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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

MIENTRAS YO PODO LAS VIÑAS


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MIENTRAS YO PODO LAS VIÑAS

Siempre lo oí yo decir
--a mi padre y mi señor
que el que por amor se casa
--vive siempre con dolor.
Así hice yo, mezquino,
--por amores casé yo.
Casé con una galana,
--hija era de un gran señor,
si mucho le dio su padre,
--más y más le gasté yo:
ella era mujer pomposa,
--yo un hombre gastador,
gasté mi hacienda y la suya,
--la que su padre le dio.
Ahora, por mis pecados
--vine a ser un podador.
-Mientras yo podo las viñas
--ensarmentadlas, mi amor.
-No puedo, señor, no puedo,
--mi padre no me enseñó;
mis manitas tengo blancas
--de labrar el bastidor,
mis manitas tengo blancas,
--me las quemará el sol.
Venid, yo os daré un consejo,
--marido, tomadlo vos:
Toméis, marido, esta llave,
--de la caja en el cajón,
allí tengo cien doblones,
--me quedó de mi señor,
mercadlos de sirma y perla
--y yo os labraré un pendón
de un cabo pondré la luna,
--de la otra el ojo del sol,
las estrellitas menudas
--pintadas enderredor;
enmedio de todo ello,
--Jesucristo redentor
y pondré, en el cabo izquierdo,
--ansias de mi corazón.
Lo llevaréis a las ferias,
--a las ferias de Aragón,
para que diga la gente
--"¿Quién sería el bordador?"

----Tres áreas de la tradición han conservado memoria de este romance hasta el siglo XX: la judeo-española de Oriente (Sarajevo, Salónica, Larissa, Estambul, Esmirna,Rodas, Beirut, Damasco), la judeo-española occidental (Tánger, Tetuán, Larache, Alcazarquivir, Orán) y la del Norte de Portugal (Tras-os-Montes). En las tres, la estructura del romance es semejante. Mientras la portuguesa y la sefardí del Norte de África coinciden en hacer podador de viñas al arruinado gastador de la hacienda de su mujer, las sefardíes de Oriente le dan otro oficio "vil", cardador de lana, y en vez de que, en su oficio, pida a su mujer que le ayude a sarmentar las viñas, le ordena hilar la lana.

-Yo cardo una oquita,
--mi mujer, filadla vos,
filadla muy bien delgada,
--que así encomendó el patrón.

----De su popularidad en el siglo XVI da fe un pliego suelto gótico que contiene la inefable obra de un clérigo, Alonso López, llamada "Glosa peregrina: la qual, glosando muchos Romances antiguos, narra la eterna perdición de Lucifer y sus sequaces, y la cayda y reparación del hombre". En una de las estrofas, se glosan dos octosílabos de nuestro romance, formando parte del diálogo de Adán con Eva al ser expulsados del Paraíso:

Mientras yo podo las viñas,
--vida, sarmentaldas vos.

----En el siglo XVII, los poetas dramáticos se inspiraron repetidamente en el romance. Lo aprovechó, en primer lugar, el licenciado Reyes Mexía de la Cerda, en su "Famosa comedia de la Sarçuela y eleción de el Gran Maestre de Sanctiago y milagro del Christo de la Uña", escrita en 1601 (que se conserva en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid). En ella, hay una escena en que Pascual, fruto de la aventura serranesca que cuenta el romancillo "Yo me iva , mi madre, / a Villa Reale" (a veces llamado "Serranilla de la Zarzuela"), sobre el cual se basa el argumento de la comedia, sale cantando:

"Mientras que yo las podare,
--vida, sarmentaldas vos.
-No me lo mandéis, mi vida,
--no me lo mandéis, señor,
mas traedme oro y çeda
--y labraros he un pendón".

----En 1610, "el poeta sastre" toledano Agustín de Castellanos, que componía sus obras sin ayuda de la escritura, pues era analfabeto, acudió a nuestro romance, no ya para animar una escena, sino como núcleo argumental de una comedia, significativamente titulada "Mientras yo podo las viñas" (conservada también manuscrita en la Biblioteca Nacional de Madrid). En la Jornada IIIª aparecen un infante y una infanta, cuyo amor y desdicha les ha llevado a tener que ocultarse y, en traje de labradores, dedicarse a podar y cortar los sarmientos de un viñedo.

"Dentro (es decir, desde fuera del escenario) canta un cavador":

-Siempre se lo oí decir
--a mi padre y mi señor
qu'el que por amores casa
--siempre bibe con dolor.

Y el infante continúa:

-Así hiçe yo, cuitado,
--por amores casé yo
con Sancha , la bella infanta,
--hija del rey de León,
...

y aora, por mi bentura,
--e benido a podador.
Mientras yo podo las biñas,
--bida, sarmentaldas vos.

A lo cual, replica doña Sancha:

-No me lo mandéis, esposo,
--no me lo mandéis, señor,
que tengo las manos blancas,
--quemarámelas el sol.
Traedme vos oro y seda,
--que yo os labraré un pendón,
qu'entre moros y cristianos
--no le ubiese otro mejor,
de un cabo porné la luna
--y del otro pondré el sol,
del otro la Virgen pura
--y del otro al mismo Dios..."

 

----Si no contáramos con el testimonio de esta comedia, se nos habría impuesto la sospecha de que el introito sentencioso con que comienza el romance en las dos tradiciones sefardíes (la occidental y la oriental), basado en el muy documentado refrán "quien casa por amores vive en dolores" (o "casado por amores, casado con dolores"), era un postizo, ya que "casaba" bastante mal con lo a continuación relatado. No nos aclara, en cambio, la comedia del sastre toledano el desenlace de la historia, pues es obvio que la función asignada por Agustín de Castellanos al "pendón", bordado por la dama que no quiere estropear sus lindas manos haciendo una labor de villanos, es parte de la invención del poeta dramático. A él se debe el convertir a la pareja protagonista en doña Sancha, hija del rey don Ramiro de León, y don García, hermano del rey don Bermudo de Navarra, y la trama amorosa que da lugar a una guerra entre los reinos en que el pendón servirá de estandarte, trama supuestamente basada en los "Anales de Aragón".
Pese a que la comedia del sastre abunda en situaciones y recursos dramáticos demasiado manidos, "Mientras yo podo las viñas" tuvo el honor de ser corregida y retocada por Lope de Vega, debido a que su autor analfabeto gozaba de especial amistad con el Fénix de los Ingenios, duradera amistad que le llevaría a ser testigo del bautismo de Marcela, la hija de Lope. Además, la creación dramática de "el poeta sastre" proporcionó a Luis Vélez de Guevara el argumento para una de sus comedias de tema "folclórico": "El príncipe viñador", publicada en el año 1668 (pero que, con el título de "El príncipe podador", también se halla manuscrita en la Biblioteca Nacional, en texto independiente del impreso, con algunas enmiendas de don Francisco de Rioja).
----Vélez aceptó de Castellanos el que los protagonistas fueran una princesa de León y un príncipe de Navarra, a quienes llamó Flérida y don Duardos. Los nombres, menos historiográficos y más poéticos, se los proporcionó el recuerdo del famoso romance caballeresco de Gil Vicente, que, como ya sabemos, adquirió vida tradicional al margen de la comedia de "Don Duardos" escrita en español por ese gran ingenio portugués. Y este otro tema romancístico influyó poderosamente en la liricidad de la nueva comedia. Nuestro romance vuelve a ser escenificado cuando don Duardos y Flérida, fugitivos por amor, permanecen ocultos, bajo traje aldeano y con los rústicos nombres de Pascual y Dominga:

-Dices, Dominga, muy bien,
--pues amor y mi bentura
me truxo a ser podador
--en los campos de Navarra
de donde príncipe soy.
--Mientras yo podo las viñas,
vida, sarmentaldas vos.
---No me lo mandéis, mi vida,
no me lo mandéis, mi amor,
--que tengo las manos blancas
y me las quemará el sol.
--Traedme vos oro y seda
y labraros he un pendón,
--que entre moros y cristianos
no uviera cosa mejor,
--de una parte con la luna,
de otra parte con el sol,
--de una (parte) santa María
y de otra san Salvador,
--de otra parte Santiago,
que de España es el patrón
--cavallero en un cavallo,
dando a los moros temor...

----Por más que Flérida continúe exaltando la función de su pendón en las empresas de cruzada, no ya sólo pronosticando la conquista de Toledo por don Duardos, en confrontación con Almanzor, sino aun de la Casa Santa de Jerusalén, el "famoso" pendón no reaparece para nada en la nueva trama dramática. "El príncipe podador" o "viñador" es una buena comedia dentro del nuevo estilo post-lopesco, aunque se aleje del recuerdo textual del romance.
Lo que la documentación de los siglos XVI y XVII nos dice acerca de cómo era el romance tradicional cantado en el Siglo de Oro, como herencia de tiempos anteriores, no permite saber en qué manera el "consejo" de la dama a su marido afectaba a la suerte de ambos. Es evidente que en la "fábula", en la estructura temática del romance, ese "consejo" (pese al refrán inicial) sacaría de su infortunio a los enamorados dilapidadores de su fortuna, esto es que, por medio del pendón bordado por las delicadas manos de la dama, los dos casados por amores recobrarían su posición social, pues el "orden divino" de la sociedad no puede alterarse. Pero en ninguna de las tres tradiciones romancísticas orales del siglo XX termina la intriga del poema con un relato que lo haga explícito usando versos de vieja raigambre. En Bragança, el romance se cierra con la descripción, hecha por la dama, del futuro pendón, generalmente con los octosílabos:

entremeias disso tudo
--Jesus Cristo redentor.

o, todo lo más, incluyendo la ponderación:

Na procissão onde ele for,
--não irá outro melhor;
p'ra que diga a gente toda:
--"Quem seria o bordador?"

En el Oriente mediterráneo, hay algún texto saloniquí que se conforma con decir:

Andadvos para la feria,
--en la feria de Aragón,

pero es más frecuente que, a continuación, la dama aleccione a su marido:

Ni por oro ni por plata
--venderéis este pendón,
sino al que vos decía:
--"Beatas manos que tal labró";
aquél es el rey mi padre,
--aquél es el mi señor;

o que, en vez de llevarlo a las ferias, piense enviarlo directamente a su padre, con el solo propósito de que los suyos compartan con ella las "ansias de su corazón":

que lloren mi padre y madre
--y la gente por dolor.

Sólo los judíos de Occidente han construido el esperado final feliz, evidentemente en forma tardíamente improvisada:

Otro día en la mañana
--el pendón al zoco salió.
Unos daban ciento y uno,
--otros daban ciento y dos;
todos dicen de una boca:
--"Bendita la que tal labró,
que con labor de sus manos
--su marido enriqueció".

----Todo ello me inclina a dar por seguro que el romance ha sido, desde sus orígenes, monoescénico. Que acabó siempre con el consejo de la dama a su marido "viñador", dejando al oyente inducir el resultado de la labor de bastidor que proyecta.

Diego Catalán 

 

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