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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

EL CID PIDE PARIAS AL MORO

EL CID PIDE PARIAS AL MORO

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EL CID PIDE PARIAS AL MORO

Por la vega de Granada
--iba el Cid al mediodía,
en su caballo Babieca,
--ique al par del viento corría,
y doscientos caballeros,
--ique lleva en su compañía.
Iban contando hazañas
--ipara llevar alegría,
iban contando hazañas
--icada cual de sus amigas:
unos las dejan preñadas,
--iotros las dejan paridas,
otros las dejan doncellas,
--iambas del amor rendidas.
-Ya que todos heis hablado,
--icontaré yo de las mías.-
Metió la mano en su seno,
--isacó a la Virgen María:
-Cata aquí a la que yo amo,
--ide noche y también de día;
siempre la llevo conmigo,
--ila tengo en mi compañía.-
El rey, que lo está mirando
--ide un mirador que tenía:
-Bien venido seas, Cid,
--ibuena sea tu venida.
Si venís a ganar sueldo,
--idoblado te lo daría;
si venís a tornar moro,
--iseréis señor en Turquía,
si os venís a casar,
--icasaréis con hija mía.
-Yo no vengo a ganar sueldo,
--ino lo he ganado en mi vida,
y tampoco a tornar moro,
--ique mejor ley es la mía,
tampoco vengo a casarme,
--ique mi Jimena aún es viva;
vengo a llevarme las parias
--ide mi tío el rey de Castilla.
-Esas no las llevas, Cid,
--ique él a mí me las debía.
-O las he de llevar, perro,
--io te he de quitar la vida.
-Habla poco a poco, el Cid,
--imansito y con cortesía,
que quizá haya aquí en mi Corte
--iquien vuelva por la honra mía.
El Cid llevaba una lanza,
--iciento seis palmos tenía,
cada vez que la blandeaba,
--ihierro con hierros hería,
cada vez que la blandeaba,
--itemblaba la morería.
De tres en tres los mataba,
--ide seis en seis los enhila.
-¡Vuelta, vuelta, mi caballo
--iy mi lanza jabalina,
que si vas ensangrentada,
--iyo te lavaré en Castilla!

--i--iAl son de chácaras y tambores oyó cantar, en 1984, este espléndido romance cidiano la antropóloga americana Martha E. Davis al labriego de Chipude, Ruperto Chineda, en La Gomera (Islas Canarias); y, gracias a la capacidad de los gomeros de hablar potenciando la voz articulada mediante el silbido (con el famoso "silbo gomero"), pude, un año después, hallarle, tras un lejano cerro, donde labraba unas tierras con su arado romano, y tener la oportunidad de anotar la letra de "El Cid pide parias al moro".
--i--iEn mi versión antológica no he dado acogida a unos versos que aún perviven en el Romancero del siglo XX como herencia del mismo romance en el extremo Noroeste de la Península:

Por el Val de las Estacas
--iva Rodrigo al mediodía,
relumbrando van sus armas
--icomo el sol cuando nacía,

pues allí sólo se conservan como un motivo desligado del romance de "El Cid pide parias al moro".
--i--iEl tema del romance proviene de la Historia y de la Poesía épica: Rodrigo Díaz de Vivar fue, ciertamente, enviado por Alfonso VI al rey al-Mu`tamid ibn Abbad de Sevilla a cobrar el tributo ("las parias") que el rey moro se había comprometido a pagar anualmente a cambio de que el rey de León y Castilla no le "corra" de las tierras de su reino, depredándolas, sino, por el contrario, le proteja frente a la ambición de otros Reyes de Taifas vecinos y de expedicionarios cristianos codiciosos del oro musulmán. Y, durante aquella misión, fue protagonista de una batalla campal en Cabra (1075), en las fronteras del reino de Sevilla con el de Granada, no contra al-Mu`tamid, sino en defensa suya, frente al rey Abdallah y los caballeros castellano-riojanos que ejercían de protectores de este rey de Granada (no sólo respecto a los reyes moros vecinos, sino a sus propios súbditos, hartos de pagar tributos ilegales para satisfacer la insaciable codicia de oro musulmán manifestada por el rey de León y Castilla). En la batalla, Rodrigo Díaz derrotó, de forma humillante, a dos grandes magnates castellano-navarros (Garci Ordóñez y Fortún Sánchez), casados con las infantas hermanas del rey de Navarra Sancho García, las cuales, poco después (en junio de 1076), serían partícipes, en grado diverso, en la conjura que dio lugar al magnicidio de ese infortunado rey, regicidio fratricida en virtud del cual Alfonso VI se anexionó la Navarra najerense y vino a llamarse Emperador de España (1077). Aunque la gloria de aquella batalla campal de Cabra fue celebrada (en latín) por el Carmen Campidoctoris, como uno de los grandes hechos de Rodrigo Díaz, la enemistad de "el Campeador"con la alta nobleza de Castilla y La Rioja (que aquella lid campal vendría a consolidar) sería un obstáculo permanente para que el infanzón Rodrigo gozara de una buena relación con su rey.
--i--iEl "juglar" de San Esteban de Gormaz que, según mis estimaciones, estrenó el canto de la gesta en lengua vulgar de Mio Cid el año 1144, en las bodas en León (19 de junio) y tornabodas en Pamplona del nieto del propio "héroe" (García Ramírez, el restaurador del Reino de Navarra), con la "infantissa" hija bastarda del Emperador Alfonso VII, bodas que pusieron fin a las intermitentes guerras navarro-castellanas, sabía también que el Cid había vencido y aprisionado en Cabra a su "enemigo malo", el conde don García y de su ida a cobrar las parias debidas a su rey. Pero llegó, por su parte, a suponer (sincopando varios años de la vida del Campeador), que la causa inmediata del primer destierro de Rodrigo Díaz (que ocurrió en 1081) fueron acusaciones cortesanas acerca de que, en su embajada, había recibido secretamente del rey de Sevilla y retenido una fuerte cantidad de oro musulmán monedado.
--i--iPero, aunque el romance recoja tradiciones histórico-épicas, no es heredero directo de la poesía épica. El poema de Mio Cid empezó siempre con la salida de Rodrigo de Vivar camino del destierro, esto es, cuando ya la ira del rey ha causado que sus palacios se hallen vacíos (con las puertas abiertas y sin candados) y que su mujer e hijas hayan buscado refugio en el Monasterio de Cardeña, siendo en él recogidas por caridad. Nunca se narró en él ni la prisión del Conde don García en Cabra, ni la petición de parias al rey de Sevilla (las crónicas que combinan datos extraídos de la Historia Roderici y del Mio Cid no deben aducirse como testimonio de tal comienzo). Y en otros poemás épicos se buscó otra ocasión y otra causa para el destierro de Rodrigo.
--i--iFueron, evidentemente, los relatos en prosa de las crónicas y no las gestas en verso los que sugirieron a un romancerista la escenificacion del encuentro del Cid con "el moro" a quien viene a exigir el pago de las parias.
--i--iConocemos varias versiones del siglo XVI del romance, junto a citas de su exordio y trasposiciones del tema aplicándolo a las ganancias de Amor o de la Vida (tanto anteriores como posteriores a esas versiones). Ofrezco a continuación un texto facticio, ejemplar, de lo narrado en la brillante escena romancística cantada, con variaciones, en los siglos XVI y XVII, para que el lector perciba lo que el romance del siglo XX hereda e innova:

De las ganancias del Cid,
--ibuen rey, no ayáis codicia,
que quanto gana en un año
--itodo lo pierde en un día.
Con quinientos cavalleros
--ique lleva en su compañía,
por el Val de las Estacas
--ipassa el Cid a medio día,
en su cavallo Babieca,
--ique gruessa lança traýa.
Dávale el sol en las armas,
--i¡o quán bien que parecía!,
A man derecha le dexa
--icastillo de Costantina,
ývase para Jaén
--iy a toda el Andalucía,
a buscar al moro Adarte,
--ique enojado le tenía.
El rey moro, que lo supo,
--ia recebirlo salía,
con trezientos cavalleros,
--ila flor de la morería:
-Bien seáys venido, Cid,
--ibuena sea vuestra venida.
Si venís a ganar sueldo,
--idoblado se os daría;
o, si venis por muger,
--idaros he una hermana mía;
si os venís a tornar moro,
--iyo por mejor lo tendría.
-Yo no vengo a ganar sueldo,
--ique no le gané en mi vida,
ni vengo yo por muger,
--ique doña Jimena es viva;
ni me vengo a tornar moro,
--ique mejor ley es la mía.
Mas vengo yo por las parias
--id'ese buen rey de Castilla;
tres años eran passados
--ique tú no se las enbías.
-Yo no devo nada a nadie,
--iantes él a mi devía;
essas parias, el buen Cid,
--iessas vos no llevaríays;
si mi padre las pagó,
--ihizo lo que no devía.
-Si por bien no me las das,
--imuy caro te costaría,
que te correré las tierras,
--idesde Córdova a Sevilla,
y te tajaré los panes,
--ilas bestias los pacerían.
-¡No lo haréis vos, el Cid,
--ique yo buena lança avía!
-En quanto esso, rey moro,
--icreo nada te devía,
que si buena lança tienes,
--ipor buena tengo la mía;
te prenderé por la barva,
--illevarte he presso a Castilla.
-No os enojéis, buen Cid,
--ique burlando lo dezía;
por ser vos el mensajero,
--idobladas os las daría.

--i--iLa herencia de la versión hoy tradicional en La Gomera, por vía oral, sin interferencias de los textos puestos por escrito en los siglos XVI y XVII, respecto a la tradición oral antigua es segura, dado que en la versión moderna perviven detalles del viejo romance que se hallan dispersos en las varias versiones impresas y manuscritas.
--i--iMás interesante que esa continuidad tradicional es, en el romance del siglo XX, el partido sacado de uno de los procesos innovadores más comunes en el Romancero oral: el recurso, para enriquecer un tema con motivos adicionales, al acervo de motivos y versos proporcionado por el conjunto del "saber" romancístico de los trasmisores. En el texto canario de "El Cid pide parias al moro" se ha incorporado, de una parte, a la descripción de la cabalgada, el motivo épico de los caballeros que se entretienen jactándose ("gabándose") de sus pretendidas hazañas amorosas (tomándolo del romance viejo de El tornadizo y la Virgen) y, de otra, se ha dado más relieve al de "la lança" del Cid, motivo rico en connotaciones simbólicas y figurativas, añadiendo la descripción hiperbólica de su longitud y de su flexibilidad en manos del héroe (descripción hiperbólica tópica desde tiempos medievales, que en el romancero viejo es parte sustancial del tema del romance "fronterizo" de Portocarrero). El romance del siglo XX resultante nada tiene que envidiar a su antecesor del siglo XVI.

Diego Catalán

Dibujo de portada: www.leergratis.com

2 comentarios

Carles (webmaster) -

Seguramente se refiere a este romance:
El Cid y el moro Abdalla
(Romance del Cid Ruydiaz) (De cómo el Cid fue a buscar el moro Abdalla)

Por el val de las Estacas
el buen Cid pasado había;
a la mano izquierda deja
la villa de Constantina.
En su caballo Babieca,
muy gruesa lanza traía;
va buscando al moro Abdalla
que enojado le tenía.
Travesando un antepecho,
y por una cuesta arriba,
dábale el sol en las armas,
¡oh cuán bien que parecía!
Vido ir al moro Abdalla
por un llano que allí había,
armado de fuertes armas,
muy ricas ropas traía.
Dábale voces el Cid,
de esta manera decía:
-Espéresme, moro Abdalla,
no muestres tú cobardía.-
A las voces que el Cid daba
el moro le respondía:
-Muchos tiempos ha, el Cid,
que esperaba yo este día,
porque no hay hombre nacido
de quien yo me escondería
porque desde mi niñez
siempre huí de cobardía.
-Alabarte, moro Abdalla,
poco te aprovecharía;
mas si eres cual tú hablas
en esfuerzo y valentía,
a tiempo eres venido
que menester te sería.-
Estas palabras diciendo contra el muro arremetía:
encontróle con la lanza,
y en el suelo lo derriba;
cortárale la cabeza,
sin le hacer cortesía.

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Para este tipo de consultas, pueden utilizar el correo e.mail que está el la columna de la derecha.

Saludos cordiales

Santiago -

Ando buscando unos versos de los cuales solo recuerdo un breve fracmento de mi lejana infancia que mi padre recitaba:
¿Donde vas moro Aldaya? ,no muestres tu cobardía,si eres pués cuanto dicen en el fuerte y valentia;harete del caballo y al momento serás vencido.....?.
Si sabeis donde encontrarlo;os estaría muy agradecido,a pesar de que me gustaría ofreceros más comentarios.
Muchas gracias.