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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

NACIDO NOS HA UN BAILICO

NACIDO NOS HA UN BAILICO

45 NACIDO NOS HA UN BAILICO

En la ciudad de Toledo
  y en la ciudad de Aragón,
nacido nos había un baile,
   nacido nos había un varón;
chiquito era de cuerpo,
   malo y de mala intención.
Mató a su padre y su madre
   y a un hermanito, el mayor;
tres hermanas que tenía,
   un mal oficio les dió:
una puso en la taberna
   y la otra en el mesón
y la más chiquita de ellas
   la puso a vender cairón.
Otro día en la mañana
   su hermano por áhi pasó.
— ¿A cómo vendes, hermana,
   a cómo vendes cairón?
— ¡Cómo lo haré, mi hermano,
   no lo sabo vender, no!;
si la gente vende a libra,
   yo lo vendo a cuarterón.—
Alzó vara de membrillo,
   las cien varadas le dio.
Otro día en la mañana
   la niña ya se enseñó:
— ¿A cómo vendes, hermana,
   a cómo vendes cairón?
— Si la gente vende a treinta,
   yo lo vendo a treinta y dos.

      En la tradición del siglo XX, este romance sólo ha sobrevivido entre los judíos sefardíes de Marruecos. Pertenece a una curiosa rama del Romancero, la jayanesca, referente al mundo de los rufianes y prostitutas. Aunque Hanna Bennaim, Majní Bensimbrá, Preciada Israel o Simi Salama de Anahory desconozcan ya las voces germanescas "baile" ’ladrón’ (y tiendan a deformarlo en "fraile") y "cairón" ’lo que gana la mujer con el alquiler de su cuerpo’ (y lo conviertan en "lairón" o "cafyun" ’opio’), ese vocabulario, sin duda aún comprensible para anteriores cantores judeo-marroquíes, adscribe lo por ellas cantado, aún más claramente que la historia relatada, a ese particular subgénero de la poesía cantada española, que gozó de un éxito continuado durante varias centurias.
       Don Francisco de Quevedo, conoció evidentemente el romance tradicional sobre el "baile" toledano y lo aprovechó y glosó en un romance que comienza "Todo se lo muque (’come’) el tiempo", cuyo texto impreso conocido más antiguo (y, en mi opinión, más próximo al arquetipo) es el incluido en una colección romancística impresa en Zaragoza por Pedro Lanaja, en 1643: Romances varios. De diversos autores. Añadidos y enmendados en esta tercera impressión. Quevedo remata en él la enumeración de famosos personajes, pertenecientes al mundo de los valientes jayanes y de sus hembras, pasados ya a mejor vida, introduciendo, por medio de los versos

y para que no se acabe
   su familia ni su casta
y porque los gustos tengan
   rumbo, fiesta, baile y danza,

la historia de un nuevo «valiente», la de nuestro personaje:

En la ciudad de Toledo,
   donde los hidalgos son,
nacido nos ha un bailico,
   nacido nos ha un bailón.
Chiquitico era de cuerpo
   y grande de coraçón,
astilla de otros valientes,
   chispa de todo furor.
Mató a su padre y su madre
   y un hermanico, el mayor,
dos hermanas que tenía
   puso al oficio trotón:
Una puso en la taberna,
   para todo sorbedor,
la otra, por más hermosa,
   llevó a ganar el cairón.
La niña, como novata,
   no sabe navegar, no
y el rufián, como es astuto,
   dábale aquesta lición...

      Sólo, a partir de este punto, cuando el rufián comienza a aleccionar a la niña que ha de ganar el "cairón", es cuando Quevedo, apartándose decididamente del estilo expositivo heredado de la canción tradicional (que antes únicamente venía enriqueciendo con algunas expresiones metafóricas o metonímicas propias), aprovecha el tema sugerido por la lección del rufián a su hermanita para, con su genialidad y desgarro típicos, acumular figuras y conceptos que subrayen el cínico mensaje:

— Yo soy el rufián Tasquillos,
   el rufián Mendrugo soy,
todo valiente barbado
   oiga lampiño dotor:
Valientes que por su pie,
  teniendo ya treinta y dos,
se fueron, como a la pila,
  a lo penoso y rigor,
son valientes convertidos,
  sólo soy valiente yo,
que en el vientre de mi madre
  a’scuras tuve quistión.
En el nombre de Maladros,
  nuestro padre fundador,
sea, niña, daca y daca,
  tema de vuestro sermón.
¡Vive el dador!, dicen todos
  desde que el mundo nació,
mas ¡El prometedor vive!
  no lo ha dicho humana voz.
De oficiales y tenderos
  y de todo cosedor
todo dinero es dinero,
  no tiene casta el doblón;
el dinero del judío
  y el dinero del Señor
todos prueban de la bolsa,
  todos de un linaje son.
Moneda que no se toma
  es la moneda peor;
poco dinero, es dinero,
  un real con otro son dos.
Para ser mujer de prendas,
  toma prendas de valor,
vida, y ásteme a las ramas,
  que prendas, dineros son.
No haya almuerzo ni merienda,
  comida ni colación,
pues, por desquitarla, el dueño
  come más que un cavador.
Cageros de ginoveses
  regalado pexe son,
esponjas para su amo
  que, apretadas, dan licor.
Vegezuelo, escribanía,
  porque, bien mirado al sol,
es tinta y papel su barba
  de la pluma que guardó.
Mancebito perniborra,
  dulcísimo paseador,
conjúrale como a nuve
  y échale en otra región.
Caballero linajudo,
  desabrigado amador,
que paga en genealogías,
  métase a coronicón.
Donosos y bien hablados,
  todo cuerpo bailador
gaste con otra las gracias
  y contigo el talegón.
Señoría, si es Venecia
  o Génova, buenas son,
que hay señorías caninas
  y título ladrador;
no titularás en vano
  es mandamiento mayor.
Más vale doblón picaño
  que príncipe sin doblón.

Aunque en esta lección del rufián predominen los motivos y conceptos típicamente quevedescos, aún creo poder entrever en ella varios componentes heredados del texto tradicional inspirador: "todo dinero, es dinero / no tiene casta el doblón", "poco dinero, es dinero, / un real con otro son dos", "vida, y ásteme a las ramas, / que prendas dineros son"; "más vale doblón picaño / que príncipe sin doblón".
      El Romancero tradicional del siglo XX heredó algunos temas creados por los grandes autores del siglo XVII; pero aquí la relación entre los dos textos no es ésa. Nos consta que el romance del "baile" toledano era ya parte del repertorio de canciones tradicionales de que hicieron uso los músicos cortesanos en el siglo XVI. Francisco de Salinas, en De Musica Libri Septem (1577), imprimió la notación musical de esa canción con el incipit:

En la ciudad de Toledo,
  donde los hidalgos son,

y, con ese mismo comienzo, era recordado nuestro tema en el París de los prolegómenos de la Guerra de Religión por un miembro de la Embajada de Felipe II. Cuando el embajador, Thomás Perrenot de Granvela, señor de Chantonay, envía a su rey una carta, el 28 de mayo y 6 de junio de 1562, llena de citas de versos de romances y canciones tradicionales transcritas en la cifra secreta que empleaba para transmitirle secretos de Estado, entre los versos citados en tan enigmático despacho diplomático, podemos leer (si desciframos el trecho correspondiente) estos cuatro octosílabos:

E.n la [c]i.u.da.d de To.le.do,
do.n.de lo.s y.da.l.go.s so.n,
na.ci.do no.s ha u.n ba.y.lico,
na.s.ci.do no.s ha u.n ba.y.ló.n,

que confirman la pertenencia del incipit citado por Salinas al romance-baile glosado por Quevedo y cantado por las romanceristas judeo-marroquíes.
      El romance del "baile" toledano procedía de tiempo atrás, de los comienzos del siglo XVI cuando menos, ya que Fernando Colón, muerto en 1539, guardaba en su biblioteca de bibliófilo (tan saqueada en siglos pasados) un pliego impreso con una "Arenga" en coplas, de un tal Salvador Rodríguez, llamada "La ron", que describe en su Abecedarium B, cuyo incipit era:

En la ciudad de Toledo,
  donde flor de bayles son.

      Gracias al autor teatral Jaime de "Guete", nos consta que esa canción, llamada "La ron", estaba en metro romancístico, toda vez que en su Comedia Vidriana, fechable hacia 1525, incluye una adaptación de ella, que dice:

En la ciudad de Toledo,
  retorcido el bigatón,
píxase de barva luenga
  anegada en Villalón.
De la ron
     
ron ron ron ron

Doze mil piojos tiene,
  todos granos de oro son,
atorgados por el Papa,
  donde flor de bayles son.
De la ron
      ron ron ron ron.

Y hallaron al alguazil
  turradico cara al sol,
y ellos, en aquesto estando,
  sagodiósle un bofetón.
De la ron
      ron ron ron ron.

El romance, con su estribillo característico propio del canto, fue, de otra parte, utilizado "a lo divino" por Mateo Flecha "el Viejo" (muerto en 1553), en una ensalada, llamada Iubilate, hecha en loor de la Virgen, que acababa:

Assí, assí, cuerpo de nos,
  aquí veré yo
como baylaréys vos
  a la girigonça.
Saltar y baylar,
  con bozes y grita
¡y vos renegar,
  serpiente maldita!
La Virgen bendita
  os haze dançar
a la girigonça,
  la girigonça.

Nos la transmitió Miguel de Fuenllana, Libro de música para vihuela intitulado Orphenica lyra, Sevilla, 1554, en texto mejor que el editado por el sobrino del autor de la ensalada años después, en Praga, 1581. La sección basada en "La ron" es la siguiente::

De la ran ron
  de la ran ron, ron ron,
de la ran ron.

En la ciudad de la Gloria,
  do los seraphines son,
denmedio de todos ellos
  cayó un pícaro baylón,
de la ran ron,
  cayó un pícaro baylón,
de la ran ron.
  Cardador era de percha,
de sobaco aliviador;
  huye de la gurullada
en Castilla el vanastón,
  de la ran ron,
en Castilla el vanastón,
  de la ran ron.

      Vistas en conjunto todas estas citas e imitaciones, es evidente que desde comienzos del siglo XVI gozaba de gran difusión un romance en que su famoso estribillo "La-ron" hacía alusión a la condición del protagonista, un afamado ’ladrón’, y en que se empleaba un vocabulario, apropiado al tema, perteneciente al lenguaje llamado "germanía", "junciana" o "gerigonza". A él pertenecen, no sólo voces y expresiones como "pícaro" y "pixar", "baile" o "bailón", "granos de oro", sino asimismo "cardador" ‘ladrón, miembro de la carda o cuadrilla de valentones y rufianes que cardan o limpian a quien pueden’, "percha" ‘uña sobre la que los ladrones cortan la bolsa’, "sobaco" ‘lo que se hurta y lleva bajo el brazo’, "aliviador" ‘el ladrón que recibe el hurto que hace otro y se va con él’, "gurullada" ‘corchetes’, "vanastón" ‘cárcel’. Es ese romance-canción al que debemos pensar que remontan tanto el romance-baile de jerigonza utilizado por Quevedo como el romance-canción sefardí.
      En cierto modo al margen de esa plurisecular tradición cantada se nos sitúa la famosa exhibición de lenguaje germanesco conocida como "El Perotudo", que su editor Juan Hidalgo (probablemente un pseudónimo) presentó como "el primer romance que se compuso en esta lengua" (la "germana") en su libro Romances de germania de varios autores, con su Bocabulario al cabo por la orden del a, b, c para declaración de sus términos y lengua. Comienza:

En la ciudad de Toledo,
  donde flor de bayles son,
nacido nos ha vn baylico,
  nacido nos ha un baylón;
Jugador de media espada,
  de sobaco aliviador,
hijo es de un mesonero,
  muy perverso en condición,
por naturaleza caça
  el que es hijo del açor,
y, aunque pequeño de cuerpo,
  es de grande coraçón,
allá haze su guarida
  a la puerta del Cambrón...

      La primera edición de la obra de Hidalgo llegada hasta nosotros es de 1609; y, si bien tenemos un testimonio de que circulaba con anterioridad, su composición sabemos que no puede ser anterior al 27 de mayo de 1570. Es, pues, posterior a la fama de "La ron", y, en modo alguno, el texto primigenio de la historia del "bailico" toledano.
      Su compositor quiso hacer gala de su dominio del lenguaje críptico germanesco, por lo que se entretuvo en incorporar al relato una interminable enumeración de los oficios, artes y tretas del "bailón" toledano glosando lo heredado de la canción (que pueden ser versos como "cortador sobre la percha, / de prendas carduçador", "quatrero maravilloso, / alcatifero mayor", "lo que sus ojos columbran, / sus manos águilas son").
      Sólo después de 76 octosílabos preñados de vocablos de la germanía (al estilo de; "diez huebras lleva de bueyes, / cada cual es con su flor: // con la raspa y cortadillo, / tyra y panda y ballestón, // el ala de mosca lleva / y también el cigarrón"), sigue narrando, de forma más ligera:

Por gozar de las pelozas
  de los que visoños son,
trae tres marcas godeñas
  que le ganen el cayrón:
La una era la Games,
  la otra la Salmerón
y la otra era la Méndez,
  Méndez de Sotomayor
—Ganáme, marcas, ganáme,
   para comprar un trotón
para andar de feria en feria
   de Burgos a Villalón.—
De lo que las marcas ganan,
   comprara el rufo un trotón,
fuérase de feria en feria
   que le ganen el cayrón.
La Games dexó en Toledo,
   en Burgos la Salmerón,
la Méndez lleva consigo,
   que es marca de arte mayor.

      A diferencia de lo que ocurría al enumerar las "gracias" del baile, basta ahora reconocer que "peloza" o "pelota" es ’bolsa de dinero’ y ’mujer de mancebía´, "marca" ’mujer pública, prostituta’, "godeña" ’principal’, "rufo", ’rufián’, "trotón" ’rocín’, para entender todo. Pero, de nuevo, la acción relatada se interrumpe, para enumerar "las armas que el bayle lleva" durante 18 octosílabos, también abarrotados de vocabulario germanesco. A continuación, se nos cuenta;

Ella va en un cuatropeo
   y él a fuerça de talón;
por la calca do caminan
   le va dando esta lición...

y así entramos en el tema más característico del romance-canción:

— No seas marca de rebuelta,
   ni me rebuelvas questión,
que, aunque ves que vengo armado,
   no soy migaja riñón.
Con los hijos de vezino
   poquita conversación,
que entran por la boca manga,
   salen por el cabeçón
Estos jaques de longares
   no entren en tu garitón,
y aquessas tarjas de a onze
   no me las deseches, non;
paparito y picañito
   acoge en tu garitón.
Al que le sintieres quinas,
   lenguarada y hocicón,
y a aquél que no las portare,
   puntillazo y torniscón,
vida, y ténteme a las ramas,
   que prendas, dineros son.
Y ande el anca, seña Méndez,
   en llegando a Villalón,
juegue bien la babilada,
   exercítese el tajón;
mientras no uviere sanguina,
   siempre trote el postillón.–

pasaje donde, aunque no falten los vocablos germanescos ("rebuelta" ’corchete’, mejor que ’criado de rufián’; "migaja riñón" ’nada esforzado’; "jaques" ’rufianes’; "longares" ’cobardes’; "garitón" ’aposento’; "picaño" ’pícaro’; "quinas" ’dineros’; "babilada" ’coño, parte visible del aparato genital femenino’; "tajón" ’mesón’ metafóricamente empleado; "postillón ’rocín’ metafóricamente empleado), predomina una dicción que no desentona de la que trasciende en las referencias al baile de la gerigonza, tanto anteriores como posteriores al vocabulario de la germanía compilado por Hidalgo. El romance de "Perotudo", sobre "el ladrón que ahorcaron", tal como lo publicó el vocabulista nunca pudo ser canción, ni cantarse, con sus 288 octosílabos densamente poblados de términos de la germanía útiles para unlexicógrafo, ni ser el antecesor, no ya de "La ron", sino del baile inspirador de Quevedo, pues no hay manera de que adquiriera forma tradicional en el curso de una trasmisión oral que, obviamente, no pudo tener. Pero en su texto sobrevive, en convivencia con la erudición lexicográfica, la herencia narrativa y formal del texto del baile romancístico de la gerigonza, baile de vigencia plurisecular, que ha dejado su huella en el Romancero del siglo XX. Y gracias a él podemos imaginar el desarrollo de la narración del baile de la jerigonza hasta que el "bailón" es preso, llevado a "la trena" y sentenciado a perecer en "basilea", donde muere "tostadico y puesto al sol"; por más que, en el "Perotudo" de Hidalgo nos sea imposible discernir qué proviene de la tradición y qué es propio del romance "erudito" ofrecido a quienes, en los primeros años del siglo XVII, tratataban de aprender "en las escuelas de Salamanca" la "bastarda lengua" que "entre la gente de la vida mala" llaman gerigonza, según Bartolomé Ximénez Patón denuncia, muy indignado, en su Eloquencia española en arte (1604).

Diego Catalán

Imagen de portada: grabado de La vida del gran tacaño , de Quevedo.
Abajo: El almuerzo de Velázquez

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