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ROMANCERO DE LA CUESTA DEL ZARZAL

ALABÓSE EL CONDE VÉLEZ

ALABÓSE EL CONDE VÉLEZ

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ALABÓSE EL CONDE VÉLEZ

Alabóse el conde Vélez
-- en las Cortes se alabó,
que no hay dama ni doncella
-- que a él le niegue el amor,
si no fuera la infanta,
-- a quien no lo demandó,
que, si se lo demandara,
-- no le dijera de no.
Mucho pesó a los galanes,
-- que esto en la Corte se oyó.
Allí estaba el conde Bueso,
-- que en el buen día nació:
-Esposita tengo,Vélez,
-- de quince años, que más no,
que, si tú me la vencieras,
--me saquen el corazón,
y, si no me la vencieras,
--te lo sacaría yo.-
Todos fían a don Bueso,
--y al traidor de Vélez no,
si no era un pajecito
-- que en su mesa pan comió:
-Yo fío al conde Vélez,
-- yo seré su fiador.-
Otro día, de mañana,
-- a los torneos salió,
con músicas y atabales
-- y vestidos de color;
cincuenta almas dejó muertas
-- y a otras cincuenta hirió.
Y, a todo esto el conde Vélez,
-- la dama no se asomó.
Otro dia el conde Vélez
-- muy temprano madrugó,
y a la puerta de la dama
-- su rica tienda plantó,
de sedas y de brocados
-- y joyas de gran valor;
y en el medio de la tienda
-- un cordón de oro colgó.
La niña salió a la tarde,
-- porque no la queme el sol;
pone saya sobre saya,
-- por encima un quitasol:
-¿Qué cuesta el cordón, don Vélez?,
-- Vélez, ¿qué cuesta el cordón?
-A mí me costó cien doblas
-- en el reino de Aragón;
pero para ti, la niña
-- no cuesta dinero, no:
por un beso de tu cara
-- de balde te lo doy yo.
-Cuelgue el cordón, conde Vélez,
-- don Vélez, cuelgue el cordón,
mi esposito tengo en Francia,
-- él me lo traerá mejor.
-¿Qué tal te parezco, niña,
qué tal te parezco yo?
-- Bien me parecíais, Vélez;
pero don Bueso, mejor.-
-- Ya llevan al conde Vélez
a sacar el corazón;
-- a los gritos que iba dando,
la niña ya se asomó.
-- ¡Oh, malhayas tú, la dama,
y quien tan bien te enseñó;
-- por amor de ti, la niña,
me sacan el corazón!

----Sólo tres versiones peninsulares de este romance se han llegado a recoger. La primera, en Ribadelago, en Sanabria, en 1949. Volvió a aparecer el rarísimo romance en Truchillas, en La Cabrera Alta, 33 años más tarde. Y, de nuevo, dieciséis años después, en 1998, en el mismo lugar, recordado por otra transmisora de tradición romancística (Peregrina Carbajo Escudero, de 85 años).
----Con anterioridad a esos hallazgos, sólo se conocían versiones de la tradición oral moderna procedentes de las dos áreas de comunidades judeo-españolas: la marroquí y la oriental. Y, junto a ellas, una sola versión del siglo XVI, conservada en dos textos muy similares: uno manuscrito, otro impreso (en la Tercera parte de la Silva de romances, Zaragoza, 1551).
----La versión antigua, correspondiendo al gusto entonces predominante por los textos inconclusos, sin desenlace, acababa con la formalización del reto:

Todos fían a don Bueso
-- y al conde ninguno, non,
si no fuera un infante
-- qu’es hijo de un gran traydor;
éste fió al conde Vélez
-- en dos quentos, que más no.

----Las versiones de Sanabria y de La Cabrera (muy similares entre sí) y las de Tánger, Tetuán, Larache, Alcazarquivir y Ceuta (a su vez, básicamente concordes) coinciden en el desarrollo subsiguiente de la acción, inclusive en contar que el conde (Félix o Vélez) monte una tienda para lograr la atención de la niña de quince años. Difieren sólo en que las sefardíes utilizan el formulismo narrativo de repetir los intentos fallidos del conde de atraer con sus exhibiciones de gallardía la atención de la dama, antes de que, cuando al fin lo consigue, ella exprese su preferencia por el rival; mientras que las peninsulares elaboran la visita a la tienda como lugar de la repulsa. Sólo alguna que otra versión judeo-española de Marruecos “compadece” al alabancioso y recurre al subterfugio, para salvarlo y que no le saquen el corazón, de que la dama, a última hora, proponga, por las buenas:

-¡Soltéisle al conde Vélez
-- y tomad al fiador!

-- --En la tradición judeo-española oriental (conozco versiones de Salónica, Larissa y Jerusalén), el desarrollo de la apuesta es muy diferente, porque de antemano se ha substituído a la dama con que se ha de hacer la prueba, identificándola con la “infanta” que aún está por vencer, y, al sostenedor de su honestidad, con el hijo del Emperador. El conde Vélez (Velo), aunque ni siquiera consigue verla en Palacio, soborna a una esclava que le describe su aposento y las señales de su cuerpo, y con esas pruebas afronta el juicio de la apuesta. Las varias versiones no dejan claro si el conde sale o no adelante con el engaño.

Diego Catalán

 

Foto: Dan Houle (Don John) y Jon Reynolds (Borrachio) por Ben Premeaux


 

1 comentario

Raul -

Soy Raul Sanz, nieto de Peregrina Carbajo Escudero, y siento comunicaros el fallecimiento de mi abuela, en el día de hoy, a los 97 años de edad. Mañana será enterrada en su pueblo natal, Truchillas. Descanse en paz.