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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

BODAS SE HACÍAN EN FRANCIA

BODAS SE HACÍAN EN FRANCIA

49.
BODAS SE HACÍAN EN FRANCIA

Grandes bodas hay en Francia,
--en la ciudad de París
que casa el hijo del rey
-- con la hija de Amadís.
Bailan damas y doncellas,
-- caballeros más de mil,
la que guiaba la danza
-- era una dama gentil,
que no hay quien la danza guíe
-- como doña Beatriz.
Mirándola estaba el conde,
-- ese conde de París.
-¿Qué miráis ahí, el buen conde,
-- qué miráis, buen conde, ahí,
si mirabais a la danza
-- o me mirabais a mí?
-Yo no miraba a la danza,
-- que otras mejores yo vi;
miro yo tu lindo cuerpo,
-- tan galán y tan gentil.
-Si os agrado, el buen conde,
-- consigo llevadme a mí,
que marido tengo viejo,
-- viejo está para morir;
tres hijicos chicos tengo,
-- no se acordarán de mí.-
Echóle la capa encima
-- y la puso a par de sí.
Al bajar las escaleras,
-- resbalósele el chapín;
en saliendo por la puerta,
-- su marido helo aquí:
-¿Qué lleváis ahí, el conde,
-- conde, qué lleváis ahí?
-Llevo yo un pajecico,
-- que se me durmió aquí.
-Ese pajecico, conde,
-- a mí me suele servir,
de día para la mesa,
-- de noche para dormir:
él me ponía la mesa,
-- él me encendía el candil,
él me hacía la cama
-- y se echaba cabe mí.
Llevadle esta noche, el conde,
-- mañana volvedle aquí.-
----En el siglo XVI el romance fue publicado, gracias a una glosa hecha por Quesada, en un pliego suelto, de donde lo tomaron varios cancioneros: el Espejo de Enamorados, el Cancionero de romances de Amberes (1550), la Tercera parte de la Silva de Romances de Zaragoza (1555), la Rosa de amores de Juan de Timoneda, impresa en Valencia. Como ocurrió con muchos textos glosados, el poeta glosador prefirió "truncar" el romance, dejándolo inconcluso, acabándolo con la petición de doña Beatriz al conde:
-Si bien os paresco, el conde
-- conde saquéisme de aquí,
que el marido tengo viejo,
-- no se curava de mi.

o, con la variante:

y no puede yr tras mí.

----La gracia de esta versión trunca (sin duda el único texto español por entonces conocido entre gentes de letras) atrajo al filólogo danés en el servicio ruso Thor Lange, quien en 1874 lo publicó (en compañía de Clarentius Gertz y Sigurd Müller) en versión danesa, casi literal, con un colorido ligeramente arcaico, en Euterpe, una colección de poesías extranjeras traducidas al danés. Empleó la estrofa de cuatro versos propia de las baladas danesas:

Der staar at Bryllup i Frankerig
-- udi den Stad Paris;
Helt statelig ganger i Dansen
-- den skjønne Fru Beatriz...

La balada Skjønne Fru Beatriz se hizo muy popular como canto en Dinamarca, con música del compositor Peter Heise (1830-1879), hoy accesible.
Como romance oral en español, sólo se ha recogido, en los siglos XIX y XX, entre los judíos sefardíes, tanto en Occidente como en Oriente. En Oriente tuvo gran difusión impresa en libritos de cordel en caracteres hebraicos. Quizá a ello se deba su gran fijeza textual y lo muy completas que, narrativamente, son las versiones orales recordadas a lo largo del tiempo en lugares muy distantes entre sí.

Diego Catalán

Foto: Burt Lancaster 

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