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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

9.- 8. EL CAMBIO EN LA NORMA CORTESANA, VISTO POR LOS GRAMÁTICOS EXTRANJEROS

9.- 8. EL CAMBIO EN LA NORMA CORTESANA, VISTO POR LOS GRAMÁTICOS EXTRANJEROS

8. EL CAMBIO EN LA NORMA CORTESANA, VISTO POR LOS GRAMÁTICOS EXTRANJEROS. I ORÍGENES DEL PLURALISMO NORMATIVO DEL ESPAÑOL DE HOY

      Los gramáticos no españoles nos proporcionan una visión complemen­taria de las alteraciones que sufrió el español de los Siglos de Oro. Su infor­mación, naturalmente, se refiere al habla de la corte, y, en general, se apoya más en el español normativo que en el español coloquial.

      En 1524 tenemos un testimonio de incomparable claridad. Trissino trata de introducir en la ortografía italiana un signo nuevo para distinguir z, zz sonoras de sus sordas correspondientes. Como conocía bien el español, pensó que el método más adecuado sería adoptar la ç  con cedilla; pero, al observar la mayor frecuencia en italiano del fonema sordo, prefirió reservar la z para él, e introducir el nuevo signo ç para el sonoro, por lo que añade: «Ne mi è nascoso che ritrovandosi parimente questa pronunzia diversa, e con diversi characteri scritta, ne la lingua Spagnuola, che essi usano i characteri a l’opposito di quel che facc’io: cioè, usano il z commune quando la pronunzia è simile al g, e quando è simile al c usano l’altro»53. La identificación de la z de su ortografía reformada con «la c lombarda» y de su ç  con «g como en Bologna», donde «virgines» se pronuncia virçines y «generoso» çeneroso (con la ç  sonora de su ortografía reformada), nos proporciona nuevos elementos de comparación para la /ç/ y la /z/ españolas. Trissino, por tanto, empareja perfectamente, en 1524, la /ç/ y /z/ españolas (lo que los humanistas de la primera mitad del siglo XVI no hacían, a causa del origen de las letras), caracterizándolas como sorda y sonora respectivamente. Sus observaciones corresponden a la información que teníamos sobre el «fino castellano» de Toledo, o de la corte, del primer cuarto del siglo XVI.

      Alessandri d’Urbino también describe claramente en 1560, las corres­pondencias ítalo-españolas. Define con insistencia la /ç/ (tal como se en­cuentra en dança, çamorra, braço, garavanço), identificándola con la z sorda del italiano (de forza, zeppa, zingaro, zoppo, zucchero, etc.), esto es, con «la nostra z quando ha gagliardo spirito», y con «t dinanzi la i con ispressione di z». Y, cuando explica la doble grafía española ç y c ante e, i («[...] come se havesse la istessa zeriglia»), añade una nueva comparación, al observar «il che si costuma da nostri Lombardi ancora». Respecto a la /z/ española (de hazer, azedia, azogue, azul), señala su equivalencia con la z sonora italiana (de azaria, zefiro, azimo, zodiaco, azurro) «di poco suono e de leggiero spirito».

      No tenemos nuevas descripciones útiles54 hasta los últimos años del siglo XVI y primer cuarto del siglo XVII. Por entonces, la identidad de /z/ y /ç/ es obvia para los mejores observadores55. El francés Oudin, en 1597, señala que la /z/ «quelquesfois se prononce plus rudement que le c ou l’s quasi comme nostre z François, mais le plus souvent elle a le mesme son que le dit c, et i’ay veu bien souvent escrit hacer pour hazer, lienço, pour lienzo, baço [...] ie l’ay veu escrit vazo». En la edición de 1619, después de viajar por España, Oudin incluso pone más énfasis en la identidad.  Respecto al nombre de z, rebate a aquellos que la llaman «zé» con sonora «pour ceste derniere prononciation du z, qui se rapporte à celle de nostre François, et aussi a nostre  s   quand il se trouve entre deux voyelles, elle n’est nullement Castillane, ce que i’ay soigneusement remarqué par la practique que i’ay peu avoir des naturels Castillans». Y, para probar la identidad de ç  con z, cita a Covarrubias («et pour preuve de ceste affinité, voyez Covarrubias en son Tesoro, qui renvoye au ç  les dictions qui commencent par z»).

      En 1624, el italiano Franciosini afronta la crítica de los que todavía creen que los signos ç y z representan diferencias de pronunciación («molti s’annegano nella profundità delle distinzioni [...]») y afirma: «Trovando la zeta con alcuna di queste due vocali e, i, si pronunzierà formalmente come se fusse con la lettera c e dicesse ce, ci [...]. Cosi za, zo, zu non fará in lettura ne in pronunzia differente da ça, ço, çu». Como Oudin, Franciosini basa en la experiencia personal su oposición a los viejos gramáticos distinguid ores de c:z y sus seguidores impenitentes: «Ho diligentemente osservato che tra la zediglia e la zeta ordinariamente ci è nella pronunzia e nell’uso poca o niuna differenza, per questo non ho voluto (com’alcuni) tuffarmi nel golfo de’precetti [...]»56.

      En 1593, un cuarto de siglo antes de Franciosini, Giuffredi, un buen observador italiano, frente a Oudin, todavía compara la ç española con las sordas italianas z o zz (que él transcribe Z) y la z española con las sonoras italianas z o zz (que él transcribe z). La c se denomina en español «Ze con Z forte e non dolce e non Ci»; mientras que la z se denomina «Zè o Izè, ma con zeta dolce, non forte», ya que «lo stesso suono ha la zeta Spagnuola che ha la zeta dolce Toscana», mientras que la ç «avrá forza d’una di queste Z Italiane, cioè, forte ed aspra»57. Las notas de Giuffredi sobre pronunciación están en forma de Annotazioni a Troiano, 1569 (el traductor de Miranda, 1565), y en ellas se ven —creo— huellas de Alessandri, 1560 58, pero no de Las Casas, 1570. Sospecho que la fecha de 1593, el año de la dedicatoria, y también de la muerte de Giuffredi (el libro es postumo), no corresponde al año de la composición de las anotaciones, que deben ser muy anteriores. En cualquier caso, es casi seguro que Giuffredi, que tenía unos sesenta años en 1593, des­cribía el español cortesano de unos veinticinco o treinta años antes (cuando él tenía treinta o treinta y cinco), al que ya había prestado alguna atención cuando editó un Trattato per insegnare agli Spagnuoli la pronunzia toscana (previo a las Annotazioni)59, inédito y perdido.

      En resumen, el testimonio de los no españoles, que se ajustarían preferentemente al uso del habla cuidada de la corte en sus formas más conserva­doras, no desmiente la imagen anteriormente reconstruida a partir de los tratadistas españoles. Hasta mediados del siglo XVI, los mejores testigos no españoles (Trissino, 1524; Alessandri, 1560) definen la /z/ española como el correlato sonoro de /ç/, de acuerdo con la norma toledana. Pero en la últi­ma década del siglo XVI había llegado a ser tan usual la confusión de z y c en el habla cortesana («fino castellano»), que incluso los gramáticos extranje­ros decidieron enseñar la nueva norma, ya que la consideraban mucho más ampliamente aceptada (Oudin, en 1597). En el primer cuarto del siglo XVII, se considera la fusión como la única norma del español hablado (Oudin, 1619; Franciosini, 1624).

Diego Catalán. El español. Orígenes de su diversidad (1989)

NOTAS

53 En italiano ejemplifica la z que «tiene alquanto del con çephyro, meço, reço (escritas según su ortografía reformada) y la z que «tiene alquanto de c» con zoccolo, belleza, spezo.

54  No se puede deducir nada de Meurier (1558 y 1568), escritor flamenco que se contenta con afirmar que la c en español es «assez difficile à prononcer» y la z «n’est pas moins difficile à prononcer»; o del inglés Hart (1569, borrador de 1551), que no describe la z e iguala ce i, ç  con s. Rhys, un gales en Italia, identifica la ce i  ç española y portuguesa con las mismas grafías lom­bardas e incluye a los españoles entre aquellos que pronunican ti como s y z como s suave.

55 Ingleses y alemanes no añaden nada. Thorie (1590), traduciendo el manual de Corro, da la equivalencia /ç/ —o griega (Corro había dicho que /ç/ = θ griega) e iguala la z española con la misma letra inglesa («as we pronounce our English z»), deduciéndolo del texto que traduce; Percyvall (1591), aunque da una descripción de /ç/ muy interesante, no dice nada sobre /z/; ¿la consideraría igual a la /ç/?. Stepney (1591) es un mero plagiario sin interés. Owen (1605) se contenta con referir la c y la z a las correspondientes letras inglesas. Doergangk (1614) copia sin originalidad. Wadsworth (1622) traduce el texto de Oudin (1597) sin molestarse en añadir nada de su cosecha. Etc.

56 De estas afirmaciones de Franciosini sólo infiere Amado Alonso que «las antiguas africa­das [dz] y [ts] han precipitado su proceso fonético y ha triunfado casi del todo su pronunciación igualada fricativa y sorda [...] Franciosini refleja bien esta casi igualación» (De la pronunciación, I, p. 182). Creo necesario quitar este «casi». Evidentemente, Franciosini sabía que, en la práctica, la pronunciación de la /z/ no era otra que la de la /ç/: «Trovando la zeta con alcuna di queste due vocali, e, i, si pronunzierá formalmente come se fusse con la lettera c e dicesse ce, ci. Stando la zeta con alcuna di queste tre vocali a, o, u, cosí za, zo, zu, non fará in lettura ne in pronunzia differente da ça, ço, çu».

57 Giuffredi, interesado en hacer claras las confusas reglas de Troiano (es decir, de Miran­da), insiste repetidamente en la distinción sordez: sonoridad, tanto en italiano como en español. Sólo he transcrito uno de sus párrafos.

58 Las series de ejemplos coincidentes de Giuffredi y de Alessandri en italiano y español me parecen significativas: Zappa, Zoppo, Zucchero, Dança, Garvanço, Cuscuçú, (Çaragoça, Çamora, Çoçobra, çumo (Giuffredi); forza, zeppa, zíngaro, zoppo, zucchero, dança, Çamorra (sic), baço, garavanço (Alessandri. Todos estos ejemplos están juntos en un solo párrafo; mezclados con otros ejemplos figuran en otro párrafo (Çamorra, Çaragoça... çumo).

59 El mismo Giuffredi menciona este tratado al final de sus Anotaciones (A. Alonso, De la pronunciación, I, n. 86).

CAPÍTULOS ANTERIORES:  EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD

ADVERTENCIA

1.- EL ESPAÑOL. ORÍGENES DE SU DIVERSIDAD

I ORÍGENES DEL PLURALISMO NORMATIVO DEL ESPAÑOL DE HOY

*   2.-1. EL FIN DEL FONEMA /Z/ [DZ - Z] EN ESPAÑOL

*   3.- 2. EL FIN DEL FONEMA /Z/

*   4.- 3. ¿PROCESO FONÉTICO O CAMBIO FONOLÓGICO?

*   5.- 4. ¿PROPAGACIÓN DE UN CAMBIO FONÉTICO O DE UN SISTEMA FONOLÓGICO?

*   6.- 5. LA FALTA DE DISTINCIÓN /Z/ : /Ç/, REGIONALISMO CASTELLANO - VIEJO

*   7.- 6. LA CONFUSIÓN SE CONVIERTE EN NORMA DEL HABLA DE LA CORTE (FINALES DEL SIGLO XVI)

*    8.- 7. LA PÉRDIDA DE LA DISTINCIÓN /Ç/ : /Z/ NORMA GENERAL DEL HABLA (EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XVII)

       Diseño gráfico:

La Garduña Ilustrada

Imagen:Letra capitular  Ç,  s/XVI

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