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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

LA MERIENDA DEL MORO ZAIDE

LA MERIENDA DEL MORO ZAIDE


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LA MERIENDA DEL MORO ZAIDE

Víspera de Santos Reyes,
--segunda fiesta del año,
cuando el hijo del rey moro
--al rey le pide aguinaldo.
-No le pido oro ni plata
--ni tampoco su reinado,
pídole cuatro mil hombres
--que salgan conmigo al campo.-
Si cuatro mil le ha pedido,
--cinco mil le ha mandado.
Por los campos de Jaén
--van los moros peleando;
tierra por donde ellos iban
--todo quedaba arrasado;
no dejan cabra ni oveja
--ni pastor con su rebaño,
a no ser un pobre viejo
--de los miembros quebrantado
-¿Adónde queda mi primo?,
--¿dónde quedan mis hermanos?
Dime, dime, tú, el pastor,
--¿dónde los moros quedaron?
-En los campos de Malverde
--todos juntos merendando,
comen ternera cocida,
--rico corderillo asado;
unos meriendan deprisa,
--otros meriendan despacio,
a no ser el perro moro
--que merienda de a caballo:
con la punta de la espada
--traía el pan a la mano,
con la punta de la lanza
--apurre el carnero asado.

----Dentro de la función noticiera que tuvieron muchos romances, ocupa en el viejo romancero de los siglos XV-XVI un lugar destacado el llamado “Romancero fronterizo”, referente a sucesos de la plurisecular guerra con el reino moro de Granada. Conviene distinguir en él dos tipos de romance muy diversos, que son a la vez representativos de tiempos distintos: el propiamente “fronterizo”, en que se refieren incidentes de la guerra de la Frontera, de mayor o menor trascendencia, y el que celebra acciones heróicas de los caballeros que escaramuzan ante Granada durante su cerco por los Reyes Católicos; que poco tienen que ver entre sí.
----Los primeros, al igual que otros romances noticieros, tienen escasa cabida en el Romancero oral del siglo XX; se precisa de la concurrencia de razones especiales para que su narración siga interesando. En el romance que comento, ya sabemos que debió de ser la presencia de la palabra “aguinaldo”, en el sentido general de ‘presente’, lo que, en su día, daría lugar a la escena inicial tal como modernamente se canta en el Norte de España (Lugo, Asturias, montaña de León, Cantabria, montaña de Palencia). La palabra no es ajena al viejo romancero fronterizo: “en braços de sus amigas / van todos juramentados / de no bolber a Jaén / sin dar moro en aguinaldo” (dice el romance que comienza “Un día de San Antón”, o “Día es de San Antón”); y sospecho que la creación a partir de ella de la escena inicial nos explica el extraño hecho de que se sitúe en la víspera de la fiesta de Reyes la petición de los 4.000 hombres por un caudillo que, a continuación, corre con sus moros los campos de Jaén.
Cuando, en 1946, me estrené como colector de romances de la tradición oral en la aldea de Cirtieño, del concejo de Ponga (Asturias), la versión de este romance que recogí, en vez de hablar de hombres armados, decía, debido a su función petitoria, ”pedimos seis mil duros, / cinco mil fueron mandados” (!) y el tema parecía girar en torno a una suculenta merienda campestre. Afortunadamente, otras versiones conservaban bien el relato de la algara contra Jaén. Bastaba comparar el conjunto de las reunidas en el Archivo del Romancero con otros romances fronterizos para entender que el romance de la tradición oral moderna estaba compuesto de motivos típicos de ese subgénero. No obstante, la tradición de los siglos XV-XVI no nos ofrecía versión ninguna de tal romance, ni las crónicas nos ayudaban a encuadrarlo en el tiempo. Pero su antigüedad y su difusión en aquellos siglos nos la garantiza un dicho ingenioso de Garci Sánchez de Badajoz a fines del siglo XV (recordado por Melchor de Santa Cruz en su “Floresta española”, 1574), quien, para motejar en una reunión de morisco a cierto caballero, recordó impertinentemente dos octosílabos de nuestro romance:

Todos meriendan a pie
--y el moro Çaide a cavallo.

Diego Catalán

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