Blogia
ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

I.- LA BELLA EN MISA

LA BELLA EN MISA

LA BELLA EN MISA

1
LA BELLA EN MISA

__El Romancero que nos legaron los impresores del siglo XVI, tanto el que ellos llamaron "viejo" como el que crearon los poetas del Siglo de Oro, ha seguido siendo apreciado literariamente por los lectores desde que los románticos ingleses y alemanes lo recuperaron como una de las creaciones literarias españolas de valor universal. Cualquiera puede hoy acceder a sus textos en buenas ediciones.
__No ocurre así con el Romancero llegado, de generación en generación, al siglo XX por transmisión oral. La lenta y caótica recolección de sus múltiples versiones, a lo largo de todo ese siglo, en los más diversos lugares del mundo hispánico ha dado lugar a que sus textos hayan quedado como especímenes documentales, estrechamente vinculados a los intereses de filólogos, de etnógrafos, o de aficionados regionales. La incorporación de sus poemas a la literatura canónica española ha sido diferida para un mañana que nunca llega. Los lectores de Literatura no saben cómo acceder a ellos.
__Mi interés continuado por el arte poética del romancero oral me lleva a ofrecer a un público general lo mejor de ese Romancero, emulando a los editores del siglo XVI. Mi propósito es mostrar que la labor de reelaboración y pulimiento, durante cuatro siglos y medio, realizada por los cientos (posiblemente miles) de transmisores de ese caudal poético que enlazan el Romancero del siglo XVI con el Romancero del siglo XX, ha creado un sinfín de poemas que cualitativamente no sólo compiten con el antiguo Romancero, sino que muy a menudo le añaden quilates, ya que responden a un arte poética que sorprende y deleita a los mejores paladares críticos.
__Una mayoría de los romances cantados en el siglo XX versa sobre temas que tienen su paralelo en la Balada europea o, incluso, universal. Su origen hunde sus raíces en la oscuridad de los tiempos más lejanos, siendo imposible para nosotros, en ciertos casos, seguir la ruta de su expansión.

Mañanita de San Juan,
_mañanita de primor,
cuando damas y galanes

_van a oír misa y sermón,
una dama va en el medio

_que de todas es la flor.
Lleva saya sobre saya,

_anillos de gran valor.
A la entrada de la iglesia

_su pie derecho metió;
solamente con dos dedos
_agua bendita tomó
y un poquito más arriba

_de rodillas se ahincó;
tres golpes se dio en el pecho,

_ha dicho la confesión.
El que decía la misa

_no la pudo decir, no;
el que le estaba ayudando

_las vinajeras quebró;
el sacristán en el coro

_el “Credo” se le olvidó;
el monacillo tocando

_ha quebrado el esquilón;
las campanas repicando

_solas han perdido el son.
Las damas mueren de envidia

_y los galanes de amor,
sólo en ver tanta hermosura

_como esta niña llevó.

__Según Miguel de Unamuno, quien recogió en Almoharín (Cáceres) , a principios del s. XX, una de las versiones más similares a la presente entre las conservadas en el Archivo Menéndez Pidal / Goyri del Romancero (hoy en la “Casa Menéndez Pidal” del “Olivar de Chamartín”), allí se cantaba en la Nochebuena con un tambor destemplado; uno lo iba diciendo verso a verso y el pueblo repetía en coro lo que él iba cantando, animándole con el estribillo “Eá , tú, la Noche de Navidad”.
__Este romance nos es conocido en versiones de estructura muy semejante pertenecientes a las diversas lenguas hispánicas: portuguesas, andaluzas, extremeñas y castellanas, sefardíes de los Balcanes y el Oriente próximo, sefardíes del Norte de África y catalanas; también las hay muy similares francesas.
__El tema se halla incorporado a una balada griega, búlgara y rumana, “La madrina que reemplaza a la novia”, donde presenta características propias. Pero debió tener desde antiguo existencia autónoma. En forma muy semejante a la del extremo occidental de Europa tiene su paralelo en una balada china que figura en la novela “Chin P’ing Mei”, en un episodio que narra cómo Loto de Oro, después de dormir con Hsi-mên Ch’ing en una cámara del templo budista, sin preocuparse de los servicios fúnebres en honra del señor Wu, su marido, a quien los amantes han asesinado arteramente, acude, al fin, a la ceremonia después de peinarse y vestirse para extremar su atractivo:

El chantre perdió el seso y, al leer los libros sagrados ,
no sabía si se hallaban cabeza abajo.
Los santos oficiantes se volvían locos al leer sus oraciones,
_no sabiendo a ciencia cierta qué línea leían.
El acólito del incensario puso los vasos boca abajo y otro lo agarró
_creyendo que era su candela.
El lector, en vez de leer “El poderoso imperio de Sung”,
_lo llamó en su lugar “de Tang”.
El exorcista, en vez de salmodiar “Señor Wu”,
_exclamó : “¡Señora Wu!”.
Al viejo monje le batía tan terriblemente el corazón,
_que erró el bombo y dio sobre la mano del monje joven.
El joven monje tenía tan absorta su mente,
_que , con el palillo del bombo, dio sobre la cabeza del viejo monje.
Largos y pacientes años de noviciado
_allí se esfumaron;
y, si hubieran descendido sobre la tierra diez mil santos,
_no habría sucedido nada más aceptable.

__El romance castellano se publicó ya en un pliego suelto del siglo XVI, con el final:

A la entrada de la hermita
_relumbrando como el sol.
El abad que dize la missa
_no la puede dezir, no;
monazillos que le ayudan
_no aciertan responder, non:
por dezir: “Amén, amén”,
_dezían: “Amor, amor”.

En esta vieja versión, la dama no sólo se viste lujosamente sino que se preocupa de realzar su belleza mediante el tocador, como en la balada china:

En la su boca muy linda
_lleva un poco de dulçor,
en la su cara muy blanca
_lleva un poco de color,
y en los sus ojuelos garços
_lleva un poco de alcohol.

Autor: Diego Catalán

Imagen: Retrato de dama joven, de Sandro Botticelli (1445-1510)