3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946.
3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946. VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA.
Por los años en que el Romancero dormitaba en sus cajones de Chamartín, empecé yo mi carrera universitaria (1944). Las secuelas de la emigración de buena parte de la intelectualidad universitaria republicana, de las depuraciones y del arribismo, eran patentes. En los primeros años de Universidad sólo un par de profesores me proporcionaron algunos conocimientos de interés. Fuera de las aulas, el Sindicato Español Universitario seguía aún repitiendo consignas "intelectuales", a lo Millán Astray, sobre la superioridad, respecto a la razón, de la "dialéctica de las pistolas" y en la Facultad de Filosofía y Letras podía ser objeto de discusión asamblearia la conveniencia de restaurar la Santa Inquisición que en el Siglo de Oro vertebró a la Nación Española. En medio de la decepción respecto a lo que podía recibir en los cursos universitarios, comencé, por invitación de mi abuelo, Ramón Menéndez Pidal, a manejar en casa, junto a materiales de interés lingüístico, otros pertenecientes a su archivo sobre el Romancero. Mi primer tema de estudio fue la carpeta de "El Cid y Búcar" (El moro que reta a Valencia), cuyos textos y notas de variado carácter, que con ellos se guardaban, se me permitió elaborar. En 1945-46 estudié los materiales referentes a la comedia histórica inédita sobre el Obispo de Jaén don Gonzalo en que se incluyen diversos romances y comencé a reelaborar el Romancero del rey Rodrigo64. Así comencé a hacerme cargo de los problemas que los materiales del "Archivo del Romancero Menéndez Pidal / Goyri" podían suscitar.
En el verano de 1946, pasaba yo una temporada en Linares (Ribadesella), en la casa familiar de Álvaro Galmés de Fuentes, también estudiante de Filosofía y Letras, acompañando a Ramón Menéndez Pidal (mi abuelo y tío de la madre de Alvaro). A sugerencia del "maestro", los "aprendices de filólogo" emprendimos una encuesta dialectológica por el Oriente de Asturias relativa a la isoglosa que lo cruza, el límite entre f inicial de palabra y j ((ej.: la figar : la jigar, ’la higuera’)65. En el curso de esa encuesta, fuimos abandonando la región costera e internándonos en la zona de la montaña. Un día del mes de Agosto llegamos a la aldea de Cirieño, de la parroquia de Sebarga (Amieva). En aquel entonces los innumerables cruces de la carretera de El Pontón sobre el Sella eran aún de tablas, pues no se habían reconstruido los puentes dinamitados durante la Guerra Civil, y esta aldea de Cirieño, situada en la embocadura de un pequeño valle afluente del Sella, y por lo tanto fuera, incluso, de aquella precaria vía de comunicaciones, era un lugar bastante aislado, encovado entre los picos de la Cordillera Cantábrica. Fue allí, a la vera de la fuente pública, donde las mujeres que iban a coger agua nos calzaron las espuelas como caballeros de la andante caballería romanceril y nos estrenamos en la aventura de recoger romances de la tradición oral. En adelante, no dejaríamos el oficio. Ciertamente, la cosecha de textos obtenida no fue grande66; pero, andado el tiempo, una de las versiones de aquella primera recolección, que a primera vista parecía celebrar una merienda campestre de mozos, me llevaría a descubrir y a estudiar un romance fronterizo, La merienda del moro Zaide, del que ya en el siglo XVI, a propósito de un rasgo de ingenio de Garci Sánchez de Badajoz, poeta bien conocido de fines del s. XV, se cita un verso: "todos meriendan a pie y el moro Çaide a cavallo"67.
En aquellos años de posguerra, era, ciertamente, aventura la búsqueda de romances por las aldeas y pueblos de España. A las dificultades que los encuestadores de principios del siglo XX frecuentemente comentaban como pruebas de su abnegada dedicación al oficio, se añadían algunas otras que muy pronto experimentaríamos en el curso de aquella misma excursión. Para continuar a pie nuestra ruta de encuestadores dialectológicos, que se iba ajustando al trazado de la isoglosa que divide el asturiano con f- inicial del que la aspira (> j-), teníamos que cruzar, desde Sellaño (Ponga), aldea aguas arriba de Cirieño, más allá de una foz, hacia Viego, en otra foz (en la del Sella), por lo alto de la montaña que las separa. La niebla nos desorientó en las cumbres y fuimos a bajar, en dirección de otra profunda hoz, que nos impedía el paso. Perdidos en un bosque de rebollos, dimos, ya de noche, con unos maizales y con la aldea correspondiente; en la primera casa, un pobre viejo, que estaba cenando una torta, huyó espantado ante nuestra presencia. Con más suerte, en otra casa de aquel lugar de Cadenava unas mujeres y chiquillos nos enrutaron. De hecho, habíamos vuelto a caer, aguas arriba, a orillas del mismo río del cual veníamos. ¿Dormir? Quizá al otro lado de la hoz hubiera alguna cama en una aldea un poco mayor, aldea que, con estruendo de "voladores", anunciaba estar en fiestas. Un rapaz nos acompañó, en la oscuridad de la noche, hasta alcanzar el puente sobre la hoz; al llegar a ella, hubimos de seguir a tientas sus instrucciones, pues entre las tablas del puente se había colado hasta el profundo una pobre vaca y no era cosa de que repitiéramos el descenso. Tampoco en Abiegos, que así se llamaba el lugar, hallamos techo bajo el que pernoctar. Recruzamos el puente, y se nos indicó que, carretera arriba, había un pequeño hotel en San Juan de Beleño. Los kilómetros se nos hicieron bien largos y, al llegar al pueblo, todo él dormido, pensamos que era prudente presentarse en el cuartelillo de la Guardia Civil que allí había. Llamamos sonoramente a su puerta; pero no hallamos respuesta. Ante nuestra insistencia, un guardia, con el torso desnudo, se asomó cautelosamente por la ventana más lejana, preguntando qué queríamos. Al responderle que presentarnos, cerró la ventana; pero nadie abrió. Nos acercamos entonces al pequeño hotel; tenía una luz y dentro ladró un perro; llamamos. Sólo conseguimos que apagaran la luz. Intentamos dejar pasar el resto de la noche acurrucados bajo un castaño en el monte; pero el frío nos obligó a echar a andar carretera abajo. De la oscuridad surgieron, de improviso, unas sombras: «¡Alto!». Yo, que iba adelantado, lo hice a pocos pasos de una pareja, que no era de la Guardia Civil, y, lentamente, creyendo serlo, fue aproximándose, brazos en alto, Galmés, que me seguía. Uno de los dos hombres estaba dispuesto a someternos a un interrogatorio. El otro prefería ostensiblemente que siguiéramos nuestro camino. Visto que no eran guardias, respondíamos a sus preguntas relajadamente, para tranquilizarles: "—¿Quiénes sois? —Somos estudiantes. —¿Qué estudiáis? —Filosofía y Letras. —¿Dónde? —En Madrid. —¿Qué profesores tenéis? —Hombre, los que allí dan clase. —¿Conocéis a Dámaso Alonso?". Tan insólita pregunta en un valle perdido de la Cordillera Cantábrica el año 1946 sólo podía hacerla, claro está, otro estudiante. Se trataba de un doctorando68 que acababa de aposentarse aquella mañana en el hotelillo de San Juan de Beleño con el propósito de hacer su tesis sobre "El habla de...", modelo que por aquellos años proliferaba69; dispuesto a confraternizar con sus futuros informantes, había ido a la romería de Abiegos. De allí volvía bastante borracho, acompañado por un mozo local, que, al tiempo de pasar el puente horadado, le encomendó a Dios y, según nos dijo, el forastero tuvo la fortuna de que "le coincidió la curva". Se empeñó nuestro nuevo colega en que volviéramos a aporrear la puerta del hotel, voceando él su identidad; pero sólo consiguió que los de dentro tuvieran aún mayores sospechas respecto a nuestras personas. El mozo local nos llevó, finalmente, a un hórreo y allí dormimos en el heno, procurando que nuestro compañero no se tirara desde él de cabeza al suelo. Llegada la mañana, nos acercamos al hotel; allí nuestro "amigo", después de abrazarnos efusivamente, se fue a dormir. Nosotros pedimos permiso para asearnos en el cuarto de baño. Concluida la tarea, y, al ir a salir de él, se precipitaron al suelo una serie de sillas apiladas al otro lado de la puerta y, por aquellas de los cuartos vecinos asomaron los cañones de los fusiles de los guardias civiles que, en la noche anterior, amedrentados por nuestra presencia en el pueblo, se habían fortificado en su cuartel. Tras un interrogatorio en que hubo que explicar detalles muy sospechosos (ya que nosotros decíamos ignorar el nombre de nuestro "amigo" durmiente), se convencieron de que no éramos una partida de "maquis"; pero nos advirtieron que anduviésemos con ojo, porque, si hubiéramos salido esa mañana directamente al monte, habrían salido a "cazarnos", juntamente con los guardias civiles acuartelados en el valle del Sella, tanto en Asturias como en León, a quienes ya se había dado aviso, y que no habrían sido tan ingenuos como para esperar a que hiciéramos nosotros fuego, si ellos, según el reglamento, nos daban el alto antes de hacernos caer en tierra malheridos.
Pese a este temprano tropiezo con la Guardia Civil, continuamos nuestra investigación lingüística y, ya siempre, de forma simultánea, la recogida de romances. Río Sella arriba, en una de aquellas excursiones, alcanzamos el extremo de la hoz que separa Asturias de León. Todavía en territorio asturiano se halla la pequeña aldea de Tolibia (Ponga), cuya vida seguía dependiendo más de los espacios abiertos en lo alto de la montaña, donde pasta el ganado, que de la carretera del Pontón en el fondo del río Sella, abierta en el siglo pasado por los ingenieros, ya que para subir desde ella había que serpentear entre las piedras movedizas de un enorme argayo. De hecho, el ganado sólo podía entrar en la aldea muerto, llevado sobre los hombros. El límite lingüístico que investigábamos nos obligaba a subir a ella, y lo hicimos. Pero, al llegar, la hallamos desierta, y sólo entre las peñas de más arriba pudimos descubrir que se movían algunas cabezas. Después de un tiempo, los portadores de esas cabezas, que eran todos mujeres, acabaron por bajar. Su miedo estaba justificado, pues hacía unos días habían pasado por el lugar unos "maquis", a los que naturalmente habían avituallado, y, seguidamente, había subido hasta allí la Guardia Civil y se había llevado a todos los hombres de la aldea para interrogarlos como presuntos colaboradores de la guerrilla. Así y todo, acabaron por cantarnos romances70, empezando por el de Conde Claros en hábito de fraile, con la curiosa variante por ultracorrección:
"Caballo, mió caballo, Dios te me libre de mal,
que la hornada de ocho noches hoy te la vas a cenar",
en que la jornada que ha de caminar el caballo se interpreta como ’hornada creyendo la j- un dialectalismo71.
Donde nuestras encuestas romancísticas resultaron en 1946 más productivas fue en territorio leonés, en el alto valle del Sella que forma la tierra de Sajambre, comarca de donde ya Ramón Menéndez Pidal había recogido romances en dos ocasiones72. Curiosamente, tuvimos la posibilidad de volver a interrogar, en Vierdes, a Jacinta Redondo, "que fue un buen informante de Menéndez Pidal cuando tenía 20 años y volvió a serlo a sus 55 años para los encuestadores de 1946"73. Obtuvimos versiones de todos los pueblos del valle: Ribota, Vierdes, Pío, Oseja y Soto.
La prosecución de nuestro trabajo lingüístico nos llevó, en Octubre de aquel mismo año, a Valladolid, desde donde nos trasladábamos diariamente, por las mañanas, en bicicleta a Simancas, al Archivo, pedaleando por una carretera, que entonces tenía un tráfico mínimo, bordeada de viñedos; los racimos de las uvas negras de la Ribera del Duero, que robábamos simulando estar arreglando una de las bicicletas, nos servían, con su recio tanino, de aperitivo al ir de regreso a la ciudad. Durante las tardes libres, nuestras bicicletas nos permitieron recoger romances en un amplio círculo en torno a Valladolid: en Simancas, en Tordesillas, en Zaratán, en Bamba, en Cabezón, en Santovenia de Pisuerga, etc. A Tordesillas llegamos, tras comer en un pinarejo, cuando el sol caía de pleno sobre el pueblo. Nos acercamos a un grupo mixto de mujeres de varias edades (viejas, jóvenes y chicas) y preguntamos, mientras las moscas trataban de aprovecharse de nuestro sudor, por una canción antigua que dice "Gerineldo, Gerineldo, Gerineldito pulido...". Coreada por las risas de todo el concurso, una vieja "graciosa" nos replicó "—¡Aquí no sabemos de eso! Aquí no se canta más que La vaca lechera y La pelona...74’, pero, si no es mala pregunta, ¿pa[ra] qué quieren el Gerineldo?". Nos apresuramos a dar toda clase de explicaciones; pero sólo conseguimos que una muchacha nos espetase: "-Yo sí sé lo de Gerineldo; pero no se lo quiero decir", y que otra mujer sentenciase sabiamente: "-Éstos, lo que son, ... los del Obispo. —¡Qué obispo ni qué demonios! —¡No han de ser! En Ciguñuela han puesto multas a unos que cantaban La vaca lechera porque la ha prohibido el Obispo75, ¡y éstos son los que van denunciando a los que cantan!". A Bamba fuimos desde Zaratán por un polvoriento camino carretero que cruzaba la llanura del Páramo76 inmensa y vacía de transeúntes; de pronto, en una cortada del terreno, dimos vista a un valle, verde y jugoso, en que se escondía el pequeño pueblo, con su iglesia mozárabe humildemente hundida en el suelo. Nuestra llegada en bicicleta arremolinó en torno nuestro a un enjambre de chiquillos. Unas niñas nos dijeron ¡que habían escenificado ellas entre sí el romance de Gerineldo!; pero el zumbido de aquella nube de chiquillos, que no lográbamos espantar, nos impedía acceder a las personas mayores, que se alejaban despreciativas sin querer cruzar palabra con nosotros. Sólo en la taberna logramos establecer el necesario ambiente para la recolección77.
Pese a incidentes de este tipo (que he narrado basado en apuntes de aquel entonces), nuestra "encuesta ciclista" fue satisfactoria. Pudimos comprobar que la tradición de la meseta del Duero conservaba tras la Guerra Civil la misma riqueza de romances que cuando, en 1920, se interesó por ella Aurelio M. Espinosa. Los temas de viejo abolengo seguían siendo recordados. Una de nuestras mejores adquisiciones fue el romance de Gallarda y Florencios, con el comienzo
Ya tocan a misa en Roma, en la iglesia de Santiago,
dice misa el arzobispo y predica el Padre Santo.
Entra el Conde de Laurel con su niño de la mano.
Gallarda, que vio al conde, del niño se ha enamorado,
con los ojos hace señas, con las manos le ha llamado (...),
dicho por una mujer de unos 50 años en Simancas.
Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)
NOTAS
64 Tomo las precisiones de un " Curriculum vitae de Diego Catalán Menéndez Pidal" redactado a comienzos de 1951. Respecto al primer tema, andado el tiempo, se me autorizó a publicar exclusivamente lo que de aquel estudio Ramón Menéndez Pidal consideró aportación personal mía; véase aquí adelante n. 163. En relación con el segundo, se conserva entre los papeles de Menéndez Pidal una "Matraca de un estudiante a su abuelo" en que, en forma de romance, parodio la historia legendaria del obispo. Sobre ella, de letra de don Ramón consta: "Diego, cuando trabajaba El Obispo don Gonzalo de Cueva y Silva, 6 Enero de 1946"; véase, por otra parte, adelante, n. 100. Respecto al tercero, cfr. n. 290.
65 Sobre sus resultados, véase D. Catalán y A. Galmés, "Un límite lingüístico", RDyTP, III (1946), 196-236. Reed. en D. Catalán, con la parcial autoría de A. Galmés, Las lenguas circunvecinas del castellano, Madrid: Paraninfo, 1989, pp. 139-166.
66 Ha sido descrita por J. A. Cid, "El Romancero tradicional de Asturias" (1991), I, pp. 316-317.
67 Véase D. Catalán, "Un nuevo romance fronterizo", Ibérida, I (1959), 69-79; o, mejor, "La merienda del moro. Un nuevo romance fronterizo", en Siete siglos de Romancero, Madrid: Gredos, 1967, pp. 85-99, donde edito la versión de Cirieño dicha por Manuel González Blanco (c. 60 a.), junto con otras. La frase ingeniosa de Garci Sánchez la recoge Melchor de Santa Cruz en su Floresta española (1574).
68 Jesús Álvarez Fernández-Cañedo.
69 Cfr. D. Catalán, Lingüística ibero-románica. Crítica retrospectiva, Madrid: Credos, 1974, p. 206.
70 J. A. Cid, "El Romancero tradicional en Asturias" (1991), I, p. 116, reseña siete versiones de Tolibia, dichas por Nieves Llamazares, Honorina Rivero, Conchita Alonso y otras dos mujeres.
71 En versión dicha por Nieves Llamazares y Honorina Rivero. En Ribota, pueblo próximo de Sajambre (León), los versos correspondientes son: "— Caballo, mió caballo, Dios te me libre de mal, / que la hornada e veinte leguas hoy te la tienes de andar"; I y en Cirieño (Amieva, Asturias) y Tanda (Ponga): "la jornada de ocho leguas hoy la tienes que andar" y "jornada de treinta leguas hoy te la tienes "que andar’’, respectivamente. Como explicarnos en "Un límite lingüístico" (1946, p. 217; reed. de 1989, p. 153), la "castellanización" de jornada, omitiendo la j-inicial, es una ultracorrección propia de un área, como la de Sajambre, en que la F- latina se pronuncia j- (jorno, ’horno’), y que, al penetrar en zona de f-conservada, no podía comprenderse sino como equivalente castellano del local fornada por lo que "hicieron comerse al pobre caballo la hornada de pan de ocho días".
72 En 1909 y 1930. Véase atrás, cap. II, § 9 y, cap. IV, § 5.
73 Romancero general de León (1991, 2a ed. 1995), p. Lili.
74 Una y otra eran canciones urbanas entonces de moda, La vaca lechera decía: "Tengo una vaca lechera, / no es una vaca cualquiera: / se pasea por el prado, / mata moscas con el rabo, / tolón, tolón / tolon, tolón / (...)/ me da leche merengada, / ¡ay qué vaca tan salada! , / tolón, tolón/ tolón, tolón"; en cuanto a La pelona su estrofa nuclear era: "cuatro pelos que tenías / los vendiste de estraperlo, / pelona,/ sin pelo". Eran la representación de "la modernidad".
75 Posiblemente, la mujer había tenido noticia de la prohibición de Rascallú, otra canción de moda, que fue en efecto prohibida debido a la estrofa "Rascallú, Rascallú, / cuando mueras serás tú / tú serás, tú serás / un cadáver nada más", por considerar que negaba la existencia del "alma".
76 Un pinchazo en la bicicleta me hizo, al regreso, recorrer a pie y solo, emparedado entre los dos planos de la tierra árida y de un cielo estrellado que se tocaba con la mano, el largo camino. Hasta caí en la tentación de poetizar la experiencia para introducir con unos versos un artículo "Aldebarán de Unamuno. De la noche serena a la noche oscura", Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, IV, 1953, pp. 43-70), versos que el crítico cubano J. M. Chacón comentó en "El Diario de la Marina", de La Habana, ¡creyéndolos de Miguel de Unamuno!
77 Según apuntes contemporáneos.
LÁMINAS
"Matraca de un estudiante a su abuelo", Enero de 1946.
Diego Catalán consultando a Ramón Menéndez Pidal, en el curso de la reelaboración del "Romancero rey Rodrigo", Abril 1947 (foto Gonzalo Menéndez Pidal).
Álvaro Galmés y Diego Catalán en Ponga (Asturias), trazando la frontera lingüística f- : j- y recogiendo romances, verano de 1946 (foto Damián Galmés).
SUMARIO:
I PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL
* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO
* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900
* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO
* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904
* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906
* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906
* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905
* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908
* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS
* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL
* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912
* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912
* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913
* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913
* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914
* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914
* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920
* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918
* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920
* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925
* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20
* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921
* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925
* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927
* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928
* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30
* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE
* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS
* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931
* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933
* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN
* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930
* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936
* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL
* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO
* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO
* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE
* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES
* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA
* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941
* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945
* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946
* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950
* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA
* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948
* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI
* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL
* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954
* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959
* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50
* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957
* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962
* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965
* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964
* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966
* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966
* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL
* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970
* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975
* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975
* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981
* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978
* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984
* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984
* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988
* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98
* EPÍLOGO
* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO
* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN
Diseño gráfico:
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