de Espínelo211, la encuesta de 1981 proporcionó siete, las seis de ellas en diversos lugares de Aliste y una séptima en otra co­marca distante212.

      La recolección de romances en el Sur de León, donde se visitaron más de 20 localidades, fue especialmente trabajosa, ya que esos lugares se hallaban en comarcas muy aisladas y sociológica­mente deprimidas, donde durante los últimos 20 años la despoblación había avanzado de forma muy rápida; por ello mismo, el salvamento de su repertorio romancístico tuvo especial interés.

      Dada la inexistencia, por entonces, de investigaciones de campo recientes en Galicia, los 25 pueblos y aldeas de Ourense recorridos por los encuestadores del "Segundo cursillo" constitu­yeron una importante cala, que permitió determinar las posibilidades que aún ofrecía la tradi­ción oral de la Galicia interior como fuente de información sobre el Romancero pan-hispánico213. El éxito de la recolección en territorio gallego nos movería a planear como objetivo de 1982 una recolección especialmente dedicada a las provincias de Ourense y Lugo.

      La incorporación al proyecto general DEAPHR de un objetivo particular más, la compilación de un "Romancero regional de la provincia de Segovia"214, introdujo en el "Tercer cursillo" una novedad en relación con los anteriores, ya que se interpoló en la secuencia de clases teóricas una encuesta adicional por pueblos segovianos de las más diversas comarcas de la provincia. La prepa­ración de esta encuesta exigió el compilar el correspondiente manual de encuesta apropiado a la región. Por otra parte, la integración de este componente segoviano en el "Tercer cursillo" de Se­govia fue acompañada por la incorporación al "alumnado" de un amplio número de estudiantes universitarios 215, que exigía nuevas formas de enfocar el curso, dado que, a la vez, bastantes de los participantes se habían convertido ya en especialistas de la materia. La encuesta en la provincia de Segovia, realizada en los días 3, 4, 7 y 10 de Julio, proporcionó versiones de 95 localidades216. En ellas se hallaron algunos romances no esperados en la región, como Gaiferos y Galván, en versión de Urueñas, recogida217 de boca de una mujer de 79 años (Matea Carretero), cantora de otros tre­ce temas, y Conde Claros en hábito de fraile, en versión de Navas de San Antonio218, oída a la "Se­ñora Viges" (Eduviges Puente), de 61 años, otra buena portadora de tradición, que cantó otros die­cisiete temas ante un nutrido público de vecinos que acudieron a su casa. Si bien ya nos constara la existencia del romance en la localidad, fue también un buen hallazgo en Otero de Herreros219 el de la única versión completa segoviana de la Muerte del príncipe don Juan (dicha por Frutos de la Calle, de 77 años), la más meridional de todas las versiones autónomas del tema recogidas en España. De otro romance noticiero, el de la Muerte del Maestre de Santiago don Fadrique por su hermano el rey don Pedro, era notoria su supervivencia en la provincia; pero ello no obstó para que nos esforzáramos en reunir de nuevo versiones del tema, algunas de ellas muy buenas.

       La realización de esta encuesta segoviana no fue óbice para que las "prácticas" del "Tercer cur­sillo", como en años anteriores, se realizaran en el Norte de España. La base elegida esta vez fue El Barco de Valdeorras (Ourense). Desde allí, los equipos de encuesta pudieron alcanzar la mayor parte de esta provincia, así como el Sur y el Este de la de Lugo y comarcas del Sur de la de León.

      Los 29 encuestadores (contando indistintamente a los profesores del cursillo, otros investiga­dores ya expertos en el arte de la recolección y los cursillistas bisoños) recogimos en 55 locali­dades de Ourense (en comarcas más en el interior de Galicia que el año anterior) y 29 de Lugo (básicamente en las sierras do Courel y de Trapa y en los valles de Quiroga y de Lemos) unos 1400 textos (si se incluyen en el cómputo los fragmentos) pertenecientes a unos 80 temas dis­tintos220. Según resumen de Ana Valenciano, los buenos recitadores o cantores de romances de la provincia de Ourense pertenecían a diversas aldeas de concejos de variada locación (Rubiá, Veiga, Villamartín de Valdeorras, Baralla, Chandrexa de Queixa, Manzaneda, Laza, Teixeira, Maceda, Edrada, Vilariño de Conso, San Cristóbal de Cea, Vilar de Barrio); en Lugo, en cam­bio "son oriundos de un área bastante reducida, que se sitúa en torno a la comarca del Courel y sus proximidades (concejos de Incio, Folgoso do Courel y Quiroga) (...). Algo más al Norte, se sitúa otro importante foco de conservación de romances en Seixo (concejo de Pedrafita)221".

      Fue en Seixo donde, tras esperar su llegada durante buena parte del día (16-VII-1982), tuvi­mos, Teresa Meléndez, Ana Beltrán, José Antonio Blanco, Olimpia Martínez y yo, el placer de entrevistar a Emilia López Fernández, quien no obstante su avanzada edad, ya que tenía 83 años, era una mujer coqueta, que no quiso sentarse a decirnos su extraordinario repertorio de ro­mances sin antes cambiarse el pañuelo de la cabeza para recibirnos como era conveniente. La se­ñora Emilia nos cantó en su totalidad uno tras otro 18 romances, negándose a decirlos recita­dos, y no agotamos su repertorio, ya que no fue posible exigirle seguir cantando cuando prefirió obsequiarnos con una merienda de queso y vino. Hacía, sí, sus pausas, para poder tomar alien­to y seguir cantando, pero las distribuía con malicia buscando atraer la atención de los oyentes hacia las historias, sea con comentarios, sea suspendiendo el relato en los momentos de la intri­ga de mayor interés. Así, nos cantó-contó la "historia" de La caza de Celinos que, según el modelo del área constituida por León, Zamora, Trás-os-Montes y Lugo, comienza ex-abrupto sin explicar el ardid de los amantes.

    "Después de cantar los primeros versos:

— ¿Tú que tienes, condesina,     que no cesas de llorar?
— ¡Yo qué he de tener, marido!,     para ti ningún pesar:
ya sabes que estoy encinta    da noite de Navidad.
— Ya sabes que estás encinta,     tratarás de te cuidar;
¿se queres caza do monte     o queres pesca do mar?
— Non quero caza do monte,     que tú la vayas cazar,
non quero pesca do mar,     que tú vayas a pescar,

se detuvo para comentar: «Ésta teñe misterio, ¿eh?», como introducción de los versos si­guientes:

En os montes de Celinos     un ciervo se suele andar,
se no me traes la cabeza,     malparir o reventar"222.

      Y, con renovado entusiasmo, fue luego desgranando la historia de la caza del "ciervo", a cuyo encuentro envía la mujer a su marido para que sea muerto en el monte por su enamorado Ce­linos, hasta llegar a la escena en que el viejo marido y no el joven amante, como la mujer espe­raba, se presenta en la casa con el trofeo de la cabeza demandada:

— Tome a caza, condesiña,     que me mandastes ir buscar.
— Esa caza, meu marido,     eu non cha mandéin buscar;
de tres hermanos que tiene     así non che ha de pasar.
— Pues que pase, que non pase,     tú razón non lies has dar.—
Le quitara la cabeza,     los pusiera par e par.
— ¡E besaivos y abrazaivos,     ya ahora don-vos lugar!.

      La señora Emilia tenía unos firmes y depurados criterios estéticos, que le permitían apreciar el relato de esta historia ejemplar y, a la vez, descalificar otro tema de adulterio castigado, el del romance vulgar de Los presagios del labrador, en que el marido ofendido despedaza a su mujer y al amante, cuando los sorprende durmiendo juntos, y pregona la venta de carne fresca por las plazas y calles del pueblo, historia que se negó a cantarnos alegando:

"ésta no me gusta nada, per que non a dixen"223.

      Desde El Barco de Valdeorras, varios equipos encuestadores penetraron en territorio leonés fronterizo, buena parte de él aún de habla gallega:

    "Las comarcas accesibles fueron esta vez SELMO (donde se recogieron romances en Oencia, Cabarcos, Portela de Aguiar, Friera, Cabeza de Campo), CARUCEDO (donde se recogieron ro­mances de Vega de Yeres, Yeres, Castroquilame, Robledo de Sobrecastro, La Barosa, Carucedo, Las Médulas, Borrenes, La Chana), PONFERRADA (donde sólo se encuesto en Paradela de Muces, Villanueva de Valdueza, Valdefrancos y Bouzas), CACABELOS (donde se obtuvieron ro­mances en Arborbuena, Quilós, Canedo, Arganza, San Miguel de Arganza y San Juan de la Mata) y LAS CABRERAS (ampliamente visitadas: Pombriego, Sotillo de Cabrera, Benuza, Cor­porales, Baillo, Iruela, Truchas, Truchillas, La Cuesta, Valdavido, Cunas). En las 92 cintas gra­badas, unas 600 versiones (incluyendo fragmentos) tienen una procedencia leonesa"224.

      Uno de los romances entonces recogido nunca se había hallado en la provincia de León; e in­cluso hasta entonces sólo era conocida de él, en el conjunto de la Península, una solitaria ver­sión zamorana225: el de Alabóse el conde Vélez. Lo hallamos en Truchillas (Las Cabreras)226, con­servado gracias a la memoria de María Peregrina Carbajo, de 70 años. Comenzaba, más o menos como la versión publicada en el s. XVI227, contando:

Alabárase don Félix,     alabárase el traidor,
que no hay dama ni doncella    que a él le niegue el amor.
— Esposita tengo en Francia,     de quince años, que más no,
que si tú me la llevaras,     me saquen el corazón,
y, si no me la llevaras,     te lo tengo sacar yo.
— Ese otro día a la mañana    para Francia caminó,
y a las puertas de la niña    muy ricas tiendas plantó;
en el medio de la tienda    puso un rico bordón.
Sal la niña por la tarde,     porque no la queme el sol,
pone saya sobre saya    y por cima un quitasol (...).

      Además de estas cuatro grandes encuestas colectivas organizadas como prácticas de los cursillos de verano de Segovia, la "Cátedra-Seminario" realizó, durante estos años, algunas otras menores, aplicando los mismos métodos, como complemento también de otras expe­riencias docentes, siendo las más destacadas la del Noroeste de Salamanca y Suroeste de Za­mora (en 1981)228 y la de Ciudad Real (1982), esta última organizada, a petición del Cole­gio Universitario de Ciudad Real, como prácticas de un breve cursillo "para la formación de un equipo de investigación sobre el Romancero oral"229. Los 25 lugares de la provincia de Ciudad Real investigados230 durante los días 21 a 24 de Mayo, ofrecieron una tradición oral nada decaída231, aunque, desde luego, sin la riqueza temática de las regiones del Norte de Es­paña.

      Otra iniciativa, relacionada con los "Cursillos" segovianos de preparación de encuestadores, tendente a promover la regionalización de las investigaciones de campo, consistió, en 1980, en la redacción de un informe sobre la historia de la recolección en la provincia de Huesca y el Somontano. Lo escribí para Inés Gómez, del Ministerio de Cultura, con la esperanza de que tu­viera eco local y surgieran en el Alto Aragón personas interesadas en proseguir la labor recolectora, ya que el Romancero de Huesca es de un especial interés, no sólo por conservar temas y versiones de notable antigüedad y rareza, sino por sus relaciones, tanto con la tradición del Bajo Aragón y de La Rioja y Soria, como con la catalana y gascona. Mi informe llegaría a publicar­se232, pero no sé que tuviera las repercusiones deseadas.

      En 1983 los investigadores del proyecto DEAPHR consideramos agotado el modelo didácti­co constituido por los cursillos de Segovia e intentamos reemplazarlo por un "Curso superior teórico-práctico" centrado en un tema monográfico, "El romancero gallego y la tradición oral del Noroeste peninsular". El curso, a cargo del "Instituto Universitario Interfacultativo Semina­rio Menéndez Pidal" de la Universidad Complutense de Madrid, iba a celebrarse en el Pazo de Mariñán a lo largo del mes de Julio bajo los auspicios de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo233; pero la sustitución de las autoridades académicas de esta Universidad, ocurrida poco antes de esa fecha, trajo consigo un cambio en el patrón de los cursos proyectados234, ante el cual el "Instituto Universitario Seminario Menéndez Pidal" prefirió cancelar su curso. Quedaron sólo de él el propósito de completar la recolección del romancero de Galicia con una gran encuesta y el de examinar la historia de esta rama de la tradición peninsular en comparación y contraste con la de un territorio lingüísticamente (pero no políticamente) homólogo: Portugal. Así es que, en vez de un curso previo a la encuesta, se organizaron, después de ella, unas "Jornadas luso-es­pañolas sobre el Romancero Gallego y Portugués", bajo el patrocinio conjunto de las Universi­dades Clásica y Nova de Lisboa. Varios de los investigadores portugueses participantes en esas jornadas lisboetas tomaron previamente parte en la encuesta gallega (9-17 Julio)235, que tuvo como base donde pernoctar Guitiriz, estratégicamente situado en la red de comunicaciones del Norte de Galicia. Aunque el emplazamiento en ese lugar excluyó el carácter acogedor de las ba­ses utilizadas en 1981 (El Puente de Sanabria) y 1982 (El Barco de Valdeorras), permitió acce­der a una amplia zona en el Norte de Lugo y en A Coruña, que no había podido ser alcanzada en las expediciones de años anteriores. La mejor recolección de romances se logró, sin embargo, en el Oeste de Lugo 236. En esta provincia cantaron romances 299 informantes de 151 localida­des, grabándose un total de unas 1400 versiones. Aunque se intentó cubrir la mayor parte de la provincia de A Coruña, sólo se obtuvieron en ella versiones en 34 aldeas y de 44 informantes237.

      La encuesta, aparte del caudal de textos reunidos, tuvo el interés de hacer patente que la des­igual representación en el corpus total del Romancero gallego de unas comarcas y otras no de­pendía únicamente de la mayor o menor atención a ellas prestada por los antiguos exploradores de la tradición, sino a diferencias en la implantación del Romancero en la cultura de las comunidades rurales de Galicia, diferencias que habían ya sido señaladas en los años 1928-1930 por Aníbal Otero238. No obstante, hay que reconocer que las encuestas del "Seminario Menéndez Pidal" nunca llegaron a cubrir la provincia de Pontevedra, donde a principios de siglo Said Armesto obtuvo excelentes especímenes romancísticos.

      El crecimiento excesivo de la "demanda" de participación en las grandes encuestas colectivas del Instituto Universitario como mera experiencia desconectada del proceso, inicialmente con­cebido, de preparar investigadores especializados en el estudio del Romancero oral pan-hispáni­co, nos llevó a los organizadores de esas grandes encuestas a querer dar por agotado el modelo didáctico-investigador constituido por la combinación cursillo + encuesta; pero sin abandonar por ello la exploración del Romancero en regiones de tradición peor conocida, sea accediendo a ellas con un pequeño equipo veterano de colectores, sea fomentando la actividad independien­te de los nuevos especialistas surgidos en el curso de las anteriores encuestas colectivas y cuya re­sidencia en variadas zonas del "mundo" hispánico les permitía ahondar en el conocimiento de los particulares repertorios de una determinada sub-tradición.

      La encuesta de los investigadores del "Instituto Universitario Seminario Menéndez Pidal" y de sus colaboradores del proyecto DEAPHR de procedencia americana239 tuvo en 1984 como base Covarrubias (Burgos). La recolección fue rica en temas inesperados tanto en la provincia de Burgos240 como en la de Palencia241, más pobre y dificultosa en las comarcas visitadas de Soria y de La Rioja242. Quizá el hallazgo más sorprendente243 fue el de una versión de Espínelo en Villafruela (Lerma, Burgos) cantada por dos hermanas de 69 y 75 años, Balbina y Lucía Mate, a Ana Valenciano, Suzanne Petersen, Bárbara Fernández y Jon Juaristi244, ya que, fuera de la tra­dición judeo-española, sólo era conocida hasta entonces como área de conservación del tema la del Occidente de Zamora245.

      En el año de 1985 tuvo lugar una pequeña encuesta de carácter ocasional, pero de muy es­pecial interés, en la isla de La Gomera: Flor Salazar y yo fuimos a ella, en compañía de un nu­trido grupo de antiguos alumnos de la Universidad de La Laguna246, expresamente en busca de un cantor de romances, Ruperto Chineda, cuyo conocimiento debíamos a la antropóloga nor­teamericana Martha Ellen Davis. Ruperto residía en la aldea de Chipude y hacia ella nos enca­minó el taxista gomero Isidro Ortiz Mendoza, que había actuado como coordinador en la gra­bación de una cinta por la citada antropóloga247, pero llegados a Chipude, supimos que nuestro buscado informante se hallaba arando en un cerro lejano; nuestra frustración cesó pronto, pues Isidro, haciendo uso del silbo gomero, "habló" con Ruperto allá en la lejanía y concertó con él una entrevista en el cerro. Allí le hallamos, efectivamente, arando con un arado romano uncido a un pequeño burro y allí en medio del campo nos cantó entre otros romances una espléndida versión de El Cid pide parias al moro, con motivos adicionales de El renegado y la Virgen248:

Por las Vegas de Granada    va el Cid a mediodía,
con su caballo Babieco,     que a par del viento corría.
Iba con cien caballeros     que lleva en su compañía,
le iban contando hazañas    para llevar alegría,
le iban contando hazañas     cadi cual de sus amigas:
unos las dejan preñadas    y otros las dejan paridas
y otros las dejan doncellas    y ambos del amor rendidas.
(.................................     ...................................)
— Bienvenido seas, el Cid,     que buena sea vuestra venida,
si venís a ganar sueldo,     doblado se vos daría,
y si venís a tornear moros,     seréis señor en Turquía,
y si vos venías a casar,     casaréis con hija mía.
— Yo no vengo a ganar sueldo,    no lo he ganado en la vida,
ni tampoco a tornear moros,    que mejor ley es la mía,
tampoco vengo a casarme,     que mi Filomena es viva,
vengo a llevar unas parias     de mi buen rey en Castilla (...).

      Las más de 600 cintas magnéticas grabadas en las encuestas de 1980, 1981, 1982, 1983 y 1984 contenían un número ingente de versiones (y de fragmentos) de romances, que, como par­te del proyecto DEAPHR, fueron subsecuentemente transcritas. Esta laboriosa tarea fue reali­zada, en parte, por algunos de los encuestadores (sobre todo por Antonio Cid y por mí) a raíz de cada encuesta y, más sistemáticamente, por Margarita Pazmany (1980-83), Victoria Raboso (1982-83), Bárbara Fernández (1982-84), las estudiantes segovianas Pilar Aragón, Raquel Calvo, Teresa Cillanueva y Olimpia Martínez (1983-84), Paloma Esteban (1984-88), José Luis Forneiro (1984-88), Débora Catalán (1985-88), Maite Manzaneta (1985-88) y Ángeles Ferrer (1986-88).

      Durante un tiempo, se transfirieron las transcripciones (aunque consideradas "provisionales") a un "Archivo Internacional Electrónico del Romancero", esto es, a una base de datos almace­nada en ordenador. De esa actividad estuvo al frente Suzanne Petersen.

      Los cursillos con prácticas de encuesta organizados desde 1980 a 1983 consiguieron aficio­nar a la recolección de romances a varios de sus participantes, que emprendieron en áreas muy distintas del mundo hispánico encuestas por iniciativa propia: Pere Ferré, junto con Ana Maria Martins, Vanda Anastácio y José Joaquim Dias Marques en el Portugal insular y continental; Maximiano Trapero en las Islas Canarias; Salvador Rebés con Isabel Ruiz en Cataluña. Tanto en Madeira y el Norte de Portugal, como en las varias Islas Canarias los hallazgos temáticos y la ri­queza de textos recogidos mostraron la vitalidad que en esos territorios aún tenía la tradición oral romancística; en Cataluña, en cambio, aunque aún pudieran recogerse romances, el estado moderno de la tradición no tenía el vigor de los tiempos en que la exploraron los encuestadores del "Cançoner Popular de Catalunya". Algo distinto es el caso de Francisco Mendoza, quien anteriormente había hecho encuestas por medio de personas interpuestas (principalmente en Albacete), pero que, a partir de 1980, no rehuiría las "encuestas de campo", o el de Aurelio González, colaborador con Mercedes Roig en la compilación del romancero mexicano, sub-tradición al presente aún insuficientemente explorada249. En Euskalherría, Jon Juaristi y Koldo Biguri combinaron la búsqueda de romances con un plan de recuperación de la olvidada balada vasca (proyecto "Euskal kanta zaharrak"), al cual contribuyó J. Antonio Cid mientras fue profesor vi­sitante en la naciente Universidad del País Vasco, en 1980-81250.

      Aparte de la red de colaboradores en la labor de recolección de romances que los cursillos con­tribuyeron a crear, surgieron otros espontáneos. Entre las contribuciones externas al "Archivo Sonoro del Romancero" más valiosas se hallan las 21 cintas grabadas en 1981-1984 en Tenerife y La Gomera (y las correspondientes transcripciones) que remitió Benigno García, quien, al igual que Mendoza, utilizó a sus alumnos de Segunda Enseñanza como encuestadores.

      De especial interés para el estudio histórico de la tradición oral del Romancero pan-hispáni­co son los textos, junto con las investigaciones con ellos relacionadas, que Luis Suárez Avila ha aportado tras una larga y paciente exploración del repertorio de los gitanos bajo-andaluces de la Bahía de Cádiz y Triana. Venía dedicándose calladamente a ella antes de que mi interés por Juan José Niño y otros excepcionales cantores entrevistados por Manrique de Lara me permitiera atisbar la existencia de una rama "especial" del romancero en aquellas tierras. Sólo el 27 de Agosto de 1985, como bien precisa el propio Luis Suárez251, escuché en El Puerto de Santa María al­gún romance cantado por José de los Reyes, "el Negro", conocí a Juana y Alonso, "del Cepillo" y oí grabaciones reunidas por Suárez de muchos otros gitanos ya muertos. Desde entonces, el "Archivo del Romancero" ha ido recibiendo copias de las versiones reunidas por Luis Suárez, pertenecientes al conjunto de temas propios de la sub-tradición gitana del Romancero.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

191  Este último, a través del Instituto Nacional de Ciencias de la Educación (INCIE).

192 Al "Primer Cursillo" (1980) asistieron: Salvador Rebés (Cataluña), Jon Juaristi (País Vasco), Fernando Gomarín (Cantabria), María Luz García Parra y Luis Gómez Nuño (Castilla-León), Amelia García Valdecasas (Madrid), Jacinto Alguacil, Francisco Mendoza (Castilla-La Mancha), María José Setefilla Navarro y Francisco Rivero (Andalucía) y Maximiano Trapero (Canarias). En el "Segundo Cursillo" (1981) conti­nuaron su "escolaridad" Jon Juaristi, Salvador Rebés, Maximiano Trapero y Francisco Mendoza y se suma­ron a él Isabel Ruiz (Cataluña), Manuel Lozano (Melilla), Juana Agüero (Castilla-La Mancha), Ana Beltrán (Madrid) y Teresa del Río  (Castilla-León); además acudieron a las encuestas de campo Paloma Montero (del SMP) y Ana Vían (de la UCM). En el tercer año (1982), participaron en el cursillo y en la encuesta Ana Beltrán, Victoria Raboso y Ana Vian (Madrid), Jon Juaristi y José Ramón Prieto (País Vasco) e Isabel Rodríguez (Cataluña).

193 Tres estudiantes se añadieron al "Primer Cursi­llo", todos extranjeros: Carmen Ochoa y Laurie Thompson (de la University of California) y Tomoko Mimura (japonesa matriculada en la Universidad Complutense). En el "Segundo Cursillo" (1981) se incorporaron dos estudiantes del País Vasco: José An­tonio Blanco y María José Kerejeta, procedentes del "Seminario María Goyri" recientemente creado en Vitoria por Jon Juaristi. Sólo en el "Tercer Cursillo" (1982), la ayuda adicional de la Diputación Provin­cial de Segovia y del Eusko Jaurlaritza permitió la in­corporación de 12 estudiantes universitarios (en su mayoría, segovianos y del País Vasco): Pilar Aragón, Koldo Biguri, José Antonio Blanco, Raquel Calvo, Teresa Cillanueva, Gabriel Fraile, María José Kereje­ta, Olimpia Martínez, Javier Ormazábal, Dolores Sanz, Blanca Urgell y Teresa Yagüe.

194  Al "Primer Cursillo" o a su encuesta se incor­poraron Pedro Ferré y Ana Maria Martins (Portugal), Aurelio González (México), Eduardo Siverino (Ar­gentina), Michelle Débax (Francia), Elvira Ramini (Yugoslavia), Robert Heifetz, Margarita Mizrahi Morton, y Sandra Robertson (USA). Volvieron a asistir al "Segundo Cursillo" Ana Maria Martins, Mi­chelle Débax y Aurelio González y se sumaron a él Teresa Meléndez Hayes (USA) y Ana Pelegrín (Ar­gentina). En el "Tercer Cursillo" participaron Vanda Anastácio (Portugal), Michelle Débax (Francia), Au­relio González (México), Teresa Meléndez y Sandra Robertson (USA) y Elvira Ramini (Yugoslavia).

195  En el "Colegio Universitario Domingo de Soto". Fue patrocinado conjuntamente por el Minis­terio de Cultura y el "National Endowment for the Humanities" (USA) y recibió el apoyo (para facilitar la asistencia de los participantes extranjeros) del "Ins­tituto de Cooperación Ibero-americana". Para los ac­tos musicales y varios aspectos de la organización se contó con la colaboración del Conservatorio de Mú­sica de Segovia y del Patronato Enrique IV. Se premió la labor de fomento de la tradición oral concediendo "La nave de Arnaldos" a los maestros Agapito Marazuela y Antonio Mairena. Con ocasión de la entrega de ese diploma, Mairena se aprendió un texto facti­cio del romance de El infante Arnaldos, que yo elabo­ré y al que él le dio expresión musical gitana. Estaba decidido a incluirlo en una versión comercial discográfica: "Contoda seguridá Boy agrabar en un L. P. el Romace del Conde Alnardo, esta Grabación creo será para antes de fin de año, para esto presiso una copia del Romace tal y como usted melo escrivió para can­tarlo, por que el que llo  me trege lo perdí al llebarlo en un borso de mano que me quitaron en Sevilla, y para poderlo Grabar El mismo que medegó es por lo que lo presiso, selo agradeseré muncho" (Sevilla 12-IX-1980). La carta, mecanografiada, va encabezada con un membrete en que figura impreso el escudo de "Antonio Mairena. Cante gitano andaluz".

196  Sólo de forma ocasional algunos equipos hicie­ron incursiones exploratorias en Galicia, con objeto de formarse una idea del estado de la tradición en tie­rras gallegas y de las posibilidades de extender a ella, en otra ocasión, las encuestas. Durante el viaje de re­greso hacia Segovia, se recogieron algunos romances en lugares de Zamora, Valladolid y Segovia.

197  Romancero general de León, I (1991 y 1995), p. LXXIX.

198  D. Catalán, "Hallazgo de una poesía margina­da: El Romancero de tradición oral", en Estudios de Folklore y Literatura dedicados a Mercedes Díaz Roig, ed. B. Garza e Yvette Jiménez de Báez, México: El Colegio de México, 1992, pp. 53-94 (pp. 60-61). Reed. en Arte poética del romancero oral. Parte 2ª , Madrid: Siglo XXI, 1998, pp. 1-34. En 1980 no lle­gué a acercarme a la aldea abandonada; pero el ta­bernero de Sisterna, natural de Corralín, me habló de cómo salieron de ella las últimas familias. No eran sino 14 vecinos. En 1982 volví, acompañado de al­gunos de mis hijos, a Sisterna y El Bao, y, en aquella ocasión, cruzamos el profundo valle para llegar hasta las ruinas de Corralín. Sólo quedaba en pie la ermi­ta, con los santos abandonados y restos de las velas que, enhiestas en botellas vacías, dejaron ardiendo los emigrantes al partir. Las casas, que fueron quemadas por sus últimos habitantes antes de abandonarlas, es­taban ya engullidas por la vegetación que había cre­cido por medio de ellas.

199 Según mi exposición en el artículo citado en la nota anterior, reproducido ahora, con mejoras, en D. Catalán, Arte poética del romancero oral, Parte 2ª: Memoria, invención, artificio, Madrid: Siglo XXI y Fundación Ramón Menéndez Pidal, 1998, cap. I.

200  En la exposición citada (p. 10 en la edición de 1998).

201  Domingo García (a quien su último entrevistador, Jesús Suárez, llama Domingo "Santos", quizá porque así también se le conozca) nos cantó el 30 de Junio en la taberna de El Bao su repertorio romancístico, en el cual se incluía una versión de Duran­darte envía su corazón a Belerma. Véase D. Catalán, Arte poética, Parte 2ª (1998), p. 10.

202  D. Catalán, Arte poética. Parte 2ª (1998), pp. 12-14.

203  Expuse por primera vez el tema en la primera conferencia del ciclo "El romancero hoy" en los "Cur­sos Universitarios  1981"  de la "Fundación Juan March" el 12 de Mayo de ese año. En forma de artícu­lo, apareció únicamente en 1992, en la publicación citada en la n. 198. Su última forma es la recogida en Arte poética del Romancero oral. Parte 2ª(1998), capº I.

204 Los antiguos vecinos de Corralín, entrevistados aquel año y posteriormente en sus nuevos domicilios esparcidos por las aldeas y pueblos comarcanos, se­guían siendo trasmisores del antiguo repertorio de romances local y conocedores de su dialecto.

205 La versión "conqueira" del romance de Monte­sinos y Belerma, aunque hereda versos de Oh Beler­ma, oh Belerma, tiene como fuente inmediata el ciclo de romances sobre ese tema reelaborado por Damián López de Tortajada, en su Floresta de varios romances sacados de las historias (...) de 1646 (que sólo nos es conocida en su reimpresión de 1652), combinando diversos textos del romancero viejo y del nuevo. Lo mismo ocurre con las versiones gitano-andaluzas, aunque sean muy diferentes, tanto en su contenido narrativo como en su expresión, de las asturianas.

206 J. A. Cid, "El Romancero tradicional en Astu­rias" (1991), vol. I, pp. 130-131.

207 Según expliqué en el Romancero general de León. Antología 1899-1989, I (1991 y 1995) al hacer his­toria de esa encuesta (pp. LXXIX-LXXX), en la antolo­gía puede leerse "una muestra selecta de lo recogido en ella" (esto es, en la encuesta de 1980).

208 J. A. Cid, "El Romancero tradicional en Astu­rias" (1991), vol. I, p. 130.

209  Romancero general de León (1991), pp. LXXX-LXXXI. Sobre estos nuevos encuestadores véanse atrás las notas 192, 193 y 194. Alguno de estos nuevos be­carios había tenido experiencia recolectora previa.

210 También en el ASOR figuraban ya algunos tex­tos zamoranos: no sólo los recogidos en las últimas etapas de la encuesta de 1980, de que hemos habla­do, sino otros procedentes de varios pueblos del ex­tremo sur de Zamora (que en general no habían sido visitados por anteriores recolectores), que fueron ob­jeto de exploración en una rápida encuesta (de 4 días de duración) por el N.O. de Salamanca y S.E. de Za­mora realizada aquel mismo año de 1981 por la "Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal" como prácticas de un curso de doctorado que yo enseñaba en la Universidad Complutense de Madrid: "El Romancero oral (Recogida de poemas tradicionales y elaboración científica de los materiales de una encuesta)".

211  En Tolilla. Durante decenios, fue la única ver­sión de la tradición oral moderna de este romance re­cogida fuera de las comunidades judeo-españolas.

212 Al estudiar el romance en 1983 ("El romancero medieval", en El comentario de textos 4: La poesía medieval, ed. A. Amorós, Madrid: Castalia, pp. 451-489) y en mi Arte poética del romancero oral. Parte 1ª. Los textos abiertos de creación colectiva, Madrid: Siglo Veintiuno, 1997, pp. 213-241, di ya noticia de estas versiones: "Las restantes zamoranas se deben a la en­cuesta colectiva que organicé en el «Seminario Me­néndez Pidal» como parte del «Segundo Cursillo Teórico-práctico de investigación sobre el Romance­ro Oral»; gracias al manual de encuesta elaborado de antemano, que incluía la versión de Tolilla, los equi­pos de investigadores del «Seminario», que recorrie­ron Aliste, buscaron con ahínco nuevas versiones de Espínelo, hallando de nuevo el romance en Tola (Ana Valenciano, Koldo Biguri, Michelle Débax y Salva­dor Rebés: 5-VII-81), en Nuez (en versión de Figueruela de Arriba: J. Antonio Cid, K. Biguri, M. Débax y Ana Vian: 6-VII-81) y en Figueruela de Arriba, Figueruela de Abajo y Torres de Aliste (Francisco Men­doza, Juana Agüero, José A. Blanco y María José Kerejeta, ll-VII-81). Más inesperadamente, J. A. Cid, J. Agüero, Ana Pelegrín e Isabel Ruiz lo encontraron, lejos de Aliste, en Vidriales (S. Pedro de la Viña, 10-VII-81)" (p. 229, n. 26).

213 "Nas seis xornadas dedicadas á investigación de campo en localidades ourensás durante a esquisa «N.O.-81» entrevistáronse con algún resultado 78 informantes (60 mulleres, 18 homes) encontrados en 25 puntos de enquisa (...). Nas seis xornadas, engadíronse cerca de cuatrocentas versións ou fragmentos de versións ó corpus do Romanceiro de Galicia", A. Valenciano, Os romances tradicionais de Galicia. Ca­tálogo exemplificado dos seus temas. Madrid: Funda­ción Ramón Menéndez Pidal y Centro Ramón Piñeiro, 1998, p. 38.

214 Ya en 1978, con motivo de unos cursos imparti­dos en Segovia, había yo organizado una rápida en­cuesta de un día por tierra de la subsierra segoviana con apoyo de la "Cátedra-Seminario", que tuvo el interés de mostrar la supervivencia, como canto aguinaldero, del romance de la Muerte del Maestre de Santiago. Véase R. Calvo, Romancero general de Segovia (1994), pp. XLVI-XLVII. En la p. C se incluye una lámina en que Sagrario Martín recita en Sigueruelo este romance a D. Catalán, acompañado de los estudiantes Sofía Marzec (de Polo­nia) y Jounes Tribak (magrebí). Foto de Renata Kugazewska. En 1981 (el 16 de Setiembre), con el apoyo de Joaquín Pérez Villanueva, la "Academia de San Quirce", en Segovia, aceptó patrocinar la preparación de un Romancero general de Segovia, que iría precedida de una gran encuesta en la provincia. Con esa recomendación, la "Diputación provincial de Segovia" (apoyada por la "Caja de Ahorros de Segovia"), acordó (16-VI-1982) apoyar económicamente el proyecto con cinco becas para nativos o residentes de la provincia y ciertas canti­dades para el transporte y material de la encuesta que se habría de celebrar durante el "Tercer Cursillo".

215 Véase atrás, n. 193.

216  Las peculiaridades del 3er Cursillo, la nómina de las localidades donde se obtuvieron romances y los repertorios de los informantes más importantes ha­llados en la encuesta pueden verse en Romancero ge­neral segoviano (1994), pp. LI-LIV.

217  Por Pere Ferré con Vanda Anastácio, José An­tonio Blanco y Teresa Cillanueva (10-VII-1982).

218  Por Ana Valenciano, acompañada de Raquel Calvo, Javier Ormazábal, Dolores Sanz y Blanca Urgell (7-VII-1982).

219  Realizado por el equipo descrito en la nota an­terior, también el 7-VII-1982.

220 Véase A. Valenciano, Os romances tradicionais de Galicia (1998), pp. 38-39 y 41-44, quien incluye una lista completa de las localidades que fueron visitadas con resultados positivos.

221 A. Valenciano, Os romances tradicionais de Gali­cia (1998), pp. 46-47 (traduzco del gallego). Fuera de estos dos núcleos, también se hallaron buenos infor­mantes en Casela (Castro de Rei) y Figueiroa (Sober).

222 Episodio que comenté en Teoría general y meto­dología del Romancero pan-hispánico. Catálogo general descriptivo, I. A (1984), p. 96.

223  Anécdota que he recordado en D. Catalán, Arte poética del romancero oral. Parte 1a (1997), p. 152, n. 80.

224   Las 36 localidades en que se grabaron 92 cin­tas las enumero en Romancero general de León (1991 y 1995), p.LXXXI.

225 Véase atrás, cap.VI, § 8.

226 Ana Beltrán, Olimpia Martínez, Teresa Meléndez y yo(23-VII-1982).

227  "Alabóse el conde Vélez    en las cortes se alabó (en las cortes de León)  / que no ay dama (dueña) ni donzella   que le negasse su amor,  / si no fuera el de la infanta   que no se lo demandó,  / que si se le demandara no le dixera de no. / Mucho pesó a los ga­lanes (hidalgos) quantos en la corte son, / mucho más pesó a don Bueso que adamava nuevo amor: / — Una amiga tengo el conde, de quinze años, que más non, / que si tú me la engañares (-asses), sacássesme el coraçón, / y si no me la engañares (-as­ses), que quedasses (quedarías) por traydor (...)".

228 A la que ya he aludido en la n. 210.

229 Para el cual dieron apoyo (negociado por Joaquín González Cuenca) la Diputación Provincial y las Cajas Rural y de Ahorros de Ciudad Real. Fue impartido por Catalán, Cid, Mendoza, Salazar y Valenciano.

230  Adicionalmente, se encuesto también en pue­blos limítrofes de Córdoba y de Badajoz.

231  Básicamente similar a la que en Albacete en­contró, a través de encuestas indirectas, Francisco Mendoza por los años de 1977 a 1982.

232 Por el recipiendario de la información.

233  El 16-XI-1982 el .Rector de la Universidad In­ternacional Menéndez Pelayo, Raúl Morodo, me es­cribió comunicando la aprobación del proyecto del Seminario en el marco de los Cursos de Verano de 1983.

234  En Mayo de 1983 el Instituto Universitario "Seminario Menéndez Pidal" se vio precisado a es­cribir una "Carta circular a los colaboradores del Curso de estudios sobre el Romancero gallego" anunciándoles: "Desde que el cursillo se proyectó han cambiado los responsables máximos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y es necesa­rio renegociar con los nuevos directores el acuerdo a que se había llegado con los anteriores (...). Aunque las fechas corren, no sabemos cuándo habrá respues­tas definitivas". Finalmente, al mostrarse inflexibles los nuevos directivos respecto a la norma de que no pudieran concurrir temporalmente a Mariñán los diversos profesores participantes, sino escalonados como conferenciantes en días diversos, el plan de discutir colectivamente las ponencias presentadas por los especialistas resultaba imposible y, asimismo, la organización de una encuesta con una pluralidad de "monitores". Despojado el curso de sus peculiaridades didáctico-investigadoras, no tenía sentido rea­lizarlo.

235 En la encuesta participaron 33 colectores: Die­go Catalán, Jesús Antonio Cid, Flor Salazar y Ana Valenciano; Beatriz Mariscal, Teresa Meléndez y Francisco Romero; Pere Ferré, Vanda Anastácio, José Joaquim Dias Marques; Jon Juaristi, Francisco Men­doza, Salvador Rebés, Isabel Ruiz y Maximiano Tra­pero; Aurelio González y Eduardo Siverino; Bárbara Fernández, Concepción Enríquez de Salamanca, Guillermo Diamante, Isabel Rodríguez, Fernando Gomarín, Raquel Calvo, Pilar Aragón, Teresa Cillanueva, Dolores Sanz, Olimpia Martínez, Débora Catalán y Mara Catalán; Michelle Débax, Andrea Warren Hamos, Paloma Díaz Mas; Almudena Fradejas.

236  Detalles de los concejos y aldeas lucenses que se revelaron como más ricos en tradición romancística pueden verse en A. Valenciano, Os romances tradicio­nais de Galicia (1998), pp. 48-49.

237  Según cálculos de A. Valenciano en Os roman­ces tradiconais de Galicia (1998), p. 39. Sobre las lo­calidades coruñesas con una tradición más rica, véa­se en esa obra la p. 49.

238 Véase atrás, cap. IV, § 3.

239 Aunque, inicialmente, se proyectó una encues­ta con solamente los investigadores del proyecto DE­APHR (Catalán, Cid, Mariscal, Petersen, Salazar, Va­lenciano, Aurelio González, Pere Ferré y Jon Juaristi) luego se sumaron a ella, espontáneamente, Michelle Débax, Bárbara Fernández, Paloma Díaz Mas y Car­los Sainz de la Maza.

240 Donde se recorrieron 35 pueblos.

241  Donde visitamos 21 pueblos.

242 En las que se encuestó en 9 y 10 pueblos, res­pectivamente.

243  Entre los 875 textos (algunos fragmentarios) reunidos, correspondientes a 81 temas del romance­ro tradicional y 24 de pliego de cordel.

244 El 11-VII-1984.

245 Véase atrás, n. 212.

246 Que celebraban el 25 aniversario del año en que se licenciaron en Filosofía y Letras. Yo había sido pro­fesor de una mayor parte de ellos y, por esa razón, me invitaron a su celebración.

247 M. E. Davis había editado una cinta magneto­fónica titulada "Los magos de Chipude. Chácaras y tambores de La Gomera’ (distribuida por Sonolevante S. L.), grabada el 19-IX-1984.

248 El romance fue estudiado por J. A. Cid, "Se­miótica y diacronía del «discurso» en el Romancero tradicional: Belardo y Valdovinos, El Cid pide parias al moro", RDyTP, XXXVII (1982), 57-92.

249 Sobre la colaboración de estos antiguos cursillis­tas con el "Seminario Menéndez Pidal", véase Ro­mancero e Historiografía (1989), §3.3.4 (pp. 29-31) 7 § 95 y 6 (pp. 63-65). La edición de algunas de las obras preparadas por estos colaboradores a partir de los materiales por ellos reunidos pudieron ser apoyadas económicamente por el "Seminario Menéndez Pi­dal", otras sólo recibieron apoyo indirecto o técnico.

250  Bajo el epígrafe "Euskal kanta zaharrak. Hacia una edición del corpus de la balada vasca" se informa sobre esta actividad lateral del proyecto DEAPHR en Romancero e Historiografía (1989), pp. 78-81. Véase, por otra parte, la sección dedicada a "La balada vasca", en De Balada y Lírica, 2. Tercer Coloquio Internacional sobre el Romancero, Madrid: Fundación Ramón Me­néndez Pidal y Universidad Complutense de Madrid, 1994, pp. 295-356, y, en especial las pp. 302-303 de la contribución de K. Biguri, G. Fraile, J. A. Lakarra y B. Urgell relativas a las encuestas de 1981 y 1982.

251 L. Suárez Ávila, "El romancero de los gitanos bajo andaluces, germen del cante flamenco", en El Roman­cero. Tradición y pervivencia a fines del siglo XX, ed. P M. Piñeiro et al., Sevilla-Cádiz: Fundación Machado y Universidad de Cádiz, 1989, pp. 563-607, n. 100.

LÁMINAS

"La nave de Arnaldos" representativa del lema "Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va".

En el "Primer Cur­sillo sobre la Investiga­ción del Romancero Oral", Segovia, Junio-Julio, 1980, se premió con "La nave de Arnaldos" a dos promoto­res de la tradición: Agapito Marazuela y Antonio Mairena.

Agapito Marazuela hace en el Cursillo exhi­bición de su maestría en la dulzaina, instrumen­to por él recuperado cuando su uso tradicio­nal estaba a punto de extinguirse.

Mairena recibiendo "La nave de Arnaldos" en el patio de El Quintanar,  y Mairena improvisan­do un El infante Arnal­dos en cante jondo.

En los "Cursillos" de Segovia, se examinaron los romances desde perspectivas históricas y como re­latos de texto "abierto", utilizando los fondos inéditos del "Archivo del Romancero".

La realidad supera a la fábula.
Comentario de un cursillista, Jon Juaristi, a una de las narraciones analizada y hallada en las encuestas campo: el "tema" de la mujer matadora de hombres.

 

Escenas de las encuestas de campo interpretadas por el cursillista Jon Juaristi, 1980.

 

    

Corralín, una de las cuatro aldeas de los "tixileiros" en el alto río Ibias, es una aldea abandonada; pero su Romancero aún vive en la memoria y en la voz de los que fueron sus últimos habitantes hoy dispersos por la comarca. En El Bao, Anselmo García de 93 años y sus hijos recordaron a la perfección el romance de Durandarte envía su corazón a Belerma, en que se trata seriamente un tema caballe­resco del que Cervantes y Góngora se permitían ya reírse en el s. XVII.
Emplazamiento de Corralín (en el segundo claro, subiendo entre los dos valles). Foto Luis Valenzuela.

En 1982 quise visitar las minas de Corralín por su valor simbólico para el Romancero. Lo hice en compañía de mis hijos y de unos amigos. Fotos Luis Valenzuela.
Cruzando el río Ibias hacia Corralín viniendo de El Bao.

Diego Catalán llegando a la aldea abandonada de Corralín.

El valle de Ibias en torno a Corralín.

La mina romana, desde casas abandonadas de Corralín.

 

Ruinas de Corralín.

La ermita de Corralín. La última ofrenda ante el altar: botellas que sustentaban las velas dejadas encen­didas.

El altar abandonado.

En el interior de una "palloza" de El Bao (Ibias, Asturias,  Diego Catalán y Maximiano Trapero recogen romances a Quintina Abad, notable transmisora de tradición, el 3-VII-1980. Foto Aurelio González.

En lo alto de Somiedo, en Arboyales (Asturias), Francisco Mendoza graba romances a un informante 2-VII-1980. Foto Juana Agüero.

En la montaña central leonesa, la tradición, que en los años 10-20 descubrió Josefina Sela, aún conservaba vigor en 1980.
Teresa Catarella interrogando; Carmen Ochoa grabando, en Casares de Arbás
(León), 2-VII-1980.

Teresa Catarella, arrimada al pegollo, toma notas; mientras de pie, graba otro miembro del equipo, en Villamejín (León), 3-VII-1980.

 

La Fornela (León) siguió en 1980 proporcionando nuevas versiones excelentes.
Informante entrevistada por Jon Juarísti, Beatriz Mariscal y Flor Salazar el 29-VI-1980

Encuesta Zamora-Ourense-Sur de León, 1981 (desde El Puente de Sanabria) y encuesta Galicia, 1982 (desde O Barco de Valdeorras).
Isabel Ruiz, con la grabadora, y los informantes Isabel Pastor (41 a.), Obdulia Pastor (72 a.), que tiene en mano el copo de lino, y Saturnino Río (74 a.), en Abejera de Tábara
(Zamora), 1981. Foto Flor Salazar.

Teresa Meléndez, Elvira Ramini y Aurelio González abordan a un grupo de mujeres viejas sentadas al sol (aprovechando un escenario ideal para recoger romances) en 1982. Foto Flor Salazar.


Encuesta. Segovia, 1982.

La recolección de romances en la provincia de Segovia, desde 1880 hasta 1950 (textos tomados a mano) y la recolección conseguida con las encuestas colectivas del proyecto DEAPHR (textos grabados).

En Julio de 1982, Aurelio González encuesta, acompañándola en su camino, a la extraordinaria romance­rista María Porfirio, de 61 años, que lleva a pastar las vacas en el campo. Foilebar (O Indo, Lugo). Foto Flor Salazar.

Teresa Meléndez y Aurelio González grabando y anotando la treintena larga de romances (a más de otras canciones para-romancísticas) que les cantó María Porfirio. Foto Flor Salazar.

 

Encuesta "Galicia 1983", desde Guitiriz. En Lugo se grabaron 1.400 versiones en 151 locali­dades.
Pedro Ferré, en pleno campo, logra recoger el repertorio de un informante de Melide (A Coruña), Carmelo Ribas Sánchez de 83 años, el 12-VII-1983. Foto Débora Catalán.

 

El romance de Espínelo del que la imprenta del s. XVI sólo nos da a conocer una versión arreglada (para reducir el asonante de su parte final en ó.a a la asonancia en í.a del co­mienzo), sólo se había recogido en España en el O. de Zamora; en 1984 surgió inesperadamente en Villafruela (Burgos).
Texto publicado en la
Flor de enamo­rados (1562), en que se homogeneizó el asonante refundiendo la sección en -ó.a en -í.a.

Versión de Balbina y Lucía Mate en 1984 co­mentada por mí en una nueva versión del artí­culo "El romancero medieval (1983) " incorpora­da a Arte poético del romancero oral, I, 1997.

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8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

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8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      El proyecto de dar a conocer los fondos inéditos del Romancero archivados en la antigua casa de Ramón Menéndez Pidal en Chamartín, anunciado en 1970-71 y que daría su primer fruto impreso en el catálogo del romancero sefardí de S. G. Armistead, no tuvo continuidad, a pesar de algunos intentos169. No obstante, la idea permaneció viva y, en los primeros años de la cola­boración entre el "Seminario Menéndez Pidal" y el "Center for Iberian an Latin American Stu­dies (CILAS)" resurgió bajo una forma nueva. En una comunicación presentada al "2nd In­ternational Symposium. University of California, Davis", el equipo constituido por J. A. Cid, P. Montero, F. Salazar, A. Valenciano y J. Yokoyama explicó así el desarrollo de los nuevos planes de catalogación del Romancero Pan-hispánico:

    "Durante el año académico 1976-77 la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, por iniciativa de su Director de Investigaciones (Diego Catalán), ha emprendido un nuevo proyecto que, para aquellos que formamos parte del equipo investigador de la CSMP representa un nuevo foco de interés y una nueva concepción de nuestras actividades. El proyecto consiste en la cre­ación de un catálogo descriptivo de las narraciones tradicionales que constituyen el Roman­cero hispánico moderno. Este catálogo será un utensilio de trabajo para cuantos estudien el Romancero: a) por servir como una guía sistemática de todos los temas de la balada hispáni­ca conocidos, b) por ofrecer noticia detallada de las versiones inéditas almacenadas en el Ar­chivo Menéndez Pidal (AMP), c) por proporcionar una descripción bilingüe (en español e in­glés) de los romances tradicionales y d) por hacer posible una clasificación temática exhaustiva del Romancero. Además, el catálogo será una importante contribución teórica, ya que pro­pone un modelo de descripción apropiado para narraciones abiertas, capaz de recoger junta­mente las invariantes y las variantes de un texto tradicional"170.

      La labor de descripción de los romances por el equipo redactor del informe citado, realizada en Madrid durante el curso 1976-1977, corrió paralela en el tiempo con mi actividad en varios seminarios graduados de la University of California, San Diego171 en que se

    "fue perfilando un modelo analítico que permitiese dar cuenta de los mensajes expresados en el «lenguaje» llamado romancero, describiendo su articulación al nivel del discurso, al ni­vel de la intriga, al nivel de la fábula y al nivel «actancial» o «funcional»172",

y, durante una breve estancia mía en Madrid, en Diciembre de 1976173, pude dedicar "tres se­siones de cuatro horas" al equipo internacional que entonces trabajaba en la Cátedra-Seminario sobre el Romancero174, "para establecer el sistema de descripción de los romances para nuestro Catálogo General del Romancero’. Según poco después le expliqué a Samuel G. Armistead175,

    "Después de estudiar tu Catálogo, los ejemplos de descripción hechos por cada uno de los «seminaristas» durante los últimos meses, los propósitos de la obra, etc., nos pusimos a la ta­rea, primero por separado, luego en mesa redonda. Te adjunto el ejemplo que trabajamos más, por ser muy complejo: Conde Niño. Comenta y critica. En las semanas venideras irán enviándome los resultados de sus mesas redondas sobre: 1. Tamar, 2. La noble porquera, 3. La muerte ocultada, 4. La guardadora de un muerto, 5. La condesita; 6a. Los presagios del labrador, b. Rueda de la Fortuna; 7 Infantina y Caballero burlado; 8. Hermana cautiva; 9. Esposa fiel. 10. Conde Claros. Irán viniendo como resultado de cada «Viernes»176".

      Los resultados teóricos de los análisis de la estructura narrativa de los romances de tradición oral logrados en mis clases prácticas de investigación con estudiantes graduados en La Jolla (en un nuevo modelo de cursos académicos introducido por mí en la University of California, San Diego, que recibió el nombre de "Research practicum") me permitieron acudir al "2nd Interna­tional Symposium" de Davis acompañado de un grupo de alumnos a los que cedí minutos del tiempo programado para mi comunicación al simposio. Tras una inicial introducción mía pretendidamente "ejemplar", titulada "Análisis semiótico de estructuras abiertas: El modelo «Romancero»", cada uno de ellos fue ilustrando ese modelo con ejemplos particulares variados. Aquella exposición multifacética se recogería en 1979 en la versión impresa del simposio for­mando parte del volumen El Romancero hoy: Poética177.
      La experiencia adquirida por el equipo de analistas de Madrid y los "avances" en la com­prensión del "modelo" narrativo romancístico por aquellos que trabajábamos sobre otros corpora de romances en La Jolla, se conjuntaron durante el año académico siguiente, en que nuestro modelo analítico recibió una forma definitiva178. Después, a lo largo de varios años, un equipo constituido por Diego Catalán, Jesús Antonio Cid, Beatriz Mariscal, Sandra Robertson, Flor Salazar y Ana Valenciano179 emprendió de forma sistemática la elaboración de un Catálogo general del Romancero Pan-hispánico (CGR).
      La incorporación de este nuevo proyecto de descripción de todos los fondos inéditos del "Ar­chivo del Romancero Menéndez Pidal / Goyri" a un gran proyecto de "Description, Editing and Analysis of the Pan-Hispanic Romancero" (DEAPHR), presentado al "National Endowment for the Humanities" y financiado por este organismo gubernamental americano y por otras en­tidades de diversos países durante diez años (1978-1988) 180, llevó a concebirlo como descrip­ción exhaustiva de todas las versiones, inéditas o publicadas, accesibles del Romancero pan-his­pánico, en que, aparte de la fábula con sus variantes de intriga, se reproducían todas las variantes del discurso poético presentes en todas las versiones181. Estos propósitos de exhaustividad ralentizaron extraordinariamente el proceso descriptor de cada romance, ya que exigía previamente la búsqueda bibliográfica de toda versión que hubiera sido recogida en el amplio mundo de las lenguas castellana, sefardí, gallega, portuguesa y catalana. Más grave fue el querer ampliar, du­rante los mismos años en que se redactaba el CGR, el corpus de textos conocido de cada romance acudiendo a las versiones que pudieran existir en la tradición oral. El éxito de las campañas de recolección de romances realizadas durante el tiempo en que se iba elaborando el CGR (sobre las que enseguida hablaré) obligaron a los redactores de esta obra a incorporar, sobre la marcha, decenas y decenas de textos que de los romances en vías de descripción iban proporcionando las encuestas182. Llegaron, a pesar de ello, a redactarse descripciones de todos los romances de tema histórico-nacional y de la mayor parte de los de tema carolingio (o referido al espacio histórico-legendario francés) y verían la luz dos volúmenes de descripciones183, junto con dos volúmenes teóricos sobre la Poética del romancero y los criterios de descripción propios del CGR184. Al tropezar en la redacción de las descripciones con romances cuyas versiones superaban el millar de textos diferentes (Conde Claros, Gerineldo), la labor descriptiva de sus discursos poéticos des­bordó nuestra capacidad de trabajo185. Por otra parte, el equipo internacional no pudo conti­nuar reunido en los siguientes años para seguir analizando colectivamente, como estaba progra­mado, los corpora de romances objeto de descripción.
      El Catálogo General del Romancero Pan-hispánico quedó, pues, inconcluso, y frustrado el propó­sito de, mediante él, proporcionar a los estudiosos del Romancero noticia, en un plazo breve, del conjunto de romances cantados (o recitados) en los siglos XIX-XX para paliar lo muy lentamente que se avanzaba en la edición de las versiones inéditas de romances procedentes de la tradición oral. Fue, de resultas, preciso idear una nueva vía para facilitar a los interesados en el Romancero al menos la identificación de todos los temas presentes en la tradición oral en el conjunto de la tradición pan-hispánica: la preparación de un índice general ejemplificado del Romancero (IGER).

    "Esta nueva obra se propone, simplemente, identificar todos los romances existentes en la tradición oral de los pueblos que se expresan en lenguas hispánicas. Para lograrlo, recurre a ofrecer una muestra (o varias muestras, cuando el romance se diversifica en tipos bastante di­similares) de cada tema romancístico, asignando al tema un título y un número distintos. / El modelo inicialmente ideado se enriqueció, enseguida, con la adición del inventario de los versos iniciales (mal llamados incipit) con que el romance aparecía en la tradición (...)186 y de indicaciones acerca de la dispersión geográfica del tema"187.

      Por constituir dos conjuntos temáticos peor conocidos que el resto del romancero, se dio prioridad en la elaboración del índice al examen del romancero religioso188 y del romancero vul­gar y nuevo189 presentes en la tradición oral.
      Aunque el Catálogo general del Romancero pan-hispánico no llegara a cumplir los propósitos para los que fue concebido, las múltiples horas de análisis de muy variados corpora romancísticos por equipos complejos de especialistas (o especialistas en ciernes), del Romancero sirvieron, creo, para que los participantes en la experiencia alcanzáramos un conocimiento muy comple­to, nunca antes logrado, tanto del proceso y mecanismo creadores propios de la transmisión oral de textos de autoría "colectiva", como de la poética del Romancero atesorado por las memorias que retienen un "saber" tradicional, como de la complejidad y conflictividad ideológica de unos textos que son a la vez herencia de una cultura venida de tiempos remotos y campo experimen­tal para analizar la vida presente por parte de las comunidades en que se cantan190.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

 

NOTAS

169 A. Valenciano compiló, pero no llegó a darle forma definitiva, un catálogo similar al sefardí, de los romances recogidos en Galicia presentes en el "Ar­chivo del Romancero".

170  "Towards the elaboration of the General Des-criptive Catalogue ofthe Pan-Hispanic Romancero", en El Romancero Hoy. Poética (1979), pp. 335-363. Re­traduzco el texto inglés (versión de B. Mariscal, S. Petersen, M. Sutherland y J. A. Yokoyama).

171  "Antes o después participaron en ellos activa­mente Margot Beyersdorff, Luis María Brox, Janet Falk, Kath[leen] Lamb, Teresa [González] Lee, Marguerite Mizrahi Morton, Beatriz Mariscal de Rhett, Sandra Robertson, Francisco Romero, Cynthia Steele, Francisco Tavares", CGR 1A, p. 61. La idea de inten­tar diseñar un modelo analítico de las narraciones del romancero que, teniendo en cuenta las diversas pro­puestas de "análisis del relato" que por entonces se dis­cutían, permitiera describir los textos "abiertos" romancísticos, me fue sugerida por mi colega Claudio Guillen. Dada la crisis por que atravesaban los estudios de las literaturas clásicas referentes a las lenguas romá­nicas y la filología en una Universidad como la de Ca­lifornia, San Diego, los análisis estructurales del relato constituían una tabla de salvamento que no quise de­jar escapar. De ahí el interés que Guillen muestra por mi "modelo" de análisis del Romancero en Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la Literatura Comparada, Barcelona: Crítica, 1985, pp. 193-195, 224-226.

172 D. Catalán, con la colaboración de J. A. Cid, B. Mariscal, F. Salazar, A. Valenciano y S. Robertson, Teoría general y metodología del Romancero Pan-hispá­nico. Catálogo general descriptivo-, CGR 1 .A, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1984, p. 60.

173  Para presentar ante el "Patronato de Gobierno de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" (en su reunión del 22-XII-1976) el Informe científico del Director de Investigaciones, la Propuesta de Conve­nio de cooperación ente la Universidad de California —Center for Iberian and Latin-American Studies— y la Universidad Complutense de Madrid —Cáte­dra-Seminario Menéndez Pidal—, y el plan de inves­tigaciones quinquenal titulado "Edición y estudio, con ayuda de ordenadores electrónicos, de estructu­ras narrativas abiertas. A: El modelo «Romancero». B: el modelo «Crónicas»".

174  "[Jesús Antonio] Cid, Ana [Valenciano], Palo­ma [Montero], Flor Salazar, Jane Yokoyama + Rina Benmayor" (carta a S. Petersen, sin fecha).

175  Carta sin fecha de c. 10-I-1977.

176 La labor encargada no se limitaba a esto, ya que "Al mismo tiempo elaborarán (por parejas, indepen­dientemente) descripciones de (...)", y, a continua­ción le citaba, a Armistead, una larga lista de roman­ces que "cada Miércoles" "considerarían" en esta otra forma, precisándole los equipos y el orden en que los irían viendo.

177 D. Catalán, "El análisis semiótico de estructuras abiertas: El modelo Romancero"; E Romero, "Hacia una tipología de los personajes del Romancero"; B. Mariscal de Rhett, "The modern european ballad and myth: A semiotic approach"; K. D. Lamb y C. Steele, "Con las armas que él traía: Closure and thematic structure in Romance de una fatal ocasión. Part I: Problems of actantial definition; Part II: Changing charachterization in the evolution of a tragic ending"; M. Mizrahi Morton, "Tamar: Variation on a theme"; S. Robertson, "The limits of narrative structure: One aspect in the study of El prisionero"; en las pp. 231-249, 251-273, 275-284, 285-293, 295-304, 305-311 y 313-318 (por libre, comentó otro romance desde un punto de vista psicoanalítico, J. Falk, "The romance as therapy: The case of El polo", pp. 321-331).

178 Año en que pude trasladarme a Madrid, junto con algunos assistant researchers de CILAS al frente del programa de "Education Abroad" de la Univer­sity of California en Madrid. La conjunción de las actividades desarrolladas en el "Seminario Menéndez Pida!" y en el "Center for Iberian and Latín Ameri­can Studies" en 1977-78 y 1978-79 explica que, en la versión publicada de la comunicación presentada al "2nd International Symposium" del Romancero (cita­da en la n. 170), aparezca ejemplificado el modelo de descripciones con una del romance de Belardo y Valdovinos (pp. 348-360) que recoge ya la forma perfec­cionada elaborada en el nuevo curso académico 1977-78.

179  Equipo al que se sumó temporalmente Marga­rita Pazmany. Cid, Salazar y Valenciano eran becarios permanentes del Rectorado de la Universidad Com­plutense de Madrid en la "Cátedra-Seminario Me­néndez Pidal"; Mariscal, Robertson y Pazmany graduadas becarias del "Center for Iberian and Latín American Stucües" de la University of California.

180 Acerca de los resultados del DEAPHR, véase D. Catalán, J. A. Cid, B. Mariscal, S. Petersen, E Sala-zar y A. Valenciano, "Diez años de estudios sobre el Romancero. El proyecto «Description, Editing and Analysis of the Pan-Hispanic Romancero»", en Ro­mancero e historiografía (1984), pp. 19-86, o Semina­rio Menéndez Pidal, "Ten years’ Research into the Romancero (1978-1988): Project «Description, Edi­ting and Analysis of the Pan-Hispanic Romancero» (DEAPHR)", en De Balada y Lírica, 1. 3er Coloquio Internacional del Romancero. Ed. D. Catalán, J. A. Cid, B. Mariscal, E Salazar, A. Valenciano, Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal y Universidad Complutense de Madrid, 1994, pp. 23-80. El NEH aceptó como "matching funds" (fondos extra-mura­les que la agencia federal doblaba, como parte de su compromiso de apoyo) los obtenidos en el proyecto "Edición y análisis de estructuras abiertas: El modelo «Romancero»", aprobado por el Comité Conjunto Hispano-Norteamericano" en 1977, 1978 y 1979.

181  Tanto las variantes de la intriga, como las del discurso poético llevan en cada descripción indica­ciones sobre su adscripción geográfica.

182  "La labor de investigación de campo realizada por los equipos del DEAPHR hizo obsoletas las des­cripciones recién elaboradas [de los romances carolingios]. Para comprender por qué fue necesario pos­poner el trabajo de descripción basta citar, como ejemplos El conde Claros en hábito de fraile, en el que la recolección de los últimos años ha supuesto la adi­ción de 290 nuevas versiones al corpus de textos co­nocidos del romance, y Belardo y Valdovinos, que de poder ser estudiado en sólo 21 versiones (1978) cuenta hoy con un corpus textual de 72 versiones y fragmentos", Romancero e Historiografía medieval. Dos campos de la Literatura cultivados en el Seminario Menéndez Pidal, Madrid: Fundación Ramón Areces y Fundación Ramón Menéndez Pidal, 1989, p. 69.

183  D. Catalán,  J. A. Cid, B. Mariscal, E Salazar, A. Valenciano y S. Robertson, El Romancero Panhis­pánico. Catálogo general descriptivo I The Pan-Hispa­nic Bailad. General Descriptive Catalogue, 2 vols., CGR, 2 y 3, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1982 y 1983.

184  El citado en la n. 172 y su versión inglesa: D. Catalán, with the collaboration of J. A. Cid, B. Ma­riscal, S. Petersen, E Salazar, A. Valenciano, J. K. Nystrom and S. Robertson, General Theory and Methodology of the Pan-Hispanic Bailad. General descriptive catalogue, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1988.

185  Ya la descripción del romance de la Muerte del príncipe don Juan, sobre el que llegamos a reunir 265 versiones (41 de ellas fragmentarias), puso de mani­fiesto que el número de octosílabos diversos citados en el apartado dedicado al "Discurso" podía resultar ago­biante para redactores y lectores del CGR (cfr. CGR. 2, pp. 367-433, en especial las pp. 390-423 en que se in­ventarían todas las variantes del discurso poético).

186 "Inventario, claro está, sólo provisional, dada la enorme creatividad de la tradición oral".

187 Romancero e Historiografía medieval (19’84), pp. 69-70.

188 La labor realizada se refleja indirectamente en la publicación preparada en Estados Unidos por William H. González, Romancero religioso de tradición oral, Madrid: Eypasa, 1994.

189  Desde 1988 ha estado a disposición de quienes lo han solicitado el corpus textual de la obra Roman­cero vulgar y nuevo, I: Romances de sucesos, lances e his­torias admirables, y II: Romances beatos y edificantes. Preparada por E Salazar y D. Catalán, con la ayuda de Déb. Catalán, P. Esteban, A. Ferrer y M. Manzanera. Fotocomposición a cargo de S. Petersen, con la ayuda de J. B. Crespo. Con 250 temas ejemplificados y 6 índices. Se publicaría sólo diez años después.

190 Personalmente, considero fruto de esa experiencia, no sólo el trabajo citado en la n. 183, sino los que hoy pueden leerse reunidos en Arte poética del ro­mancero oral, Parte 1ª, caps. V a XI y Parte 2ª, caps. II a IV. Supongo que otros de los redactores del CGR y aún de los participantes en cursos prácticos de las Universidades de California, San Diego y Complu­tense de Madrid o en los Cursillos de Segovia, sobre los que enseguida hablaré, podrían reconocer, similarmente, esa deuda respecto a los análisis relaciona­dos con el CGR en relación con algunas de sus pu­blicaciones.

LÁMINAS

 El apoyo concedido por el "National Endowment for the Humanities" de Estados Unidos al pro­yecto "Description, Editing and Analysis ofthe Pan-Hispanic Romancero" (DEAPHR) desde 1978 a 1988 me permitió transformar todo el panorama de la investigación sobre el Romancero desde el Seminario Menéndez Pidal con la colaboración de la University of California.
Comienzo de la carta del NEH de aceptación de uno de los "final financial reports" del proyecto DEAPHR (15 de Junio de 1982).

 

Reconocimiento de la recepción por el NEH de uno de los volúmenes del Catálogo General del Romancero (la versión inglesa de la teoría) el 20- VI-1988 y del "final performance report" en 7-IV-1989, en que la agencia fede­ral de USA celebra el impacto del pro­yecto y, en especial, "el entrenamiento de nuevos investigadores que en el futuro continúen el trabajo en ese campo".


  

 

El Catálogo General del Romancero Pan-hispánico, aunque inconcluso, aportó a los estudios de la poesía oral una nueva comprensión de los textos "abiertos", desde perspectivas analíticas especial­mente atentas a la creatividad en el proceso de transmisión de los textos memorizados por una colec­tividad de "usuarios" y no solamente por profesionales del canto "tradicional".

La creatividad en los componentes narrativos de las fábulas romancísticas se manifiesta en las expresiones varias que en las versiones de un mismo romance tienen esos componentes. Página del CGR, vol. 1A, ejem­plificando un caso extremo de equivalencia de "motivos" expresivos de una misma "secuencia" de la estructura del relato.

La creatividad en el discurso poético de los romances tiene su manifestación más característica en la substi­tución de unas representaciones formularias por otras narrativamente equivalentes. Página del  CGR, vol. 1A, en que se defiende y ejemplifica el carácter de "tropos" que tienen las expresiones formularías.
El CGR. se proponía, describir con todo detalle el corpus de cada romance en la tradición oral mo­derna reflejando su variable estructura narrativa y dando a conocer la representación poética verbal múltiple de sus componentes narrativos (con la precisión, en ambos casos, de la procedencia geográfi­ca de las variantes recogida en notas).
Comienzo de la descripción del
corpus de El moro que reta a Valencia.

Precisiones geográficas respecto a los moti­vos descritos en el resumen anterior.

Fragmento de las referencias a las variantes del discurso poético correspondientes a las secuencias narrativas previamente expuestas.

Notas acerca de la procedencia geográfica de cada variante poética citada.

El hallazgo en 1980 en el valle asturiano del Ibias durante la encuesta del "Primer Cursillo Teórico-práctico sobre el Romancero" de una versión de Durandarte envía su corazón a Belerma  puso de manifiesto la posibilidad de que el romancero oral guardara escondidos temas medievales que se creían olvidados desde el s. XVI.
Ya Cervantes y Góngora trataron en vena cómica el tema medieval del caballero (Durandarte) que, al morir, encomienda a un amigo (Montesinos) que le saque el corazón del pecho y se lo lleve a su amada (Belerma) por ser ella a quien realmente pertenece al habérselo entregado en vida. Aquí Ion Juaristi, uno de los cursillistas, recurre a esa misma vena para comentar el hallazgo de 1980 que dio pie a un análisis detenido (por parte de Diego Catalán) de cómo se formó el texto asturiano.




Juaristi escenifica al infante Arnaldos, (con su halcón) y al marinero cantor, que con su canto atrae a las aves del cielo y a los peces del mar, pero que se niega a cantar para Arnaldos, a menos de que el caballero se embarque: "Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va" (como el pueblo cantor a los eruditos letrados).

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7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

 

7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      Sólo a raíz del "Second International Symposium of the Hispanic Ballad", celebrado en la University of California, Davis, los días 9, 10 y 11 de Mayo de 1977, a iniciativa del profesor Antonio Sánchez Romeralo, los apoyos económicos, largamente trabajados, de entidades públi­cas de Estados Unidos y de España hicieron posible, al fin, acometer la nueva empresa de ex­ploración de la tradición oral española anunciada como proyecto urgente en 1973. En la ver­sión impresa de ese Simposio, El Romancero hoy, tres volúmenes publicados en 1979 por la Cátedra-Seminario y la University of California108, pudo ya darse cuenta de los resultados de las dos primeras campañas de recolección realizadas por los equipos conjuntos del "Seminario Me­néndez Pidal" y la University of California109.
      En 1976-1977, la colaboración en el campo de estudios del Romancero entre el "Seminario Menéndez Pidal", de la Universidad Complutense de Madrid, y el "Center for Iberian and La­tin American Studies", de la University of California, recibió el apoyo del "Comité Conjunto Hispano-Norteamericano para Asuntos Educativos y Culturales" y, con esa ayuda, se concibió una encuesta «piloto» por el Norte de España durante 18 días (8-23 y 27-28 de Julio de 1977), con un doble propósito:

a)  "formar un equipo de investigadores especializados en el rastreo de los «últimos» testi­monios del acervo cultural tradicional y en el acopio de versiones  que aún sobreviven en el repertorio folklórico de la población campesina en este último cuarto del siglo XX"

b) "comparar los resultados obtenidos con el auxilio de medios técnicos modernos y de mé­todos nuevos de encuesta con los logrados en las recolecciones del período áureo de la inves­tigación de campo sobre el Romancero"110.

      La principal innovación planeada en la encuesta fue el recurrir a un "colectivo" de encuestadores, a un amplio equipo que se subdividía en formas cambiantes cada jornada de encuesta, a fin de cubrir en tiempo breve una extensa área sin por ello atentar a la unidad de ese "colectivo" (para aprovechar, en días sucesivos, los conocimientos que sobre la tradición de la comarca encuestada fuesen reuniendo los diversos equipos coyunturales). Otra, consistió en ir pertre­chados, no sólo de los manuales de encuesta impresos en tiempos pasados, sino de un comple­jo manual ad hoc:

    "La confección de nuestro «manual de encuesta» se realizó entresacando sistemáticamente de las colecciones inéditas (o editadas) del «Archivo Menéndez Pidal» los comienzos, típicos de las provincias que iban a ser exploradas (León, Palencia, Santander, Zamora, Lugo), de cuantos romances se habían hasta entonces encontrado en ellas, consignando la procedencia de cada cita (...)111.
    Los romances o versiones destacables por su rareza o por el excepcional interés de sus par­ticulares variantes se incluyeron en el «manual» íntegras, acompañadas de los datos conocidos sobre recitador, fecha de recolección, colector, etc., a fin de poder perseguir sus huellas en la actualidad de la forma más efectiva posible (...). Además de las muestras de romances, el «ma­nual» incluía listas de los recitadores de cada pueblo, especificando los romances que propor­cionaron a los investigadores anteriores, si es que tales datos nos constaban (caso de la reco­lección de Josefina Seía en el alto León central)"112.

      La encuesta se diferenció radicalmente de las de tiempos anteriores por la posibilidad de gra­bar electrónicamente las letras y músicas y por la movilidad de los mini-equipos utilizando co­ches particulares por una red caminera en general modernizada. La forma de abordar a los po­sibles informantes y de localizar a los mejores portadores de tradición fue, en cambio, heredera de mi experiencia de colector en los años 40 y no requirió modificaciones.
      En cuanto a la selección de comarcas visitadas y de cómo organizar la encuesta itinerante, me atuve a un criterio que para aquella «encuesta piloto» consideré esencial: buscar el éxito.
      En consecuencia, decidí iniciar la encuesta en un área que conocía bien de antemano por ha­berla recorrido a pie en 1946 y ser la más conservadora del romancero viejo de cuantas Galmés y yo habíamos explorado en los años 40: el valle de Polaciones y Pesaguero113. Como destaca­ron, en su día, Flor Salazar y Ana Valenciano al dar noticia de aquella «encuesta piloto»:

    "El empezar la encuesta por un área muy explorada y de tradición romancística rica tenía sobre todo un propósito: el facilitar la iniciación de los encuestadores noveles, colocándoles en un territorio romancístico fértil, cuyo repertorio era bien conocido, para así impedir el de­saliento"114.

El equipo encuestador, constituido por mí (Diego Catalán), por los cuatro miembros del "Se­minario Menéndez Pidal" (Jesús Antonio Cid, Paloma Montero, Flor Salazar y Ana Valenciano) y por cuatro becarios del "Center for Iberian and Latin American Studies" (Teresa Catarella, Thomas Lewis, Madeline Sutherland y Jane Aiko Yokoyama)115, necesitaba, en efecto, foguear­se antes de poder aprovechar su amplitud numérica para visitar un substancial número de alde­as entre las múltiples que se hallan dispersas por los valles de la Cordillera Cantábrica y su ale­daños. Instalados inicialmente en Potes (Liébana),

    "recorrimos, en excursiones radiales, el reducto occidental de la provincia de Santander for­mado por los valles de Cabuérniga, Polaciones y Liébana, en las estribaciones de los Picos de Europa"116.

      Desde luego, la impresión general que obtuvimos sobre la evolución sufrida entre 1946 y 1977 por la vida rural de la montaña cántabra nos llevó a destacar, por delante de cualquier otra observación, lo siguiente:

    "La vitalidad de la cultura tradicional en el área explorada durante el verano del año 77 re­sulta muy diferente a la que Catalán y Galmés aún encontraron en los años 40. En aquellas fechas, los pueblos todavía estaban constituidos por núcleos de población estable con una fuerte vida comunal. Valles densamente poblados, tradiciones unitarias, poco contacto con el exterior. Hoy encontramos unos pueblos escasamente habitados, la vida de las comunidades reducida al mínimo (mantenida casi sólo por ancianos) y una sociedad rural asaltada por to­das partes por la nueva «cultura» de la sociedad de consumo. La penetración de la cultura ciu­dadana en los pueblos y aldeas se produce por dos caminos muy diferentes, por la expansión de la economía consumista que se extiende por todos los rincones en busca de nuevos mer­cados, y sobre todo por la incorporación de los campesinos desarraigados a la sociedad in­dustrial (...). La emigración de casi toda la población activa en muchos de los lugares visita­dos parece anunciar el fin irreversible de la cultura tradicional, multisecular, de las comunidades rurales del Norte de España"117.

      No obstante, aquella impresión puede expresarse más matizadamente con sólo dos palabras, que sirvieron de título a la comunicación publicada por dos de las encuestadoras que en 1977 se "estrenaron ilusionadamente como colectoras" en El Romancero hoy. Nuevas fronteras: "El Ro­mancero aún vive".
      En efecto, así nos lo dejaron ver, desde el primer momento, las experiencias que cada sub-equipo colector tuvo el primer día de encuesta. Recordaré, ante todo, la mía.

    "Para lograr un mayor radio de acción nos habíamos distribuido los encuestadores en va­rios coches que seguían rutas diversas. En mi caso, acompañado de Flor Salazar, inicié la en­cuesta por el lugar donde treinta años antes había encontrado más viva la tradición: Uznayo, en Polaciones. Yendo camino de la aldea, alcanzamos a un chiquillo que iba andando hacia ella con un cántaro de leche en la mano. Le invitamos a subir al coche. En el camino, al preguntarle si era de Uznayo, nos replicó: «No, soy alemán». Había nacido en Mannheim. Era un hijo de la emigración. Pensé que nuestras pesquisas sobre los romances iban a resultar va­nas, visto que hasta allí llegaba el efecto de la «revolución» sociológica ocurrida en el campo. Pero, al saber el objeto de nuestro viaje, el «alemán» (que así era llamado por sus compañe­ros) nos hizo saber que él mismo sabía versos de romances, pues los cantaba su abuelo. Y, en efecto, llegados a la casa, el abuelo, que estaba labrando unas almadreñas de madera, fue nues­tro primer informante y allí en Uznayo, mientras esquilaban unas ovejas, mujeres jóvenes y viejas recordaron para nosotros romances que en nada tenían que envidiar a los recogidos en 1948 o antes de la Guerra Civil"118.

Flor Salazar, que relató también, en su día, ese comienzo de la encuesta, precisó en su informe acerca de los familiares del «alemán»119:

    "su abuela nos cantó, entre otros, El raptor pordiosero, La noble porquera y Grimaldos deste­rrado y nacimiento de Montesinos, mientras su marido recordó un fragmento de El conde pre­so y Bernardo en tanto que labraba unas almadreñas. El niño «alemán» les ayudaba a refrescar la memoria y hasta, en ocasiones, corregía sus lecciones atinadamente. Sin duda, al regresar a casa de sus padres en Alemania llevaría, entre los recuerdos de su experiencia campesina, me­moria de alguna parte del repertorio romancístico de sus abuelos".

También acerca del grupo de esquiladoras precisó Flor Salazar algunos detalles120:

    "Un poco más abajo, un grupo de mujeres, mientras esquilaban unas ovejas, nos cantaron, entre otros, los romances de La muerte del príncipe don Juan y Las señas del esposo. Las esqui­ladoras, en su faena, daban la impresión de ser miembros de una comunidad aldeana ajena al proceso de transculturización de que venimos hablando. Pero esta imagen era falsa: ninguna de aquellas mujeres vivía permanentemente en la aldea. Se reunían allí los veranos y retorna­ban, con alegría, a su pasado; pero su vida estaba fuera del valle, en la cabeza de partido, en la capital o en Alemania. Pero, aun desarraigadas de la comunidad, conservaban memoria viva de su acervo romancístico"121.

      No menos fácil y sorprendente fue el hallar romances para el mini-equipo de Teresa Catarella y Ana Valenciano que iniciaron su experiencia encuestadora en Tresabuela. En plena carrete­ra abordaron a una mujer casualmente venida ese día desde la vecina aldea de Salceda:

    "A la pregunta de los encuestadores de si conocía romances, respondió con un «Sí, Valdovinos», dejando atónitos a los miembros del equipo, ya que en siglo y medio [de encuestas romancísticas] sólo se habían recogido 17 versiones de ese tema"122.

      La aldea de Uznayo, visitada por Flor Salazar y por mí, podría considerarse modelo de la si­tuación sociológica que por aquellos años predominaba en toda la montaña de Cantabria y co­marcas con un habitat similar, de una etapa en la transformación social que aún dejaba grandes esperanzas de que el Romancero podía adaptarse a la evolución de la vida en el campo:

    "En aquella aldea, físicamente inalterada desde los años cuarenta, no es fácil discernir qué predomina, si los nuevos moldes culturales que traen inevitablemente los emigrantes, o el per­tinaz apego a las ancestrales costumbres. Los hogares, abiertos generosamente para nosotros, reflejaban una aceptación natural de la «prosperidad» representada por los electrodomésticos (neveras, televisores, aparatos de agua caliente, lavadoras), al lado de una falta total de servi­cios sanitarios; la pervivencia del hogar de leña, al lado de la novísima cocina esmaltada. Cues­tión de gustos personales, de hábitos adquiridos aquí o allá. Una de las ancianas se aferra a su cocina de puchero: «esas cosas (la cocina de gas) no son para mí», decía; y, mientras hacía la comida, su nieto nos recitó la ambigua escena del romance de La esposa de don García. Ha­biendo refrescado el tiempo, a la caída de la tarde, fuimos invitados, en lo alto del pueblo, a pasar a una amplia cocina donde nos ofrecieron un vaso de vino de la casa, añejado en un ba­rril cuidadosamente mantenido durante generaciones. Nuestros anfitriones, una pareja de an­cianos, acababan de llegar de California y conocían perfectamente las costas del Pacífico, des­de San Francisco a San Diego [donde D. Catalán residía], por donde les había paseado su nuera, una profesora americana casada con uno de los hijos que había ido de pastor a Neva­da. Una hija recién repatriada de Alemania tenía a su marido en paro, pero había incorpora­do a la casa familiar de la aldea el lujo necesario de una lavadora, una nevera y una magnífi­ca cocina123. La modernización parcial del hogar aldeano —carente, por otra parte, de servicios— y la experiencia internacional no les impedía a madre e hija conservar vivo un ve­nero de romances tradicionales"124.

En suma125:

    "el hecho de que los electrodomésticos poblaran el interior de las mismas casas de siempre o de que los paisanos pudieran conversar en alemán con el marido de una de nuestras encuestadoras foráneas126 no había atentado a la continuidad de la vida de la tradición roman­ceril".

      Sólo después de aquella experiencia tan positiva de recolección, los encuestadores

    "pasamos a la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica, donde exploramos en Palencia, Pisuerga abajo, las comarcas de Brañosera, Castillería, Camporredondo y la cuenca del Requejada, y, en León, el alto Esla; en esta segunda etapa nuestras bases fueron Aguilar de Campóo y Guardo"127;

en esta área, como conocimientos previos, "sólo se contaba con los resultados de una encuesta relámpago realizada por Catalán, limitada al pueblo de Brañosera", según observaron en su in­forme Flor Salazar y Ana Valenciano.
      Pero aquella encuesta del año 1951128 permitió a Antonio Cid, Flor Salazar y Jane Yokoyama buscar la pervivencia de la tradición en el seno de una familia, con resultados positivos:

    "(...) conocimos un ejemplo de conservación (...) del legado tradicional familiar en el caso de la hija y las nietas adolescentes de una antigua informante de D. Catalán en los años 50: Concepción (sic) Cenera. Sus nietas, a pesar de no vivir ya en el pueblo de origen y de estu­diar en la capital de la provincia, nos cantaron, mientras descargaban el heno, las versiones de La serrana de la Vera y Aliarda que habían oído a su abuela y que conservaban orgullosamente como un legado de gran valor129".

La versión de Aliarda y Florencios aquí citada comenzaba así:

Gallarda y sus doncellas     mucho habían caminado,
no madrugan por rezar,     ni las mata tal cuidado,
van por ver los caballeros     que entran en misa de gallo.
Entran condes y entran reyes,     hijos de duques hidalgos,
también entra don García    con su hijo de la mano.
Galiarda, que le ha visto,     del niño se ha enamorado (...) 130.

      Aunque las descendientes de Encarnación Genera no lo recordaran, otro romance poco co­mún hallado en 1951 pervivía en Herreruela de Castillería, el de El sacrificio de Isaac, y fue re­cogido el 12 de Julio de 1977 por Cid, Salazar y Valenciano131. En aquella comarca palentina

    "otro de los rarísimos poemas encontrados fue el romance fronterizo, estudiado por D. Ca­talán, La merienda del moro, conocido anteriormente sólo en Asturias, Lugo y una pequeña área de Santander, pero que ahora podemos asegurar se conserva en el Norte de Palencia, en boca del joven alcalde132 de un pequeño pueblo, Santa María de Redondo, y en la memoria de casi todos los habitantes de Fontecha de la Peña, por haber sido cantado hasta tiempos recientes por los mozos el día de Reyes"133.

      Allí en tierras de Palencia se produjo un hallazgo inesperado de gran interés para los estudios de la balada europea:

    "el casual encuentro (...) con una recitadora vasca, quien, junto a un pequeño repertorio de romances castellanos, cantó en euskara vizcaíno la versión espléndida de una balada tradi­cional: La novia de Francia (en título provisional), desconocida en los cancioneros y reperto­rios vascos. Trátase de un romance emparentable con los temas de la «mala suegra» difundi­dos en España y en Europa, aunque localizado en un contexto arcaico de luchas de linaje sin paralelo con las formas románicas conocidas"134.

      Por gran fortuna, uno de los encuestadores, Antonio Cid, era conocedor del vasco y no sólo estaba en condiciones de apreciar la importancia del hallazgo, sino de convertir a aquella ver­sión de Frantzia ’ko anderea en punto de partida de una serie de investigaciones, de que más ade­lante hablaré.

    "La siguiente etapa se centró totalmente en la provincia de León. Aquí tomamos como lu­gares donde pernoctar, Riaño, Boñar, León y Ponferrada, y recorrimos el norte de la provin­cia trazando un arco desde Riaño, al Este, hasta Candín en la sierra de Ancares, en el occi­dente, a través de Gordón, Alba, Luna, Laciana, el Bierzo y La Fornela"135.

Aquel "arco" incluía comarcas de tradición bien explorada y otras de tradición peor conocida.

    "Entre las bien exploradas en el pasado se destacaban los valles altos del Porma, el Torío y el Bernesga, recorridos sistemáticamente por Josefina Sela entre 1914 y 1921, cuya extensa colección podía ser consultada (en sus originales manuscritos), no sólo para sugerir temas, sino también para localizar antiguos recitadores"136.

      En efecto, aún conseguimos entrevistar a dos de sus informantes. En Peredilla, "María Gon­zález, con 95 años aún recordaba parte del repertorio cantado a sus 34 años"137; pero una parte mínima: en 1916 Josefina Sela recogió de ella versiones de nueve romances138, en cambio, en la entrevista de Flor Salazar y Jane Yokoyama el 16 de Julio de 1977, sólo pudo recordar el ro­mance de El galán y el convidado difunto "con grandes dificultades"139. En Buiza, "Carmen Al­fonso, de 89 años, recordaba aún la entrevista que le había hecho Josefina Sela a principios de siglo", cuando, de creer en la exactitud de su recuerdo, le daba "una peseta por cada romance"140. Carmen Alfonso seguía siendo una excelente transmisora de la tradición romancística: tanto en 1920, con 32 años, cuando la entrevistó Josefina Sela, como en 1977, con 89 años, cuando el 17 de Julio la localizaron Cid, Lewis, Sutherland y Valenciano, Carmen Alfonso dijo Conde Cla­ros en hábito de fraile, Gerineldo y Los estudiantes y el alma en pena. Para Josefina Sela recordó además Penitencia del rey Rodrigo, La infanta preñada, La doncella guerrera, La fe del ciego y Ca­brera devota elevada al cielo; para los encuestadores de 1977 La muerte ocultada, La mala suegra, La condesita, La hermana cautiva (octosílabo), Blancaflory Filomena, La infanticida, Las tres cautivas141. Observamos, con pena, que "las hijas de estas recitadoras no habían conservado en la memoria ninguno de los romances maternos"142.
      En algunos lugares de estos valles centrales encontramos excelentes versiones y también en la ladera occidental de los Picos de Europa y sus estribaciones; pero las comarcas donde hallamos una tradición más rica y unos cantores y recitadores con repertorios más sorprendentes fue en el Occidente, en La Fornela y en Los Ancares.

    "Extraordinario es el hallazgo [comenté yo entonces en 1979143] en Trascastro, en La For­nela (León), del romance cidiano que comienza
    —¡Oh Valencia, oh Valencia,     oh Valencia, valenciana,
    antes fuestes de moros     que de cristianos ganada!
    Y mañana, a estas horas,     de moros serás cercada.
Hallazgo que muestra (...) la perdurabilidad de un tema raro a través de las generaciones den­tro de una comunidad geográficamente bien delimitada. De El rey moro que reta a Valencia y al Cid, los colectores del s. XIX y los de los dos primeros tercios del s. XX sólo habían con­seguido reunir, fuera de las tradiciones sefardí, portuguesa y catalana, tres versiones andaluzas [procedentes de la tradición gitana], cuatro de Zamora y dos de León. Una de estas dos ver­siones leonesas (aunque recogida en 1916 de boca de un mendigo en Ponferrada) procede de Guímara, también en La Fornela, y la hermandad entre la lección de 1977 y la de 1916 es evidente. Ambas contienen múltiples detalles que contrastan llamativamente con el resto de la tradición. Recordaré aquí sólo uno, el motivo en que la hija del Cid (aquí «Rey Guil») re­clama al moro una prenda de amor y él ofrece un anillo que
    el hombre que lo tuviera    nunca morirá en campaña,
    la mujer que lo tuviera    nunca morirá encintada.
Diferente es el caso de Gaiferos libera a Melisendra recogido del mismo excepcional recita­dor —David Ramón (69 a.)— en Trascastro. Hasta entonces, ninguna de las 16 versiones que se conocían procedía de la tradición española del Norte de España (...). La versión de Tras­castro conserva en 55 versos la estructura [narrativa] completa del viejo romance juglaresco de 306 versos que comenzaba
    Assentado está Gaiferos     en el palacio real,
    assentado está al tablero     para las tablas jugar,
    los dados tiene en la mano,     que los quería arrojar,
    cuando entró por la sala    don Carlos el emperante...
y cuyas escenas más famosas, la de Gaiferos entretenido en el juego y la de la fuga de Meli­sendra de Sansueña, sirvieron a maese Pedro para montar el retablo de donde don Quijote quiso sacar a los fugitivos, para librarlos de la morisma, dando al traste con todos los mu­ñecos.
      David Ramón comenzaba el romance con el reproche del emperador
    —Para eso sodes, Gaiférez,     para los dados jugar,
    no sois para buscar a Melisendra    que en poder de moros está.
    —Siete años hay que la busco    y no la puedo encontrar,
    cuatro van por morería    y tres van por cristiandad.
    Dice que estaba en Sansueña,     dice que en Sansueña está (,..)"144.

      Al comentar en 1991 el romancero leonés hallado en la encuesta de 1977 destaqué entre sus transmisores "dos figuras próceres de varones de personalidad muy diversa". El primero es el que nos dijo, entre otros, estos dos romances que acabo de comentar:

    "De un lado, David Ramón (con 69 años), de Trascastro (com. La Fornela), quien en sus años de prisión en las cárceles franquistas había adquirido una cultura política extraordinaria para su nivel de instrucción previo y que en 1977 gozaba de una autoridad indiscutible entre sus convecinos; su dominio en el repertorio de romances de temática poco común le hacía, asimismo, una autoridad respetada a la hora de transmitir el saber tradicional y él mismo es­taba muy seguro de sus excepcionales conocimientos"145.

Su conciencia de la importancia del Romancero le llevaba a considerar necesario reservar para entre hombres su disfrute, de modo que nos hizo llamar, a través de un muchacho, a Antonio Cid y a mí (con exclusión de Ana Valenciano y Flor Salazar) a fin de decirnos los romances en un medio cultural exclusivamente para hombres, la taberna. Sólo en ese entorno, en que que­daban excluidas las mujeres, quiso decirnos El moro que reta a Valencia, Gaiferos libera a Melisendra, Belardo y Valdovinos, Conde Claros en hábito de fraile y El conde Grifos Lombardo (versión vulgata, en que Belardo libera a su primo). Como señalé en post scriptum de mi informe sobre "El romancero de tradición oral en el último cuarto del siglo XX",

    "Cuando en setiembre de 1979, los encuestadores de la CSMP volvieron a Trascastro, en una nueva excursión exploratoria de la tradición cultural de La Fornela, descubrieron con do­lor, que David Ramón había muerto";

y añadía a la infausta noticia:

    "Sólo nos queda, pues, decir con el poeta «Y aunque la vida murió, nos dejó harto con­suelo su memoria»"146.

      Constituye una paradoja el hecho de que, al volver a Trascastro el 13 de Agosto de 1985 en compañía de Cruz Montero e ir a visitar a la familia de David Ramón, descubriéramos que Rolindes Ramón, la viuda, era depositaria de una tradición que competía en riqueza de viejos te­mas con la de su marido. Comprobamos, además, que esa tradición sobrevivía en su hija y, has­ta en sus nietas, aunque una y otras sólo "ayudaban" a Rolindes cuando vacilaba en su recuerdo, dejándole el debido protagonismo que su edad (77 a.) exigía147.
      En radical contraste con David Ramón, el otro gran depositario de tradición romancística ha­llado en 1977 fue un hombre nada propenso a asumir un papel destacado entre sus convecinos. Aunque su extraordinario repertorio de romances era notorio en el lugar y por ello nos encami­naron a él148,

    "Jesús Salgado (con 64 años), jornalero de Candín (com. Ancares) sólo rompía su hermetis­mo poniéndose a cantar, en respuesta inmediata al estímulo de un incipit, y permanecía impa­sible entre canción y canción, refugiada su mente en un mundo de impenetrable soledad"149.

Lo abordamos cuando, dentro de un establo, descargaba, desde lo alto de un carro, paja, y hu­bimos de esperar a que terminara a la tarde sus obligaciones como jornalero para encuestarle150 e ir oyendo de su boca, uno tras otro, la Penitencia del rey Rodrigo, Belardo y Valdovinos, El con­de Grifos Lombardo (versión vulgata), El conde Niño, Una fatal ocasión, La serrana de la Vera, El quintado + La aparición de la enamorada, Tamar, Delgadina y Ricofranco. Su soledad y hermetis­mo explican que acabara voluntariamente su vida arrojándose a un pozo151.
      Hacia el final de la excursión algunos mini-equipos encuestaron tierras de Zamora (en Sanabria y en el rincón formado por los pueblos de Santa Cruz de los Cuérragos, Río Manzanas y Villarino de Manzanas) y de Lugo (en la zona del alto Navia). En una de estas incursiones se obtuvo otra de las mejores piezas de la encuesta de 1977:

    "El romance más raro entre los recogidos es, sin duda, el de las Quejas de doña Urraca. En la tradición española moderna sólo se conocían dos versiones, una fragmentaria, dicha en Se­villa [en 1916] por el tantas veces recordado Juan José Niño (...)152 y otra unida al romance mixto de Testamento de Felipe III y Testamento de Felipe II de Santa Cruz de los Cuérragos (Za­mora), recogida en 1910 por Tomás Navarro Tomás. / Setenta y siete años después de la visita de Navarro Tomás a Santa Cruz de los Cuerragos el romance sigue formando parte de la cul­tura de esta pequeñísima y apartada aldea. Cuando el 27 de julio de 1977 llegué a ella153 con el decidido propósito de saber si aún quedaba memoria del romance, la primera mujer (Josefa López, de 57 a.) a quien pregunté lo reconoció de inmediato y recordó que hacía pocos días se lo había estado cantando la tía Manuela. Esperamos un rato, pues Manuela Martínez estaba en una huerta replantando unas hortalizas que le habían destrozado los gallos. Al fin apareció; tenía 95 años, pero se mantenía sana de cuerpo y firme de memoria. Recordó con facilidad el romance (...). Quizá gustaba recordarlo porque, en su final, encontraba una alusión a dos to­pónimos que según ella, se identificaban con unas peñas de la sierra próxima, al lado de las cuales existía un accidente del terreno que había atraído su imaginación desde niña":

—¿Quién es aquella doncella    que tanto se amarguraba?
—Es vuestra hija, el buen rey,     vuestra hija doña Urraca.
—Cállate tú, hija mía,     que un rincón se me olvidaba:
ahí, en Peña Castillo,     rayando Peña Gallarda,
y tú has de ir a vivir     entre los moros y España.

    "Peña Castilla y Peña Gallarda están ahí arriba. Había un patio muy grande, limpio. En­trábamos por urces. Ahora se cayó la peña. Había una niña, una cueva, un pozo. Había juncos. Oí a mi padre que había un pozo. Caían ovejas. Lo enturbiaron con urces y piedras. En­tró un perro y salió en Tab’ra"154.

      En total, mediante la encuesta itinerante cubrimos 24 lugares de Cantabria, 18 de Palencia, 42 de León, 7 de Lugo y 5 de Zamora, con variables resultados, según el informe presentado en Julio de 1977 al "Comité Conjunto Hispano-Norteamericano para Asuntos Educativos y Cul­turales".
      Al ponderar el estado de la tradición romancística en la franja norteña recorrida en 1977 ob­tuvimos una impresión mixta:

    "En todas partes pudimos comprobar que «el romancero aún vive». El mayor o menor én­fasis en el verbo («vive») o en el adverbio («aún»), que cada cual subjetivamente añada al leer esta afirmación, matizará diversamente su valoración de las perspectivas de sobrevivencia del romancero en este final de siglo. Entre los propios miembros de la expedición la visión «op­timista» y la visión «pesimista» del estado de la tradición oral en 1977 predominaron alter­nativamente según las experiencias particulares de cada día"155.

Objetivamente,

    "No hay duda de que (...) muchos de los actuales portadores de folklore pueden represen­tar el último eslabón de la cadena de transmisión oral. Salvo en las raras ocasiones en que el desarrollo de una pequeña industria local, de un cultivo intensivo especializado, o la pervivencia o resurgimiento de alguna artesanía tradicional ha recreado una vida comunitaria con activo intercambio interpersonal de experiencias y saberes, las condiciones para el manteni­miento de un folklore vivo, patrimonial, han dejado de existir. Sin embargo la muerte de la tradición no es, ni mucho menos, inminente. Abuelos y nietos siguen aún, en muchos casos, intercambiando saberes en medio de esas aldeas medio ruinosas, medio inamovibles, medio renovadas"156.

En este sentido pudimos observar que la consideración del transistor y de la televisión como las más graves amenazas a la sobrevivencia de la cultura tradicional campesina en este fin de siglo podía ser un prejuicio; en efecto, la participación de las sociedades rurales en la civilización ciu­dadana a través de la radio, la televisión, los cassettes ha promovido, más que inhibido, el apre­cio de las tradiciones locales:

    "paradójicamente, la televisión, difusora de una visión del mundo que constituye una agre­sión a los sistemas de valores de la cultura tradicional, ha contribuido de un modo muy es­pecial a que los portadores del folklore revaloricen sus propias tradiciones. El descubrimien­to de su valor para el mundo exterior, el mundo ciudadano, a través de los programas televisivos dedicados a presentar aspectos varios de la cultura de las diversas regiones, ha ve­nido a dar nueva vida a un folklore que, por presiones externas o por decadencia de la vida  comunal, se había ido dejando perder. Esta revalorización contribuye, sin duda, a que aque­llos que aún saben «las cosas que se cantaban en el pueblo» exhiban su saber con orgullo"157.

      El ingente caudal de textos coleccionados en la encuesta de 1977 y la situación de la tradición oral romancística descubierta a través de ella, nos incitaron en el "Seminario Menéndez Pidal" a

a) Transferir la encuesta a un "Archivo internacional electrónico del romancero" (AIER), como un primer paso para la constitución de unos fondos de fácil acceso para todo investi­gador interesado en la materia158;

b)  Publicar los resultados de la encuesta y las observaciones que nos sugirió su realización, como ejemplo para otros posibles investigadores de los ocultos "archivos memoriales" de los depositarios de tradición oral159;

c)  Continuar la exploración del Romancero oral en otras comarcas, solicitando una nueva Ayuda a la Investigación Cooperativa del Comité Conjunto Hispano-Norteamericano, que nos fue concedida (8-VIII-1977).

      Esta última decisión nos llevó a organizar en 1978 una encuesta en el Sur de España. Esta vez no fue itinerante, sino con una base fija en un cortijo, cerca de Siles (Jaén), en el cual su pro­pietaria, María Teresa Garrido, nos ofreció, no sólo cobijo, sino un placentero tiempo de des­canso y aún de entretenimiento en las pocas horas libres después de las largas jornadas de en­cuesta y viajes por carreteras comarcales.
      El equipo encuestador, del que formaban parte, bajo mi dirección, Antonio Cid, Beatriz Mariscal, Paloma Montero, Suzanne Petersen, Flor Salazar, Madeline Sutherland, Ana Valen­ciano y, en la etapa final de la encuesta, Ana Vian160, recorrió grandes distancias, repartido en mini-equipos de composición variable, por las Sierras de Segura y de Cazorla y valles circun­dantes, para encuestar en los pueblos, muy poblados y distantes entre sí, situados en la con­junción de las provincias de Jaén, Granada, Albacete y Murcia161. El Sur de España no presen­ta la riqueza temática ni la variabilidad de formas de un mismo romance que el Norte; en cambio, puede decirse que allí los romances se cantan más y tienen melodías menos monóto­nas que en el Norte. Este carácter de canción, que los romances tienen, hacía posible que los romances siguieran aún siendo repetidos en 1978 por generaciones jóvenes de cantores duran­te las actividades laborales en que, por tradición, venían cantándose desde tiempos pasados, ya que la agricultura se mantenía en aquellas tierras idéntica a la de antes de las décadas en que se produjo la gran emigración del campesinado español. Pero, por más que lo procuramos, no conseguimos dar con la manida del ciervo del pie blanco, ni aun siquiera, con el santo ermitaño haciendo la santa vida recordados por la mujer de Beas de Segura desplazada a Castellón que entrevistó Francisco Romero162.
      Al año siguiente, 1979, yo ya había regresado a la University of California, San Diego; pero un equipo constituido por Cid, Salazar, Valenciano, Bárbara Fernández, Margarita Pazmany y Saturnino Sanjuán llevó a cabo la encuesta anual, esta vez con base en Villafranca del Bierzo (León), para tratar de explotar al máximo el venero descubierto en 1977 en las tierras de La Fornela y el Valle Alto del Sil. La encuesta (realizada entre el 20 y el 25 de Setiembre) dio, como era de esperar, resultados espléndidos en las 15 localidades recorridas:

    "Versiones sobre temas tan interesantes como El moro que reta a Valencia, Don Manuel y el moro Muza, Pérdida de don Beltrán, Gaiferos libera a Melisendra, La caza de Celinas, Conde Cla­ros en hábito de fraile, Muerte del príncipe don Juan, Sacrificio de Isaac, La infanta preñada + La infanta parida, El veneno de Mariana, junto a otras sobre temas más comunes, comprobaron que en este último cuarto del s. XX estas comarcas leonesas constituían (junto con otras contiguas asturianas y gallegas) la más notable, dentro de España, de las «reservas» del romancero"163.

      La "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" logró también en estos años fomentar el conocimien­to de la tradición portuguesa, tan olvidada durante el s. XX en Portugal, apoyando la labor reali­zada por los investigadores norteamericanos interesados en ella. Las dificultades económicas que venían impidiendo la edición de los romances de California remitidos al "Archivo Menéndez Pi­dal" por Fontes, tuvieron el efecto positivo de permitir ahora negociar con la Universidade de Coimbra una edición paralela, no de uno, sino de dos volúmenes, de un Romanceiro portugués dos Estados Unidos, por lo que vieron sucesivamente la luz, como partes de una obra, los tomos I: Nova Inglaterra (1980) y II: California (1983)164. A continuación se publicó de la misma forma otra co­lección, el Romanceiro da Ilha de S. Jorge (1973)165, reunida por Manuel da Costa Fontes en el curso de la primera de sus exploraciones trasatlánticas, realizada ya en la propia isla azoriana.
      Entre tanto, se había producido también la incorporación al "Archivo del Romancero" de los fondos romancísticos de Joanne B. Purcell: con ocasión del "2nd International Symposium" sobre el Romancero, celebrado en Davis en 1977 (acerca del cual luego hablaremos), cuando regresá­bamos a La Jolla el grupo de participantes del "Center for Iberian and Latin American Studies" (CILAS), desviamos nuestra ruta para acercarnos a la casa de Joanne B. Purcell en Ventura (Cali­fornia), a fin de que me hiciera entrega de una copia completa de sus grabaciones y apuntes de campo de los archipiélagos de Açores y Madeira y de Portugal continental para que las integrara en el "Archivo del Romancero". Las 187 bobinas magnéticas donativo de Joanne B. Purcell con­tienen un millar y medio de textos recogidos en 1969 y 1971 en la encuesta de que ya hemos he­cho mención y que había representado para la rama portuguesa del Romancero una experiencia colectora sin precedentes. Estas grabaciones, que el 20 de Diciembre de 1977 pasaban la Aduana del Aeropuerto de Barajas 166, no eran las primeras cintas magnéticas en llegar al "Archivo"167; pero el donativo de Joanne B. Purcell vino a abrir, por primera vez en él, una sección "sonora" con en­tidad propia en la colección romancística atesorada en Chamartín, una sección que, a partir de la encuesta del "Seminario" en el verano de 1977, iría adquiriendo en los años siguientes cada vez más importancia. La edición de esta espléndida colección sólo sería iniciada, en la "Serie Luso-brasileira" años después, en 1987, gracias al apoyo de la Fundação Calouste-Gulbenkian168.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

108  El Romancero hoy. 2° Coloquio Internacional, University of California, Davis, Madrid: Cátedra-Se­minario Menéndez Pidal, Universidad Complutense de Madrid; CILAS, University of California, San Diego; University of California, Davis, 3 vols.: Iº Nuevas fronteras, eds. A. Sánchez Romeralo, D. Ca­talán y S. G. Armistead, con la colaboración de J. A. Cid, F. Le Clair, S. Martínez de Pinillos, M. Pazmany, F. Salazar y A. Valenciano; IIº Poética, eds. D. Catalán, S. G. Armistead y A. Sánchez Romeralo. Con la colaboración de J. A. Cid, B. Mariscal, S. Martínez de Pinillos, M. Pazmany, S. Petersen, F. Sa­lazar, M. Sutherland y A. Valenciano; IIIº Historia, Comparatismo. Bibliografía crítica, eds. S. G. Armis­tead, A. Sánchez Romeralo y D. Catalán. Con la co­laboración de J. A. Cid, F. Le Clair, S. Martínez de Pinillos, M. Pazmany, F. Salazar y A. Valenciano.

109  F. Salazar y A. Valenciano,"El Romancero aún vive. Trabajo de campo de la CSMP «Encuesta Norte-77»",  en  El Romancero hoy: Nuevas fronteras (1979), pp. 261-421, así como las pp. 242-256 de D. Catalán, "El romancero de tradición oral en el últi­mo cuarto del siglo XX", en ese mismo volumen, pp. 217-256.

110  Según se explica en el informe de F. Salazar y A. Valenciano, "Arte nuevo de recolección de romances tradicionales", que acompaña (pp. LXl-LXXll) a la pu­blicación de los resultados de la encuesta, en Voces nuevas del Romancero castellano-leonés, 2 vols., ed. a cargo de S. Petersen, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1982.

111  "Dado que la distribución geográfica de los ro­mances y tipos de cada romance no se atiene a las di­visiones administrativas, consideramos necesario ampliar la información, e incluir también en el «ma­nual» los romances exclusivamente documentados hasta entonces en comarcas colindantes pertene­cientes a otras provincias".

112 F. Salazar y A. Valenciano, "Arte nuevo de reco­lección" (1982), p. LXXI. "La organización de los tex­tos dentro del «manual» respondía a criterios prácti­cos, relacionados con el acto de encuesta: mayor o menor divulgación de los romances y parentesco te­mático entre romances"; "aunque consideramos el «manual de encuesta» como un instrumento básico de trabajo para toda encuesta sistemática, es necesa­rio advertir que debe utilizarse con flexibilidad y que es necesario prescindir de él en varias ocasiones a lo largo de la recolección". Nunca debe utilizarse el ma­nual "como un cuestionario rígido, que abrume al sujeto y llegue a hacerle sentirse desmoralizado al comprobar su ignorancia de una serie interminable de temas"; "naturalmente, tan pronto como se tiene noticia, aunque sea fragmentaria, de la existencia en la zona encuestada de un tema nuevo, ese tema debe incorporarse al «manual» de todos los colectores".

113 Véase atrás, cap. VI, § 8.

114  F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 363.

115 Fotografías del equipo encuestador (al que oca­sionalmente se unieron, algunos días, José Manuel Cela, Javier Catalán y Alicia Gutiérrez del Arroyo, y, continuadamente, Franz Fusseder) pueden verse en Voces nuevas del Romancero castellano-leonés, ed. S. H. Petersen, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1982, pp. LXI-LXXXII, frente a la p. LXIV. El origen extranje­ro de muchos de los encuestadores no dificultó la encuesta.

116 En Voces nuevas del Romancero (1982), p. LXVI.

117  F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", pp. 369-370.

118 D. Catalán, "Notas históricas, desde la perspec­tiva del Archivo Menéndez Pidal, sobre el progresivo descubrimiento de la tradición oral cántabra", en F. Gomarín, Romancerillo cántabro, Santander, 1997, pp. III-XL: pp. XXXVIII-XXXIX.

119 F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 371.

120  F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", pp. 371-272.

121  Frente a la p. 369 de El Romancero hoy. Nuevas fronteras (1979) y frente a las pp. LXV y LXXII del vol. I de Voces nuevas del romancero (1982), se reproducen fotografías del grupo de mujeres y niños esquilando (en dos de ellas aparece Flor Salazar anotando o gra­bando).

122 F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 374. "En la semana y pico de recolección, pudieron sumarse a esas versiones 5 espléndidas y 2 fragmentos. Nuestros 5 textos, 4 de León y 1 de San­tander, corresponden a dos tipos claramente diferen­ciados, y aparecieron curiosamente al extender la ex­ploración hacia los límites externos de la zona comprendida entre ambas provincias, intensamente explorada en su parte central [en el pasado], y donde se daba por ausente el tema de Belardo y Valdovinos". Entre las pp. LXIV-LXV de Voces nuevas del Romancero pueden verse fotografías del valle y lugar de Salceda, hechas en aquella ocasión.

123 "En estos últimos años, debido a la contracción económica de Centro-Europa, se ha producido un cierto retorno al campo de emigrantes que salieron en los decenios pasados", F. Salazar y A. Valenciano, "Arte nuevo de recolección", p. LXVIII.

124 F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 372.

125 D. Catalán, "Notas históricas", p. XXXIX.

126  Franz Fusseder, marido de Teresa Catarella y "chófer" de uno de los coches de la encuesta.

127 F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 364. Fotografías de actos recolectores en Salcedillo, Herreruela de Castillería y Santa María de Redondo (Palencia) y en Geras (León) pueden verse frente a la p. 368 de El Romancero hoy. Nuevas fronteras (1979) y entre las pp. LXIV y LXV y LXXII y LXXIII de Voces nuevas del Romancero, vol. I (1982).

128 Véase atrás cap. VI, § 9.

129  F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 378. Entre las pp. LXXII y LXXIII de Voces nue­vas del Romancero (1982), vol. I, puede verse una fo­tografía en que Ana Valenciano graba "en Herreruela de Castillería (Palencia) a la hija (Ceferina Llorente, 52 años) y la nieta (María del Mar Cabezas, 13 años) de Concepción (sic) Genera, recitadora en Brañosera para Diego Catalán en el verano de 1951".

130  Otra Aliarda y Florencios mucho más completa recogieron Cid, Salazar y Valenciano en Fontecha de la Peña, cantada por Agrícola Martín Izquierdo, de unos 60 años.

131  Dicho por Dionisia Llorente Tejerina de 68 años, excelente recitadora de romances.

132 Antonio Villa, de 37 años. Frente a la p. LXXIII de Voces nuevas del Romancero (1982) puede verse como "el joven alcalde de Santa María de Redondo (Palencia), de profesión mecánico, recita el romance de La merienda del moro a Jesús Antonio Cid y Ana Valenciano (11 de julio de 1977)", la fotografía va acompañada del comentario "La integración de la población campesina en nuevos moldes de vida, de­bido a la evolución económica de algunos pueblos, no supone siempre la discontinuidad de la tradi­ción".

133  F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 375.

134   F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 377.

135   F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 364.

136  F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 363.

137  Según se dice al pie de la foto publicada en El Romancero hoy. Nuevas fronteras (frente a la p. 368, y reproducida entre las pp. LXXII y LXXIII de Voces nue­vas del Romancero) en que la señora María aparece cantando flanqueada por Jane Yokoyama y Flor Sa­lazar.

138 El conde Niño, La hermana cautiva (hexasílabo), Santa Iria, Los soldados forzadores, El galán y el convi­dado difunto, El lindo don Juan, Difunto penitente, Madre que maldice a su hijo, El milagro del trigo.

139  D. Catalán, "El romancero leonés. Descubri­miento y compilación", en Romancero general de León (1991; 2a ed. 1995), p. LXXIII y n. 263.

140 Nota 22 de "El Romancero aún vive".

141  Romancero general de León (1991 y 1995), p. XXXI y n. 264.

142   F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 378.

143 D. Catalán, "El romancero de tradición oral en el último cuarto del siglo XX", pp. 248-253.

144  En las páginas que siguen del artículo (250-253) examino, con cierto detalle, como el texto oral rehace el viejo juglaresco.

145  Romancero general de León, I, p. LXXVI. Foto­grafías varias de David Ramón, rodeado de admira­dores y en compañía de Antonio Cid y mía, se ha­llan en varias publicaciones:  El Romancero hoy. Nuevas fronteras, (1979), frente a la p. 240; Voces nue­vas (1982), entre las pp. LXXX y LXXXI, y Romancero general de León (1991 y 1995), p. CXXXVI.

146  El Romancero hoy. Nuevas fronteras (1979), p. 256, n. 108.

147 Ya en 1977 habíamos encontrado en Trascastro a una mujer con un repertorio muy rico: Gloria Álvarez (67 a.) nos dijo 13 romances rodeada de niñas se­gún se ve en la fotografía publicada en la p. CXXXIV del Romancero general de León (1991 y 1995); en la fotografía publicada frente a la p. LXXX de Voces nue­vas queda oculta tras la chiquillada que rodea a Ana Valenciano. En 1988, con 78 a. tuvo ya dificultades para recordar su amplio repertorio.

148  En El romancero hoy. Nuevas fronteras (1979), frente a la p. 369, y en Voces nuevas (1982), entre las pp. LXIV y LXV, se recoge el momento en que, en una calle de Candín, Ana Valenciano, Antonio Cid y yo interrogamos a Dulcinia Fernández que intentó re­cordar Belardo y Valdovinos y nos encaminó al en­cuentro de Jesús Salgado.

149  Introducción al Romancero general de León (1991 y 1995), p. lxxvi.

150  Una fotografía del momento de la encuesta ha sido repetidamente publicada en El Romancero hoy. Nuevas fronteras (1979), frente a p. 240, en Voces nue­vas (a toda página), frente a la p. LXXXI, y en Roman­cero general de León, p. CXXXVI.

151 Con anterioridad a 1985 en que volvimos a pre­guntar por él en Candín (véase Romancero general de León, p. LXXVI, n. 281).

152 Véase atrás cap. III, § 9 y n. 130.

153 Acompañado de mi mujer Alicia Gutiérrez del Arroyo y de mi hijo Javier.

154 Véase las pp. 245-248 y la n. 87 de mi citado artículo en El Romancero hoy. Nuevas fronteras (1979). Mi esperanza de que la tradición del roman­ce no se extinguiera en Santa Cruz de los Cuerragos, ya que Manuela, que lo había aprendido de su padre, muerto en 1930 de cien años, lo había enseñado a su hija Florentina Alonso, entonces de 65 años, la cual en 1977 ayudaba en la recitación, no se ha cumplido. Cuando en 1996 volví a acercarme a Santa Cruz de los Cuerragos (acompañado de mi segunda mujer, Cruz Montero Garrido), era un lugar prácticamente muerto.

155   F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 372-373.

156   F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 370-371.

157   F. Salazar y A. Valenciano, "El Romancero aún vive", p. 373-374.

158  Véase S. H. Petersen, "El «Archivo Interna­cional Electrónico del Romancero»: Un proyecto cooperativo" e "Historia de la edición y tecnología em­pleada en su preparación", en las pp. IX-XXII de la obra citada en la nota siguiente.

159  En dos volúmenes de una incipiente colección titulada "AIER. Archivo Internacional Electrónico del Romancero": Voces nuevas del Romancero castellano-leonés, 2 vols., ed. a cargo de S. H. Petersen, Ma­drid: Seminario Menéndez Pidal, 1982.

160 Incluía además algunos elementos más jóvenes: Guillermo Diamante, Paloma Cela, Sara, Débora y Mará Catalán.

161  En el Sur de Albacete se grabaron romances en siete pueblos, en Jaén en nueve, en Granada, Mur­cia y Ciudad Real en uno, de que hoy se conserven cintas (algunas grabaciones se extraviaron durante el proceso de transcripción).

162 "Sólo pude encontrar en Férez (Albacete) un su­jeto capaz de completar algunos dieciseisílabos del romance cuando yo trataba de refrescar su memoria diciéndole los primeros hemistiquios de la versión de Beas", D. Catalán, en El Romancero hoy: Nuevas fron­teras (1979), p. 232, n. 46.

163  Romancero general de León (1991 y 1995), p. LXXIX.

164  M. da Costa Fontes, Romanceiro português dos Estados Unidos, I: Nova Inglaterra; II: California, Ma­drid: Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, 1980 y 1983. El 2 de Mayo de 1978 Costa Fontes me daba noticia de su acelerado ritmo de trabajo coleccionan­do y preparando para su edición sucesivos corpora de romances: "Graças a urna bolsa do National Endowment for the Humanities, tenho um Romanceiro Por­tugués da Nova Inglaterra em preparacao. Consta de 240 versóes (incluíndo os romances de cegó populari­zados e os sacros) (...). Espero coligir um Romanceiro Português do Canadá em Maio e Junho. Depois terei até Dezembro para os editar. Como a Cátedra-Semi­nario Menéndez Pidal já tem a colecçao da California, que lhe parece da ideia de transformá-la numa trilo­gia intitulada Romanceiro Português da América do Norte, subdividida em I: California; II: Nova Inglate­rra; III: Canadá?". La negociación con Coimbra se re­alizó a última hora (Mayo-Junio de 1979), tras una conversación mía en Santa Barbara con María de Lourdes Belchior, de la que di cuenta a Manuel da Costa Fontes en carta del 4-V-1979. El Romanceiro português do Canadá no llegó a ser incluido en el pro­yecto de edición conjunta.

165 Romanceiro da Ilha de S. Jorge, Madrid: Cáte­dra-Seminario Menéndez Pidal, 1983. Ya el 2-V-1978 Costa Fontes me lo había descrito así: "A minha colecção de S. Jorge —muito mais rica do que os Cantos de T. Braga— terá cerca de 440 versões com as orações rimadas e outros textos poéticos"; y el 3-XI-1978 me había anunciado: "Creo que ya le hablé de mi Romanceiro da Ilha de S. Jorge. Espero acabar la edición para fines del verano de 1979. Por ahora, es­toy tratando de terminar el Romanceiro Português da Nova Inglaterra (...). Me gustaría publicarlos en la Se­rie Luso-Brasileira, pero las presentes dificultades me llevan a creer que tendría que esperar varios años, y yo tengo que pensar en mi carrera".

166  En esa fecha, hube de solicitar, corno Director de Investigaciones de la "Cátedra-Seminario Menén­dez Pidal", que la Administración de Aduanas de Madrid dejara pasar el cargo, alegando que las cintas magnéticas remitidas por CILAS eran "para ser trans­critas (...) y utilizadas como material educativo y de investigación por los profesores y alumnos de la Cá­tedra-Seminario" .

167 Véase atrás, cap. VII, § 4. También se habían in­corporado las de la pequeña encuesta del Maestrazgo.

168  La edición se inició con la publicación del volumen Novo romanceiro português das Ilhas Atlánti­cas. Coligido por J. B. Purcell, I. Ed. por I. Rodríguez com a colaboração de J. das Pedras Saramago. Ma­drid: Seminario Menéndez Pidal, 1987. La disconti­nuidad en la ayuda de la "Fundação Gulbenkian" trajo consigo la interrupción del proyecto editor. Re­cientemente, Pere Ferré ha puesto en marcha la con­tinuación de la labor interrumpida desde hace 12 años.

LÁMINAS

En el verano de 1977, Diego Catalán organizó la primera encuesta "colectiva", llevando al cam­po unos equipos itinerantes de noveles investigadores españoles y americanos para recoger de forma acelerada los repertorios romancísticos de aldeas y pueblos de la montaña en Cantabria, Palencia, León y Zamora.
En Uznayo (Polaciones,
Canta­bria,), el primer día de encuesta, Flor Salazar y Diego Catalán com­prueban, de inmediato, que "el ro­mancero aún vive", Mientras Ma­nuela García Rada (84 a.) canta, una de las mujeres de la casa es­quila una oveja (foto D. Catalán).

Vista de Salceda (Polaciones, Cantabria,), ejemplo de las aldeas en que mejor pervive el Romancero.


Concepción González, 82 años, natural de Velilla de Río Carrión, entrevistada el 12 de Julio de 1977 por Paloma Montero y Tere­sa Catarella en Salcedilla (Palen­cia), cantó, entre otros romances, La Gallarda (foto Franz Fusseder).

Antonio Villa, joven alcalde (37 años) de Santa María de Redondo (Palencia), de profesión mecánico, can­tando a Antonio Cid y Ana Valenciano La merienda del moro Zaide, un viejo romance fronterizo converti­do en canto "aguinaldero" (11 de Julio de 1977). (Foto Flor Salazar).

Versión de la balada vasca "La novia francesa’ anotada el 14-VI-1977 por J, A, Cid de una informante natural de Yurre (Vizcaya) durante la encuesta de los equipos del Seminario Menéndez Pidal y el Center for Iberian and Latin American Studies (publicada en Voces nuevas..., Vol. II, "Apéndice", pag. 327).


Página de una de las ponencias dedicadas a "La balada vasca" en el Tercer Coloquio Internacional sobre el Romancero. Madrid: UAM, 1982. (De Balada y Lírica, 2, Madrid 1994).

La Fornela (León) es una de las comarcas donde pervive un Romancero tradicional de más noble abolengo.
David Ramón (69 a.) de Trascastro (La Fornela) fue la "estrella" de los recitadores de romances en la en­cuesta de 1977. Entre varios romances de ascendencia épica (sobre tema español o carolingio), nos sorprendió el que comenzaba "Para eso sodes, Gaiférez, para los dados jugar", que en su día llevó a don Quijote a des­baratar el tablado de Maese Pedro (foto Flor Salazar).

 

Así se descubre un gran cantor de romances:
Diego Catalán, Antonio Cid y Ana Valenciano "acorralan" a una "informante" (Dulcinia Fernández) de Can­dín (Los Aneares, León), abordándola en medio de una calle. Sabía a medias el romance de
Belardo y Valdovinos, pero nos enrutó hacia un verdadero "portador de tradición": Jesús Salgado (foto Flor Salazar).

Jesús Salgado (64 a.) no pudo interrumpir su trabajo asalariado cuando descargaba paja en un  establo, pero accedió a cantar todo su extenso y excelente repertorio a la caída de la tarde (foto Diego Catalán)

 

Transcripción de campo y en limpio de Belardo y Valdovinos, romance cantado por Jesús Salgado (64 a.) en Candín (encuesta itinerante de 1977).

 

El romance de las Quejas de doña Urraca conserva una escena de la gesta de Las particiones del rey don Fernando que en el s. XIII prosificó Alfonso X en su Estoria de España. El romance se pu­blicó en el s. XVI en pliegos sueltos y cancioneros glosado por diversos poetas. En 1977 aún pude reco­gerlo de la tradición oral en el lugar zamorano de Santa Cruz de los Cuérragos hoy casi inhabitado.

 

           

 

Diego Catalán anotando un romance durante la encuesta por los pueblos de las Sierras (de Alcaraz, Ca­zorla, Segura, etc.) en Albacete, Jaén, Granada y Murcia, 1978. (Foto Flor Salazar).

Diego Catalán en Nerpio (Albacete). Imposibilitado de librarse de la chiquillería local, toca una trompeta de caza para convocar a los otros encuestadores dispersos por el pueblo, 1978. (Foto Flor Salazar).

Como complemento de unas conferencias dadas en Segovia en un curso para extranjeros, ilustré la sobrevivencia de la tradición oral recorriendo algunos pueblos de la subsierra segoviana (16-VIII-1978).

En Sigueruelo, nada más descender del coche, el alumno magrebí Jounes Tribak localizó a Sagrario Martín (58 a.) que sabía el romance aguinaldero de la Muerte del Maestre de Santiago (sobre el fraticidio de 1358)  en texto que en nada desmerecía del descubierto por mi en 1954. En la foto: la recitadora, rodeada por Sofía Marzec, estudiante polaca, por Tribak y por mí (foto Renata Kugaczewska); abajo: parte del romance.


Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada
  

6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981.

6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981.  VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      Cuando, en Enero de 1976, me reincorporé al campus de la University of California de San Diego, el tiempo transcurrido durante mi ausencia resultaba ser muy distinto según se midiera conforme al ritmo vital propio de la costa del Pacífico o al del Madrid de finales de 1975:

    "Como a fin de cuentas [escribí yo, recién llegado], sólo ha pasado un trimestre, visto nues­tro viaje desde La Jolla parece un pequeño paréntesis. En España, estuvieron esos meses tan cargados de acontecimientos que parecía habían transcurrido años".

¡Francisco Franco había, por fin, muerto el 20 de Noviembre de 1975!93
      Sin embargo, no sólo La Jolla seguía igual, sino, por el momento, la propia España (donde todo seguía "atado y bien atado")94, y, dentro de ella, el pequeño centro de investigaciones hu­manísticas de la Universidad Complutense al que me empeñaba en dar nueva vida:

    "Nada sé de cómo marchan ahí las cosas [escribí el 29 de Enero de 1976 a mi madre en Ma­drid]. Del panorama político nos han dado aquí durante unos días varios reportajes breves te­levisados (pero muy malos). De las cosas del «Seminario» no he recibido noticia ninguna. Ni de mi Crónica en impresión. Que Ana [Valenciano] no descuide el moverse, pues si no, todo se irá definitivamente al garete. Después del esfuerzo, en gran parte frustrado, de los meses pa­sados, me he quedado «frío», sin ganas de continuar haciendo lo mismo para no llegar a nin­guna situación «nueva» que sirva de base a un operar más descansado y pleno... Aquí la base CILAS está en crisis total. Los proyectos ajenos al mío no han conseguido apoyo extramural y la Universidad ni piensa dar perra. No tienen dinero ni para pagar una secretaria (...)".

      Viendo desde fuera la actividad desarrollada por el equipo mixto de investigadores becarios de la Universidad Complutense de Madrid y de la University of California-San Diego durante aquellos años de 1973 a 1975, podría pensarse (como el reportero del "International Herald Tribune" que en 1974 dio cuenta de la "Operación de salvamento de los cantos tradicionales de España" por mí emprendida) que

    "en el caótico barrio de Madrid en crecimiento constituido por Chamartín (...), el Romancero (...) ha dado vida a la antigua casa de Menéndez Pidal (...). El proceso de edición marcha ahora a un paso acelerado (...)"95

y que mi proyecto internacional, apoyado por el "Program of Cultural Cooperation between USA and Spain", se hallaba sólidamente asentado. Pero, contemplado desde cerca el propuesto plan "for setting up a long-term arrangement between the University of California, San Diego and the Cátedra Seminario Menéndez Pidal of the University of Madrid (Spain)", estaba bien claro que, después de transcurridos cinco años, ni en la Universidad Complutense la "Cátedra-Seminario" tenía asegurada su continuidad, ni la flamante ORU constituida por el "Center of Iberian and Latin American Studies", que servía de paraguas a la cooperación, gozaba en Cali­fornia de la confianza de las autoridades administrativas universitarias; ni aún siquiera el "Literature Department" constituía un firme apoyo, ya que en 1976 estaba siendo sometido a inves­tigación como un departamento "enfermo", de injustificable existencia en términos de rentabilidad96. Aunque bien a pesar mío, aquel año de 1976 hube de erigir nuevos y más altos "castillos en España" sobre las inciertas bases existentes, a fin de poder inyectar "cemento" (eco­nómico, por supuesto) en las débiles estructuras de CILAS y de la CSMP y lograr que los "La­boratorios humanísticos Menéndez Pidal" pudieran seguir siendo operativos, de forma que el "Archivo Menéndez Pidal / Goyri del Romancero" y demás archivos existentes en la antigua casa de Ramón Menéndez Pidal continuaran siendo unos archivos "con vida", que dieran pie a pro­yectos de investigación.
      En la University of California, San Diego, el Vicecanciller Paul Saltman me exigió, para con­tinuar apoyando mi programa graduado en Madrid, "un plan específico (con cifras, viajes, pro­ducción... todo)"97 para un trienio, "plan trienal" cuyo desarrollo sólo me atrevía yo a garanti­zar logrando antes que el Ministerio de Educación y Ciencia español cumpliera sus "promesas" (hechas por mediación y a instancias de Carlos Aguilera) de dotación de una "plantilla" para la "Cátedra-Seminario", que, si bien se hallaba prevista en su Reglamento oficial, jamás llegaría a ser una realidad98.
      En el Otoño de 1976, me encargué de la dirección del "Center for Iberian and Latin Ameri­can Studies" (CILAS), a pesar de que era un organismo agonizante:

    "Desde el 4 de Octubre pasado soy Director de CILAS [le notifiqué a Lapesa el 7 de No­viembre de 1976] (...). Me han dejado el ORU o la ORU («Organized Research Unit» de la Univ[ersity] of California) amenazada de muerte: la Universidad] no quiere contribuir más a ella, no me han transmitido ni una secretaria, ni una maquinita, ni una mínima infraestructura en qué apoyarme (...). El problema es que la Administración de la Univ[ersity of] C[alifornia] Sa[n] D[iego] sólo se interesa por las actividades de la ORU en tanto en cuan­to le producen «extra-mural funds» de los cuales cobrar su mordida (el llamado «over head») del 33.3%".

No obstante, decidí tratar de "sacarla adelante", pensando que "su existencia puede ayudar a ob­tener apoyos económicos aquí y allí".
      Este compromiso asumido no me desvió, sin embargo, de mi plan, para entonces ya fir­memente decidido, de crearme la posibilidad de poner fin a mi "exilio" americano. En la carta del 7 de Noviembre a Lapesa le hice también partícipe de esos planes:

    "He solicitado a ultimísima hora el puesto de Director del E[ducational] A[broad] P[ro-gram] de California en Madrid: 1977-79 (...). Lo veo como un paso hacia mi reintegración en la Universidad española. No aguanto más aquí (por razones políticas) (...). España se está poniendo interesante. Es posible que tenga una misión en ella. Aquí, claro está, ninguna. O regreso ahora o nunca".

      El asumir temporalmente las tareas de dirección en esos puestos de administración universi­taria californiana tuvo algunos resultados laterales positivos para los proyectos con que preten­día activar el trabajo de colaboración internacional en aquellos campos en que los "Archivos fi­lológicos Menéndez Pida!" y mis estudios previos podían proporcionar unas condiciones óptimas para la experimentación de nuevos modelos de enseñanza post-graduada y de investi­gación en equipo dentro del área de las Humanidades. Ya en la referida carta a Lapesa le incluía el texto inglés (pues el español aún se hallaba en borrador) de un plan quinquenal que me pro­ponía presentar ante diversas fuentes de financiación; al mismo tiempo le informaba del estado en que se hallaban las negociaciones para formalizar un convenio de cooperación entre la University of California (por intermedio de CILAS) y la Universidad Complutense de Madrid (por intermedio de la CSMP).
      En los meses siguientes de aquel curso 1976-1977, aprovechando mis posibilidades de ac­tuación (en los planos científico y administrativo) tanto en el "Center for Iberian and Latin American Studies" como en la "Cátedra-Seminario Menéndez Pida!", se inició un proceso esca­lonado de aceptación del proyecto de cooperación entre esos dos lejanos centros: el 9 de Marzo de 1977, tras varios meses de negociaciones 99, los Regentes de la Universidad de California, de una parte, y el Rector de la Universidad Complutense de Madrid, de otra, firmaron un "Cul­tural Agreement" basado en la colaboración de CILAS y la CSMP100; el 8 de Agosto de 1978, después de un intento anterior fallido ante la "Comisión Asesora de Educación y Ciencia" es­pañola101, el "Comité Conjunto Hispano-americano para Asuntos Educativos y Culturales" aprobó la concesión de una "Ayuda de Investigación Cooperativa", bajo los auspicios del "Tra­tado de Amistad y Cooperación entre España y los Estados Unidos de América", para el año 1978-1979, al proyecto de ambos centros "Edición y análisis de estructuras abiertas: El mode­lo «Romancero»"102, ayuda que sería renovada por un nuevo año en Noviembre de 1979103; fi­nalmente, el 28 de Setiembre de 1978, el "National Endowment for the Humanities", del Go­bierno Federal de los Estados Unidos, concedió un grant al proyecto de un equipo internacional de investigación, por mí dirigido desde la Universidad de California en San Diego, titulado "Description, editing and analysis of the Pan-hispanic romancero"104 el cual abarcaba un con­junto de actividades para el trienio 1978-1981 que habrían de ser desarrolladas con el apoyo de la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" y utilizando los "Menéndez Pidal Archives". El "Na­tional Endowment" seguiría después subvencionando este proyecto, con sucesivos grants, en 1981-1983, 1983-84 y 1984-1986 + 1986-1988105.
      Ante estas muestras de reconocimiento de la labor investigadora realizada en torno a la "Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal" y vistos los resultados que estos y otros apoyos económicos produjeron, no hubo ya grandes dificultades para que el 27 de Julio de 1981 el Ministerio de Educación y Ciencia español transformara la "Cátedra-Seminario" en "Instituto Universitario Interfacultativo de la Universidad Complutense de Madrid"106. El "Reglamento" del mismo se aprobó en el Boletín Oficial del Estado el 22 de Febrero de 1982 y el 18 de Junio de 1982 fui nombrado Director del Instituto107.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

93 El 7-XI-1975 le había escrito desde Madrid a Joseph Sommers, entonces chairman del "Department of Literature" en UCSD: "Nuestra estancia en Espa­ña está siendo, esta vez, bastante frustrante (...). Por otra parte, todo aquí es difícil. El país, en cierto sen­tido, está paralizado —quizá paralítico—. Hasta a mí mismo me cuesta querer pensar en mi vida personal después de que haya muerto —si es que no resucita al tercer día, como algunos esperan— Franco".

94  El 21-XII-1975 le había comunicado a Carlos Blanco Aguinaga mi impresión negativa: "(...) Y España igual que siempre. Y Portugal peor que España".

95  J. Jones, "A salvage operation for traditional songs of Spain", en el "International Herald Tribune", Tuesday, April 16, 1974.

96  "Aquí el panorama universitario se ennegrece. Ante la oleada conservadora, la Universidad respon­de reconociendo que, según las prioridades de la so­ciedad industrial, no hay lugar sino para programas que se auto-soporten, es decir que consigan sus fon­dos de la industria privada o de las agencias federales (de defensa, etc.). ¡A quién le va a interesar las Hu­manidades! (...). Nos está llamando el Vicecanciller para advertirnos, uno por uno, de que el Departa­mento de Literatura es un Departamento enfermo y que o atraemos a estudiantes de Ciencias de alguna manera o nos «disciplina»" (20-V-1976).

97 Según expliqué en carta del 2-III-1976 a Jimena Menéndez Pidal.

98 "Lo más importante de las «promesas» de [Car­los] Aguilera es que la plantilla estaría aprobada para Pascua. Si así fuese, el futuro sería diferente para mí" (2-III-1976); "Veo que lo del «Seminario» no anda tan bien como Aguilera pensaba. A ver en qué para todo ello. De resultas no me atrevo a escribir aquí el plan trienal que me pide el Vicecanciller" (9-III-1976). Pero llegó Junio y hube de desplazarme de nuevo a Madrid por 45 días para ver de mover los asuntos pendientes; por entonces, ni siquiera la Sub­secretaría de Educación Nacional había librado los dos millones de pesetas concedidos un año antes.

99 Ya el 26-XII-1976 se hallaba en trámite el "Cul­tural agreement between the University of California —Center for Iberian and Latin American Studies— and the Universidad Complutense of Madrid —Cá­tedra-Seminario Menéndez Pida!", y el campus de San Diego lo incluyó el 14-II-1977 como apoyo del proyecto citado en la n. 104.

100  Con la siguiente titulación: "Cultural Agree­ment between the Regents of the University of California and the Universidad Complutense of Madrid and Cátedra-Seminario Menéndez Pida!". En la edi­ción del Otoño de 1977 del Research Bulletin. Social Sciences, Humanities de la University of California, ed. por M. Cantlay, se utilizó mi "Research Profile" (p. 13) como modelo de investigación en las Huma­nidades y Ciencias Sociales.

101 Elevado el proyecto por la CSMP y CILAS el 19/21-IV-1977, fue denegada la ayuda el 30-XI-1977.

102 Recibió aprobación el 8-VIII-1978, con ciertos ajustes presupuestarios que se aprobaron el 14-IX.

103 7-XI-1979. Aceptación del 30-XI.

104 En una primera redacción, el proyecto, concebi­do para cinco años (Octubre 1977 a Setiembre de 1982), ambicionaba cubrir dos campos de investiga­ción, con el título "Computer-aided editing and analysis of open-structured narratives: A. «Romance­ro»; model; B. «Chronicle» model". Fue elevado por UCSD el 14-11-1977; pero el NEH lo rechazó por considerarlo demasiado vasto en sus objetivos y dudar que pudiera realizarse en los plazos programados (31-X-1977). Fue preciso prescindir entonces del campo constituido por las crónicas medievales. En su nueva forma el proyecto fue aprobado, inicialmente por tres años, de Octubre de 1978 a Setiembre de 1981.

105 Los grants del NEH, aparte de las cantidades di­rectamente consignadas como ayuda, ofrecían otras en calidad de "matching funds" (esto es, doblando las que se obtuvieran adicionalmente de otras fuentes de financiación). Todas las cantidades exigidas como "matching funds" fueron sucesivamente obtenidas para el desarrollo del proyecto en sus diversas fases; pero a costa de hacerlo más complejo y de difícil re­alización (por el tiempo que la administración y el engranaje científico de tantos sub-proyectos exigió).

106 Ya el 22-XII-1976 el Rector de la Universidad Complutense de Madrid, Ángel Vían Ortuño, en reunión del Patronato de la "Cátedra-Seminario", "planteó el problema de la integración de la Cátedra Seminario Menéndez Pidal en los planes de reestruc­turación de la Universidad" y propuso "renominar la «Cátedra-Seminario Menéndez Pidal de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid» «Instituto de Investigación Interdisciplinario Menén­dez Pidal»". Pero hubieron de transcurrir cuatro años para que ese propósito tomara cuerpo. Poco antes de abandonar el rectorado, Vian, el 4-X-1980, escribió a Rafael Lapesa sobre el tema en estos términos: "Como recuerdas, en la última reunión del Patrona­to de la Cátedra Seminario Menéndez Pidal [en Se­tiembre de 1980] convinimos en su transformación en Instituto Universitario para adaptarlo a la nueva estructura que parece irse perfilando en las universi­dades. Tomando como base los estatutos que ya tenía la Cátedra, he hecho que me preparen el proyecto de estatuto que tengo el gusto de enviarte (...). Antes de dejar este puesto, quisiera apuntalar el «Instituto Me­néndez Pidal» y dejarlo en condiciones de que pueda ampliar sus tareas. Entiendo que es una de las cosas más originales que esta Universidad puede presentar. De ahí mi interés por ayudarle".

107 El "Instituto Universitario" quedó regentado por un "Consejo Asesor", integrado, bajo la presi- dencia del Rector, por el Director del Instituto, los Decanos de Filología, Geografía e Historia y Ciencias Políticas y Sociología y dos vocales de designación rectoral, puestos para los que, el 5-V-1982, fueron designados Rafael Lapesa y Álvaro Galmés.

LÁMINAS

Portadas de prensa española del 20 de noviembre de 1975: Franco ha muerto.

En medio de la crisis del "reformismo" post-franquista, Antonio Cid me informaba a California de que en la España de Marzo de 1976 se vislumbraban perspectivas de futuro nuevas. Al mismo tiempo, me detallaba cómo trabajaban los becarios extranjeros y nacionales en la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal y me animaba a dejar el hispanismo in partibus y regresar a mi "tierra".
Cuatro de la nueve páginas de la carta-informe de A. Cid del 4-III-1976 remitida desde Madrid a La Jolla, en que, entre otras cosas, va repasando la labor de los becarios de CILAS del curso 1975-76 tras mi regre­so al
campus de UCSD.

 

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La Garduña Ilustrada

5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975.


5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      El encuentro entre investigadores de áreas distintas del Romancero, propiciado por el "Pri­mer coloquio internacional" de 1971, tuvo como consecuencia lateral reactivar la labor de exploración del Romancero oral en la Península Ibérica, que el Seminario Menéndez Pidal había dejado morir por haber dado prioridad a la publicación de los ingentes materiales ya reunidos. La experiencia recolectora en la sub-tradición sefardí, de S. G. Armistead, J. H. Silverman e I. J. Katz, y en la sub-tradición portuguesa, por J. B. Purcell 77, constituían un nuevo modelo para la investigación de campo. Las posibilidades de recoger textos y músicas con las nuevas graba­doras manuales que la industria electrónica había colocado en el mercado y que venían siendo eficazmente utilizadas por los citados investigadores norteamericanos invitaba a reformular los métodos de encuesta que en tiempos pasados habían permitido reunir el conjunto de los textos del "Archivo del Romancero Menéndez Pidal / Goyri".
      En consecuencia, con ocasión del "Coloquio" de 1971 (publicado en 1973) me decidí a "insi­nuar" lo que debiera ser un proyecto prioritario en el campo del Romancero tradicional español:

    "Debemos organizar su sistemática recolección en un futuro inmediato (...). La nueva re­colección debe hacerse con métodos y aparatos modernos, en una forma similar a como tra­bajan los profesores Armistead, Silverman y Katz sobre el Romancero sefardí emigrado a Is­rael y los Estados Unidos, o como ha trabajado últimamente la señora Purcell en las Islas Portuguesas (...). Es preciso seguir el ejemplo de aquellos países que, como Rumania, tratan de simultanear la transformación social y, por otro lado, cultural del país, con una recolección «total» de su folklore, de su cultura tradicional amenazada de extinción. En la España de hoy, si hay en curso alguna revolución, es claro que ésta afecta especialmente a las masas rurales, cuya vida tradicional está dejando paso a otra vida nueva de raíces no campesinas. En tal co­yuntura, esta obligación de que hablamos se hace perentoria (...). Creo que la exploración del Romancero en España nos deparará sorpresas extraordinarias. Pero no hay tiempo que per­der. Es preciso que la recolección se lleve a cabo antes de que esos campesinos, que hoy se sientan delante de un televisor escuchando pasivamente una música ciudadana, olviden su vieja y noble cultura musical, antes de que el impacto repetido de los nuevos ritmos mate su añoranza por la música que oyeron junto a la lumbre del hogar en las noches de invierno o como acompañamiento de las faenas del campo o de la casa"78.

      Pero mi esperanza de que la tradición romancística heredada siguiera aún viva en España, como entre los emigrantes sefardíes y portugueses o los habitantes de las Islas Atlánticas, era sólo una hipótesis: ¿habría podido sobrevivir el Romancero español al impacto de la "revolución del campo" que, propiciada por la emigración masiva del campesinado durante los últimos decenios a las ciudades industriales españolas y al extranjero, había acabado con una multisecular forma de vida? El "Seminario Menéndez Pidal" no estaba, por entonces, en condiciones de responder a esta pregunta:

    "El fin de las excursiones romancísticas de Galmés y mías, en los años 50 [recordaría yo en 197779], coincide con el comienzo de una importante empresa, la publicación del Romance­ro tradicional de las lenguas hispánicas de R. Menéndez Pidal y M. Goyri por el Seminario Menéndez Pidal. La publicación exhaustiva de textos —viejos y nuevos— del romancero, que en él se acometía, es una tarea tan apabullante para el pequeño equipo de investigadores con que la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal ha podido contar, que no puede extrañar que, duran­te varios decenios, volviésemos provisionalmente la espalda a la tradición oral en cuanto fuen­te inagotable de nuevas versiones".

Era preciso regresar al campo para poder determinar si el Romancero "aún vive" y qué sorpre­sas podía aún deparar la recogida de romances en tierras de España antes de que "la secular­mente «moribunda» tradición romancística"80 se encontrase "muriendo de veras, víctima de los golpes fatales que asesta( )n la emigración, de una parte, y la pantalla televisiva, de otra".
      Diversas experiencias puntuales de exploración de la tradición oral española realizadas en 1973, 1974 y 1975, proporcionaron, por entonces, respecto a esta incógnita, datos en aparien­cia contradictorios: de una parte, era evidente que la vida rural estaba profundamente alterada por los factores señalados; pero, a la vez, en cuanto al romancero se refería, pese a la decadencia de la tradición, se producían preciosos hallazgos inesperados. El 17 y 18 de Marzo de 1973, Je­sús Antonio Cid, que había empezado a trabajar sobre el Romancero en el "Archivo Menéndez Pidal / Goyri"81, realizó, de improviso, una excursión a Extremadura, que, al planearla pocos días antes (el 10-III-1973), me había anunciado en los siguientes términos:

    "El jueves próximo iré con don Julio Caro Baroja a Garganta la Olla. Él va a estudiar y ha­cer dibujos en relación con la vivienda rural, yo le ayudaré algo en el estudio que va a conti­nuar sobre la diosa del mito que está en la base de la Serrana y, por mi cuenta, intentaré hacer algo de recolección de romances, aunque no me hago muchas ilusiones por la inexperiencia y el poco éxito que tuve hace algún año en Galicia y Guadalajara (...)";

pese a esta desconfianza en sus dotes de colector, lo recogido por Cid en aquella visita a Gar­ganta de la Olla (Cáceres) dejó ver que el romancero extremeño no parecía estar abocado a una próxima extinción 82
      En Diciembre de aquel año, estando impartiendo los cursos graduados, arriba descritos, del programa de la Universidad de California en conjunción con el "Seminario Menéndez Pidal"83, aproveché un fin de semana para trasladarme con los estudiantes y con algunos colegas intere­sados en la experiencia (Antonio Sánchez Romeralo, Elena Romero y Antonio Cid) al Maes­trazgo (Teruel y Castellón), a ensayar una especie de seminario-encuesta. La rápida excursión (medio turística, medio educativa) me permitió entonces constatar:

    "Fuera del lugar de Pitarque, en donde la existencia próxima, hasta hacía poco, de unas fá­bricas de hilaturas y de tejidos había favorecido la creación de un acervo tradicional común entre los trabajadores, los pueblos y aldeas visitados nos ofrecieron una tradición muy decaí­da y una vida comunal fuertemente minada por la emigración masiva de hombres y mujeres en edad de trabajar";

no obstante, la experiencia colectora produjo alguna versión curiosa, como la del romance del Conde Niño complementado con La enamorada de un muerto de Cantavieja (Teruel), en que es San Lorenzo el galán que corteja a la doncella y de quien, una vez muerto por la madre, ella tra­ta de guardar, como prenda de amor, la cabeza; versión en que, por muy santo que fuera el de­gollado, la reliquia se descompone, ante la perplejidad de la enamorada, según ocurría en las ver­siones del tema no absorbidas por el romancero sacro:

Y ella cogió la cabeza    y a un arca la fue a echar.
Y al otro día ’e mañana    la cabeza fue a mirar:
los ojos se le sumían,     la cabeza se le hacía mal.
—Si se lo digo a mis padres,     mis padres me matarán;
si se lo digo a mis tíos,     mis tíos lo callarán (...)84.

La excursión fue, por otra parte, productiva como consecuencia de su carácter didáctico. Varios de los participantes en la encuesta trataron posteriormente de repetir, por su cuenta, la expe­riencia recolectora.
      En efecto, uno de los estudiantes del curso, Francisco Romero, realizó seguidamente varias pe­queñas encuestas, cuyos resultados remitió al "Archivo del Romancero Menéndez Pidal / Goyri". En una de ellas, en Abril de 1974, tuvo la fortuna de recoger un romance de extraordinaria rare­za en Segorbe (Castellón), de boca de una mujer, de 84 años, procedente de Beas de Segura (Jaén)85: se trataba de la segunda versión peninsular conocida del romance de Lanzarote y el cier­vo del pie blanco, comentado métricamente en el s. XV por Nebrija, del cual, fuera de Canarias, sólo se había recogido en el pasado otro texto también andaluz. Como la versión turolense del Con­de Niño + La enamorada de un muerto, este romance artúrico había adquirido carácter sacro:

Sale Jesú el Nazareno     con la espada enguarnecida,
s’ha encontrado un ermitaño     y estas palabras decía:
—Dime aónde está ese ciervo,     ese ciervo ’e la guarida.
—Esta mañana lo he visto,     tres horas antes del día,
comiendo manos de hombre    y otra cosa no tenía (...).

      Por otra parte, Antonio Sánchez Romeralo, en el mes de Mayo de 1975, viajó por unos días al valle de la Alcudia (Ciudad Real) con la intención de seguir las huellas de "la loba parda", so­bre cuya muerte cantan los pastores de toda España un romance que, según ya dije, don Anto­nio estaba publicando, a invitación mía, en el volumen del Romancero tradicional de las lenguas hispánicas titulado Romancero rústico86; y allí, en los "quintos" del Valle, recogió versiones de La loba parda entre pastores trashumantes de diversas comarcas. No dejó, sin embargo, de observar factores negativos para la pervivencia del Romancero:

    "El Valle de Alcudia, un valle ancho y dilatado, es todo él rico pastizal, dividido en quin­tos, cada uno con su caserío y sus corralizas, muchos de los cuales se alquilan a pastores del Norte que vienen a pasar la invernada. El invierno es largo y es duro pasarlo en soledad. An­tes, los pastores dependían más los unos de los otros, para conversar, y, en las fiestas, para ale­grarse en común, y las reuniones conducían de modo natural a la transmisión de la tradición oral (cuento, canción, romance...). Ahora la televisión, que vimos en casi todos los quintos que visitamos (en forma de aparatos de pilas, porque hay muchos quintos aislados, fuera de las redes de conducción eléctrica), hace que los pastores vivan más encerrados en sus caseríos y aislados entre sí. La cuestión es saber cuánto durará la fascinación de la televisión, y si, cuan­do ella pase, retornarán las costumbres de antaño"87.

      Aquel mismo año de 1975, Antonio Cid indujo a un grupo de estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid a realizar (para la profesora Alicia Redondo) un trabajo de recogida de material folklórico con especial atención al Romancero y los instruyó someramente sobre cómo realizar la encuesta. Los romances reunidos en comarcas varias por los estudiantes fueron trans­mitidos después por Cid al "Archivo del Romancero Menéndez Pidal / Goyri"88; su sorpresa fue extraordinaria cuando, entre los materiales procedentes de la Maragatería coleccionados por Juan Antonio Sánchez Belén y Dimas Navarro halló una espléndida versión de Marquillos, di­cha, el 21 de Marzo de 1975, por una mujer de 84 años, en Val de San Lorenzo89, romance que, hasta entonces, sólo parecía haber sobrevivido en rincones de la tradición catalana (en Alguer, el enclave catalán de la isla de Cerdeña, en Formentera, en Ibiza, y en el lugar de Sora, Barcelo­na), y contaminando a otro romance, en una versión judeo-española de Oriente:

El traidor era Marquitos, todos le llaman traidor:
por dormir con su señora, ha matado a su señor.
—Abre puertas, Catalina, ábrelas, mi lindo amor.—
(................................      ..............................)
Catalina, como diestra, sus puertas trancó mejor;
Marquitos, como valiente, al suelo se las tiró.
(................................     ................................)
La mandara hacer la cama,     y él con ella se acostó.
S’otro día por la mañana     Catalina madrugó:
—Subiráste en aquel alto,     en aquel alto corredor
y allí verás tus criados     si trabajaban o no;
allí verás la truchita    cómo llamaba al salmón
y allí verás la paloma    cómo llama al perdigón.
— Catalina, como diestra,     a la mar honda lo tiró.
(............................    ..............................)
A cabo de nueve meses,     ya Catalina parió.
(.............................    .......................)
S’otro día a la mañana    subió al alto corredor,
allí cogiera su niño    y a la mar honda lo tiró.
—Ahí vaigas tú, mi hijo,     vaigas con mi bendición;
no quiero que quede casta    de aquel gran falso traidor.90

      El hallazgo fortuito, en 1974 y 1975, por encuestadores noveles, de unas "joyas" romancísticas como las versiones de Lanzarote y el ciervo del pie blanco y Marquillos, considerado en el con­texto sociológico de ruina generalizada de las "costumbres de antaño" observable en las más di­versas regiones del campo español, hacía posible pensar, de una parte, que aún estaban al alcance de los investigadores del Romancero oral otras "joyas" de similar valor cuya desaparición era in­minente, y, a la vez, que el riesgo de dejar para mañana la recolección sistemática propuesta en el Primer coloquio del Romancero era enorme. Pero hubo que esperar a la maduración de la "co­nexión americana" para que el "Seminario Menéndez Pidal" pudiera iniciar ese proyecto.
      También por entonces, durante mi estancia en España en el curso 1973-74, hice un descubri­miento acerca de la pervivencia del Romancero en la tradición oral que abría nuevas perspectivas a la investigación: al escuchar cantar a Antonio Mairena, en La gran historia del cante gitano-anda­luz, una versión del romance de El conde Sol (= La condesita) 91, comprobé que no había sido, se­gún todos creíamos, una superchería de Estébanez Calderón, "El Solitario", la reconstrucción que hizo (en una de sus Escenas andaluzas) del ambiente en que, entre la gitanería de Triana, decía ha­ber oído cantar ese romance. En efecto, el texto grabado a Mairena en un disco de "Columbia" no se basaba en la versión que, revestida de ropaje retórico romántico, fue publicada en el siglo XIX, sino en la que en verdad oyó cantar "El Solitario" al gitano apodado "El Planeta" por los años de 1824 ó 1838, versión que, con escasas variantes, evidentemente permanecía aún viva en la tradi­ción de los Puertos siglo y medio más tarde, habiendo sido transmitida de generación en genera­ción por los cantores de corridos y alboreas hasta llegar al conocimiento de Mairena92. ¡La existen­cia de un «romancero gitano» era, pues, una realidad, al margen de su leyenda literaria!

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

77 Acerca de las cuales informaron en el propio co­loquio J. H. Silverman, "Hacia un gran Romancero sefardí", y J. B. Purcell, "Sobre o Romanceiro portu­guês: Continental, insular e trasatlântico", pp. 31-38 y 85-94, respectivamente, de El Romancero en la tra­dición oral moderna (1973).

78 D. Catalán, "El Archivo Menéndez Pidal y la exploración del Romancero castellano, catalán y galle­go", en El Romancero en la tradición oral moderna (1973), pp. 85-94: pp. 92-94.

79 D. Catalán, "El romancero de tradición oral en el último cuarto del siglo XX", en El Romancero hoy: Nuevas fronteras (1979), pp. 217-256: p. 226.

80 En esta frase hacía yo referencia a la observación con que A. Sánchez Romeralo había abierto en 1977 un nuevo Simposio sobre el Romancero. Sánchez Ro­meralo, después de recordar que, desde los comienzos de la recolección moderna del romancero se daba por casi extinta la tradición, decidió parodiar la famosa ré­plica de don Juan Tenorio a don Luis Mejía subra­yando: "Ante tan antiguos y repetidos lamentos, uno se siente tentado a decirle a los lamentadores: Los muertos que vos matáis / gozan de buena salud". No obstante, a continuación, hubo de admitir, con me­nos optimismo: "Sin embargo, es indudable que la sa­lud de la tradición oral no es buena (...)" (véase El Ro­mancero hoy: Nuevas fronteras, 1979, p. 16).

81  El 2-II-1973 Cid me escribió a California expli­cándome las razones que tenía para querer trabajar en el "Romancero Menéndez Pidal": "Mientras fui pro­fesor en el «Estudio» oí algunas veces a su madre dolerse del poco interés oficial en el Romancero Me­néndez Pidal; ahora, a la vuelta del Sahara, he habla­do con ella y con el profesor Lapesa sobre si había po­sibilidad de trabajar o colaborar de alguna manera en el Seminario, ambos me han respondido afirmativa­mente (...), pero D. Rafael me sugirió que me diri­giera a Vd. personalmente. / Al volver del servicio militar me encontré con todos los cursos empezados (...). Por ello (...) podría aplicarme con bastante de­dicación —que podría ser total— a los trabajos del Romancero, durante el plazo que fuera conveniente. Jimena me habló de una posible subvención en trá­mite para los trabajos del Seminario, pero el interés que tengo está al margen y me gustaría trabajar aun sin remuneración ninguna".

82 J. A. Cid, "Romances en Garganta la Olla (Ma­teriales y notas de excursión)", RDyTP, XXX (1974), 467-527.

83  En el contexto de un curso de doctorado, con validez simultánea en la Universidad de Madrid y en la University of California-San Diego, sobre "Métodos de investigación y análisis sobre el Romancero".

84  D. Catalán, "El romancero de tradición oral en el último cuarto del siglo XX", en El Romancero hoy: Nuevas fronteras (1979), p. 227.

85 La informante se negó a decir su nombre. Sobre este hallazgo de Romero, véase lo que digo en el artí­culo citado de El Romancero hoy: Nuevas fronteras (1979), pp. 229-232.

86 RTLH, IX, Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1978. Con la colaboración de A. Valenciano y también de T. Lee y de A. M. Taylor, S. Martínez de Pinillos, A. Bora, P. Montero y A. Carreira.

87  "El Valle de Alcudia, encrucijada del Romance­ro", en El Romancero hoy: Nuevas fronteras (1979), pp. 267-279: p. 276.

88 Según apreciación de Cid, fueron "especialmente valiosas las colecciones reunidas por Miguel Naveros, en Almería, y por Elisa Martínez Garrido, en Santander y Ávila" (en El Romancero hoy: Nuevas fronteras, 1979, p. 299, n. 19).

89 Carolina Geijo Alonso había ya contribuido de joven, como informante privilegiada sobre tradiciones maragatas, al Cancionero leonés (Madrid: Proa, 1941) de Mariano Domínguez Berrueta.

90 Cid, que acudió prontamente a reentrevistar a Ca­rolina Geijo (y a su hija Dolores Fernández Geijo) el 7 de Setiembre de aquel mismo año, estudió las versio­nes, en el contexto de las restantes que del romance se conocen (tanto del s. XVI, como de los siglos XIX y XX), en "Recolección moderna y teoría de la transmi­sión oral: El traidor Marquillos, cuatro siglos de vida latente", artículo publicado en El Romancero hoy: Nue­vas fronteras (1979), pp. 283-359. En las pp. 236-239 de ese mismo volumen comento, por mi parte, el valor del texto tan inesperadamente descubierto. Espléndidas fotos de Carolina (y de su hermana Antonia) pueden verse entre las pp. 352 y 353 de la misma publicación.

91  "Columbia" MCE 814/816.

92 Algún tiempo después de hacer aquel "descubri­miento", recordé la impresión entonces recibida (en D. Catalán, "El romancero de tradición oral en el último cuarto del siglo XX" en El Romancero hoy, I: Nuevas fronteras, 1979, pp. 217-256: pp. 234-235), diciendo: "Cuál sería mi sorpresa al escuchar (...) en un disco de Antonio Mairena acompañado a la guitarra por Niño Ricardo y por   Melchor de Mairena, el canto del romance del Conde Sol entre soleares, siguiriyas, bulerías y tientos; y, lo más increíble, el oír que Mairena canta­ba una versión casi idéntica a la recogida por Estébanez Calderón en 1825, pero desprovista de los impertinen­tes retoques de «El Solitario» (...) ¡Mi reconstrucción en 1971 [en RTLH, III, pp. 219-220, num. V.245] de lo que debió oír en 1825 Estébanez resultaba plenamente confirmada!". Cuando escribí estas palabras, aún igno­raba cómo Mairena conoció el romance. En realidad, lo había recibido, no por tradición interna dentro de la comunidad gitana, sino a través de un "payo" estudio­so del Romancero: su versión procedía del repertorio romancístico del gitano Miguel Niño "El Bengala", a quien Luis Suárez Ávila se la había recogido en 1958, pero fue Luis Suárez quien se la facilitó a Antonio Mai­rena en 1966 y no "el Bengala" ni una gitana que "le cortó las uñas" como llegaría a afirmar.

LÁMINAS

Cubierta del catálogo, en tres volúmenes, elaborado por S. G. Armistead, sobre los fondos sefardíes del Ar­chivo del Romancero.

Portada de los volúmenes IV, V y VI de la serie "Fuentes para el estudio del Romancero, serie sefar­dí" (F.E.R.S.)





El Maestrazgo se había vaciado de hombres y mujeres en edad de trabajar. Emigrados a Europa, habían dejado en su tierra a los niños con los abuelos. Era un triste panorama el del campo. ¿Se oían en aquellos pueblos en ruina las últimas voces de una tradición en vías de extinción?.
Cantavieja, donde logramos recoger una versión del
Conde Niño con motivos adicionados de La enamo­rada de un muerto (Marzo 1973).

El hallazgo, poco menos que fortuito, en La Maragatería, el año 1975, del romance de Marquillos, "desaparecido" de la tradición castellana en el s. XVI, fue un aldabonazo en la labor del Semi­nario Menéndez Pidal: ¡La recolección de romances era más urgente e importante que la publicación de los materiales del Archivo!.
Carolina Geijo, can­tora de
Marquillos, laborando en la de­vanadora del telar familiar (foto Joa­quín Amestoy).

Carolina y Antonia Geijo, naturales de Val de San Lorenzo, Maragatería, León (foto Joaquín Amestoy).

Carolina Geijo y su hija Dolores Fernández Geijo en 1978 (foto Concepción Casado).

Versión de Marquillos cantada por Carolina Geijo en Marzo de 1975.

Pliego suelto del s. XVI (de la Biblioteca universitaria de Praga) en que se publicó Marquillos "un roman­ce muy antiguo".

La versión de El conde Sol (= La Condesita) que Estébanez Calderón decía haber oído cantar a “El Planeta" en 1824 ó 1838 sólo nos era conocida aderezada con las invenciones románticas de "El Solitario"y de Agustín Duran; pero en 1958 seguía cantándose en su forma auténtica por los gitanos de El  Puerto. En 1974 una antología del canto flamenco me puso en la pista, del auténtico "romancero gitano": ¡Gracias al canto de Antonio Mairena se me hizo patente que el "Baile en Triana" de Estébanez fue un suceso real! (y no así las supuestas tradiciones "moriscas" de la Serranía de Ronda).
Mairena aprendió los romances de una grabación hecha por Luis Suárez (en 1958) a "El Bengala", gitano de El Puerto que conocía
El conde Sol (= La condesita) y Gerineldo por tradición oral, libre de los aderezos románticos con que "El Solitario" y Agustín Duran los sirvieron en sus días.
Portada de
Baile en Triana donde se halla ambientado el canto de El conde Sol  por "El Planeta”  

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

 

 

4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975.

4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA "CONEXIÓN AMERICANA", NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      La definitiva institucionalización del "Seminario Menéndez Pidal", como un Centro de in­vestigación y de enseñanza superior en la Universidad de Madrid, mediante su inclusión en el Presupuesto General de la Universidad llegó a producirse en el año de 1972, diecisiete años más tarde de lo previsto en la Orden Ministerial fundacional de 1954; y no se produjo porque en los medios intelectuales españoles o en los gubernativos se reconociera el valor e interés de la labor que en él se había realizado34, sino como consecuencia lateral de un proceso de internacionalización de sus actividades. Cuando en 1970 me esforzaba en interesar a los organismos oficiales españoles encargados de velar por la cultura nacional por el mantenimiento de la "Cátedra-Se­minario" se me había dejado saber que "nadie desea resucitar muertos"35. Hubo, pues, que de­mostrar a los poderes públicos que el centro de investigación y de enseñanza superior concebi­do en vida de Ramón Menéndez Pidal tenía vida propia después de la muerte del maestro, a pesar de la satisfacción con que tirios y troyanos se aprestaban a asistir a su entierro. Se impo­nía, por tanto, buscar fuera de España, las razones para que en ella se concediera existencia a la " Cátedra-Seminario".
      Durante el Otoño de 1970, mientras Rafael Lapesa, desde Madrid, y yo, desde San Diego, buscábamos "nuevos caminos" por donde la "Cátedra-Seminario" pudiera "ir tirando"36, la cir­cunstancia, a primera vista negativa, de que yo hubiera ido a parar, invitado por un curso, a una Universidad cuya organización me colocaba fuera del "hispanismo" académico vino a hacer po­sible el idear un proyecto innovativo de carácter educacional que, como de paso, ayudara a dar presencia internacional al "Archivo filológico Menéndez Pidal" y a la "Cátedra-Seminario" de la Universidad Complutense de Madrid. El 30 de Noviembre de 1970 así se lo exponía a Rafael Lapesa:

    "Inesperadamente, mi estancia aquí en un campus sin departamento de español, ni de len­guas románicas, ni de nada semejante, me ha puesto en relación con un grupo de profesores más dados a explorar nuevas concepciones del quehacer universitario que los colegas más afi­nes. De resultas, he hecho —a su petición— un proyecto referente a la posible colaboración de la CSMP con un organismo, de nueva creación, de este campus (UCSD), llamado algo así como «Centro de Estudios Medievales Hispánicos». La idea central es que el CEMH de la UCSD y la CSMP organicen conjuntamente un Programa de estudios post-graduados con seminarios de investigación y workshops en que se aprenderían métodos de investigación y se realizarían trabajos en equipo o individuales. La UCSD sostendría al Director, a un sénior researcher y a varios (¿3?) assistant researchers capaces de dirigir la labor de un grupo de estu­diantes; más una secretaria. Adicionalmente, daría unas cantidades para fotos, micros, xerox, etc. y materiales, y proporcionaría una máquina de escribir y un lector de microfilm (...). El Programa, tal como lo he concebido, garantizaría, pase lo que pase con las subvenciones es­pañolas, la continuidad de las investigaciones y publicaciones de la CSMP y nos permitiría imprimir un nuevo ritmo a la tarea de editar el Romancero y demás «materiales» de R[amón] M[enéndez] P[idal] sin disminuir el rigor de los trabajos. Estoy seguro del apoyo y del entu­siasmo del departamento de literatura en conjunto, así como del interés del canciller".

Para Diciembre ya estaba diseñado el proyecto en forma de una "Preliminary proposal for setting up a longterm arrangement between the University of California, San Diego, and the Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal of the University of Madrid. Spain", cuya razón de ser, desde mi personal perspectiva, expuse ante Rafael Lapesa como nuevo Director de la Cátedra-Semi­nario Menéndez Pidal (carta del 7-XII-1970):

    "Las amargas lecciones de estos últimos años me han convencido de que, si quiero alcan­zar los objetivos esenciales, debo apoyarme sobre las bases firmes con que cuento y nunca arriesgar lo cierto por lo dudoso. Mi propósito fundamental debe ser lograr establecer una es­tructura que haga posible convertir en letra impresa, perdurable, los «documentos» y trabajos más importantes de la «herencia intelectual» de R[amón] M[enéndez] P[idal] en un plazo re­lativamente breve y con el debido rigor filológico. Aparte de la «voluntad» de R[amón] M[enéndez] P[idal] (expresada en su testamento) y de mi «amor» a su obra, me obliga a rea­lizar la empresa el valor objetivo de los documentos (basta pensar en el Romancero) y el te­mor a que cualquier circunstancia haga posible su irreparable pérdida. Esta tarea no puede hacerla un hombre solo; sobre todo si el editor, como es mi caso, no se resigna a perder su li­bertad de investigador autónomo. Visto el fracaso de los esfuerzos dirigidos a conseguir la in­clusión de la Cfátedra] S[eminario] M[enéndez] P[idal] en el presupuesto general de la Uni­versidad (esto es, el reconocimiento de su existencia por el Ministerio de Hacienda) y el escaso progreso de los planes elaborados en cumplimiento de la voluntad de R[amón] M[enéndez] P[idal] en lo tocante a institucionalización de su Biblioteca, me parece claro que las únicas bases firmes existentes para organizar una estructura capaz de recoger y desarrollar la «heren­cia intelectual» de R[amón] M[enéndez] P[idal] en la forma requerida son, por el momento, dos: los materiales mismos o «Archivo filológico» de R[amón] M[enéndez] P[idal] y la exce­lente organización «en el papel» de la CSMP. El reconocimiento de esta realidad es lo que me ha movido a dar forma a esta propuesta, procurando afirmar el edificio sobre dos pilares (los documentos a mi cargo y en mi custodia, y mi posición de Director de Investigaciones de la CSMP) que, en última instancia, se reúnen en uno solo: mi voluntad de llevar a término la empresa de hacer públicos los «frutos tardíos» de la cosecha de R[amón] M[enéndez] P[idal]".

      Además, en esa carta le hice una "apasionada defensa de mi «Preliminary Proposal»" (aunque solicitase respecto a ella "una abierta crítica de cuanto en ella le parezca objetable"):

    "Dado que en el documento se detallan las «advantages accruing to the University of Ca­lifornia», bueno será que, por delante, le exponga a Vd. las «ventajas» (...) para la C[átedra] S[eminario] M[enéndez] P[idal] (...).
    Ante todo, garantiza su continuidad en unos momentos en que el lápiz rojo de un oficial administrativo español y el desinterés de las autoridades nos han borrado económicamente del panorama cultural nacional. Además nos asegura el sostenimiento de una estructura de investigadores permanentes (a varios niveles) radicados en Madrid, decentemente pagados, capaz por sí sola de sostener un ritmo de trabajo más eficiente que el que nunca hemos teni­do. La presencia constante, al frente de los trabajos, de un Director plenamente dedicado a la Cátedra-Seminario (yo mismo) o de un substituto (Silverman37, Sánchez Romeralo) elimina  otro de los graves males de la CSMP, la ausencia de un «jefe» durante largos periodos. El «pro­grama», al permitir a la CSMP organizar seminarios formativos para estudiantes y jóvenes in­vestigadores, nos convierte en un verdadero centro «universitario», proyectado hacia el futu­ro. En fin, hace posible empezar, por primera vez, a organizar el centro previsto en la Orden fundacional y proyectado en el Reglamento".

Pero, entre tanto, la situación en Madrid de esa "Cátedra-Seminario’’ sobre la cual se basaba el proyecto, era cada vez más crítica, como yo mismo reconocía el 5 de Febrero de 1971, ante las noticias que me transmitía Lapesa:

    "La sangría para nuestro capital de publicaciones que supone el pagar por nuestra cuenta el personal de la Cátedra-Seminario es insostenible (...); los escasos colaboradores con que aún contamos están perdiendo la fe en el futuro de la Cátedra-Seminario (...). Objetivamente, lo que se imponía es el cierre por defunción. Sin embargo, personalmente no puedo confor­marme con esa fácil salida (...), creo que somos «algo». El caso es convencer a los que tienen las cuerdas de la bolsa (...).
      Mi desesperación ante la inutilidad de los esfuerzos por incluir la Cátedra-Seminario en el presupuesto general de la Universidad, en 1968, 69 y 70, me llevó a intentar jugar mi única carta personal: la de mi «valor» en el mercado universitario americano. Por eso decidí ligar mi destino al de la Cátedra-Seminario, y puse como condición, para aceptar un nuevo puesto38, el que la Universidad contratante se interese por el futuro de la Cátedra-Seminario. Los tiem­pos que corren (bajo la éjida de los Nixones, Agnews, Reaganes y la mayoría silenciosa —oja­lá lo fuera—) no son muy favorables para hacer planes que no sean de reducción de gastos, personal, etc., en las Universidades. Así y todo, aquí lo han tomado con un máximo de inte­rés39. No me puedo quejar".

      El cambio de actitud de las autoridades gubernativas españolas40 vino de la mano del interés mostrado por "Del Amo Foundation" en las realizaciones y proyectos del "Seminario" en colaboración con el "Literature Department" de la University of California, San Diego, interés que cristalizó en la concesión a este Departamento no estrictamente hispánico de un grant específi­camente destinado

    "a la creación de un Center for Híspanic Studies, afiliado a la Cátedra-Seminario Menéndez Pídalos la Universidad de Madrid, bajo la dirección del profesor Diego Catalán"41.

Los planes de creación de ese Centro ("Center for Iberian and Latin-American Studies", CILAS), concebido como una Organized Research Unit de la University of California de ampli­tud mucho mayor que la por mí inicialmente propuesta42, fueron lo que hizo posible que el 25 de Julio de 197143 el Rector José Botella Llusiá de la Universidad de Madrid se comprometiera a transformar la situación del "Seminario Menéndez Pida!", seguro del apoyo ministerial:

    "Hasta ahora, el Rectorado de la Universidad de Madrid debe confesar que ha podido ayu­dar muy poco eficazmente a la Cátedra-Seminario Menéndez Pida!. No es hora de triunfalismos (...). Pero lo que sí puedo decir es que, en cuanto de mí dependa, en todo lo que requiera el es­fuerzo del Rector y de los Decanos de la Facultades, la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal con­tará con un apoyo firme y decidido para que pueda alcanzar una plenitud de desarrollo"44.

      Esta "conexión americana", que en 1972 vendría, finalmente45, a dar oxígeno al hasta enton­ces infradotado "Seminario Menéndez Pidal", supuso, al mismo tiempo, una incorporación, a los trabajos de investigación sobre el Romancero, tanto de personas foráneas, como de nuevas formas de hacer públicos los materiales del "Archivo", de explorar la tradición oral pan-hispáni­ca y de abordar el examen de las peculiaridades artísticas de la poesía de transmisión oral.
      Ya durante mi estancia, como profesor permanente, en la University of Wisconsin, Madison, había tratado de interesar a estudiantes americanos de post-grado en las investigaciones sobre el Romancero46. Fue allí donde en 1969, en un seminario graduado desarrollado en circunstancias excepcionales47, probé por primera vez el aplicar métodos cuantitativos a conjuntos de roman­ces, con el fin de descubrir en ellos "tendencias" estilísticas significativas. El estudio, realizado con la colaboración de cuatro estudiantes48, de 383 versiones de 18 romances distintos ("erudi­tos" y "tradicionales") procedentes de las colecciones del s. XVI y de la tradición oral moderna de ocho grandes áreas (comunidades judías de Oriente; comunidades judías de Marruecos; Ca­taluña; Canarias; Sur de España; Norte de España; América española; Portugal) reveló cambios estructurales llamativos vinculados al tiempo (descubiertos al observar contrastes entre textos antiguos y modernos) y al espacio (manifestados por las diferencias entre unas y otras de las ocho áreas geográficas en que clasificamos los textos de la tradición oral moderna)49. Estos resultados me llevaron a insistir en 1970 en los análisis estadísticos, aplicándolos a otros corpora de ro­mances, en otro seminario graduado, esta vez en la University of California, San Diego, a la cual me había trasladado; y, a raíz de esa nueva experiencia50, esbocé un programa de análisis de la estructura de los romances tradicionales con ayuda de una "computadora" electrónica51:

    "El propósito del nuevo programa era, por un lado, descubrir la «lengua» (o sistema de co­municación poética) del romancero; por otro, examinar cómo se reproducen los poemas, esto es, comparar las «estructuras» genéticamente emparentadas y tratar de descubrir en qué con­siste la interacción de la herencia y el ambiente"52.

Ese "programa"53 fue aplicado en 1971-1973 en el campus de San Diego al conjunto de versiones de La condesita existente en el "Archivo Menéndez Pidal", que la publicación de los volúmenes IV y V del Romancero tradicional de las lenguas hispánicas había hecho fácilmente accesibles54.
      En el "Primer Coloquio Internacional del Romancero" de 1971, al presentar públicamente "El nuevo programa de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal"55 anuncié la creación de una serie de Laboratorios de Investigación Humanística "con objeto de coordinar los proyectos colectivos e in­dividuales de investigación" y la organización, además, de "unos seminarios o talleres de investi­gación destinados a preparar nuevos investigadores", y señalé como plazo para el establecimiento de los dos primeros laboratorios y del primer seminario de introducción a la investigación el in­mediato año de 1972. Como muestra de la actividad futura aducía el propio coloquio:

      "Organizado gracias al apoyo de la Fundación Del Amo y del Office of Gradúate Studies and Research de la U[niversity of] C[alifornia], S[an] D[iego], y deudor al Rectorado de la Universidad de Madrid por su generosa hospitalidad, reúne entre sus participantes a investi­gadores de la Cátedra-Seminario, de la Universidad de Madrid y de la Universidad de Ovie­do, junto a especialistas de las Universidades de California, Harvard, Wisconsin, Pennsylvania y Pisa, así como de la Biblioteca nacional de Río de Janeiro y sienta en torno a una mesa a Catedráticos y Profesores que han trabajado reiteradamente en este campo de investigación y a jóvenes doctorandos que comienzan a descubrir, en ese inmenso campo del Romancero tradicional, provincias ignotas".

Con este retórico pasaje traté ya entonces de llamar la atención hacia lo que iba a constituir la justificación de la presencia de fondos americanos en los proyectos del "Seminario Menéndez Pida!" respecto al Romancero: la participación en las investigaciones de estudiantes graduados cuya formación especializada podía atraer el apoyo de los programas universitarios de educación "en el extranjero".
      El "International Menéndez Pidal Program in Madrid", diseñado para 1972-73, hubo de re­trasarse56 hasta 1973-74, ya que para la definitiva institucionalización del Programa en la University of California fue preciso obtener 10 becas extra-murales que garantizaran la presencia en Madrid de otros tantos estudiantes graduados procedentes de la University of California57. Pero, en aquel año, los fondos documentales del "Archivo Menéndez Pidal / Goyri" del Romancero se convirtieron, a través de la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" de la Universidad de Ma­drid, en materiales de investigación de nueve (de aquellos diez) estudiantes graduados becados58, de diversas nacionalidades y etnias, procedentes de la University of California, San Diego, los cuales vinieron a colaborar con investigadores becarios de la Universidad de Madrid que pre­viamente trabajaban en el campo del Romancero59. La University of California permitió que mis actividades de enseñanza e investigación se desarrollaran ese curso en Madrid. Los estu­diantes de California, a la vez que seguían clases teóricas, colaboraban en la preparación para la imprenta de diversos corpora romancísticos con el fin de que se publicaran en la serie del Ro­mancero tradicional de las lenguas hispánicas. La experiencia llamó la atención de un reportero del "International Herald Tribune", Jeffrey Jones, quien el 16 de Abril de 1974, después de en­trevistarse conmigo en la que fue casa de Ramón Menéndez Pidal en la Cuesta del Zarzal, pu­blicó en ese periódico euro-americano un reportaje (en 5 columnas), titulado "A salvage operation for tradicional songs of Spain", acerca del "Archivo del Romancero" y de cómo en él se trabajaba. Los equipos editores fueron aquel curso organizados en la siguiente manera:

    "[Meléndez] Hayes: a cargo del volumen de El caballero burlado y La Infantina, temas baladísticos sobre los que versa su tesis doctoral [en elaboración].
    Catarella y Rodríguez: preparan para su publicación los cientos de versiones (procedentes de la tradición portuguesa, castellana, catalana y latino-americana) del romance referente a la metamorfosis de dos amantes (El Conde Niño).
    Lamb y Phipps: estudian el romance, villancico y glosas de los siglos XV a XVII de La Dama y el Pastor, una pastorela con inversión de papeles, y sus derivaciones modernas sefar­díes, latino-americanas y españolas.
    Pazmany, con la ayuda de Cid, y Nelson y Romero (un equipo doble): compilan y editan dos volúmenes del romance de Gerineldo, supuestamente basado en la leyenda de los amores de Eghinard y la hija de Carlomagno;
    Lee, con la ayuda de Valenciano: trabajan en la conclusión del Romancero rústico.
    El Profesor Sánchez Romeralo (University of California, Davis) y el profesor Hassán (Ins­tituto de Estudios Sefardíes) colaboran activamente en el Programa, ayudando en la elabora­ción de los temas y en la bibliografía del Romancero rústico y sobre la literatura y lengua ju-deo española, respectivamente"60.

La colaboración de Antonio Sánchez Romeralo al Romancero tradicional de las lenguas hispáni­cas, encargándose del volumen titulado Romancero rústico, venía de tiempo atrás y había sido ya anunciada por mí al dar noticia pública, en 1971, de "Las obras futuras de Menéndez Pida!"61. También colaboró, a distancia, en la compilación de los corpora romancísticos, S. G. Armistead. Sirva de ejemplo la cita de una de sus cartas (20-XI-1973):

    "Me acaba de escribir Tina Phipps que estáis haciendo «La dama y el pastor». Si el tomo ha de incluir también El villano vil, os podemos ofrecer las 9 versiones de Rodas, 1 de Már­mara y 1 de Plovdiv en nuestra colección. También tengo una peninsular de Arroyo de la Luz (Cáceres) que no he transcrito aún. No sé cómo es. En la misma condición está otra de Tetuán (no sé cómo será). De La gentil dama y el rústico pastor nunca logramos recoger nada de la tradición. Hay una buena versión ms. sin localizar en la colección] Mi[l]witzky y otra es­pléndida, recogida por Luria en Monastir, que en este momento editamos para The American Sephardí.
    Aquí te envío dos versiones de La partida del esposo contaminado con La vuelta del mari­do (é) que se podrían incluir en el tomo VI, si te parece. Una fue recogida por D. Américo [Castro] en Marruecos (no sé si en Tetuán o posiblemente en Xauen o en Larache; siempre me ha sido imposible averiguarlo; nunca pude aclararlo con D. Américo; tampoco sabía nada de ello E. Giménez Caballero, quien estuvo con Castro en Marruecos y con quien pude ha­blar este verano pasado; lo más probable es que sea de Tetuán); la otra la recogió una gradúate studentmía cerca de Haifa en 1972.
    P. D. En la colección de Katz no hay ni Dama y pastor ni Villano vil (...). Lo que aquí anuncio te lo envío dentro de unos 10 días, pues Attias ha publicado] otra dama y pastor  y otra partida del esposo de Sarajevo (s. XVIII) muy interesantes. Te lo enviaré todo junto"62.

      Aunque los equipos de trabajo funcionaban, no era posible alcanzar todos los objetivos que me había propuesto, ya que, por otra parte, tenía que atender simultáneamente a la salida de las prensas de varias obras no romancísticas63. De ahí que, a mediados de Marzo de 1974, le escri­biera a Samuel Armistead:

    "Comprenderás que ande mal. El «Proyecto Romancero» me ocupa las mañanas de 8:45 a 3 y no doy a basto. Los tomos avanzan: el Gerineldo II (seguido de La Condesita] está para ir a la imprenta, casi; el Gerineldo I (simple) también cerca del final. La dama y el pastor muy maduro y también el Romancero rústico I (Loba parda + Malcasada del pastor + Yo regruñir). El Conde Niño crece y crece. El Cab[aller]o burlado - Infantina más lento —por estar escri­biendo su tesis la encargada—. Pero tengo que luchar para conseguir la ayuda del Centro de Cálculo de aquí (computadoras) y de IBM... Doy, además, —gratis— un Seminario de Doc­torado (para estudiantes españoles e hispanoamericanos) que, aunque conectado con lo que hago para los californianos, supone media tarde y una mañana...".

      Algunos de los corpora de romances en cuya edición laboraron aquel curso los graduados ca­lifornianos verían la luz en años más o menos próximos64; otros aún esperan turno para tener una forma definitiva.
      Después de mi regreso a La Jolla al comienzo del curso 1974-1975, varios de los graduados becarios permanecieron en la "Cátedra-Seminario" trabajando en la edición de corpora romancísticos; a ellos se habían sumado otros dedicados a ampliar los estudios de análisis textual con ayuda de ordenadores electrónicos que habíamos iniciado en la University of California, San Diego65. Estos becarios de 1974-1975 continuaron su trabajo hasta los últimos días de Agosto, por lo que, no sólo durante una breve estancia en Madrid entre Febrero y Marzo de 1975, sino cuando volví en Junio de 1975, aún tuve la posibilidad de asistir al cierre de sus actividades. Al analizar, para el "Programa de Cooperación Cultural entre España y los Estados Unidos", "en términos de producción", lo realizado en la "Cátedra-Seminario" por los equipos mixtos de la Universidad Complutense y de la "University of California, San Diego", pude presentar el 1 de Diciembre de 1975 unos resultados que, a primera vista, resultaban impresionantes:

    "1. Libros impresos:
    Romancero Tradicional,
VI: Gerineldo y la Infanta, I, 249 pp. Romancero Tradicional, VII: Gerineldo y la Infanta, II, 266 pp.
    2.  Libros en pruebas (últimas)
    Romancero Tradicional,
VIII: Gerineldo y la Condesita, III Romancero Tradicional, IX: Romancero rústico
    3.  Libros de próxima impresión (concluidos)
    El romancero judeo-español en el Archivo Menéndez Pidal (Catálogo-índice de romances y can­ciones),
3 volúmenes.
    Romancero judeo-español de Marruecos de Zarita Nahón. Romancero Tradicional,
X: La Serrana de la Vera y la Gallarda Romancero Tradicional, XI: La dama y el pastor. Romance, villancico, glosas.
    4.  Libros próximos a terminarse:
    Romancero Tradicional,
XII y XIII: La infanta seductora: Aliarda y Florencios; Claraniña y Claros.
    Romancero Tradicional,
XIV y XV: El Conde Niño: Triunfo del Amor sobre la Muerte.
    Romancero Tradicional,
XVI: El veneno de Moriana.
    Romancero Tradicional,
XVII: Romancero de Sansueña.
    Romancero Tradicional,
XVIII: Romances noticiosos de los Reyes Católicos.
    5. Libros en elaboración: Romances bíblicos Vengadoras de su honra El Prisionero y Fontefrida Romances raros novelescos Tres adúlteras del Romancero".

Estos últimos volúmenes "en elaboración" eran la materia de trabajo de un nuevo equipo de becarias que se había incorporado en 1975-1976, y que contaban de nuevo con mi presencia y guía, ya que, en ese nuevo curso se me había nuevamente permitido trasladar mi actividad docente des­de La Jolla a Madrid por un cuatrimestre66, "para preparar el relevo del equipo de becarios del «Pro­grama de Cooperación Cultural» y para atender a los problemas planteados por los trabajos que se realizan en los Laboratorios Humanísticos de la Cátedra-Seminario Menéndez Pida!"67.
      Aparte de la edición de los materiales del "Archivo del Romancero", ya he señalado que en 1974-1975 se había continuado en Madrid el proyecto de análisis textual con ayuda de orde­nadores electrónicos de las más de 600 versiones editadas del romance de La condesita. En esta área de actividad el informe del 1 de Diciembre de 1975 hacía notar:


    "Hasta los últimos días de agosto continuaron trabajando en Madrid las becarias SUZANNE PETERSEN y JEAN HARTMAN. Dificultades en la utilización de los ordenadores del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid nos obligaron a realizar los Programas más impor­tantes a última hora. Sin embargo, en los últimos días de funcionamiento del Centro se con­siguió llevar a cabo el Programa más complejo, que consistía en la elaboración de una estruc­tura «arquetípica» del romance representativa de cada región española, seguida de la comparación de cada uno de esos «arquetipos» regionales con el conjunto de las versiones de cada provincia y medición de la similitud encontrada y, finalmente, la trasposición de los da­tos a un mapa de España.
    La profesora Petersen presentó un trabajo titulado «Representación cartográfica de datos complejos mediante ordenador» en el «Coloquio sobre Utilización de ordenadores en pro­blemas de lingüística» (Madrid: Universidad Complutense, 21 a 23 de abril de 1975). En ese mismo «Coloquio» leí yo también otro informe titulado: «Análisis electrónico del mecanismo reproductivo de un sistema abierto: el modelo Romancero»"68.

      Aunque la edición de los materiales inéditos que desde tiempo atrás albergaba el "Archivo Me-néndez Pidal / Goyri" constituyera de por sí una tarea de difícil consecución, dados los miles de textos ya reunidos69, la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" no consideró el "Archivo" como una herencia documental cerrada, sino que se interesó en continuar incrementando la colección con nuevos fondos. El "Primer Coloquio Internacional sobre el Romancero Oral" fue ocasión para que se estrechara mi colaboración con los dos grandes exploradores vivientes de la tradición judeo-española, Samuel G. Armistead y J. H. Silverman. Su colección de romances sefardíes no sólo se estaba incrementando por medio de sus encuestas personales70, sino como consecuencia de su contacto con viejos coleccionistas judeo-españoles de romances y, también, de la prepara­ción de tesis de licenciatura y de doctorado por alumnos universitarios. La publicación de estos materiales "ajenos" preocupaba a los dos maestros y la "Cátedra-Seminario" se prestó a colabo­rar en la incorporación de esos fondos a la bibliografía textual del Romancero. En el informe de 1 de Diciembre de 1975, al tratar de los "libros de próxima impresión", se incluyen ya los cua­tro primeros volúmenes con que la "Cátedra-Seminario" iniciaría, no mucho después, su nueva serie de publicaciones titulada "Fuentes para el Estudio del Romancero: Serie sefardí"71, serie que acogió, en primer lugar, los tres de El romancero judeo-español en el Archivo Menéndez Pidal que venía preparando S. G. Armistead (1978), seguidos de uno en que se daban a conocer los textos reunidos por Zarita Nahón, de Tánger (1977); no mucho después, saldrían nuevos volúmenes con la colección de romances de Oriente recogida por Rina Benmayor en Los Angeles y Seattle (1979) y la recogida en Málaga por Oro Librowicz (1980)72. A causa de este compromiso de apoyo a las nuevas investigaciones sobre la tradición romancística judeo-española, estos textos últi­mamente llegados al "Archivo" vendrían a ver la luz antes que las grandes colecciones de Manri­que de Lara y Benoliel, que sus colectores habían esperado inútilmente ver publicadas en los pri­meros decenios del siglo. Para la impresión de varias de estas nuevas colecciones se pudo contar con ayudas de fundaciones de América (Estados Unidos, Canadá)73.
      Emulando la labor de recogida de romances entre los judeo-españoles emigrados al continen­te americano, otros jóvenes investigadores de los Estados Unidos, en relación discipular con S. G. Armistead, habían emprendido la exploración de la tradición romancística portuguesa entre los emigrantes luso-parlantes al continente americano, principalmente procedentes de las Islas Atlán­ticas. En el descubrimiento de este filón fue pionera Joanne B. Purcell, quien en 1967 recogió 60 versiones de veintitantos romances de los inmigrantes portugueses de San Joaquin Valley, en Ca­lifornia74. Esta experiencia impulsó a Joanne B. Purcell a extender sus investigaciones a las pro­pias islas y al Portugal continental, segura de que allí la tradición estaría más viva que entre los emigrantes. Una beca de la Fulbright-Hays Foundation le permitió realizar encuestas sistemáti­cas, durante 18 meses en los años 1969 y 1970, recorriendo todas las islas de los Archipiélagos portugueses de Açores y Madeira y, en Portugal, áreas del Alto Alentejo, Beira Baixa, Beira Alta y Trás-os-Montes cercanas a la frontera española. En el curso de estas encuestas, logró grabar unas 1.400 versiones de unos 70 romances distintos, resultados espléndidos de los cuales informó cumplidamente en Madrid en el "Coloquio" de 197175. Tras las huellas de Joanne B. Purcell, un hijo de emigrantes azorianos, Manuel da Costa Fontes, bajo la dirección de Arthur Askins, em­prendió en 1970-1972 la sistemática investigación del caudal romancístico transportado a Amé­rica por los emigrantes portugueses y, con el tiempo, llegaría a compilar excelentes colecciones de romances (y relaciones para-romancísticas) cantados en las comunidades portuguesas de "Cali­fornia", "Nova Inglaterra" y "O Canadá"76. Contando con la existencia de estos fondos inéditos, que venían a enriquecer los conocimientos acerca de la rama portuguesa del Romancero, tan des­cuidada por la erudición en Portugal, decidí tratar de poner en marcha en la "Cátedra-Semina­rio Menéndez Pida!" una serie, paralela a la sefardí, de "Fuentes para el estudio del Romancero: Serie luso-brasileira". En una "Memoria breve de las investigaciones realizadas en el trienio 1973-1976", elaborada al final del año académico 1975-1976, di ya noticia de este nuevo proyecto.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

34  Al celebrar, con un improvisado "1er Coloquio Internacional sobre el Romancero en la tradición oral moderna", patrocinado por el Rectorado de la Uni­versidad de Madrid, las nuevas posibilidades de desa­rrollo que a la "Cátedra-Seminario" al fin se le ofrecí­an, hice en 1972 inventario de lo que hasta aquella fecha se había conseguido realizar en unas condicio­nes de extrema precariedad presupuestaria: "La lenta estructuración de la Cátedra Seminario Menéndez Pi­dal y la irregularidad y parsimonia de las subvencio­nes estatales recibidas (en diecisiete años un total de tres millones escasos de pesetas) frenó en años pasados el desarrollo de todas esas actividades [que la orden fundacional de 1954 contemplaba]. El Seminario, primero, y la Cátedra-Seminario, después, concentra­ron sus pocos recursos en la tarea más urgente: la ela­boración de obras de investigación" ("El nuevo pro­grama de la C.S.M.P.", en El Romancero en la. tradición oral. 1er Coloquio Internacional, Ed. Catalán/Armistead, Madrid: Seminario Menéndez Pidal y Rectorado de la Universidad, 1973, p. 13). En efecto, durante esos diecisiete años, "el Seminario Menéndez Pidal logró publicar (además de un folleto conmemo­rativo del Centenario de Ramón Menéndez Pidal) 17 volúmenes en sus series de publicaciones sobre tres campos de actividad: la historiografía medieval, el ro­mancero pan-hispánico y la historia de la lengua es­pañola y sus lenguas o dialectos laterales (leonés y ara­gonés)" (Romancero e Historiografía medieval. Dos campos de la Literatura cultivados en el Seminario Me­néndez Pidal, Madrid: Fundación Ramón Areces y Fundación Ramón Menéndez Pidal, 1989, p. 14).

35 "Cuando el año pasado [recordé el 9-III-1971 a Lapesa desde La Jolla] intervino en nuestro favor Carlos Aguilera, comentó repetidas veces que «nadie desea resucitar muertos» y que, en vez de lamentar la escasa ayuda recibida, era preciso exagerar el apoyo recibido, juntamente con las realizaciones". Este cruel, pero perspicaz, consejo no fue la menor, pero tampoco la única, ayuda prestada a la "Cátedra-Se­minario" por Carlos Aguilera Siller. Sus gestiones en las repetidas crisis por las que había pasado la "Cáte­dra-Seminario Menéndez Pidal" y seguiría pasando a lo largo de los años 70 me haría comentar con Jimena Menéndez Pidal en una de aquellas críticas co­yunturas (30-X-1974): "Vamos a ver si salimos del trance, gracias a lo amable, cariñoso y eficaz que es Aguilera. Sin él, habría muerto varias veces el «Semi­nario»".

36 Rafael Lapesa, tras ser nombrado el 5-XI-1970 Director de la Cátedra-Seminario, trató de que se in­cluyera para ella un presupuesto de investigación en el capítulo de la ayuda americana concertada en el nue­vo convenio sobre las bases militares destinado a la in­vestigación y visitó con este propósito al nuevo Sub­director General de Universidades Fernando Arias Salgado (según me comunicó en carta del 21-XI-1970); por mi parte (30-XI-1970), le sugería que "si nos vernos forzados a vivir autárquicamente, la única forma de autofinanciación sería el simultanear las publicaciones no comerciales y otras que nos ayudaran a crear un capital: ediciones «universitarias», antologías de crítica, etc".

37 Las cartas de apoyo que J. H. Silverman escribió en Mayo de 1970 y Enero de 1971 a R. C. Elliott, chairman del "Department of Literature" de la Uni­versity of California, San Diego, fueron en términos  tan ponderativos, de mi personalidad científica y del proyecto, que prefiero no citarlas.

38 Durante aquel curso en que estuve como profe­sor visitante en la University of California, San Die­go, renuncié a mi posición en Wisconsin y acepté un nuevo puesto permanente en California.

39  "Mi aspiración inicial aquí [le explicaría a Lape­sa el 9-III-1971] ha sido lograr que, como un mínimo, la U[niversity of] C[alifornia] S[an] D[iego] sos­tenga el  equipo  reducido  que hoy existe  en la «C[átedra] S[eminario] M[enéndez] P[idal]», más mis idas a Madrid. El propósito es garantizar que, pase lo que pase con las gestiones realizadas en Madrid, la «CSMP» no se muera". Este objetivo inicial había sido ya logrado mediante la concesión por el "Office of Graduate Studies and Research" (gracias a su Dean Roy H. Pearce) de $ 12.000 como "seed money" (’di­nero seminal’) para la colaboración del futuro "Center for Iberian and Latín American Studies" que íba­mos a crear en La Jolla y la "Cátedra-Seminario" en Madrid; aportación que me había permitido solicitar del "National Endowment for the Humanities" en Washington una ayuda complementaria para el pro­yecto (según notifiqué a Lapesa el 5-II-1971) y soste­ner económicamente a los becarios que no habían de­sertado de la depauperada Cátedra-Seminario.

40 En mi calidad de "Secretario ejecutivo de la Junta ejecutiva permanente de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal de la Universidad de Madrid" el 9-III-1971 remití a Jóse Botella Llusiá un oficio, acompa­ñado de la documentación pertinente, para que "como Presidente del Patronato de Gobierno de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal y como Rector de la Uni­versidad de Madrid, informe al Ministerio de Educa­ción y Ciencia" del estado de las negociaciones por mí realizadas con la University of California, San Diego; la documentación adjunta incluía la "Project description" del plan de colaboración aprobado por el Depar­tamento de Literatura de la University of California, San Diego, junto con un detallado "Plan de trabajos" de los Laboratorios humanísticos. En la carta que anunciaba ese oficio, le argumentaba: "Yo he hecho aquí todo lo que estaba a mi alcance para convencer a las autoridades universitarias (que, naturalmente, no son «hispanistas») del interés de un programa de colaboración semejante. Ahora espero que las autori­dades españolas de quienes depende la existencia eco­nómica de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal permitan a la Cátedra-Seminario gozar de la estabili­dad requerida para lanzarse a cerrar los tratos con la University of California". El Rector Botella remitió fotocopia de lo por mí enviado al Ministro Villar Palasí recordándole que "al fin y al cabo, la iniciativa de la creación de esta Cátedra la tomaste tú. Es una obra tuya". Por mi parte, el 10-III-1971 escribí directa­mente al Ministro Villar Palasí, explicándole los pla­nes. El 21-III-1971 comuniqué, esperanzado, a Lapesa: "El tono de la carta [que me remitió el Rector] me hace pensar que esta vez va de veras". En vista de esa impresión favorable, continué las negociaciones en California, y, el 29-111-1971, pude anunciar al Rector y al Ministro de Educación y Ciencia el pró­ximo envío de una carta oficial sobre el tema por el Canciller del Campus de San Diego. La carta del "Acting Chancellor" Herbert E York al Rector José Botella Llusiá fue, efectivamente, enviada el 5-IV-1971 (de esta carta remití, por mi parte, copia al Mi­nistro Villar Palasí el día 19).

41 La decisión del "Board of Advisors" de "Del Amo Foundation" fue tomada el 21-IV-1971 y co­municada el 28 a R. C. Elliott, Chairman del "De­partment of Literature" de la University of Califor­nia, San Diego. Traduzco el párrafo del inglés. Sólo los $ 20.000 de "Del Amo" dieron peso a la carta que anteriormente había escrito el Acting Chancellor de la University of California, San Diego (Herbert E York), al Rector de la Universidad de Madrid (José Botella Llusiá), el 4 de Abril de 1971, acerca de los planes de creación de un "Center for Iberian and La-tin American Studies" que colaborara estrechamente con la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" y con "El Colegio de México". Según me escribió Rafael Lapesa (26-V-1971): "Ayer hablé largamente con el Rector de aquí (...). Le pregunté si había contestado la carta que el 5 de abril le dirigió el Acting Chan­cellor de la UCSD; se sorprendió, pidió antece­dentes, y resultó que la carta, recibida a su debido tiempo, estaba todavía sin respuesta. Explicación: el Rector había escrito inmediatamente al Ministro para que éste dotase la Cátedra-Seminario; respuesta evasiva del Ministro; nueva carta del Rector, insis­tiendo; silencio del Ministro (...). Que escribirá in­mediatamente a Mr. York para expresarle la satisfac­ción y buen deseo de la Universidad de Madrid respecto al proyecto. Le hizo efecto el saber que la Fundación del Amo da 20.000 $ para iniciarlo, y me aseguró que haría gestión directa con el Subsecretario (Hochleitner) para que presione (...)". Para esas fe­chas, Botella ya había recibido una carta mía del 17-V-1971 en que le informaba de la ayuda de Del Amo Foundation y otras novedades, a la vez que me que­jaba del silencio español, ya que el 27-V-1971 se apresuró a escribirme: "Su carta del 17 de mayo me produce gran alegría por las magníficas ayudas que está recibiendo allí, al mismo tiempo que me da un poco de vergüenza de que aquí el Ministerio no nos haya ayudado económicamente en los mismos térmi­nos que los americanos lo han hecho. No obstante, toda la documentación que Vd. me envía, me servirá para apoyar más firmemente mis demandas". Cfr. las pp. 3-17 y la n. 19 de El Romancero en la tradición oral moderna. 1er Coloquio Internacional, ed. D. Cata­lán y S. G. Armistead, con la colaboración de A. Sán­chez Romeralo, Madrid: Seminario Menéndez Pidal y Rectorado de la Universidad Complutense, 1973.

42 La "ORU", cuya propuesta oficial fue presenta­da el 13 de Abril de 1971, tardaría algún tiempo en ser reconocida por los Regents de la University of Ca­lifornia; pero, en espera de esa aprobación, el Campus de San Diego inició las actividades del proyectado "Center" y ya el 9-V-1971 la prensa ("San Diego Union Tribune") daba amplia noticia del Centro y sus proyectos. Para el reconocimiento de la "ORU" fue preciso contar con el apoyo del "Educational Abroad Program" de la University of California y, por lo tanto, del profesorado de otros campus. Entre Mayo y Octubre de 1971 la dirección de "EAP" recibió cartas de apoyo a la proyectada colaboración de José Luis Aranguren (20-V), Jorge de Sena (24-V), Antonio Sánchez Romeralo (24-V), Yakov Malkiel (11-VI), Philippe O. Gericke (18-VI), Hugo Rodrí­guez Alcalá (16-X), Ana María Fagundo (19-X) y William W. Maganney (21-X).

43 Con ocasión de la celebración, en la Universidad a Distancia, del "Primer Coloquio Internacional so­bre Romancero Tradicional", subvencionado con los fondos de la Fundación Del Amo.

44  Discurso inaugural del Coloquio Internacional por el Rector J. Botella; puede leerse en El Romance­ro en la tradición oral moderna (1973), p. 5.

45 Ya el 16- VI-1971 el Rector Botella me aseguraba "Yo creo que en cuanto aparezca en el Boletín Oficial el nuevo Decreto de autonomía universitaria no habrá dificultad para colocarlo [se refiere al "Seminario"] en presupuesto" y el 7-VII-1971 (en Junta de Gobierno del Patronato) nos anunció la aprobación por la Uni­versidad de la partida presupuestaria. El 6-IX-1971 re­cibí seguridades verbales del Subdirector General de In­vestigaciones Fernando Arias Salgado, que sólo me confirmaría el 17-XII-1971 ("Debo manifestarle que se encuentra en la actualidad en trámites con el Ministe­rio de Hacienda la concesión de 750.000 ptas. para subvenciones de dicha Cátedra. Asimismo, en el presu­puesto para 1972, pendiente de aprobación, existe una partida de 1.000.000 de pesetas con destino a la Cáte­dra que nos ocupa"). Y el 27-XII-1971 Carlos Aguilera me dio noticia de que "Por una parte el Ministerio ha dado 250.000 ptas. de subvención y, por otra, ya se ha incluido en el presupuesto ordinario de la Universidad Complutense para 1971 (que entró en el Ministerio, en su última redacción, a primeros de Diciembre)".

46  Resultado de esa   labor proselitista fue la cola­boración de J. Snow en la preparación del corpus de La dama y el pastor, reconocida en RTLH, X (1977-1978), p. 9.

47 Las tareas universitarias se vieron aquel semestre académico grandemente afectadas por una huelga de los teaching assistants de la University of California, por las protestas estudiantiles tras la invasión ameri­cana de Camboya y la toma del Campus de Madison por las tanquetas de la Guardia Nacional. Esos suce­sos me llevaron a aceptar la elaboración de un traba­jo colectivo bajo mi dirección como acreditación de aquel curso académico.

48  Carol Brown, Nancy Decker, Shirley Eaton y Suzanne Petersen.

49 Véase S. Petersen, "Cambios estructurales en el Romancero tradicional", en El Romancero en la tradi­ción oral moderna (1973), pp. 167-179.

50 Que se reflejó en el trabajo: D. Catalán, con la co­laboración de T. Catarella, "El romance tradicional, un sistema abierto", publicado en El Romancero en la tra­dición oral moderna (1973), pp. 181-205. Véase, me­jor, ahora el capítulo III de mi Arte poética del Roman­cero oral, I, Madrid: Siglo XXI, 1997, pp. 89-110.

51  D. Catalán, "Hacia una Poética del Romancero oral moderno", comunicación al IV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Salamanca (agosto-septiembre), 1971, cuyas Actas sólo se publica­rían en 1982. En la elaboración del proyecto colabo­raron Teresa Catarella, Teresa Meléndez y Suzanne Petersen.

52  Según anuncié al final del trabajo "La creación tradicional en la crítica reciente", incluido en El Ro­mancero en la tradición oral moderna (1973), pp. 153-165; véase ahora D. Catalán, Arte poética del Roman­cero oral I, Madrid: Siglo XXI, 1997, p. 77.

53  Desarrollado con un Research Grant del Senado Académico de la University of California, San Diego, 1971-72 y 1972-73.

54 Los resultados de ese análisis literario merecieron en 1973 uno de los premios del American Council of Learned Societies, New York, por la experimentación en el empleo de ordenadores electrónicos como ayu­da a la investigación de las Humanidades. Pueden verse reflejados en D. Catalán, "Análisis de la crea­ción poética oral. El Programa Romancero en el Computer Center de UCSD", en Homenaje a la me­moria de Don Antonio Rodríguez Moñino 1910-1970, Madrid: Castalia, 1975, pp. 157-195 y, mejor, ahora en el cap. IV, "Poética y mecanismo reproductivo de un romance. Análisis electrónico", de Arte poética del Romancero oral, I, Madrid: Siglo XXI, 1997, pp. 111-142; así como en S. Petersen, "El mecanismo de la variación en la poesía de transmisión oral: estudio de 612 versiones del romance de La condesita con ayuda de un ordenador", Ph. D. diss., University of Cali­fornia, Madison, 1976.

55   El Romancero en la tradición oral moderna (1973), pp. 7-17.

56  No obstante, ya en 1971-72 en el "Laboratorio de Poesía Oral y Romancero" participaron dos doc­torandos, Suzanne Petersen (Wisconsin) y Jane Aiko Yokoyama (Santa Barbara) y tres graduados, Teresa Catarella (San Diego), Joanne Purcell y Selma Mar-garetten (Los Angeles), según se hizo constar en el in­forme final a Del Amo Foundation, y en 1972-1973 colaboraron conmigo en proyectos sobre el Roman­cero los estudiantes graduados Suzanne Petersen (Wisconsin), Teresa Meléndez Hayes, Teresa Catare­lla y Francisco Romero (San Diego), así como una es­tudiante, Marguerite Mizrahi Georges (también de San Diego). La estancia de S. G. Armistead en Ma­drid, trabajando en el Archivo del Romancero, hizo, además, posible que colaborara muy activamente conmigo, alejado de él, en la preparación de la ver­sión escrita del Primer Coloquio (obra citada en la n. 55), que supuso una ampliación muy notable respec­to a la versión oral del mismo y que vendría así a po­ner las bases de una reactivación de la cooperación internacional entre los estudiosos de las más diversas ramas de la tradición pan-hispánica, que daría sus frutos en años sucesivos.

57 Sólo así se aprobó que pudiera trasladar mis fun­ciones de profesor en la University of California, San Diego, a Madrid "durante el curso 1973-74 y du­rante uno de cada tres cursos (según el Long-Term arrangement) ", conforme le expliqué a Rafael Lapesa en carta del 6-VI-1972. En esa carta le anunciaba mi decisión de no ir ese verano a España: "El curso está dando las boqueadas. ¡Qué felicidad! Nunca he lle­gado con tan pocos ánimos a un verano. De resultas, no me he atrevido a ir a España. Creo que no resis­tiría el repetir la experiencia de los años pasados. Ne­cesito un descanso (...). No puedo más". Para conse­guir resucitar un muerto (la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" o CSMP), había tenido aquel año que gestar una nueva criatura en tierras ajenas (el "Center for Iberian and Latin American Studies" o CILAS) y el pequeño monstruo, antes de ver la luz, había crecido en el seno materno (la University of California) de tal forma que amenazaba engullirnos a todos. En aquel curso quedé, en efecto, agotado al haber tenido que batallar, en mi inglés comanche, con los sucesivos Chancellors de UCSD (H. F. York, W. D. McElroy), con los restantes miembros del official committee nombrado para organizar CILAS (Guillermo Céspedes, Claudio Guillen, Gabriel Jackson), con ejecutivos de la "Copley Press" en San Diego, con representantes del capital privado de San Diego (que fueron invitados a una cena por el Chancellor para presentarles el proyecto CILAS), con el "Salk Institute", con el Associate Directoral "Education Abroad Program" de la University of California (J. Fulco), y, además, redactar un amplio proyecto para buscar el apoyo del "National Endowment for the Humanities" en Washington, con la sola ayuda del Chairman del "Department of Literature" (R. C. Elliott) y del Dean de la "Gradúate School" (R. H. Pearce), entusiastas promovedores de mis planes. Por otra parte, había tratado, simultáneamente, de in­fluir, a distancia, en la vertiente española de la nego­ciación (Director de la CSMP, Rector de la Universi­dad de Madrid, Ministro de Educación Nacional, Director y Secretario General del Instituto de Cultu­ra Hispánica, Subsecretario de Relaciones Cultura­les, etc.).

58 Cuatro del "Program of Cultural Cooperation between the United States of America and Spain" (Teresa Catarella, Kathleen D. Lamb, Teresa Meléndez Hayes,, Margarita Pazmany), cuatro de "Del Amo Foundation" (Robert Nelson, Etienne Phipps, Francisco Romero, Marc J. Zimmerman) y dos del Instituto de Cultura Hispánica (Teresa González Lee, Ileana Rodríguez).

59 Jesús Antonio Cid, Paloma Montero y Ana Va­lenciano.

60 Según el Informe ("Progress of the Program") re­mitido el 29-XI-1973 a Ramón Bela, "Executive Di­rector" de la "Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain". Traduzco del inglés.

61  En La Torre, LXX-LXXI (Oct. 1970 a Mar. 1971), pp. 51-73 hice ya constar: "Una primera muestra de las ventajas que se derivan de buscar la cooperación de especialistas ajenos a la Cátedra-Se­minario será el volumen del Romancero tradicional dedicado a los Romances judeo-españoles de origen griego, que están preparando S. G. Armistead y J. H. Silverman. Otro volumen del Romancero tradicional va a estar a cargo de A. Sánchez Romeralo" (p. 68). Antonio Sánchez Romeralo estuvo en la Universidad Complutense de Madrid durante los cursos 1973-74 como Subdirector y 1974-75 como Director del pro­grama de la "University of California Abroad".

62 El 20-II-1974 me escribía, asimismo: "Aquí está Mrs. Purcell trabajando con mis libros. De unas transcripciones que hace tiempo me envió de su co­lección hemos apartado algunos textos de Las 3 co­madres, La mujer del pastor, Gerineldo, Conde Olinos y La infantina - Cab[allero] burlado, para que haya, por lo menos, alguna representación de sus encues­tas. También hay alguna Noiva arraiana (Navegan­te) para Ana (t[omo] VI). En cuanto pueda, te los envío para que se ocupen los ed[itore]s de los varios tomos. Ya van tres envíos de Gerineldos a A. Cid; no pierdo de vista a Olinos, Cab[allero] burlado, y rom[ance] s rústicos de nuestras colecciones sefardí y peninsular".

63 Sobre las crónicas de al-Razī ("el moro Rasis") y de Alfonso XI y la versión española de Lingüística ibe­ro-románica.

64 La colaboración de los estudiantes graduados en la preparación de los corpora documentales de los vo­lúmenes VIII, IX, X y XI del RTLH se reconoce, en portada, en esos romanceros.

65 En 1974-1975 la ayuda del "Program of Cultural Cooperation between the United States of America and Spain" permitió la presencia en la "Cátedra-Semi­nario" de un Assistant-Professor (Suzanne Petersen, de la University of Washington) y de un Programador de Computadoras (Jean Hartman), para continuar, en el "Centro de Cálculo" de la Universidad Complutense, el "programa" de estudio, con ayuda de ordenadores electrónicos, de la variación textual del romance de La condesita (iniciado en La Jolla), y de tres graduadas (Teresa Catarella, Margarita Pazmany y Jane Aiko Yokoyama), que trabajaron en la edición de las versiones de El veneno de Mariana, Romances noticiosos de los Re­yes Católicos, Romancero de Sansueña y La infanta se­ductora. Durante aquel curso, seguí intentando conso­lidar la situación del personal investigador de la "Cátedra-Seminario" con la ayuda de Carlos Aguilera Siller, por entonces Director del Gabinete Técnico de la Subsecretaría del Ministerio de Educación, siendo Federico Mayor Zaragoza el Subsecretario.

66  Gracias al firme apoyo del nuevo chairman del "Department of Literature", Joseph Sommers, y a pe­sar de las reservas del Vice-Chancellor of Academic Affairs, Paul Saltman (según comprueba una carta del 5-VI-1975).

67 Según explica el "Informe de la Cátedra-Semina­rio Menéndez Pida!" que redacté el 1-XII-1975 para el "Programa de Cooperación Cultural entre España y los Estados Unidos". En él se detalla la actividad de los becarios del curso anterior 1974-1975 dedicados a la edición de los fondos romancísticos del "Archivo" (Teresa Catarella, Margarita Pazmany y Jane A. Yokoyama) y se da noticia de que las nuevas becarias de 1975-1976 (Marguerite [Mizrahi] Morton, Cinthia Brown y Sandra Robertson) elaboraban nuevos volú­menes sobre Romances de tema, bíblico, Vengadoras de su honra y El Prisionero y Fontefrida. En el transcurso del año, Janet Falk substituiría a C. Brown como becaria, encargándose de un nuevo corpus constituido por un conjunto de Romances raros novelescos.

68 Trabajos publicados en el libro Utilización de or­denadores en problemas de lingüística (= Revista de la Universidad Complutense, XXV, n° 102, marzo-abril 1976), Madrid, 1976, pp. 205-219 y 55-77, respec­tivamente. S. Petersen continuó en Madison (Wis-consin) el trabajo emprendido en Madrid, allí pudo adaptar el "READ Mapping System" desarrollado en el "Department of Landscape Architecture" del esta­do de Wisconsin, ideado para el trazado de carrete­ras, a la representación cartográfica de combinacio­nes de variantes poéticas en las versiones del romance de La condesita analizadas individualmente y con­frontadas por provincias. Los resultados aparecen re­cogidos en S. Petersen, "Computer-generated maps of narrative affinity" en El Romancero hoy, II: Poética, ed. D. Catalán et al, Madrid: Cátedra-Seminario Me­néndez Pidal de la UCM, CILAS de UC-San Diego y UC-Davis, 1979, pp. 107-228 (con 22 mapas).

69 Tanto por la dificultad de completar la compila­ción y edición de los múltiples volúmenes requeridos para darla a conocer en su integridad, como por el coste de tan magna obra. Sólo muy ocasionalmente, se obtuvieron ayudas del capital privado para la edi­ción de alguno de los tomos: la "Fundación Univer­sitaria Española" apoyó, mediante unas "becas", la de los dos volúmenes de La Dama y el Pastor. Romance, villancico, glosas, ed. por D. Catalán, preparada por K. Lamb y E. Phipps, con la colaboración de J. Snow y B. Mariscal de Rhett y revisión de J. A. Cid (RTLH, vols. X y XI).

70  Como ejemplo de ese continuado crecimiento valga la cita de una de sus cartas., del 23-II-1971: "Hace unos días entrevistamos, Katz y yo, a Rachel Tarragano de 83 años de Chanakkale (Turquía) en N[ew] Y[ork] y nos dio una porción de cosas: Bernal Francés, El duque de Gandía, David y Absalón, Don Bueso, Andarleto, un fragmento miserable de la Can­ción del huérfano y otro algo mejor de La vuelta del hijo maldecido, Choza del desesperado y otras muchas cosas bien cantadas y buenos textos".

71  Colección editada por D. Catalán, S. G. Armis­tead, J. H. Silverman y J. M. Hassán.

72  Romances judeo-españoles de Tánger recogidos por Zarita Nahón. Ed. crítica y anotada por S. G. Armis­tead y J. H. Silverman, con la colaboración de O. Anahory Librowicz. Transcripciones musicales de I. J. Katz, Madrid: Cátedra Seminario Menéndez Pidal, 1977; R. Benmayor, Romances judeo-españoles de Oriente. Nueva recolección, transcripciones musicales de J. H. Mauleón , Madrid: Cátedra Seminario Me­néndez Pidal, 1979; O. Anahory Librowicz, Florile­gio de romances sefardíes de la Diáspora (una colección malagueña), Madrid: Cátedra Seminario Menéndez Pidal, 1980.

73 La colección de Zarita Nahón fue publicada con la ayuda de la Alexander Kohut Memorial Founda­tion of the American Academy for Jewish Research; la de Oro Librowicz recibió una subvención de la Canadian Federation for the Humanities.

74 J. B. Purcell, "Portuguese traditional ballads from California" (Junio, 1968), tesina preparada bajo la dirección de S. G. Armistead.

75 Véase atrás, lam. X, y adelante, n. 77.

76 En Setiembre de 1962 le conoció Joanne B. Pur­cell, quien en la versión impresa del Primer coloquio internacional sobre el Romancero (1973), p. 56, n. 3, informó de que Manuel Bráulio da Costa Fontes "tem feito (1970-72) urna magnífica recolha (197 textos; mais de 40 temas tradicionais) entre os imigrantes açorianos na California".

LÁMINAS

La colaboración de CILAS (Center for Iberian and Latín American Studies), una "Organized Research Unit" de la Universidad de California en el campus de San Diego, con el Seminario Menéndez Pidal dio un gran impulso a las investigaciones sobre el romancero oral en España.
La portada reproduce el primer mapa esquemático (de los exploradores españoles) de la bahía de San Die­go
(California).

En el "Primer Coloquio" (1971) las encuestas de profesores americanos grabadas en cinta magne­tofónica en las comunidades sefardíes sobrevivientes tras la Segunda Guerra Mundial y en las Islas Atlánticas portuguesas mostraron la posibilidad e importancia de seguir explorando la tradición viva del romancero pan-hispánico. 

Dos informantes de S. G. Armistead y J. H. Silverman: una sefardí de Tetuán (Marruecos), Luna Elaluf de Farsche (1962) y otra de Brooklyn, New York, Sarah Nehamá (1959).

 

Informantes de Ribeira dajanela (Madeira) de J. B. Purcell (3-V-1970). En el canto de romances, mientras bor­dan, se unen las voces de tres generaciones.

María Pimentel Facha, in­formante de J. B. Purcell en Montejo, Ilha das Flores (Acores). 8-I-1969.

Otra novedad del "Primer Coloquio"fue el análisis literario de los textos "abiertos" del Romance­ro con ayuda de ordenadores. El American Council of Learned Societies (New York) concedió uno de sus premios a D. Catalán y S. Petersen por la experimentación en el empleo de ordenadores electró­nicos en las investigaciones de Humanidades.



Hubo que perforar los códigos analíticos en 34.233 tarjetas como ésta, referentes a otros tantos octosílabos que constaban las 612 versiones de La Condesita que comparábamos entre sí.

Muestra de uno de los análisis literarios realizados con ayuda del ordenador: La variación en el verso arquetipo 44 519 21 (Tomado de la reedición en Arte poética I, de un estudio de D. Catalán de 1975).

 

En 1972 la prensa del Sur de California informó extensamente acerca de los proyectos del "Center for Iberian and Latin American Studies" y de su programa con la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" en Madrid.


En medios universitarios americanos se seguía con interés la renovada confrontación entre el Go­bierno de Franco y los universitarios madrileños que dio lugar a medidas de endurecimiento en la política "cultural" del régimen. El "International Menéndez Pidal Program in Madrid" de la Uni­versidad de California tuvo que posponerse hasta 1973-74.


Fragmentos de una crónica procedente del "Times Higher Educational Supplement" (Londres) reproducida en "The Chronicle of Higher Education" (2-X-1972), y nota de R. H. Pearce, Dean of Graduste Studies and Research en la University of California, San Diego, en que me remite el recorte, preguntando: "Significance for CSMP-CILAS development?" (10-XI-1972).

La casa de la Cuesta del Zarzal en el "olivar de Chamartín", incorporada al casco urbano de Madrid, islote verde "within the spreading urban jumble of Madrid’s Chamartin section" (foto Carlos Tarancón).


Reportaje del "International Herald Tribune" (16-IV-1974) acerca de "Una empresa de salvamento de los cantos tradicionales de España", en que se comenta la presencia en "Chamartín" de los equipos mixtos de jóvenes investigadores españoles y americanos que colaboraban en esa empresa.

Una de las salas de trabajo en la casa de Jimena Menéndez Pidal donde en 1973-74 se investigaba sobre el Romancero. (Foto Santiago Gutiérrez del Arroyo).

 

Los vols. X y XI del Romancero tradicional de las lenguas hispánicas fueron dedicados al tema de La Dama y el Pastor.

Ejemplos tomados del estudio de "geografía folklórica" con ordenador de S. Petersen. Los mapas, referentes al romance de La condesita estudiado en 600 versiones, reflejan (por medio de una mayor o menor negrura en los símbolos) la mayor o menor afinidad textual entre una versión elegida y to­das las versiones del romance autónomo (no precedido de GerineldqA agrupadas por provincias. Los dos ejemplos aquí elegidos muestran cómo las zonas de máxima afinidad tienden a formar una man­cha, sea en el Sur, sea en el N. O. de acuerdo con el origen de la versión (real o arquetípica) compa­rada (las provincias en que el  corpus no contenía textos autónomos van en blanco para que no se las tenga en cuenta). Tanto la comparación, octosílabo tras octosílabo, como la representación cartográ­fica son obra del ordena­dor (a partir del input, formado por todos los oc­tosílabos codificados) con­venientemente instruido para poder realizar las operaciones.
Comparación, con todas las versiones del
corpus, de una versión sevillana (la n° 024).


Comparación, con todas las versiones del corpus, del texto representativo de la re­gión "Cantabria + Asturias + NO de Galicia’ elaborado por el ordenador eligiendo los octosílabos- "arquetipo" mayoritarios en la región (al con­frontar entre sí todas las ver­siones pertenecientes a ella).

      

 

 

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      Ya he hecho referencia, en varias ocasiones, al trabajo que desde 1957 venían realizando Joseph H. Silverman y Samuel G. Armistead de rescatar, para futuras generaciones, mediante un continuado y metódico esfuerzo de búsqueda de versiones orales o escritas (coleccionadas por los propios portadores de tradición o por investigadores no pertenecientes a la comunidad se­fardí), el Romancero judeo-español aún sobreviviente tras la Segunda Guerra Mundial y tras la destrucción de las comunidades judías europeas; de otra parte, también he comentado sus relaciones con Ramón Menéndez Pidal15, así como el intercambio, sin limitaciones, de información pertinente al Romancero16 que, en una y otra dirección, ellos y yo veníamos manteniendo17. Al quedar ahora yo a cargo del "Archivo romancístico Menéndez Pidal / Goyri", abrumado por la responsabilidad que eso representaba, traté, desde un principio, de conseguir que los fondos de este archivo fueran, cuanto antes posible, de dominio universal. Dadas las dificultades encon­tradas para publicarlos en forma científica y expedita mediante la serie Romancero tradicional de las lenguas hispánicas, decidí recurrir a otros colegas para que colaboraran conmigo en dar a co­nocer los textos del "Archivo" en formas diversas. De acuerdo con esa política, en 1969, escribí a Silverman y Armistead, quienes para entonces eran ya los mejores conocedores y críticos del Romancero judeo-español, no sólo para que consultaran con toda libertad los fondos del "Ar­chivo Menéndez Pidal / Goyri", según en 1962 les había invitado a hacerlo Ramón Menéndez Pidal, sino para que dieran cumplida noticia de los espléndidos materiales sobre el Romancero sefardí reunidos a lo largo de medio siglo que en él se atesoraban y que constituían, en palabras del propio S. G. Armistead:

    "un gran continente inexplorado, inédito e incógnito (...), un fascinante territorio inex­plorado de aquella «tierra prometida» del Romancero, evocada por don Ramón en un párra­fo conmovedor del prólogo de su Romancero hispánico"18.

      Armistead aceptó el reto que suponía explorar y describir ese "continente" en gran manera desconocido, y el 10 de Diciembre de 1969 ya me comunicaba, con todo detalle, cómo se dis­ponía a acometer el trabajo:

    "Pensaba pedir fondos a la Amer[ican] Philosoph[ical] Soc[iety]. Ellos comunicarán direc­tamente contigo. Pensaba ir en una época mala (No puedo en otro momento): más o menos desde julio 1 hasta septiembre] 1. ¿Habrá quien me deje entrar para trabajar? ¿Estarás allí? Sería muy importante, para poder trabajar con más eficacia, saber en qué tipo y tamaño de tarjetas (o papel o lo que sea) se hará el catálogo. Así puedo hacer reproducir aquí un mon­tón de tarjetas (?) ya impresas con las indicaciones (según tu carta del 28/8/69) ¿Tienes algo que añadir a lo siguiente?: Título (esto lo sugiero yo) / TEMA N° / Versión N° / Primer verso / Ultimo verso / Música o no música / Contaminaciones / Localidad / Cantor o recitador / Colector / Lugar de recolección y fecha / Ediciones, si las hay (...)".

      Interesado en activar lo más posible el proceso de catalogación, hice gestiones, como arriba he indicado, para que Armistead pudiera desplazarse durante un semestre a la Universidad de Madrid19 a trabajar en el "Catálogo del Romancero Judeo-español" y a enseñar en la reciente­mente fundada "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal"; pero el plan se vino abajo, junto con el de las restantes actividades de la "Cátedra-Seminario", al no proveer el Ministerio de Educación fondos para su funcionamiento. No obstante, según ya le había hecho yo saber a Rafael Lapesa el 18 de Marzo de 1970, Armistead continuó con su plan de empezar la labor de catalogación en el verano de aquel año20.
      Cuando, el 21 de Agosto de 1970, di por terminado mi trabajo veraniego de dos meses en Madrid como Director de Investigaciones de la "Cátedra-Seminario Menéndez Pida!", pude optimistamente dejar dicho a Rafael Lapesa:

    "Armistead ha hecho ya 3/4 partes del Catálogo del Romancero Judeo-español (descrip­ción de todas las versiones inéditas e índice de temas). Vuelve a continuar, por unos días, el trabajo en Setiembre".

      Por otra parte, en la "Memoria bienal de las actividades de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" remitida al Ministro el 17 de Julio de 1970, en los oficios del Decano de la Facultad de Filosofía y Letras al Rector del 21 de Julio de 1970 y en los por mí enviados también al Rector el 12 de Agosto de 1970 acompañados por una Memoria explicativa, la depauperada "Cátedra-Seminario" pudo exhibir en su haber, no sólo el trabajo de S. G. Armistead en el "Archivo", sino la publicación de siete obras recientes, entre las que se incluían, respecto al Romancero, los tres volúmenes salidos en 1969 y otro adicional impreso en 1970: Romances de tema odiseico, II, que constituía el vol. IV del Romancero tradicional. Además, aunque se prefiriera silenciarlo por el momento, se perfilaba como cercana la publicación del volumen V de esta serie, ya que el nú­mero de versiones finalmente reunidas del tema de La condesita había obligado a repartir a últi­ma hora las versiones de este romance entre dos volúmenes21. En cambio, sí se daba cuenta en los citados escritos de la reciente publicación en 1970 por "Espasa Calpe" de la 3ª reimpresión y apéndices de la Leyenda de los Infantes de Lara, con un renovado estudio de los romances del ciclo, y asimismo de la situación "en prensa" de los Estudios sobre el Romancero de R. Menéndez Pidal, ambas obras preparadas por mí con el apoyo del "Seminario" y, por lo tanto, citadas en el apartado "Contribución a obras realizadas por otros organismos".
      Aunque Armistead trabajó intensamente durante dos meses en el verano de 1970 catalogando los romances judeo-españoles, el 23 de Octubre hubo de explicar a la "American Philosophical Society" que los objetivos proyectados no podían cumplirse en un breve tiempo:

    "Aunque yo era consciente de que la colección de Menéndez Pidal tenía fama de ser el corpus más rico de baladas hispánicas reunido en cualquier tiempo, al examinarlo de cerca, com­probé que sobrepasaba con mucho las mayores expectativas que pudiera soñar. El número to­tal de textos baladísticos, si se cuentan las versiones de todas las ramas de la tradición hispánica (española, portuguesa, catalana, hispano-americana y judeo-española) probable­mente pasa de los 8.000 textos. De estos, unos 2.000 pertenecen a las tradiciones arcaizantes de Marruecos y el Oriente Próximo. Durante el verano, en que a menudo trabajé toda la semana incluidos los fines de semana, fui capaz de clasificar y catalogar 1.460 textos represen­tativos de 194 temas diversos (...). Uno de los más importantes resultados del catálogo reali­zado durante el trabajo de este verano ha sido el descubrimiento de nada menos que veinti­dós «nuevos» temas, que en las colecciones hasta ahora publicadas de la tradición judeo-española eran desconocidos (,..)"22.

      Armistead dedicó otros tres veranos de labor en el "Archivo" a la catalogación de los fondos sefardíes en él existentes:

    "En 1970, pude empezar la deliciosa tarea [explicaría años después en la Introducción de su obra] de franquear aquella desconocida provincia judeo-española del romancero pidalino. Durante los veranos de 1970, 71, 72, 73, gracias a una invitación característicamente gene­rosa de mi amigo el profesor Diego Catalán, he tenido el privilegio inigualable de explorar en todo detalle los más intrincados vericuetos de aquella tierra incógnita. El resultado de esa apa­sionante labor es el presente Catálogo-Indice"23.

La labor exigió mucho más tiempo que el inicialmente proyectado. En 1970-1971 había yo cre­ído poder anunciar la pronta publicación de la descripción de los fondos cuando redacté una noticia acerca de "Las obras futuras de Menéndez Pidal24" y di en ella explicación de la razón de ser de aquella nueva iniciativa del "Seminario Menéndez Pidal":

    "A pesar de estos planes de activar la edición de textos, me parece realista el considerar que todavía pasarán bastantes años antes de que el Romancero tradicional se encuentre publicado en su totalidad, aun en el caso (bastante dudoso) de que contemos para ello con una Cáte­dra-Seminario Menéndez Pidal dotada de los fondos pertinentes. En consecuencia, he deci­dido simultanear la edición de nuevos volúmenes del Romancero tradicional con la elabora­ción de unos índices descriptivos de todas las versiones inéditas de la colección romancística de Menéndez Pidal. El más avanzado de esos índices es el referente a las versiones judeo-españolas (de Marruecos y de Oriente), que están preparando S. G. Armistead y J. H. Silverman, y que esperamos poder publicar en 1972" (p. 71).

      La obra resultante de la labor de Armistead25, para cuya elaboración como libro le concedió en 1975 una nueva beca la American Philosophical Society, sólo saldría a la luz seis años más tarde patrocinada por la Dirección General de Relaciones Culturales: Samuel G. Armistead, con la co­laboración de Selma Margaretten, Paloma Montero y Ana Valenciano, El Romancero judeo-español en el Archivo Menéndez Pidal (Catálogo-índice de romances y canciones), 3 vols., Madrid: Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal, 1978. Esta publicación respondió plenamente a sus expectativas, pues atrajo, en adelante, hacia los fondos inéditos judeo-españoles del "Archivo" a múltiples investigadores del Romancero sefardí, convirtiendo aquella "comarca" de la "Tierra Prometida" romanceril en la más peregrinada del conjunto.
      A diferencia de la rama judeo-española del romancero pan-hispánico, en que la colección de versiones inéditas del "Archivo Menéndez Pidal / Goyri" no tenía par, la rama catalana, aunque bien representada gracias a los envíos de versiones inéditas de la "Obra del Cançoner popular de Catalunya", ofrecía una importantísima laguna documental: de la vieja colección de versiones reunidas por Marià Aguiló sólo se hallaban en el "Archivo" copias de una versión de muestra de cada tema y una lista, al pie de esa muestra, de las restantes localidades de donde había versio­nes en "la camisa" en que cada uno de esos temas se guardaba en Barcelona. Por ello, desde que en 1967 había yo disfrutado de la oportunidad de trabajar, por unos días, entre los materiales romancísticos ocultos en la "Institució Patxot", heredera de los fondos de la "Fundació Concepció Rabell i Cibils, vídua de Romaguera"26, tenía muy presente la necesidad de que las puertas de la "Institució" me permanecieran abiertas cada vez que la marcha de las publicaciones sobre el Romancero pan-hispánico exigiera contar con tan interesantes materiales inéditos. Con esta preocupación in mente, traté de corresponder a la amabilidad con que Joan Soler i Riber me aten­dió en 1967, remitiéndole en 1970 varias publicaciones mías sobre el Romancero que habían vis­to la luz últimamente27. Como consecuencia del envío de los libros, Soler me informó, incidentalmente, pero con claras muestras de no tomar los hechos con indiferencia, acerca de su desvinculación de la "Administració Patxot-Rabell", del cierre de la "Institució" y de la inaccesi­bilidad de los materiales inéditos28. Visto el disgusto que Soler manifestaba respecto a la situa­ción en que los materiales se hallaban desde hacía dos años, me apresuré a escribirle el 29 de Ene­ro de 1971 sugiriendo algunas posibles vías para que los herederos de Patxot hicieran accesibles los materiales inéditos a los investigadores interesados en ellos, considerando por mi parte la­mentable que la cultura catalana, en general, y el romancero catalán, en particular, se vieran pri­vados de los más valiosos documentos de la tradición baladística oral recogidos en los siglos XIX y XX. Mi carta fue acogida con entusiasmo por Soler, al ver que había intuido perfectamente en qué consistía el meollo del asunto y me respondió el 16-IV-1971 a California diciendo:

    "Su carta del 20 de Enero último me produjo un sentimiento de inmensa gratitud y tam­bién una gran vergüenza.
    Gratitud, por la generosa reacción de Vd. ante un comentario incidental mío, demostrando una visión instantánea del problema, cual si hubiera vivido todas sus incidencias desde la muer­te del Sr. Patxot. Comprenderá Vd. que, desde el ángulo de nuestra cultura minoritaria, o me­jor dicho, minúscula, no estarnos acostumbrados a gestos de tanta comprensión e interés (...).
    Y he sentido vergüenza, porque la conveniencia y oportunidad de su intervención puede resolver un asunto que no hemos sido capaces de hacerlo, entre nosotros, los directamente in­teresados, todos catalanes en definitiva (...). La visión de Vd. pone acertadamente el dedo sobre todas las llagas que tiene el asunto: un sedimento de hostilidad a la actual estruc­tura, no ya personal sino heredado del abuelo, temor a apropiaciones indebidas, temor a ha­cer algo y equivocarse, y temor a no hacer nada y malograr la obra de su abuelo, etc.; pero por encima de todo, un enorme y hasta cierto punto incomprensible recelo (aunque los más allegados no desconozcamos su origen) en relación con la intelectualidad catalana en gene­ral29. Desde luego no se trata de ningún problema económico, aunque la economía también tiene sus implicaciones, y por lo tanto una propuesta simple o directa de venta sería fatal o contraproducente. Una publicación de los materiales parece ya más viable, siempre que fue­se bajo la dirección de alguna institución no local, tal como sugiere Vd.".

En su larga carta (de cuatro folios a máquina), Soler me describió entonces la riqueza del con­junto de "materiales propiedad de la familia Patxot, como herederos de la «Institució», encerra­dos en el piso que Vd. ya conoce" y me propuso que, antes de actuar, tuviéramos él y yo una reunión, si entraba entre mis planes volver a España, para "tener una oportunidad de darle [ésto es, de darme a mi] una visión lo más completa posible, así como comunicarle determinados do­cumentos que podrían serle de utilidad para plantear el asunto".
      De conformidad con esta sugerencia y con el fin de poner en práctica un plan que permitie­ra ofrecer a Nuria Carreras-Patxot Délétra la seguridad de que una entidad cultural ajena a Ca­taluña y a España estaría dispuesta a encargarse de la publicación y estudio de los materiales que fueron de la "Institució Patxot", firmando con los herederos de su abuelo (Rafael Patxot i Jubert) el acuerdo que se considerara pertinente, me reuní, secretamente, con Joan Soler en Cervera (Lérida) durante el verano de 1971, y en el Otoño conseguí en la University of California, San Diego, que el Dean de la Gradúate School, como parte del proyecto de creación de un "Center for Iberian and Latin American Studies" en aquel campus (proyecto del que luego ha­blaré), apoyara mis gestiones ante Nuria Délétra30 con una oferta concreta31. Lamentablemente, la respuesta final, diferida hasta el 16 de Noviembre de 197232, cerró toda esperanza a cuan­tos nos interesábamos en aquellos preciosos fondos:

    "Por el momento hemos, finalmente, decidido esto: vamos a dejar pasar una veintena de años antes de tocar o dejar tocar a quien quiera que sea la obra cultural de nuestro abuelo, Ra­fael Patxot"33.

¡Qué absurda una legislación internacional sobre la propiedad intelectual que permitía a los nie­tos de un heredero de los fondos de otra fundación (la "Fundació Vídua de Romaguera") que pudieran sustraer al conocimiento de toda persona interesada unos materiales coleccionados por Marià Aguiló en el s. XIX que su colector había intentado dejar en herencia cultural a la poste­ridad! Aquello constituía una lección que me haría considerar desaconsejable el dejar en el fu­turo la titularidad del "Archivo del Romancero Menéndez Pidal / Goyri" en manos privadas.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

 

15 Véase atrás, cap. VII, §§ 3 y 7.

16 En el caso de S. G. Armistead, no se limitaba al Romancero, ya que compartíamos otro campo de in­tereses, el de la Historiografía cronística (y la infor­mación que proporciona para la Épica).

17 Facilitándonos mutuamente versiones y conocimientos bibliográficos para nuestras respectivas pu­blicaciones.

18  S. G. Armistead, El Romancero judeo-español (1978), I, p. 10.

19 Véase atrás § 2.

20 "Armistead va, de todos modos, este verano para empezar (y hacer, si es posible) la tarea básica del Ca­tálogo del Romancero Judeo-español".

21  El volumen V del RTH, según expliqué a Lape­sa, 28-I-1972: "Se empezó a imprimir en Aguirre como parte del RT, IV; en vista de la extensión, deci­dimos desdoblarlo (cuando estaba en pruebas)". Esta partición a última hora en dos volúmenes se consig­na en la p. 5 del RTLH, V (1971). Al mismo tiempo, se iba avanzando en los pasos preliminares de la edi­ción de los originales de La Dama y el Pastor y de Gerineldo (por parte de Paloma Montero, con la guía de María Soledad de Andrés: Noviembre de 1971-Mar­zo de 1972).

22 Traduzco del inglés.

23  S. G. Armistead, El Romancero judeo-español (1978), I, pp. 10-11.

24  La Torre, LXX-LXXI (años 18 y 19: Oct.-Dic. 1970 y En.-Mar. 1971), pp. 51-93.

25  Quien alternaba el trabajo en el Catálogo con otros también relativos al romancero sefardí: "Ya he terminado la ed[ición] de la colección Nahón; en seguida me quite el I[nternal] Rfevenue] S[ervice] de encima [esto es, la declaración de impuestos anual], me vuelvo al Catálogo, muchos de cuyos problemas quedaron esclarecidos y resueltos con el trabajo del comentario Nahón. / Cuando llegues a La Jolla, te daré un telefonazo" (carta del 13-VIII-1974). Sobre el libro dedicado a la colección de Zarita Nahón, véase n. 72

26 Véase atrás, cap. VII, § 9.

27 Siete siglos del Romancero (1969) y Por campos del romancero (1970), libros en que agradecía en letras de molde a Joan Soler su amable ayuda, y La flor de la marañuela (1969).

28  El 12-I-1971 Joan Soler i Riber, de paso que acusaba recibo de mis libros, comentaba: "Su remesa llegó a mis manos casi por casualidad, pues hace más de dos años que los nietos de Don Rafael Patxot de­cidieron clausurar los locales donde se conservan los materiales y las ediciones de la «Institució Patxot», de forma que resultan completamente inaccesibles a la consulta e incluso corren el riesgo de malograrse. Un nuevo episodio, lamentable, de nuestra cultura. / Us­ted seguramente fue uno de los últimos que tuvo oportunidad de consultar aquellos materiales, de cuya riqueza, en muy distintos campos, quedan po­cos que puedan formarse una idea de conjunto, pues han ido desapareciendo los colaboradores inmediatos del fundador".

29 Según más tarde pude saber, el 2 de Enero Joan Soler i Riber y Joaquim Maluquer, en representación de Joan Ainaud de Lasarte, Pere Bohigas, Pau Vila, Ramón Aramon, Josep Iglésies, Lluis Solé Sabaris y otros, habían presentado por escrito a Núria Carreras Patxot Délétra (remitiéndoselas a Genéve, donde ella residía) unas razonadas propuestas para que se apro­bara un "Reglament per a regular la custòdia i utilització del conjunt deis materials de l’ex-[Institució] P[atxot]" y la creación de un "Patronat privat", am­parado por una "Institució o Fundació cultural, absolutament privada"; pero, al recibo de esa propuesta, la señora de Délétra había respondido el 23 del mis­mo mes con una carta (de la cual sólo tuve conoci­miento confidencial y parcial) en que les decía muy tajantemente: "Res del que toca a l’obra de l’avi no pot caure en mans tremoloses" y les manifestaba, sin rebozo, su desconfianza: "La situació és senzilla: el problema resideix únicament en el fet que l’experiéncia ens ha demostrar (i ho hem pagat molt car, sia moralment, sia materialment) que no podem fiar-nos a ningú. Els homs bons, leals, rectes, dignes i desinteressats són uns timorats sen se cap capacitat de fer-se responsables del que fós. Els altres, ni cal parlar-ne. El drama és que fora d’aquestes dues categories no n’hem trobat, per ara, cap altra" (y, seguidamente, se­gún discretamente me señalaba Soler, arremetía "con­tra la intelectualidad catalana en general y muy espe­cíficamente contra determinadas personalidades").

30 Toda vez que, en la citada carta a Joan Soler, Nu­ria Carreras-Patxot dejaba abierta la puerta a la inter­vención de una entidad no española ("Vérs qui girar­se? La única solució fóra una entitat internacional"), el 5-XI-1971 me puse directamente en contacto episto­lar con ella, proponiéndole la intervención de la Uni­versidad de California, y recibí, de entrada,   una res­puesta positiva, en carta desde Genève del 8-XII-1971.

31  El 12-I-1972 Roy Harvey Pearce, Dean de la Gradúate School de la University of California, San Diego, le detalló el proyecto de creación del "Center for Iberian and Latin American Studies" (CILAS), dedicado al estudio de las artes, cultura e historia de los pueblos de lengua española, portuguesa y catala­na, y le propuso "confiar la reorganización y edición de los materiales atesorados en sus archivos a una co­misión de especialistas en la balada hispánica y euro­pea afiliados a CILAS" (traduzco del inglés) formado por los profesores S. G. Armistead (University of Pennsylvania), P. Bénichou (Sorbonne y Harvard University), D. Catalán (Cátedra-Seminario Menéndez Pidal y University of California, San Diego), J. Katz (Columbia University) y J. H. Silverman (Uni­versity of California, Santa Cruz).

32  Retraso que Nuria Délétra C. Patxot justificó alegando: "Ce long délai signifiait que nous prenions l’affair au sérieux" . Y, por tanto, tras la negativa, ase­guraba "Nous l’avons décidé après mûre réflexión", sin alegar razón alguna para ella.

33 Traduzco del francés.

LÁMINAS

Para ocupar la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" en su primer año propuse en 1970 el nombramiento de S. G. Armistead. Pero pronto quedó claro que la creación de la Cátedra-Seminario era una noticia "para la galería", que no se pensaba hacer realidad. No obstante, Armistead, con apoyo de la "American Philological Society", vino a trabajar en el "Archivo del Romancero", en la catalogación exhaustiva de sus fondos judeo-españoles, durante los veranos de 1970 a 1973.
Armistead encuestando en Jerusalén, Julio de 1978 (foto J. H. Silverman).

Carta de Jimena Menéndez Pidal (des­de Chamartín) a Diego Catalán (en La Jolla, California) describiéndole el entusias­mo de Samuel G. Armistead en sus semanas de trabajo intensivo "en Chamartín" sobre los fondos judeo-españoles del "Archivo del Romancero" (11-IX-1970).

La desconfianza de los nietos "sui­zos" de Rafael Patxot, tanto respecto al Estado español como respecto a la inte­lectualidad catalana, mantuvo en con­finamiento los "materials" del roman­cero catalán heredados y reunidos por la ex-Institució Patxot. Mis gestiones desde la University of California para que fueran consultables acabaron por ser fallidas.
Fragmento de una carta del 6-XII-71 de Núria Delétra-Patxot desde Ginebra a D. Catalán, en UCSD.

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2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

 


2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970. VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL.

      A comienzos de 1970, durante un breve viaje a Madrid, me entrevisté el 20 de Enero con el Ministro de Educación y Ciencia para tratar de hacer efectivo el proyecto docente e investiga­dor que la creación de la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal" en la Universidad de Madrid pa­recía propiciar; además contacté con otros organismos a fin de complementar de formas varias la ayuda presupuestaria prometida por el Ministro 5. Llegado a Estados Unidos y tras conseguir la anuencia de Samuel G. Armistead para que fuera él la persona que inaugurara las enseñanzas de la nueva Cátedra6, "escribí al Ministro precisando las cosas: persona, fechas, sueldo, obliga­ciones", según le explicaría a Rafael Lapesa el 18-III-1970 en larga carta referente a las activida­des y proyectos del "Seminario". Por entonces, en vista de una contestación dilatoria del Minis­tro7 y de la falta de confirmación de que se hubieran concedido las ayudas económicas prometidas8, confesaba, al mismo tiempo, a Lapesa: "Estoy nervioso respecto al «Seminario». Creo que la coyuntura es buena, pese a todo"; pero condicionaba el éxito ("el Seminario podría quedar en pie") a una larga serie de "síes" y, por lo tanto, remataba el pasaje reconociendo: "Pero todo está en el aire". En efecto, pocos días después me llegaba carta de don Rafael (del 22 de Marzo) en que recordaba, con una cierta carga de ironía, mis esfuerzos en el viaje hecho en Ene­ro, reputándolos enteramente vanos:

      "Va a hacer dos meses que estuviste aquí y que te marchaste con impresión de haber acti­vado todo lo referente a la biblioteca de tu abuelo como las relaciones entre el Ministerio y el Seminario Menéndez Pidal. Siento no poderte confirmar esa impresión. Si no te he escrito antes ha sido porque nada nuevo ha habido, ni hay, bajo el sol; pero creo que debo enterarte de los intentos sin resultado".

      Frustrado por el incumplimiento de las promesas recibidas, escribí de nuevo al Ministro el 17 de Abril de 1970, desde el "Institute for Research in the Humanities" de la University of Wisconsin, muy quejoso:

    "Después de mi entrevista con Vd., a mediados de Enero, creí firmemente que la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal podría funcionar con eficacia en los años inmediatos. La subven­ción extraordinaria de 1.500.000 pts., para los 7 volúmenes del Centenario, que Vd. me pro­metió, nos permitiría resarcirnos de las pérdidas de los últimos tiempos (en que no habíamos recibido las habituales consignaciones del Ministerio), y la consignación de 750.000 pts., jun­to con el ’capital’ representado por 16 volúmenes que la Cátedra-Seminario tendría publica­dos para fines de este curso, nos permitiría acelerar el ritmo de nuestras publicaciones. Por otra parte, la posibilidad de sostener unos cursos formativos para investigadores, las becas pa­ralelas de que me habló el Rector, la ayuda técnica de Archivos y Bibliotecas para hacer el Ca­tálogo general del Romancero, e incluso la presencia en el Seminario de algunos becarios del I[nstituto de] C[ultura] Hispánica], prometían ser otros tantos pasos en la constitución de un centro ajustado a las expectativas suscitadas por las disposiciones oficiales acerca de la Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal.
    Ahora me encuentro perplejo. Por mucho entusiasmo que yo quiera poner en la empresa de dirigir la investigación y por mucho que me esfuerce en conservar el nivel científico y téc­nico de las investigaciones, es difícil que un personal especializado, como el que trabaja en la Cátedra-Seminario, quiera comprometerse de modo firme a permanecer en una institución sujeta a crisis de tal magnitud".9

      Mis quejas no eran prematuras, el 20 de Abril de 1970, las noticias que me transmitía Lapesa confirmaban que la "Cátedra-Seminario" prácticamente sólo existía en las Ordenes Ministe­riales, no en la realidad:

    "Después de visitar al Rector y a Álvarez Romero ( [del Instituto] de Cultura Hispánica) y de esperar inútilmente las respuestas de «Gredos» y de Gonzalo [Menéndez Pidal], te escribo para que sepas el estado actual del «Seminario» y del «Archivo-Biblioteca» proyectado.
    Situación económica del «Seminario».
El Ministerio no ha incluido en el presupuesto parti­da alguna para la «Cátedra-Seminario». Peor aún: en el presupuesto de la Universidad se ha­bía incluido una, que ha desaparecido en la poda final. Por lo tanto no podemos esperar con­signación oficial para 1970 por lo menos. Y ya son tres los años que llevamos sin recibir un céntimo: 1968, 1969 y ahora 1970. Como ya te dije, la Facultad ha venido pagando las nó­minas hasta diciembre 1969; pero al llegar la de enero (a primeros de febrero) de 1970, se negó a pagar en vista de la falta de consignación. Conseguí que pagara poniendo como ga­rantía los fondos de publicaciones que el «Seminario» tiene en «Gredos» (...). La Facultad ha pagado sin consignación del Ministerio (...). 1.000.000 pts. (...). En vista de todo ello, creo que la salvación está en que la Facultad o el Rectorado carguen con el hecho consumado del gasto del millón y que «Gredos» se avenga a no cobrarnos a tocateja la Crónica de 1344, el Romancero Tradicional IV y la Encuesta de 1910. De no conseguir ambas cosas, tendríamos que cerrar la tienda (...). Todo lo demás son presuntos parches que no remedian nada. Las be­cas de «Cultura Hispánica» estaban pensadas para hispanoamericanos; pero ¿qué hacemos con un paraguayo o una costarricense que vengan aquí unos meses? (...).
    Siento mucho no poderte dar mejores impresiones. Pero una cosa son las bellas palabras a quien va a marcharse de España días después y otra cosa muy distinta es convertirlas en rea­lidades"10.

      En mi subsiguiente correspondencia dirigida a Madrid —cartas a mi madre— empecé a du­dar, a partir de entonces, que fuera sensato seguir empeñándome en la sobrevivencia de la "Cá­tedra-Seminario"11, del "Archivo-Biblioteca" y de la propia casa que albergaba los medios archivísticos y bibliográficos en que se sustentaba el trabajo investigador de ese moribundo centro de la Universidad de Madrid 12. Pero predominó, finalmente, el afán de luchar hasta el fin, aun­que ello supusiera tener que hacer "maravillas" para afrontar los gastos de viaje y sobrevivencia con nueve bocas a mi cargo13; mi espíritu combativo quizá se alimentara de las experiencias úl­timamente vividas en el campus universitario de Wisconsin durante las huelgas sindicales de los teaching assistants y las manifestaciones antibélicas que habían dado lugar a la intervención ar­mada de la Guardia Nacional14.
      Durante Julio y Agosto de 1970, ido a Madrid, no paré de hacer gestiones, que "se enreda­ban como cerezas". Habiéndolas dado por concluidas, el día 21 de Agosto dejé escrita una car­ta para el Director electo de la "Cátedra-Seminario Menéndez Pidal":

    "Querido don Rafael.
    Le escribo, una vez más, con el pie en el estribo. Mañana, para olvidarme de estos dos me­ses «perros», me subo con los hijos a las cinco lagunas de Credos, y al bajar emprendo desde Ávila el viaje de vuelta (S. Sebastián - Londres - Chicago - Madison). Aún no sé si tengo casa en La Jolla (...)".

      Lapesa, el 26 de Setiembre de 1970, vuelto de su veraneo, me haría ver, también una vez más, que los esfuerzos realizados en aquellos meses "perros", de que le había dado cuenta, para nada habían servido:

     "Querido Diego.
    Al volver a Madrid encontré tu carta, con la puntual noticia de todas tus gestiones. Te mo­viste bien, verdaderamente. Siento no poderte participar novedades de mucho aliento. Fui a ver al Rector para averiguar qué había de las becas de ayuda paralela. No han concedido nin­guna (...). Se recibió carta del Ministro, dirigida a ti (...) y era simple acuse de recibo de la tuya en que habías informado al Ministro «sobre el asunto que te interesa» (lo que equivale a decir que él no comparte tu interés) (...)".

      En fin, incluso el ingreso del tercio de los derechos de autor que Ramón Menéndez Pidal ha­bía destinado testamentariamente al mantenimiento de su Biblioteca y que con ese destino la "Editorial Espasa-Calpe" deseaba ingresar en una cuenta corriente, no podía, según Lapesa, re­alizarse, ya que

    "Dámaso [Alonso] se mostró contrario a que se abra una [cuenta para la Biblioteca] sin anuencia de Gonzalo [Menéndez Pidal], a quien la ha pedido sin tener todavía contestación".

      Cuando, tras atravesar el Continente americano, llegué a La Jolla (California) a una universidad del Pacífico (la University of California, San Diego) cuyo prestigio se basaba en un Instituto de Oceanografía dedicado al estudio de las plataformas continentales, el viejo hispanista retirado de Berkeley, Griswold Morley me escribió asombrado: "¿Qué va a hacer una persona como Diego Ca­talán en La Jolla? ¿Pesca submarina?". Al menos, iba a poder bañarme en el Océano Pacífico.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

5 Becas del "Instituto de Cultura Hispánica" (ofre­cidas por Marañón a través del Rector); catalogación del Romancero por UNIVAC con apoyo de la "Direc­ción General de Archivos, Bibliotecas y Museos" (ofrecida por Sánchez Belda), ofertas de que di noti­cia a Lapesa en carta del 18-III-1970.

6 "Nada más llegar a USA hablé con Armistead por teléfono. Le expuse la posibilidad de dictar un curso en la «Cátedra Menéndez Pidal» (si efectivamente el Ministro da los fondos). Aceptó —después de consultar a [la] U[niversity] of Penn[sylvania]— por el primer semestre de 1970-71, si le daban el sueldo que actualmente tiene (ya que tendría que pedir un «leave» sin sueldo)", carta a Lapesa, 18-111-1970.

7  "Me ha contestado una carta que no sé bien lo que significa: Que le parece bien; que va a hablar con el Director General de Universidades" (18-III-1970).

8 "No sé si han librado las 750.000 y el 1.500.000. Desearía saberlo (...). No es cosa de perder ese dine­ro" (18-III-1970).

9 Adicionalmente, le ponía de manifiesto mi frus­tración particular: "Yo mismo me encuentro tam­bién ante un dilema. En vista de las perspectivas del pasado mes de Enero, creí importante el dedicar los meses de Junio a Agosto a la reestructuración de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, e hice planes para ir a Madrid tan pronto como aquí acabase el semestre de Primavera. La decisión no dejaba de ser grave para mí, pues tengo mujer y 7 hijos y el viaje supondría un tremendo desembolso (sólo los bille­tes valen más de 250.000 pts.), cuando como Di­rector de Investigaciones de la Cátedra-Seminario (nombrado por O. M. de 29-IX-65) no percibo ninguna compensación económica. Ahora pienso que si la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal sólo va a existir en las Órdenes Ministeriales, no debo com­prometer económicamente el futuro de mi familia en vano".

10  Para remachar su aplastante mensaje me infor­maba sobre el "Archivo-Biblioteca Menéndez Pida!" lo siguiente: "Cuatro o cinco veces he preguntado a Gonzalo [Menéndez Pidal] si podía decirme cuál era su parecer y no he conseguido sino respuestas dilato­rias. La última vez fue hace unos días, después de re­cibir yo carta de Mulvihill"; y acerca de futuras posi­bilidades de Cátedras en España en las cuales yo pudiera un día solicitar el reingreso: "Cuando se cree alguna, si llega a hacerse, se presentarán seguramente al concurso [Emilio] Alarcos y [Manuel] Muñoz Cortés" (uno y otro catedráticos más antiguos en el escalafón que yo).

11  "Si el Ministro da el dinero prometido a la «Cá­tedra-Seminario Menéndez Pidal», valdría la pena desembolsar la enorme cantidad que representan los billetes familiares y dedicar los meses de Junio-Agosto a organizar bien ese centro de investigación. Si no lo da, es evidente que la «Cátedra-Seminario» sólo va a existir en el papel (...). Tendríamos que «cerrar» como centro de trabajo y licenciar a los pocos cola­boradores. En tal caso, sería loco ir" (Martes, 21-IV-1970); "En España nada nuevo. El Ministro no me ha contestado y creo ya que no piensa contestarme. Para él es la solución más cómoda. Su cambio de ac­titud para con el «Seminario» supongo que se deberá a presiones de algún «amigo». ¿Crees que se puede in­tentar algo?" (14-V-1970).

12  "Ante el fracaso de la «Biblioteca Menéndez Pidal» —pues no creo que se produzcan novedades es­pectaculares— habrá que buscar soluciones nuevas, al menos para el Archivo. Y también respecto a la casa y biblioteca" (21-IV-1970).

13 "Aunque todos nuestros proyectos se han venido abajo, aún creo (con dudas) que debemos hacer un esfuerzo económico e ir, para intentar salvar lo salva-ble" (14-V-1970); "Hoy he hecho la locura de coger los billetes. Descubrimos un «charter» Chicago-Londres y nos precipitamos a pagar. Ahora el Lunes ten­dré que hacer maravillas para poner el dinero en el banco (...). A ver si el esfuerzo, o el desatino, sirve para levantar el «Seminario» en ruinas! Voy muy des­confiado" (16-V-1970). Como un primer paso, re­dacté a comienzos de Junio una "Memoria bienal de las actividades de la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal", en que, tras hacer una detenida exposición de sus logros, daba cuenta de su penuria económica y, en consecuencia, de la imposibilidad de mantener un personal investigador si el Estado no libraba las sub­venciones prometidas.

14 "Nuestro Campus está «abierto». Dimitió el Pre­sidente (tachado de liberal) y subió el Canciller, que es más duro. La semana pasada fue de protesta, más o menos violenta. La faculty  votó el cierre por una se­mana; pero el Canciller ignoró el voto. Llevamos 10 ó 12 días ocupados por la Guardia Nacional. La otra semana yo hice huelga; estábamos bajo constante bombardeo de gases lacrimógenos, de pimienta, etc., etc. Esta nueva semana está oficialmente dedicada a discutir la guerra (...). Los estudiantes tratan de evi­tar las confrontaciones con la policía y con los solda­dos que ocupan todos los rincones del Campus y de State Street (...). La situación interna del Departamento es muy desagradable (...). He decidido salir de esta nueva «Laguna». El año próximo nos vamos a La Jolla. Voy de «Visiting», con posibilidades de quedar­me (...); ¡No aguantaríamos aquí otro curso como este!" (14-V-1970).

Foto de portada: Dámaso Alonso, miembro de la Comisión encargada del Gobierno para la administración de la Biblioteca Menéndez Pidal, con los ilustres doctorandos de 1969 en el Massachusetts Institute of Technology, EE UU. (fila de atrás, empezando por la izquierda) Harry C. Salomón, Archibald MacLeish, Ellsworth "Dutchy" Barnard, Howard W. Johnson, Dámaso Alonso y G. Joseph Tauro. Fila delantera, por la izquierda, Walter Cronkite, Gobernador Francis W. Sargent, Presidente John W. Lederle, Senador Edward M. Kennedy, Lucy Wilson Benson y David Riesman.

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