MUERTE DEL MAESTRE DE SANTIAGO
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MUERTE DEL MAESTRE DE SANTIAGO
Hoy es víspera de Reyes
--la primer fiesta del año,
cuando damas y doncellas
--al rey piden aguinaldo,
unas le pedían seda,
--otras el fino brocado,
a no ser doña María,
--tras la puerta se ha quedado.
-¿Tú qué pides, ay, María,
--tú qué pides de aguinaldo?
-El aguinaldo que pido
--sé que no será otorgado.
-Sí será, María Padilla,
--aunque pierda mi reinado.
-Yo no quiero oro ni plata,
--ni tampoco tu reinado,
vengo a pedir la cabeza
--del Maestre de Santiago.
-Las cabezas de hombres vivos
--no se dan por aguinaldo;
mas por ser a ti, María,
--concedido y otorgado.-
Estando yo en mi Coimbra,
--de mi mocedad gozando,
cartas me hubieron venido
--del rey don Pedro mi hermano,
que me vaya a los torneos
--que en Sevilla se han armado,
que lleve poquita gente,
--que son los gastos muy largos.
Yo llevé ciento de a mula
--y otros tantos de a caballo,
de ellos vestidos de seda
--y los demás de brocado,
todos vestidos de verde,
--yo, el Maestre, de encarnado.
A la pasada de un río,
--a la colada de un vado,
cayó mi mulilla en tierra,
--quebré mi puñal dorado;
se me ha ahogado un pajecillo
--de los míos más amado,
conmigo come a la mesa,
--conmigo duerme a mi lado,
somos hermanos de leche
--una madre crió a entrambos.
A la entrada de Sevilla,
--encontré un licenciado:
-Vuélvase atrás, el Maestre,
--que lo llevan engañado,
que en Sevilla no hay torneos
--ni tampoco se han usado.-
-Dios le guarde, el buen rey,
--Dios le guarde su reinado.
-Bien venido, maestrillo,
--bien venido y mal llegado;
tu cabeza, hermano mío,
--mandada está de aguinaldo.
-Si la tienes prometida,
--cúmplase vuestro mandado.-
Apenas lo había dicho,
--la cabeza le han cortado.
A doña María Padilla
--se la llevan de aguinaldo.
La agarró por los cabellos,
--por el suelo la ha arrastrado:
-Aquí pagarás, Maestre,
--aquí pagarás, villano,
cuando me llamaste puta
--del rey don Pedro tu hermano.-
La cogió doña María
--y se la tiró al alano.
El alano es del Maestre,
--conoció que era su amo,
la cogiera con los dientes,
la llevó para sagrado,
--con las patas hace el hoyo,
con la boca la ha enterrado,
--con la lengua hace clamor,
con los ojos la ha llorado.
--Y, a los aullidos del perro,
mucha gente se ha allegado.
---¡Ay, triste de mí, mezquino,
ay, triste de mí, cuitado!,
--si el alano hace aquello,
¿qué haré yo, que soy tu hermano?
--¡Tus gustos, doña María,
tus gustos se han acabado!-
--Doña María de Padilla
por los aires va volando,
--por sus buenos procederes
no la quiere Dios ni el Diablo.
----La conservación de un romance noticiero en la tradición oral del siglo XX puede deberse, no al interés perdurable del suceso cantado ni a la enseñanza que sobre la vida puede inducirse del caso narrado, sino a su aptitud para ser incorporado a un ritual folklórico. Es lo ocurrido en la tradición peninsular con este espléndido romance, el cual, en su origen, formó parte de la guerra libelística que mantenían, en paralelo a la guerra civil, los “petristas” y los “trastamaristas” a comienzos de la segunda mitad del siglo XIV.
----En la versión publicada en el siglo XVI, el romance comenzaba;
Yo me estava allá en Coymbra,
que yo me la ove ganado,
recordando la conquista de Jumilla a los aragoneses por el maestre don Fadrique en servicio de su hermano el rey don Pedro (pues Jumilla fue también conocida por ese nombre), y seguía:
quando me vinieron cartas
del rey don Pedro mi hermano,
que fuese a ver los torneos
que en Sevilla se han armado...;
y las versiones sefardíes de Marruecos confirman que ése era el comienzo original del romance. Sólo en el curso posterior de la acción se hacía referencia en la versión del siglo XVI a la culpabilidad de doña María de Padilla en la muerte del Maestre de Santiago, cuando, al llegar éste a Sevilla, el rey le comunica: “Vuestra cabeça, Maestre, / mandada está en aguinaldo” , y cuando, una vez muerto, envía en un plato la cabeza a doña María . Pero ese verso, en que la palabra “aguinaldo”, usada por don Pedro, tenía el sentido general de ‘regalo’ o ‘estrena’ (el fratricidio no ocurrió en Navidad, sino en el mes de mayo de 1358), tuvo tal poder sugestivo sobre los cantores peninsulares del romance que, a partir de él, se visualizó la ocasión y la escena en que doña María consigue del rey don Pedro que le prometa la cabeza de su hermano el maestre don Fadrique, y así, con esa escena, comienzan las versiones modernas de tierras de Segovia, Logroño, Asturias, León, Zamora y Galicia. No sabemos en qué momento se dotó al romance de esta escena explicativa de la afirmación del rey que se impuso por todas partes; sólo, dados los versos de que consta, que quien la ideó conocía el romance cidiano de las querellas de Jimena.
----La anteposición de esa escena hizo posible que el romance se convirtiera en “canto aguinaldero”, en canto petitorio de los mozos y mozas para celebrar la fiesta de Reyes. Gracias a ello, el romance se repitió en muchos pueblos cada año y pasó de generación en generación. Tal ocurrió, por ejemplo, en Siguero en el vecino Sigueruelo (Segovia), donde, en el curso de una excursión a pie desde Santo Tomé del Puerto a Turégano, el 24 de agosto de 1947, tuve ocasión de recoger una versión con texto muy análogo al de la que aquí publico. Y, en 1978 (en compañía de un alumno marroquí y de unas alumnas polacas) pude aún volver a oirlo en versión que nada desmerecía respecto a la recogida en 1947.
----Si este uso festivo ha hecho posible la conservación del romance, el empleo “aguinaldero” es también responsable de que, muy frecuentemente, la atención de los cantores se desvíe de la historia narrada, de forma que, tras la escena inicial, el canto sigue con otros versos referentes a los Reyes Magos o de petición directa de aguinaldo a los destinatarios a quien se endereza.
----Dejadas de lado estas consideraciones etnográficas, vemos que, como texto poético, el romance del siglo XX, en sus versiones completas, compite en calidad estética con su antecesor del siglo XVI, pues utiliza con extraordinaria eficacia modos y motivos tradicionales: la narración en primera persona que de su viaje hacia la muerte hace el propio asesinado y los detalles premonitorios de la tragedia que durante él se van acumulando: el color rojo del traje de fiesta que, en contraste con sus acompañantes, viste el Maestre; la caída de la mula y quebradura del puñal; la muerte, ahogado, de su paje más querido.
----Dado que el romance ha venido cantándose durante cinco siglos y que forma parte de un conjunto de romances viejos referentes a sucesos muy varios de la larga lucha entre el rey don Pedro y sus enemigos, su carácter de romance noticiero (esto es, político) contemporáneo del suceso narrado es, a mi ver, seguro. Resulta, por tanto, interesante confrontar su versión de lo ocurrido con la mejor de las páginas de la crónica del reinado escrita por el Canciller de los reyes Trastámaras, don Pero López de Ayala, quien, para hacer más odiosa la figura de don Pedro (como es su intención constante), exculpa a doña María de Padilla convirtiéndola en ineficaz protectora del Maestre en el momento de su muerte. Claro está que no pretendo con esta observación confundir en un mismo género la fábula libelística poética y la historia cronística tendenciosa , aunque ambas compartan el ser, como toda Historia, invenciones artísticas.
Autor: Diego Catalán
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