Blogia
ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959


2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959. VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL.

      Menéndez Pidal permaneció intelectualmente productivo hasta cumplir sus 95 años. Cuan­do alcanzó los 90 escribió lleno de optimismo vital:

    "Se dice que la más triste limitación que pesa sobre la vejez es el no disponer de un maña­na. Pero esto debemos rechazarlo como inexacto. Con el mañana cuentan los viejos lo mis­mo que los jóvenes, y cuentan precariamente tanto los unos como los otros, por aquello de que No hay viejo que no pueda vivir un año, ni mozo que no pueda morir mañana",

y, en consecuencia, afirmaba, entonces, como principio:

    "No debemos empezar pronto la senectud, sino, al contrario, rebelarnos contra ella en todo lo que la rebeldía puede ser sensata, no dejando decaer la actividad vital, no dejando extinguir el amor a las obras comenzadas en la juventud (...). El impulso activo del anciano no tie­ne por qué cesar; no le falta el mañana; después, que ese mañana sea más largo o más corto es cosa secundaria y eventual"6.

Pero su "tan largo me lo fiáis" le llevó a dispersarse, acometiendo nuevas empresas que se le pre­sentaban en el camino y dejando para pasado-mañana la conclusión de "las obras comenzadas en la juventud": la Historia de la épica, que estuvo a punto de terminar entre 1954-19607, la Historia de la lengua* y la publicación, anotada, de los miles de versiones de su "Archivo del Ro­mancero", que nunca llegaría a realizar.

      De esta postergación de sus principales obras fue, sin duda, causa principal un afán, desarro­llado en sus años de retiro en la Cuesta del Zarzal, de saberse "vivo", de formar parte del pre­sente cultural, afán que le hacía atender constantemente peticiones de colaboración extemporá­neas. Sirva de muestra de las consecuencias de esta sumisión al presente pasadero la descripción que, en cierta ocasión, hace él mismo de su mesa de trabajo:

     "Yo no hago más viajes entretenidos que el de las 7 de la mañana a oscuras por el pasillo para no despertar a la abuela [= su mujer, María Goyri], palpando las paredes hasta mi despa­cho, y al comedor, y vuelta al despacho, etc.; y sobre la mesa tres capas de libros y papeles: la más profunda, Historia de la Epopeya; encima, los reyes Católicos; más arriba, la revisión de la mecanografía del romancero, que Calpe dice tener ya el permiso de importación de los nue­vos tipos; y se me olvidaba, cuarta capa: una conferencia para el «Instituto Faruk de Estudios Islámicos de Madrid», que me han comprometido a dar. Ves que necesito mucho poner en or­den mis cosas. Hoy, al salir de casa, me advirtió Madre [= Jimena Menéndez Pidal] que tuvie­se cuidado con una comisión de Castellón que me esperaba en la Acad[emi]a que no me com­prometiera para algo gravoso, y gracias a la advertencia, me negué a un viaje a Levante".

      Así me había escrito a Edimburgo en el año 1952; pero nunca pondría "orden" en sus "co­sas". Para comprobarlo, basta leer este otro pasaje de una carta a Lapesa, escrita ocho años más tarde, en 1960:

    "Cuando se anda ya en el año 92 de la vida es gran alivio contar con el afecto de los que están en pleno florecer de la existencia. Mi mayor contrariedad, ahora que me paso a ajustarme las cuentas, es ver el desorden en que trabajo. Da Vd. por sentado que estoy casi acaban­do mi trabajo sobre Las Casas, y resulta que no puedo adelantar en él porque estoy escri­biendo dos largos artículos para la Enciclopedia Biosca de Bilbao, uno de ellos sobre el Mio Cid, que acepté porque tenía deseos de concretar mis últimas observaciones sobre la compo­sición tradicional del poema preparando mi Historia de la épica, en que todavía sueño. En fin, todo se andará hasta donde las fuerzas duren"9.

      Al serle ofrecida en 1954, con la firmeza que supone una Orden publicada en el Boletín Ofi­cial del Estado, la constitución de un centro de trabajo al cual poder transferir la tarea de dar cima a sus proyectos interrumpidos por el desmantelamiento del "Centro de Estudios Históri­cos", Ramón Menéndez Pidal, a pesar de sus 85 años, creyó aún posible dejar tras sí el núcleo de un futuro "Nuevo-Centro de Estudios Históricos", en que no sólo se pusieran a contribución sus materiales inéditos, sino que tuviera una función formativa acorde con la denominación de "Seminario" que se le otorgaba, esto es, que fuera un semillero de nuevos investigadores en los campos de la Filología que él había preferentemente cultivado. Así nos lo dejan ver las notas que trazó, por entonces, en una ficha y en otro apunte complementario de ésta10, relativas a la or­ganización y propósitos del nuevo centro universitario:

    "= Constará de Becarios postgraduados que comiencen a hacer trabajos propios <: Prepara­ción de tesis y de trabajos originales>. Se admitirá algunos alumnos seleccionados auxiliares que en su día lleguen a ser becarios <: Que aprenda[n] a allegar materiales y comience[n] a tener iniciativas para suscitar problemas en torno a esos materiales;». Formación de su espíritu cien­tífico <= Que vayan adquiriendo hábitos de agudeza. Que sepan discernir lo interesante de lo estúpido; que prefiera[n] la exactitud a la novedad, la profundidad firme a la superficialidad brillante, que resista[n] la tentación del éxito fácil>.
    = Profesores ya empleados en la enseñanza, que dirijan cada trabajo de los Becarios y que hagan entre sí trabajos en colaboración.
    = Catedrático Subdirector.
   =
Trabajos de Romancero, Hist[ori]a [del] idioma, Crónicas, etc., dice la Orden ministerial, de modo que serán muchos trabajos en colaboración.
    = El éxito dependerá mucho de los medios de que disponga, medios pecuniarios, libros y, sobre todo, del personal docente y del personal discente, del estado de ánimo del estudiante de hoy , que desconozco, pues hace 14 años que estoy jubilado.
    = Muchos trabajos para la Hist[ori]a [de la] Lengua que deben ir apareciendo.
    = Muchos de prehistoria de la lengua que han tomado mucho volumen y deben ir aparte.
    = Leonés, mucho material. Mapa.
    = Romancero. Trabajo de ponerlo al día, abandonado hace unos 14 años.
    = Mecanógrafo y auxiliar.
    = Colaboradores, fuera [= además de] Riquer, Rodríguez Castellano, Casado Lobato".

      Pese a tan ambicioso plan, en estos mismos apuntes de Ramón Menéndez Pidal asoma un cierto temor a que el decreto fundacional del "Seminario" pudiera quedar en uno de tantos ac­tos de inauguración para la galería que entonces se hacían (y aún hoy se hacen) en España. De hecho, ya se habían manifestado algunas señales de que ese temor pudiera no ser sólo fruto de la desconfianza generada por una larga vida; en aquellas anotaciones11 don Ramón llamaba la atención acerca de dos hechos que consideraba inquietantes:

    "= No se reunió el Patronato, que es el que decidirá. No se nombró el Subdirector".

      De resultas, el "Seminario Menéndez Pidal", desprovisto de toda organización oficial, co­menzó sus actividades en situación de absoluta provisionalidad. Desde luego, la incorporación de "Profesores", directores del trabajo de los "Becarios", quedó en suspenso, pese a ofertas de co­laboración tan interesantes como la de Martín de Riquer desde Barcelona12. Únicamente Rafael Lapesa, como candidato in pectore a la subdirección, asumió la responsabilidad de adminis­trar el nuevo centro13 y de seleccionar becarios, con la colaboración del Profesor Adjunto de su Cátedra, Álvaro Galmés. En lo que a mí se refiere, que había sido Ayudante de la Cátedra de don Rafael y era otro potencial colaborador, la creación del "Seminario Menéndez Pidal" vino a coincidir con mi alejamiento de Madrid, a partir de Octubre de 1954, como Catedrático de la Universidad de La Laguna (en Canarias), y, seguidamente (aunque de forma sólo temporal) de España, como profesor visitante en la University of California, Berkeley (cursos 1955-1957).

      Sólo el 20 de Enero de 1955 Rafael Lapesa pudo remitir al Decano de la Facultad de Filoso­fía y Letras relación oficial "de las personas que vienen tomando parte en las tareas del Semina­rio o comienzan ahora a intervenir en ellas", ya que tan sólo a principios de este nuevo año ha­bían quedado "establecidas por el Patronato del Seminario Menéndez Pidal las condiciones de trabajo y retribución de colaboradores y becarios". La nómina no contemplaba el puesto de Sub­director y sólo incluía un "Colaborador", "don Álvaro Galmés de Fuentes", aparte de tres "Becarios-Graduados"14 y tres estudiantes "Becarias"15.
 
     Aunque en "medios pecuniarios", en "personal docente" y en "personal discente", el naciente "Seminario" estaba lejos de cumplir las exigencias que para su "éxito" había señalado Menéndez Pidal, tenía, al menos, como ventajoso punto de partida, la herencia, en los diversos campos de actividad que se proponía cultivar, de obras varias muy avanzadas en su realización16.

      En el campo del Romancero se preveía como relativamente fácil la terminación de los volú­menes Iº y IIº del Romancero tradicional heredados del extinto "Seminario de Estudios Históri­cos" adscrito al Instituto de Cultura Hispánica: pero un suceso imprevisto vino a impedir que el becario graduado encargado de esa labor, José Caso17, completara prontamente el trabajo de revisión. El 20 de Abril de 1955 Caso me escribió, desde Gijón a La Laguna, explicando lo su­cedido y su incidencia sobre el Romancero:

    "El 21 de febrero sufrí un accidente de automóvil, como consecuencia del cual me fractu­ré el brazo derecho. El asunto caminó bastante mal y un mes más tarde sufrí una operación. Ahora estoy con la escayola, que no me quitarán hasta finales de mayo. Como ves la desgra­cia se ha cernido sobre mí. Y, en cierta forma, sobre el Romancero. A estas horas podría ha­ber estado lista la mayor parte del primer tomo".

En aquel mes de Abril de 1955, Ramón Menéndez Pidal me comentaba, desesperanzado, el mal empiece del "Seminario"18 y, durante el siguiente verano, antes de que me desplazara a Ca­lifornia, me manifestó repetidamente en San Rafael (Segovia) su temor a que el "Seminario" fra­casara; en el curso de nuestros paseos vespertinos por el valle del Gargantilla, ponderamos en­tonces juntos los medios para corregir los "defectos" detectados en su inicial funcionamiento19. Por ello, a poco de establecerme en Berkeley, transmití impulsivamente aquellas inquietudes y sugerencias a Rafael Lapesa. No obstante, en aquella evaluación mía de lo realizado durante el curso 1954-1955, que era en su conjunto negativa20, establecía una excepción precisamente en el campo del Romancero:

    "Haciendo crítica de lo hecho el año pasado, resulta satisfactorio lo conseguido en el Ro­mancero, a pesar del accidente de Caso. Caso es persona concienzuda y eficaz, aunque a ve­ces excesivamente lento. Apurándole un poco, resulta efectivo. Se podría continuar con él como en el año pasado y ofrecerle una gratificación extraordinaria cuando el tomo de épicos entrase, enteramente acabado, en la imprenta"21.

      Mi satisfacción respecto al trabajo realizado por Caso estaba justificada. Ya en su carta del 20 de Abril de 1955, al concretar lo que había quedado hecho antes de su accidente, me precisaba:

    "Lo del «Rey Rodrigo» no estaba totalmente acabado; pero era tan escaso lo que quedaba, que en dos o tres días hubiera recibido el punto final. Álvaro [Galmés] quedó encargado de terminarlo (...). Yo no tengo aquí la parte de «Bernardo», y aunque me es imposible trabajar con un mínimo de eficacia, creo que me autorizarán el uso de mecanógrafa (...)".22

Poco a poco se habían ido resolviendo los problemas pendientes:

    "La Silva de Mendaño, así como las fotografías de las hojas sueltas de la tercera Silva, las posee [Antonio Rodríguez] Moñino, el cual nos las ha prestado. Del Manojuelo nada había conseguido antes de marchar de Madrid".

Y, al llegar yo en Junio a Madrid23, aún había tenido oportunidad de trabajar juntamente con Caso en algunos aspectos de la edición.

      Lapesa, molesto con mis observaciones, que creyó envolvían una crítica a su generosa ayuda a la puesta en marcha de las investigaciones, demoraría su respuesta hasta que le escribí de nue­vo precisando las preocupaciones que había intentado compartir con él24, y hasta que, "reanu­dadas las tareas del Seminario", el 24 de Noviembre de 1955, sometió a aprobación del Deca­no la nómina de los Becarios post-graduados y estudiantes que en el nuevo año habían reiniciado el trabajo en el centro (bien sea desde 1° de Octubre, bien sea desde 1° de Noviembre). Conforme se hacía constar en esa propuesta dirigida al Decano, el único "Colaborador" que existía el año precedente, Álvaro Galmés,

    "ha renunciado a su gratificación por no poder asegurar su asistencia regular, aunque con­tinuará asesorando a los becarios";

felizmente, José Caso, encargado del Romancero, seguía figurando en la nueva nómina de be­carios. Al día siguiente de poner este oficio, don Rafael me respondió, entre preocupado y que­joso25:

    "Tengo sin contestar dos cartas tuyas del otoño, aparte de una antigua, venida aún desde La Laguna, sobre la que esperaba haberte hablado el verano último (...). «Seminario»: Es mi preocupación constante y grave, más que por el curso actual, en que todavía estará Álvaro [Galmés] en Madrid, por los siguientes. Tú y Álvaro sois los que conocéis los materiales reu­nidos por don Ramón y quienes sabéis el partido que se puede sacar de ellos. Yo puedo ayudar y orientar en las Crestomatías y, cuando se reemprenda, en el Glosario del español primiti­vo (...). Pero no es ése el caso del Romancero ni de la continua labor sobre el dialecto leonés (...). Por lo tanto, ¿qué se va a hacer estando tú en La Laguna y Álvaro, como es de esperar, también allí o en Oviedo?26 Comprendo muy bien que don Ramón reserve cuanto pueda su atención al trabajo exclusivamente personal suyo, pero no veo cómo solucionar el problema (...). Celebro que cuanto decías sobre los males del «Seminario» fuese índice de insatisfacción general y no de censura contra mí: hubiera sido injusta, pues del «Seminario» sólo he sacado y sacaré quebraderos de cabeza y quehaceres (...). Acabo de recibir carta de Wisconsin con la que se disipan las últimas dudas: iré allí a primeros de febrero" (25-XI-1955).

En adelante, decidí abstenerme de intervenir a distancia, como inicialmente había hecho de­jándome llevar por el deseo de contribuir a la solución de problemas que no estaba a mi alcan­ce darles solución27.

      Al finalizar el año, las impresiones sobre la marcha de las obras del "Seminario" habían me­jorado, según me daba por enterado el 31 de Diciembre de 1955 (en carta a Ramón Menéndez Pidal)28; pero me preocupaba cómo habría quedado rematado el volumen Io del Romancero tra­dicional en que tan activamente había colaborado en tiempos anteriores, y sugería:

    "Del tomo del Romancero me gustaría ver alguna prueba. Habrá que anteponerle un pró­logo en que se detalle el trabajo sucesivo de los que en épocas varias contribuyeron a su ela­boración".

      En otro orden de cosas, el ambiente político de Madrid se entenebrecía. El 10 de Enero de 1956 el propio Lapesa me escribía de nuevo:

    "Parece que los cambios de equipo [en el Ministerio de Educación] han quedado en sus­penso. Ojalá sea por mucho tiempo. Realmente el panorama es poco grato. Los cuarenta y dos años en que Felipe II apretó las clavijas acarrearon un entontecimiento nacional que duró casi doscientos años para los españoles más despiertos; los demás continúan mugiendo con­tra la funesta manía de pensar, como en los días fernandinos. Y ahora llevamos veinte como los iniciados en 1556".

Y, efectivamente, en Febrero estalló la tormenta:

    "Los últimos días de estar en Madrid —me relataba Lapesa ya instalado en la Universidad de Wisconsin— fueron de una tensión terrible, por los sucesos universitarios. Yo no acabo de entenderlos bien. Es posible que hubiera una doble maniobra, destinada por una parte a des­plazar a Laín, Villanueva, Ruiz Jiménez y toda la corriente «comprensiva» que ellos represen­tan, y conducente por otra parte a desacreditar a la Falange. Los únicos beneficiados habrían sido los intransigentes, Opus, etc. Ahora bien, si fuese así, la unanimidad de los estudiantes en su protesta, la firmeza de las autoridades universitarias en su condena de la invasión de San Bernardo por las centurias, y el escándalo internacional que la cosa produjo, parecen haber obligado a no completar la maniobra. Perdieron la cabeza al encontrarse con la primera re­beldía clara, y estuvieron a punto de hacer barbaridades irreparables. Si llega a morirse el fa­langista herido (¿por quién?) es muy probable que hubiese habido paseos. Las disposiciones del Gobierno suspendiendo la vigencia de los artículos del «Fuero de los españoles» parecían dar todas las facilidades para que se cumpliese tan laudable posibilidad, y el tono de [el pe­riódico del Partido] «Arriba» era feroz" (26-III-1956).

      Tras la súbita caída en desgracia del Ministro de Educación Ruiz Giménez29, el "Seminario Menéndez Pidal" quedó prontamente arrinconado como un mero apéndice de la Cátedra de  Historia de la Lengua de Rafael Lapesa, y privado, según luego veremos, de ayuda económica estatal continuada; pero los problemas administrativos no se hicieron manifiestos de inmediato. En aquellos meses de creciente tensión en la Universidad, se consideró conveniente que el "Seminario Menéndez Pidal" rindiera públicamente cuentas de su labor mediante la difusión de un tríptico, que fue impreso el 1 de Marzo de 1956, titulado: "Seminario Menéndez Pidal: Su organización. Sus actividades". En él, al informar acerca del "Resultado de las tareas del Semi­nario", se precisaba sobre el Romancero Hispánico ("en el que trabaja don José Caso González") lo siguiente:

    "Se hallan ya terminados los dos primeros volúmenes (de unas cuatrocientas páginas cada uno) del monumental corpus «Romancero Hispánico», y se encuentran en la imprenta de don Silverio Aguirre para su publicación, habiéndose ya corregido parte de las terceras prue­bas del volumen I:/a) Vol. I: Romances primitivos, viejos, cronísticos y artificiosos de los ci­clos del Rey Rodrigo y de Bernardo del Carpió. / b) Vol. II: Id., Id., de Fernán González, de los Infantes de Salas y de la Condesa Traidora. / Cada ciclo romancístico va precedido de un estudio del desarrollo de la leyenda respectiva, y de cada romance siguen abundantes comen­tarios sobre su origen, evolución, éxito poético y teatral y, cuando existe, tradición moderna./ Estos dos primeros volúmenes del Romancero, recogen y organizan, naturalmente, un in­menso material reunido y en su mayor parte elaborado por D. Ramón Menéndez Pidal y sus distintos colaboradores a lo largo de más de cincuenta años de ininterrumpida labor".

      En efecto, la salida del volumen Iº y la impresión del volumen IIº parecían tan próximas que un Lunes antes de Pascua (probablemente el 26 de aquel mes de Marzo) me llegaba a Berkeley carta de Ramón Menéndez Pidal consultándome con urgencia acerca de lo que durante el vera­no habíamos tratado sobre los colectores que debían citarse en portada30.

      Desde la lejana California no veía yo tan urgente la impresión. Me parecía que el volumen Iº ("que ahora sale") no debía ver la luz sin el prólogo explicativo de su gestación, según había ya propuesto a Ramón Menéndez Pidal el último día del año anterior. Creía esencial el destacar que se trataba de una "obra colectiva, como el romancero mismo", elaborada en sucesivas eta­pas (26-III-1956)31 y, en vista de ello, proporcionaba a los residentes en Chamartín claves para que esas etapas fueran reconstruidas con precisión (en carta llegada a su destino el 22 de Abril)32. También me preocupaba por cómo iba a quedar finalmente el tomo, insistiendo (según ya lo había hecho en Diciembre de 1955):

    "¿Podré ver algo antes de que se tire?"

Cuando, ya en Junio, llegó a mis manos una prueba de cómo iba a ser el libro impreso, volví, una vez más (en carta del día 21) a sugerir que la tan diferida obra fuera cuidadosamente releí­da antes de ser impresa, ya que, en buena parte de su redacción, aunque las ideas presentadas reflejaran el pensamiento de Ramón Menéndez Pidal, remontaba a un texto escrito de mi mano ¡y de mi mano en unos años en que, al tiempo en que escribía, ya me juzgaba yo como dema­siado inmaduro!

    "La prueba del Romancero me gustó. (...) / Pero creo que yo podría ayudar a revisarlo an­tes de lanzarlo. Es un tomo que conozco mejor que nadie... y creo que podría salvar algún po­sible fallo (...). Podríais remitirme un juego de pruebas: no creo que la cosa vaya tan deprisa como para que ese expediente retrase mucho la publicación./ Abuelo. No dejes de leerlo una vez tú. Piensa que está redactado casi todo hace ya mucho y que es en ese aspecto obra mía de cuando tenía 20 años... Por eso mismo me gustaría leer una prueba de todo".

En fin, el 16 de Diciembre interrogaba a Ramón Menéndez Pidal:

    "Me dices que están imprimiendo «Bernardo» (...). ¿Crees que debo ponerme a hacerte el esbozo del prólogo para el Romancero? Temo que haya tiempo de esperar. Desde aquí me se­ría difícil reconstruir las aportaciones varias a la elaboración del tomo en épocas anteriores".

      Entre tanto, la situación del "Seminario Menéndez Pidal" iba haciéndose más crítica. El 23 de Diciembre de 1956, Rafael Lapesa, ya regresado de Madison, Wisconsin, me informaba so­bre ello a California:

    "Hace mucho tiempo que quería escribirte (...). Últimamente hubo un motivo para que no te escribiera. El «Seminario Menéndez Pidal» atravesó una crisis de la que no te quería enterar hasta ver en qué paraba. La cosa fue que a fines de octubre nos encontramos con que no había consignación ¡en todo lo que iba de año! No sabíamos si se trataba de una supresión delibera­da o de un descuido. [Sánchez] Cantón [Decano de la Facultad de Filosofía y Letras] trató de ver a [Torcuato] Fernández Miranda [Director General de Universidades] y no lo consiguió hasta principios de diciembre. Era una omisión involuntaria (...). Es probable que [José] Caso se nos vaya de lector a Lyon en febrero y que [Germán] Granda vuele también, ahora o en se­tiembre, a Colombia. No sé con quién reemplazarlos, sobre todo a Caso. Pensando que Álvaro [Galmés] tendrá ya su cátedra al enero que viene, no sé como van a continuar los trabajos33. El ambiente universitario de aquí parece en calma, pero siempre con rumores de que quieren apre­tar los tornillos. El verano pasado [Florentino] Pérez Embid aprovechó el Homenaje a M[enén-dez] Pelayo para ofrecer a Franco sus servicios de ángel exterminador (...)",

y el 23 de Enero de 1957, aún tenía que corregir su moderado optimismo sobre la suerte del «Seminario Menéndez Pidal»:

    "He transmitido tus indicaciones sobre el Romancero a don Ramón (...). Lo de descen­tralizar el «Seminario» me parece una buena idea (...). Pero, a lo mejor, estamos echando las cuentas de la lechera: a pesar de las promesas del Ministerio todavía no han librado la con­signación de 1956, adelantada por la Facultad y ya gastada o comprometida";

en fin, el 18 de Abril las malas noticias se habían confirmado:

    "El «Seminario Menéndez Pidal» sigue en el aire. No han dado la consignación de 1956 y nada sabemos de la de 1957".

No obstante, en esta misma carta, Lapesa me anunciaba:

    "Va a salir el primer tomo del Romancero’,

confiando en que el nombramiento de María Josefa Canellada, como Colaboradora substituía del ausentado José Caso34, facilitaría el verlo en la calle.
 
     Además, Ramón Menéndez Pidal había, por fin, hallado tiempo para pergeñar el esperado prólogo, cuyo borrador me remitió a Berkeley. Como en ese borrador no se había detenido a re­conocer el carácter de obra colectiva que su colección de romances tenía, ni tampoco daba cuen­ta de la existencia de varias etapas elaborativas del volumen que iniciaba la edición de los textos, le comenté al respecto el 27 de Abril de 1957:

    "Leí el prólogo al Romancero. Me gustaría discutirlo. Creo que estando yo ahí dentro de un mes, no habrá necesidad de resolverlo correo va, correo viene. Echo en él de menos las re­ferencias a la labor de todos los que han contribuido a hacerlo posible... Claro que para pro­yectar esa parte necesitaría ver la portada, que al fin no me enviasteis. Hubo un proyecto de doble portada que era muy satisfactorio: 1. Portada general para todos los tomos en que se aludiese a las colecciones básicas [de] M[arija Goyri - R[amón] M[enénde]z Pidal, Manrique de Lara, etc. 2. Portada particular de cada tomo, en que se nombraría a todos los colectores de que hay versiones en ese tomo. Además hay que mentar en el prólogo [a] los varios redactores (p[or] ej[emplo], antes de mi redacción del «Rom[ancero] del Rey Rodrigo» hubo otra anterior a 1936, que sería fácil de identificar. Créola de Lapesa ...). Esperadme para publicar eso".

      Por esos días, José Caso, muy alarmado respecto a la detención en la salida del primer volu­men del Romancero, apremiaba, en cambio, a Rafael Lapesa desde la Faculté des Lettres de Lyon (29-IV-1957):

    "He recibido efectivamente una carta de don Ramón sobre Romancero, y poco después otra de la señora Canellada, un poco despistada con la contestación mía a don Ramón. Es­pero que ella al fin se imponga en la tarea y así pueda avanzar el tomo III.
 
   ¿Por qué no apuran a don Ramón para que escriba el prologuillo? Yo, al menos, le dejé unas notas para él y, si se decidiera, creo que en cosa de dos días podría salir a la calle el tomo I. Personalmente estoy interesado en ello (...). Pero además creo que al «Seminario» le está ha­ciendo mucha falta (...). En una ocasión me dijo don Ramón que no tenía interés en que sa­liera rápidamente; no me dijo las razones, y yo tampoco le pregunté; pero ello me parece un error cuando el tomo está ya totalmente impreso. Además, la situación económica, como dice usted, dista de ser halagüeña (...)35. Si los motivos que tiene don Ramón son de índole cien­tífica, ello no tiene ya remedio, o mejor dicho tiene el remedio de añadir en el segundo tomo o en el tercero el correspondiente Addenda et corrigenda. Creo que debe también apuntar una razón más para que el tomo salga, y es la imprenta (...). Considero un deber de conciencia re­cordar cosas en las que empeñé mi palabra, después de tener autorización de don Ramón para ello (...)".

      Menéndez Pidal optó por esperar36. Sólo vuelto yo a Madrid, después de los dos años de estancia en California, el 28 de Agosto de 1957, se concluyó la impresión del Romancero tra­dicional de las lenguas hispánicas (Español-Portugués-Catalán-Sefardí). Colección de textos y no­tas de María Goyri y Ramón Menéndez Pidal, vol. I: R. Menéndez Pidal, Romanceros del Rey Rodrigo y de Bernardo del Carpió. Ed. R. Lapesa, D. Catalán, A. Galmés y J. Caso, Madrid: Seminario Menéndez Pidal37. Y en Enero de 1958 los ejemplares del libro estuvieron, al fin, disponibles38.

      La celebración en Lisboa, en Setiembre de 1957, del "IIIer Coloquio Luso-brasileiro" (orga­nizado por Cintra, impulsor de la edición del Romanceiro inédito de Leite de Vasconcelos) atra­jo la participación de Menéndez Pidal y mía, que ilustramos, con ejemplos de distinto carácter, la importancia de la tradición oral portuguesa.

    El original del volumen IIº del Romancero tradicional estaba casi concluido desde hacía tiempo39; José Caso, antes de su marcha para Lyon, incluso había avanzado en la preparación de un volumen IIIº dedicado al "Romancero del Cid"40. El trienio que se precisó para dar re­mate al volumen Iº y que saliera impreso parecía resultado excepcional de un cúmulo irrepe­tible de circunstancias adversas. Pero Silverio Aguirre, escarmentado por las consecuencias económicas de la lenta corrección de pruebas del volumen anterior, se había tornado muy cauto a la hora de comprometerse a componer el volumen IIº. Según un informe de José Caso a Rafael Lapesa:

    "En relación, creo, con esta situación económica [de la cual Silverio Aguirre le había trans­mitido sus quejas41] está su negativa a componer de una sola vez el 2° tomo del Romancero, por creer que inmovilizará durante algún tiempo unos 1.000 kilos de plomo (...) y porque — dice— la experiencia (1er tomo y otras cosas, creo yo) le enseña que no puede trabajar de esa forma".

      La determinación del impresor de ir componiendo el Romancero tradicional II por partes, su­mada a la ausencia de José Caso en Lyon y a la probable incorporación de Álvaro Galmés a una cátedra fuera de Madrid, hacían tan difícil la continuación de los trabajos en el área del "Ro­mancero"42 que Rafael Lapesa llegó a considerar preferible posponer las actividades de edición e investigación en ese campo de actividad del "Seminario" para otro año académico, según Ra­món Menéndez Pidal me escribió el 6 de Octubre de 1957 a La Laguna (Canarias):

    "Lapesa me propone limitar este año el «Seminario» a la Crestomatía y a el Glosario de Orí­genes, que es lo que él puede dirigir, y que María Josefa [Canellada] siga con la copia de ro­mances".

La tarea de corregir las pruebas, cuando la imprenta Aguirre las fuera enviando, no constituía un trámite que pudiera transferirse con facilidad de un colaborador a otro, ya que la colación de los textos no se iba a realizar contra el "original" remitido a los impresores, sino contra los documentos del "Archivo Menéndez Pidal", y la edición de esos documentos se había hecho con unos criterios unificados que hacían imposible una corrección mecánica basada en la simple confrontación43. En vista de ello, se pretendió que, cuando se presentara la ocasión, colabora­ran en el proceso corrector de los envíos de Aguirre María Josefa Canellada, desde Madrid, y José Caso, desde Lyon44.

      En las Navidades de 1957, José Caso, habiendo regresado de Lyon a Gijón, se extrañaba, en carta a Rafael Lapesa del 26 de Diciembre, de no haber recibido ninguna prueba del volumen II del Romancero45; pero, ante la alarma expresada por Caso, Rafael Lapesa se informó directa­mente, y en el dorso de esa carta tomó entonces nota del estado de la obra:

    "«F[ernán] Gonz[ález]»: Compuesto. Correcciones de tipo general hechas por Diego [Ca­talán]. «Infantes» y «Condesa Traid[or]a»: Sin componer. Revisado el original por Diego. Ojo: falta introducción a «Condesa traidora». Romances eruditos recogidos por Diego: publicarlos (incluir)".

Sin duda, durante aquellas vacaciones navideñas, habiendo yo venido a Madrid desde Canarias, había logrado que la imprenta trabajara en la composición del tomo hasta hacer llegar la obra al estado descrito. Por otra parte, cuando en Enero me reincorporé a la Universidad de La Lagu­na, recibí de Ramón Menéndez Pidal la siguiente información:

    "[Rodríguez] Moñino ha ofrecido a María Josefa [Canellada] las capillas de las Flores de Romances [que estaban imprimiéndose en la Academia Española], así que no copiarán de ellas los romances heroicos para tenerlos presentes en el 2° tomo del Romancero ¿Se los has man­dado copiar? Creo que bastaría una nota simple de su existencia. Siguen copiando Gerineldos..." (28-I-1958),

acerca de la cual comenté en réplica (en torno al 2 ó 3 de Febrero de 1958):

    "Los romances heroicos son para usarlos en el tomo que se está imprimiendo. Por ahora bastará, en efecto, con sacar una nota. Pero los que no sean del Cid, no meterlos en las carpe­tas (cuyos materiales ya se han usado); enviarme a mí nota de ellos, para tenerlos en cuenta al tiempo que me lleguen pruebas. Quiero leer yo las pruebas"46.

En fin, el 11 de Marzo de 1958, Ramón Menéndez Pidal me anunciaba satisfecho:

    "Van todas las pruebas y el original del Romancero, para que no se extravíe alguna par­te. [José] Caso las reclama también desde Lion. Pero me parece inútil que él las vea, vién­dolas aquí María Josefa [Canellada]. Di tú si se las mandamos para que uniforme algo la ti­pografía".

Pero, al recibirlas, me desilusioné, ya que no eran, ciertamente, "todas":

    "Pruebas del Romancero. Las recibí ya. Pero vuelven a ser las de «Fernán González», cuan­do yo esperaba las de «Infantes»47".

La impresión del Romancero tradicional II siguió su lenta marcha, falto de una persona en Madrid que exigiera actividad a la imprenta. La continuada inestabilidad del "Seminario" en términos económicos hacía imposible contar con gente "vieja" o "nueva"48. El 1 de Febrero de 1959, en carta dirigida a La Laguna, Rafael Lapesa me volvía a exponer un panorama del "Se­minario Menéndez Pida!" bien poco satisfactorio:

    "El Seminario Menéndez Pidal volvió a quedar sin consignación el año 58, a pesar de que [José] Camón [Aznar, el nuevo Decano de la Facultad de Filosofía y Letras] visitó repetida­mente a [Torcuato] Fernández Miranda [Director General de Universidades]49. Ahora, con motivo de una reclamación de haberes hecha por [José] Gómez Pérez, se han pedido fondos, no sé si al Ministerio o al Rectorado. De las publicaciones sé que Aguirre mandó nuevas prue­bas de lo que tiene compuesto del Romancero y que M[arí]a Josefa las devolvió corregidas (...). Aparte de la cuestión económica, me preocupa mucho cómo se resolverá mi sustitución du­rante el curso 1959-60. Supongo sabréis que vamos otra vez a Estados Unidos, ahora a Wisconsin como investigador, sin obligaciones docentes. Es estupendo, pero no sé quién se en­cargará de este correveidilato administrativo que es mi función en el «Seminario». La casi única, pues desde que estamos sin fondos no se ha podido dar entrada a gente nueva, y todo eso de formar nuevos investigadores se está quedando en el papel".

      Por fortuna, antes de que finalizara aquel curso académico y que, en el siguiente, Rafael Lape­sa se ausentara para investigar en el "Institute for Research in the Humanities" de la University of Wisconsin, se obtuvo una consignación extraordinaria del Ministerio, con la cual, además de ha­cer frente a las nóminas debidas, se pusieron nuevamente en movimiento las obras del "Semina­rio" que podían ser impresas. En el "Presupuesto correspondiente al año académico 1959-1960" del "Seminario Menéndez Pidal", elaborado cuando don Rafael tenía ya un pie en el estribo (o en la escalerilla del avión), el 15 de Setiembre de 195950, se hacía constar la siguiente partida:

    "Probable importe de la impresión de Romancero, segundo tomo... 65.000,00 [pts.]".

      La impresión del volumen parecía estar, en efecto, muy próxima: el 13 de Junio la "Editorial Gredos" había informado a Ramón Menéndez Pidal:

    "En cuanto a la consulta que nos hace sobre el papel para el segundo tomo del Romance­ro, me es muy grato comunicarle que ya se ha encargado su fabricación. Por consiguiente, tan pronto lo recibamos, se mandará a la imprenta"; y sobre esa carta don Ramón había escrito de su puño y letra poco tiempo después:"Ya tiene el papel Aguirre. Agosto 59".

      El optimismo generado por las disponibilidades económicas dio lugar a que la "Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid" imprimiera y distribuyera una hoja sobre las "Publicaciones del Seminario «Menéndez Pidal»". Entre las citadas como "En prensa", al fin de la lista, figuraba el

    "Romancero tradicional de R. Menéndez Pidal. II. Romanceros de Fernán González, de los Infantes de Salas y de la Condesa Traidora".

Desgraciadamente, esa situación de la obra "en prensa" había de prolongarse mucho más tiem­po que el que por entonces se preveía.

      Las dificultades que, desde su primer año de funcionamiento, había encontrado el "Semi­nario Menéndez Pidal" para emprender una rápida publicación de los materiales sobre el Ro­mancero atesorados en el "Archivo" y las escasas perspectivas existentes para poder elaborar e imprimir en poco tiempo un "Romancero del Cid" (volúmenes todos ellos especialmente complejos, ya que no respondían, en verdad, al título de la colección, al no estar limitados a la reproducción de textos "tradicionales", viejos o nuevos, pues incluían toda clase de roman­ces y derivaciones de ellos relacionados con cada "leyenda heroica"51) me habían convencido, desde antes de mi partida para América, que era conveniente romper con el orden "histórico" en la publicación de los temas, a fin de poder hacer públicos prontamente tomos con múlti­ples versiones procedentes de la riquísima tradición oral moderna que el "Archivo del Ro­mancero" atesoraba. Por ello, ya durante el verano de 1955, estando en San Rafael (Segovia), acordé con Ramón Menéndez Pidal que José Caso, tan pronto acabara los tomos del roman­cero heroico, en los cuales se incluían una mayoría de textos antiguos (fueran o no tradicio­nales), se dedicara a preparar un volumen en que predominaran los textos recogidos en los si­glos XIX y XX de la tradición oral52; y, estando en Berkeley, el 8 de Enero de 1957, expuse ese plan a Rafael Lapesa:

    "Mi idea es que, tras esos dos tomos, se saque uno preferentemente de tradición moderna para dar una muestra de la colección en ese aspecto. Hay un tema muy trabajado ya por no­sotros, el de la «Boda Estorbada», que podría publicarse sin gran dificultad: comprende el vie­jo romance de Dirlos y sus derivados modernos + El Conde Sol [= La condesita] + La vuelta del navegante"53.

      La preparación de los textos de ese volumen IIIº se fue haciendo, en efecto, paulatinamente mientras se esperaban pruebas de los volúmenes en impresión (1957-1959). A copiar a máqui­na versiones se estaban reduciendo las posibilidades investigadoras acerca del Romancero en el flamante centro creado en 1954 por Joaquín Ruiz Giménez en la Universidad de Madrid.

Diego Catalán: "El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia" (2001)

NOTAS

6 R. Menéndez Pidal, "Los noventa años...", Pape­les de Son Armadans, XXXIX (Junio 1959). Reedita­do en Non omnis moriar, Madrid: Seminario Menén­dez Pidal, 1969, pp. 11-20.

7 Véanse, en mi "Presentación" a R. Menéndez Pi­dal, La épica medieval española. Desde sus orígenes has­ta su disolución en el Romancero, ed. por Diego Cata­lán y María del Mar de Bustos, vol. I, Madrid: Espasa Calpe, 1992, las pp. 33-35.

8 Cuya redacción hasta el s. XVIII tenía muy avan­zada. Sobre los diversos períodos de gestación de esta obra trataré en la "Presentación" con que encabezaré la edición del vol. I de esta obra.

9  La carta sobre el "desorden" de 1952 tiene la fe­cha de 10 de Febrero; la de 1960 de 22 de Abril.

10 Incluyo entre < > las aclaraciones hechas en ese apunte complementario.

11  En las del apunte complementario.

12  Martín de Riquer, tan pronto como se enteró por la prensa de la creación del "Seminario Menén­dez Pidal", escribió a don Ramón (14-III-1954) feli­citándole y ofreciendo su colaboración: "Espero con verdadera impaciencia la aparición de su Historia de la épica y los textos del Romancero ¿No habría la po­sibilidad de crear una especie de sección del Semina­rio Menéndez Pidal en la Universidad de Barcelona? Por lo menos, no nos olvide Vd. en posibles tareas de colaboración".

13 El 20-I-1955, aún interrogaba yo a Ramón Me­néndez Pidal por carta desde La Laguna (Canarias): "¿Por fin Lapesa aceptó la dirección del Seminario? ¿con sueldo?". Desgraciadamente, don Rafael sólo es­tuvo dispuesto, visto el panorama, a ayudar a don Ramón sin remuneración.

14  Dos de ellos incorporados el 15-XI-1954, un tercero el 1-XII-1954.

15 Todas ellas incorporadas el 15-I-1955. Se halla­ban en "Segundo año de especialidad". Su formación se asentaba en haber sido miembros de un equipo voluntario de estudiantes asistente a unos Laboratorios de Dialectología que organicé el curso 1953-1954 en la Cátedra de Historia de la Lengua, durante un año de ausencia en América de su titular (Rafael Lapesa).

16  Gracias a ello, aquel próximo verano podría ya ofrecerse al Ministro creador del nuevo centro una primer obra impresa por el "Seminario Menéndez Pidal": el 12 de Agosto de 1955, el Ministro de Edu­cación Nacional Joaquín Ruiz Giménez agradeció a Ramón Menéndez Pidal "la atención que me ha dis­pensado al enviarme el primer ejemplar de la edición de la «Crónica general de España» con la que inicia sus actividades el Seminario Menéndez Pidal y que ha hecho llegar a mis manos el Rector de esta Uni­versidad". La edición se publicó, en colaboración, por la Facultad de Filosofía y Letras y la Editorial Gredos, en virtud de un contrato de colaboración editorial y de distribución en exclusiva firmado por el Decano de la Facultad con la Editorial (6-VII-1954).

17 José Caso González había empezado a trabajar el 15 de Noviembre de 1954. En la relación sometida por R. Lapesa al Decano se le asignaban "1.000 ptas. líquidas mensuales".

18  Por lo que el 26-IV-1955 le replicaba yo desde Canarias: "Abuelo! (...) Me asusta que el «Seminario» esté tan en ruinas. Si lo tuviese yo en La Laguna!".

19 Según consta en apuntaciones hechas entonces.

20  "El Seminario. Mi abuelo está muy preocupado por su posible fracaso. Este año en que Álvaro está de oposiciones y Vd. se viene a las Américas, es año crí­tico. / Hemos discutido ampliamente sobre el fun­cionamiento en el pasado y las posibilidades de atajar los defectos en el futuro: a) Ante todo parece necesa­rio exigir horario fijo a los que trabajan, y si no pue­den ajustarse a él, que lo dejen, b) Reducir el núme­ro de los que trabajan en el Seminario, sobre todo mientras falte el control riguroso de lo que allí se hace". Aparte de estas observaciones generales, me extendía en sugerir cómo reenfocar el trabajo sobre el dialecto leonés (carta sin fecha, de mi segunda sema­na en Berkeley, recién mudado del "Hotel Shattuck", cuyo papel aún empleo).

21  En los apuntes tomados en el verano respecto a planes del "Seminario" durante el curso 1955-1956 , consta: "Equipo fijo, de tal a tal hora. / Romancero. Caso: sueldo + gratificación al entregar el tomo. Tra­bajos encomendados: Terminar tomo épicos. Hacer tomo versiones de Dirlos + Navegante + Antores + Con­de Sol (...)".

22 Para evitar trabajo y errores, el original que se iba a entregar a la imprenta estaba escrito a mano (en esos tiempos ello era posible) e incluso tenía incorporados originales del "Archivo". Tanto Galmés como Caso creían preciso mecanografiarlo: "Lo del Rey Rodrigo (...) no sé si estará ya en la imprenta, porque él [= Álvaro Galmés] era partidario de que se mecanogra­fiara antes, y yo también, pues opino que es preferible corregir una copia mecanográfica y no exponerse a erratas de imprenta porque el linotipista no entendió el original (...). En esta parte [= la de Bernardo del Carpió] hay muchos textos que, a mi modo de ver, no deberían ir a la imprenta, por el peligro que se corre de perderlos o traspapelarlos. Por otra parte, las copias de la mayor parte de los romances habría que llenar­las de acotaciones marginales para el linotipista, y re­pito el mismo argumento de antes".

23 Viajé a la Península tan pronto como concluye­ron las clases en La Laguna (pues esperaba el naci­miento de mi primogénita).

24 "Escribí a Lapesa larga carta. Creo que me expli­qué bien y que no interpretará mis preocupaciones en torno al Seminario como quejas, después de esta carta" (comuniqué a Ramón Menéndez Pidal, en car­ta del 16-XI-1955).

25 La carta del 25-XI-1955 ha sido reproducida fo­tográficamente (de forma parcial) en la p. 25 de  la publicación Glosario del primitivo léxico ibero-romá­nico. Proyecto de informatización (1998).

26 El 20-XII-1955, Lapesa, que, como anunciaba en su carta del 25-XI-1955, pensaba ausentarse de la Universidad de Madrid, decidió organizar los traba­jos del Seminario del año 1956 de la siguiente forma: "Hemos pensado aprovechar la presencia de Álvaro [Galmés] hasta junio concentrando el trabajo en leo­nés y romancero y suspender la Crestomatía durante mi viaje a Wisconsin". Según ya me había comunica­do en la carta del 25-XI-1955: "Desde 1 de diciem­bre empezará a venir una mecanógrafa para copiar materiales del Romancero".

27 "A ver si sale lo de Romancero (acuérdate de los modelos de página que nos dieron de «Gredos» este verano. Eran bonitos). Pero, en fin, prefiero no me­terme para que no ocurra como en la 1ª carta a La­pesa... ¿Sabéis de algún comentario a la 2ª?" (escribí a Ramón Menéndez Pidal el 30-XI-1955, antes de recibir la carta de Lapesa del día 25).

28  "Abuelo, recibo con mucha satisfacción las noti­cias positivas del Seminario".

29  Los intentos del Ministerio de Educación de sa­tisfacer la demanda de unas mayores libertades en el ámbito de la Universidad acabaron violentamente, debido a la actuación de provocadores encuadrados en los grupos "ultra" de la Guardia de Franco, del Sindicato Español Universitario (SEU) y de otras or­ganizaciones anti-aperturistas y a las acusaciones del diario "ABC", elaboradas en connivencia con medios policiacos del Ministerio del Interior, bien informa­dos acerca de la personalidad de los diversos grupos e individuos más activos en el movimiento estudiantil. La sede central de la Universidad de Madrid, en la ca­lle de San Bernardo, y el Colegio Estudio de Jimena Menéndez Pidal fueron, entonces (Febrero-Marzo de 1956), asaltados por esos grupos "ultras"; y en el cur­so de una masiva manifestación estudiantil, se pro­dujeron disparos (con algún herido), que dieron pie para el fulminante cese del Rector de Madrid (Laín) y, seguidamente, del Ministro Ruiz Giménez (16-II-1956) y la dimisión del Rector de Salamanca (Tovar). Aunque los jóvenes participantes en las manifestacio­nes estudiantiles y las jerarquías que se vieron afecta­das por los sucesos hayan mitificado a posteriori la importancia histórica de aquella coyuntura (incluido Moran en su reciente revisión de los "años oscuros"), los sucesos entonces vividos por la minoría "intelectual" (que no por el resto del país) ampliaron la di­sensión interna entre las diversas "familias" del fran­quismo y contribuyeron a diseñar el panorama plural de la clase política constituida por los hijos espiritua­les del franquismo, clase que continuaría y continúa gobernando ininterrumpidamente una España homogeneizada.

30 Aparte de comentar asombrado: "Mucho cele­bro que la cosa vaya tan adelantada. No tenía ni idea", le respondí inmediatamente a lo consultado: "Llegó carta. Y paso a contestarla. Romancero: Sí ha­blamos, y creo dejé yo una nota junto con el original de ese tomo I. Lo que me parece recordar es lo si­guiente: En el título general se incluía muy poca gen­te. En cada tomo se citaba a todos los colectores prin­cipales que habían aportado versiones para ese tomo. Como este primero contiene pocas versiones tradicionales, la lista sería aquí breve. A ver si aparecen los apuntes que hay sobre esto (de letra tuya) pues me es difícil recordar (...). En el título general se dice algo así: Romancero tradicional hispánico (hispano-portugués, americano y sefardí) (?), materiales reunidos por Ramón Menéndez Pidal, María Goyri, Manrique de  Lara y no sé si alguien más (...). En cada tomo (...) se citaban, en otra portada, todos los colectores allí re­presentados y, aparte, los redactores del tomo. O qui­zá fuese mejor hacer eso para cada ciclo, con portada distinta en «Rodrigo» y en «Bernardo», y así siem­pre". En otra carta mía sin fecha, recibida por Ramón Menéndez Pidal el 22 de Abril de 1956, trataba de enterarme mejor acerca de la publicación: "Semina­rio. Sólo a medias me enteré de que el «Romancero de Rodrigo y Bernardo» estaba imprimiéndose (...). Preguntas: ¿como tomo I, o como Anejo I? ¿Apareció el proyecto de portada que hiciste y que yo anoté con ciertas observaciones?".

31 "En «Rodrigo» la primera redacción del tema es la (o las) ya publicada(s) por ti; luego, que yo sepa, trabajó Lapesa (años...?); más tarde Álvaro [Galmés] y yo, como colaboradores del Instituto de Cultura Hispánica, lo rehicimos de nuevo dándole la forma que ahora tiene (concretar más la fecha 1947-50, si es posible), finalmente Caso lo dispuso definitiva­mente para la imprenta completando algunas lagunas (1955).Todo esto con tu activa colaboración y direc­ción. No sé si antes que Lapesa trabajó alguien más (así lo creo; de Madre [= Jimena Menéndez Pidal] hay también papeles, pero debió ser ayudando a ha­cer el volumen ya publicado) (...). Podéis acudir a las carpetas que están boca abajo en el fichero de metal, allí hay fragmentos de las redacciones viejas. En «Ber­nardo» creo no había trabajos previos (repasad las carpetas), salvo notas de la abuela [= María Goyri] y tuyas; la redacción mía se basa en tu épica y en notas nada más (...). No sé si Álvaro intervino o no en «Ro­drigo»; él sabrá. En «Infantes» trabajamos Álvaro y yo, apoyándonos, claro, en tu libro, pero no creo haya otras etapas intermedias; en «Fernán González» también los dos, basándonos en lo publicado por ti, sin añadir mucho (...)".

32 Al insistir de nuevo en el carácter "tradicional" o colectivo del estudio, volví a recordar: "No olvides que entre la redacción del «rey Rodrigo» de «Clásicos Cas­tellanos» y mi redacción hubo otra, totalmente refun­dida, de Lapesa... tú sabrás de qué año (a él remonta, por ejemplo, la fechación de los pl[iegos] s[ueltos]) (...). Dudo hasta de si Álvaro [Galmés] intervino en lo de «Rodrigo» (...); creo que su colaboración empieza con «F[ernán] González» e «Infantes» (Hay que com­probarlo, pecando mejor por más que por menos en la noticia de su colaboración!). Acudid, para daros idea de las manos que han intervenido, a las carpetas (...); pero, en cuanto a Álvaro, ten en cuenta que en ocasiones (...) escribía yo y trabajábamos los dos (con que haya algo de letra suya, es que intervino)".

33 Al recibir en Berkeley estas noticias, tan poco ha­lagüeñas acerca del futuro del "Seminario Menéndez Pidal", no pude menos de comentar a Lapesa: "Recibí ayer su segunda carta (del 27 [de Diciembre de 1956]). Aprovecho para agradecerle al mismo tiempo la pri­mera (del 23) tan llena de noticias (...). Me habla Vd. de las tribulaciones respecto al Seminario. Todo me coge ya tan lejos! Comprendo sus zozobras, pero no se me ocurre ningún paso a dar con el que yo pudiera contribuir a sostener su marcha". Sólo se me ocurría, como solución, transferir la actividad fuera de Ma­drid: "Para el curso que viene, si Álvaro [Galmés] está en Canarias conmigo o en Oviedo, podríamos organi­zar una descentralización del Seminario: lo esencial para colaborar a distancia es, a mi ver, el duplicar o tri­plicar los materiales sobre que se ha de trabajar".

34 Rafael Lapesa elevó al Decano la propuesta de su nombramiento el 11 de Abril de 1957.

35 A la precarísima situación económica creada por la ausencia, arriba comentada, de consignaciones mi­nisteriales, se sumaba el hecho de que la "Editorial Gredos", amparándose en una clausula del contrato firmado en 1954, había tomado la decisión de no contribuir como co-editora a la publicación del Ro­mancero tradicional, si, como fue el caso, se imprimía en una imprenta que no fuera la que ellos elegían, y, en cambio, retener el derecho a que figurara su logo­tipo en la obra del «Seminario», pese a su no partici­pación económica en la edición (Ramón Menéndez Pidal anotó sobre el particular lo siguiente: "Roman­cero. Si es Aguirre, no colaboran sino en la Distribu­ción, con lo convenido, que creo es 45%. El papel 765 p[ts.] resma es terriblemente caro. Si lo hace «Jura», a medias"). A partir de esta segunda obra pu­blicada por el "Seminario Menéndez Pidal", nunca la distribuidora "Gredos" volvió a interesarse en co-editar con el "Seminario" compartiendo con él gastos y ganancias, según había hecho en la Primera crónica general; en adelante se limitó a distribuir en exclusiva los libros del centro (no obstante, retuvo el derecho de colocar en ellos su logotipo a cambio de una "di­rección técnica" del proceso de impresión).

36 En carta del 4-V-1957 me explicó por entonces: "Del Romancero siento no me indiques adiciones. En la Introducción «Al lector» no me preocupé sino de razonar las muchas versiones publicadas; se puede tomar otro camino. Si Sánchez Cantón no apremia, esperaré tu vuelta. Portadas están en proyecto dos: la de la izquierda con nombres de los que colaboran en el tomo, y la de la derecha sin nombre ninguno; fue idea de Madre [= Jimena Menéndez Pidal], que me pareció bien; esperamos que Aguirre envíe pruebas (...). Ya tenemos pocos días delante para veros y abrazaros".

37 En las pp. VII-VIII del RTLH se detalla, con pre­cisión, la labor realizada en las sucesivas etapas redactoras por los diversos co-editores; pero la anteporta­da de la colección no citó, como yo había pretendido, a Manuel Manrique de Lara y demás grandes colabo­radores en la formación del "Archivo", ni en portada particular se reconoció el esfuerzo de los colectores de las versiones tradicionales incluidas en el tomo o en cada sección particular.

38 El día 28, Ramón Menéndez Pidal me escribió a La Laguna, a cuya Universidad me había reintegrado: "He pedido a [la Editorial] Gredos ejemplares del tomo 1° del Romancero, así que, si lo necesitáis ahí, lo enviaré", y el 8 de Febrero: "Ya Gredos me ha en­viado 10 ejemplares del Romancero. ¿Lo tienes ya o te lo envío?".

39 Estando yo aún en Berkeley, el 16 de Diciembre de 1955 había preguntado a Ramón Menéndez Pi­dal: "¿Acabó ya Caso con «Infantes» y «Fernán Gon­zález»? Me dices que (...) Caso trabaja en «el Cid» (...). Mucho siento la marcha de Caso, aunque al pa­recer le gustaría seguir colaborando en el futuro... Desde luego el problema «personas» es, como siem­pre, el más grave".

40 El 8 de Enero de 1958 comenté a Lapesa desde Berkeley: "Caso mismo me ha escrito hace poco; por él sé que está preparado un 2° tomo del Romancero heroico. Con ello se remata definitivamente lo tra­bajado en el pasado por nosotros y hay que enfren­tarse con el «Romancero del Cid», en gran parte te­rreno virgen. Al parecer, Caso había empezado con él (...).

41  Don Silverio manifestó, en efecto, a José Caso que la deuda impagada por diversos centros oficiales tuvo a su imprenta "al borde de la ruina, de la que pa­rece se va escapando", y que el retraso en el cobro del tomo Iº del Romancero, agravado por el tiempo em­pleado a última hora con la portada, era motivo de queja, sobre todo "al no pagarle «Gredos» sino en 90 días". Según unas apuntaciones contemporáneas de Rafael Lapesa, la "Deuda con Aguirre" consistía en una "Factura a Gredos... 32.657 aproximadamente" y otra "Factura al Seminario... 1.000 y pico".

42  Las alternativas que, al comunicar a Lapesa la decisión de Aguirre, presentaba Caso, competían en falta de atractivo: "[1] que yo [= José Caso] tendría que corregirlo por etapas, coincidiendo con vacacio­nes; [2] retrasar la salida del tomo un año; [3] o no hacer esa corrección de pruebas y encargársela a otra persona; [4] o reunir en microfilm las fuentes nece­sarias para hacer la corrección".

43 Como Rafael Lapesa anotó a la vista de las indi­caciones de José Caso, "una vez que la imprenta haya dado primeras pruebas, corregirlas no sobre el origi­nal enviado a la imprenta sino sobre los pliegos suel­tos, manuscritos o ediciones originales".

44  "Esta corrección podría hacerla M[arija Josefa [Canellada] a lápiz. Así corregidas, enviar las pruebas a [José] Caso para unificación de criterios. Caso las enviaría directamente a [la imprenta] Aguirre. De este modo se evitaría aumentar el retraso", anotó Lapesa, a continuación de lo consignado en la nota anterior.

45  "Aunque salí de Lyon hace ya días, hasta enton­ces no me había llegado ninguna remesa de pruebas del Romancero, ni desde allí me han enviado nada úl­timamente. No sé a qué será debido, porque cuando yo estuve la última vez en la imprenta había ya bas­tante del [cuerpo] 10 compuesto y me dijeron que iban a ponerse con el 8 correspondiente. De todas formas, a mí se me pasó escribirle a la Sra. Canella­da, pero supongo que ella estará al corriente de lo que habíamos acordado".

46 Al margen de este párrafo, Jimena Menéndez Pi­dal anotó: "Está ya en pruebas, se te enviarán".

47 "Contestaré enseguida —añadía— a las pregun­tas que me hace María Josefa [Canellada] y añadiré una notita actualizadora ya apuntada" (carta de la 3ª semana de Abril, 1958).

48  Durante el verano de 1958 José Caso escribía a Rafael Lapesa el 22 de Setiembre, antes de regresar a Lyon: "Mis proyectos se reducen a volver a Lyon en noviembre, a terminar ante todo la tesis, y después a preparar «Literaturas románicas», que me parece lo único a que se puede aspirar por el momento (...). Lamento mucho lo que me cuenta del Seminario. Yo tengo una deuda con don Ramón, a quien prometí un plan para seguir trabajando con él (...). Como a finales de octubre iré por Madrid, entonces le habla­ré de él. Se reduce a trabajar en Lyon por mi cuenta, una vez terminada la tesis, enviándome el «Semina­rio» todas las copias y fotocopias necesarias (...). Lo que él me insinúa de volverme a Madrid es imposible (...) ya que el «Seminario» no podría darme la canti­dad equivalente a lo que ahora gano en Francia, ni su estabilidad permite abandonar una cosa segura por otra muy problemática".

49 Con ese motivo, Rafael Lapesa a finales del año 1958 redactó un pormenorizado informe acerca de "El «Seminario Menéndez Pidal» de la Universidad de Madrid. Organización y labor realizada", sobre su funcionamiento se hacía notar: "Locales. El Semina­rio Menéndez Pidal funciona en la Facultad de Filo­sofía y Letras durante el curso, en la mañana de los días laborables, por espacio de tres horas. Cuando los materiales de trabajo son difícilmente transportables o requieren el aleccionamiento de don Ramón Me­néndez Pidal en persona, la labor se realiza en su do­micilio, con lo que el maestro mantiene relación di­recta con los colaboradores y becarios, adiestrándoles en la técnica de la investigación". El informe tenía como remate una angustiada denuncia de la insoste­nible "Situación actual del Seminario": "Las dificul­tades resultantes de la escasa dotación económica que tiene el Seminario se han agravado últimamente de manera considerable, hasta constituir una sería ame­naza para la eficaz prosecución de sus tareas. Los pre­supuestos de las imprentas son cada vez más eleva­dos; la subida del coste de la vida hace imprescindible aumentar la cuantía de las becas y los honorarios de los colaboradores. Y por si esto fuera poco, la consig­nación estatal de 150.000 pesetas correspondiente a 1956 no fue librada, ni hasta la fecha lo ha sido la correspondiente a 1958. En estas condiciones ha sido necesario suspender la preparación de algunas obras y la admisión de nuevos becarios".

50 Ese mismo día escribió a la "Editorial Gredos": "Dentro de un par de horas tomaré el avión. Pero he hablado con D. Ramón sobre las muestras y posibili­dades de caja para la Crónica de 1344 y para la Cres­tomatía (...)".

51  Su carácter excepcional creí un tiempo que po­día ser reconocido considerándolos "Anejos" al Ro­mancero tradicional (cfr. n. 30); pero prevaleció la idea de que encabezaran la colección como volúme­nes regulares.

52 Véase atrás n. 21. Ello explica que, en Marzo de 1956, al enterarme de que se daban por concluidos los volúmenes I y II, preguntara a Ramón Menéndez Pidal: "¿Trabaja Caso con el ciclo de la Boda Estor­bada?".

53 Y añadía: "Si la mecanógrafa que copia versiones hiciese, en los meses sucesivos, la copia de las versio­nes del Conde Sol [= La condesita, sería fácil organi­zar después un tomo con ese ciclo de romances".

LÁMINAS

Casa de Menéndez Pidal en donde se hallaba "todo su material de estudio"puesto a disposición del "Semi­nario" de la Universidad Complutense (foto del artículo-carta de M. Muñoz Cortés, en "Arriba", 13-III-1954).

Entrevista de Ángel del Campo en "La Revista", 25/31-III-1954, pág. 12 sobre el "Seminario Menéndez Pidal": "¿Ha pensado usted ya en su sucesor?".

Despacho del Romancero (con los cajones de madera archivadores de los romances no épicos, ni históricos ni carolingios) y  sillón de paja utilizado por María Goyri en sus últimos años de actividad y vida. Pronto (28-III-1954) quedaría vacío. (Foto de "Arriba", 13-XI-1954).

En el despacho que había sido de María Goyri, los romances "Épicos", "Históricos y fronterizos" y "Carolingios" ocupaban los tres cajones de un fichero metálico. Según se fueron publicando (en los años 50-60) los primeros tomos del Romancero tradicional, los romances ya publicados fueron tras­ladados al último de los cajones para que las correspondientes carpetas se consideraran "cerradas".

El despacho del Romancero permaneció inalterado durante varios decenios después de la muerte de María Goyri. Sobre la que fue su mesa de trabajo se percibe el final de una versión de La Gallarda recogida por los hermanos Menéndez Pidal en 1902 de boca de María Ma­nuela García, natural de Armesto (Lugo). Fotos publicadas en "La Torre. Revista general de la Universidad de Puerto Rico" LXX-LXXI (Oct. 1970-Mar. 1971), creyendo se trata­ba del "cuarto de trabajo de Don Ramón Menéndez Pidal".

En 1957 el "Seminario Menéndez Pidal" publicó el primer volumen del Romancero tradicional de las lenguas hispánicas. Por fin parecía que los fondos inéditos del "Archivo Menéndez Pidal / Goyri" iban a ir haciéndose accesibles en letras de molde. Para entonces, María Goyri, cofundadora del "Archivo", ya había muerto.

Páginas del original enviado a la imprenta de Silverío Aguirre con huellas materiales de las reelaboraciones que el primitivo texto de la pre-guerra (impreso en dos ediciones y com­plementado de la mano de Lapesa) sufrió en los años 40 (manos de Ca­talán y Galmés) y 50 (mano de Caso).

Lisboa 1957, al pie de Ramón Menéndez Pidal congresista del III Coloquio Internacional Luso-Brasileiro (foto Luis E Lindley Cintra).

"Aeródromo de Madrid. Al volver de Lisboa 13 Set, 57 con Diego [Catalán] y Alicia [Gutiérrez del Arro­yo]". "El año pasado fui a Espoleta y a los pocos días me trasladé a Palermo. En septiembre estuve en Lieja, des­cansé en Madrid dos días y continué viaje a Lisboa, para asistir a un congreso luso-brasileiro. ¿Cómo podría hacer eso de no ser por la aviación?... Es lo más cómodo, seguro y rápido. El avión suprime el viaje". (Entre­vista a Menéndez Pidal en "Dolar", Mayo de 1958).

 

Al "IIIer Coloquio Internacional Luso-Brasileiro"Menéndez Pidal y Catalán llevaron dos ponen­cias sobre el romancero portugués.

La contribución de Catalán tenía como título: "A caza de romances raros en la tradición portu­guesa".  

El estudio de los Romanceros de Fernán González y de los Infantes de Salas heredado de los tiem­pos del "Seminario de Estudios Históricos" del Instituto de Cultura Hispánica iba a constituir el vo­lumen II del Romancero tradicional y se anunciaba como acabado en Marzo de 1956. Su impre­sión duró años: ¡desde 1957 a 1963!. Años de continuada crisis del "Seminario Menéndez Pidal" de la Universidad Complutense.
Dos páginas del original enviado a la imprenta, de mano de Galmés ("Amad... " etc.) y Catalán ("cada cual... " etc.) y correc­ciones de Caso ("B, C, A..." etc.).
             

Carta (pág. 2) de Rafael Lapesa (con adición de Pilar Lago) dirigida el 1-II-1959 a "Alicia [Gutiérrez del Arroyo] y Diego [Catalán]" a La Laguna (Tenerife), con comentarios acerca del precario estado del "Semina­rio Menéndez Pidal".


SUMARIO:

I
PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL

* EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO

*1. LOS FONDOS DEL S. XIX

* 2. DESCUBRIMIENTO DE LA TRADICIÓN ORAL CASTELLANA EN 1900

* 3. LOS PRIMEROS PASOS EN LA COMPILACIÓN DE UN ROMANCERO ORAL PAN-HISPÁNICO

* 4. EN BUSCA DE ROMANCES FUERA DE LA PENÍNSULA: EN CANARIAS Y EN LAS COMUNIDADES SEFARDÍES, 1904

* 5. "A POR PAN Y A VER AL DUQUE": PRIMER VIAJE A AMÉRICA, 1905-1906

* 6. EL FONÓGRAFO DE CILINDROS DE CERA VIAJA EN BUSCA DE MELODÍAS, 1905-1906

* 7. LA MÚSICA Y LA DANZA COMO PARTE DEL ROMANCERO, 1905

* 8. ANTE UNA BUENA COSECHA, 1905-1908

* 9. MENÉNDEZ PIDAL HACE INVENTARIO: LAS PRIMERAS MIL QUINIENTAS VERSIONES DEL ARCHIVO Y LAS CONFERENCIAS EN LA COLUMBIA UNIVERSITY DE NUEVA YORK EN 1909

* III EL ROMANCERO HISPÁNICO BAJO LOS AUSPICIOS DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

* 1. LA CREACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y EL ROMANCERO DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 2. LOS DIALECTÓLOGOS Y EL ROMANCERO ORAL: 1910-1912

* 3. MANRIQUE DE LARA COLECTA EN ORIENTE EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1911-1912

* 4. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO ANTERIORES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1909-1913

* 5. EL ROMANCERO HISPÁNICO DE AMÉRICA DEL NORTE, 1913

* 6. LOS PLIEGOS SUELTOS DE PRAGA LLEGAN AL ARCHIVO, 1913-1914

* 7. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE A AMÉRICA, PERO DEJA DE LADO EL ROMANCERO, 1914

* 8. LAS GRANDES ENCUESTAS REGIONALES DE JOSEFINA SELA Y DE EDUARDO M. TORNER, 1914-1920

* 9. MANRIQUE DE LARA, EL ROMANCERO DE LOS JUDÍOS DE MARRUECOS Y DE LA PENÍNSULA Y LA MÚSICA DE LOS VIHUELISTAS, 1915-1922

* 10. POESÍA POPULAR Y ROMANCERO, 1914-1918

* 11. LA GEOGRAFÍA FOLKLÓRICA Y LA EXPLORACIÓN DE REGIONES HASTA EL MOMENTO POCO ENCUESTADAS, 1920

* 12. AURELIO DE LLANO Y EL CONOCIMIENTO DEL ROMANCERO ASTURIANO, 1919-1925

* 13. OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO DE COMIENZOS DE LOS AÑOS 20

* 14. LA TERCERA PARTE DE LA SILVA, PERDIDA, 1921

* 15. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO, EN EL OLIVAR DE CHAMARTÍN DE LA ROSA, 1925

* 16. SIGUE LA ACTIVIDAD RECOLECTORA, 1926-1927

* 17. LA CEGUERA TEMPORAL DE MENÉNDEZ PlDAL Y SU "FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS", 1926-1928

* 18. MANRIQUE DE LARA NUEVAMENTE EN ORIENTE. EDICIÓN FRUSTRADA DE LAS MÚSICAS DEL ROMANCERO: 1923-1928

* IV. EL PROYECTO DE PUBLICACIÓN DE EPOPEYA Y ROMANCERO FINES DE LOS AÑOS 20, COMIENZOS DE LOS AÑOS 30

* 1. EL ROMANCERO, PARTE DE UNA MAGNA OBRA A PUNTO DE PUBLICARSE

* 2. LAS FUENTES DOCUMENTALES ANTIGUAS

* 3. GALICIA EN EL FOCO DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO, 1928-1931

* 4. APORTACIONES AL ARCHIVO DE COLECCIONES AJENAS. EL ROMANCERO CATALÁN, 1930-1933

* 5. 1930. LOS BAILES ROMANCEADOS QUE AÚN PERDURAN

* 6. NUEVAS CAMPAÑAS DE RECOLECCIÓN DE MÚSICAS Y TEXTOS POR LA SECCIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRÓ DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, 1930-1936

* 7. PARÁLISIS RECOLECTORA EN PORTUGAL, 1930

* 8. DISCOGRAFÍA Y PELÍCULAS ETNOGRÁFICAS; EL ROMANCERO INCORPORADO A LA ENSEÑANZA ESCOLAR. 1932-1936

* V. LA GUERRA CIVIL. EL ROMANCERO, PARTE DEL TESORO NACIONAL

* 1. DISCONTINUIDAD DE EPOPEYA Y ROMANCERO Y CONTINUIDAD LATENTE DEL ROMANCERO

* 2. MADRID BOMBARDEADO. EL ARCHIVO "REFUGIADO" EN LA EMBAJADA DE MÉXICO

* 3. OCASO DE LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS. CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LOS PROYECTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

* 4. ANÍBAL OTERO, ENCUESTADOR DEL ROMANCERO Y DEL ATLAS LINGÜÍSTICO, ACUSADO DE ESPIONAJE

* 5. MENÉNDEZ PIDAL, ANCLADO EN CUBA, A LA BÚSQUEDA DE ROMANCES

* 6. VERANO DE 1937. LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Y LAS CANCILLERÍAS SE PREOCUPAN DE LA SEGURIDAD DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO

* 7. EL ROMANCERO Y LA HISTORIA DE LA LENGUA DE MENÉNDEZ PIDAL VIAJAN COMO PARTE DEL TESORO CULTURAL DE ESPAÑA

* VI. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL CONFINADOS EN SU CASA

* 1. DEPURACIÓN DE MENÉNDEZ PIDAL. FIN DE SUS PROYECTOS CON UNA PROYECCIÓN NACIONAL, 1939-1941

* 2. EL ROMANCERO DORMITA EN SUS CAJONES, 1939-1945

* 3. UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROMANCISTAS TOMA EL RELEVO, 1945-1946

* 4. MENÉNDEZ PIDAL VUELVE AL ROMANCERO, 1946-1950

* 5. LA CARTOGRAFÍA ROMANCÍSTICA Y LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN EN LA SERRANÍA DE CUENCA, EN LAS BALEARES, EN SORIA, EN SEGOVIA, EN ÁVILA, EN LA MESETA MANCHEGA, EN ALISTE Y EN MARRUECOS, 1947-1948

* 6. ÉXITO EN LA TRADICIÓN ORAL DE ALGUNAS VERSIONES FACTICIAS DE LA FLOR NUEVA

* 7. HACIA UNA RECUPERACIÓN DEL ROMANCERO PORTUGUÉS, 1948

* 8. NUEVAS ENCUESTAS: LIÉBANA Y POLACIONES; LA SIERRA DE BÉJAR Y PLASENCIA; SANABRIA. LLEGAN OTRAS APORTACIONES AL ARCHIVO. 1948-1949

* 9. FIN DEL SEMINARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS. FINAL DE LAS ENCUESTAS Y PUBLICACIÓN DIFERIDA DE LOS TRABAJOS SOBRE EL ROMANCERO, 1950-1954

* 10. ACTIVIDAD RECOLECTORA EN LA AMÉRICA HISPANA. SU REPERCUSIÓN EN EL "ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL", 1948-1952

* 11. REPERCUSIONES DE LAS PUBLICACIONES SOBRE EL ROMANCERO EN LA EXPLORACIÓN DE LA TRADICIÓN ORAL, 1953-1954

* 12. HACIA UNA EDICIÓN INTEGRAL DE LAS FUENTES IMPRESAS DEL ROMANCERO DEL S. XVI

* VII. LA PUBLICACIÓN DE LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO ENCOMENDADA AL SEMINARIO  RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

* 1. EL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL, 1954

* 2. LOS PRIMEROS DIFÍCILES AÑOS DEL "SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL" Y EL ROMANCERO, 1954-1959

* 3. INTENTOS DE ROMPER CON EL AISLAMIENTO INTELECTUAL DE LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 50

* 4. GRAN RECOLECCIÓN DE ROMANCES EN LAS ISLAS CANARIAS, 1952-1957

* 5. EL ROMANCERO TRADICIONAL, CUESTIONADO, 1959-1962

* 6. ÚLTIMAS CONTRIBUCIONES DE MENÉNDEZ PlDAL AL ROMANCERO, 1959-1965

* 7. MENÉNDEZ PIDAL EN ISRAEL Y EL ROMANCERO SEFARDÍ, 1964

* 8. EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL Y EL FUTURO DEL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1963-1966

* 9. REACTIVACIÓN DE LA LABOR EDITORIAL DEL ROMANCERO, 1966

* 10. PROPUESTA DE CREACIÓN CON CAPITAL AMERICANO DE UN CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS EN EL ARCHIVO-BIBLIOTECA MENÉNDEZ PIDAL, 1967-1968

* VIII EL ARCHIVO DEL ROMANCERO RENACE COMO PATRIMONIO CULTURAL DE INTERÉS MUNDIAL

* 1. NON OMNIS MORIAR, 1969

* 2. BELLAS PALABRAS Y NEGRAS REALIDADES, 1969-1970

* 3. ACTIVIDADES DE LA CÁTEDRA-SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL. CATALOGACIÓN DE LOS FONDOS SEFARDÍES DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO. LOS FONDOS PATXOT SE HACEN INACCESIBLES. 1969-1971

* 4. EL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA CONEXIÓN AMERICANA, NUEVAS PERSPECTIVAS, 1971-1975

* 5. EL ROMANCERO ¿AÚN VIVE?, 1973-1975

* 6. CRECER, PARA NO MORIR, 1976-1981

* 7. EL ROMANCERO AÚN VIVE. VOCES NUEVAS DE LA TRADICIÓN ORAL, 1977-1978

* 8. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ROMANCERO. UNA NUEVA EMPRESA COLECTIVA, 1977-1984

* 9. LAS GRANDES ENCUESTAS COLECTIVAS DEL PROYECTO DEAPHR, 1980-1984

* 10. LAS TRADICIONES ORALES LEONESAS Y EL ROMANCERO EN LEÓN A FINALES DEL S. XX, 1984-1988

* 11. FIN DE ETAPA. DISPERSIÓN DEL EQUIPO INVESTIGADOR DEL PROYECTO DEAPHR. LA FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Y EL CAPITAL PRIVADO INAUGURAN UNA ÉPOCA NUEVA. 1984-1989

* 12. LOS ARCHIVOS DEL ROMANCERO NUEVAMENTE EN EL FOCO. LOS LABORATORIOS HUMANÍSTICOS INSTALADOS EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL, 1988-1998

* 13. EL ROMANCERO ANTE EL CENTENARIO DEL ’98

* EPÍLOGO

* 1.- EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS MENÉNDEZ PIDAL DINAMITADO

* 2.- EL ARCHIVO DEL ROMANCERO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNDACIÓN MENÉNDEZ PIDAL Y DEL CENTRO SITO EN CHAMARTÍN

* 3.- LOS FONDOS DEL ARCHIVO DEL ROMANCERO Y LA INVESTIGACIÓN

* 4.- DESPEDIDA

Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

0 comentarios