UNA FATAL OCASIÓN
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UNA FATAL OCASIÓN
¡Triste de la que va sola,
--de la que sola camina!
Por aquellos campos verdes
--linda doncella camina.
Lleva saya sobre saya,
--basquiña sobre basquiña,
zapato lleva picado,
--al uso de Andalucía.
Con el pie pisa la hierba,
--con el calcaño la trilla,
con el vuelo de la saya
--toda la hierba esparcía.
Peinando iba su cabello
--con peine de plata fina;
el cabello era tan largo
--se le enredó en una silva.
Mirando iba a un lado y otro,
--por ver si alguien la veía;
alzó la niña el brial
--por el rocío que había.
Bien la viera un caballero,
--traidor que la pretendía;
está jugando la espada,
--con otros en compañía.
Dejó a los otros jugando
--y echó a seguir a la niña.
Allá la llegó a alcanzar
--al pie de una fuente fría.
-¿A dónde va, niña blanca,
--tan sola y sin compañía?
-Voy a bodas de una hermana,
--que casarse pretendía.
-¡Cásense las dos hermanas,
--cásense en el mismo día!
-Por Dios pido, el caballero,
--por Dios y Santa María,
que me dejéis ir con honra
--a esta santa romería.-
Dieron vuelta sobre vuelta,
--cuál debajo, cuál encima;
dieron vuelta sobre vuelta,
--la dama ya va rendida.
Pudo sacarle el puñal
--de su dorada petrina,
se lo metió por el pecho,
--al costado le salía.
-Por Dios te pido, la blanca,
--por Dios te pido, la niña,
no te alabes en tu tierra,
--ni lo digas en la mía,
que has matado un caballero
--con las armas que él traía.
-No me alabaré en tu tierra,
--ni lo diré yo en la mía,
que te ha de ser tan callado
--como gaita en romería.
Con mi camisa de holanda
--buena mortaja te haría,
con lágrimas de mis ojos
--te echaré el agua bendita.-
Puso el cuerpo en el caballo,
--camina la sierra arriba.
Allí había un ermitaño
--ganando su santa vida.
-Por Dios te pido, ermitaño,
--por Dios o por cortesía,
que me dejes enterrar
--un cuerpo que yo traía.
-Entiérralo tú, la blanca,
--entiérralo, blanca niña.-
Con el su puñal dorado
--ella la huesa le hacía,
con la su espada dorida
--le echaba la tierra encima.
-Por Dios te pido, ermitaño,
--por Dios te lo pediría,
todos los días del mundo,
--rézale un Ave María.
---- Este romance, que no halló acogida en medios letrados durante el Siglo de Oro, fue en cambio tempranamente recogido por los primeros colectores de romances de la tradición oral asturiana, y editado (con retoques notorios) por José Amador de los Ríos y por Juan Menéndez Pidal ún en el siglo XIX. También fue artificiosamente puesto en puro gallego en "Ultreya" (por Armando Cotarelo), a partir de una versión oral de Orense dicha en "castrapo" (la lengua, semi-gallega, semi-castellana, usual en el romancero de Galicia). Su área de difusión en la tradición oral moderna abarca, cuando menos, Galicia, Asturias, Cantabria, León, Palencia, Zamora, Salamanca y Segovia.
---- Ramón Menénendez Pidal, en su Flor nueva de romances viejos (1928), acertó a darle un nombre más apropiado y sugerente que los que se le habían asignado hasta entonces, nombre que he adoptado aquí (por más que, al tiempo de crear mi versión antológica con base en los textos genuinamente tradicionales, haya evitado tener presente la reconstrucción del romance difundida por Menéndez Pidal).
----Aunque, considerada la tradición oral en su conjunto, son más numerosas las versiones que acaban con el simple escarnio del moribundo caballero o que moralizan el desenlace, introduciendo la aprobación de la defensa de su honra hecha por la doncella (sea por la Virgen María, sea por la justicia, sea simplemente por sus padres), he preferido en mi versión antológica, de acuerdo con Menéndez Pidal, el remate, más sutil, propio de la mayoría de las versiones palentinas y zamoranas (y de alguna excepcional asturiana): el que combina la jocosa ironía de la doncella, al comentar la situación del "cazador cazado con su propia arma", con la manifestación de la compasión que siente por el caballero víctima del deseo de poseer su lindo cuerpo, una vez que llega el momento de dar cristiana sepultura al de su agresor.
Diego Catalán
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