POR LA RIBERA DEL TURIA. LLANTO DEL PASTOR ENAMORADO
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POR LA RIBERA DEL TURIA
LLANTO DEL PASTOR ENAMORADO
Por aquel lirón arriba
--lindo pastor va llorando,
con el agua de sus ojos
--el gabán lleva mojado.
-Buscaréis, ovejas mías,
--pastor más aventurado,
que os lleve a la fuente fría
--y os carée con su cayado.
Adiós, adiós, compañeros,
--las alegrías de antaño,
si me muero de este mal,
--no me entierren en sagrado,
enterradme en prado verde,
--donde no paste ganado,
dejen mi cabello fuera
--bien peinado y bien rizado,
para que diga la gente
--“Aquí murió el desgraciado,
que murió de mal de amores
--que es un mal desesperado”.
Ya enterraban al pastor
--enmedio del verde prado,
al son de un triste cencerro,
--que no hay allí campanario.
Tres serranitas le lloran
--allá en el monte serrano:
Una decía;: “¡Ay, mi primo!”,
--otra decía: “¡Ay, mi hermano!”,
la más chiquitita de ellas:
--“¡Adiós, dulce enamorado!,
¡mal te quise, por mi mal,
--siempre viviré penando!.
b)
Por aquel lirón abajo,
--un lindo pastor venía,
en el su costado izquierdo
--traía mortal herida,
que se la hizo otro pastor
--por celos que le tenía;
buen pastor debía ser
--por lo bien que disponía.
Hablaba con sus ovejas
--y a sus corderos decía:
-Buscaréis otro pastor,
--que os cuide de noche y día,
que os lleve a beber agua
--a la fuente en que solía
y de noche a la majada
--y después a la pacía.-
Ya le entierran al pastor
--al pie de una verde oliva,
al son de un triste cencerro,
--porque campanas no había.
Tres serranitas le lloran
--de la alta serranía.
Una dice:”¡Ay, mi hermano!”,
--la otra “¡Adiós, primo” decía
y la más chiquita de ellas:
--“¡Adiós, el bien de mi vida!”.
---- El romance en asonante –a.o, que en versión asturiana de Santianes de Molenes fue ya publicado en 1885 y en versión leonesa de Viadangos de Arbas, más completa, recogida en 1980, fue dada a conocer por mí en 1997, tiene claramente su punto de partida en un romance trovadoresco, consonantado en –ado, que incluyó el librero y literato Joan de Timoneda en su Rosa de Amores (Valencia, 1573), y que comienza así:
Por la ribera deTurya
--va un pastor tras su ganado,
pobre, triste y sin abrigo,
--pero más enamorado,
con lágrymas de sus ojos
--el gaván trahe mojado,
entre sí mismo diziendo:
---Crudo Amor, ya estás vengado,
pues me tienes preso, herido,
--y a tus leyes domeñado...
---- Otros componentes del romance oral de los siglos XIX y XX comparten, con su comienzo, un noble origen literario: el formulaico motivo de “No me entierren en sagrado”, tiene su origen, como ya diré en su momento, en otro romance trovadoresco, “Si se está mi corazón”, y la escena de las tres jóvenes que lloran al muerto es un calco del final del famoso romance de tema épico relativo a la “Muerte de Fernand Arias” en el reto de Zamora.
---- El romance en asonante –í.a, recogido de la tradición oral en el Valle del Lozoya (Madrid), en 1903 y 1904, y en el concejo asturiano de Ponga, en 1920, es una hábil refundición tradicional del asonantado en –á.o.
---- Vemos, en una y otra de las dos versiones que he presentado, cómo el Romancero oral del siglo XX no sólo heredó y adaptó poemas que ya en los siglos XV y XVI formaban parte del acervo tradicional, sino que se enriqueció acudiendo a la poesía de moda en aquellos siglos de tránsito de la literatura tardo-medieval a la renacentista.
----NOTA: El romance de “El pastor enamorado” no debe confundirse con otro tema que goza de una mayor difusión: “Testamento del pastor”, que la trashumancia ha difundido por la montaña leonesa y palentina y por Cáceres y La Mancha. Dice así:
Sierra arriba, sierra abajo,
-- un serranito venía,
con una manta terciada
--a uso de serranía,
con el rosario en la mano
--rezando el “Ave María”,
no sé si reza por su alma
--o si reza por la mía.
A la sombra de un peñasco,
--el serrano se tendía.
Llamaron a un cirujano,
--por ver el mal que tenía.
Le mandó hacer testamento
--de todo lo que tenía.
-Ovejas, las mis ovejas,
-- aquellas que yo quería,
buscaréis nuevo pastor
--que os dé la pastoría,
que os traiga cañada abajo,
--os traiga cañada arriba,
y que os lleve a las montañas
--a beber las aguas frías.
El zurrón de las cucharas
--lo mando a la mi María,
para que de mí se acuerde
--cuando dé vuelta a las migas;
el puchero de la miera,
--que allí en la majada había,
ese puchero lo mando
--a las mozas de la hila
y el gancho y las abarcuelas
--que me los digan a misas.
Autor: Diego Catalán
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